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CARLOS R. CENTURIÓN (+)

  HISTORIA DE LA CULTURA PARAGUAYA - TOMO I, 1961 - Por CARLOS R. CENTURIÓN


HISTORIA DE LA CULTURA PARAGUAYA - TOMO I, 1961 - Por CARLOS R. CENTURIÓN

HISTORIA DE LA CULTURA PARAGUAYA

TOMO I

Obras de CARLOS R. CENTURIÓN

Prólogo: ARTURO ALSINA

Biblioteca “ORTIZ GUERRERO”

Edición realizada en el año del sesquicentenario

De la independencia patria.

Asunción – Paraguay

1961 (695 páginas)

 

 

PRESENTACIÓN

Un día de junio de 1959, miembros del Patronato de Leprosos del Paraguay, visitaban a Don ARTURO ALSINA, ferviente amigo y admirador de esta obra, siempre dispuesto para los demás antes que para consigo mismo. Al poco rato el Dr. Carlos R. Centurión autor de la presente obra, pasaba por el lugar. Alsina le dice entonces a Centurión: "Carlos, esta gente puede editarte tu libro". Nosotros, conociendo el valor moral de don Arturo tomamos la aseveración al punto, y nos dimos cuenta que había algo que hacer. En ese mismo instante nos impusimos de la magnitud de la obra, y casi quince meses pasaron antes que hayamos agotado todos los pormenores relativos a trabajo tan importante.

Hoy, gracias al esfuerzo mancomunado del amigo Alsina, del Dr. Carlos R. Centurión, y del Dr. Julio César Chaves, quien asesoró los pormenores de la presente edición, y quien es el Director de la misma y miembros de la C.D., el PATRONATO DE LEPROSOS DEL PARAGUAY, se enorgullece en presentar al público lector, y especialmente al del Paraguay, una obra que constituye, a nuestro criterio, uno de los puntales de las letras paraguayas, y el único libro de referencias más completo sobre la cultura y cultores de las letras y las artes en el Paraguay.

Presentamos aquí nuestro segundo libro, con los mismos objetivos que el primero hace diez años atrás, las obras completas éditas de MANUEL ORTIZ GUERRERO. Estos objetivos, ya lo dijimos una vez, son la prosecución de la obra del Patronato de Leprosos en su lucha incansable por curar a los atacados del mal de Hansen, que suman en nuestro país a muchos miles, y que debe requerir la preocupación constante, tanto de entidades privadas como estatales. A esta lucha se halla abocado el Patronato de Leprosos del Para-guay, desde hace justamente veinticinco años. Y la segunda razón es que siempre se pensó en el seno de la Entidad, que se recaudarían fondos presentando al público obras de valor cultural indiscutible. Gracias a la feliz idea de nuestro amigo Arturo Alsina, dedicamos esta obra como la primera de nuestra biblioteca denominada. "MANUEL ORTIZ GUERRERO", en memoria y homenaje al gran poeta leproso, a quién él acompañó hasta su último instante y lo hacemos con íntima satisfacción. Dedicamos también esta obra en el año del Sesquicentenario de la Independencia Patria, coa la esperanza que muchas otras obras similares vengan a contribuir a la grandeza nacional.

Agradecemos al Dr. Carlos R. Centurión su entusiasmo y comprensión; a D. Arturo Alsina, su preocupación constante, y al Dr. Julio César Chaves, su sinceros consejos sobre el mayor éxito de la edición. A todos aquellos silenciosos obreros que desde las imprentas del Plata, hermanos argentinos, trabajaron armoniosamente para esta obra, y, por fin, a los distribuidores y al público lector.

PATRONATO DE LEPROSOS DEL PARAGUAY

 

 

INDICE DEL TOMO PRIMERO

ÉPOCA PRECURSORA

I - LOS DÍAS INICIALES DE LA ÉPOCA HISPANA

II- LOS PRIMEROS GOBIERNOS HISPANOS

III- OTROS PRECURSORES DEL SIGLO XVI

IV- LOS GOBIERNOS HISPANOS DEL SIGLO XVII

V - LA LENGUA VERNÁCULA

VI- LAS MISIONES FRANCISCANAS

VII- EL APORTE CULTURAL DE LAS MISIONES JESUÍTICAS

VIII - LA REVOLUCIÓN DE LOS COMUNEROS

IX- LA INSTRUCCIÓN PÚBLICA DURANTE LA ÉPOCA HISPANA

X - LOS ÚLTIMOS GOBIERNOS HISPANOS

XI - LAS LETRAS AL FINALIZAR EL SIGLO XVIII

XII -EL COLEGIO DE MONSERRAT

 

ÉPOCA DE FORMACIÓN

XIII - LA REVOLUCIÓN DE LA INDEPENDENCIA        

XIV - EL PERÍODO DICTATORIAL DE JOSÉ GASPAR DE FRANCIA

XV - EL PERÍODO GUBERNATIVO DE CARLOS ANTONIO LÓPEZ

XVI - EL HIMNO NACIONAL

XVII - BAJO EL SIGNO DE LA TRAGEDIA

XVIII - ORÍGENES DEL PERIODISMO PARAGUAYO

XIX- LAS ACTIVIDADES CÍVICAS HASTA 1570

XX- LA MUSA POPULAR-MITOS-TRADICIONES-LEYENDAS

 

ÉPOCA DE TRANSFORMACIÓN

XXI-EL GOBIERNO PROVISIONAL DE 1869-1870

XXII-LOS HOMBRES DE LA CONVENCIÓN DE 1870

XXIII-LA INICIACIÓN DE LAS LUCHAS DEMOCRÁTICAS Y EL DESARROLLO DEL PERIODISMO

XXIV -LOS PRIMEROS GOBIERNOS DE LA POSGUERRA

XXV - EL TEATRO DURANTE EL PERÍODO DE TRANSFORMACIÓN

XXVI -LA INICIACIÓN DEL PERÍODO DE HEGEMONÍA POLÍTICA DE LA ASOCIACIÓN NACIONAL REPUBLICANA

XXVII-LA FUNDACIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS TRADICIONALES

XXVIII - EL DESARROLLO DE LAS LETRAS AL FINALIZAR EL SIGLO XIX

XXIX - LA EVOLUCIÓN LITERARIA EN LOS COMIENZOS DEL SIGLO XX

XXX-EL PERÍODO DE HEGEMONÍA POLÍTICA DEL PARTIDO LIBERAL

XXXI - LA ENSEÑANZA PRIMARIA, SECUNDARIA Y SUPERIOR

XXXII - LA MUJER PARAGUAYA A TRAVÉS DE LA HISTORIA

 

 

PRÓLOGO

A punto de empezar a escribir estas palabras liminares, tentados estuvimos de formular al autor una serie de preguntas que, de seguro, habrían de parecerle sorpresivas y desconcertantes y que sólo una amistad que la prueba del tiempo ha tornado fraternal podría autorizar o, a lo más, justificar. Con ellas nos proponíamos indagar, si puesto el autor a escribir este prólogo -¿cómo lo empezaría?- ¿qué interpretación daría a la propia obra?- ¿con qué remate conceptual le pondría término? Los interrogantes así presentados, podrían, "a priori", dar la impresión de la renuncia a la particular opinión del prologuista, delatando una disposición de quedar a la zaga al supeditar la personal apreciación que surge de la serena objetividad del análisis y, por último, subalternizar la misma valoración de la obra a las premisas establecidas por el autor.

No era esa la intención sino la; más profunda de descubrir por la vía de la autoconfesión el móvil inspirador; aquel destello que ilumina las horas, diríamos sagradas, del trabajo creador, chispa divina que funde en llama de amor el esfuerzo del hombre, y que en toda obra literaria llamada a perdurar se sublima en un solo latido que identifica el alma del lector con el alma del escritor.

Por otra parte, si fuera nuestro propósito ajustarnos estrictamente al juicio o comentario que se derivan del plan orgánico del libro, poco o nada tendríamos que agregar a lo dicho por Centurión en el prefacio de la primera edición. En la eventualidad, hemos optado por evadirnos de las estrictas limitaciones de todo esquema previo para entregarnos a una suerte de sereno discurrir en un placentero y, a veces, hondo divagar, inducidos por los vitales estímulos que inspiraron y movieron a tres generaciones paraguayas en la apasionante aventura de búsqueda y hallazgo que, revelando los valores culturales de un pueblo, los perfeccionara en sus medios de expresión en el afán de darles divulgación universal.

Carlos R. Centurión pertenece a una generación situada en una época de singulares características dentro de un, pueblo sometido a las más terribles pruebas de la historia. Comunidad americana que durante el transcurso de un silo de vida autónoma, ha defendido su independencia al amparo de rígido aislamiento impuesto por la omnímoda voluntad del "supremo dictador"; ha organizado la nacionalidad en el orden y en la paz de un severo régimen patriarcal, y ha librado casi hasta el exterminio una guerra homérica en defensa de principios jurídicos que garantizan la libertad de los pueblos, para desembocar al final de la catastrófica empresa, en un largo período de anarquía. Anarquía larga y pugnaz que se transforma en aleccionadora armonía en la hora de la convocatoria del pueblo en armas en vísperas de la contienda chaqueña. Los hombres de esta generación, nietos de héroes y de mártires de una guerra sin paralelo en la historia del Continente, van a ser, ellos mismos, con idéntica dimensión heroica, actores de otra guerra. Han nacido y vivido en el seno de la, anarquía y han participado, en mayor o en menor grado, de las vicisitudes de las luchas intestinas desencadenadas en el cruento y prolongado proceso de la organización institucional de la República.

Son estos varones en cuyo carácter forjado en la, adversidad nacional cristaliza una angustia secular, quienes, bajo la serena dignidad de un connato estoicismo, van a recoger la herencia cultural de la Provincia Gigante de las Indias y de un siglo trágico de vida independiente del Paraguay, herencia gane como los tesoros ocultos brilla sin deslumbrar. Son ellos quienes van a revelar los valores de una cultura incipiente que se ha ido elaborando en el lento transcurrir de los siglos sobre el esfumado transfondo de las aportaciones hispano-guaraníes de la Colonia. Historia y leyenda; mitología y religión; superstición y creencia: tradición, costumbres, folklore; arte y ciencia europeos asociados al conocimiento empírico de la naturaleza y a la expresión de formas y símbolos que se engendran en la mente alucinada del indígena: formas imprecisas, símbolos de rutilante fonética; imágenes vagas, rústicos intentos propios de un ciclo cultural primitivo, asimilado en sus esencias por el poder generador y unificador de la Conquista. Lo hispánico y lo guaraní injertados en la humana y divina dimensión, universal del hombre.

La Asunción fundada por el "Capitán poeta", un tiempo centro civilizador y baluarte militar de la Conquista, en el Río de la Plata, no fue, a pesar de su importancia política y estratégica y de su nobiliario prestigio de "madre de ciudades", asiento de universidad. Esta falta de tradición universitaria estuvo, hasta cierto punto, compensada por la presencia de una doble corriente cultural, la una, multisecular, europea, de trasplante; la otra, elemental, primitiva y cuyas formas incipientes fueron, en parte, abolidas o reemplazadas, detenidas o postergadas por la virtud rectora de la civilización. Doble corriente que se unifica y con-funde en la vital mezcla de sangres; fusión de razas que encuentra el molde de una expresión original en la armonía de lenguas: el castellano, rico en ideas abstractas, opulento en sus formas de flexión idiomática; el guaraní, aglutinante, polisintético, onoma-topéyico. El uno, glorificador de la epopeya del hombre; el otro., traduce en eco humano las voces de la naturaleza. Expresión de hombre y paisaje: actor y escenario de la historia. Lo cósmico y lo telúrico del destino humano amalgamados en la afortuna da síntesis de un hombre nuevo en cuya intimidad de conciencia las lenguas dialogan con las sangres.

El indio guaraní, gran señor de la geografía, que a la hora de la Conquista enseñorea la costa meridional atlántica desde el' Caribe al Plata, ha llegado, salvando distancias fabulosas al corazón del Continente, instalándose a lo largo de lejanos y extensos litorales; atravesando ríos; soslayando gigantescas, tonantes cataratas; trasponiendo serranías y montañas; cruzando la selva interminable en que se vence a la muerte que extravía con la certera brújula del instinto que orienta; en guerra con las tribus rivales y las fuerzas hostiles de la naturaleza; y rebasa, al fin las barreras del gran río que un día será epónimo, para cruzar en jornadas sobrehumanas al gran desierto chaqueño y situar su audacia en la frontera andina del Imperio incaico.

Sobre las huellas y senderos del vasto dominio guaraní avanza la civilización cristiana en alto la cruz que redime y la espada que sojuzga: el poder político afirmándose en la fuerza espiritual del verbo divino y de la palabra reveladora. Férreos conquistadores que a inspiración de Irala, trocaron sus métodos de guerra por las sutiles alianzas del amor: hombre blanco y hembra india, espíritu y matriz de la raza futura. Duros encomenderos, misioneros evangelizadores. Pueblos y ciudades, reducciones y encomiendas fundadas en la ruta de la aventura fabulosa. Putas de luz y sangre abiertas bajo el imantado signo de la Cruz del Sur. Santos y mártires: el beato Roque González, ardiente corazón sin muerte; José de Antequera y Castro, grito de libertad acuchillada. Historiadores y cronistas que nos trasmitieron el latido de la gesta. Sabios de la Conquista: teólogos, letrados, filólogos, naturalistas, geógrafos. Convocatoria augusta, "presencia de almas".

Y el arte que conduce a Dios. Templos cristianos erigidos en la pagana selva milenaria. La torre y el andamio; la fe que inspira y la mano que ejecuta; la ojiva que en lo alto se prolonga en la cruz; la campana del llamado a las almas y el encendido cirio del alumbramiento en la religión y, en los altares, entre los excesos del barroco, Cristos macilentos y sangrantes y santos y vírgenes del milagro, materializados en tallas de la admirable imaginería del Medievo. Arquitectos, escultores, pintores, grabadores; españoles y oriundos de otras latitudes de Europa enrolados en la gran fraternidad civilizadora y que aquí realizaron su labor. Aquellos que dejaron un nombre y otros que, acaso, sólo fueron conocidos por un efímero patronímico unido a un título reverencia) y, en capítulo aparte, los anónimos, los magnánimos, los ascetas del amor divino que se identificaron en la propia obra, para desaparecer voluntariamente en un supremo voto de olvido. Y también los indios artistas que esculpieron y pintaron en los retablos menores imágenes ingenuas, en las que, dícese, vieron la representación del Dios de sus antepasados.

Templos de amplias naves, fueran los monumentales construidos por los jesuitas de San Ignacio Guazú y Jesús y Trinidad, o los más humildes de adobe y madera de los franciscanos en Yaguarón y Emboscada, en ellos, el arte estuvo siempre asociado a la función catequizadora del misionero. Fue por vehículo de una plástica de profunda inspiración religiosa que impresiona los sentidos, despertando en el alma sencilla y sensible del aborigen sentimientos piadosos, y de la música sacra y el canto litúrgico que exalta su imaginación, luego del inicial adoctrinamiento impartido en el austero claustro de las reducciones, que la grey indígena fue conducida por los senderos de la nueva fe. Imaginemos el sagrado recinto a la luz de innumerables cirios que arrancan destellos de oro a las retorcidas columnas y recargados ornatos del altar mayor, para, proyectarlos en áureo resplandor sobre las estáticas imágenes, animándolas con expresión extraterrena y glorificándolas con los acordes de la música sacra que acompaña a la canción ritual que el coro indígena entona. Con tal ejercicio, el rico instinto musical del indio se transforma en vocación musical que, transferida al futuro, dará sus frutos en la música folklórica y nativa.

No fue sólo la pompa ritual desplegada en las celebraciones del culto, mágica, de seguro, a los ojos absortos del indio, la única que ejerciera influencia en, el transcurrir del proceso civilizador. Lo fueron, también, las fiestas profanas de las que se nutren las raíces de algunas formas de un folklore que han perdurado hasta nuestros días. Y lo fue la copla que se entona al compás de la guitarra, símbolo de la España andariega y romántica que, heredada por el nativo, será la fiel intérprete de sus sentimientos y su compañera inseparable en la guerra y en la paz. Lo dicho sin excluir los otros factores de formación, sociológicos y políticos, qué contribuyeron a dar fisonomía a la comunidad colonial y dotaron de carácter peculiar al pueblo independiente nacido de aquella comunidad. Si en lo sagrado predomina la fe en la Providencia que encarna la sabiduría de un Dios único con sus atributos, en lo profano, el espíritu de tribu asoma a hurtadillas para manifestarse en tímidos rasgos de independencia.

Fueron los púlpitos cátedra de oratoria sagrada; las plazas parroquiales lugar de festividades pro fan as, centro de civilidad, punto de reunión de las asonadas; los atrios no sólo escenario de misterios y autos sacramentales sirio de obras de intención política, como la escrita y estrenada por el Padre Pedro Lezcano en 1551, hecho de significación cultural que permite reivindicar para la Asunción el mérito insigne de ser la fundadora, del teatro en las regiones del Plata.

Nuestra Señora de la Asunción, hito magistral, hito germinal si se nos permite, por esta vez el despropósito lingüístico. Hito entre la historia y la leyenda al que concurren el héroe y el mito sobre el trasfondo en niebla de la América precolombiana, y a cuyo pie, a luz de la evocación, aparecen los actores de aquel drama portentoso: Salazar de Espinoza, el fundador; Irala, el, civilizador; Garay, padre de ciudades; el criollo Hernandarias, el visionario. La "casa fuerte" desde lo alto de las barrancas, es punto de arranque preciso de las expediciones que irán a fundar ciudades, cristianadas por aquellos rudos varones con los dulces nombres de la fe católica de evocador aliento poético: Candelaria; San Juan de Vera de las Siete Corrientes; Concepción del Bermejo; Santa Fe; Santa Cruz de la Sierra; Villa Rica del Espíritu Santo, ambulante y heroica; Santa María de los Buenos Aires, la segunda, la eterna, "fundada futura" por Garay y repoblada por criollos y mestizos asuncenos. En ellas, España ha dejado con su sangre y su espíritu los gérmenes de su universal cultura.

En tal escenario y con, tales actores se desenvuelve en estas latitudes el drama de la historia durante tres siglos de dominación española, en cuyo proceso se contara con los factores determinantes y dinámicos del individualismo español contrapuesto al comunismo primitivo de las parcialidades indígenas. Españoles y guaraníes aliados en lejanas expediciones a la Sierra de la Plata ubicada en el imaginario, huidizo El Dorado, marchan unidos a través del sitibundo desierto chaqueño en procura de metas coincidentes pero movidos por distintos estímulos. Guerras interminables, ora, contra las tribus levantiscas; ora, contra el tenaz bandeirante que asola periódicamente la región del Guairá. En este escenario magistral en que lo heroico adquiere el relieve de lo fabuloso, se destacan dos aconteceres de singular significación que por su importancia rebasan los límites de una época. El primer acontecer, las Misiones jesuitas de severo régimen teocrático, vincula la misión evangelizadora de trascendencia cultural con un gigantesco ensayo de organización colectiva del trabajo de las tribus sometidas. El segundo, la Revolución comunera, encarna la voluntad soberana del común contra los excesos del absolutismo real, y enfrenta, a la vez, al sistema opresor impuesto por los jesuitas que se traduce en su creciente poderío económico. Antecedente de resonancia histórica, capítulo inicial de la emancipación americana. En la palabra elocuente de sus caudillos inmolados que transforman por virtud de presencia el cadalso en tribuna de la libertad, se ahoga en sangre el grito premonitor de Mayo.

Carente el guaraní de monumentos arqueológicos, el idioma, fecunda matriz de metáforas, es el monumento que perdura. Lengua que ofrece una precisa estructura gramatical pero que no alcanzó a contar con una correlativa escritura, siquiera fuera jeroglífico o quipo, o si la tuvo, fue tan rudimentaria que no le permitió trasmitirnos un Ollantay guaraní, mas, transfiriendo por mandato de permanencia, su aliento creador a la moderna y magnífica poesía popular paraguaya.

No fueron sólo la mínima contribución a los pueriles ornatos de una incipiente industria familiar ni la concluyente de la rutilante metáfora, las únicas manifestaciones del sentimiento artístico engendrado y acrecido en el alma absorta del indio. Entre los extremos de la rusticidad de la vasija de barro cocido y el encanto de la palabra alada, florece la música "pentatónica" de "escala defectiva"; el canto monódico con instrumentos rítmicos de invención aborigen, y la danza con "fondo religioso, guerrero o festivo'', fermentos de maduración cultural que asociados a la religión, de seguro concurrieron a modificar las costumbres salvajes y a unificar a las tribus de la gran nación en un común proceso de evolución espiritual. Afírmase que la oratoria era arte cultivado con amor por los guaraníes y que el relato de los hechos heroicos y legendarios trasmitidos por la tradición oral en la palabra y el canto del avapayé, canto entonado al compás del mbaracá, "símbolo de la raza guaraní", instrumento dotado de "capacidad de modulación, fuerza milagrosa y nimbo religioso", mantenían vivo el culto de los antepasados y la fe en la unidad social, política, religiosa y militar de las parcialidades. Cultura precolonial que apenas descubre el signo material de una presencia y que se manifiesta por -valores ideales, en lenta evolución operada en un período políticamente expansivo dentro de un ciclo cultural primitivo.

Fácil es idealizar al penetrar con el pensamiento en el ámbito de aquel mundo fabuloso; difícil reconocer con nitidez siquiera sus contornos. ¡Rara paradoja la de un mundo que sin sernos extraño nos es, en gran medida, desconocido! Y lo es porque no todos los datos nos llegaron con la veracidad de lo auténtico que surge de las fuentes legítimas de conocimiento, o lo fueron en versiones que, involuntaria o deliberadamente, deformaron la realidad, y porque, con posterioridad, se poetizó demasiado y por falta de una ruta segura, la verdad quedó extraviada en la confusa niebla de un pasado remoto.

Dejemos esta labor esclarecedora a los que saben y en ella están empeñados, para permitirnos, en la ocasión, aventurar una consideración sobre el proceso cultural de la Colonia, en el que predominaron, a nuestro entender, las formas de transculturación impuestas por el conquistador y el evangelizador, en detrimento de las imperantes en un medio salvaje. Cultura de trasplante que crea formas inexistentes hasta entonces; acalla o anula otras por la vía inexorable de la superación o por la compulsiva de la fuerza, eterna protectora de intereses; posterga el desarrollo de aquellas que no obstante ser de vigencia permanente, han de permanecer enquistadas en su potencial creador por falta de estímulos inmediatos, mas, incorporando sus esencias a la propia substancia con las vitales e inconmovibles formas que emanan de las costumbres y de la tradición.

En los albores de la Independencia, existe ya una nacionalidad expandida en vasto territorio, con el nativo -criollo y mestizo-apto para incorporarse al impulso histórico de la emancipación a la que concurre con personalidad definida y con el aporte de su doble lengua, su religión, su historia, su tradición, sus costumbres y las manifestaciones de un, folklore que de ellas se deriva.

La Junta Superior Gubernativa de 1811, heredera del Triunvirato, estaba presidida por el brigadier general Fulgencio Yegros, que a su condición de militar unía la del, poeta, e integrada por JOSÉ GASPAR DE FRANCIA, hombre de leyes, ilustrado en Córdoba en, filosofía y teología, genial político de recia intransigencia patriótica, según, unos, encarnación de la anticultura al pensar de otros; el presbítero FRANCISCO JAVIER BOGARÍN, y el capitán PEDRO JUAN CAVALLERO, acaso hijo de la Enciclopedia, digno de figurar en nuestras letras sólo por el texto de su propio epitafio, mensaje de dignidad cívica, trasmitido a la posteridad desde la mazmorra de la dictadura; en. que yace, y escrito al suicidarse, con su misma sangre según relata la crónica.

La Junta Superior Gubernativa, con las disposiciones sobre reforma, de la instrucción primaria, la reapertura de los cursos secundarios, la fundación de la primera biblioteca pública y la creación, de la "SOCIEDAD PATRIÓTICA LITERARIA", inicia un período de activación cultural, pronto interrumpido por la dictadura perpetua del Dr. Francia, en cuyo lapso de veinte y seis años la inteligencia enmudeció. RENGGER y LONGCHAMP, citados por BOETTNER, dicen: "La guitarra, compañera inseparable del paraguayo, enmudeció para siempre" (sic). Aislamiento total con el exterior, enclaustramiento de la comunidad nacional. El proceso cultural que comienza con el grito de libertad se interrumpe con el terror de la dictadura. Durante su larga permanencia no sólo se anulan las instituciones creadas por la junta, se clausura, además, el Seminario de San Carlos, conocido por Colegio Carolino, único instituto de estudios superiores que procede de la Colonia. Época sombría que tiene su fin con la muerte del dictador perpetuo, fecha de la que arranca un breve y agitado proceso político (le dinámica castrense que desembocará en la aparición de Don Carlos Antonio López, en, el Consulado, primero; en la, Presidencia constitucional, después. Aparición trascendental por la inspiración patriótica de su magna obra progresista gafe va a imprimir un carácter a su gobierno de personal gestión; con propiedad llamado patriarcal. Sus sabias y enérgicas medidas, contribuyeron a afirmar en definitiva la independencia nacional, asegurar la paz y promover el progreso, aunque en cierta medida a expensas de la libertad. En el plano cultural, a la instauración de la enseñanza primaria obligatoria impartida en las cuatrocientas escuelas que fundó, se suma la creación de la "Academia Literaria" y del "Aula de Filosofía" y la reapertura del Colegio Carolino. El prócer, adquiere el título de padre del periodismo al fundar "EL PARAGUAYO INDEPENDIENTE", periódico que recoge en, sus páginas la documentación relativa al proceso diplomático de la independencia y, en general, refleja la gestión gubernativa con la publicación de sus célebres mensajes. Construye el primitivo TEATRO NACIONAL, escenario de las compañías españolas que actúan en la Asunción y lugar de estreno de la pieza en verso intitulada "UN PARAGUAYO LEAL", la primera estrenada y quizás la única escrita en el país en, lo que va del siglo, e interpretada por aficionados paraguayos, viniendo a ser por esta circunstancia el antecedente lejano de la escena paraguaya. Da comienzo a. la edificación del Palacio de Gobierno, del ORATORIO DE LA VIRGEN DE LA ASUNCIÓN y el hasta hoy inconcluso Teatro, réplica del Scala de Milán, con el concurso del arquitecto italiano Alejandro Ravizza.

A la muerte de Don Carlos le sucede en la presidencia de la República, su hijo FRANCISCO SOLANO, el Mariscal. Hombre ilustrado y de talento, promotor de cultura, en los tres años de paz de su gobierno prosigue la obra iniciada por su progenitor. Corno él, otorgó becas en las ramas de Ingeniería, Derecho y Milicia en institutos europeos, aunque ambos descuidaron, a nuestro juicio, la integración de los medios de cultura al no incluir, en sus planes la enseñanza de las bellas artes.

A esta altura del siglo, las condiciones de fomento cultural estaban parcialmente dadas y sus instrumentos, aunque incompletos, creados. Pero el desarrollo del proceso iniciado se paraliza antes de rendir plenamente sus frutos y toda una generación es sacrificada en una guerra a muerte en que la vida del ciudadano es inmolada a la supervivencia de la nación.

En los campamentos, frente a la muerte, florece la musa popular. Quizás entonces, hundidas sus raíces en manantiales de sangre naciera la moderna lírica guaraní. A los romancillos y coplas de la Colonia, cuyo último eco nos llega en las coplas artiguistas, sucede ahora la canción de trinchera, castellana, guaraní o bilingüe, épica, patriótica, romántica y satírica a la vez. Estas canciones se prolongan luego en la paz, en los "compuestos" y "sucedidos", relatos en verso entre ingenuos e intencionados, fruto de la improvisación de poetas y trovadores del campo que los cantan con acompañamiento de guitarra, a la que se agregan arpa y rabel en los bailes y en fiestas de guardar. Música y poesía; canto y verso anónimos. Se diría que aprisionada en el círculo de acero de aconteceres trágicos, se engarzara la gema de la canción anónima y fulgurara el destello musical y poético del cancionero popular de origen y proyección bilingües.

Al término del trágico lustro, aquella que fuera próspera comunidad americana de cerca de un millón de habitantes, ha quedado reducida a doscientos cincuenta mil sobrevivientes, escapa dos de la bárbara saña fratricida. Transitando sobre ruinas son como sombras devueltas milagrosamente a la vida con la misión de reconstruir el hogar nacional. Y sobre las ruinas que habrán de servirles de cimiento, da comienzo la nueva epopeya del renacer, del recomenzar en el heroísmo de la paz.

 

***

 

En lo que lleva transcurrido el siglo diez y nueve, pocos nombres integran en razón a sus méritos el historial de las letras paraguayas. Durante la dictadura perpetua, escritores que por veredicto de posteridad, han adquirido la jerarquía de próceres de la libertad: FERNANDO DE LA MORA; JUAN ANDRES GELLY; MANUEL PEDRO DE PEÑA, el poeta del "HIMNO A LA LIBERTAD", que como lenitivo a las angustias de un largo cautiverio, realizó el prodigio intelectual de aprender de memoria el Diccionario de la Real Academia Española; MARIANO ANTONIO MOLAS, autor de la "DESCRIPCIÓN HISTÓRICA DE LA ANTIGUA PROVINCIA DEL PARAGUAY", escrita parcialmente en la cárcel. Y humildemente, ante este cuadro de grandeza desventurada, pasa la figura jesucristiana del ilustrado maestro argentino JUAN PEDRO ESCALADA, enseñante de poderosos e indigentes. A los nombres de los pocos escritores sobrevivientes a la dictadura que prolongaron su ministerio en la época del Consulado y de la Presidencia constitucional, cabría citar los del propio Don CARLOS ANTONIO, autor de los "MENSAJES" y redactor político del periódico oficial; el del Mariscal, en cuyo estilo está presente la aptitud literaria, ya se manifestara en el conciso y claro de la dialéctica diplomática, en la severa parquedad castrense de sus pro-clamas o en el tono patético de su histórico testamento, documentos que en cronológico análisis revelan la trágica trayectoria de un destino excepcional. El Padre FIDEL MAÍZ, sacerdocio puesto en trágica contradicción por el monstruo de la guerra: vasta ilustración, espíritu analítico, historiador, polemista, elocuencia en el púlpito, la tribuna y la cátedra; el poeta NATALICIO DE, MARÍA TALAVERA, soldado, poeta, cronista, precursor cuyo canto se eleva sobre un coro de cantos anónimos; JUAN CRISÓSTONIO CENTURIÓN, historiador; GREGORIO BENITES, diplomático y polígrafo; JOSÉ FALCÓN, paleógrafo, director del Archivo de la Asunción, aparte de diplomático e historiador.

Será de justicia recordar a los sabios y artistas extranjeros que desde la Independencia a la guerra de la, triple alianza, exploraron naturaleza, estudiaron hombre y folklore, investigaron historia y lengua, descubrieron fuentes de riqueza, enseñaron y aprendieron y que al ingresar en la joven comunidad ejercieron positiva influencia en su evolución cultural. Los hermanos JUAN P. y GUILLERMO ROBERTSON; AIMÉ BONPLAND; ALFREDO M. DU GRATY; MARCELINO DE LONGCHAMP; RODOLFO RENGGER; ALFREDO DEMERSAY; ILDEFONSO ANTONIO BERMEJO; ALEJANDRO RAVIZZA; ELISEO RECLUS, geógrafo y sociólogo eminente que estudió nuestro folklore y que en la hora de la inmolación nacional fue voz de protesta contra el crimen y palabra de consuelo para el vencido; el poeta FRANCISCO ACUÑA DE FIGUEROA, autor de las inspiradas estrofas patrióticas del himno y los músicos JOSÉ DEVATÍ, FRANCISCO SAUVAGEOD DE DUPUIS y JOSÉ GIUFFRA a quienes se ha atribuido la solemne marcialidad de su música, sin que se haya podido hasta la fecha determinar con precisión la verdadera paternidad.

 

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Volviendo al orden cronológico de este expositivo divagar, cabe observar que desaparecido el régimen opresor del Dr. Francia, abatidas como consecuencia las barreras del aislamiento con el exterior y liberado en una atmósfera de desahogo el silencio depresivo del enclaustramiento interior, da comienzo a un período de reactivación cultural que dejando a. un lado la tradición de trasculturación española de la Colonia, amplía sus horizontes al orientarse hacia otros países europeos a la sazón predominantes por los avances de la ciencia, por el espíritu renovador del arte, por la influencia de sus letras y por los adelantos de su técnica, cuyos aportes se considera necesario incorporar a los impulsos de progreso que se manifiestan en la joven República y que han de dar a la época el carácter de una profunda transformación. Ya no son sólo estudiantes paraguayos los que ingresan en institutos y universidades del viejo mundo, son, ahora, profesores franceses, ingenieros ingleses y artistas italianos, los que vienen a solidarizarse en el esfuerzo de una nación que despierta al deslumbramiento de la época moderna.

Substraída la República a la anarquía que asola a sus hermanas del Plata, por la acción constructiva de un gobierno de mano fuerte que actúa dentro del marco de una democracia imperfecta, y alcanzando un nivel de estabilidad social, política y económica, pronto el ferrocarril atravesará los campos y la marina mercante nacional surcará ríos y mares en barcos construidos en astilleros asuncenos y, como culminación, el arte prestará su concurso a la belleza edilicia de la Capital.

 

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La Convención Nacional Constituyente de 1870, inaugura en el Paraguay la era de la democracia representativa. Egregio texto le sirve de modelo en la libérrima Constitución que sanciona. Un espíritu creador la alienta. En el seno de la Convención, se congregan oradores elocuentes, juristas y escritores, entre las que descuellan JUANSILVANO GODOY, JUAN JOSÉ DECOUD, CAYO MILTOS y FACUNDO MACHAÍN, representantes del Paraguay peregrino. Desgraciadamente aquel periodo de anarquía que conmovió a los países del Plata y que el nuestro pudo eludir por la acción enérgica y previsora de sus conductores, parece encender sus hogueras en los rescoldos de la guerra, proceso anárquico comenzado entonces y que se avivará con la aparición, años después, de los partidos políticos, antagónicos en la interpretación y aplicación de doctrinas y principios.

Tres hechos de importancia no pueden ser omitidos en esta reseña: las fundaciones del COLEGIO NACIONAL, en 1876; de la ESCUELA NORMAL DE MAESTROS, en 1896, y de la UNIVERSIDAD en 1889, por el aporte de hombres y mujeres ilustrados que habían de salir de sus aulas dotados de una. formación intelectual de fondo clásico y humanista. Se ofrece, entonces, un cuadro incompleto que no contempla los medios de integración en la enseñanza de los valores de la cultura y que por sus características prolonga el esquema de los períodos anteriores hasta la Independencia. Este vacío en lo que se refiere a la protección estatal a la enseñanza de la música y de las artes plásticas, será llenado por la docencia particular, y con incontestable solvencia por el Instituto Paraguayo en la década f finisecular.

En el transcurso del siglo que está por fenecer, hubo dentro y fuera del país paraguayos ilustrados, pero no se pudo por lo exiguo, unilateral y disperso, hablar con propiedad de una generación ilustrada. Ahora se está a punto de contar con esa generación que, si bien no realizó su destino plenamente ni alcanzó la notoriedad continental que, a nuestro juicio mereciera, señaló el punto de convocatoria de una élite de "pioneros", llamada a gravitar por más de treinta años en itinerario de huella profunda, en la política, las letras, la magistratura, la docencia, el parlamento y la diplomacia. Sus nombres hoy ilustres: GONDRA, GARAY, DOMÍNGUEZ, los DECOUD, GODOY, MORENO, EUSEBIO y ELIGIO AYALA, ENRIQUE SOLANO LÓPEZ, AUDIBERT, LÓPEZ DECOUD, O'LEARY, PANE, CHAMORRO, entre otros dignos de ser recordados. Y mujeres cuyos nombres se perpetúan en respetuosa evocación: ADELA y CELSA SPERATTI, herederas misionales del apostolado de ASUNCIÓN ESCALADA y ROSA PEÑA DE GONZÁLEZ.

Generación combatiente que se mueve bajo el doble impulso de la pasión política que separa y, de aquella otra que une porque está enraizada en el común substrato del amor a la patria, cuyos derechos y títulos de soberanía son, por entonces, discutidos y que ellos habrán de hacer valer y prevalecer a la luz de documentos históricos, en el libro, en cancillerías, parlamentos y conferencias. La pasión política, fermento de las luchas que van diseñando en trazos sangrientos los contornos de una democracia en embrión, los tiene por voceros y adalides y en ocasiones, también, por heraldos y mártires. Actuantes en un clima de polémica y controversia, fuera en la prensa, en la tribuna callejera o en el parlamento, en que el argumento alterna, a menudo, con el tono candente del apóstrofe; fuera en los campamentos revolucionarios, escenarios propicios a la explosión de la violencia por la presencia activa de los caudillos, inclinados por temperamento, diríamos racial, a la lucha abierta, enconada y temeraria. Un, motivo más viene a recargar las tintas del turbulento panorama de la época dividiendo a los escritores en dos bandos antagónicos. El uno, de un nacionalismo intransigente propicia una total revisión de la historia "escrita por el vencedor"; el otro, se mantiene en una severa actitud de censura para la gestión política y militar del conductor de la guerra reciente.

Estas dos pasiones o, mejor, estos dos amores, cultivados asiduamente en un medio tan singular, asignan carácter definidor a la labor de esta generación, en que el escritor acuciado por las urgencias de la época bifurca su oficio, de preferencia, entre el del historiador y el del periodista. Señalamos una peculiaridad, no pretendemos establecer una limitativa valoración ni menos dejar sentada una rígida pauta de apreciación, ya que aparte de que no todos los historiadores fueron periodistas y viceversa, existen en la producción literaria de aquellos talentos páginas de antología consagradas al ensayo y la crítica, además de las que tratan de otras disciplinas: estudios sobre Jurisprudencia, Hacienda y Economía política, de aplicación inmediata al accidentado acontecer nacional.

En aquellos días el oficio de escritor implica la vocación al sacrificio; la conducta del desprendimiento heroico.

Florece una poesía que por su intrascendencia en el concierto continental, ha merecido la denominación de "incógnita". Poesía melancólica y nostálgica que canta a la patria, "mater dolorosa" y, por compensador contraste, a las potencias triunfales del amor. Si en las ideas predomina el positivismo filosófico, la poesía de fondo y forma románticos, ha permanecido impermeable a las modernas corrientes renovadoras. -¿Cuáles fueron las causas de este retraso? -La mediterraneidad y como consecuencia, falta de un activo intercambio intelectual, carencia de centros y medios de difusión, factores que contribuyeron a mantener enquistada en formas de expresión anacrónicas a una sensibilidad poética rica en inspiración.

Entre los poetas que aparecieron entre los últimos años del siglo pasado y los primeros del actual; perduran por los valores permanentes de su estro JUAN E. O'LEARY, DELFÍN CHAMORRO, HERIB CAMPOS CERVERA (padre), IGNACIO A. PANE, ANGEL I. GONZÁLEZ, MARCELINO PÉREZ MARTÍNEZ, el español VICTORINO ABENTE Y LAGO, y, cumbres en un paisaje animado de cantos, ALEJANDRO GUANES, el de "LAS LEYENDAS", opulenta imaginación creadora, y ELOY FARIÑA NÚÑEZ, el egregio vate del "CANTO SECULAR".

 

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No debe darse al olvido la presencia de eminentes escritores extranjeros que por el carácter de una obra que los vincula en cuerpo y alma a hombres y hechos de esta tierra, han adquirido derecho de ciudadanía intelectual. MARTÍN DE GOICOECHEA MENÉNDEZ, argentino, bohemio de la noble bohemia rioplatense de la época, poseedor de un estilo espontáneo, exuberante, inspirado, apto para evocar emotivamente y en tono reivindicador episodios heroicos de un pasado reciente, en poéticos relatos en los que, presentes hombre y paisaje, vuelca toda su romántica solidaridad americana; RAFAEL BARRET, español de la prosapia quijotesca, genial, medular, beligerante de las ideas como que fue el introductor de la literatura de inspiración social, consonancia en unidad estética de fondo y forma, descubre el dolor de un pueblo en sus más profundas vertientes; VIRIATO DÍAZ PÉREZ, también español, nobilísimo espíritu, polígrafo insigne, erudito con alma de artista, maestro con mayúsculas, fue seguro orientador y mentor de dos generaciones paraguayas; GUIDO BOGGIANI, etnógrafo, escritor y pintor de los que iniciaron el impresionismo italiano, grande en todas las dimensiones de su actividad creadora; RODOLFO RITTER, de quien dijo Barret, poco amigo de los elogios: "Espíritu ilustrado en el sentido más vasto de la palabra, su gran cultura, su perspicacia, su honradez mental hacen de él tan crítico; su trato simpático y su elocuencia hacen de él un maestro"; JOSÉ RODRÍGUEZ ALCALÁ, argentino, talento múltiple: periodista, cuentista, novelista, ensayista, que ingresa al círculo literario con el calor humano de su hidalguía, para ofrecer de entrada -bella corla de presentación- su novela "IGNACIA" y publicando el primer "PARNASO PARAGUAYO".

En otro campo, las ciencias naturales, la antropología, la etnografía, la filología, se cultivan- en el país con el concurso de sabios extranjeros, arraigados de por vida a una tierra de apasionante atractivo. MOISÉS BERTONI, de enciclopédica versación, autor de su monumental "PROTOHISTORIA Y PREHISTORIA DE LA RAZA GUARANÍ", además de numerosos trabajos sobre otras ramas de la ciencia; EMILIO HASSLER, botánico de fama mundial y, CARLOS FIEBRIG, fundador del jardín Botánico y del Museo de Historia Natural. Es justo recordar a TEODORO ROJAS, discípulo paraguayo de Hassler, especialista en sistemática botánica, cuyos trabajos le dieron, prestigio universal.

En, las artes plásticas, SERAFÍN MARSAL, escultor catalán de profunda visión nativista, populariza, dentro y fuera del país, esas admirables figulinas compuestas de tipos y grupos humanos captados en su exacta expresión psicológica y en sus actitudes características.

GUIDO BOGGIANI, fue el pionero de las artes plásticas por la influencia que en su devenir ejerciera desde el profesorado en el INSTITUTO PARAGUAYO. A él se debe el otorgamiento por concurso de las primeras becas a estudiantes de pintura a ser usufructuadas en academias de Italia y fueron sus usufructuarios PABLO ALBORNO, JUAN. A. SAMUDIO y CARLOS COLOMBO y posteriormente, MODESTO DELGADO RODAS, en pintura, y FRANCISCO ALMEIDA, en escultura, y que en conjunto forman el grupo de los precursores.

Como tales, cumplieron abnegadamente una alta misión en la enseñanza y su labor artística dada a conocer en periódicas ex-posiciones, en un medio que no les ofrecía el aliciente de la consagración crítica, y ni siquiera el de la simple compensación económica, da claro testimonio de una auténtica vocación.. Si alguna vez un escritor evocara en hombres y anécdotas a los hombres de este cenáculo ilustre, obtendría la vívida estampa de una bella aventura romántica.

La música llamada culta, tuvo en el pasado compositores e intérpretes y con frecuencia actuaron en nuestro único escenario del TEATRO NACIONAL, compañías de ópera, opereta, concertistas y cantantes. En el Instituto Paraguayo, refugio espiritual, hogar acogedor de toda vocación artística, y de todo afán de cultura, se fundan orquestas y coros que ofrecieron conciertos bajo la dirección del maestro NICOLINO PELLEGRINI. Valga lo dicho como breve exordio escrito con la intención de evocar el panorama en el que habría de hacer su aparición el más representativo artista paraguayo de la época y, porque el acontecimiento propicia, por la presencia del talento, el despertar de una cultura musical propia. Es Agustín Barrios, el compositor, que aparece en la semi-colonial Asunción de comienzos de siglo. Músico, escritor y poeta, de quien. escribe JUAN MAX BOETTNER: "Fue nuestro guitarrista máximo, un talento excepcional. Virtuoso de la guitarra como el mejor y -un mérito mayor- un gran compositor", y agrega más adelante: "Fue cronológicamente el primer compositor de música culta en el Paraguay". (?) Compositor de amplio dominio de la técnica, lo mismo compone música culta que popular y romántica. Con él la música popular confinada hasta entonces en la humildad de su origen, encerrada en moldes de simplicidad empírica, adquiere valor universal en obras que serán difundidas por los caminos del mundo en la mágica guitarra de su creador. FERNANDO CENTURIÓN, otro músico de méritos relevantes contribuye a jerarquizar nuestra música en piezas inspiradas en motivos populares.

Paralelamente a este proceso de reactivación, cultural de plano académico, la música nativa y folklórica y la poesía guaraní, surgen en armónico raudal de las nacientes del alma de la comunidad. Poesía que encierra la misteriosa sugestión de lo anónimo y que más tarde será fruto de la inspiración de poetas populares que, no por ilustrados, dejaron de serlo MARCELINO PÉREZ MARTÍNEZ, ANGEL I. GONZÁLEZ y NARCISO R. COLMÁN, precursores de la moderna lírica guaraní. La música nativa, melodía volcada en la alegre, cadenciosa polea, a la que acompaña el autóctono purajhey que es canción de evocación guerrera, melancólico canto del destierro o apasionada y dulce estrofa de amor. Música muchas veces no escrita, por haber sido concebida por la inspirada intuición de músicos iletrados que al desaparecer en el anonimato, nos dejaron en alada herencia la melodía que nos fue trasmitida de oído a oído, de lugar a lugar, de generación a generación.

 

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Tal el incompleto esbozo del panorama cultural del Paraguay al cumplirse el primer centenario de su independencia. Un penoso y lento pero incesante avance, va confiriendo fisonomía y, en algunos aspectos, atisbos de fisonomía original a la cultura de un: pueblo que renace, cicatrizando y abriendo, alternativamente, las heridas de la guerra en el seno convulso de la anarquía.

Al Paraguay se lo conoce hasta entonces, por su "épica historia" y por la dimensión sobrehumana de sus conductores, pero ¡qué doloroso es decirlo! la crónica americana no menciona en lugar prominente un nombre de escritor, poeta o pensador paraguayo. ¿Qué de extraño tiene, pues, que nuestros hombres de letras prisioneros de la "fatalidad geográfica" y víctimas de las condiciones imperantes, estuvieron ausente.: de parnasos y antologías y que críticos eminentísimos de la talla de MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO observaran la ausencia del Paraguay en el concierto literario de la América hispano hablante? Hecho lógico por la gravitación de los factores antes señalados, a los que se suman las dificultades de divulgación de una producción de por sí exigua, por falta de editoriales que la divulgaran más allá de las fronteras y que apenas tenía circulación en el estrecho ámbito de origen; en la página periodística o en folleto, ambos de vida efímera, rara vez en el libro, porque el autor, inveteradamente pobre, desamparado de la protección oficial y sin contar con el apoyo de ocasionales, y en realidad, inexistentes mecenas, habría de cubrir el costo de la imaginaria edición con el caudal de un hipotético peculio. Corresponde considerar, además, otra razón de limitadora influencia. Nuestra literatura en el período analizado, se circunscribe de preferencia, a la poesía, la investigación histórica, el ensayo y la crítica, hecho que restringe el interés de la gran masa de lectores. No existe aún un teatro propio y el cuento y la novela si tuvieron cultores -Rodríguez Alcalá, el más reciente y visible- sus intentos no fueron registrados en los incipientes anales de la crónica literaria.

Entre las innumerables revistas que se editaron en el Paraguay, dos de ellas merecen, a nuestro juicio, especial consideración en mérito a una función común que les correspondió des empeñar de convocatoria de dos generaciones en sus puntos de partida. Son las revistas del "INSTITUTO PARAGUAYO" aparecida en el lustro finisecular y "CRÓNICA" fundada en 1913. Lo limitado de la mención no excluye el recuerdo de otras revistas, entre otras, "LETRAS", "GUARANIA", la de la SOCIEDAD CIENTÍFICA DEL PARAGUAY, los "ANALES DEL GIMNASIO PARAGUAYO", "FIGARO", los "ANALES DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL", de fecunda gravitación en nuestra evolución cultural.

En la del "Instituto" se congregan pioneros y precursores y es cabal representación de lo más selecto de lo que, en el orden de la cultura se escribe en la época. Sus redactores y colaboradores, han de investir, más adelante, la jerarquía de repúblicos, rectores del pensamiento y mentores de la opinión. En sus páginas se publican artículos de alto valor histórico y sociológico, trabajos de investigación científica., ensayo, crítica y poesía que firman entre otros, BLAS GARAY, MANUEL GONDRA, CECILIO BÁEZ, VIRIATO DÍAZ PÉREZ, MANUEL DOMÍNGUEZ, RAFAEL BARRET, JUAN CRISÓSTOMO CENTURIÓN, MOISÉS BERTONI, GUIDO BOGGIANI, JUAN E. O'LEARY, GREGORIO BENÍTEZ y JUAN FRANCISCO PÉREZ ACOSTA, un benemérito de la cultura paraguaya, historiador eminente, animador infatigable, alma del Instituto y fundador y uno de los directores de la revista.

En "CRÓNICA", fundada por LEOPOLDO CENTURIÓN, GUILLERMO MOLINAS ROLÓN, ROQUE CAPECE FARAONE y PABLO MAX YNSFRÁN, fija su asiento la promoción inicial de la segunda generación a contar de la post-guerra del 70. A este grupo de brillantes talentos van a sumarse otros, llamados, unos, a perdurar en el historial de nuestras letras; otros, a adquirir notoriedad en, la política, la docencia y la jurisprudencia.

CARLOS R. CENTURIÓN denomina "GENERACIÓN INTELECTUAL DEL 23" a la promoción que tuvo por hogar a la revista "JUVENTUD", en clara alusión al año de su fundación. La generación, en verdad, se anuncia diez años antes en "CRÓNICA", y en el lapso que media entre la desaparición de la una y el nacimiento de la otra, surgen valores de positiva significación,

Las revistas mencionadas difieren entre si, como que reflejan, a su turno, el pensar, el sentir, el intuir y la fe en distintos momentos de la vida de la comunidad. Por extensión, tales diferencias podrían, servir para establecer con nitidez un carácter diferencial entre ambas generaciones.

Los que hemos llamado precursores, forman una generación ilustrada de estudiosos incansables y autodidactos portentosos. Beben en las fuentes del repertorio clásico y romántico de su formación; conocen las teorías estéticas de Taine; admiran la gran revolución; en política, se rigen por los postulados del liberalismo y, se inclinan, al fin, ante la in fluencia dominante del positivismo. Tantas identidades, además de las que, al margen del ejercicio intelectual, les son comunes por los vínculos que se crean en el medio semicolonial y familiar en que actúan, y las perentorias exigencias de una época que los hace actores de un mismo drama, los dota de cierta uniformidad de pensamiento que, en la frase de la dialéctica y en el argumento del debate, se pone de manifiesto hasta en sus mismas discrepancias. Nacidos en los años de la guerra, vivieron en un largo período de anarquía, tomaron parte en las tristes luchas fratricidas y padecieron cárceles y exilios. Su labor es labor de cimientos, cimientos anchos y profundos.

Los hombres de la generación que ha de sucederles son más imaginativos y soñadores y, si se nos permite la audacia de una personal apreciación, más creadores. Amplían el panorama cultural y completan el cuadro de la labor "pionera"; avizoran nuevos horizontes y penetran en las corrientes renovadoras de la literatura moderna. Nacen a la vida literaria bajo -el augurio americano de "ARIEL", el sermón laico del maestro Rodó. Leen a Bergson, Unamuno, France y Marx y se encaminan al pensamiento rector de Ortega y Gasset. Nuestros poetas que vieron la luz lírica en, el deslumbramiento musical de Darío y de los simbolistas franceses, elevan raudo vuelo desde los senderos de meditación de RAINER MARÍA RIELKE, hacia la cumbre en que convergen sus rutas astrales, en la presencia, vigencia e inmortalidad de García Lorca.

Los hombres de esta generación han vivido en una época sacudida por dos guerras mundiales y la revolución bolchevique, y han sufrido, en carne y espíritu, los horrores de la contienda chaqueña. Como sus antecesores se han estremecido con las angustias de las conspiraciones y de la guerra civil; como ellos, han sido perseguidos, encarcelados y vejados y han padecido, estoicamente, las penurias del destierro.

De las guerras y revoluciones lejanas que conmueven en escala mundial las viejas estructuras políticas y sociales, nos alcanzan sus influencias en una nueva manera de ver, de sentir la tragedia del hombre      moderno, extraviado en la ruta de su destino. Nuevas concepciones en el arte, un nuevo lenguaje literario, una mayor libertad de expresión estética y, simultánea y contradictoriamente, la formulación de teorías y doctrinas que fundamentan la existencia de regímenes totalitarios que propician el retorno siniestro a la esclavitud política, al tiempo mismo que la ciencia en un triunfal empuje prometeano, reduce a décadas siglos de progreso en su divina y humana misión de emancipar al hombre de sus originales limitaciones. De la guerra propia y hasta de sus lamentables mal llamadas revoluciones han extraído una fundamental experiencia. En campamentos y en cárceles se han puesto en contacto con la dilacerante realidad nacional, han comprendido el carácter de su pueblo y, al penetrar en la intimidad de sus problemas, han reflejado con amor su dolor y su esperanza. Así, en Hérib Campos Cervera; así, en Julio Correa; así, en los novelistas de la guerra del Chaco. No señalamos, ni mucho menos, un hecho de uniformidad generacional; la generación procede por etapas. Los de la promoción de "CRÓNICA", aparecen, quizás en el periodo más libre y tranquilo de nuestra historia contemporánea y, están más cerca del concepto de la belleza pura que del drama inmediato que agobia a la masa humana que los circunda, aunque románticamente glorificaran su pasado y dejaran pocos pero bellos relatos inspirados en motivos del ambiente popular. En ellos, el impacto renovador de la primera guerra mundial les llega atenuado y apenas alcanzan a percibir los ecos del grupo "CLARIDAD". Los de "JUVENTUD" y los que vendrán después, han sido tocados de pleno por los efectos de la catástrofe y el fermento latente que la revolución rusa reactiva, genera un movimiento reivindicador, confinado, en un principio, a núcleos incipientes que se manifiestan en la oratoria de combate, en el periódico y el panfleto y que derivará, años después, ya desaparecida la revista, en un teatro y una narrativa de tipo social, acrecida por los estímulos de la guerra chaqueña.

Tales son, a nuestro entender los rasgos que caracterizan a ambas generaciones. Y a punto de señalar similitudes, valdría la pena apuntar que una y otra tuvieron su origen en la caldeada palestra del periodismo.

La generación precursora vivió, hasta cierto punto, del pasado porque el pasado se sobrevivía física y espiritualmente en, ella. Su sucesora, al identificarse con la realidad presente, se asoma al futuro.

 

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En "CRÓNICA" apunta el impulso creador de una literatura de imaginación. Por virtud de este impulso nace el teatro nacional y una narrativa propia.

Un teatro sin la tradición con que de antiguo contaron los países ribereños del Plata que, ya en vísperas del grito de mayo, se anuncia con el tema americano del "SIRIPO" de LABARDÉN, y que a fines de siglo define una tendencia en el "JUAN MOREIRA" de GUTIÉRREZ, antecedentes de la dramática de FLORENCIO SÁNCHEZ y de RODOLFO GONZÁLEZ PACHECO. Una narrativa propia en temario y problemática sin los precedentes que se extienden desde "AMALIA" de MÁRMOL hasta "DON SEGUNDO SOMBRA", de GÜIRALDES. Tuvo sí, el primero, intentos concretados en piezas breves que han permanecido inéditas o si fueron representadas no tuvieron más trascendencia que la efímera referencia periodística, tales como el juguete cómico "LA CÁMARA OBSCURA" de GUANES; el "Monólogo De La Calavera" de MORENO y "LA GASPARINA" de O´LEARY, letra de un paso de comedia musical, virtual antecedente de la zarzuela paraguaya. Tuvo la otra, aparte de la novela ya mencionada de RODRÍGUEZ ALCALÁ, el precedente de ERCILIA LÓPEZ DE BLOMBERG, autora de cuentos y novelas cortas, publicados en rotativos y revistas del Plata. Pero si no hubo en el pasado una narrativa escrita, existió otra, oral, concebida en el cálido seno popular, de inspiración mítica, legendaria o heroica y, también picaresca, como las aventuras de PERURIMÁ, personaje de origen colonial español, las mismas de PEDRO URDANALES cuyo relato aún perdura en labios de los nativos de algunas provincias argentinas.

LEOPOLDO CENTURIÓN con el estreno de su drama histórico "EL HURACÁN" en 1915, inaugura el período de los precursores del teatro en el Paraguay. Un teatro que en razón a los medios de ex presión oral que dispone, se bifurca en las dos ramas que determinan las fuentes idiomáticas de la comunidad. La una en guara ni, nativista, popular, apta para expresar la anécdota, reflejar con autenticidad tipos y costumbres, revelar los sentimientos de la intimidad y exponer con la verdad de su propio acento el drama social; la otra, en castellano, tiende a lo universal y se vuelca en los moldes de la comedia de costumbres, del drama histórico o de tesis, del sainete, aunque en ciertas oportunidades incursionara era el campo del nativismo.

FRANCISCO MARTÍN BARRIOS, FÉLIX FERNÁNDEZ y ROQUE CENTURIÓN MIRANDA, preparan en lengua vernácula-, el advenimiento del gran teatro social de JULIO CORREA, un verdadero creador de profunda y permanente significación. El teatro en castellano tiene sus representantes en EUSEBIO AVEIRO LUGO, MIGUEL PECCI SAAVEDRA, LUÍS RUFFINELLI, PEDRO JUAN CABALLERO, FACUNDO RECALDE, JOSEFINA PLÁ, CENTURIÓN MIRANDA, LEOPOLDO RAMOS GIMÉNEZ, MANUEL ORTIZ GUERRERO, y JAIME BESTARD. Entre ellos se cuentan poetas, críticos, ensayistas, actores y artistas plásticos. CENTURIÓN, MIRANDA, además de actor eminente y maestro de actores, inviste la dignidad de padre de nuestra escena.

Desde "CRÓNICA", LEOPOLDO CENTURIÓN- y ROQUE CAPECE FARAONE, abren el capítulo inicial de la moderna narrativa paraguaya. Desaparecidos en, plena juventud, dejaron esparcidas en las páginas de esa revista y en hojas periodísticas, cuentos, novelas cortas, relatos y sátiras políticas, parte de una producción desgraciadamente inédita.

Nuestros novelistas y cuentistas, en general, concretan su temario en motivos que emanan de la vida nacional, pródiga en aconteceres y que ofrecen tipos y costumbres enmarcados en el escenario de una naturaleza que parece realzar con los matices de su opulencia tropical, el dolor del perpetuo drama colectivo y sólo por excepción, predomina la pauta del modelo literario sobre los estímulos de la realidad. Tal en las "TRADICIONES DEL HOGAR" y en la novela "LA CASA Y SU SOMBRA" de TERESA, LANZAS DE RODRÍGUEZ ALCALÁ; en "AURORA" de JUAN STEFANICH; en "TAVAÍ" de CONCEPCIÓN LEYES DE CHAVES; en “YASIH RENDILH" de ANTONIO E. GONZALEZ y en lo escrito por los novelistas del Chaco, ARNALDO VALDOVINOS y JOSÉ S. VILLAREJO; tal, en "CUENTOS Y PARÁBOLAS'', admirable en fondo y forma, de J. NATALICIO GONZÁLEZ y, en los cuentos y relatos de VÍCTOR MORÍNIGO, EUDORO ACOSLA FLORES, JUAN F. BAZAN y CARLOS ZUBIZARRETA.

A partir de 1926 comienza un período de florecimiento de nuestra música. REMBERTO GIMÉNEZ, JOSÉ ASUNCIÓN FLORES y HERMINIO GIMÉNEZ, siguiendo las huellas de AGUSTÍN BARRIOS, van a proseguir la misión del gran maestro en el empeño de jerarquizar la para conferirle aliento de difusión universal. El Profesor REMBERTO GIMÉNEZ, al margen de su relevante labor docente; de sus trabajos de composición y de sus actuaciones de concertista, funda y dirige la Orquesta Sinfónica a cuyas muertes y resurrecciones asiste sin desaliento.

Boettner afirma que la polca es de origen foráneo y que en proceso gradual fue adaptándose a la sensibilidad popular por "modulación regional", hasta transformarse en su genuina expresión musical y, agrega, que la galopa, el saraki, el kyrey y la "DANZA PARAGUAYA" de BARRIOS, son sólo variaciones polirítmicas de "nuestra danza nacional". Sin entrar a considerar la tesis que a primera vista parece discutible, por lo menos en parte, lo cierto es que estos aires fueron y son cultivados con- amor y en ellos se diría que el pueblo libera su angustia secular.

JOSÉ ASUNCIÓN FLORES crea la guarania, nombre genérico con que la bautiza Ortiz Guerrero, forma melódica de ritmo lento que trasunta melancolía, la vieja melancolía de la raza. Si en la polca, instrumento de evasión, se libera la angustia colectiva; en la guarania ese mismo dolor, alquitarado, encuentra su fórmula original expresiva, su acento más profundo y verdadero. Hoy, elevada al plano sinfónico, ha merecido la consideración de la crítica extranjera y su influencia en los jóvenes compositores ha sido enorme.

Se cultiva la música clásica, romántica e impresionista, que cuenta con calificados intérpretes, sin que penetren aun, profundamente, las manifestaciones de las modernas y revolucionarias es cuelas musicales. Entre los intérpretes deben mencionarse en primer término al PROFESOR GIMÉNEZ en, violín y a SUSANA ELIZECHE DE CODAS y ANA BRUN DE GUGGIARI en piano. Un músico de categoría, el checo OTAKA PLATIL, compone una ópera "PORASY" con argumento mítico de JOSEFINA PLÁ, KURT LEVINSON, está vinculado a este proceso de creación y difusión como director, intérprete y adaptador.

 

En MUSICOLOGÍA, se destaca JUAN MAX BOETTNER.

 

Entre tanto, la música folklórica y nativa, casi siempre hija de músicos iletrados favorecidos por el don de la inspiración, y que, desde el rancho campesino o en el proletario patio del suburbio, arrancan de la guitarra compañera los sones de tina nueva canción, va acrecentando su armonioso caudal. El folklore, raíz nutricia de cultura original acumula los materiales para la gran música para-guaya del futuro.

Un hecho debe ser celebrado: el llamado a la vocación poética en la mujer. A los nombres de los poetas de la generación: GUILLERMO MOLINAS ROLÓN, PABLO MAX YNSFRÁN, FORTUNATO TORANZOS BARDEL, NÉSTOR E. RIVERO, POLICARPO ARTAZA, MANUEL ORTIZ GUERRERO, FACUNDO RECALDE, FRANCISCO ORTIZ MÉNDEZ, JULIO CORREA, HÉRIB CAMPOS CERVERA, JOSÉ CONCEPCIÓN ORTIZ, VICENTE LAMAS, JORGE BÁEZ, HERIBERTO FERNÁNDEZ, RAÚL BATTILANA DE GÁSPERI, CARLOS A. JARA, PEDRO HERRERO CÉSPEDES, J. NATALICIO GONZÁLEZ, HIPÓLITO SÁNCHEZ QUELL, MANUEL VERÓN DE ASTRADA, EMILIO PRATT GILL, JULIÁN VILLAMAYOR, LUÍS NICORA, LUIS RESQUÍN HUERTA. . . se suman los ya ilustres de SERVILIANA GUANES DE BRUGADA, IDA TALAVERA DE FRACCHIA, DORA GÓMEZ BUENO DE ACUÑA y JOSEFINA PLÁ, española y muy paraguaya en obra y espíritu, eximia en las múltiples capacidades de su privilegiado talento, sea en su larga labor crítica orientadora de los jóvenes poetas o como cultora de la poesía, del cuento, del teatro y del arte de la cerámica, herencia espiritual de su esposo, Julián de la herrería.

La mujer ya ocupa el lugar que le corresponde al lado del hombre, con dignidad igualitaria. Y no sólo en las letras sino en la práctica de las artes y en el quehacer universitario en cuyos ámbitos es decoro y ornato en, presencia y espíritu.

Entre los muchos poetas de la lengua guaraní que surgen, no puede omitirse una referencia especial, por sobresalientes, a favor de EMILIANO y FÉLIX FERNÁNDEZ, MANUEL ORTIZ GUERRERO, CARLOS A. JARA y DARÍO GÓMEZ SERRATO. Actuantes, unos, en la guerra del Chaco, transitando los otros por los senderos del odio de las reno lociones, han sembrado por campamentos y trincheras la alada semilla verso del amor siempre presente, canción del terruño más hermoso y arpado cuando más lejano. Y la semilla se ha hecho flor y canto en el alma del pueblo en armas que se manifiesta poéticamente ante la muerte por la comunicativa virtud de estos mensajeros de la buena, de la bella, palabra. Y en la guerra crece el cancionero popular con nuevos cantos que en el deslumbramiento de la paz se expanden por campos y aldeas.

Los pintores de la anterior generación inauguran en 1907 el ciclo inicial de una pintura propia, contribuyendo por muchos araos, con la práctica de la enseñanza y la periódica exposición, de sus cuadros, a despertar vocaciones y a suscitar el interés del público educándolo en la contemplación de la obra de arte. De que su obra tuvo valor artístico son buena prueba algunos cuadros de composición de la primera época de ALBORNO, los admirables paisajes de SAMUDIO, y los retratos de DELGADO RODAS, ejecutados con singular maestría. Y debió coincidir esta apreciación, con, la de los expertos del extranjero, ya que ALBORNO fue premiado en la exposición internacional del centenario de la independencia argentina y, Samudio, posteriormente, obtuvo un galardón semejante en Río de Janeiro. Se los ha criticado el haberse mantenido sujetos a técnicas y escuelas superadas, permaneciendo ajenos a las nuevas tendencias. En verdad, no las adoptaron porque no las sintieron. Lo cierto es que fueron sinceros y la sinceridad es virtud cardinal. Admitiendo que la censura tuviera fundamento, el hecho tendría que ser apreciado con la comprensión y la tolerancia que merece toda obra precursora que se desarrolla, sin aliciente ni estímulo, en un medio incipiente e ingrato. Si aun se quiere agregar un argumento más a guisa de explicación, podría ser valedera una observación no despreciable. Se ha dicho que viajar es rejuvenecer, en todo caso, renovarse. Nuestros artistas ni viajaron ni realizaron frecuentes exposiciones en el exterior y, por lo tanto, no tuvieron ocasión de tomar contacto con las manifestaciones del arte moderno. Y ya fuera por falta de determinación o porque agobiados por los "pequeños" y también grandes "cuidados" del diario vivir, permanecieron en la patria prisioneros de las circunstancias.

Talentos representativos los de MIGUEL ACEVEDO, JUAN SORAZÁBAL y ANDRÉS GUEVARA, que en el dibujo, la ilustración y la caricatura, captan la realidad fugaz en lo que tiene de permanente, con fino y penetrante humorismo. Acevedo, prematuramente desaparecido, fue un hombre de "CRÓNICA", y lo que en ella dejó impreso y en trabajos de alto valor que han permanecido ocultos o figuran en galerías particulares, quedan las huellas de excepcionales aptitudes. SORAZÁBAL, ilustrador y caricaturista de "JUVENTUD", sutil ingenio, rasgo maestro, fallecido en el ostracismo cuando los afanes de creación se traducían en su admirable colección de tipos y escenas populares, plenos de autenticidad, que le sobreviven. GUEVARA, consagrado en los grandes centros artísticos de América colabora con intencionado, chispeante humorismo, en diarios y revistas y sus originales ilustraciones de libros y afiches, están diseminados por todo el Continente.

Al supuesto mal de anacronismo que, a juicio de ciertos críticos, aqueja a nuestros pintores, se sobrepone por su importancia una anomalía -¿se podría decir por omisión?- que reduce, hasta entonces, el ámbito de nuestras artes plásticas a la pintura y la escultura.

JULIÁN DE LA HERRERÍA, un creador de belleza, va a subsanar esta anomalía con el espíritu de renovación que reclama la crítica. Pintor, grabador y ceramista, todo logrado por una individualidad extraordinariamente dotada. Concepciones originales, intuición iluminadora; sabia técnica que descubre y perfecciona medios de expresión. Sus cerámicas inspiradas en motivos precolombinos, en leyendas míticas guaraníes y en temas nativistas y folklóricos, ejerce una influencia fecundé que rebasará los límites de su tiempo en proyección a la creación de una futura cerámica paraguaya.

En orden de regreso al país le sigue ROBERTO HOLDEN JARA, fundamentalmente un artista del retrato, torturado por un acuciante ideal de perfección. Sus figuras dan la impresión del relieve que resalta de la tela. El dibujo preciso, el color exacto trasuntan con fidelidad la vida del modelo, mas, a pesar del nítido realismo conque están plasmadas, aparecen en una atmósfera de poesía que emana, en unas, de la belleza del paisaje que las enmarca; en otras por el encanto de la íntima expresión que las anima. Temperamental, apasionado, es, en términos de especialización un pintor indigenista o mejor, si cabe la denominación, pintor nacionalista. En, él, la pintura es permanencia de lo autóctono, evocación, resurrección del pasado, documento pictórico. Su colección de tipos propios de las tribus aborígenes que aun sobreviven en el Chaco, asombra por su número y calidad. Y como descanso y tregua de su abrumadora labor, ha sido el propiciador de la fundación de la Academia de Bellas Artes cuya dirección ejerce.

JAIME BESTARD, el último que regresa, dignidad ejemplar de hombre y artista, pintor, autor de una notable novela autobiográfica de sus días de París, será por años maestro de la nueva promoción pictórica. A los cuadros de juventud en que la luz transparenta el paisaje, seguirán el proceso de madurez y ya ganado por las técnicas modernas, aquellos que trasuntan lo típico de nuestras costumbres, para arribar en ápice de culminación, a la composición de asuntos históricos en telas expuestas en reciente muestra y que han merecido de un distinguido crítico la justa valoración de "arte auténtico".

En el Paraguay se vive la pasión de la historia. Esta pasión deviene en vocación colectiva en los precursores y la despertará en los escritores de la reciente generación. El hecho podría tener una explicación por ser hijos de una joven comunidad cuyos fastos honrarían a otras menos jóvenes y más afortunadas. Historiadores, historiógrafos y biógrafos. Nómina selecta: EFRAÍM CARDOZO, JUSTO PASTOR BENÍTEZ, JULIO CÉSAR CHAVES, PABLO MAX YNSFRÁN, ANTONIO RAMOS, HIPÓLITO SÁNCHEZ QUELL, CARLOS R. CENTURIÓN, CARLOS ZUBIZARRETA... a los que deben añadirse los historiadores y cronistas de la guerra del Chaco: Mariscal JOSÉ FÉLIX ESTIGARRIBIA, los generales NICOLÁS DELGADO y CARLOS FERNÁNDEZ y los comandantes BASILIANO CABALLERO IRALA, HERIBERTO FLORENTÍN y ANTONIO E. GONZÁLEZ.

Consecuentemente con la aparición de grandes poetas guaraníes y con el florecimiento del cancionero popular revitalizado por la guerra, el amor a la lengua vernácula origina un serio movimiento que persigue la auspiciosa finalidad de conocerla en la integridad de sus valores, estudiando su estructura gramatical, uniformando su grafía, difundiendo su literatura y propiciando, en fin, su total reivindicación.

Estudiar con amor una lengua es penetrar respetuosamente en el alma de la comunidad que con ella se manifiesta, y en posesión de esta llave maestra, auscultar en su propio acento su sentir y su pensar, llegar a la raíz de sus problemas en la emoción de sus esperanzas, compartir bajo los auspicios del retorno al seno cordial del pueblo, la serena austeridad de sus costumbres, exhumar sus leyendas y redescubrir tradiciones olvidadas. Tradiciones, costumbres y leyendas que configuran un folklore rico en intimidad nacional, que aglutina vestigios de la vida tribal primitiva, formas predominantes de transculturación española y los elementos de creación acumulados en siglo y medio de vida independiente, y que, en conjunto, configuran la fisonomía de un pueblo.

Atraídos por la dinámica de la empresa reivindicadora, trabajan de consuno lingüistas, filólogos gramáticos, folkloristas; antropólogos, etnólogos y etnógrafos. Labor que ilustran la Dra. BRANKA SUSNIC, REINALDO DECOUD LARROSA, MARCOS MORÍNIGO, GUILLERMO TELL BERTONI, JUAN FRANCISCO RECALDE, ANSELMO JÓVER PERALTA, GUSTAVO GONZÁLEZ, TOMÁS OSUNA, LEÓN CADOGAN, SINFORIANO BUZÓ GÓMEZ, ANTONIO ORTIZ MAYANS, DIONISIO GONZÁLEZ TORRES, PABLO ALBORNO, MARCIAL SAMANIEGO, FELICIANO MORALES... Prestigia estos estudios con autoridad rectora el sabio de fama mundial Dr. MAX SCHMIDT. PABLO DE CARBALHO NETO, antropólogo y folklorista brasileño y el argentino FELIX COLUCCIO, efectuaron trabajos de investigación y prestaron su orientadora colaboración en la enseñanza.

Existe en el país una cultura jurídica representada con brillo en el pasado por CECILIO BÁEZ, GERÓNIMO ZUBIZARRETA, TEODOSIO y EMETERIO GONZÁLEZ y JUAN J. SOLER, que tienen por sucesores a LUÍS DE GÁSPERI, LUIS A. ARGAÑA y VÍCTOR RIQUELME entre otros. Nos parece de oportunidad recordar que MANUEL GONDRA es el autor de la Convención que lleva su nombre, aprobada por aclamadora unanimidad en la y Conferencia Panamericana reunida en Santiago de Chile en 1923, que fija arbitrios para evitar y resolver conflictos suscitados entre las hermanas repúblicas del Continente.

En SOCIOLOGÍA, JUSTO PRIETO y JUSTO PASTOR BENÍTEZ, recogen la herencia de CECILIO BÁEZ e IGNACIO A. PANE.

Existe, también, una cultura médica, simbolizada en la segunda época de la Facultad de Medicina por la figura apostólica del Dr. ALBERTO SCHENONI, que consagra su vida a la enseñanza: ciencia y ética. Con la contratación de profesores europeos, aquella casa de estudios se orienta hacia la consolidación de una cultura médica que honra y difunden los profesores CARLOS GATTI, MANUEL RIVEROS, MANUEL GIAGNI, JUAN BOGGINO, PEDRO DE FELICE, MARCIAL BORDAS, RAMÓN JIMÉNEZ GAONA y MARIO DE FINIS que, con el Profesor GUSTAVO GONZÁLEZ egresado de la Universidad de Buenos Aires, de vigencia tutelar en otros sectores de la cultura, conforman en conjunto un cuadro magistral. En Química son valores representativos PEDRO BRUNO GUGGIARI y GUSTAVO CROVATO.

En el torbellino de pasiones que se genera en la cardinal pasión política, acrecentada por la aparición de nuevas doctrinas sociales que enardece a una parte de la juventud, se enciende el verbo de los oradores. La oratoria parlamentaria que se enalteciera con la elocuencia de MANUEL DOMÍNGUEZ, ALEJANDRO AUDIBERT, GERÓNIMO ZUBIZARRETA, IGNACIO A. PANE, JOSÉ PATRICIO Y MODESTO GUGGIARI, resuena ahora, inspirada, en la palabra bella y temeraria de un tribuno de estirpe, LISANDRO DÍAZ LEÓN: en el concepto claro, terminante, incisivo que fulgura en chispazos de ingenio en JUSTO P. BENITEZ; en la precisa y elegante exposición de LUÍS DE GASPERI. En el foro señorea LUIS RUFFINELLI, buen decidor en hábil dialéctica que domina el debate; Juan Stefanich, amplios períodos, frase cálida; pensamiento rotundo. En las manifestaciones populares, era frecuente asistir a los torneos de oratoria, memorables por ciertos entablados entre RAÚL HEISECKE FERREIRA y OBDULIO BARTHE, militantes en tendencias ideológicas antagónicas. CAYETANO RAIMUNDI, albañil de oficio, orador nato que hacía olvidar sus evidentes faltas de concordancia gramatical con una rara facilidad de palabra que volcada en candentes arengas electrizaba a la multitud. MANUEL ORTIZ GUERRERO, muy pronto substraído a la vida de relación por la condena de un mal incurable, dejó de su paso por la tribuna popular y por el sitial del conferenciante, una estela de emoción en vuelo de imágenes poéticas.

En el ensayo y la crítica literaria que tuviera por cultores a MANUEL GONDRA, ARSENIO LÓPEZ DECOUD y el peruano CARLOS REY DE CASTRO, les suceden JOSEFINA PLÁ, J. NATALICIO GONZÁLEZ, VÍCTOR MORÍNIGO, FACUNDO RECALDE, ANSELMO JOVER PERALTA, entre otros. El periodismo fue cuna de promociones literarias. En las páginas de los periódicos, poetas y escritores, aun aquellos que no lo ejercieron como profesión, se vincularon a él, publicando el primer verso, el primer artículo, el primer cuento, la primera glosa de juventud. Entre los muchos que en el pasado le consagraron sus afanes, recordamos al muy ilustre EUGENIO GARAY, MARCIANO CASTELVÍ, BELISARIO RIVAROLA, DANIEL CODAS, OROSIMBO IBARRA, MARIO USHER; el argentino JOSÉ RODRÍGUEZ ALCALÁ, los españoles PEDRO SAYÉ y PABLO DE MAEZTU. En su anónima labor diaria, trabajan en una misma mesa de redacción viejos y jóvenes periodistas; entre estos últimos LEOPOLDO CENTURIÓN, PABLO MAX YNSFRÁN, JUSTO PASTOR BENITEZ, POLICARPO ARTAZA, FACUNDO RECALDE, J. NATALICIO GONZÁLEZ, VÍCTOR MORÍNIGO, RAFAEL ODDONE, VICENTE LAMAS, JOSÉ CONCEPCIÓN ORTIZ, RAFAEL ALMEIDA, MANUEL CAMPAYA, CARLOS R. ANDRADA, CARLOS R. CENTURIÓN, LEOPOLDO RAMOS JIMÉNEZ, ANSELMO JÓVER PERALTA..., llamados a ilustrar el nomenclátor literario de la generación.

 

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Hemos denominado a ésta que nos ocupa generación creadora. No se piense que tal epígrafe denuncie una intención de menoscabo o un disimularlo propósito de valoración en desmedro de las dos generaciones que con ella convivieron, en una época sujeta a las influencias de grandes acontecimientos mundiales y a las que se derivan de la agitada vida nacional. Sólo hemos querido señalar aquellas características de positiva significación que la singularizaron. Creadora sí, porque de ella surgieron los pre-cursores de una narrativa y de un teatro propio, que descubrieron una expresión original en, la música y en las artes plásticas, fomentaron movimientos de dignificación de la lengua nativa, dieron jerarquía artística al folklore y otorgaron a nuestra poesía ciudadanía continental. Es la generación de LEOPOLDO CENTURIÓN, JOSÉ ASUNCIÓN FLORES, JULIO CORREA, MANUEL ORTIZ GUERRERO, JULIÁN DE LA HERRERÍA, HÉRIB CAMPOS CERVERA. ..

Asunción, la "gran aldea" en que actuaron los precursores de nuestras letras y que alcanzó a conocer la promoción de "CRÓNICA", es, ahora, una ciudad moderna en constante crecimiento. En su transformación, se han, demolido edificios de valor histórico y hasta los pocos de neta arquitectura colonial que aun subsistían y que, aparte de despertar la evocación de personajes y sucesos del pasado, preservaban, dentro del dominante estilo moderno, vestigios de la Asunción de antaño y le conferían esa atmósfera de respetabilidad que emana de las épocas que se sobreviven en sus monumentos y reliquias.

Esta desaprensiva irreverencia se cumple, también, inexorablemente, en los templos de las misiones jesuíticas que se desploman por el abrazo letal de los árboles que a su vera crecieron, y que mientras las gráciles ramas enlazan las torres, potentes raíces conmueven los cimientos. Toda una valiosa iconografía ha sido saqueada por la avidez de coleccionistas inteligentes que tuvieron acceso al arca sagrada merced a la cómplice venalidad de guardianes infidentes, sobornados por una póstuma emisión de los denarios de Judas ¡Y qué decir de los documentos históricos substraídos de nuestros archivos! La verdad es que parte de nuestro patrimonio cultural ha sido mutilado, desconsiderada y sistemáticamente, sin que hubiera ley ni autoridad capaz de salvaguardarlo.

En la niebla de las cosas queridas que se van, se es fuma la visión finisecular de la ciudad aun entristecida por la derrota. La ciudad de las expediciones, de los comuneros, de la emancipación, con sus monumentales edificios inconclusos, en cuyos flancos parece que el tiempo se hubiera paralizado para señalar un alto en su destino. La ciudad del árbol y del pájaro, de las suaves colinas y del río manso y caudaloso. Arquitectura colonial, ejido exiguo, pocas calles mal empedradas en el centro, entre muchas que se pierden en los suburbios encajonadas en cauces de roja tosca que los raudales desmoronan en el declive de los zanjones. Noches silenciosas, iluminadas apenas por fanales humeantes, propicias a la conspiración permanente y a las asonadas frecuentes. La ciudad en que los hombres se unen con, heroica determinación en el amor a la tierra madre, para dividirse, luego, por la disociante pasión política en bandos antagónicos que un fetichismo de color divide. Se editan periódicos y se erigen tribunas en que la idea con frecuencia naufraga en el apóstrofe y la doctrina se inflama en el fuego del anatema. La que conserva el recuerdo del internado del COLEGIO NACIONAL en cuyas aulas y corredores transcurrió la adolescencia melancólica pero esperanzada de la generación de Báez y Garay; la que tenía por centro de cultura la FACULTAD DE DERECHO y el INSTITUTO PARAGUAYO. En el "CENTRO ESPAÑOL", peñas y saraos. Mientras era las "peñas", concurso ilustre - BLAS GARAY, RAFAEL BARRET, ARSENIO LÓPEZ DECOUD, VIRIATO DÍAZ PÉREZ, MANUEL DOMÍNGUEZ, VICTORINO ABENTE, FULGENCIO R. MORENO, JOSÉ RODRÍGUEZ ALCALÁ. . .- transcurren en un despliegue de destreza verbal, sal de gracia española, intencionado ingenio criollo, en los salones próximos, gira elegante el vals, se despliegan las parejas en los lanceros y la galantería del caballero se inclina reverencial ante la hermosura de la dama. En tanto, en los barrios pobres de los suburbios -Loma Tarumá, Baradero o la Chacarita- en las fiestas profanas de las celebraciones patronales, el pueblo con su vieja sabiduría de la resignación, trueca sus penurias cotidianas por unas horas de solaz: polcas y galopas, danzas y canciones, alocadas corridas del toro candil. El tranvía que une el Puerto con el Belvedere y Tacumbú, parece marcar con el paso cansino de sus mulas el ritmo de una sociedad semicolonial sin apuros ni apremios. En la librería de Uribe se congregan escritores y artistas y en, el aula en penumbra de una escuelita nocturna, MANUEL DOMÍNGUEZ, EUSEBIO AYALA y FÉLIX PAIVA alfabetizan a niños y adultos pobres, tan pobres como ellos. La ciudad, en fin, vegeta en un doloroso paréntesis de su historia.

Pero la ciudad amada despierta a la realidad del mundo moderno. Se transforma y extiende preanunciando la urbe que será en un futuro próximo. Pronto vencerá la condena de la mediterraneidad y si hasta entonces se ha comunicado sólo con los países hermanos del Plata; por la única vía del río, "camino que anda" en un solo derrotero, no tardará en hacerlo con, los más lejanos por las azules rutas del aire.

El Paraguay es historia y leyenda y la Asunción su archivo. En ella se guardan los testimonios de hechos históricos de la vid t colonial y se conserva la extensa bibliografía de sus cronistas, historiadores, naturalistas, teólogos, lingüistas, gramáticos y folkloristas. El ARCHIVO NACIONAL, rico caudal que documenta lo antiguo, permanece accesible a la inquisitiva curiosidad de los investigadores. En la plástica belleza de una admirable imaginería que guardan franciscanos y jesuitas se prolonga el esplendor del arte religioso de la Colonia.

La Asunción se transforma. Ya no es la ciudad postergada y olvidada, la ciudad de la "incógnita". A la par de un dinámico, despertar- de contenidas potencias creadoras, se fundan focos de irradiación de cultura. La universidad ha integrado el cuadro de sus Facultades y a este respecto es de justicia celebrar la seria contribución que presta la Facultad de Filosofía a la sólida preparación de la nueva generación. Existe una Academia Paraguaya de la Lengua Española, la Academia de la Cultura Guaraní, el Instituto Paraguayo de Cultura Hispánica, la Sociedad Científica del Paraguay, el Instituto de Investigaciones Históricas, el Instituto de Numismática y Antigüedades, el Instituto Paraguayo de Letras. Se han fundado Museos y Bibliotecas: el Museo Etnográfico, el Histórico, el de Ciencias Naturales, el legado por Monseñor Bogarín al Seminario. El Museo y Biblioteca Americana Godoi, ha sido oficializado. La enseñanza superior de la Música se imparte en la sección respectiva del Ateneo Paraguayo y de la Escuela Normal de Música y se cuenta con una Orquesta Sinfónica clásica y otra folklórica. En los últimos años se han creado la Escuela de Declamación y Arte Escénico, la Escuela Nacional de Canto y la Academia de Bellas Artes, la Escuela de Cerámica. Hay escuelas particulares de danza y últimamente se ha presentado un ballet folklórico paraguayo. El teatro en sus dos ramas, la guaraní y la castellana, cuenta con compañías y elencos, los más estables, el organizado por Centurión, Miranda con elementos de la Academia de Arte Escénica, el que encabeza ERNESTO BÁEZ y el del Ateneo, dirigido por FERNANDO OCA DEL VALLE.

 

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En este escenario, la tercera generación a partir de la de los precursores de nuestras letras, aparece a fines de la tercera década del siglo y es su anunciador más vigente y visible AUGUSTO ROA BASTOS.

Si tratamos de relacionar el carácter de las tres generaciones podrían observarse, a nuestro juicio, diferencias y semejanzas dignas de mención.

En la primera, la condición del escritor y el artista, implica casi la actitud heroica, la voluntaria aceptación de un sacrificado ministerio. Vive y produce contenida por las limitaciones que le oponen época y ambiente. En la segunda, se advierte, desde un comienzo, una inquietud de búsqueda y hallazgo -encuentro y descubrimiento, después- que la dota de una conciencia de misión encaminada a lograr la integración de los valores de una cultura propia, venciendo aquellas limitaciones. Si la una, heredera directa de un pasado fabuloso, permanece, en cierto modo, estática, prisionera de ese pasado en el claustro de la mediterraneidad; la otra, más dinámica vive su presente en un inquieto descubrirse a sí misma para dar con la expresión que la identifique. En una y otra, predomina el autodidacto, el hombre de la vocación ineludible.

La nueva generación ha contado con la ventaja que supone la existencia de Centros de formación propios y, la no menos apreciable del conocimiento de países de vieja y sedimentada cultura, sea por medio del libro o la revista que llegan sin, tardanza o, por el más directo de los viajes. Se estudia y se viaja, se conocen individualidades y pueblos, se asimilan las nuevas tendencias y direcciones de la cultura contemporánea, se capta por visión directa la actualidad del mundo. El hecho por su importancia formativa influye en una generación ilustrada que no lo es a la manera de la precursora. Su ilustración se diría que palpita al ritmo de la época; vincula la cultura clásica y moderna con la información permanentemente actualizado de los sucesos mundiales.

Si la anterior pudo calificarse de creadora, ésta lo es, por su amplitud universalista, por la relevancia de sus novelistas, por la solvencia de su crítica, por el aliento renovador de su plástica y por la elevada y a la vez honda expresión de sus poetas. Y lo es, además, por su organizada labor de difusión de nuestros valores. Expande más allá de fronteras, las manifestaciones de nuestra música, del folklore, de las artes plásticas, consolida nuestra escena teatral e incursiona en el cine.

Se ha hablado de una generación del vuelo encadenado. No estamos de acuerdo con tan absurda calificación. El espíritu in-mortal no se encadena; encuentra la atmósfera del vuelo en sus propios ámbitos. Si se trata de abatirlo, se remonta a las estrellas. Es cierto que ha vivido en permanente estado de dictadura, el pensamiento acallado, la voz ahogada por la mordaza. Como las anteriores, ha sufrido en cuerpo y alma las torturas del grande, inacabable drama paraguayo. En un tiempo en que el espectáculo subalterno se confunde deliberada y demagógicamente con el arte, el talento emigra o se concentra en la penumbra del aislamiento y en la claridad del silencio y cede paso a los audaces, oportunistas o adulones, que flotan en, la espuma de una triste mediocridad, para hundirse, muy pronto, en el estéril vacío de su propia insignificancia. Entonces, si no puede vivir en su patria o si lo expulsan de ella, su libre palabra resuena en el peregrinaje por tierras hermanas, en que el pan diario se sazona con la sal de la nostalgia.

Como sus antecesoras, tiene esta generación su revista "ALCOR", nombre y símbolo que sugieren un mirador que en lo alto del collado, entre voces de primavera, atrae a la juventud en el amanecer de la vocación.

Las indispensables influencias que acompañan y orientan el despertar de la vocación poética, en el caso, GARCÍA LORCA, JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, PABLO NERUDA y HÉRIB CAMPOS CERVERA, entre las más notorias, se atenúan en las individualidades sobresalientes de esta promoción de jóvenes poetas, para dar lugar a la personal expresión y, por consiguiente, habilitándola para trasmitir el mensaje que encierre el eco de una época en la vibración espiritual de un pueblo. Y así será en esta generación que cuenta entre sus cedas a AUGUSTO ROA BASTOS, HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ, ELVIO ROMERO, CARLOS VILLAGRA MARSAL, RUBÉN BAREIRO, NÉSTOR ROMERO VALDOVINOS, RODRIGO DÍAZ PÉREZ, JOSÉ ANTONIO BILBAO, JOSÉ LUIS APPLEYARD, JOSÉ RICARDO MAZÓ.. . y a las poetisas ya consagradas en claro destino de misión poética: MARÍA LUISA ARTECONA, GRACIELA ESTIGARRIBIA DE FERNÁNDEZ; ELSA WIESELL DE ESPÍNOLA, AZUCENA ZELAYA, CARMEN SOLER...

Hemos hablado de relevancia al referirnos a los jóvenes novelistas. AUGUSTO ROA BASTOS con "HIJO DE HOMBRE"; JOSÉ MARÍA RIVAROLA MATTO con "FOLLAJE EN LOS OJOS" y BENIGNO CASACCIA BIBOLINI con "LA BABOSA", cada uno en su estilo inauguran una época auspiciosa de la novelística paraguaya. En "HIJO DE HOMBRE", novela de repercusión continental, nos parece advertir la presencia de un hito maestro en la perspectiva histórica de nuestra literatura.

En el cuento ROA BASTOS, NÉSTOR ROMERO VALDOVINOS, MARIO HALLE, MORA, CARLOS GARCETE y REINALDO MARTÍNEZ...

En el ensayo y la crítica o en ambas a la vez, descuellan MARIANO MORÍNIGO, HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ, RAMIRO DOMÍNGUEZ, JUAN SILVANO DÍAZ PÉREZ, ARÍSTIDES y JUSTO P. BENÍTEZ (h), PELAYO GARCÍA, JOSÉ ANTONIO VÁSQUEZ, JUAN CARLOS MENDONÇA, RUBÉN BAREIRO, JERÓNIMO IRALA BURGOS, JUAN F. BAZÁN (h), REINALDO MONTEFILPO CARVALLO, JORGE BÁEZ (h), MANUEL ADRIANO IRALA BURGOS, JUAN. STEFANICH (h), JORGE POSSE GARAY y un argentino talentoso y grato, RAÚL AMARAL. Con visión generacional inician un período que ha de caracterizarse por un Ensayo conceptual, por lo general, veraz en la valoración, de autores y de obras, ágil y enjundioso en el comentario crítico, perspicaz y penetrante en la interpretación de hechos y, por una crítica substantiva analítica y orientadora.

En MÚSICA, JUAN CARLOS MORENO GONZÁLEZ, director del conservatorio del "ATENEO PARAGUAYO", ha compuesto al modo clásico y cultor, a la vez, de la música popular, ha creado la zarzuela paraguaya con la colaboración literaria de MANUEL FRUTOS PANE. CAYO SILA GODOY, concertista de fama continental y compositor, ha sido considerado por su virtuosismo en la guitarra y por el carácter de sus obras, el heredero espiritual de AGUSTÍN BARRIOS. CARLOS LARA BAREIRO, director de aptitudes sobresalientes, ha dirigido la ORQUESTA SINFÓNICA DE LA ASUNCIÓN y otras similares de San Pablo y Buenos Aires. Sus composiciones de género sinfónico están inspiradas en motivos populares.

En las ARTES PLÁSTICAS, escuelas, movimientos y tendencias, se manifiestan en la inquietud creadora de nuestros jóvenes artistas, incluyendo en su obra la gama expresiva de la plástica contemporánea, desde lo figurativo hasta las creaciones de la abstracción artística. Porque es un hecho notorio el arraigo del arte moderno en nuestro medio, arraigo que trae consigo un espíritu renovador, revolucionario y combativo. La presencia activa de la mujer, contribuye a enriquecer nuestro caudal pictórico. La virtud creadora de la sensibilidad femenina le confiere un nuevo encanto y una fuerza nueva.

Pertenecen a esta promoción: EDITH GIMÉNEZ, OLGA BLINDER DE SCHWARTZMAN, OFELIA ECHAGÜE VERA DE KUNOS, HERMINIO GAMARRA FRUTOS, IGNACIO SOLER, FIORELLO BOTTI, PEDRO DI LASCIO, PABLO ALBORNO, CARLOS COLOMBINO, JOEL FILÁRTIGA...

En ESCULTURA, HERMAN GUGGIARI; en CERÁMICA, JOSÉ LATERZA PARODI.

La crítica de arte cuenta con un, joven valor que será eminente, RAMIRO DOMÍNGUEZ, rara ecuanimidad, equilibrio, penetración analítica.

RAFAEL ELADIO VELÁSQUEZ, es el historiador surgido de la generación.

Sobre el TEATRO, acaso fuera de oportunidad transcribir lo manifestado en otra ocasión. Dijimos entonces: sin el realismo de CORREA, sin la pasión que engendra la rebeldía civil, sin la integración de valores que peculiarizan a su teatro, los jóvenes autores de la última promoción, evidencian una tendencia de significado trascendente que se manifiesta en un noble afán de dar validez de orden universal a la expresión de lo nacional, liberándola de las limitaciones a que la somete la lengua vernácula, solo habilitada para servir de comunicación dentro de la propia comunidad guaraní. Esta tendencia a universalizar lo nacional, bien podría convertirse en la característica de la generación, intelectual a que pertenecen. A lo dicho, podríamos agregar, ahora, que este patrón de temática nativista, sigue predominando, aunque de tanto en tanto, se estrenen comedias y sainetes sin relación con la realidad circundante.

Integran el cuadro de jóvenes autores: AUGUSTO ROA BASTOS, NÉSTOR ROMERO VALDOVINOS, EZEQUIEL GONZÁLEZ ALSINA, JOSÉ MARÍA RIVAROLA MATTO, ERNESTO BÁEZ, MANUEL FRUTOS PANE, MARIO HALLEY MORA, JULIO CÉSAR TROCHE con obra inédita premiada en ocasión de las olimpiadas estudiantiles.

La crítica teatral está avalada por un amplio conocimiento y por la probidad intelectual de MANUEL E. B. ARGÜELLO, JOSÉ JUSTO PRIETO y JULIO CÉSAR TROCHE.

Tiene esta generación el mérito grande de haber consolidado a la escena paraguaya sobre los cimientos penosamente construidos por los precursores. Una pléyade de actrices y actores actúan con brillo en el teatro y el cine, en la Asunción y en Buenos Aires.

La ORATORIA ha enmudecido en el Paraguay, como enmudeció la libre emisión de las ideas que tiene por vehículo el libro, el teatro, el diario, la revista independiente. Cuando a la deidad que simboliza a la libertad se le encadena el vuelo, los labios se pliegan en el silencio como pequeñas alas abatidas, las alas conque el alma prolonga su luz en la palabra ¡Qué triste es un pueblo sin oradores..., la libertad de un pueblo enmudecida! Queda entonces la elocuencia del púlpito, el vuelo de la oración que se eleva a Dios, el consuelo que desciende de la gracia de Dios. La oratoria sagrada que tuviera por insignes precursores al Padre FIDEL MAÍZ y a Monseñor JUAN SINFORIANO BOGARÍN, tiene por sucesores a Monseñor RAMÓN BOGARÍN y al Padre SECUNDINO NÚÑEZ.

 

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Breve e incompleta, por cierto ha sido este esquemático relato, y muchas cosas de interés pudieron ser agregadas. Nos consolamos. Centurión lo hace con más brillo y autoridad en el libro, a cuya lectura ha de remitirse el estudioso. Y otra consideración sobre lo mismo. Cuando dentro de unas décadas la generación haya cerrado su ciclo, vendrá el cronista y el crítico a registrar el nomenclador de su obra y a valorizarla en definitiva. Y entonces ¡qué pobres, qué doblemente pobres parecerán estas líneas!

 

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Se ha dicho con amarga acritud que el Paraguay es un país que exporta paraguayos. La verdad es otra. No, no es el país, hogar humilde de un pueblo triste que vive eternamente en la esperanza; son, por igual crimen compartido, los gobiernos democráticos de ayer y las dictaduras de siempre los que arrojan at ciudadano indefenso a las playas fronterizas, separándolo del tibio seno familiar para entregarlo a la dolorosa incertidumbre del destierro. Es lo absurdo dentro de lo inhumano. Medio millón de paraguayos montan sus carpas de peregrinos en países vecinos. Crimen de ayer y de hoy, desde los días de la dictadura perpetua al presente.

Medio millón de paraguayos restados del dinámico quehacer de una nación que, más que otra alguna, necesita el concurso firme y solidario de sus hijos para restañar las viejas y recientes heridas del odio, recuperarlo de su atraso abriendo el surco del milagro germinal y descubriendo con el músculo que desbroza y el vuelo del espíritu que avizora, las rutas del porvenir.

Pero el desterrado lleva la patria consigo, en su amor, en su espíritu, en su sangre, en su nostálgica esperanza. Más la ama cuanto más desventurada y, sea intelectual, empleado a obrero, es de tradición que en el extranjero la honre y la dignifique en obra y en conducta.

Un éxodo permanente nutre día a día una falange selecta de exilados con lo más representativo de las letras y del pensamiento.

Conocieron el ostracismo el Dr. EUSEBIO AYALA y el MARISCAL ESTIGARRIBIA, conductores victoriosos de la guerra del Chaco. En el ostracismo poetas y prosadores escribieron sus mejores páginas. Historiadores, sociólogos, ensayistas; novelistas y cuentistas; músicos y dibujantes. Allí, en la desolación, de su angustia interior, HÉRIB CAMPOS CERVERA cantó a la ruda vida del labriego; JOSÉ ASUNCIÓN FLORES, en la madurez, compuso su, obra perdurable y JUAN SORAZÁBAL murió en los días que trabajaba en su admirable colección, de tipos y costumbres nativas. Allí permanece AUGUSTO ROA BASTOS, voz y presencia de su pueblo en América.

Y todos, con la esperanza del retorno trabajan en el fin coincidente de dar forma, cada uno en lo suyo, al amor a la tierra. Larga y selecta es la nómina de los talentos desterrados de hoy y de ayer. JUSTO PASTOR BENÍTEZ, PABLO MAX YNSFRÁN, EFRAÍM CARDOZO, JUAN STEFANICH, JULIO CÉSAR CHAVES, POLICARPO ARTAZA, J. NATALICIO GONZÁLEZ, VÍCTOR MORÍNIGO, ARTURO BRAY, ANTONIO RAMOS, NÉSTOR y ARNALDO VALDOVINOS, ANTONIO ORTIZ MAYANS, ANSELMO JOVER PERALTA y muchos otros que la memoria, facultad que olvida, nos obliga a omitir.

En el Paraguay peregrino vive espiritualmente la patria.

 

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He aquí que sin pensarlo hemos ido escribiendo una síntesis fragmentaria y esquemática del libro que prologamos, segunda edición de la HISTORIA DE LAS LETRAS PARAGUAYAS que aparece, ahora, con el nombre de HISTORIA DE LA CULTURA PARAGUAYA, que anuncia su contenido. El cambio de nombre se imponía ya que naturaleza y extensión, de las materias introducidas, al ampliar y modificar el texto original, tornaba impropio el título primitivo. Y es el PATRONATO DE LEPROSOS, fundada con la publicación de las obras inéditas del poeta, la que estampa por primera vez sil pie de imprenta, en la edición de una obra de singular importancia por su valor literario y por el interés que despierta toda fuente auténtica de información cultural. Con ello la benemérita institución que la auspicia, vincula su tradición de fecundo altruismo al recuerdo del lázaro inmortal, poeta insigne y maestro de virtudes civiles.

Un cuarto de siglo de labor está condensada en la lírica empresa de este libro. CARLOS R. CENTURIÓN, si, no inicia en el país la investigación literaria, es el primero en dar término a un trabajo de tan vastas proporciones. Para aquilatarlo en su justo valor, tendrán, que ser consideradas las condiciones negativas del medio en que escribe. Muy joven inicia este trabajo en su Asunción, nativa y lo proseguirá en el nostálgico transitar del destierro, en horas en que la dura lucha por el pan, resta entusiasmo y energías a hombres que no están templados en el fuego sagrado del idealismo. Sin experiencia, sin centros de especialización a qué recurrir, la labor tuvo que ser, muchas veces, realizada sobre el disperso material de viejas ediciones agotadas y en diarios y revistas no siempre conservados en las bibliotecas, ordenando datos sujetos a verificación para clasificarlos, luego, por primera vez, en sus correspondientes ficheros. La búsqueda en los antiguos arcones, se alterna con la caza del dato extraído de las más diversas fuentes, desde la espontánea colaboración inesperada hasta la sorpresiva información, familiar; fuentes que tendrá que descubrir, a menudo, en lugares apartados de la República o en insospechados rincones de los países vecinos.

Por su ingente labor de investigador y recopilador, VIRIATO DÍAZ PÉREZ lo hubiera clasificado entre los "monumentales". Pero esa monumentalidad que en otros sólo revelaría erudición, fría objetividad, en él está impregnada de calor humano. No es más que un aspecto de su quehacer intelectual, dinámico y generoso, o dicho con estricta justicia, altruista. Es de aquellos que dejan huellas profundas en los caminos que transitan. Diversificado en múltiples actividades es, por sobre todo, escritor. Su estilo claro, espontáneo, sin artificios, lleva en sí la gracia de la evocación y por esta virtud ha merecido a juicio ajeno que compartimos plenamente, la calificación de primer cronista contemporáneo del Paraguay. La edición del primer tomo de sus "CRÓNICAS AMERICANAS" dará fe a la veracidad del juicio emitido.

CARLOS R. CENTURIÓN es otro de los "pioneros" de la cultura paraguaya.

 

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El prologuista pone punto final con la duda de no haber correspondido al mandato fraternal. En todo caso, algo lo justifica el prólogo ha sido escrito con amor. Único mérito que acaso lo absuelva de las faltas y errores que en la redacción de su texto Hubiese podido cometer.

ARTURO ALSINA

La Asunción, junio de 1961.

 

 

 

LA MUJER PARAGUAYA A TRAVÉS DE LA HISTORIA

 

A Kala, ensueño de mi vida.


Un naufragio en las costas del Brasil llevó a Alejo García a tierras nuevas, habitadas por indios guaraníes. Trabó relación con éstos, se hizo amigo de caciques y principales de las tribus, aprendió el autóctono lenguaje y se impregnó de las costumbres primitivas de los aborígenes.

Pleno de esperanzas, el nauta lusitano dejó un día el suelo de la vetusta Europa en pos de fortunas imaginadas y de horizontes aurorales. Cruzó el océano, con Juan Díaz de Solís, columpiando sus anhelos sobre las ondas fugitivas; soñó bajo los cielos del Atlántico anchuroso con días de fantásticas grandezas y vivió la honda melancolía de la añoranza, canción de los recuerdos que atormenta el espíritu y llora en el corazón.

Varios años esperó – prisionero de su destino – la hora de realizar incursiones hacia el interior de la selva. Ya que el mar no le ofrecía la posibilidad amable del retorno a la patria, se ocupó en penetrar en el misterio del boscaje. Lo ignoto le atraía. Y la maraña virgen, inexplorada del continente, aparecía para Alejo García plena de sugestiones promisoras de quién sabe cuántas realidades impensadas. Fue así que, escudado en su fe y sin más armas que su propio coraje, el audaz europeo, un día se internó en el boscaje tupido, inhóspito y grandioso del Brasil, con rumbo hacia las tierras de occidente. Corría el año 1524. Fatigosa fue la marcha, dura la lucha con la naturaleza, cruenta la lidia con los selváticos señores; pero el orgullo y la ambición del temerario portugués vencieron en la jornada estupenda.

Llegado a la región que hoy ocupan las misiones argentinas, se descubrió a su vista el solar guaraní. El Alto Paraná, la región maravillosa, se tendía allí amplia, magnífica, en la policromía de sus encantos. Alejo García cruzó el caudaloso río con la visión siempre fija hacia occidente, hacia las tierras del rey blanco, hacia las zonas del oro y las riquezas fabulosas. Trasponiendo cordilleras, vadeando esteros, venciendo a la fatiga, arribó un día a las costas del río Paraguay. La corriente epónima reflejó en sus aguas la imagen vigorosa del soldado. Alejo García, dejándola hacia atrás, prosiguió su marcha incesante hacia el poniente. El Chaco se sintió hollado por sus plantas, ese Chaco misterioso y enorme destinado a ser, en el tiempo, teatro de epopeyas asombrosas, como los viajes de la "flecha humana" – Ñuflo de Chaves – y la tragedia reciente e inenarrable del "desierto de esmeralda".

Así, en 1524, el Paraguay dejó de ser la tierra desconocida para el mundo civilizado. Desde entonces se abrió, amable, a la corriente de todos los pueblos y a la influencia de todas las culturas; desde entonces es tierra fecunda para nobles realizaciones. Cuna, de una estirpe cuya aleación – bronce y oro – se fundió en el crisol de todos los sacrificios, cuyo espíritu es un surtidor de sentimientos insospechados, cuya alma canta en el dolor, como el ruiseñor cegado por el alfiler de oro, este pedazo de suelo americano digno marco es de la hazaña de su descubrimiento y de la historia, de quienes lo hicieron el centro principal de la conquista.

Y en este escenario grandioso que iluminó Alejo García, en medio de tantos protagonistas del drama de la civilización americana, un actor humilde, poco estudiado aún por historiadores y sociólogos, llama nuestra atención. Es la india. Un poeta paraguayo – Manuel Ortiz Guerrero – llamó a la aborigen "bella mezcla de diosa y pantera". Cantó sus formas y evocó su espíritu, señalando al investigador del pasado la página todavía blanca de su historia.

La india es un elemento del que se valió el conquistador para vencer a la barbarie; pero también es la leal compañera del señor autóctono en la defensa ciclópea de su reino salvaje.

Acompañó a los suyos en la lucha contra el blanco que venía a hollar el hogar de sus mayores, la tierra de sus antepasados, el altar de sus creencias. Manejó el arco y preparó la flecha envenenada. Estimuló al guerrero en las horas difíciles. Estuvo a su lado en el asalto de todos los "malones", y sufrió el holocausto de su raza, como actora rebelde en ora, resignada a veces, taciturna siempre. ¿Es posible, acaso, describir a la india, emperatriz de los toldos aborígenes, en aquel escenario virgen, en el que la naturaleza aparece exenta de toda artificialidad, en la estupenda eclosión de todas sus bellezas y en la suprema maravilla de todos sus misterios? Transportaos al pasado. Poneos en el corazón de aquellas mujeres, vivid sus pasiones y sus sentimientos, sus esperanzas y sus desengaños. Auscultad el alma primitiva de aquel eslabón de historia, perdido en el tiempo, y reviviréis un mundo desaparecido en las brumas pretéritas.

Pero lo que hoy nos toca recordar es su obra como forjadora de pueblos. En el taller del hogar primigenio, ella fue modeladora de la estructura de su estirpe. En su espíritu, en su voluntad, en sus virtudes y en sus defectos se funda la unidad étnica más poderosa y más conquistadora de la América. ¡La india guaraní es un crisol del que salió el metal eterno de una raza eterna!

En la primera mitad del siglo XVI apareció un nuevo tipo femenino: la mestiza. El amor del fiero hispano, del conquistador blanco con la aborigen, floreció en un tipo de mujer original. Morena de ojos negros y de carácter dulce, plena de gracia y plena de serena energía. En ella se basamenta el hogar paraguayo. Constituye la piedra angular de una institución civilizadora. Mientras, en la colonia, los hombres trabajaban, ella tejía elñandutí del espíritu racial. El siglo XVII la encontró afanada en las labores del agro. Sabía cultivar la tierra. Pero también aprendía y enseñaba. En su choza aparecieron los primeros elementos domésticos traídos de países lejanos, efluvios de la cultura europea llegados con el conquistador. En su alma se acunaron sentimientos que desconocieron o no supieron expresar sus antepasado autóctonos. Ya no vestía ni se conducía como india. Denotaba garbo en su andar, elegancia en su maneras, sencilla espiritualidad en su trato.

El siglo XVIII escribe en la historia americana un capítulo de gloria y sacrificio: la revolución de los comuneros. La rebeldía nativa, valiéndose de la experiencia de las luchas populares españolas, anima un drama en el corazón del continente de Colón. La protesta de Toledo, la actitud varonil de Juan de Padilla, sus consecuencias en Avila, Soria y Segovia; el incendio y ruina de Medina del Campo, tragedia que floreció después en aquellas cartas cambiadas entre los comuneros de Medina y de Segovia, cartas que son hoy un fragmento magnífico de la severa y noble lengua castellana; todo esto, y los primeros gritos de libertad que conmovieron el ambiente cansino de la vida asuncena, en los días de Irala y Suárez de Toledo, contribuyeron a alentar la revolución que tuvo por numen y guía a José de Antequera Enríquez y Castro.

Y esta epopeya, digna de la que tuvo su trágico fin en los campos de Villalar, se nutrió también con el esfuerzo, con la inteligencia y con los sentimientos de la mujer guaraní. La hija de Juan de Mena que se vistió de blanco y se presentó al pueblo engalanada, "porque no era bien llorar la vida de su padre con tanta gloria tributada a la patria", es todo un símbolo. Es la mujer guaraní del siglo XVIII. Es la que dará vida a los hombres que, en la noche del 14 de mayo de 1811, debían de escribir, para siempre, la página de la emancipación paraguaya de todo poder extraño. De ese bronce era la madre de las Cavallero y de los Iturbe, de los Yegros y de los Mora, de los Acosta y de los Aristegui, de los Montiel, Rojas, Recalde y Rivarola. Ese es el metal del que venía, sombrío y enigmático, vigilante y taciturno, el solitario de Ybyray.

El siglo XIX, que nos trae la libertad, nos trae también la dictadura. José Gaspar de Francia exige silencio. Las fronteras se transforman en murallas insalvables. Fuera de ellas, prosperan la anarquía, el crimen, las persecuciones. Dentro de ellas, hasta 1840, la voluntad omnímoda de un hombre misterioso, la disciplina impuesta por el miedo, el orden rigurosamente controlado.

Desde 1811 hasta 1840, la mujer cuidó el hogar. Su labor consistió en coadyuvar modestamente en la obra de liberación. Sin palabras, sin ruidos, prosiguió en la tarea de forjar caracteres, de preparar la simiente para un porvenir mejor. Y advino el período patriarcal de Carlos Antonio López: veinte años de grandezas, veinte años de florescencia magnífica en los que el pueblo paraguayo construyó su destino cantando la canción de la esperanza.

Pero en un recodo del camino acechaba la fatalidad. La muerte que rondaba, invisible, conminaba a los dichosos. No era posible tanta idílica ventura en esta tierra. Y lo llevó a don Carlos en un día primaveral de 1862, enlutando el alma guaraní.

Melpómene, la musa de la tragedia, vino después. Tras ella aparecieron los jinetes del Apocalipsis. La guerra, con su cortejo de miserias y dolores, irrumpió en el solar paraguayo, cruel y esplendorosa. Tendió su ígneo manto sobre los hogares; pero la fulgidez de su desplante no consiguió amenguar la reciura de quienes se disponían a defender la patria. El diamante del alma ciudadana necesitaba otro diamante para rayar su dureza. Es que la madre, la esposa, la amada, en los días de luz y de alegrías, no olvidaron que el destino tiene sus sorpresas, y prepararon a los hombres para todas las horas, buenas o malas, amables o trágicas que podría depararles el porvenir. Y así se formaron aquellos cuadros que se batieron en Yataí y Corrales, en Sauce y Curupayty, en Lomas Valentinas y en Piribebuy, en Azcurra, Acosta-ñú y Cerro Corá.

Y si la epopeya escrita con la sangre, el esfuerzo gigantesco, la abnegación sin paralelo del soldado es digna de un marco esquiliano, el drama del martirio que nos legaron las mujeres de la guerra sólo es posible sentirlo.

En holocausto del amor a la patria sacrificaron el fruto de sus amores: el hijo; dejaron ir al padre, al esposo y al hermano; dieron sus joyas y abandonaron sus hogares y se transformaron en obreras de todos los talleres. Duras en el sacrificio, sólo lloraban, pudorosas, en las horas en que – cristianas de fe inconmovible – ofrecían a Dios sus oraciones. Cinco años vivieron así, bebiendo, sorbo a sorbo, infinitas amarguras...

Pero en Cerro Corá no terminó su calvario. Tras el desastre, solas, abandonadas, les aguardaba la obra grandiosa de la reconstrucción. Apoyadas en el recuerdo, inspiradas en el cariño pretérito, todavía fatigadas por el largo andar de la "residenta", comenzaron el trabajo de reedificar el hogar común, deshecho por el vendaval terrible.

Piedra sobre piedra fueron colocando con solicitud maternal. Ni una queja, ni una protesta, ni una actitud de rebeldía contra la suerte adversa. En silencio, con amor, cumplieron el doble deber: el del padre, que guía y sostiene; el de la madre, que educa y anima. ¡Benditas sean las mujeres que reconstruyeron la patria!

El siglo XX, el tiempo que vivimos, se nutre también con sus virtudes. Las luchas internas, de aprendizaje democrático, que tanto conmovieron a la Nación, les arrastró en el torbellino. Doloroso es recordar el sufrimiento de tantas madres cuyos hijos, llevados por las circunstancias, formaron bandos adversos en pugnas cruentas entre hermanos. Pero la historia política del Paraguay no puede olvidar el sacrificio de las mujeres en holocausto de ideales, buenos o malos, pero ideales al fin, que forman elsustractum de la cultura nacional.

La guerra del Chaco, página de contornos broncíneos, capítulo dantesco de la epopeya de los siglos, halló a la mujer paraguaya en su sitio habitual: el hogar. Atareada en la faena de hacer amable el presente y de preparar el porvenir, le sorprendió el llamado angustioso del clarín, en las horas inciertas de Pitiantuta. Dejó el trabajo de todos los días, un poco temerosa, al principio, pero serena y firme en seguida, para preparar el "avío" al padre, al hermano, al hijo o al esposo. Acompañó al "reservista" hasta el "acantonamiento", sin alharacas inconvenientes, sin exhalar siquiera un suspiro de tristeza, y lo dejó ir, tal vez para siempre, río arriba, en pos de la gloria, del sacrificio o de la muerte. La hemos visto en el puerto despedir al guerrero, con sus grandes ojos negros, abiertos desmesuradamente, como si quisiera aprisionar en ellos la imagen del hombre que se iba, vestido deverde olivo (Uniforme de faena del ejército paraguayo.), con un fusil al hombro, a cumplir el deber supremo de defender la heredad común. Consciente de su misión y de su responsabilidad, animaba, estimulaba. Nunca lloraba en público. Para el llanto se hizo el misterio de la noche. Y a ella, el destino siempre la deja, con su dolor a solas.

¿Y no recordáis, acaso, su obra de colaboración en la defensa? Sus huellas se tienden de confín a confín del territorio. Sustituyó al varón en todas las labores, mitigó dolores y penurias del soldado y forjó el Alma de la Victoria con su fe en Dios y en los destinos de la Patria.

Terminada la contienda, el Paraguay desembocó en un régimen de fuerza.

La dictadura se irguió, proterva, audaz, irresponsable. Los hogares fueron atracados, los hombres libres perseguidos hasta más allá de las fronteras patrias. En nombre de una monstruosa concupiscencia los personeros del mal se adueñaron de los destinos de la Nación.

Fue entonces la hora de la mujer democrática, de la señora de la dignidad ciudadana. Sin abandonar el hogar, organizó sus huestes, y no solamente estimuló la lidia contra la opresión, sino salió a la plaza pública a enfrentar al despotismo. Desafió gallardamente al pretorio, retó a duelo a la tiranía, y cantó, en su audacia patriótica y humana, el himno eterno de la libertad.

La historia pudo verla, así, al pie de la enseña nacional, en brava guardia de las virtudes esenciales de la raza, bella en su actitud airada y siempre digna de sus nobles tradiciones.

 

 

 

 

 

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