PortalGuarani.com
Inicio El Portal El Paraguay Contáctos Seguinos: Facebook - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani
MODESTO ESCOBAR AQUINO

  POESÍA COMPLETA (EN CASTELLANO) - MODESTO ESCOBAR AQUINO


POESÍA COMPLETA (EN CASTELLANO) - MODESTO ESCOBAR AQUINO

POESÍA COMPLETA (EN CASTELLANO)

MODESTO ESCOBAR AQUINO

Editorial EL LECTOR

Compaginación: FÁTIMA BENÍTEZ

Diseño de tapa: Ca'avo-Goiris

Asunción – Paraguay

Noviembre del 2000 (215 páginas)

 

 

 

A MANERA DE INTRODUCCIÓN

 

         Por eso, y nada más, y mucho más

         soy lo que soy

         y escribo.

 

 

         I

 

         Imaginemos a un hombre parado ante un río: el hombre gira la vista hacia los cuatro puntos cardinales, sintiendo las vastas vibraciones que rodean su soledad. Entonces, coge una piedra, la arroja al agua, y se pone a contemplar los círculos que en el río se ensanchan y a la vez se diluyen. En ese trance indaga los secretos existenciales que hace tiempo sacuden su vigilia. Y, aunque el eco del agua y la piedra no pueden descifrarlo todo, él se entrega como parte de esas ondas que se agitan y se fusionan al devenir de la corriente. Allí un impulso vital lo conduce a ese minucioso -y misterioso- acto de escoger palabras una a una. Y tales vocablos se entrelazan trazando las formas de un lúcido delirio.

         Sin que él se percatase aun de ello, envuelto en esa doble llamarada de espíritu y materia, su deseo se centra más en la revelación que en la retórica. Y en ese episodio determina -define- una actitud ante la vida. De eso se trata la poética de Modesto Escobar, cuyos primeros cantos ya evidenciaban esa voz rotundamente propia que lo acompañaría a lo largo de sus versos.

         Su obra procede de esa genuina necesidad de decir, de expresar, aunque el hecho de hacerlo implique una tensa ambigüedad, Como el mito de Tántalo, todos los dones están a nuestro alcance, pero se esquivan según los alcanzamos; su realidad es siempre el hambre, la sed, la carencia, pero al mismo tiempo es la plenitud maravillosa del mundo palpable o acaso sólo la ilusión de él. Es preciso acercar a los sedientos labios locos/ del desierto/ un surtidor de agua,/ un vaso de agua,/ unas gotas de agua,/ o, acaso, una ilusión simplemente/ de agua.

 

         II

 

         Ya Ramiro Domínguez se refirió a la originalidad que "por derecho de autenticidad" posee la poesía de Modesto Escobar, cuando presentara el primer libro suyo; Siete en punto. Y, en verdad, su originalidad no se sustenta en el afán de hallarla, sino en su modo innato de ser, de pensar, de aprehender cuanto le rodea. Aquel delgado volumen impresiona por esa voz que siguió siendo la misma a través de posteriores textos, con la salvedad de un crecimiento natural, como las ondas producidas por la piedra arrojada al río. De estos versos fluye la inquietante pregunta en torno a la condición humana precaria y la vez trascendental. ¿Eres Tú el silencio/ ensordecedor y sin nombre/ que escucha y no responde?/ ¿Eres Tú el olvido/ que nos consume en la noche/ del bostezo irredimido?

         El eco que se escucha proviene de un grave acento bíblico, pero también resuena una voz imprecadora, cargada de ironía: Que el mísero se atragante/en la mofa de su almuerzo/ de mendrugos./ Que el pudiente se embriague/ y se consuma/ en el tedio sobrador/ de sus bostezos/ de plata.//...//El resto lo llenen/ el taumatúrgico "no hay más remedio "/ y el remendón "Dios se lo pague,/ hermano".

         Vientos del recuerdo soplan en nombre del yuyero Daniel, personaje de una casi elegía que no llega a tal, porque, aunque hay nostalgia, el llanto está ausente, y porque en medio de la tristeza hay cabida para el dulce rememorar de "buenos amigos que todavía esperan el consuelo mágico de tus racimos aramosos de mentas y tornillos, de doradillas y azahares, de llantenes y albahacas, de saúcos y achicorias, de hierbabuenas y culantrillos".

         También existe la seguridad de que muchas cosas habrán de salvarse -por dignas- del olvido: Volverán/porque siempre se vuelve/ ahí donde se echó la siembra/ de una lágrima de eternidad.

 

         III

 

         En su segundo poemario, Don Juan Pitogüe (1973), reencontramos al poeta, hijo de su tiempo, hollando una geografía claramente definida (el Paraguay, con su fauna y su flora vinculadas a los modos expresivos propios del ámbito), "entre columpios de mimbre y abaniqueos de karanda'y". Pero en medio de tales enumeraciones sobresale un morral de incertidumbres acaso universales en torno al destino del hombre: Pitogüe,/ ave sin nido,/ agonía en el olvido.// Huyes,/ huimos./ De todos para nada,/de nadie para siempre///...// Huyes de mí,/ maltrecho,/ roto,/ derrotado,/ y huyo de ti,/ enfermo/ sin aliento,/ casi al borde/ de la cordura.

         Incertidumbres, sí, pero también certezas, desde una vida solitaria y a la vez solidaria: Yo sé/que no estás solo./ Tu canto suena a canto nuestro/ que si se entona en coro/ se agiganta/ y nos acerca/ unos a otros.

         El lector podrá apreciar la sobriedad con que el poeta asume su naturaleza terrestre y al mismo tiempo eleva una plegaria religiosa que lo sostiene en tiempos de desamparo. Aquí los versos conforman estrofas trenzadas por dos hilos precisos, lo lírico y lo narrativo, con una sutil y admirable paradoja: Señor,/ Cuando llueva,/ las aguas no rueden por el tejado/ para caer/ casa afuera.// Señor,/ cuando llueva,/ las aguas rueden por el tejado/ y no se infiltren/ casa adentro/ por las goteras.

         La novedad, lo sabemos, no es el único criterio poético. Pero, a este contrapunto ejemplar, ¿qué otro don más preciso atribuir?

 

         IV

 

         Esa exploración del poeta, buscando arriba y hacia abajo un poco de paz para los suyos, se presenta con mayor definición en el libro Entonces, más allá del viento (1984). He aquí un poema rotundo: Padre,/ que estás en mi cielo,/ dame una pandorga/ a ver/ si te alcanzo.//Padre,/que estás en mi suelo,/ dame pico y pala/ a ver/ si te desentierro.// Padre mío.

         Cuando hablo de rotundidad me refiero a entonaciones que, por encima de influencias, o arrastrando los ecos mejores de un Jorge Manrique, Antonio Machado, Ramiro Domínguez o César Vallejo, por ejemplo, abren paso a su palabra para que, cruzando las estigias que bañan su memoria, pueda correr después, ya sola y olvidada de aquellos, llegando al fin transfigurada con su propia identidad.

         Rascacielos rascalomos rasquetas/ ráscame siglo veinte/ ráscame el tedio de mi cansancio/ráscame lotería mi miseria/ ráscame pobreza mi riqueza/ rasco rascas/ rascamos...//

         ¿Qué hallamos aquí? Diafanidad de trazo y profundidad, aun en discursos tejidos de eufonías y neologismos. Un repertorio de múltiples aristas que operan de manera tal que los lectores nos encontremos con textos que sin saber sabemos qué nos dicen, que sin clarificar nos iluminan. Los ciegos/cantan lo que ven/y no mienten.//Los sordos/cantan lo que oyen/y no mienten.//Los mudos/cantan lo que hablan/ y no mienten.// Los que aman,/ que son ciegos,/ que son sordos,/ que son mudos,/ cantan lo que sienten/y/no mienten.

         Se dice que la poesía está forjada por una sucesión de lugares comunes que se vuelven metáforas y, al fin, realidades inauditas. Con estas sencillas -casi simples- imágenes, Modesto Escobar nos corrobora aquel aserto. Cada poema nace del asombro vital de cada instante, trayendo consigo su propia signatura. Así, con una visión personalísima, sus versos escapan de toda clasificación cercenadora.

         Observa el poeta que todo continúa siempre igual, pero en tales símiles estadios sigue ardiendo una llama inextinguible: Todo está igual/al centímetro domesticado./Las mismas voces aprendidas, los mismos versos,/las mismas ansias,/siguen dando/a eternidad.

 

         V

 

         Las coordenadas formales se acentúan en Savia caminante (1989), con estrofas eslabonadas que confieren a algunos poemas la redondez formal de piezas de relojería. Los juegos de la aliteración como en las rimas asonantes de Lluvia pascual y las deliberadas repeticiones de frases o palabras al final de cada estrofa les dan sostén a poemas como Cantinela y El árbol de la cuna. Aquí el acento irónico irrumpe mostrando al poeta burlándose de sí mismo, como en el poema Retrato o en el que lleva por título Silencio:

         Todas las lenguas se han detenido/ en la punta de su muerte.// Silencio, por favor, silencio.

         En el poema Estupor, su indignación ante la suerte de la patria es perceptible en versos como Ay mi país/Es tu cruz la que asoma/y no/tu gloria. Lo mismo se ocurre con el poema Clínicas, mayo 1986, cuyo sentido eminentemente social es preclaro, o en Brazos de patria, en donde el poeta rinde su homenaje a nuestros héroes anónimos: Ciudadanos de todos los amaneceres,/ (...) Héroes,/ siempre héroes,/ lo mismo en la paz/ que en la guerra.

         Un poema amoroso es fruto de una vida caminada más cerca de Dios que del árbol. Y en el reposo también compartido surge una reflexión final: Desde entonces,/ hortelanos en propio huerto,/ nos hemos puesto a compartir,/ solos tú y yol una tajada de infinito.

         A pesar del adiós inevitable y más allá del desmoronamiento sin remedio, el hombre aun guarda una esperanza en la materia: Un almorzarse desmemoriadamente,/ totalmente,/ la propia vida/ y esperar algo más/de su pan/y de su vino/todavía.

         Lo mismo hallamos en Viento norte, cuando dice: Pero/ no te asustes:/ por entre sus cruces y paños blancos,/ siempre vuelve a brotar el pasto verde/y no se agota nunca el canto del gallo/para empezar de nuevo.

 

         VI

 

         En el libro Porque tenga nombre lo querido (1992), se registran por primera vez sus preocupaciones en torno al drama ecológico que acecha a nuestro tiempo. Tal el poema Ecocidio, cuyo título da cuenta del contenido. Y aquí hago hincapié en las estrofas de otro poema sobrecogedor: Fantasma guaraní, en el cual el poeta asume un etnocidio del cual, en modo directo o indirecto, somos todos, querámoslo o no, cómplices o partícipes: Ahí están sus escuálidas imágenes,/como esfuminadas al pincel/ pero casi de carne todavía.//Ahí están sus fantasmas/ andando caminos a la deriva./Ahí están sus despojos/que a través de sus bocas petrificadas/siguen clamando a sus dioses/justicia.// ...// Creíamos saberlo todo./.../ Cuando con nuestras propias manos,/ todavía sangrantes,/ los hemos exterminado.

         Un primer intento esteticista clásico: el poema Reloj se acerca al soneto y, aunque sin lograrlo del todo en términos formales, conserva el timbre acostumbrado del autor. El juego eufónico ya señalado se hace otra vez presente en poemas como Holocausto o Verbenas oníricas, cuyo sarcasmo final sobrepasa lo meramente lúdico: ...Y solemne entiende terruño gruñe/ Y el soberano aplaude pueblo sueña// Y escupe.

         En Tarantaneo, otra vez la paradoja: Ser padre tan temprano/ de tantos amaneceres,/ y no haber terminado aún/ de ser hijo de tantos padeceres. Paradoja doliente, sí, pero como una suerte de réplica a lo dicho surge el poema Llorar, reír, en el que ambos conceptos, en apariencia contrapuestos, se presentan como las dos caras de una misma moneda generosa.

         En el último poema del libro, el poeta celebra la vida con un asombro recobrado, apelando a una palabra llamativa de sus primeros libros: el vocablo "cordura": Bendito el que invente su propio sol/ y construya su propia estatura/ de hombre./ Bendito el que cree en su propia luna,/ libere sus apesadumbrados dioses/ y, de nuevo, se asombre/ ante el descubrimiento/ de su virginal cordura.

 

         VII

 

         Cuando es preciso que la nombre (2000) es un libro Genital. He aquí al poeta a la vuelta de todos los regresos, al poeta ya completo, total, ya dueño absoluto de su verbo. He aquí el libro de sus libros. Todo los dones descritos anteriormente siguen firmes: la sutileza y gravedad de sus planteamientos; los tonos conversacionales y el sueño de conversar con Dios tantas veces; el discurrir del tiempo y el detenerse a pensar ¿adónde, para qué, por qué, para quién?; la madurez de saber aceptar el destino que le estuvo reservado o que él mismo fue forjando; los ecos de otras voces, las búsquedas y hallazgos eufónicos (aunque aquí aparecen con mayor insistencia los esquemas formales, como el soneto, versos pareados, y la alternancia de rimas asonantadas; también irrumpen estrofas en cuartetos y otro en tercetos); en fin, todo aquello que lo precedía se presenta ampliado y a la vez diluido, como las ondas del río, para dejarnos la sensación de encontrarnos ante un poeta distinto y, a la vez, ante el mismo del principio.

         No en vano el primer poema, Pórtico, lleva un epígrafe de Jorge Manrique, "nuestras vidas son los ríos..." La diafanidad y hondura de aquellas coplas famosas se hacen presentes en estos versos que se inician diciendo: Hay un río/ que todavía nos traspasa./ El eco antiguo/ de sus aguas/ bulle tranquilo/ dentro de la casa.// Es como un hilo/ que se anuda y se desata,/ según columpien los vientos/ la hamaca;/ la de la tarde/ y la mañana.

         Así discurre el libro, templado por la serenidad de una sabiduría alcanzada por años de vigilia. Adonde corre el río,/ allá va la esperanza.// Qué suave este diluirse,/ como en sueños, en calma,/ en lo que nos está sangrando/inmemorialmente/dentro de la casa.

         ¿Otro botón de muestra? Ya no. Grato es constatar que el poeta no ha incurrido en la monotonía fastidiante del innovador de profesión y que su misión de exponer su verdad no ha declinado.

         Dejo a solas al lector recordando una cita de Gandhi: "La verdad perdurará por sí misma, todo el resto será barrido por el correr del tiempo".

 

         Mario Casartelli

         Asunción, agosto del 2000

 

 

 

 

POESÍA

SIETE EN PUNTO

 

1972

 

         I

 

No sé hasta dónde soy

lo que pude ser

y aquí estoy, Señor,

siendo aquél que no debiera ser

y soy,

como dos y dos,

dieciséis.

 

La medida

de lo que he crecido

ni siquiera me alcanza

para el pan

de cada día..

Mi clamor de eternidad

se ha tornado río turbulento

en la cruz de tu desierto.

 

¿Eres Tú el silencio

ensordecedor y sin nombre

que escucha y no responde?

¿Eres Tú el olvido

que nos consume en la noche

del bostezo irredimido?

 

Quise ser lo que pude ser

y quise tener, Señor,

en la boca

esa tu voz clara

de siglos y montañas

que hace añicos

de Torres de Babel,

y sólo hallé

mi distancia

nítida

y amarga,

siendo yo tan sólo aquél

que no debiera ser

y soy,

como dos y dos,

dieciséis.

 

 

         II

 

Aquí mismo,

bajo la techa absorbente

de mis raíces,

te tuve en la cruz sin penas

de mis mimos.

Y bien,

¿qué eres hoy,

o qué ya no soy yo,

que te siento trepando mis sienes

desde ayer

en incesantes repiqueteos

de campanas al viento

que ya no caben

en mis locas manos

pálidas de vejez

y de espanto?

 

Me pellizcas la piel,

me golpeas el rostro

con virutas de sol y lejanas auroras

y me haces sufrir un mundo

y me hacer llorar un cielo

con el azote de tus travesuras

de noviecita ingenua.

 

En tanto

yo me sonrío

-es lo bueno que llevo

del abuelo-

y no me enojo

-cómo podría

arrancarme los ojos.

 

Pero

cómo me dueles tú

a la claridad del tiempo

y en mis molidos huesos,

cuando ya no estas

aquí mismo

donde te tuve

en la cruz sin penas

de mis mimos.

 

 

         III

 

Bogando

se van

alejando,

marineros de las aguas turbias,

cangrejos patas atrás,

como cantando.

 

Entrechocan sus adioses

de silencio

en la obsesión pasmosa

del no mirar atrás de los promeseros

sin pies y sin tiempo.

 

En las grietas infecundas

de los barrancos adormecidos

van dejando a remo lento

las díscolas melodías

de los encallecidos pechos

como por olvido.

 

Bogando

se van

alejando.

Y cómo hieren

sus pasos

cuando

sin querer

nos dejan

crucificados.

Como cantando.

 

 

         IV

Sonreír, morir,

llorar, reír.

 

Si hasta los muertos

ríen

bajo el frío celo

de su silencio.

 

Y llorar

¿a quién?

 

Si aprendimos a no llorar

de espanto.

 

Si aprendimos a cantar

de espanto.

 

Si prendimos a reír

de espanto.

 

Si aprendimos hasta a morirnos

de risa

en el espanto.

 

 

         V

 

Volverán

porque siempre se vuelve

ahí donde se echó la siembra

de una lágrima de eternidad.

 

Volverán

vivos o muertos

como fueron.

Muertos o vivos

buscarán

el rostro perdido.

 

Fantasmas

del olvido

volverán

al nido

y quién ya

los podrá matar.

 

Morir una sola vez

para resucitar después

mil veces

con cada amanecer.

 

 

 

DON JUAN PITOGÜE

 

1977

 

         “Creced y multiplicaos...”

 

 

         11

 

Siesta de enero,

siesta de verano.

El sol se solaza

en los caminos

y los tejados.

 

Domingo sin penas,

domingo en el pueblo,

y en el pueblo, la plaza,

taza de voceríos

volcados en el mullido césped

al patriarcal amparo

de la arboleda.

 

Monstruo de afilados costillares,

enero calienta

cuando también aprietan los zapatos

de año nuevo.

 

El pueblerío bulle

en su plenitud de lirios del campo

y, entre parlas, risas y mordiscones, saborea el aire intemporal

de una familia grande.

 

Los niños, belicosos,

juegan a la vida,

los mayores tuercen el cuello

por evocar pretéritas regalías,

en tanto las coquetas doncellas

desde su amañada displicencia

atisban encapuchadas guiñaditas.

 

Siesta de verano.

Sangría

de granadas

y sandías.

Sed de zumos

de verbenas

y batatillas.

En enero,

año nuevo.

 

         13

 

De pronto, Pitofeo,

tu canto

-casi un grito-

erizado de calderones

como emergiendo estrangulado

de la profundidad

de un remanso.

Y raudamente vuela

el estupor de mis ojos

a tu diminuta silueta agreste

posada en la copa del alto cedro

como una solitaria notita

en un pentagrama de ramas.

 

Pitogüe,

alas de yvaporû

y pecho de amanecer:

No me extraña

el siniestro sortilegio

que te escuece el buche.

Hace una vida

que me llevo en la memoria

el perfil agorero

de tus plumajes

con que vientres exasperados

te tejieron una mortaja

de fuego.

 

Hoy

quisiera acercarme a tus fueros

para recoger tu cuerpo exangüe

y prenderle

una crucecita de guayabo

y una blanca estola

para mi suerte.

 

 

         15

 

¿Oyes, Juan Andrés,

ese divino canto?

Lo sé,

es él,

es él.

Abre las puertas,

abre las ventanas,

que con el aire y la resolana

Dios nos visitará esta siesta.

Quince inviernos

de dolientes clamores

han golpeado en vano

en la calavera de mis entrañas.

Hoy

será distinto.

Hoy, el nunca,

se vestirá de niño.

Francisco José

se llamará él;

Francisca de la Bonanza,

ella.

(Duérmete, mi niño,

duérmete, mi sol,

duérmete, pedazo

de mi corazón.)

 

San Francisco,

pobreza amada

de las avecillas del campo;

Santa Ana,

madre

de los besos fecundos:

Haced que en mi pecho

nazca, por fin, un canto,

un solo canto,

un solo canto persistente,

un solo canto,

un canto

como en coro

y en Belén.

 

 

         16

 

Importa, Benteveo,

que cantes la canción

de tu calvario tempranero.

Canta sin cesar,

canta,

que los cantos son más dulces

cuando más queman

la garganta.

Canta,

o, si quieres,

sueña que cantas

como quien

no quisiera dejar de ver

amaneceres.

 

Yo sé

que no estás solo.

Tu canto suena

a canto nuestro

que si se entona en coro

se agiganta

y nos acerca

unos a otros.

Porque hay rostros,

que sin ser de ave,

y corazones, que sin ser de ave,

añoran como tú,

quisieran amar como tú,

y cantan como tú,

solos,

dolorosamente solos,

como tú.

 

 

         17

 

Mientras doña Florencia

prendiendo ruegos

a los seráficos santos

perdía flores

en el huerto de sus años,

doña Primorosa ha salido a airearse a la plaza

metida muy soñadoramente

en su sillón de hamaca,

resto llorón

de su primera boda.

Entre columpios de mimbre

y abaniqueos de karanda'y,

habla, parla, ríe a dos carrillos,

y narra, sin sonrojarse,

increíbles aventuras

de sus veleidades juveniles.

 

Doce hijos

cuenta y recuenta

doña Primorosa,

doce, digo, que hacen

una abultada providencia

de roe-panes

y roe-vidas,

sin incluir la hacienda

de perros y gatos

que también en la casa

montan su madriguera

de exigencias,

 

-Y qué cara está la vida-

rezonga ella

poniéndose grave

de repente.

 

-A veces

continúa desmelenada-

todo el tétrico jornal

de mi pobre Doroteo

se lleva en el día

un mísero cuarto de queso,

y el cuarto de queso,

las ratas.

 

Doce hijos

cuenta y recuenta

doña Primorosa,

doce, digo, que hacen

un jardín de rosas

con sus espinillas de hambre

y quebrantos de gloria.

 

Mas hoy, muy ufana,

celebra que el siglo veinte

se haya apiadado

de los prolíficos vientres:

La cosecha

de más caritas sucias

ha quedado en vilo

al arreciar las cláusulas

del control de ombligos.

Y ella, emperatriz hogareña,

ha sido terminante

en su resuello:

-Basta,

ha llegado la hora de clausurar

las compuertas

de la industria nacional.

 

 

        

 

 

 

 

 

 

 

ENTONCES, MÁS ALLÁ DEL VIENTO

 

1984

 

 

         ENTONCES,

         MAS ALLA DEL VIENTO

         (1973- 1975)

 

         Qué más quisiera

         si por ese algo que gemí al nacer

         arrojo el corazón

         al fuego.

 

 

 

         1

 

Padre,

que estás en mi cielo,

dame una pandorga

a ver

si te alcanzo.

 

Padre,

que estás en mi suelo,

dame pico y pala

a ver

si te desentierro.

 

Padre mío.

 

 

         2

 

Qué decir al fin.

cuando el VERBO está ahí

presente pero lejano,

claro pero imposible.

 

Qué decir al fin

Cuando gastamos la última pavesa de lengua

en la seguridad de que nada trasciende

más allá de la epidermis,

más allá de la angustia que ponemos

en cada arista y canto.

 

Qué decir al fin.

Pero cómo no decirlo.

Los ojos se entumecen mirando a otros.

Las manos buscan las manos de los otros.

El corazón reposa en el corazón del otro.

 

Asimismo,

cómo decirlo

cuando en la confusión multitudinaria

el palabreo no deja de clamar por el silencio,

el olvido no deja de mendigar recuerdos

y la soledad no deja de ansiar compañía.

 

Sin embargo,

es preciso decirlo.

Es preciso acercar a los sedientos labios locos

del desierto

un surtidor de agua,

un vaso de agua,

unas gotas de agua,

o, acaso, una ilusión simplemente

de agua.     

 

 

         3

 

Payaso de goma, maniquí de los vientos,

entre mil cruces de fuego a granel

siempre.

 

-Fuego a babor.

(Abunda la leche

y se estropean los zapatos.)

 

-Fuego a estribor.

(Ranchos derruidos,

palacios reconstruidos.)

 

¿Qué pasa ahí

que desoyen la consigna?

-No insista. Esos se están rascando,

están locos, están borrachos, están muertos.

- Que los demás redoblen.

 

Y el socorrido arlequín

cae, se desmorona, se derrumba

-dale la rumba-,

pero, al instante,

se recompone, se afeita,

ensaya al espejo una sonrisa

hasta reír de veras,

hasta entristecerse, hasta llorar,

para recomenzar el ciclo,

el siglo de cada vida.

 

Pobre payaso de goma,

maniquí de los vientos,

de los céfiros,

de los huracanes.

 

 

         4

 

Sonríes

Sonreímos.

Somos de la misma estirpe

Invencible.

 

Hasta el punto que podemos notar todavía

una radiación inmaculada

en cada naranjo en flor,

o sonrojarnos cuando la fortuna

nos tiende sus arrumacos

en el corazón de una madre,

en la candidez de un niño

o en las buenas tardes

que nos deseamos los amigos.

 

Somos así

de invencibles.

¿Podrá la muerte amortajarnos, acaso,

la sonrisa aprendida?

 

 

         5

 

         mientras mis hijos juegan en la arena

 

Preñados de tierra partimos

como saetas enloquecidas

desde el arco de la tierra

para derrumbarnos exhaustos

o más aquí o más allá

en lo profundo

de sus mismas gredas.

 

En tanto,

al surcar el mundo radiante

del trigal del sol,

vamos alumbrando en cada jadeo

y a nuestra imagen y semejanza

polvillos de sangre

para que no quede deshabitada

la tierra.

 

Tierra.

La vieja tierra

que tras estrangulada

por nuestras propias manos

hubiéramos querido redescubrirla

menos solitaria,

menos desnuda,

menos absurda y ridícula,

donde a la misma cena

acudan todas las hambres,

donde a la misma fiesta

concurran todas las soledades,

y nunca las mismas quejas decapitadas,

nunca las mismas angustias desguarnecidas,

nunca los mismos llantos desposeídos.

 

Preñados de tierra

partimos

de la tierra a sus gredas.

Al menos si por un momento

los frutos en agraz de nuestras entrañas

supieran enredarse en la constelación

de las lejanas estrellas

para cobrarse en arrullos de vida

lo que gastamos nosotros

en sueños

de sangre.

 

 

         6

 

Por qué gritar

cuando precisamente no querríamos

que nos estalle la bomba de tiempo

al ras del vino y de los cantos.

Por qué soñar

cuando exactamente no quisiéramos

que se nos agote la sonrisa

en botecitos de papel a la deriva.

Por qué echar a rodar la sangre

del único amor y de la única esperanza

difícilmente sostenida.

 

Por qué...

Por qué...

Vienen, saltan las preguntas, unas tras otras,

desbocadas,

un sinnúmero de preguntas, sempiternas, capitales,

multitud de preguntas, pálidas, dulces, negras,

vergonzosas,

tantas como astros hay en el firmamento, tantas, tantas,

que, mientras nos medicamos un antálgico

o acicalamos un Apolo,

apenas nos quedan tiempo y aliento para clamar:

Tú lo sabes, Señor.

 

 

         7

 

rascacielos rascalomos rasquetas

ráscame siglo veinte

ráscame el tedio de mi cansancio

ráscame lotería mi miseria

ráscame pobreza mi riqueza

rasco rascas rascamos

piel garganta huesos

ráscame tierra con tus guitarras

o con tus malvas

ráscame rascadora rata

el pensamiento

el tufo del deseo

el moho de los sueños

hasta que aligerado

hecho una leve pluma

una apacible brisa

ascienda a las alturas

donde ya no cuentan

las uñas

migajas

de terciopelo.

 

 

         8

 

Qué más quisiera

si acerco el corazón

al sueño que más duele.

 

Qué más quisiera

si acerco el corazón

a ganar alondras en las praderas verdes

aunque me picoteen las ansias

de puro miedo.

 

Qué más quisiera

si por ese algo que gemí al nacer

arrojo el corazón

al fuego.

 

Qué más quisiera.

 

 

 

 

AUSENCIAS

 

(1976-1977)

 

         Más allá del tiempo,

         de las cenizas,

         de las dunas,

         sonríe piadosamente

         Dios.

 

 

         VUELVO SOBRE MIS PASOS

 

a granel.

Chorreo hacia mí mismo

como torbellino sobre su polvo

o tordo sobre sus huesos.

 

Todo está igual

al centímetro redondo.

Los mismo recuerdos

de todo aquel mundo claro que pudo haber sido

y no fue,

aderezan mi almuerzo.

 

Acaso estas calles que recorro

se han ensanchado con los mil desconciertos

apilados en sus ijares,

pero sus lomos no han baleado aún al jinete

que los sepa montar.

 

Todo está igual

al centímetro domesticado.

Las mismas voces aprendidas, los mismos versos,

las mismas ansias,

siguen dando

a eternidad.

 

 

         DE PUNTILLAS EL CORAZÓN,

 

me acerco a tu retrato

para que me estalle en la mano,

como en un amanecer de lapachos en flor,

el cáliz de tu presencia huidiza.

 

Es medianoche.

Silencio de estrellas inasibles.

Como beso furtivo,

como felpas de gato al acecho,

arrimo mi aliento a tu leño

para que se haga tu rostro y me ilumine.

 

A solas,

a medianoche,

tú y mi vigilia.

No importa que ayer

te haya estado esperando

irremediablemente mañana.

No importa que hoy te esté velando

como al ser que más he querido.

 

Aunque el deseo se me impacienta,

de puntillas el corazón,

suavemente para que no te me sorprendas,

me acerco a tu imagen durmiente

para asirte y abrazarte

en el instante mismo en que el nuevo día

nos descubra juntos

posando ante las mismas cámaras,

comulgando el rocío de la misma alborada,

el aroma de las mismas rosas

y la inmensidad en el alma

de la misma oración de gracias.

 

 

 

         HABLEMOS, YO, MI GRAN AMIGO AUSENTE.

 

Quiero estar conmigo un minuto de eternidad,

no como al espejo, retratista

de máscaras coloreadas,

sí como aquel pensamiento en gestación

que en el arco perfecto de una cita memorial

lograra al fin ganarse a sí mismo.

Sentados ambos

en pleno poyo alquilado al destiempo,

juguemos a resarcirnos de la inmensidad confusa

que nos mantenía distintos

como dos acordes disonantes

que salieran a un tiempo

de las mismas cuerdas vocales.

Reservémonos este instante

que acaso sea el único tentáculo

donde nuestras dos líneas, delgadas,

tensas hasta el paroxismo,

se estrechen la mano fraternalmente.

 

Charlemos, YO, mi gran ausencia desolada.

Apresurémonos a descifrarnos

el rompecabezas de nuestra adulta segregación

como dos espíritus simples

que se reencontraran de pronto

tizones de la misma tragedia.

Disculpémonos el atraso

de nuestro hallazgo recíproco,

y, antes del definitivo adiós,

labremos en acta el testimonio

de que alguna vez,

antes de nuestra separación de cuerpo y bienes,

fuimos, YO, ÚNICO Y SOLO.

 

 

 

         POBLADAS ESTÁN LAS AUSENCIAS,

 

abrumadas las huellas sin regreso, las tardes

sin futuro.

Atestadas están las palabras,

uncida la resignación al tuétano,

asilados los silencios.

 

Colmados están los quirófanos,

los charcales sin techo,

henchida de oropéndolas la miseria abisal;

repleto el cupo de las ansiedades mínimas,

aterido el amor desnudo

en piélagos de luna muerta.

 

Saturadas están las tribunas patriarcales,

atiborradas las necrópolis enmohecidas,

atosigados los ríos, la luz, el aire, el polvo,

habitada la inteligencia fatua.

 

Apiñados los surcos desolados

y mullida la soledad,

¿quién tendrá estómago para oír orejas?

 

Dios:

De qué costillas es esta multitud

cuando sacar Adanes y Evas

de unas simples tripas en desconcierto

es pedir buena cosecha

de peras

al olmo.

 

 

 

         TENUEMENTE LIBRE

 

deshago los frisos de mi andar.

 

Esta tierra, con sus bocazas de lagarto,

es una charca donde empozan fácilmente

las lunas y las estrellas sus policromías

fílmicas

pero muy sensibles al turbión de una pluma

de viento.

 

Tenuemente.

No hay otra manera para los instantes furtivos

y poder quebrar la plombagina

de los mismos únicos caminos

que se atosigan dócilmente

de distancias y de brumas.

Escurrirse como filigranas de agua

por entre las fisuras de una roca

que nunca es tal sino en la conciencia

en trance de derrota.

 

A pesar de todos y de mí mismo,

de la estereotipia de mi historia

y de las lapidarias circunstancias,

ser yo mismo más yo y menos los otros,

menos una porción de tristezas

y un haz de miradas lejanas,

ser más yo,

como un ave que busca

ser tan sólo esto: ave.

 

 

 

         EL TIEMPO ES EL AIRE LEVE E INASIBLE

 

que alguna vez nos devuelve

nuestras cenizas.

 

El tiempo. Un camello ágil e incansable

que nos lleva a cruzar el desierto

para dejarnos fondeados en las dunas.

 

Tiempo.

Aire.

Camello.

Dunas.

 

Sin embargo, el tiempo,

revolucionario sin cronómetro,

tiene pies, ruedas, propulsiones a chorro,

y nos devolverá,

como lirios que estallan en un cardal,

en el rostro de nuestros hijos.

 

Más allá del tiempo,

de las cenizas, de las dunas,

sonríe piadosamente

Dios.

 

 

 

 

AQUI Y AHORA 

 

(1978- 1983)

 

         Necesariamente ha de volver

         su transparencia

         cuando se conserva la cuya limpia

         y tibio el lecho dormido.

 

 

         HEME AQUÍ Y AHORA

 

Heme aquí y ahora

todo.

Análisis total.

Heme aquí y ahora

nada.

Síntesis final.

 

Heme aquí

robustos músculos de lapacho.

Desde siempre.

Heme aquí

tristeza en otoño.

Desde luego.

 

 

 

         SÉ QUE TODO SE HA DICHO

 

Sé que se han dicho tantas cosas

sobre tantas.

Minuciosamente.

Torrencialmente.

 

Sé que todo se ha dicho

solemne y serenamente,

y hasta en bromas,

por si acaso.

 

Ahí están mis pruebas:

Las palabras que suenan comas

porque no suenan puntos.

Ahí están mis testigos:

Los actos que, vacuos, andan siglos,

y, firmes, no enhebran un ojo.

Ahí están mis amigos:

Los silencios, cifrados en clave perezosa,

proyectos cadavéricos

para posibles futuros ilesos.

 

Todo está fraguado

de todas las maneras posibles.

Todo está consumado

de cualquier modo imposible.

 

Porque si amo,

he amado y ya no amaré.

Porque si muero,

he muerto y ya no moriré.

 

Sin embargo,

aquí, allá,

nadie ha notado nada,

ni en una lágrima ni en una sonrisa.

Nadie ha movido de lugar

una sola letra de una palabrota siquiera.

 

En fin,

nada ha sucedido

ni sucederá.

Y estamos en paz

Y muy contentos.

 

 

 

         CUÁNTO DOLOR

 

Cuánto dolor

me reconstruye cada día

y no acabo de consentirlo.

 

Cuánto dolor me fortifica,

y lo lloro

y lo maldigo.

 

Cuánto dolor sin tiempo

para endilgarles un cabezal

a las horas exactas de la alegría.

 

Cuánto dolor magnánimo

que abrirá mis entrañas

a las praderas de las aves y de los lirios.

 

Cuánto dolor bendito,

como cuando me dueles tú,

y lo lamento.

 

 

 

 

         SIGLO XX

 

Lobos

tragándose guitarras.

 

Monstruos

acicalándose los labios

con carmines

de sangre humana

Y ser Job,

la paciencia empotrada

en cruz.

 

Y ser cordero,

el pecado capital

de los sacrificios.

 

 

 

 

         TAL PARA TAN

 

En fin

tal y tan somos

piel sombrero

en trompos de guayabo

tal y tan somos

risa a tientas

corazón a cuestas

 

 

En fin

tal somos

cabellos pies muecas

en horrible desparpajo

tan somos

moscardones en bocas abiertas.

 

En fin

tal para tan

tan para tal

en trompos de guayabo.

 

 

 

         MUNDO - HOMBRE

 

El mundo gira y gira

chirriando su hambre seca.

El hombre es su aceite esencial,

el carburante, la leche.

 

Aquél, la especie intacta,

metálica.

Este, diminuto salvador,

la savia mortal,

la vida.

 

 

 

         BORRADOR AUTOBIOGRÁFICO

 

ESTE soy yo,

una manera cualquiera de labrar existencia

en la panorámica forma

que pueden acuñar

el humo, al aire, el polvo.

 

ESTO soy yo,

masa informe modelada a los acordes

de bochornos y melopeas

en desconcertante jeroglífico,

pero generalmente

servida a la minuta.

 

ESTE, ESTO o esta multitud

-qué importa-

soy yo, que ya no seré exactamente igual

a mis cuarenta y tres vidas

puntualmente descorridas ante todo el nunca,

lechuza vigilante;

ante todo el siempre,

campanas de iglesia.

 

Sobre todo,

este chisporroteo soy yo,

soy yo esta pavesa de cigarro

arrebatada un momento

al pudor de las estrellas

y que se aviva providencialmente

en la paciente sinfonía

de cada amanecer.

 

 

 

 

SAVIA CAMINANTE

 

1989

 

         Será más fuerte el lapacho

         que hemos crecido

         cantando

         para más

         tarde.

 

 

         ALFA

 

Esta tierra

de surcos en arrebol

es buena.

He decidido que sea buena

con sólo las ansias germinales

que restan

de los tiempos del no llover.

Urge perder menos,

como en la fatiga prudencia de las canas,

y ganar más,

como en los sueños niños.

 

Aquí, donde los deseos

blanquean la noche

como paños en un sembradío de cruces,

echaré mis raíces,

la añeja esperanza

forjada en el crisol tempranero

de los gemidos.

Me sobran manos de dolor

para destroncar espinos.

Me restan lágrimas de amor

para sonrojar soledades.

 

Escudriñaré los boquerones del día

a sangre y uña,

y a sangre y sed

apuraré su cáliz

hasta que la lengua del cansancio

me enseñe el reverso esencial del mundo

que chisporrotea apenas

en el fondo de las cosas.

 

Al final,

cuando se arrellane la noche

en el banquillo de las sentencias,

ya no me quedarán fuerzas

para rayar de nuevo

la irreconocible oración del olvido.

Entonces reposaré pacífico,

por vez primera,

sobre las ascuas

de una sonrisa no violada.

 

 

         CANTINELA

 

Una cigarra de hambre

el hombre,

una cigarra.

Tarde imposible

de dormir.

 

Una guitarra de hambre

el hombre,

una guitarra.

Cantinela imposible

de callar.

 

Una cimitarra de hambre

el hombre,

una cimitarra.

Y sin embargo

no ha llegado el tiempo

de decir: al fin.

 

 

 

 

         EL ÁRBOL DE LA CUNA

 

Se nos está cayendo

el árbol de la cuna

-Llora, niño, llora.

 

Y por el hueco que le ha nacido

asoman

unos negros brazos de

póra.

-Tiembla, hombre, tiembla.

 

Entre recuerdos viejos y sueños niños,

las llegadas en cruz

del delirio.

-Sálvanos, Señor, sálvanos.

 

 

 

         NUNCA TARDE

 

Nunca tarde

para cantarte,

Villa Rica.

 

Nunca el rocío en tu flor

dejará de alumbrarme.

Nunca la turba del olvido

poblará mi garganta.

 

Si canto,

tú me estás cantando,

si sueño,

tú me estás soñando.

Y si muero,

tú me estarás velando.

 

 

 

         RETRATO

 

El toro salta, brama, embiste

furiosamente.

El mono baila, ráscase y gasta sus monerías

como de costumbre.

El tigre atisba en la jungla

a sus víctimas solapadas.

Las hormigas economizan la muerte

de sus hormigas.

El perro festeja al amo después de la última

reprimenda.

El cuervo blanquea la cosecha de sus zancarrones

del día.

El caballo monta la arisca veleidad

de su jinete.

El borrico carga ciegamente la inercia

de sus coces.

 

Y el hombre arroja todos los perdigones de su herrajería

contra el espejo que lo retrata y se hace trizas,

pega una vuelta,

se arregla la corbata, se peina

y avanza civilizadamente.

El hombre.

 

 

 

         JAURÍA

 

Monta el hombre su carro de abasto.

Lo monta.

Y vomita lastrones por sus ijares

de animal redomado.

Los vomita.

Tortícolis en ciencias y cultura

su cuello almidonado.

Tortícolis.

 

¿Dónde habrá quimeras que lo apacienten?

¿Será el relente su próxima pista de aterrizaje?

Piel dura de escarabajo,

piel de barro cocido,

caja de guitarra olvidada,

caja de resonancias

que retumba y sólo retumba

el eco levantado

de su cadáver.

 

 

         SILENCIO

 

Silencio.

Todo es

silencio,

Las lenguas se han detenido

en la punta de su fuego-juego.

 

De los profetas

sólo ha quedado el molesto

polvo de sus calcañares.

Y de los poetas

-ay los poetas-

sólo pulula-pústula el ocio

de sus pesados galardones

y versos de viento.

 

Pero entonces, al fin,

¿donde está la palabra-voz-clamante

que despierte al mudo al mundo

y resucite al sordo

de sus ascuas dormidas?

 

También ella,

primorosamente ausente,

exiliada en sus santas letras,

ha ido a prostituirse

en las esquinas

de más venta.

 

Todas las lenguas se han detenido

en la punta de su muerte.

Silencio,

por favor,

silencio.

 

 

 

         TODAVÍA

 

Un desmoronarse antiguo,

como en cámara lenta,

y no tocar fondo

todavía.

 

Un besar largo y ardiente

pero sólo labios

que ya se han ido.

 

Un almorzarse desmemoriadamente,

totalmente,

la propia vida

y esperar algo más

de su pan

y de su vino

todavía.

 

 

 

 

 

         BALADA EN JUEVES SANTO

 

         "Amaos los unos a los otros

         como yo os he amado".

 

Enfermos

pero no

de aire

ni de frío

precisamente.

 

Por no tener que mendigar trigo

en las esquinas panaderas.

Por no tener que tiritar aullidos de perro a nadie

desde el suelo.

Por no tener que almacenar polvo, mugre y uñas

donde desovar la heroica última olla

de siempre.

 

Enfermos

pero no

de aire

ni de frío

precisamente

 

Por no tener que ser ajusticiados una y otra vez

en los arcaicos patíbulos de cada día.

 

Por no tener que ser vilipendiados en las calles

por exhibir nostalgias en el luto de las pupilas.

Por no tener que tender la vida en la mano

y sostener su suerte hasta la próxima ventolina.

 

Enfermos

de verdad

por todo lo que nos sobra.

 

Y enfermos

sin piedad

por todo lo que no nos hizo falta

nunca,

nunca jamás.

 

 

 

         LLUVIA PASCUAL

 

Lluvia. Benéfico tonel

de agua y sueños gondoleros.

Ríos que se yerguen y pasean

de mano con los barquichuelos.

 

La tierra ha quedado hecha

tendal de aromas al viento.

Zumos de paz mullen la almohada

y la llenan de recuerdos.

 

Muy luego, Noé nos pinta su arca

atestada de niños buenos:

aquellos que alguna vez fuimos,

y éstos que hoy nos albean los pensamientos.

 

 

 

         POR ESAS MÍNIMAS COSAS

 

Por esas mínimas

cosas,

que edifican nuestro rostro insobornable

desde la mohosa opacidad

de cada día.

 

Por esas mínimas

cosas

indefinibles

inasibles

que se nos infiltran por los poros

para ir a modelarlos desde el balcón íntimo.

 

Por esas mínimas

cosas

por tantas y por todas

que templan nuestra lira,

sonamos a lo que somos:

cuerdas que arpegian una oda

o lágrimas que riman

una elegía.

 

 

 

         EL PENSAMIENTO

 

El pensamiento

finísimo hilo

de salvamento

se alarga se acorta

se ahueca se dobla

el pensamiento

 

El pensamiento

rueda chueca

de nostalgias

gira delira

vomita sus vértigos

el pensamiento.

 

El pensamiento

andrajo cósmico

tragicómico

también se agota

estornuda jadea hipa

agoniza y muere

también el pensamiento.

 

 

 

 

PORQUE TENGA NOMBRE

LO QUERIDO

 

1993

 

         A Ramiro Domínguez,

         maestro, amigo.

 

 

         PORQUE TENGA NOMBRE

         LO QUERIDO

 

Qué dulce el temor

del deber

cumplido.

Qué regio el rubor

del dolor

sorbo a sorbo

esculpido.

 

Cuánta vida

cuando el amor

ha hecho de la esperanza

su nido.

Cuánta sangre al ras

del pavor

porque tenga nombre

lo querido.

 

 

         AMOR

 

No tanto solo.

También tu risa.

Por eso, amor,

Vivo.

 

No tanta tierra.

También cielo.

Por eso, amor,

Sueño.

 

No tanta muerte.

También vida.

Por eso, amor, eres

poesía.

 

 

 

         SOPÓRTATE

 

Sopórtate

el lampiño que eres.

Amén.

 

Sopórtate

el lapacho que floreces.

Amén.

 

Sopórtate

el dolor que te escuece.

Amén.

 

Sopórtate

el sueño que te sueña.

Amén.

 

Sopórtate

la espuma que te esfuma.

Amén.

 

 

 

         SAN PUEBLO

 

San pueblo

Pedro Pablo

en el polvo

del diablo.

 

San pobre pueblo bueno

pobres huesos descamisados

con su pan a cuestas

con sus sueños

con su Dios encadenado.

 

San mísero pueblo digno

cargando sobre sus espaldas

sólo loas y palmas

de jerarcas y arzobispos.

 

San rico pueblo pobre

con altas dietas

de senadores

y diputados

pero sin diputados

ni senadores.

 

San pobre

pueblo inmenso

a contramano

a contrapelo

de contrabando.

 

San pobre pueblo

Pedro Pablo

en el polvo

del diablo.

 

 

 

         NOCTURNO

 

Luna clara

desde el cerro.

Ángeles sin miedo

en los tejados.

 

Los luisones despiertan

apagados.

 

Y la sangre se mece

en sus sueños

de antaño.

 

Esta noche cantará el alba

su serenata desvelada.

Y el alma apacentará

en el pasto del rocío

su rebaño

de eternidades.

 

 

         ABRACADABRA

 

Tiempo de las

palabras y de las

palabras.

Tiempo del eco robusto

que sube de las canteras

abandonadas.

 

Facundia

de autómatas

como facones.

Enjundia

de dioses de teatro

en los calzones.

 

Hablantes estentóreos

sin hombres,

nombres como calaveras

en sus pronombres.

 

Tiempo de las letras

que se acercan

y se entibian

doradamente muertas.

Tiempo del verbo

que quiso ser

y se ha vuelto sólo

viento, ventarrón,

tormenta.

 

 

 

         INFANTICIDIO

 

         "Dios mío, Dios mío,

         ¿por qué me has abandonado?"

         Mat., XXVII, 46.

 

Han dejado morir

a un niño.

-Nuestro futuro hombre

ha sido vilipendiado.

 

Han dejado morir

a mil niños.

-Nuestra futura ciudad

ha subido a su calvario.

 

Han dejado morir

a un millón de niños.

-Nuestro futuro continente

agoniza en su espanto.

 

Han dejado morir

a millones de niños.

-Nuestro futuro planeta

tiembla, muere.

Todo está consumado.

 

 

 

         MAYO Y EL RÍO

 

Sube el agua

del río.

Desenróscase

el estribillo

de las ranas

y de los póras

en delirio.

 

Sube la esperanza gota a gota,

sube a las azoteas hasta el cuello,

sube el frío de las ollas destetadas,

sube el frío de las lucientes desnudeces

amoratadas.

 

Sube el agua

del río,

sube.

Sube el Cristo

de los padrenuestros en estampida,

sube -ay- el iceberg del derrumbe

a la deriva,

y con él, el desvelado grito

que aún no ha hallado playa alguna

que lo apacigüe,

lo vuelva manso

como al alcance

de los jazmines.

 

Sube el agua

del río.

Sube

al infinito.

 

 

         DUENDECITA

 

         A mi nieta Verónica María Noemí.

 

Mi duendecita,

bucles de horizonte:

Anda, ven,

por qué te me escondes.

 

Me naciste

un día

tierna flor

de ósculo

perdido.

Me llegaste a tiempo

de arracimar

delirios.

 

Ya no soy yo,

jinetuela,

cuando se ariscan

tus espuelitas

en mi piel.

 

Ya no soy yo,

pastorcita,

cuando apacientas

azules cielos

en tus ojos

de miel.

 

Mi duendecita,

rizos de asombro:

Juntos tú y yo

ya no somos

sino

alas que parten

felices hacia arriba,

hasta nunca,

hasta el sol.

 

 

 

         ECOCIDIO

 

El hombre mata

y muere

y cae en la tierra.

 

La tierra mata

y muere

y cae en el agua.

 

El agua mata

y muere

y sube a las nubes.

 

Las nubes matan

y mueren

y se diluyen en las galaxias.

 

Ave Caesar,

morituri te salutant!

 

 

 

         INSTANTE

 

Lomas y valles,

colinas y cerros,

y en medio el cencerro

del asombro constante.

 

Duerme la tierra,

pero está húmeda.

Sueña la luna,

pero está despierta.

 

(Manú se arregla

las penas

a punto

de poemas.)

 

Ya corren

lomas y valles,

ya saltan

colinas y cerros,

y en mis ojos

el lucero

tensándose todavía

sobre fusiles

al hombro.

 

 

 

 

 

 

 

CUANDO ES PRECISO

QUE LA NOMBRE

 

2000

 

         I

 

Ya somos lo que fuimos.

Blanco.

Ya somos los que seremos.

Negro.

 

 

         PÓRTICO

 

         "Nuestras vidas son los ríos

         que van a dar a la mar,

         que es morir... "

 

         Jorge Manrique

 

Hay un río

que todavía nos traspasa.

El eco antiguo

de sus aguas

bulle tranquilo

dentro de la casa.

 

Es como un hilo

que se anuda y se desata,

según columpien los vientos

la hamaca,

la de la tarde

y la mañana.

 

Adonde corre el río,

allá va la esperanza.

 

Qué suave este diluirse,

como en sueños, en calma,

en lo que nos está sangrando

inmemorialmente

dentro de la casa.

 

 

 

 

 

 

 

          AGONÍA HASTA EL ALBA

 

Pobres huesos, desnudos costillares

que crujen en la más atroz empresa.

Llueve sobre el mojón de su entereza

de cal la ciega lucha de dos mares.

 

Cuando Thánatos llena sus altares

con efluvios de lutos y pavesa,

y adoba las cervices en su mesa,

Eros lanza sus dardos estelares.

 

Incesantes batallas se suceden

entre ciclópeas fuerzas en porfía

por los arenales sin escapatoria.

 

Ambos a uno embisten, retroceden.

Sube de punto el himno o la elegía.

¿Para quién será el cetro de la gloria?

 

 

 

         GETSEMANÍ

 

         "Padre, si es posible,

         aparta de mí este cáliz..."

 

Empantanarse en un callejón sin salida

ignorando si se llegará alguna vez

o si se volverá nunca a alguna parte.

 

Perderse en la oscuridad más espesa,

solo, solo, sin ningún astro amigo,

sin una luciérnaga afectuosa.

 

Un comerse el alma misma

por no tener con qué sostener

el aire en vilo.

 

Un no saber cuándo llegará el final,

lo que sea,

o dónde el hablar o el callar dicen y no dicen lo mismo

y donde lo mismo es imposible huir

hacia la vida o hacia la muerte.

 

Getsemaní. Un instante. Una eternidad.

Un huerto de transpirar sangre

instalado en el punto exacto y horroroso

donde se entrecruzan las líneas rotundas

del ser y del no ser,

del silencio y de la palabra,

del abrigo y de la desnudez,

de la locura y de la cordura,

de la soledad y de la compañía,

de la vida y de la muerte.

¿A dónde va el hombre, Dios?

¿Realmente tras de Ti?

 

 

 

         JUEGO CABALÍSTICO

 

Cabalísticos signos,

apiñados, crujientes,

se entroncan en las vértebras.

 

El transido corazón,

la mollera con crespones,

parecieran tenazas de miedo

y angustia.

 

Pero, ¿de qué conversan

las hojas que mueve el viento?

¿Qué historia arrastra en su pudor

esta mañana clara que huele a jazmines?

 

Ya somos lo que fuimos.

Blanco.

Ya somos lo que seremos.

Negro.

 

Es tarde.

Y es cosa de mañanas

convertir los signos cabalísticos

en flores.

 

 

 

         TANTAS VECES TANTAS COSAS

 

Tantas veces tantas cosas

en un día, en un minuto, en un segundo.

Cuánto adiós en cada atardecer

y en cada atardecer gemebundo

preguntar por Dios tantas veces

y preguntarle tantas cosas

como mísero limosnero trotamundos

que no cae ni se rinde

sino a la hora de la muerte en punto.

 

Siempre Dios, otra vez Dios tantas veces,

pequeño, mediano o grande a la medida

de nuestros tantos delirios,

pero irremediablemente Dios

cuando han fallado todas las pócimas bendecidas

y todas las fiabilidades infalibles

de los "te quiero", de los "por ti me muero"

y de los "te juro por la madre mía".

 

Siempre Dios, del derecho y del revés,

aunque ya no haya lágrimas que brillen

ni ojos que miren de frente.

Desesperadamente Dios a la deriva.

 

Porque tantas veces tantas cosas suceden

en un día, en un minuto, en un segundo.

O porque, sencillamente,

tantas veces tantas cosas,

en un día en un minuto, en un segundo,

no acontecen nunca.

Nunca.

 

 

 

         BRIZNA

 

Sin duda,

he andado.

Me dicen los astros que clarean la noche.

Me gritan los grillos que revuelven la casa.

Me cantan los pájaros, las mariposas, los lirios.

 

Amé y fui amado.

Soñé y fui soñado.

Qué más quisiera.

 

Hoy sólo llevo puesto lo poco

que se precisa para emprender

el viaje de los viajes.

Cada vez estoy más a punto,

más desnudo, más ligero,

para ocupar mi sitio definitivo,

como brizna de llanto

en la búsqueda de su perfil

en un pañuelo.

 

 

 

 

 

         EN PENUMBRAS

 

Henos aquí

clavicordios olvidados

en un maremagno

de sofocones de destierro

acumulado.

 

Henos aquí

como pinceladas

de pintor surrealista

-despedazados-:

 

Fiebre en la frente junto a la cocina.

Y en el patio,

ojos en lontananza, brisas a ramalazos.

Allá, brazos clamando al cielo,

y, más allá, los pies bien clavados en el barro.

 

Henos aquí

lívidas luciérnagas en la noche de un lago

de playas columbradas en la loca fantasía,

pero cuyo fondo sabemos que existe

y que de a poco nos está tragando.

 

Henos aquí

copa llena de espasmos,

pura estera de angustias y esperanzas,

un tedioso bostezo de repeticiones huecas,

puntos suspensivos hambreados

en cada rosa de amanecer

deshojado.

 

Henos aquí todos

en un apretado círculo cerrado

y en penumbras.

Y en penumbras Dios

aún

más desolado.

 

 

 

         ELEGÍA

 

         A mi entrañable amigo, Chinoly

 

Soy un árbol crecido

cuyos leños

ya han convocado

al fuego.

He anidado en mis ramas,

es cierto,

el canto de los pájaros,

el último y primero,

el rocío fresco de las madrugadas

y la aromada brisa

de mil serenatas angustiadas.

 

No digo que hoy

mis cantos hayan llegado a su fin.

Anuncio simplemente

que mis quebrantos

ya no son de esta carne.

 

Es necesario que así sea

para que los otros, mis amigos,

que aprietan filas detrás de mí,

tengan la certeza

de que para ir de la vida a la vida,

primero hay que morir,

hundirse en la tierra fértil,

como las semillas,

de pie,

pero morir.

 

 

 

         LA CARTA NO ESCRITA

 

Las letras de esta carta que no he escrito

están intactas dentro de mi ser,

Mojadas por el tiempo aún infinito

 

-el tiempo de pensar y padecer-,

sangran la angustia de saltar amarras

y arbolar velas al amanecer.

 

Son cuerdas contenidas de guitarras,

gritos, clamores en compás de espera.

Tiene voz que no se oye, tienen garras

 

dormidas al sopor de la mancera.

Pero, ahí están, hiriéndome profundo,

doliendo como duele una quimera.

 

Si abrieran mis venas y hacia el mundo

emergieran, ¿habría algún oído

que sopese el calor de su rotundo

 

decir, sentir, llorar, sobre un olvido

de palabras que en ancho desierto

se volvieron blasón destituido?

 

Me pregunto si habrá un portal abierto

para el ser todavía relegado

por las máquinas turbias de ese huerto,

 

donde no cuenta lo que se ha ganado

sobre hombros de amor y humanidad,

sino lo que mercando se ha apilado

 

a sangre y fuego de modernidad.

Si así no fuere, Dios, lo que yo he escrito

lo que sí he vislumbrado en mi verdad,

bien escrito está y bien también proscrito.

 

 

 

         BALCÓN

 

Trepado a mi balcón por un momento

me contemplo a mí mismo desde adentro.

 

¿He subido quizá un peldaño arriba

o lo de arriba se me vino encima?

 

Lo sabe mi balcón que me responde

cuando mira de frente el horizonte.

 

Tomados de las manos, cuántos remos

Naufragamos, enhiestos, mar adentro.

 

Cuántas veces, muy juntos, sollozamos

por las aves que un día nos amaron.

 

Trepado hasta mí mismo, este momento,

contemplo a mi balcón desde muy adentro.

 

 

 

         MÁS ALLÁ

 

El alma tiene rincones

donde guarda sus amores

y su pesar.

 

Los amores son heridas

que dan calor a la vida

al pasar.

 

La vida es pleno soñar

que nos alimenta el ansia

de hundirnos más allá,

más allá,

en lo esencial.

 

 

 

         AGENDA

 

Abramos de par en par las puertas,

las ventanas,

tanto tiempo clausuradas.

Que entre el fresco de la noche

a la alcoba.

Tras sus cristales

hay un mundo mágico

que susurra y se delata.

Tiene la escultura huidiza

de la luna y el pudor

de una virgen olvidada.

 

Pero está ahí, persiguiéndonos

con la porfiada entereza de los vencedores.

Cuidado, no lo pises, mueve tus zapatos.

Endereza tu esqueleto encorvado

cada vez que toca tierra y se embarra.

Te recuerda tu nombre cuando lo tienes olvidado

y te recuerda que vives cuando mueres.

 

Abramos de par en par las venas.

En cualquier momento, por entre las grietas

del fatigado pensar, asomará su rostro.

Entonces, asombrados, diremos: Has venido.

Y los recibiremos con pompas y gritos de alegría.

Después, muy ufanos, pegaremos una vuelta

e iremos a dormir, como nunca, tranquilos,

satisfechos de la vida.

 

 

 

         MI NOMBRE ES DE GUERRA

 

Mi nombre es

de guerra.

Mi nombre es

de los que no arrían

al atardecer

la bandera.

 

No importa caerse,

besar, rotas las líneas,

la tierra,

porque ella fecunda

y es madre

nuestra.

 

Medir cuántas veces

nos hemos levantado

es lo que vale

desde el fondo

acorralado.

 

Morir cada instante

no es morir cada día.

Es simplemente vivir,

como la rosa,

como la aurora,

la vida.

 

 

 

II

 

CUANDO ES PRECISO QUE LA NOMBRE

 

         Hoy sé

         que es como una dulce canción acallada

         pero que seguirá sonando

         más allá del tiempo.

 

         En memoria de mi dulce madre

         que se llamaba Victoria

 

 

         1

 

Cándido

lirio,

silencioso

cirio,

se nos fue

mamá.

Tras

muchos años

de conservar fresca

la sonrisa de papá

envuelta en un pañuelo,

se apagó,

se nos durmió

de tanto soñar.

(Eso de los hijos

qué cosa seria

y formal).

 

Hoy,

muerta para los ojos,

sé que no ha muerto

para los ojos.

 

Hoy,

sepultado su cuerpo

por complicado,

se ha liberado de las salpicaduras

del barro

de arriba

abajo,

 

Hoy es,

por fin,

libre,

suelta la victoriosa

cabellera

al viento indestructible,

totalmente

libre,

con la rotunda desnudez

del cristal transparente

y purísimo.

 

Ya ni reumas

ni calofríos.

Ya ni levantarse

al alba

ni poner a punto

la comida.

Sólo ya

un canto de jilguero

persistente.

Sólo ya

un firmamento de estrellas

que alfombran la vía

de los pies aún

en parturiento trasiego.

 

 

         2

 

Como toda madre,

nos quería a viva muerte,

cortándose las venas,

rasgándose las entrañas

a tajos

en cada desertar,

que era todo el día,

para que cada gota de su ser

sea un pimpollo fresco

cada amanecer,

todo el día,

todo el año,

toda la eternidad.

 

Y también nosotros

la queríamos un mundo,

y los renacuajos, que éramos,

la empapábamos con los chubascos

de nuestras torpes lágrimas,

sangría insulsa

de requiebros impenitentes

y caprichos imposibles.

 

Cuando, al fin,

notamos su ausencia,

los hermanos nos pusimos,

serios, muy serios.

Mis hermanas lloraban

desconsoladamente

su luto.

Yo, sólo entre mí

para que nadie lo notara,

reía-gozaba-lloraba

de felicidad

con mamá,

porque se había vuelto a vestir

su traje auroral de cuna

por vez primera

después de mucho tiempo.

 

 

         3

 

Ya cuando el rocío de la agonía

humedecía las paredes

y enrarecía el aire.

de su franciscano aposento

-a la vista,

su Corazón de Jesús afable,

y su Cristo Crucificado,

cerca-,

me abrazaba a ella

para besarla

en su frente inmensa.

Creía

poder devolverle así

un poco de lo mucho y bueno

que ella me había dado

cuando de pequeño

me arrullaba en sus brazos

gigantescos.

 

Le musitaba

oraciones y salmos al oído,

los mismos que me enseñara a decir,

los mismos

que desde adentro

rezan

por todos

y por mí.

Y ella,

niña obediente,

niña más niña

que todas las niñas,

me las repetía

una y otra vez

santamente.

 

De tanto querernos,

de tanto soñarnos,

se había vuelto

su cuerpo espartano

un pimpollo de recién nacido,

a tal punto que cabía

su amor de Dios

en nuestro regazo.

 

 

         4

 

Yo no sé si los versos de un poeta

llegan a Dios o a ninguna parte.

Yo no sé si su voz es sólo parte

de un brilloso y fugaz cometa

 

que chispea en el rostro del planeta

y se apaga. Mas, me lo dice el arte,

que, si el amor del hombre es baluarte,

el corazón ardiente es quien se inquieta,

 

más aún el de un hijo que ha sentido

el estupor de la madre ausente.

Entonces, aún el llanto no querido

 

se vuelve canto, místico presente

para ese ser que ya invisible

nos ha construido un cielo apacible.

 

 

         5

 

Tú te llamarás

Modesto

y nada más que

Modesto,

me susurraba con arrullos

desde el crepúsculo

de su vientre en sueños.

Y se lo anunció así

solemnemente

al prieto entorno

cuando mi nacimiento.

No sé si designio

del Santoral

o del Bristol,

pero

me llamo

Modesto,

con nada de flores

ni colores,

a pesar de los David,

los Wilson

o los Jonnes

de moda

y a pesar de mí mismo

y de todos.

 

Fue sueño

de mamá

y eso

basta.

 

Hoy

íntimamente me halaga

y se lo agradezco.

Fue siempre dulce escucharlo

desde sus labios de miel,

gárrulo venero. 

 

 

 

 

          6

 

Por qué,

al tocar una rosa,

un espino la cela.

 

Por qué,

al aderezar un poema,

lo abruma la tristeza.

 

Por qué,

cuando más grande es el amor,

tanto más arrecian

los vientos

de la pena.

 

Por qué,

en el sosiego pleno

de la dulce felicidad,

suenan los cristales

rotos de la muerte.

 

 

         7

 

No le gustaban

los poetas,

tal vez por las melenas

de antaño

o sus capas

de murciélago.

 

De poesía

y demás nonadas

-decía-

no me hablen

en casa.

 

Miren quién lo decía

cuando era

toda ella

pura poesía.

 

 

         8

 

Cuando se revolvía

la casa

y se nos ponía

enrevesada,

la única

que guardaba

a pie firme

sus cuatro horcones

y el jardín

era mi madre.

El resto,

los hermanos

e incluso mi padre,

no éramos más que polluelos

que buscábamos asirnos

al calor de sus alas.

 

Sin ella,

qué desasosiego.

Con ella,

noche de sueño tranquilo,

sin póras

ni pomberos.

 

 

         9

 

Cuando la hicimos

abuela,

e irreverentemente

bisabuela,

emergió su estampa

como un frondoso tajy

florecido

a cuyo amparo

nos acogíamos.

Era de ver

su estilo

en manejar muchedumbres

recostadas en su tronco

de armiño.

 

Y pensar que

más de una vez

se desataron mis celos

porque a mi madre

me la quitaban

los nietos.

-No hay derecho,

-me decía a mí mismo

de puro hijo.

Pero, en el fondo,

me enorgullecía

verla

rejuvenecida.

 

Hoy

- lo lamento-,

ya no es

ni madre,

ni abuela,

ni bisabuela,

ni hermana,

ni hija,

ni nieta,

ni bisnieta.

Ya no es

nada de eso,

y, sin embargo,

es, al mismo tiempo,

divinamente arracimado

todo eso.

Y me alegro.

 

 

         10

 

Me vaticinó,

muy en serio,

que sería dentista,

pero nunca,

guitarrero,

trovador

y serenatero.

Y que le daría,

por añadidura,

rozagantes nietos

al puro estilo

de los conejos.

 

Esta mi madre,

traviesa y buena,

como en un libro abierto,

me leía el alma

riendo.

 

 

         11

 

Llueve

mansamente

y se desata como en rizos

un fresco viento

de jazmines.

 

Así las almas buenas

se lavan las penas,

según nos adoctrinaban

las abuelas.

 

Llueve.

Siento que mi madre

me lanza guiños

certeros.

 

 

 

 

INTRODUCCIÓN

(SIETE EN PUNTO)

 

         ...Y pensar que mañana es jueves

         y la tierra nunca será cielo.

 

         ¿Qué me sorprendió de las lecturas de tus poemas? ¿Pequeños o grandes aciertos de forma o de fondo? -Mejor, tal vez el sostenido temple de ánimo que los convoca, y esa tensión -ni ciega ni desesperada-, sino clara, en vigilia, entre cielo y tierra, polos de tu extroyección y ámbitos sonoros de tu limpia vena poética.

         Porque tus poemas no son un juego de abalorios ni escaparate de bazar con sorpresas para el pequeño, mediano y gran consumidor. Son ellos mismos: cosas, entidades nuevas ubicadas con pulso firme en el ápice del pensar-sentir. Y esto me trae a cuento el retintín de lo "original", recetado por las viejas retóricas.

         Una cosa es ser "un original", y otra ser -por derecho de autenticidad- "original". Del primer rango son todos los dandys, los venteadores de la moda o los simplemente inadaptados. Cuánto de mal hacen, entre tantos favores, los modernos medios de comunicación al manipular el arte -y con él la poesía- como un producto más para el consumo, cuantificando su consumición y desvirtuando en todo caso su infranqueable unicidad. Y qué poco hacen aquellos que en arte se suben a las azoteas para girar mejor adonde sople el viento.

         Pero tus poemas son originales por otra vía. Tienen entidad y vida propia. Instauran su propio repertorio de sencillas palabras-temas y las arrojan al mundo de la significación-evocación sin segundas intenciones; como se pone el primer beso, o como se embelesan los niños en su juego.

         Gusto de leerlos. Gusto de tenerlos a mano vibrando todavía como una jaula de pájaros. Asombro de tenerte tanto tiempo a la vuelta de mi casa, y no saber qué cantos tan de veras te llevabas bajo el brazo.

 

 

         Ramiro Domínguez

 

         V R - feb. 72

 

 

 

 

 

PALABRAS EN EL LANZAMIENTO DE

SIETE EN PUNTO

 

         ¿Necesita un poema de otras palabras que las que integran su universo? -Ciertamente que no. Porque en el poema las palabras instauran una constelación semántica difícil de traducir, sino por sus mismas palabras.

         Tal, el caso de SIETE EN PUNTO, del Dr. Modesto Escobar. Poemario cerrado como un cofre sobre los ámbitos de su propia significación. Como la partitura que, una vez ejecutada, sólo admite repetir la ejecución.

         Con ser el primer libro édito de nuestro poeta, en modo alguno esto implica que nos hallemos ante una obra primeriza. Más bien, nos parece el ápice de un silenciado proceso en las formas -como los cantos en el arroyo- han ido puliéndose en largos y sinuosos meandros, hasta adquirir su plenitud redonda y sonora.

         Porque SIETE EN PUNTO no es un poemario disperso; una sarta con los primeros logros de un poeta novel. Es, al contrario, unívoco y uniforme, en su bien medido temple de ánimo, y en su repertorio vocabular; cuyos términos son: el hombre y Dios; yo y el mundo; mi condición de ‘mismidad’ afirmada en su ‘alteridad’.

         Tendidas las coordenadas a su comunicación, el poema se abre en dos secuencias: la primera, más íntima, confidencial, con un religioso desapego de todo y de todos, inclusive de un Dios problematizado y remoto que se confina en ‘el silencio/ ensordecedor y sin nombre’, en ‘la noche/ del bostezo irredimido’. La segunda, más objetiva aunque nunca anecdótica, desanda el camino de las nostalgias por donde el poeta -hombre-niño- se mira mirando las ausencias que le circundan y desahucian de un presente precario.

         Aquí la figura de Daniel -un yuyero de nuestras ‘plazas’ y zaguanes-, cobra, como en pocos poetas en nuestra tierra, la dimensión cabal de un yo-alienado, extroyectado y antiguo, aunque rescatado por el poeta por vía de identificación. ‘A lo lejos/ alguien canta./ - Achicorias. Verbenas./ - Achicorias. Verbenas./ ...Será Daniel./ ¿Será Daniel?/ - Cómo te recuerdo,/ viejo Daniel,/ carita de demonio,/ alma de pobre. Luego, la compulsión de un tiempo desasido llamando a las ventanas: Después/ lo de siempre,/ lo de después./ Porque/ con quedarse sin aliento/ a mitad del camino/-lágrima de pobre/ encendida en impaciencias-/ cómo te recuerdo,/ viejo Daniel,/ carita de demonio,/ alma de pobre./ -

         Viejo y eterno oficio en el hombre, éste de mensurarse convocando sus perdidas dimensiones. Porque, si no, adherido aun presente quebradizo y sin cimientos, sólo cabe constatar -en palabras del poeta-, las latitudes del espanto: ‘Sonreír, morir,/ llorar, reír./ -/ Si hasta los muertos/ ríen/ bajo el frío celo/ de su silencio./ -/ Y llorar/ ¿a quién?/ -/ Si aprendimos a no llorar/ de espanto,/ -/ si aprendimos a cantar/ de espanto,/ -/ si aprendimos a reír/ de espanto,/ -/ si aprendimos hasta a morirnos/ de risa/ en el espanto./ -

         En un país de corta trayectoria literaria, donde a menudo ‘ponerse a la moda’ es sinónimo de autenticidad, qué bien que salgan de vez en cuando voces como las de SIETE EN PUNTO; sin otro punto de apoyo que su propia entidad poética. Y qué bueno que me toque a mí abogar por la buena causa, ya ganada de inicio por quien -a distancia de las corrientes y de los ‘ismos’- supo escandir su ánimo, antes que su verso.

 

         Ramiro Domínguez

         V R - Jul .13 - 72

 

 

INTRODUCCIÓN AL LIBRO

SAVIA CAMINANTE

 

         Querido Modesto:

         Tus poemas (en castellano) son de lo mejor que te salieron. Me gustan más los de forma estrófica, aunque irregular.

         Pero todos tienen ese dejo tuyo de arraigo a tu tiempo-espacio y, paradojalmente, de desapego.

         A veces confinan con la forma musical del contrapunto, como El Pensamiento.

         Han crecido también en la dimensión lúdica al poetizar, como en los trucos de la aliteración.

         Los poemas en guaraní son otra cosa. Como experiencia sincrética -y métrica- me gustó más aquel de Nde rehe'ÿ, ore Jára, con evidente regusto al Ayvu Rapyta de Cadogan.

         Te abraza, tu hermano, aunque más viejo, el menor.

 

         Ramiro Domínguez

         VR - III- 5/88

 

 

         Querido Modesto:

         No soy quién para opinar seriamente acerca de tu poemario. Aunque, con respeto a tus anteriores trabajos, te diré que éste me parece más denso, por un tratamiento más maduro, más hacia la perfección, de la palabra. Formalmente es que me gustan mucho; el escalonamiento estrófico corre parejo con los temas enfocados, contribuyéndose así hacia la redondez esencial de los poemas.

         En cuanto a los poemas en guaraní, no puedo menos que congratularme de que lo estés intentando. Tienen que salir, sin traducción, porque la poesía en guaraní -y la prosa también- no tiene por qué nacer con la tensión de la comparación con la traducción. Copio una estrofa -entre otras- que me agradó mucho:

         Sapy'ánte neko'ê - nekangy chehegui: - ne mimbi naiñapysêi, - nde rory mbyja mombyry.

         "Naráha ára rory" me parece una pequeña joya, por el guaraní utilizado, tan sencillo y puro al mismo tiempo. Insisto en que no deberías desdeñar, como instrumento literario, nuestro idioma, de aquí en más.

         Un abrazo fuerte.

 

         Carlos Martínez Gamba

         10, mayo, 88

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

INDICE

 

A manera de Introducción

SIETE EN PUNTO

I No sé hasta dónde soy

II Aquí mismo

III Bogando

IV Sonreír, morir

V Volverán

VI Esperar

VII Tierra

VIII Claveles de horizonte

IX No, no lo quiso,

X Que el mísero se atragante

I En esta mañana

II A lo lejos

DON JUAN Pitogüe

11 Siesta de enero,

13 De pronto, Pitofeo

15 ¿Oyes, Juan Andrés,

16 Importa, Benteveo

17 Mientras doña Florencia

19 En esta vida

9 Mientras en el pueblo

21 Con la celeridad que exigen

00 Pitogüe,

23 De pronto

10 Enmohecida de cansancio

ENTONCES, MAS ALLÁ DEL VIENTO

1 Padre,

2 Qué decir al fin

3 Payaso de goma, maniquí de los vientos,

4 Sonríes

5 Preñados de tierra partimos

6 Por qué gritar

7 Rascacielos rascalomos rasquetas

8 Qué más quisiera

9 Los ciegos

10 Una mascarada de viento

11 Cuando los sorprendes con los brazos en cruz,

12 Y concluir que todo

VUELVO SOBRE MIS PASOS

DE PUNTILLAS EL CORAZÓN

HABLEMOS, YO, MI GRAN AMIGO AUSENTE

POBLADAS ESTÁN LAS AUSENCIAS

TENUEMENTE LIBRE

EL TIEMPO ES EL AIRE LEVE E INASIBLE

HEME AQUÍY AHORA

SÉ QUE TODO SE HA DICHO

CUÁNTO DOLOR

SIGLO XX

TAL PARA TAN

MUNDO - HOMBRE

BORRADOR AUTOBIOGRÁFICO

EPIDERMIS DE NUESTRO NOMBRE Y APELLIDO

TE DIRÉ SOLAMENTE

DE UN ALBUN PERDIDO

ESOS VENTANALES

SIMPLEMENTE TÚ

SAVIA CAMINANTE

ALFA

CANTINELA

EL ÁRBOL DE LA CUNA

NUNCATARDE

RETRATO

JAURÍA

SILENCIO

TODAVÍA

BALADA DE JUEVES SANTO

LLUVIA PASCUAL

POR ESAS MÍNIMAS COSAS

PENSAMIENTO

SOLEDAD

POR

CARA A CARA

ESTUPOR

COMO UN HARÉN DE MUSLOS

MENTIRA

HORTELANOS EN PROPIO HUERTO

BRAZOS DE PATRIA

ODA A LA MANDIOCA

TE BUSCO PEQUEÑITA

COMO EN DOMINGO

DESOLACIÓN

TESTIMONIO

VIENTO NORTE

HOMBRE

CLÍNICAS - MAYO - 1986

ARRÁNCATE LOS OJOS

EVOCACIÓN

ENTONCES, LA GUITARRA

OMEGA

PORQUE TENGA NOMBRE LO QUERIDO

PORQUE TENGA NOMBRE LO QUERIDO

AMOR

SOPÓRTATE

SAN PUEBLO

NOCTURNO

ABRACADABRA

INFANTICIDIO

MAYO Y EL RIO

DUENDECITA

ECOCIDIO INSTANTE

CENIZA

AMÉRICA COLÉRICA

EL RELOJ

RASTREO

HEME AQUÍ, JESÚS

TARANTANEO

CAMPESINA, LIRIO DEL CAMPO

ESTIGMA

GRITO

FUEGO, JUEGO DE NIÑOS

JOSÉ ASUNCIÓN

VERBENAS ONÍRICAS

SEMBRADOR

MIÉRCOLES SANTO

TIERRA PROMETIDA

LA BARCA

EL GALLO DEL ALBA

VISIÓN

SALUTACIÓN

FANTASMA GUARANÍ

ESPERANZA DE DIOS

FOGATA

LLORAR, REÍR

TUS OJOS, TUS LABIOS

HOLOCAUSTO

SOL Y LUNA

CUANDO ES PRECISO QUE LA NOMBRE

PÓRTICO

AGONÍA HASTA EL ALBA

GETSEMANÍ

JUEGO CABALÍSTICO

TANTAS VECES TANTAS COSAS

BRIZMA

EN PENUMBRAS

ELEGÍA

LA CARTA NO ESCRITA

BALCÓN

MÁS ALLA

AGENDA

MI NOMBRE ES DE GUERRA

AGUIJÓN

PUNTO DE ENCUENTRO

MÁS ALLÁ DEL NACIMIENTO

DESQUICIOS

NUNCA UN ADIOS MORTIFICANTE

NOS PERDONE DIOS

MI TIERRA

SOÑAR Y LLORAR

VÉRTIGO EN EL MAR

BIOPSIA

APRESURÉMONOS

VIDA

GANIMEDON

EL ÚLTIMO TREN

II CUANDO ES PRECISO QUE LA NOMBRE

En memoria de mi dulce madre

III OTROS POEMAS

CANTAN LOS NIÑOS

ASUNCIÓN, JUNIO, 1989

NO ESCRIBIRÉ

HOY HE VUELTO A AYER

CERROS DE YVYTYRUSU

FIN DE AÑO

 

INTRODUCCIÓN (SIETE EN PUNTO)

Palabras en el lanzamiento de SIETE EN PUNTO

INTRODUCCIÓN (SAVIA CAMINANTE)

Carta de Carlos Martínez Gamba 

 

 

 

 

 

Para comprar este libro deberá contactar con:

 

CENTRO CULTURAL “EL LECTOR”

Avda. San Martín c/ Austria

Telefax: (595-21) 610 639 - 614 259

E-mail: comercial@ellector.com.py

 

EL LECTOR 1 – PLAZA URUGUAYA

25 de Mayo esq./ Antequera

Telefax: (595-21) 491 966 – 493 908

E-mail: comercial@ellector.com.py

Asunción - Paraguay.

 

 

Enlace al espacio de la EDITORIAL EL LECTOR

en PORTALGUARANI.COM


(Hacer click sobre la imagen)

 





Bibliotecas Virtuales donde se incluyó el Documento:
EDITORIAL
EDITORIAL EL LECTOR
LIBROS,
LIBROS, ENSAYOS y ANTOLOGÍAS DE LITERATURA PA



Leyenda:
Solo en exposición en museos y galerías
Solo en exposición en la web
Colección privada o del Artista
Catalogado en artes visuales o exposiciones realizadas
Venta directa
Obra Robada




Buscador PortalGuarani.com de Artistas y Autores Paraguayos

 

 

Portal Guarani © 2024
Todos los derechos reservados, Asunción - Paraguay
CEO Eduardo Pratt, Desarollador Ing. Gustavo Lezcano, Contenidos Lic.Rosanna López Vera

Logros y Reconocimientos del Portal
- Declarado de Interés Cultural Nacional
- Declarado de Interés Cultural Municipal
- Doble Ganador del WSA