AL COMPAÑERO FLORES
AL COMPAÑERO FLORES (*)
Cuando mi juventud era un haz de ilusiones
salí a mirar la fiesta pagana de la vida,
y mis pies, prisioneros de una inquietud sin tregua...
hollaron los caminos de todos los placeres.
He sido compañero perpetuo de la aurora;
me sorprendieron muchas cortando rosas rojas
en jardines prohibidos;
y así como en loco derroche de mí mismo
maté la paz radiante de mis horas.
Así fui: tal ha sido mi vida.
Millonarios de ensueños, los gasté sin medida.
Quemé en la brasa viva de las bellas pasiones
lo mejor de mi esencia.
Mi adolescencia de oro, encendida de amores
noche a noche
la he tirado a pedazos
en las horas aciagas de mis desesperanzas.
Y hoy - ya con la fatiga mortal en la materia –
salgo por esas calles del vicio mercenario
a acogerme al amparo de un abrazo de infamia
o a buscar un alivio precario
en los vagos nirvanas del alcohol y la música...
Y es por eso que roe sin cesar, mis entrañas
el afán imperioso de rodar por lugares
ungidos de tinieblas donde vaga la voz
de los muertos en vidas...
Para siempre jamás gravita sobre mí
esta secreta angustia de estar solo en el mundo
¡solo, bajo la noche de mi desesperación!
Vagabundo incansable, bajo el alba indecisa
una misma profunda inquietud andariega
me ha llevado unas veces hasta el antro del vicio
y otras, a la ventana de la novia de un día,
en donde atemperaba con besos de inocencia
la infinita amargura de mis labios manchados
por todas las injurias del arroyo...
¡Oh balcón de la novia! ¡aroma de recuerdos!
Noviecita de una sola primavera...
Vuestras manos de seda pusieron dulces vendas
sobre la llaga viva de nuestros desamores.
Blancas novias ausentes,
que vagáis entre nieblas de indecisos recuerdos;
frente a vuestras ventanas he dejado lo único
que me quedaba aún sin manchas de pecado:
un amor de veinte años...
¡Juventud! ¡Amor! ¡Música! ¡Aroma de recuerdos!
cuando se acaben ellos, se acabará la vida...
¡Serenatas! ¡Noches nuestras pobladas de lirismos!
La música que sube bajo la noche azul
frente a un balcón abierto...
Corazones que cuentan su fatal desconsuelo
con sollozos... y elevan su plegaria de ruegos
hasta el hilo de seda de la estrella más pura...
Pero...
Las noches pasan y hay otra novia pálida
que también nos espera...
... Y es fuerza que cumplamos con aquella.
Cuando llegue el momento de emprender el Gran éxodo,
le pediré que aguarde por unas cuantas horas
muy pocas: dos o tres bastarán...
Y entonces... saldré bajo la noche a buscar a los míos
para llevar con ellos la serenata póstuma.
para que no sospechen que mi fin está próximo les diré:
"Vamos hermanos míos, bajo la madrugada
a dejar unas lágrimas al pie de la ventana
de la última novia...
Llora, tú, violín ebrio, bajo el arco embrujado,
la pena inconsolable que llevas en el alma,
y tú, guitarra ciega, corazón de la música,
deja que bajo el ala de la noche profunda
adormezcan tus notas el duelo de mi vida".
…………….. *
Yo, que estaré escuchando la voz de la otra novia
regularé mi vida con arte tan supremo
que con la última nota irá mi último adiós!
(*) Herib Campos Cervera
Asunción, 12-18 de mayo de 1930
(Este poema fue encontrado
en el archivo de Ortiz Guerrero )
