A 30 AÑOS DEL GOLPE CONTRA EL DICTADOR

Por VÍCTOR-JACINTO FLECHA

Hoy se cumplen 30 años de la movilización militar para derrocar a Alfredo Stroessner, después de 35 años de poder absoluto. Con el triunfo de las fuerzas rebeldes se cerraba la más larga dictadura que conoció la historia paraguaya y se iniciaba, asimismo, bajo el liderazgo de Andrés Rodríguez, la más prolongada etapa de libertad política en nuestro país.El golpe

El golpe del 2 y 3 febrero de 1989 no fue un rayo en cielo sereno, sino un acto largamente planificado. Según declaraciones en un reportaje, que se publica en el libro A treinta años del golpe, de Víctor-jacinto Flecha-Carlos Martini, Ed. Servilibro, el general Rodríguez devela una serie de secretos de dicha operación. Las FFAA, cuyos miembros en su totalidad pertenecían al Partido Colorado, fueron muy impactadas por la división y el atropello cometido por la militancia, por orden del Cuatrinomio de oro a la Convención colorada de 1987.

En una reunión castrense en el Comando en Jefe, todos los generales, almirantes, y la cúpula militar, solicitaron a Stroessner su intervención en la división partidaria. La respuesta fue abrupta y negativa. Luego de esa entrevista Stroessner comenzó un operativo de cambios importantes en el personal militar tratando de despojar a los jefes de grandes unidades de sus leales colaboradores. La reacción de los afectados fue la ideación de un golpe.

Este debía de iniciarse el 3 de febrero, a las 3 de la madrugada, según declaraciones del propio general Andrés Rodríguez. Pero se tuvo la información de que Stroessner iría a la casa de Ñata Legal la noche del 2 de febrero, por lo que se ideó apresarlo en ese sitio, pero la operación falló y se tuvo que adelantar todo el operativo. Se sublevaron la Marina, la Primera División de Infantería, la Aviación y, por supuesto, la Caballería. Hubo recios combates en la zona de la policía, y alrededores, y la zona del Batallón Escolta. Cuando se fueron sumando otras regiones militares Stroessner se vio forzado a renunciar. Con ello terminó el clima de terror de Estado y se abrieron las compuertas de la libertad.

Treinta años después

Deberíamos preguntarnos, hoy, 30 años después de ese día glorioso del advenimiento de la libertad, si el Paraguay ha logrado superar los profundos atavismos provenientes del régimen dictatorial. Con certeza mucho ha cambiado el país. Formalmente, esta sociedad nada tiene que ver con esa sociedad cautiva que fue durante el régimen totalitario, pero el hecho de que la sociedad haya cambiado no supone tampoco que la vieja visión y la práctica social se hayan modificado en un todo homogéneo. Existieron en todo el proceso de cambio, pensamientos y actitudes del viejo tiempo que son hasta hoy día de representación bastantes sólidas. El partidismo ha minado toda las instituciones diseñadas por la Constitución, desde la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de la Magistratura, la Fiscalía General del Estado y todo el andamiaje administrativo del Estado, anulando la demanda ciudadana por justicia verdadera, reforzándose, esta práctica teñida de politicismo cromático, con un internismo salvaje en los partidos políticos, impactando fieramente sobre la institucionalidad de la República, sobre todo, cuando el partido en ciernes esté en el ejercicio del gobierno. El sentido de que la mayoría puede barrer todos los derechos de las minorías por ser tal, desde la perspectiva oré ro manda, arrasa con la convivencia democrática. La corrupción generalizada ha infectado y ha obstaculizado todo el proceso de cambio.

Todos los problemas y obstáculos de hoy apuntan directamente a su origen en el régimen anterior, que imprimió un tipo de cultura política-social y que la transición (1989-1993) no ha logrado trastocar ni ha solucionado los problemas provenientes de ello, como debía ser, cuando se produce un corte radical. De hecho, no hubo un cambio del poder real, sino un deslazamiento, un cambio de formato de forma de presentarse con los mismos actores. De ahí que no hubo ninguna voluntad política de un cambio cultural esencial. El pasado permeabilizó absolutamente todo el proceso de cambio. El nuevo-viejo poder es parte de nuestra estructura económica-política, aun treinta años después del golpe.

Un Libro buscando respuestas

Carlos Martini y Víctor-jacinto Flecha han elaborado el libro A treinta años el golpe, buscando, justamente, las causas de los obstáculos para que el Paraguay se constituya en un verdadero Estado de derecho. Se presentará en próximo 7 de febrero, a las 19.00, en la Alianza Francesa. Partiendo de la premisa que cualquier presente es devenido y conformado por el pasado. Por ello, el libro ilustra pormenorizadamente el tiempo del militarismo, el stronismo, sus fortalezas y debilidades, su crisis final; el golpe y los primeros cinco años de la transición, en que se procesa cambios políticos fundamentales, como el nuevo Código electoral, las primeras elecciones municipales en la historia del país, con el triunfo de la oposición en Asunción y en 44 ciudades del interior del país, la nueva Constitución Nacional (1992) que por su origen, elaboración y resultado es la más democrática de nuestra historia, y ya como una nueva forma estado diseñada por la Carta Magna, las elecciones presidenciales en un clima de libertad y la entrega de un militar a un civil la presidencia de la república, 1993. Se debe anotar, asimismo, la transición ha demostrado un nítido conservadurismo en lo que se refiere al orden social y económico.

El desafío hoy

Merecería hacer una investigación cultural de que porcentaje de la vieja cultura, de la antigua cosmovisión conservadora y reaccionaria de la época de la dictadura pervive en nuestra sociedad de hoy, en nuestra clase política, en nuestra cultura en general. Sean cual fuere el resultado de una investigación de esa naturaleza, de ya se puede pensar en el enorme desafío que todavía nos resta para que la democracia y el comportamiento cotidiano en ella sea una prejuicio de masa. Este es el desafío de hoy si queremos avanzar.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)