EL LAGO (1)
Poesía de HÉRIB CAMPOS CERVERA (PADRE)
Este nocturno negro de evocaciones que refleja el lago Ypacaraí,
se lo dedico al espíritu trascendente de mi querido amigo Manuel Domínguez,
porque él tradujo a Lamartine su lago de Burget
y porque comprenderá que vivo mis obras al escribirlas.
¡Oh lago de recuerdos!... ¡lago muy quejumbroso,
Lago de las leyendas del indio guaraní,
Tú tienes el secreto de amores imposibles,
Tú tienes de la ciencia arcanos escondidos;
Tú asustas como el crimen de foscos asesinos
Y llamas a que venga la negra funeral!
En oscuras vigilias, tus fauces de penumbras
Levanta calaveras y resucita muertos
Que surgen en el ojo de luz enardecido,
¡Oh lago, nocturna cueva de vampiros,
Que paseas tus brujas en negra procesión!,
Lago de cuervos, lago de caimanes,
¡Lago que no perdonas mi tristeza caída!
Muchas mañanas te vi alegre y sonriente
Parecías el labio rosa de mi novia amada,
Tenías tus cerros alegres de esperanza,
Tus playas sumergían blancos senos de joven
Y las camisas níveas boyaban en tus olas,
Reías evocando, el sol lucía contento,
A la luna de su espejo acariciabas,
A mí... ¡oh, a mí, me adormecías!
Mi alma muy lejos contigo se marchaba,
¡Mi cuerpo en tus ondas las espumas mecía!
¡Oh lago, qué solo te paseas
En torno de tus cerros!
¡Qué azul, te he visto a veces...
Y qué negro también!
Hacia el desagüe enfermo
De ramajes gomosos
Por ti despedazados;
Hacia tu estrecha salida
De camalotes apretados,
¡Tus aguas envenenan
Y embrutecen a las sierpes!
Un limo pegajoso
Anuda las arcillas
Haciendo contorsiones
Un revoltijo de troncos,
Una olla de osamentas disueltas
Denuncian tu destino,
¡Oh lago, mortaja oscura
De la Natura muerta!
Los perros olfatean tu negro limo,
Ladran atormentados por tu silencio
Y siguen temerosos la ciena de tu playa.
Ceibos antiguos florecen sus corales
En las leves barrancas de tu costa,
En sus ramas anida la lechuza
Que danza con sus alas en la noche sombría.
Pausadamente, el caimán navega
Asomando los picos de su negra cabeza,
El timón de sus colas espejea sus sierras
Y sus ojos humanos a la luna vigilan.
Hace sus excursiones con grave señorío
Boyando su cabeza que piensa sobre el agua,
Pasea dominando su lago misterioso
Con la altiva confianza del Rey de la laguna.
¡Oh caimán de pellejo acorazado!
¡Oh, gálapos fríos y pesados!
¡Habéis hecho del lago taciturno
Un piélago de negras soledades!
Ya no sonríe el alma en tus mañanas
Ni las flores te dan sus alegrías,
¡Habéis hecho un lago tenebroso
Con sauces de macabros vengadores!
El viento las hace saludar solemnes
Hasta beber la borra de la ciena,
Parecen los sudarios de la noche
Que desafían al negro panorama
Al inclinar sus vértebras de junco,
¿Llaman a nuestras almas asustadas
Y les dicen palabras imposibles?
¡Oh lago que vi en sueòos muchas veces!...
¡Qué sañudo y oscuro te paseas
Al pie de tus colinas atrayentes!
¡Oh lago, de horizontes grises
De ruda soledad oscurecido,
De sauces antiquísimos que lloran!
Tu costa enseña raíces descarnadas
Y troncos de vejez entumecidos,
La maleza endurece tus esteros
Que cimbran sus pantanos movedizos.
¡Oh lago, evocador de tristezas...
Lago más negro que la pena muda!
A tus orillas he ido a sepultar mis ilusiones
Con el luto de todas mis tristezas.
Tu légamo de hiel me da el espejo
De mi alma de dolor enajenada,
¡Huyo de las auroras luminosas
Y vengo a ti, que cantas la agonía!
Solo tú, con tus vetustas trenzas,
Con tus despojos deshilados,
Con tus cienas, tus limos, tus betunes;
Con tus caimanes solitarios
Y tus lunas macilentas;
Tú, con tus ceibas astilladas,
Tus espadañas, tus garzas frías,
Tus camalotes en desorden:
Tú, lago que lloras en la tormenta
Con alaridos de indio que habitara
Tus melancolías desiertas;
Tú, lago, donde nació Tupá;
¡Recojo mi rocío de oraciones...
Vengo a llorar en vuestra arcadia de brujas
Mi luto ¡mis arcanos de dolor!
¡Mis sabidurías, que ya no me seducen!
¡Mis recuerdos, que empujan a la muerte!
Mis ilusiones convertidas en lodo
Como el lecho de tus aguas negras,
¡Oh... más negras que el olvido!
Asunción, 6 de junio de 1912
(1) El verso libre es el que suena mejor, pero hay que hacerlo en voz alta cinco veces por lo menos, para que los sonidos no escapen al oído, sordo todavía a la música de las cadencias. Este es un secreto que conocen los artistas y los profanos ignoran. El verso libre tiene la melodía del ritmo, el atrevimiento de las ideas que se ajustan con una poesía soberana ala majestad del verso. Está llamado a crear poemas inmensos. El que lea una vez y por primera vez el "Nocturno" de Silva, las "Campanas" de Poe, el "Cuervo" traducido por Bonalde, no hallará jamás ese secreto de que hablo. Este misterio del arte lo he descubierto en mis experiencias estéticas y me place en revelarlo, no para que lean las cinco veces mi "Lago" sino para que lean cinco y doscientas veces ese "Nocturno" de Silva, esa "Campana" de Poe y los versos de Kiplin en su canto "Mandalay". Con el verso libre, sucede lo que en las grandes óperas alemanas: primero, molestaron al oído, luego gustaron y terminaron por entusiasmar al Universo. (Nota del autor).
EL LAGO
Para el distinguido escritor y amigo,
Segundo S. del Pero
Era una tarde azul y ventilada
El lago se movía espumando sus olas
Un olor a silvestres campiñas daba tonos al cuadro
Y aves muy silenciosas, oraban su silencio
Como si así gozaran sus hondas ilusiones.
Mi novia bella y joven seguía con la vista
Los matices extraños de aquella sinfonía
Mariposas de jaspe en danzas circulares
Besaban con sus alas sus rítmicos amores.
El lago más palidoso, más amigo de la sonrisa
Pedía por sus ondas el cuerpo de la joven
Y mi novia con calma refinada
Su placer sonreía, el agua salpicaba
Como si le temiera, como si adivinara
Que en él había intenciones un poco satirosas
¡Era tan evocante la poesía!
Era tan deliciosa la laguna
Que el alma en sus espejos se perdía
Como el sueño de Leda en sus amores.
Mirábamos la curva de la playa
Y las rubias arenas que lejos parecían
Flecos de seda airosa
Alfombras de Damasco con el color de carne
Cabelleras teñidas de oro viejo
O espigas de los verdes arrozales
Mullidas, esponjosas, invitaban amores pastoriles
Esos amores clásicos de Cloe
Cuando a Dafni las selvas ofrecía
Para que Pan de mieles los saturase.
¡Oh, qué tarde de lago!
¡Qué dulce sinfonía!
Sentados en el tronco de un sauce descarnado
La vista alargaba en la azul lontananza
Que más allá los cerros en humos envolvía
Mi novia fresca, con ese olor de novia
Con esa juventud que ignora realidades
Con esa melancolía de tulipanes yertos
Con esa languidez que causa el baño
Era también un lago, un paraíso de sueños
Tan lleno como él de espumas y de risas
¡Oh, quién lo dijera...!
Yo vi las mismas aguas
En noches de tormenta
Cuando el lago angustioso...
y triste Se retorció de dolor
Dando quejidos, dando tumbos
Revolviendo la borra de sus limos
¡Ahora ya no es el mismo!
Mi novia lo ha dorado de poesía
Y parece una fiesta de Beatrices
Que están llamando a Dante
Para poner laureles en su frente.
¡Oh, lago que llamas al amor como un lucero
Que en noches de Belén azules y tranquilas
Hacía ruta de los Reyes Magos!
Tú peinas el cabello de mi amada
Y ciñes su camisa a sus altos senos
Y la pliegas, a sus muslos tersos
Y le das, palideces de mañana
Oh, lago que en tus orillas la has bañado
Lago que me la traes muy hermosa
A veces te visito a solas por la noche
Para dormir con todos sus recuerdos.
Mi Marquesa con sus ojos verdes
Mi Marquesa con sus mohines delicados
Que me arrulla cuando yo no lo espero
Y me acaricia haciéndose la niña
Ella tan joven, tan solitaria
Ella que se para a dialogar con los insectos
Y se moja los pies para que riña
Mi Marquesa que es la poesía como ese lago
Ese que convida a llorar de placer
Ese lago que nos despierta sollozando
Y no nos atrevemos a dejar
Mi Marquesa dibuja con el taco
Un pocito pequeño, sus manos de carmín
Lo cubre de pétalos silvestres
Luego me dice ¡vamos! me da un beso
¡Y creo que Dios de arriba nos bendice!
¡Oh, lago generoso y gentil! como un Apolo
¡De las fiestas helenas!
Lago de rubias playas
De azules horizontes
De mañanas magníficas y alegres
De cisnes blancos
De conchas nacaradas
Y finas espadañas
Lago para las novias enamoradas
Para las almas musicales
Para ceñir anillos con zafiros
Mensajeros de amor, recuerdos viejos
De compromisos inmortales
Para noches de bodas
Oh, lago, nido de espejos magos
Fuente de luz, tierra de gaviotas
Palacio de Walkirias
Constelación de nieblas vaporosas
Idilio joven
Palma de Judea
Que evoca el santo Tiberiades
Que bañó a Magdalena
¡Lago inolvidable!
Pupila adormeciente
Como los ojos verdes de mi amada
Tú, como la fuente de Hipocrene
¡Nos das la juventud!
¡La juventud que es sueño!
¡La juventud que es la mañana!
La juventud que es la poesía
¡La juventud que es Elsa y Margarita!
¡La juventud que es Laura y Eloísa!
¡La juventud que es tu sonrisa...!
¡La juventud que es el amor!
¡Oh..., yo no puedo olvidarte!
Nunca, nunca
Tú hiciste más helena a mi Marquesa
Mi duende de los sueños
Mi solitaria compañera
Luna de mi triste planeta
Diosa de mi santuario
En mi pagana Religión de Arte.
¡Oh, lago que me traes noticias fresas
De mi pequeña solitaria!
Bendigo tus lunas macilentas
Bebo tu linfa que baño las formas
De mi novia, que está sola
Como tus noches silenciosas...
¡Y piensa en mí!
Asunción, junio 26 de 1912
ENLACE INTERNO AL DOCUMENTO FUENTE
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HÉRIB CAMPOS CERVERA (p.) - NOVECENTISTA OLVIDADO
PROSA Y POESIA
LUIS MARÍA MARTÍNEZ (COMPILADOR)
ASESORES INVESTIGATIVOS: NABEL FELIPE ESTRUC y RAÚL AMARAL
CRITERIO EDICIONES
Asunción – Paraguay, 2006 (292 páginas)