POETAS CATÓLICOS

Por PEDRO GAMARRA DOLDÁN (*)

(*) Abogado – Investigador

No sería tema de un artículo insertar la característica de poetas católicos, para algunos escritores de nuestra inmediatez. Ser católico o no serlo, no constituiría tema para expresarlo como diferenciador, ya que la poesía, cristiana o espiritual, ha tenido distinguidos integrantes.

Cabe expresar que la generación del 900, tan volcada a levantar en lo cultural al país, no se prodigó en temas religiosos: Cecilio Báez, Fulgencio R. Moreno, Blas Garay, Ignacio A. Pane, Juan E. O’Leary, entre otros, fueron de áreas diferentes. La generación llamada del 50 tuvo una formación también integral y casi todos sus miembros son, si no de expresión, son de formación cristiana. Así, José Luis Appleyard, Ricardo Mazó, Juan S. Dávalos, Rubén Bareiro Saguier, Carlos Raúl Troche, Ramiro Domínguez, Carlos Villagra Marsal, entre otros, constituyen los miembros de una generación ricamente formada y útil al país.

En la revista “Juventud”, entre los año 1923 y 1925 y en la revista “Acción”, que aún perdura, y que era entonces vocero expresivo de la Acción Católica del Paraguay, van a producir su obra poética Heriberto Fernández y Raúl Battilana de Gásperi, destacadas promesas literarias de nuestro país, escritores también en la primera revista citada. Ello constituye una sorpresa, porque nunca se mencionó la producción espiritual de los mismos y ser integrantes de un grupo con una valiosa formación cultural y religiosa.

La revista “Acción” cita también a un miembro poético mayor: Eloy Fariña Núnez, como instruido en seminarios y llegado casi a los hábitos mayores. Tal vez eso mismo le permitió el manejo acabado en sus versificaciones.

Heriberto Fernández aparece en “Acción” entre 1923 y 1926, con poemas tales como “Pascuas floridas” y “La Eucaristía”. En julio de 1927, en su número 49, año V de la citada revista, ante el fallecimiento de Fernández, ocurrido en París en el mes de junio del mismo año, se le dedicó un extenso y amplio “In memoriam”, en el que se facilitan numerosos datos, poco conocidos del escritor, tanto de su vida privada como intelectual.

La obra de Heriberto Fernández ha sido bien estudiada por su familiar Miguel Ángel Fernández.

He mencionado el hecho religioso no como un motivo diferenciador, sino como una expresión de la variada formación de nuestras letras.

A continuación reproducimos algunos de los textos citados anteriormente:

PASCUAS FLORIDAS
Repican las campanas con voces de alegría
En la clara mañana de la Resurrección,
Florecen en sonrisas los labios de María
Y la áurea Magdalena sueña en su rendición.

Se esfumaron los días dolientes del Calvario;
Jesús es el camino de la vida y la luz
Y alivia el inquietante misterio del osario
Con sus dulces palabras y sus brazos en cruz.

Pascuas floridas! Nace de nuevo la esperanza
En las almas cansadas y tristes de esperar;
Revive la lejana y perdida confianza
Ahogada en las cenizas amargas del pesar.

Y entre esas almas rientes que olvidaron sus penas,
Vagan tantos espectros implorando el olvido,
Sombras en el milagro de las noches serenas
No hallaron el consuelo del camino florido.

¡Oh, Jesús! Que conoces el fondo de las almas
¿no viste a los vencidos, caídos de dolor?
Cuán distantes están de los laureles y palmas
Que adornaron un día la visión interior!
¿No llegan hasta Ti las ardientes plegarias
De los pobres que piden un pedazo de pan,
De la quietud perdida y el llanto de los parias
Que se hunden en los antros siniestros de Satán?
Cúranos de este amor por todas las locuras,
La soledad que amarga nuestra misantropía
Apaga los ardores de estas carnes impuras
Que llenan de tristeza y de melancolía.

Oh, Jesús amoroso que renaces triunfante
Como un signo supremo de perdón y de amor
Por el girón encantado de un ensueño vibrante
Sobre los corazones que mueren de dolor.

Heriberto Fernández

LA EUCARISTÍA

Blanco pan que sumerges en un sopor divino
Al yermo desolado de las almas oscuras
Y al lirio candoroso de las almas más puras
Como el aria de un aire campesino.

Oh lejano milagro de la harina y del vino,
-el bálsamo que cura todas las amarguras-
Eres el suave aroma de una flor de dulzuras
Puesta en la vera negra del dolor del camino.

Tú tienes todas las maternales de ternuras
Y alumbras al romero en sus horas más duras;
Como el buen Cireneo alivias nuestra cruz.

Y en el triunfo auroral del oro matutino,
Eres carne en la harina y eres sangre en el vino
Y en los labios cansados un gran beso de luz.

Heriberto Fernández

Fuente: Suplemento Cultural de ABC Color 

Domingo, 07 de Octubre de 2012

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