A 25 AÑOS DE LA AUSENCIA DE CIRA MOSCARDA

Por PEDRO GAMARRA DOLDÁN

Cira Moscarda fue una maestra talentosa de alto valor en la formación de varias generaciones de (entonces niños inquietos) hoy artistas reconocidos.

Su formación y su conocimiento del arte y de la psicología hicieron impacto en un terreno poco transitado aún, en los años que ella iniciaba las actividades en su taller. (Ubicado sobre la calle Dr. Coronel, al costado del parque Carlos Antonio López.)

Con su denso saber, con una mente brillante, abierta a ideas de terceros y a pensamientos y experiencias innovadores, abrió su taller de arte en 1960, aproximadamente. No se llenó de niños de inmediato, sino que al principio fueron iniciados alumnos adolescentes y jóvenes, como Alfredo Seppe, Esperanza Gill, Alberto Miltos, Teresa Pozzoli, Bernardo Krasniasky, Ricardo Migliorisi, Enrique Careaga, entre muchos otros, quienes aprendieron con ella, al mismo tiempo, lo formal y lo lúdico del arte; experimentando cada quien a su manera un encuentro personal con la creatividad, que luego sería desarrollada y potenciada, con gran acierto, por muchos. Al tiempo que se desarrollaba el pensamiento humano: la capacidad crítica, y de aprendizaje formal de la historia del arte, se iba experimentando otra historia, llena de magia y encuentro con la vida.

El corto tiempo en que ejerció en su taller fue sin desperdicios ni treguas; sus aulas fueron llenándose de niños con alas, y con ellos, de padres renovados; quienes (en diversa medida) durante veinte años absorbieron en forma amena, en una didáctica-lúdica, si se quiere, herramientas creativas, que luego fueron aplicando cada uno, según necesidad: a sus profesiones, al arte mismo y a la experiencia diaria. La libre expresión y el arte liberador soltaron vendas y ataduras, haciendo la diferencia con aquellos que no la conocieron.

El taller de Cira Moscarda, pionero en el despertar de muchos talentos, más tarde participó con sus alumnos en concursos, recibiendo premiaciones internacionales.

Allá por los años 1967/ 1968, las actividades iban a la par que los movimientos de vanguardia. Se organizaban happenings y jornadas coloridas y multifacéticas, de exhibición de pinturas y manchas, lectura de poemas, representaciones teatrales de obras cortas e inéditas (una mía, bien lorquiana, se leyó allí). Por lo menos una vez al mes se producía ese encuentro entre vecinos, alumnos, mecenas del arte y simpatizantes de la creación en libertad. Cira tenía una muy buena colección de libros de arte y cultura en su biblioteca personal, y alguno que otro a la venta, a precio de costo (los traía de Argentina o Uruguay. Sin duda, en ese tiempo, no eran best-sellers de librería).

Era contestataria del régimen entonces imperante, enemiga de las guerras, y me acuerdo de su desafectación hacia la Guerra de Vietnam.

El que hubiera exposiciones, happenings o representaciones no le impedía hablar sobre la paz, que era su mística.

El arte paraguayo no le era ajeno. En su taller vi y conocí a muchos artistas, poetas y críticos ya formados: mayores en edad, pero no en espíritu. Llegaban buscando, seguramente, beber de buena fuente "el elixir de la juventud", a través de la expresión en libertad.

Cira Moscarda falleció próxima a cumplir los 50 años. Tendría ahora unos 75. Le sobrevive su siembra, en los cientos de alumnos y personas que la conocieron y que hoy la recuerdan. Estamos ciertos de que si aún estuviera con nosotros, seguiría siendo una persona de paz y de amor. Seguiría irradiando y prodigándose generosamente a cuantos se le acercaran. Diría, casi con un sentido del Santo de Asís: Hermanándose con la naturaleza y el hombre. En sintonía con todo lo creado.

En enero pasado se recordó un año más de la muerte de una de las maestras primeras de toda una generación de artistas hoy ya consagrados.

 

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sábado, 18 de Julio de 2009

 www.ultimahora.com

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