LA CONFUSIÓN

Cuento de MARIA LUISA BOSIO

MARIA LUISA BOSIO : Recibió educación e instrucción primaria en Asunción. Se hallaba cursando estudios secundarios cuando su carrera estudiantil se interrumpió para contraer matrimonio. Siendo muy joven y madre ya de cuatro hijos, hizo estudios completos de inglés, francés y portugués, idiomas que hoy practica con frecuencia. Paralelamente, por vocación siempre se dedicó a la lectura de obras literarias e históricas. Es miembro del Club del Libro N° 1 y desde hace seis años, concurre al Taller Cuento Breve. Ha publicado anteriormente en los libros de este taller y en diarios de la capital forma parte de la Sociedad de Escritores del Paraguay.

LA CONFUSIÓN

Antes de dormir, esa noche, Clara había leído un libro que juzgó muy interesante. Trató de terminarlo, pero se durmió con el tomo entre las manos.

El reloj marcaba las diez, en una mañana azarosa de toda ama de casa, cuando sonó el teléfono sin pausa alguna. Levantó el auricular y escuchó una voz algo conocida que le decía:

-¡Hola! ¿sos Clara?

-Sí- ¿quién habla?

-Soy yo, Roger Lanner.

-Sí, soy yo Clara, creeme.

-Tanto tiempo, Roger, pero...pero, Roger ¿Cuándo volviste?

-Hoy, y estaré nada más que este día. Quise saludarlos y pedirte un favor especial.

-Encantada, Roger, te escucho.

-Vine solo para observar las cosas que me interesan.

-Te diré que encontré a Dolores, mi mujer, con mucho trabajo y muchas responsabilidades. La vi triste y sola; una soledad amarga.

Clara ¿podrías dedicarle más atención? La necesita. Yo sé que sos capaz de hacerlo; te conozco y conozco tu generosidad. Dios te lo pagará con creces.

-Lo haré, Roger, lo haré con gusto.

-Gracias, Clara, mil gracias, hasta pronto.

-Adiós, Roger, hasta pronto.

Clara quedó confundida por un tiempo largo; luego reaccionó y volvió a su ajetreo mañanero; pero, no podía concentrarse: estaba ajena a las cosas que debía hacer.

Al llegar a la casa Esteban (su esposo), la notó extraña y ausente; le preguntó si se encontraba enferma o disgustada. Ella guardó silencio de lo acontecido. Y sólo musitó: "Estoy bien, Esteban, gracias".

A media tarde, en forma repentina se acercó al teléfono; marcó el número de Dolores. Su corazón latía en forma irregular. Dio con la madre de ella a quien pidió que le comunicase con la hija.

-Hola, ¿cómo estás amiga?

-Bien, y ¿vos Clara?

- A Dios gracias perfectamente-. "Te llamo Dolores, por lo siguiente: Roger me habló por teléfono".

-¿Roger?-casi gritó Dolores.

-Sí, Roger Lanner, tu marido.

-Pero, Clara, ¿qué broma es esta?. El está muerto desde 1980.

-Es lo que pensé todo el día, Dolores, pero, sin embargo, era su voz, no la de otra persona. No había burla en esa voz conocida.

-Me dejas perpleja, Clara,... bueno; ahora dime; qué te dijo Roger?

-Me pidió un favor. Quiere que me acerque más a ti; que necesitas de tus amigas; porque te vio triste y amargada-.

-Me causa risa, Clara, pero... no deja de sorprenderme-.

-¿Qué te parece, Dolores, si vienes mañana a la tarde a tomar un chocolate conmigo y luego iremos a la Iglesia a pedir una misa por el alma de él?-.

-Me parece lo apropiado, Clara, con mucho gusto estaré en tu casa a las cinco.

-Adiós, Dolores, saludos a los tuyos.

-Lo mismo digo, hasta mañana.

Clara se sintió mejor el resto de la tarde.

Cuando Esteban llegó esa noche, le preguntó: "Clara, te veo muy bien ahora; no como esta mañana que estabas ausente. Anda, cuéntame ¿qué te pasaba? Juntos podríamos resolver el problema, ¿no te parece?"."Yo creo que sí, Esteban; espera que te preparo un trago y luego conversamos-" contestó ella-.

Comenzó Clara a relatar la llamada de Roger Lanner observando el asombro reflejado en el rostro de Esteban. "Ya sé que no me creerás, Esteban, pero era su voz; se lo dije a Dolores esta tarde, cuando la llamé pura invitarla a casa mañana".

-¿Dolores? gritó Esteban. -Clara, querida mía, ¿qué te pasa? estás confundida. Dolores murió hace un año y medio. No puede ser verdad-.

Clara palideció, se tambaleó y cayó sobre la alfombra, mientras escuchaba a Esteban que decía: Clara, Clarita, por favor ¿qué tenés?-.

Despertó, acostada y abrazada a Esteban.

María Luisa Bosio.

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