CAMBIO NECESARIO EN EDUCACIÓN
EL MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CULTURA DEBE INCLUIR TAMBIÉN CIENCIA Y TECNOLOGÍA.
Por JUAN ANDRÉS CARDOZO
Hay duplicaciones institucionales que no se justifican. Y que a la vez de implicar mayor gasto público confunden sus roles. El Ministerio de Educación y Cultura y la Secretaría de Cultura son esos dos órganos del Estado.
Con la creación de esta última institución el país ha avanzado hacia una posible Política de Estado en la Cultura, hoy más que nunca importante para promover la imaginación creadora, el arte y las industrias culturales. Y, asimismo, para proteger y difundir aquellos aspectos que hacen a nuestras identidades.
Pero a partir de entonces se debió modificar el Ministerio de Educación y Cultura. Y no solo para evitar la repetición, la heteronomía y hasta la colisión de funciones e intereses. Sobre todo, para dar un salto histórico hacia la contemporaneidad mediante la transformación entitaria en un Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología. La Sociedad del Conocimiento, la época peculiar de nuestro tiempo, así lo exige.
Desde la modernidad, la ciencia hegemoniza el despliegue del saber. En su imperar habitan la teoría de lo real y el movimiento de la acción cambiante del mundo. Y a través de la tecné -la técnica— convierte el conocer en práctica. Y con esta vinculación se viene originando la revolución ontológica y física de lo humano y del universo. El ser es lo racional. Su autonomía (su libertad), su concepción de la vida y su voluntad dependen de su propio pensar. Mientras sus investigaciones metodológicas expanden y profundizan los conocimientos —siempre provisionales— de las leyes de la materia. Y aun de la misma condición humana.
LA EDUCACIÓN DE NUESTRO TIEMPO
La educación pública es laica. Éticamente republicana y liberadora. Y su objetivo filosófico es la autorrealización humana. Por eso subsume y cabalga sobre la rienda. Enseña a teorizar y a aprender a hacer. A valerse, aquí y ahora y en cualquier parte, de la razón.
Ciertamente es la matriz de la cultura, esa manera de ser en el mundo. Somos arrojados a la existencia (Sartre), en la cual nos anteceden costumbres, valores, organizaciones, saberes y prácticas. Pero la educación es un vuelo del presente hacia el mañana. Nos enseña a leer el pasado. A interpretarlo. Y fundamentalmente a vivir el presente, a enfrentar sus problemas y sus desafíos. Por lo tanto, a otear el horizonte, a construir el futuro. A cambiar el mundo.
No venimos a la vida para prolongar lo que está. Lo que distingue al ser humano es su continua disconformidad. De ahí que estamos volcados a aprender. O, mejor, a modificar lo recibido, lo heredado. Estudiamos para no repetir, sino para explorar lo aún no conocido, agregar, sumar. Transformar. Y hasta la manera de amar. Hoy la educación nos abre al amor de la completitud. Y en la tierna morada de la igualdad. Ayer quedaron las diferencias. Solo subsisten donde reina la injusticia.
Por eso la educación de nuestro tiempo repele la desigualdad. En sus aulas y en la sociedad.
LA INVESTIGACIÓN Y EL CONOCIMIENTO
Tal como está, el Ministerio de Educación y Cultura no sirve para fomentar el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Orgánicamente es anacrónico. Urge reinventarlo, su instalación estructural en un Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología. Ello significará un cambio programático, metodológico y modélico.
La ciencia y la tecnología requieren un plus de conocimientos. Si la filosofía plantea problemas, la ciencia los resuelve. El quehacer de la ciencia es concurrir a la solución de los problemas. Y sobre lo ignorado y respecto a las teorías reconocidas y contrastadas, suscitar nuevas conjeturas.
Para tales efectos, la tecnociencia se edifica con base en la experiencia, la instrumentalización y la funcionalidad, según H. Putnam (Razón, verdad e historia). Agregaría que también sobre lo sistémico —pretensión totalizadora y autorreferencial— y el método constructivista, conforme lo demanda la revolución electrónica, cuántica y biogenética.
Por consiguiente, la educación tiene que orientarse a la investigación y a la producción de conocimientos. Sobre la propia realidad y lo universal. Y el órgano rector es el Ministerio, en coordinación con las universidades. Entonces, su reingeniería es necesaria, siempre que no se quiera prolongar el atraso.
Fuente: CORREO SEMANAL del diario ULTIMA HORA
Publicado en fecha: Sábado, 22 de Junio del 2013
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