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MARÍA EUGENIA GARAY

  DUENDES EN EL ALMA y POESÍAS de MARÍA EUGENIA GARAY


DUENDES EN EL ALMA y POESÍAS de MARÍA EUGENIA GARAY
POESÍAS DE
BOSQUE DE LUCIÉRNAGAS
 
 
 
 
 
 
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DUENDES EN EL ALMA
Éramos dueños
del resplandor del sol
brillando sobre el agua.
A veces ciertas noches
entre el canto seguro de cigarras
la luna sobre un árbol
se bajaba.
 
Redonda y amarilla,
durante mucho tiempo
ella era nuestra única invitada.
Venía a visitarnos
jugaba con los niños
y luego, lentamente,
se marchaba.
 
Fuimos dueños del viento
que pasaba cantando
en medio del follaje
y se arremolinaba
en las ventanas.
 
Atrapamos la lluvia
detrás de los paraguas,
coleccionamos sueños,
encendimos luciérnagas
y entonamos alegres
el persistente canto ritual
de las cigarras.
 
Fuimos la voz del bosque
y pintamos estrellas
en todas las ventanas.
En invierno fue nieve
y en verano guitarra.
 
Los dos niños llenaban
de asombro
mis mañanas.
Fué la casa en la cuesta
los ciervos en el patio
los duendes en el alma.
 
Ahora estamos partiendo
de esta casa en la cima
de la colina alta.
 
Llevamos los recuerdos
(como valijas amplias)
del follaje encendido
de luciérnagas blancas.
Del verano y sus luces,
del invierno y la escarcha.
 
Son retazos de historias
que nos deja la vida
fragmentos que guardamos,
y que alegran el alma.
 
CUANDO EL VERANO LLEGA
Me siento en el patio
de la casa grande
bajo de los árboles
a hablar con el viento.
Maduran las uvas
verdean las manzanas
y algún gato anónimo
cruza la muralla.
 
Hay rumor de bosque,
el verano llega
enciende la sangre,
reaviva la hoguera.
Me puebla las manos
me late en las sienes.
Y con un temblor de historia olvidada
estalla de pronto
una madrugada.
 
Como un viejo duende se queda,
se instala, llena los rincones
y habita la casa.
 
BOSQUE DE LUCIÉRNAGAS
Estoy sentada absorta
aquí en la noche
en medio de este bosque
de luciérnagas.
 
Titilan y relumbran
en mil distintos puntos
del espacio
volando entre los árboles oscuros
del patio en sombras
junto al inmenso bosque.
 
Hay una media luna
colgándose del cielo.
Allá lejos y arriba
las copas de los árboles
se mecen con el viento
rozando las estrellas.
Las luciérnagas altas
se confunden de pronto
en medio del follaje
y también son estrellas.
 
Las estrellas más bajas
son tan solo luciérnagas.
Polvo de estrellas vivas
que brillan en la noche
con temblor de alas nuevas.
 
Yo estoy aquí,
sentada,
mirando las luciérnagas
rumor imperceptible
que desde el patio llega.
Bosque oscuro y distante
espejado de estrellas.
Mi corazón se expande
canta en la noche inmensa.
 
La luz de las luciérnagas
viste el alma de fiesta.
Y mi pulso es el mismo
que en un instante mágico
se hermana
con el pulso mineral
de la tierra.
 
El bosque está encantado
tamizado de estrellas,
y yo,
vuelo en la brisa
corazón de luciérnaga.
 
RENDIJAS DEL MEDIODÍA
Llegar
donde nace el relámpago
las palabras hermosas
la luz de las luciérnagas,
la esperanza, la calma.
 
Descubrir las
rendijas del mediodía
alumbrando
nuestros cansados párpados
y el alma.
 
Esa alma que navega
buscando estrellas altas,
soñadora de fuegos
absorta, ensimismada.
 
El alma que encendida
va descubriendo
noches sin riberas,
el alma que se aflora
cuando todo se aquieta
bajo la casa en sombras
y que deja sentir su voz
detrás de los silencios,
esa voz esencial
que crece entre presagios
búsquedas imprecisas,
atisbos de verdades
vestigios de esperanzas.
 
Esa voz,
que llega hasta nosotros
desde un mundo sin tiempo,
y un tiempo sin palabras.
 
ALEGRIA
Tengo a Junio
en el jardín.
Abro la ventana
y el viento fresco
de la noche del norte
se cuela de inmediato.
Es tarde, como siempre,
y se supone que los chicos
deberían estar durmiendo
allá arriba.
 
Pero escucho sus voces y sus risas,
sus menudos pies corriendo
por el piso de madera
queriendo alargar al día
un poco más,
para que la alegría de las vacaciones
no se apague, no se diluya,
y termine
al caer de la noche.
 
LA VENTANA DESIERTA
El bosque está encendido
poblado de luciérnagas.
Hay algunas estrellas
que cayeron
por verlas,
e incendian la espesura
relámpagos fugaces
lumbre de velas nuevas.
 
El alma se estremece
se escapa de la casa
por la ventana abierta,
y es un duende que vaga
detrás de las luciérnagas.
 
Todo brilla en la noche
y el corazón relumbra
sumándose a la fiesta.
Se mece con la brisa
se pierde entre el follaje,
bajo el rumor del bosque
donde están las luciérnagas.
 
El jardín ve de lejos
la casa que está a oscuras,
y una ventana abierta.
Una vieja ventana
que ha quedado desierta.
Desde que el corazón
que una vez la habitara
se transformó una noche
de verano
en luciérnaga.
 
 
 
 
.
Fuente: BOSQUE DE LUCIÉRNAGAS
Poesías de MARÍA EUGENIA GARAY
Ediciones TERRANOVA,
Tapa: “El Sueño”
de Henry J. Rosseau - 1910
Diseño de tapa: M.E.Garay,
Asunción-Paraguay 2000.
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