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MARÍA ANGÉLICA DELGADO

  LLUVIA LUNAR, 1996 - Poemario de ANGÉLICA DELGADO


LLUVIA LUNAR, 1996 - Poemario de ANGÉLICA DELGADO

LLUVIA LUNAR, 1996

Poemario de ANGÉLICA DELGADO

Editorial Arandurã

Asunción – Paraguay

Agosto 1996 (74 páginas)

 

 

Las fotografías que ilustran este poemario fueron realizadas por Guillermo Sequera y Luke Holland en las comunidades Mby'a y Ayoreo del Paraguay. Las mismas fueron cedidas por el Centro de Documentación e Investigación del Museo del Barro.

Queda hecho el depósito que marca la Ley.

 

 

 

PRÓLOGO

 

         Solo a Angélica Delgado, por poetisa, puede ocurrirle que la luna le aletee sobre los labios, prometiéndole un cántaro de miel y de vino. Promesa cumplida, evidentemente, pues aquí se nos entrega el cántaro rebosante, para compartirlo a gusto.

         El breve poema con el que nos invita a acompañarla en esta aventura poética, resulta eficacísima presentación de este bello poemario primerizo -de voz nada improvisada o balbuciente-, en el que Angélica se nos revela como autora muy bien dotada para poetizar: sensible, inteligente, de tono profundamente humano y diáfanamente femenino, que levanta vuelo seguro desde y hacia la Poesía, sustentada en un temple poético que late desde el primer poema hasta el final:

        

         La luna

         aleteó         

         sobre mis labios,

         prometiéndome

         un cántaro

         de miel

         y vino.

        

         Este hermoso poema, brevísimo como es, nos obsequia el arte de una conocedora de la armonía sin par que nos brindan los maestros del endecasílabo, al que otorga aún mayor belleza el solidario apego de dos hermanos menores -hepta y pentasílabo en este caso-, en un todo que no desdeña en absoluto la riqueza que suma al contenido poético la forma adecuada puesta a su servicio y que la libertad lírica y la destreza expresiva del poeta deben aprovechar:

 

         La luna aleteó sobre mis labios

         prometiéndome un cántaro

         de miel y vino.

 

         Idéntica armonía habría logrado Angélica de haber escrito este poema así:

 

         La luna aleteó

         sobre mis labios,

         prometiéndome un cántaro

         de miel.

         y vino.

 

         Mirado por donde se lo mire, el poema es de antología: certeramente escogidos los vocablos -dúctiles herramientas utilizables aquí o allá por la maestría o la intuición-ella los domeñó de tal manera que el poema resulta poesía real y magnífica muestra del ejercicio de la libertad, la misma libertad a través del amor que nos menciona en estos, versos:

         Y así,

         amándote...,

         ...

         alcanzaré también

         al fin

         en vos, con vos

         la libertad.

 

         Pasemos al poemario en su totalidad, antes de quedar mareados por el contenido del cántaro de miel y vino, cabal testimonio lírico de una hermana cuya alma poética me honra vislumbrar.

         El libro se nos ofrece organizado en tres ámbitos perfectamente definidos -que bien podrían constituirse en tres poemarios independientes- con un hilo conductor: el amor, en su dimensión total, con su significación profunda, que va de uno a otro tema, de un ámbito a otro, unido al temple poético ya mencionado, de la autora, y que es en verdad columna vertebral inquebrantable del poemario.

         Sin pretender siquiera mencionar la mayoría de los variados temas que lo conforman, podemos afirmar que estos poemas hablan por sí mismos, y dicen más que cualquier intento de explicación que aquí pueda esbozarse.

         El ser, claramente poético de Angélica, vive ya impreso en versos muy hermosos en este poemario carente de ornamentos fútiles, que incluye además del amor mencionado, el otro más inmediato y algo más frecuentemente practicado. Su voz refulge nítida en este persistente y variado tema del amor, cuando nos comenta que recorre el firmamento en despaciosa caricia y desde el pecho del ser amado...

 

         germinan luminosos

         matorrales de estrellas.

 

O cuando nos confiesa

 

         todo el corazón

         se me ha vuelto

         de pronto

         una loca pandorga,

         travesía,

         que atraviesa

         los vientos,

         los códigos

         absurdos

         de este tiempo

         para buscarte,

         envolverte

         y arrastrarte

         viento arriba,

         ...

 

         El tiempo, contra cuyos códigos absurdos se rebela sin plañidos ni pataletas, se presenta en otros múltiples aspectos:

 

         El tiempo, en tanto,

         me señala un horizonte

         donde tus brazos

         me esperan.

 

O cuando nos habla de un sitio amado donde...

 

         el tiempo se medía       

         por el olor del pan.

 

lugar que   

 

         ...

         se hizo paloma

         cornisa, campanario

 

...donde     

 

         ...

         el reloj

         podía

         quedarse calladito

         eternizando un beso,

         una mirada.

 

Ese tiempo que   

 

         ...se ha detenido

         y duerme en nuestras manos.

 

Angélica comparte con nosotros su añoranza de:

 

         algún camino polvoriento

         empedrado de sueños.

 

Su añoranza de setiembre:

 

         y el azul de tu nombre

         colgándole palomas

         a mis ojos...

 

Sobre todo, su añoranza de la palabra, su dolor por su ausencia: La poetisa, varada

 

         en esta orilla hiriente

         de tu silencio

         vistiéndome de preguntas

         me ha condenado a muerte

         la primavera...

 

Es un ser humano el que vive aquí. Hay, pues, también, soledad, acerca de la cual nos dice

         Qué increíble:

         la soledad se vuelve mariposa

         y se posa en mi pecho

         para beberme el alma.

 

¡Qué belleza!

         Sus poemas en defensa de las especies en peligro, o ya en extinción, los temas ecológicos, nuestra responsabilidad ante la barbarie, tratados por ella, merecen especialísima mención. Ejemplos del patetismo que nos transmiten sus textos, pueden ser estos versos:

 

         Y los rostros y la tierra herida

         nos acosan con un por qué

         para el cual no tenemos respuesta.

 

Y

         Llegarán a su tierra

         ...

         Y sentados

         junto al fuego

         o junto al agua

         -siempre sobre la tierra-

         darán a cada uno de los suyos

         los pedacitos de palabras,

         las nuevas cuentas de vidrio

         con que hoy

         los instamos a engalanarse.

 

¡Dios mío!

         Afortunadamente, Angélica también nos regala, poéticamente -que es lo que importa aquí- el testimonio de su fe, por sobre las limitaciones de sus esperanzas, por encima de sus angustias..

         Nos dice:

 

         Sé que la eternidad existe

         y me aguarda en tus besos.

 

Su fe en la palabra:

 

         Pero, claras y firmes, las palabras,

         señalarán nuevos caminos.

         ...

         Refulgirán

         estremecidas de esperanza

         y valor.

 

Su fe en el género humano, que no es sino la fe en sí misma:

 

         Pero están

         los arremetedores,

         que abrirán el horizonte

         apuro sueño

         y sangre.

 

         Del comienzo al fin de este poemario, he palpado un hálito de sinceridad, de autenticidad tan especial, que no puedo sino creer, no solo en la poesía de Angélica, sino en lo que ella nos dice de su sueño:

 

         Es el sueño milenario

         de la tierra

         que a veces

         en las noches nos abraza

         y nos recuerda

         que debemos seguir cantando.

 

         Angélica Delgado: El tiempo, que barre la hojarasca, y que solo se detiene en tu poema, ratificará el acierto de la publicación de este poemario.

         ¡Bienvenida, poetisa! ¡Sigue cantando!

 

 

         Gladys Carmagnola

         agosto de 1996

 

 

 

 

TAMBOS Y TIEMPOS

 

 

1       TRINIDAD

        

         I

 

Sos como un nido

igual que su pecho.

Y no necesitar tu calidez

es

como tratar de no amarlo.

 

Descubrirte

fue también

descubrirlo,

recuperar de pronto

un territorio

que nunca fue mío.

 

Como a veces sus brazos lo hacen,

hoy tus calles me abrazan,

pero sé

que no son mi sitio

ni tus calles

ni sus brazos.

Y como su mirada

de llovizna verdecida,

tus voces,

tus miradas,

hoy invocan recuerdos,

soledades...

Viejas historias

que nunca serán mías.

 

         II

 

Trinidad se acurruca.

Y con ternura

va contándonos de tiempos apacibles,

cuando el reloj

podía

quedarse calladito

eternizando un beso,

una mirada.

 

El tiempo se medía

por el olor del pan,      

en tanto los jazmines

ponían

una tenue sonrisa

en alguna chiquilla

amanecida enamorada.

 

Los baldíos atesoraban risas

que luego, lentamente,

invadían el barrio

con relámpagos de trompos.

 

Y, bajo la mirada tranquila

de todo el vecindario,

los niños y los árboles

las casas, sus jardines, sus calles

fueron creciendo

lentamente.

Guardando para siempre

quietud y algarabía.

 

Eternizado el tiempo

Trinidad

se hizo paloma,

cornisa, campanario.

Y despacito,

con un hondo susurro,

va contando

de aquellos tiempos apacibles

cuando el reloj

podía quedarse

calladito...

 

 

 

2       CUZCO

 

         I

 

Porque en un solo día

podemos bebernos

la risa y toda la alegría.

Y emborracharnos de belleza,

de colores,

de música.

 

La historia serpentea

sobre nuestra piel

y nos llena, los ojos

y la sangre

de remotas sabidurías.

 

Por eso, de pronto

en una esquina,

un puñadito de eternidad

tiembla

y quiere locamente

arrebujarse en nuestros pechos.

 

Porque acá

de pronto,

el sol nos abrazó

y nos contó sus secretos,

secretos que van flotando

desde el viento tibio

que sopla en los tambores,

y se enreda

en el arco iris maravilloso

de las faldas

que repiten,

una vez más,

el antiguo secreto

de la alegría:

La Eternidad.

 

 

 

         II

 

Callecitas que laten

y nos abrazan,

nos arrastran

mansamente

a una constelación

de misterios y alegría.

 

Vibran las notas

desde el fondo inaccesible

de un reloj

en tinieblas.

 

El tiempo

se ha detenido

y duerme en nuestras manos.

 

 

 

 

3      

 

No llevo nada de vos

Tarija.

Apenas la nostalgia

y la soledad...

 

Ahora, que ya estás

alejándote,

-porque me voy alejando-

te instalas en mí,

implacable,

con toda tu dulzura

y con todo el dolor

de lo que nunca más será.

 

Me diste un ramillete

de dulzura,

abriste

mis venas

y las llenaste de un claro de luna...

 

Pero, la realidad

golpeó mis entrañas, Tarija...

Y, bajo tu mismo cielo

que se hizo nido

para mí,

tuve que sacudir temblores

y alegría,

mirar de frente

y aprender a morderme las lágrimas.

 

Me llenaste de luna y de fuego, Tarija,

pero hoy sólo llevo de vos

nostalgia y soledad.

¿Te llevo a vos?

 

 

4       TARIJA, "LA LINDA"

 

Tarija,

tus rincones

invitan

a aprender de nuevo     

cómo se dibujan

los sueños

bajo la mirada cálida

de tus árboles.

 

Pequeño cobijo,

tus habitantes acostumbran

guardar puñados de silencio.

Y, cada tanto,

los echan a rodar

entre tus calles

y tus casas.

 

En las noches,

los niños y las muchachas

le cuelgan lunitas

a la plaza

y el tiempo se hace cálido

y lento...

 

Transcurrirán,

lejanos,

horarios apretados,

teléfonos,

bocinas,

sirenas...

 

En tanto vos, "La linda",

en paz

madurarás,

dulce y tibia.

 

 

 

 

PARA QUE SIGAN CANTANDO

 

11

 

Convoco

a cada pedazo de sueño

destrozado.

Convoco a la savia,

convoco a la sangre.

Para que esta soledad

no se vaya adormeciendo

bajo el pecho.

Y estalle en mil cantos

desde todos los pájaros

renacidos

en cada nuevo sueño.

 

 

12     DE PALABRAS Y ACUERDOS

 

         I

 

Quedarán las palabras

y éstas

dibujarán los sueños

de los rostros curtidos.

Y ellos se irán,

llevando en sus bolsillos

ese puñado frágil

de "acuerdos y propuestas"

 

Llegarán a su tierra.

Y con ternura,

como a una mariposa

que recién ve

la luz,

tomarán con manos temblorosas

esos "acuerdos y propuestas".

Y sentados

junto al fuego

o junto al agua

-siempre sobre la tierra-

darán a cada uno de los suyos

los pedacitos de palabras,

las nuevas cuentas de vidrio

con que hoy

los instamos a engalanarse.

 

Palabras, meras palabras,

como vidrios de colores vivos,

pero frágiles;

demasiado frágiles.

 

 

         II

 

Pese a todo,

allá aguardan todavía

los que abrirán el horizonte

a puro sueño

y sangre.

 

Ellos guardan

la ternura

para que solamente salte

cuándo la maquinaria

esté dormida

(que pocas veces lo hace).

 

Ayudan,

cantando en silencio,

a construir de vuelta,

en torno a un nuevo fuego,

la historia

y el futuro

de éstos que hoy,

con una sonrisa apenas simple,

nos hieren,

nos hostigan

y, entonces,

obligados a mirarnos a nosotros mismos

descubrimos

que sólo nos queda arremeter,

y abrir el horizonte

a puro sueño y sangre.

 

 

         III (lo que dicen ellos)

 

Ustedes

cada día

crean un nuevo sueño.

Carreteras, edificios,

cables, ruidos...

Un tiempo que se alarga

cada vez más,

para correr cada vez más,

para tener cada vez más,

tener cada vez más

cada vez más...

Más soledad.

 

Nuestro sueño...

es un sueño

que nació con la Tierra.

Nuestro sueño es el mismo

que el de la mariposa y el árbol,

la luna y el agua,

el pastito y el sol.

Este sueño es callado.

Y en nuestro sueño

el tiempo no se mide,

como no se miden

la extensión de los bosques

o el valor de la paz,

el valor del silencio

o la sonrisa...

 

Nuestro sueño,

es el sueño de todos.

Es el sueño milenario

de la Tierra

que, a veces,

en las noches nos abraza

y nos recuerda

que debemos seguir cantando.

 

Soñando,

aunque los ojos

y la garganta

sangren al ver

cómo otros sueños

arrasan implacables

nuestra paz,

nuestro silencio,

nuestra sonrisa.

 

 

 

DÓNDE QUEDÓ SETIEMBRE

 

17    

 

Él solía beberse la lluvia

desde las hojas

y las flores 

de aquel viejo jardín.

 

Ella guardaba

en una melodía azul

que solía desgranar,

de tarde en tarde,

en secreto,

y en lo más hondo

de la noche palpitante

de sus ojos,

un racimo de tibiecitas

hojas de lluvia.

 

En un amanecer,

ella abrió de par en par

sus ojos.

Y él aprendió

a beber la lluvia

en su mirada,

desde entonces.

 

Gotas de lluvia,

cantando en un amanecer

color de cielo,

se hicieron carne

en las entrañas de ella.

 

Hoy

Celeste amanecida

acuna entre sus brazos

de rayos tibios y azucenas

una Aurora Celeste.

 

 

18     SOLEDADES

 

Esta vieja, imperturbable constancia

hacia las lágrimas,

cuando la muerte danza un concierto

de vientos endurecidos

qué increíble:

la soledad se vuelve mariposa

y se posa en mi pecho

para beberme el alma.

¿Adónde fueron

los duendes aquéllos,

aquéllos que tejieron

sobre mis hombros una aurora?

¿En qué laberinto frío,

donde a pesar de la forma

de un caracol marino,

no llega hasta mí susurro alguno,

vine a anidar?

Ay, la ráfaga de su risa,

¡cómo golpeaba el aire!

Y bailando un minué de Mozart,

se hamacaba suspendido de la luna...

Ahora, un muro creció

entre mis manos

y su ternura.

 

Reconozco.

Reconozco este portal oscuro

tras el que me aguardan

avenidas sembradas

de sueños secos,

amarillos.

Dónde quedó Setiembre

y el azul de tu nombre

colgándole palomas

a mis ojos.

En esta orilla gris

de tu silencio,

vistiéndome de preguntas,

me ha condenado a muerte

la primavera.

Y me acuesto,

ovillo de lágrima oculta,

a vivir un poquito otra vez,

aunque sólo sea

para que la sombra de tu lejanía

aúne me envuelva.        

 

 

 

19    

 

La luna

aleteó

sobre mis labios,

prometiéndome

un cántaro

de miel y vino

 

 

 

20    

 

Uno a uno,

de tus ojos

que destellan

pedacitos de cielo estrellado,

me beberé la noche

y sus misterios.

 

Dibujaré

despacio

un manantial

en tus espaldas,

y borracha

de culantrillos

y arco iris,

te vestiré, dichosa,

con lágrimas de luna.

 

 

 

21    

 

Beber tu alma,

y, embriagada de vos,

buscar el secreto lugar

donde duermen tus temblores.

 

Recorro el firmamento

acariciándote despacio.

 

Y desde tu piel,

desde tu pecho,

germinan, luminosos

matorrales de estrellas.

 

La luna se arrebuja

en la punta de mis dedos

y vamos dibujando

caminos de jazmines

sobre tu piel y la mía.

 

Y te busca mi boca

y te bebo despacio,

palmo a palmo.

 

Mientras cada poro recibe

una gota de rocío

y de vino.

 

 

 

22    

 

Hoy te amo.

La tarde seca y sola

se adhiere a mí,

a mi esperanza

y me promete

un sol,

una brisa

interminable, azul,

y cálida.

Hoy te amo

y te encuentro

tembloroso,

palpitando

sobre mis sueños.

Y todo el corazón

se me ha vuelto

de pronto

una loca pandorga,

travesía,

que atraviesa

los vientos,

los códigos

absurdos

de este tiempo

para buscarte,

envolverte

y arrastrarte

viento arriba,

a derribar tristezas,

a dibujarle

al firmamento

una clara sonrisa,

una loca alegría.

 

 

 

 

ÍNDICE

 

Prólogo

TAMBOS Y TIEMPOS

Trinidad I,II

Cuzco I,II

Poema 3

Tarija "La Linda"

Hay un lugar I, II, III

Poema 6, 7, 8, 9

Mbaracayú I, II.  

 

PARA QUE SIGAN CANTANDO

Poema 11

De palabras y acuerdos I, II, III.

Niños aché I, II.

 

Poema 14, 15, 16.

 

DONDE QUEDO SETIEMBRE

Poema 17

Soledades

Poema 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36.

 

 

 

 

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