GREGORIO GÓMEZ CENTURIÓN CON LA POESÍA GUARANÍ LIBERADA
Corrían los años finales dula década en que fueron reprimidas las ligas agrarias cristianas, cuando nos conocimos con Gregorio Gómez Centurión. Fue en la misión de Amistad, yo estaba entonces comenzando la temporada de "Mhokaja ha’eño" de Néstor Romero Valdovinos, con el teatro Estudio Libre, que integraba el programa de acción cultural comunitaria, que a su vez, apoyaba en las comunidades las actividades del proyecto urbano, programa de ayuda rural y proyecto Guaraní y Paĩ Távyterã. Gregorio Gómez Centurión, en ese tiempo, coordinaba, esta última instancia de servicio, en Pedro Juan Caballero, donde están asentadas las comunidades de los aborígenes de la etnia Paĩ Tavyterá.
En esa época dedicábamos mucha reflexión a nuestras actividades entre los compañeros que nos desempeñábamos como promotores en los diferentes programas ya mencionados. Pero la reflexión se realizaba desde el nivel de las comunidades. Se rescataban dos herramientas fundamentales en la reflexión: el idioma guaraní y la interpretación del evangelio cristiano desde la vivencia comunitaria de las respectivas organizaciones barriales, campesinas y nativas.
Esta inversión del método de reflexión permitía la cosecha de un saber diferente al saber oficial u oficioso, vigente en el contexto de la educación formal y centralizada. Produjo una interpretación de la realidad humana y social que cuestionaba al conocimiento y a la religión que, con el recurso del autoritarismo, excluían a las esferas sociales carenciadas, como interlocutora del proyecto de desarrollo capitalista en su doble carácter de producción y a la vez receptor, de los beneficios.
En este sentido, no es lo mismo dialogar en guaraní, desde el punto de vista de las esferas sociales menos favorecidas o desde el punto de vista de las esferas sociales dirigentes. Así mismo, el pensamiento religioso o la creencia en actitud reflexiva también tenían diferente giro cuando se revelaba desde las notas vivenciales del guaraní, sin intimidaciones ideológicas o teológicas previas.
Cuando la comunidad comenzaba a encontrar su diálogo desde el jardín de su vivencia interrogaba por la historia, se preguntaba irremediablemente por el origen, por el trajinar que ha realizado y las adversidades que todavía impiden acelerar el ritmo de la llegada a la tierra prometida de la felicidad.
Pensar desde el punto de vista del hombre y la mujer, condenados a las privaciones del derecho a la vida, en común bienestar genera sentimientos que golpean la conciencia de los seres en su lucha por la verdad.
Esta teologización de lo cultural de las esferas sociales carenciadas tiene un efecto excepcional y consiste en la siguiente situación: el guaraní como idioma se transforma en un vehículo de unidad y a la vez esa unidad enciende el tata’y del amor. Así, la religiosidad cristiana ya no es sino una valorización de la projimidad original que tan profundamente se explica en la palabra ñembo’e.
Veamos cómo se fundamenta la composición de este vocablo. Nembo: hacerse y e/ete: verdadero. Conocer, estudiar o rezar tiene la misma finalidad: hacerse un verdadero ser humano.
Gregorio Gómez Centurión en su largo trajinar por las comunidades indígenas y campesinas, descendió al saber y al creer verdadero de nuestro pueblo paraguayo, descendió para impregnarse de la verdadera virtud que tiene que tener el poeta: escuchar el latido de su comunidad que marcha por la historia sin dimitir de su dignidad y el orgullo de su humildad.
La poesía es nuevamente pensamiento cósmico y protesta. No se exprime en prácticas genuflexivas, sino en un estremecido impulso del ser, en radical libertad, para remontar hacia la coherencia en el verbo. Porque decir es erguirse en la selva de la soledad o en la soledad de la selva.
No sé cómo precisar la poesía de Gregorio Gómez Centurión, en todo caso, no explora el idioma guaraní desde la gramática, ni desde la lingüística, ni desde la antropología, sencillamente lo devuelve a su hábitat y le hace predicar desde el arandu, la sabiduría propia que fue secuestrada por la catequesis y las doctrinas de nuestro sucesivos colonizadores.
Se trata de una poesía nueva en su discurso y en su resultado. Que busca volver a utilizar el idioma guaraní, sin subaltemizarlo a la cultura establecida, dominante, excluyente, discriminante.
Facilita el desocultamiento de nuestras raíces culturales más imperecederas y nos devuelve el fulgor de nuestra espiritualidad inmemorial que paradójicamente ya no se cobija en las catedrales de las ciudades, sino en la intemperie de las selvas todavía preservadas y en las capueras de las regiones agrícolas.
Gregorio Gómez Centurión fusiona naturaleza y comunidad, creencia y cotidiana realidad familiar, conocimiento práctico y práctica de la projimidad, opción consigo mismo para vivir en la verdad y opción colectiva para fraternizar mediante la construcción del bien común.
Reflexiona sin rencor, razona sin dejar de lado el afecto al semejante, siente intensamente la injusticia sin renunciar al amor, interroga por el origen sin dejar de escrutar el horizonte del día venidero. Se proclama profundamente patriota, sin embargo, primero desea que la humanidad sea feliz.
En nuestros días, los poetas paraguayos cié guaraní están consiguiendo, tal vez, entrar en una nueva etapa en su evolución. Un aspecto importante que deseo señalar es que se comienza a investigar con más equidad la importancia que tiene en nuestra sociedad la contribución de la cultura guaraní.
Otro hecho digno de especial mención es el surgimiento de una poesía paraguaya en guaraní notablemente moderna en su pensamiento, pero rescatando en su esencia las vetas más inexploradas del idioma.
Gregorio Gómez Centurión precisamente ha dado este paso. Y en nombre de todos los que acompañamos la creación literaria en nuestro idioma, le agradecemos por su pasión desinteresada y perseverante.
RUDI TORGA.
Dirección General de Investigación y apoyo cultural
Viceministerio de Cultura
Asunción, 10 de octubre de 2001.
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ÍNDICE
PRESENTACIÓN:
Gregorio Gómez Centurión con la Poesía Guaraní Liberada Palabras de Rudy Torga
PRIMERA PARTE
POESÍAS EN GUARANÍ PAĨ
Ñe’ẽ: su significado y valor en la cultura guaraní
El tiempo-espacio de Marandekó Pytú se sitúa en los años de 1969/72, época en que se iba construyendo, bajo la impúdica mirada de la dictadura militar stronista, la comunidad San Isidro del Jejuí cuya vida y existencia fueron truncadas por la criminal acción represiva de Pastor Coronel y el Tte. Coronel José Félix Grau, el 8 de febrero de 1975.
Pero el poema también intenta rescatar y pregonar la dura experiencia de los asentamientos campesinos que, especialmente durante su primera época, sufrieron los rigores de una total precariedad de medios, ya sea en materia de alimentación, vivienda, salud, escolarización, como en la ausencia de herramientas básicas de labranza.
En realidad, si los asentamientos campesinos solamente experimentaran la total horfandad por parte del Estado, esos asentamientos, indudablemente, se sentirían casi agradecidos. Pero no, además de ser desprotegidos, abandonados, ignorados y despreciados por la absoluta mayoría de las autoridades que representan al gobierno del Estado, esos asentamientos, por lo general, son reprimidos, ¡antes y después de su conformación!
¿Es "delito" reclamar un lote agrícola? ¿Es delito organizarse como ciudadanos libres y apoyar la organización de otros grupos o asentamientos?
Esta sucesión de realidades rescata MARANDEKÓ PYTÚ - "ECO DE LA HISTORIA", tomando como base la experiencia de San Isidro del Jejuí.
MARANDEKO PYTU
(Este poema lo escribí en el Arzobispado de Asunción.
Luego del atropello a San Isidro del Jejui,
me refugié allí gracias al apoyo del Monseñor Ismael Rolón
cuando comenzaba la "etapa caliente"
de la represión stronista cuyo epicentro fue,
sin duda, la Pascua dolorosa de 1976)
San Isidro del Jejui Rembiasa ári haipyre
Asunción, febrero - abril de 1975
Hácha pu joyvy ka'aguy ro'óre hyapu yvyguy mombyry vaicha
sapukáipyahẽ ñanemopirĩva kokuegua reko oñeñanduka