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PEDRO JOSÉ GAMARRA DOLDÁN

  LA OBJETIVIDAD DE LA HISTORIA - Por PEDRO GAMARRA DOLDÁN - Sábado, 07 de Agosto de 2021


LA OBJETIVIDAD DE LA HISTORIA - Por PEDRO GAMARRA DOLDÁN - Sábado, 07 de Agosto de 2021

LA OBJETIVIDAD DE LA HISTORIA

 

Por PEDRO GAMARRA DOLDÁN

 

La historia verdadera tiene tanta pasión como investigación; tanto buen estilo, como riqueza de ideas (y si se quiere, ideologías), pero debe ser sobre todo objetiva, analítica e imparcial.

 La vida es presente, y en ese momento se halla el futuro, que es un casi ya mismo tiempo. El pasado es historia, y ese tiempo es apenas un poco del hoy que se fue. El pasado es vida revivida, transitada, sufrida, cabalgada y es, por qué no, poesía. El pasado siempre es historia, y tiene más valor cuando sobrevive en el testimonio escrito de unas memorias, un libro de recuerdos, un análisis sociológico, una estadística económica.

La historia, ese tiempo pasado, es carne viva si la hemos vivido, y forma parte de actitudes, pasiones, reflexiones, según ese momento fuera político, vivencial, cultural, económico; pero es siempre de una vinculación muy comprometedora. El pasado de otros siglos atrás, el muy pretérito, compromete en su dialéctica y su hermenéutica, con recuerdos, emociones o ideologías políticas o culturales.

La historia, la nacional de preferencia, es un testimonio escrito cuando ello existe, de escasa producción y análisis imparcial en nuestro país. El paraguayo comporta su pasado con la repetición oral, no analítica, de esa circunstancia. No gusta escribir sobre lo ocurrido, ni dejar una base de datos sobre lo acontecido. Se reserva ello a la historia, y se conforma con lo más fugaz, la repetición de versiones vividas.

En nuestro país se teme escribir, sobre todo. Poner la firma a testimonios ocurridos, nos compromete en una sociedad patriarcal y de alta vinculación de las personas: Las gens. Hay poco compromiso en lo analítico y lo ideológico. A un intelectual, artista o escritor, más se lo conoce por sus dichos y su forma de ser, que por leer o conocer la obra del mismo.

Las bibliotecas eran, en la colonia, y en la vida independiente, sobre todo en los largos periodos dictatoriales que mayormente hemos vivido, una fuente de sospecha peligro y espionaje. Hasta hoy, el que lee mucho, es una persona mirada con procelosidad, porque tiende a ser “librepensadora”.

En esta época vertiginosa y epidérmica o de las vacuas redes sociales, se generaliza el comentario, sin leer primero, pensar después y opinar luego. Solo si es imprescindible emiten una opinión estable y sincera. El momento presente está banalizando el tiempo de hacer perdurar las ideas.

EL ALTO COSTO DE LAS CONQUISTAS

El tiempo de mirar al pasado, con una casuística superficial, se da en América Latina, en ese intento de realizar y mancillar con exceso, la presencia europea, sobre todo la española colonial –como si esos tiempos pretéritos a nivel mundial, no tuvieran como antecedente el caso de que Roma, de rasgos inferiores a la metafísica griega, no usó la invasión a las ciudades griegas– para crear una lengua general (el latín) y un derecho, el romano, base de la estructura jurídica de los estados hasta hoy en día.

Cuando los bárbaros cruzan el río Rin y el Danubio, e invaden el rico imperio romano, aprendieron tanto de los conquistados, tiempo en que hubo una mutua y sabia confusión. De allí surgirá la mística española, las humanidades francesas, la filosofía alemana, el teatro inglés, el arte italiano, etc. En el mundo, el sojuzgamiento por la fuerza tiene su precio, que es la mixtura entre los grupos oponentes.

Como precio de su predominio marítimo, en el siglo XIX, Gran Bretaña, impuso el consumo forzoso del opio y otros estupefacientes en China, que los ingleses no consumían. El consumo de esas drogas se generalizó en el sudeste asiático, y cuando en la larga guerra de Vietnam (1945-1953), parte francesa, y americana (1963-1973), el poderoso ejército norteamericano, no solo no triunfó en ese hecho bélico, sino que llevó a su país EEUU y otras regiones, incluida Gran Bretaña al consumo de la droga. El occidente se volvió consumidor de drogas. Y el arte, la música y el “undergraund” significó (y significa) el alto costo de las conquistas.

España era en el siglo XVI un estado poderoso, muy poderoso en Europa, pero obnubilado y conquistado por “Las Américas”, invirtió su población en América; y las riquezas, bien o mal contenidas, se perdieron en las largas guerras de los siglos XVII y XVIII, por mantener ese imperio mundial, en dónde Iberia (España y Portugal), trajo tanto de ahí, pero tanto hizo por el nuevo mundo, y sus pensadores más exquisitos de Vitoria (en Europa) y Bartolomé de las Casas (en América) son piezas fundamentales y primeras del Derecho Internacional Público, en la defensa de los pueblos sojuzgados.

RECLAMOS HISTÓRICOS

Cuando el presidente de México, López Obrador y el nuevo del Perú, Pedro Castillo, se dirigen al Rey de España, solicitándole pida disculpas por la invasión de esos países y el costo y la carga de toda invasión militar, no se coloca en el análisis de los tiempos históricos, los hábitos de ese tiempo y no se tiene en cuenta el aporte cultural que trajo España (y a través de sí, Europa) al nuevo continente. Justamente, Méjico y Perú tienen los más altos índices de sobrevivencias raciales, culturales y costumbristas primigenios. Cuando la ex presidente de la Argentina saca el monumento al genovés Cristóbal Colón de su lugar en Buenos Aires, olvida los valores internacionales que ese descubridor tuvo para el mundo en general.

En el Paraguay, pedir al presidente de la República que reclame el mismo rey europeo por ese hecho, y al Papa por la obra misional de los jesuitas en el Paraguay de antaño. Y por tantas cosas, que sobreviven en nuestro país. Pero cómo olvidar el aporte de entonces y luego ya como emigrantes tendrán en el periodo independiente, en la Universidad, en el periodismo, la cultura, las artes.

La historia es la visión del pasado, la política es expresión pasional de una idea, el arte, la cultura, son formas de hacer sobrevivir todo ello. La humanidad es un testimonio de éxitos y fracasos; de lugares conquistados y de tenaces dominadores. En esa suma de haberes, emerge el “ser mundial” el hombre, el ser humano, que va acumulando saberes y experiencias del tipo que fueren.

Podemos acaso rechazar los libros del Dr. Efraím Cardozo, porque contiene una analítica liberal; o la pedagogía de Ramón Indalecio Cardozo, porque explora las escuelas de Pestalozzi y Sarmiento, dándole empero un sesgo propio.

¿Puedo rechazar al Dr. José Gaspar R. de Francia, porque se declaró Dictador y gobernó como tal? ¿Puedo rechazar al mariscal Francisco Solano López, porque casi sin medios militares, nos llevó a una guerra internacional? ¿Puedo rechazar las ventas de las tierras públicas (1883-88), durante el gobierno preferentemente del general Bernardino Caballero, porque empobreció en bienes de activo fijo al país, sin sopesar contrariedades económicas? ¿Puedo rechazar la obra, casi principal, del régimen liberal (1904-1936), y el armisticio del 14 VI-1935), al terminar la guerra del Chaco y luego la paz del Chaco (VII/38), por no haber llegado a las metas de límites pretendidos?

Un intelectual de tan alto porte y valor, como fue don Manuel Gondra Pereira, de formación alemana, francesa y guaraní (en ese orden), que dio en su no extensa obra pública e internacional, los valores de un nacionalismo responsable y respetable. Decía él que “debemos aceptar nuestro pasado con sus penas y sus glorias”, o refiriéndose al mariscal López, decía que “fue el único dictador que murió con el nombre “patria”, en sus labios”, y refiriéndose a controversias que tuvimos con los EEUU en el Siglo XIX, que don Carlos Antonio López, con ayuda de Justo José de Urquiza (Confederación Argentina) pudo resolver sus querellas internacionales recurriendo a la justicia.

¿Deberíamos hacer que el Paraguay reclame al gobierno israelí por la muerte del hijo de Dios, Jesús, en manos del pueblo judío, olvidando que, gracias a ese hecho, los que son cristianos en todo el mundo, tienen derecho a la vida eterna?

Si, la historia verdadera tiene tanta pasión como investigación; tanto buen estilo, como riqueza de ideas (y si se quiere, ideologías), pero debe ser sobre todo objetiva, analítica e imparcial.

El pasado estaría frente a nosotros hoy, si le damos ese valor.

 

 

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

www.ultimahora.com

Sección CORREO SEMANAL

Sábado, 07 de Agosto de 2021

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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