MI MARQUESA
Poesía de HÉRIB CAMPOS CERVERA (PADRE)
Para mi poeta amigo, Toranzos Bardel
En mi viejo salón adornado
De libros y cuadros,
Está ella en blanco.
Yo la miro extasiado y contento
Porque ella me quiere.
Yo le escribo mis versos más bellos,
Le dedico mis horas tranquilas,
¡De ella son mis sueòos!
¡De ella mis mentiras!
Mi vigilia, mi alma, mis noches
¡Mis grandes proyectos!
Con ella paseo
Viajando en el alma,
Vamos al Olimpo
Por el Mar Egeo.
Con ella corremos
Campos y montañas
Y en el cielo vemos
Todas sus entrañas.
No nos separamos porque somos uno,
Tanto nos amamos,
Que juntos rodamos
Como va Saturno,
Como va el planeta,
Que viaja y se lleva en su enorme maleta
Su anillado fuego de mil claridades.
Ella es chiquitita
Y sus ojos verdes
Al verso con los míos
De amor se humedecen.
¡Dos luces parecen
De verde rocío!
El amor nos cuida,
Nos hace felices,
Nos lleva prendados;
Nosotros amamos
Nuestro propio amor
Y lo perfumamos
De viejo dolor.
De muchas tristezas
Hicimos un ramo,
De muchos recuerdos
Un nido de amor
Y ella está más linda
Con lo que ha sufrido,
Que antaño de joven
Sin ese dolor.
Mi chica Marquesa
No vive en palacio
Pero habita siempre
La regia morada
De mi alma encantada.
No quiere castillos
Ni aulas de moda,
¡Ella sabe ahora
Lo que vale
Tan falsa morada!
Ella ha recorrido
En su propia alma
Todos los países
Que en el alma habitan,
Ada alma en el alma;
Ella ha conquistado
En el Gran Oriente
Del Reino Soñado
Al poeta que sus versos siente
Por haberla amado.
Mataste a Margarita
Porque fuiste infinita,
Porque el amor primero
Es la luz de un lucero
Que nunca se marchita.
Yo no he podido nunca marchitarte
En el dulce jardín de mis memorias,
Jamás me fue posible el olvidarte
A pesar de tantísimas historias
Como nos ocultaron para amarte.
Por esto te espero
Y no me angustia el tiempo que encanece.
¿Ante el amor primero
Qué otro amor no perece?
Ante la dicha, pura
Como en el alma de un niño,
Existe una frescura
Que jamás envejece.
¡Mi amor es una luna
Más blanca que la leche!
Mi amor es la ternura
Que con mirra se teje
Como en esas edades
Cristianas y lejanas
Amaban los abades
Con místicos hosannas;
Como en esas pagodas
De la Judea hebrea
Que sellaban sus bodas
Sin emplear la brea;
Como en esas antiguas
Naciones del amor,
¡Grecia, sus parques y sus islas!
¡Hoy tumbas de dolor!
Así mi alma ha de verte
Adorada ilusión de mis saudades.
¡Es pequeña la muerte
Y todas las edades
Para dejar por eso de quererte!
30 de abril de 1912.
MI MARQUESA
Para la memoria de Raúl Guggiari,
aquel soñador romántico que murió
amando a su querida Adela,
de ojos tan grandes como su dolor
y tan negros como su desgracia.
¡Estudia mi Marquesa!
Sus ojos escudriñan el misterio
Mira con atención si le interesa
Un capítulo del evangelio
Igual que la doctora Santa Teresa.
Sus ojos como las amenazas de la serpiente.
Grandes, verdes, atraen encogiendo
Son los ojos de la mujer inteligente
Pura luz, fosfórica corriente
Que avasalla con ímpetu rugiendo.
Sus ojos tienen una pupila de voltaica lumbre
Matizados, dos biznas húmedas y con brillo
Pigmentos como manchados por la herrumbre
Y algo fosforescentes de amarillo.
Ojos que causan fiebre
Ojos verdes como algas de laguna
En el claro de luna
Ojos casi de libre
Casi de puma.
Misterio que estremece
Que preocupa, que enseña, que dilata
Esos ojos son algo que florece
En el interno cráneo alguna mata
Alguna planta que en su fondo crece.
Minerva de seguro los tenía
Con el mismo fulgor en la mirada
¡Se explica que con ellos aprendía;
Con ellos el misterio adivinaba!
¡Y todo sin saberlo lo sabía!
Sus ojos me dominan
Como el imán al hierro
Ellos son los doctores que examinan
Ellos son un pesado cortafierro
Dos gigantes astros que caminan.
Proyectan en sus cámaras oscuras
Hasta el paisaje de las almas mudas
Graban en sus espectros las ideas
Atraen como el sol a las mareas
Y ven en las opacas espesuras.
Proyectan en sus cámaras oscuras
Hasta el paisaje de las almas mudas
Graban en sus espectros las ideas
Atraen como el sol a las mareas
Y ven en las opacas espesuras.
En su salón, de drogas perfumado
Tiene cofres antiguos y biblioteca
Ella de la ciencia se ha enamorado
Y en ese consultorio se ha sepultado
Y hace en él una vida de anacoreta.
¡Hasta sus gatos tienen aire de corte!
Filósofos parecen al dormitarse
No son gatos que saltan como un resorte
Son señores que salen a recrearse
Con gravedad de príncipes en el porte.
Su jardín un botánico parece
Sus vestidos de rústica elegancia
¡No trascienden a Francia!
Ella cree que el lujo, al lujo lo empobrece
El acre muy subido de la fragancia.
Gusta de las cosas opacas
Casi tirando a piedras sin pulimento
Y prefiere el olor de las albacas
Por ser de más severo refinamiento.
A los niños, no les da caramelos
Y los besa en las bocas
¡También su dentadura son los desvelos
De los que buscan dientes como las rocas!
El licor de sus labios abultados
Me hizo soñar delicias que adormecen
De todos los paraísos encantados
Yo prefiero sus labios sonrosados
Al laurel que los dioses entretejen.
¡Qué blancura en los dientes!
¡Cuánto revoque de marfil los cubre!
En ellos, la saliva es transparente
En ellos, el deseo se encubre
De besar esa boca eternamente.
Mi Marquesa no duerme
Mi Marquesa vigila de centinela
Ella por los espacios viaja y se cierne
Como el halcón curioso que se desvela.
¡Inquietud infinita la quebranta!
Y en el sabio rapto que la domina
Con el alba indecisa se levante
¡Todo lo misterioso lo examina
Y como artista lo dibuja y canta!
Mi Marquesa es un sabio de gabinete
En la contemplación ha meditado
Es doctora sin toga ni birrete
Su claustro ha sido el mundo que ha soñado
Su amor el arabesco minarete
Que ni el mismo Velásquez ha pintado.
Por el dolor intenso que ha sufrido
No hay problema por grande que haya sido
Que ella no lo conozca con acierto
¡A través del amor ella ha vivido
Todo lo que los sabios han descubierto!
Mi Marquesa es valiente
Los caracteres de su letra roma
Son como los remolinos de la corriente
Que descarna los árboles y las costas desploma
Haciendo tabla rasa de la pendiente.
Monta bien a caballo
Descarga sin temor una escopeta
Vibra como el relámpago de un rayo
Se alegra como la voz de una trompeta
Y tiene las arrogancias de Pelayo.
En esto es implacable como un guerrero
Porque tiene los músculos de acero
En la forja de hierro de su energía
Se diría que es hija de algún herrero
De aquellos que Vulcano no forjaría.
¡Y esa Marquesa ruda, que es la poesía!
Se deja gobernar pacientemente
Y se impregna de triste melancolía
Si el amor la acaricia sonriente
Como Voltear se inclina reverente
A los pies de la augusta FILOSOFÍA.
Mi Marquesa quiere amor
Porque ella sabe ya sin conocerlo
Que ese mago sublime es un azor
Que le da el amuleto triunfador
Para saberlo todo sin saberlo!
Asunción, mayo 7 de 1912.
ENLACE INTERNO AL DOCUMENTO FUENTE
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HÉRIB CAMPOS CERVERA (p.) - NOVECENTISTA OLVIDADO
PROSA Y POESIA
LUIS MARÍA MARTÍNEZ (COMPILADOR)
ASESORES INVESTIGATIVOS: NABEL FELIPE ESTRUC y RAÚL AMARAL
CRITERIO EDICIONES
Asunción – Paraguay, 2006 (292 páginas)