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JUAN NATALICIO GONZÁLEZ PAREDES (+)

  DISCURSO A LA NACIÓN PARAGUAYA, 1947 - Por JUAN NATALICIO GONZÁLEZ


DISCURSO A LA NACIÓN PARAGUAYA, 1947 - Por JUAN NATALICIO GONZÁLEZ

DISCURSO A LA NACIÓN PARAGUAYA

Por JUAN NATALICIO GONZÁLEZ

Editorial GUARANIA

Asunción del Paraguay

1947 (21 páginas)

 

 

JORNADAS DE VICTORIA

 

(Crónica aparecida en "El País", del 7 de noviembre de 1947)

 

         Con la adhesión fervorosa de las densas masas partidarias de la capital y algunos pueblos vecinos, se realizó ayer el primer mitin popular organizado por la Junta Nacional del Partido Colorado pro Candidatura de J. Natalicio González. Las amplias instalaciones del Boxing Club Paraguayo totalmente ocupadas, ofrecían un magnífico espectáculo, animado por el vivo calor de las insignias partidarias, los afiches de propaganda y la bandera nacional presidiendo con sugestión patriótica la solemnidad del acto.

         A las 19 y 10, apareció en el escenario don Manuel Talavera, presidente de la Junta Nacional del Partido Colorado, siendo vitoreado. La gran concurrencia se levantó y saludó durante cinco minutos al candidato, don J. Natalicio González, cuando ocupó el lugar que se le había reservado en compañía de distinguidos dirigentes y caudillos colorados.

         El señor Talavera abrió el acto con las siguientes palabras:

 

 

DISCUROS DE DON MANUEL TALAVERA

 

         CORRELIGIONARIOS

 

         Asistimos a este acto con el pensamiento puesto en la Patria, y en el Partido de nuestros afanes.

         Nuestra honrada convicción ciudadana nos ha impuesto la necesidad de definirnos con entera lealtad, por el candidato que en este acto propiciamos para investirlo con el máximo honor que persona alguna puede recibir del favor de sus conciudadanos.

         Al determinarnos en tal sentido, escogemos el hombre que a nuestro juicio, por su dinamismo juvenil, su talento y su equilibrio, será el conductor que inaugure para nuestra patria una era bonancible de paz, de justicia y de trabajo.

 

         NO HAY EN NUESTRA DETERMINACION, NI DEBE HABERLO, EL PROPOSITO EXCLUSIVISTA DE CONSAGRAR EN EL MANEJO DE LA COSA PUBLICA A UN SECTOR O A UN GRUPO DE HOMBRES DE NUESTRA VASTA ASOCIACION POLITICA. Nada más distante de nuestro pensamiento, de nuestras intenciones.

         Aspiramos sí, y estamos ciertos de que será como lo proclamamos, de que al triunfo de nuestro propiciado, NO FIA DE SEGUIR UN PROCESO NEGATIVO DE EXCLUSIONES QUE POSTERGUE A MERITORIOS Y CAPACITADOS CORRELICIONARIOS. Antes bien, discerniendo el mérito que corresponda a cual, por su capacidad y por sus quilates morales, hemos de allegarnos todos los colorados de la capital y del campo en la estrecha colaboración que, para labrar la grandeza de la patria y del partido, necesitamos.

         Como Presidente de la Junta Nacional del Partido Colorado pro candidatura presidencial de J. Natalicio González, declaró abierto este acto público y cedo el uso de la palabra al eminente ciudadano propiciado.

 

 

LA EXPOSICION DEL SEÑOR GÓNZALEZ

 

         La serena exposición del señor Talavera fue aplaudida en varios pasajes. El hombre de trabajo, el colorado consecuente, una vez más ratificaba sus reconocidas condiciones ciudadanas puestas al servicio del pueblo. Leídas varias adhesiones de poblaciones del interior y gremios obreros, leyó un vibrante discurso la señora Lola de Miño, incansable luchadora por la causa partidaria.

         Una sostenida ovación y vítores expresivos retardaron varios minutos el inicio de la exposición del candidato colorado, don J. Natalicio González, quien junto al micrófono saludaba con un pañuelo rojo a la multitud.

         Era grande la expectativa por escuchar al distinguido intelectual y estadista. Había la sensación, fundada en antecedentes prestigiosos, que el líder colorado iba a colocarse en el plano que el momento y las responsabilidades reclamaban. Y, hay que consignarlo, con honestidad: la exposición del señor González, clara, medulosa y elegante, impresionó profundamente, y sin exagerar, puede afirmarse que ha ganado con limpieza y justicia, merecidamente, la victoria.

         He aquí la exposición del señor González

 

 

DISCURSO A LA NACIÓN PARAGUAYA

 

         Si hay en nuestra América un grupo étnico y social notable por su homogeneidad, lúcido en la conciencia de su destino e indomable en su voluntad de permanecer fiel a su alma, ése es el pueblo paraguayo. Supo fundar una     civilización en el fondo de la selva, y allí donde hubiera podido predominar aún la naturaleza primitiva e indomeñada, como acontece en algunas regiones amazónicas, mantiene viva la llama de la cultura. Lo que esta hazaña representa en sacrificios, en empecinamiento heroico del genio constructivo puesto al servicio de la humanidad, constituye la patética epopeya que está en la raíz de la grandeza, rioplatense. Pero un día, a comienzos de este siglo, el genio nativo fue abatido en pleno vuelo, por la conjura triunfante de las fuerzas oscuras de la barbarie, que se hicieron sentir por su odio explosivo a los valores eternos e indígenas de la nacionalidad. En esa forma se inicia, con una política de degradación y envilecimiento de todo lo nuestro, el funesto ciclo liberal, que mantuvo al Paraguay apartado de la marcha progresiva del mundo.

         Correspondió a un hombre del agro, a un soldado surgirlo del corazón del campesinado, el honor de cerrar ese ciclo, rompiendo las coyundas que aherrojaban el genio creador de nuestra estirpe, y devolviendo al pueblo, con el dominio de la cosa pública, la plenitud de su soberanía. Ostentó como un título, el haber colaborado, oscura y empecinadamente, codo a codo con el pueblo colorado, en esta grande obra de redención nacional del presidente Morínigo. Con esto queda dicho que, dónde quiera me coloque la voluntad mayoritaria de mis conciudadanos, seré el defensor y él continuador de esa obra de recuperación de nuestra cultura y de nuestro progreso, de restauración democrática y de reestructuración de nuestras libertades abolidas.

         Estamos viviendo una hora memorable de nuestra historia. Es por primera vez, después de 1904, que el Coloradismo va a elegir a un hombre surgido de sus filas para ejercer la presidencia de la República. A aquellos que para funciones tan eminentes se han fijado en este luchador golpeado por la adversidad desde su infancia, y que mas apetece las silenciosas especulaciones del intelecto que los honores y las responsabilidades del poder, puedo decir que aceptaré el puesto de primer servidor de la República, para ejercerlo con grandeza de alma y altitud de pensamiento. Pueden los adversarios, y cuantos quieran recitar sus lecciones de vilipendio, arrojar sobre mi pobre cabeza todos los agravios, todos los improperios, que ellos no perturbarán la serenidad de mi espíritu ni apartarán mis meditaciones de la grande empresa de renacimiento colectivo que tenemos por delante. Las injurias, ha dicho Alberdi, caen sobre el hombre justo como la lluvia sobre el mármol: para blanquearle. Para otros el libelo, para otros la calumnia, para otros el ataque despiadado a los obreros de la patria renaciente, y para nosotros la tarea oscura y humilde de los constructores, la pasión de servir, el noble empeño de encarnar en la realidad torturada los ideales de nuestros mayores.

 

AMERICANISMO PARAGUAYO

 

         Está tarea ha de cumplirse dentro de la armonía continental. El Paraguay está animado de una ardiente y antigua vocación americanista. Propugnando la unidad de nuestro hemisferio, frente a las agresiones extra continentales facilitadas por alianzas internas, decía don Carlos Antonio López en 1862.

         "Considero que lo acaecido en Santo Domingo y que se debe a la traición del General  Santana, es de funesto ejemplo para todas las demás repúblicas de América y que debe ser anatematizado; así como considero que lo que los europeos llaman intervención en Méjico, va a ser ocupación y no intervención. Después de Méjico, que ellos dicen van a civilizar, nos han de querer venir civilizando a todos.

         "Nuestros países, que se hallan ante estos mismos peligros, tienen la primordial necesidad de trabajar sin descanso y en recíproca ayuda para solidificar los gobiernos de orden; todo pensamiento de una defensa armada o no, que pudiera presentarse, sería una de tantas buenas cosas de imposible realización si no descansa en la efectividad de un orden interior fuerte y respetable".  

         Y agregaba el anciano Presidente:

         "La Europa se miraría mucho antes de lanzarse a una expedición a América si en América misma no contara con poderosos auxiliares. Sin ir a buscar ejemplos lejanos, tenemos aquí el Plata revuelto y desunido, en un estado de convulsión crónica. La demagogia, por un lado, y por otro la absoluta prescindencia de una para con otra de las nacionalidades del Plata, para lo que es de común interés de ver concertado, contribuyen a perpetuar una desunión que tiende más bien a ahondarse que a desaparecer; este estado de cosas interno y externo es lo fatal. Debía ser para los unos y para los otros, punto dominante de política el mostrarse unidos a los ojos de la Europa. Si además de los auxilios que emergen de una división intestina, no se encontrara en los pueblos del Plata, cuando se atenta contra sus derechos soberanos, sino reprobación en ciudadanos y partidos: la Europa ha de mostrarse más circunspecta y menos pródiga en expediciones y tropelías que exigen grande sacrificio de gente y dinero. ¿Cree usted, por ejemplo, qué la Europa encontraría cómoda su posición en estos países, si, atentando contra el Paraguay, viera ella, desde la entrada de sus navíos en la embocadura del Río de la Plata, que no era sólo al Paraguay a quien iba a ofender sino a todo esté continente? ¿Cree usted que sin puertos en el Plata y en e1 Paraná, sin auxilios sacados de sus costas, los europeos no meditarían antes de lanzarse en aventuradas expediciones que tuvieran que operar a tres mil leguas de distancia, rodeadas de elementos, si no activamente, por lo menos indirectamente hostiles. Y esto mismo, esta misma influencia podría ejercitarse, no solo en actos de hostilidad y desafección en el momento de peligro, sino que ella podría pesar poderosamente para prevenir los atentados, una vez que ante la Europa misma, y por los medios de hacerlo así que tiene la diplomacia, los pueblos americanos se mostrasen decididamente unidos para la defensiva y resueltos a hacer causa común".

         Los pensamientos del viejo estadista son aún esencialmente válidos para fijar rumbos a nuestra política internacional. Colocad ahora, en el cuadro de nuestro tiempo, las organizaciones comunistas que preparan aliados internos a las agresiones asiáticas, y las advertencias de Don Carlos Antonio López iluminarán, plenamente los nuevos peligros que se ciernen sobre el destino continental.         

 

EL ORDEN INTERNO

 

         La vocación americanista del Paraguay, su vivo sentimiento de la unidad espiritual y de intereses de nuestro hemisferio, comienza a tener consagración en una serie de acuerdos internacionales. Pero nuestro aporte a esta obra ha sido olvidado, porque un país no gravita en el concierto de las naciones sino en la medida en que lo permitan los fundamentos políticos y económicos de sus instituciones básicas. De ahí la necesidad de afrontar una revisión prudente y simultáneamente audaz de esos fundamentos.

         La política es la manifestación social de la moral práctica. Por lo mismo, la acción partidaria no tiene por objetivo el provecho individual de sus afiliados, tomados aisladamente, sino la creación de valores que den brillo, riqueza y poderío a la civilización paraguaya. Dentro de estas normas debe promoverse la recíproca colaboración de gobernantes y gobernados en las empresas de beneficio colectivo.

         La democracia paraguaya, fiel a la índole de nuestro pueblo, necesariamente tendrá un contenido económico y social. Económico, en el sentido de proporcionar a cada habitante de nuestro país un mínimum de bienestar material que le garante su libertad efectiva y el desenvolvimiento normal de su personalidad; y social, para asegurar, mediante la función reguladora del Estado, el equilibrio de las fuerzas que actúan en el seno de la sociedad, a fin de evitar la opresión de una clase por otra y la explotación del hombre por el hombre.

         La personalidad humana es sagrada. El hombre paraguayo tiene el derecho de manifestarse integralmente, para dar expansión a sus capacidades latentes. La función del Estado consistente en brindar los medios económicos y técnicos imprescindibles para el desenvolvimiento de la personalidad del ciudadano, y en reprimir por la educación y otros medios los impulsos antisociales.

 

POLÍTICA ECONÓMICA

 

         Urge intensificar la ocupación productiva, en máximo grado, de todos los habitantes hábiles de la República, a fin de acrecentar al máximo la renta nacional, una de las más bajas de nuestro hemisferio, a consecuencia de la política liberal de pauperización que aniquiló la fortuna privada de los paraguayos. El cumplimiento de este programa supone:

         En el orden agrario, una gran expansión del crédito agropecuario; el fomento de la cooperación a fin de abaratar el costo de la producción y apresurar la tecnificación intensiva del trabajo, mediante la mecanización del mismo; y la fijación de precios mínimos remuneradores para todos los productos básicos de la agricultura nacional.

         En el orden industrial, la transformación de la materia prima en artículos manufacturados, a fin de cubrir las necesidades del mercado interno y acrecer el valor de los productos que nutren nuestro comercio de exportación.

         Dentro del respeto absoluto a la iniciativa privada y a la libre actividad política de los ciudadanos, constituye una necesidad mantener la independencia del Estado del dominio del capital privado y del vasallaje partidario. Finalmente, corresponde defender las producciones básicas del país de toda especulación que haga abstracción del bien colectivo.

         Hay que aspirar a la creación del bienestar general y no a la nivelación en la miseria. Se levará el standard de vida de la nación mediante el imperio de la justicia social, cuya manifestación práctica tiene que traducirse en el justo salario del obrero y en la justa utilidad del empresario.

         El problema del salario sólo podrá resolverse propendiendo a la permanente colaboración de empleadores y empleados, bajo la tutela reguladora del Estado. El florecimiento de las actividades económicas se basa en la posibilidad de un margen de utilidad legítima para las empresas y de un salario remunerador para los obreros. El trabajador paraguayo debe capacitarse técnicamente más que ningún otro, en la seguridad de que el Estado le ha de asegurar una remuneración proporcional a su capacidad de producción.

 

POLÍTICA FINANCIERA

 

         La estabilidad monetaria, salvada mediante una política enérgica y racional, pese a la dura prueba a que la sometió la última guerra civil, será mantenida cn toda rigidez, como expresión de la solidez de la economía nacional y base para la reconstrucción de la fortuna privada.

         Hay que dotar  a la nación de un presupuesto digno de un país civilizado y que organice y distribuya técnicamente los recursos necesarios para el cumplimiento de las complejas funciones que competen al Estado. No siendo posible realizar este ideal mediante recursos meramente fiscales, se hace necesaria la creación de empresas de renta que se desenvuelvan en zonas de la economía nacional donde la iniciativa privada no haya hecho su aparición. Simultáneamente, corresponde propiciar una política demográfica que promueva la atracción de inmigrantes y capitales y la creación de condiciones propicias al crecimiento vegetativo de la población.

 

PALABRAS FINALES

 

         Dentro del cuadro de ideas que quedan esbozadas, preconizo la obtención de recursos extraordinarios para emprender de inmediato las siguientes realizaciones prácticas

         I. - Racionalización de acopios de cosechas, regulación de cultivos, mecanización de los mismos y planificación económica a desarrollarse dentro de un ciclo de tres a cinco años.

         II. – Organización y extensión del crédito industrial, simultáneamente con la ampliación intensiva, llevada al máximo, del crédito de rehabilitación agrícola;

         III. - Adquisición de equipos de dragados y de equipos camineros e intensificación de la política vial, a fin de incorporar a la economía nacional las regiones que viven desconectadas de los centros activos de la nación;

         IV. - Organización en vasta escala de la marina mercante nacional y de la navegación aérea;

         V. - Creación de empresas estatales o mixtas para organizar industrias extractivas y transformadoras, con el fin de apresurar el advenimiento de la etapa industrial de nuestra economía y proporcionar al Estado nuevas fuentes de renta, al margen, de las de origen impositivo; y

         VI - Organizar establecimientos modelos de ganadería y chacras experimentales, para cubrir el abastecimiento de la Fuerzas Armadas de la Nación.

 

         Con estos pensamientos, con la ayuda de Dios y de nuestro pueblo, aceptaré el grave honor de ser el primer obrero en las tareas del gobierno y de la reconstrucción nacional. No ignoro que me perseguirá la ira de los vencidos del último malón. Comunistas, liberales, franquistas, seguirán repitiendo sus gastadas invectivas. De mi parte, orgullosamente declaro que no pido ni espero sino el apoyo de los colorados de todos los colorados, sin exclusión de nadie, pues, por encima de diferencias momentáneas de opinión, nos unen los sufrimientos pasados y las mismas esperanzas que proyectamos sobre el porvenir. No he de ser agente de injustas postergaciones, sino pregonero que llame al trabajo común a todos los compañeros de causa. Aspiro encarnar la inflexibilidad colorada, la implacable voluntad colorada de realizar el bien del Paraguay, y la magnanimidad colorada, en la medida en que ella no sea usada para perturbar la paz y trabar el proceso de nuestro resurgimiento. Queremos un gobierno colorado para todos los paraguayos. Ofrecemos Paz y Justicia, como quiere el lema de nuestro escudo, bajo el amparo de la santa libertad, pero no de una libertad muerta que no sale de los articulados de la ley escrita, sino de una libertad viviente, que tenga su expresión activa en los actos de los ciudadanos y en el esplendor de la República.

 

CLAUSURA DEL ACTO

 

         Al término de su exposición, el candidato colorado fue vitoreado de pie por la enorme concurrencia. En el escenario, los compañeros de lucha felicitaban con apretados abrazos al futuro presidente de "todos los paraguayos". El espectáculo era emocionante, inolvidable.

         Seguidamente se dio por terminado el magnífico acto, después de una breve y briosa alocución del señor Enrique Volta Gaona.

 

 

 

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