INTEGRACIÓN Y PRENSA LIBRE
INTEGRACIÓN Y PRENSA LIBRE
Desde Bolívar se está hablando de la necesidad de la integración. Desde entonces se dieron avances y retrocesos espectaculares. Llegamos así a las dos últimas etapas regionales de nuestro tiempo. La primera, marcada por las dictaduras militares. Los gobiernos de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Uruguay, Paraguay, intercambiaban con admirable fluidez los «productos típicos» de sus respectivos países: los presos políticos. Los organismos de seguridad de la región estaban sólidamente integrados. No era el sueño de Bolívar, pero las dictaduras se unieron en el afán de acabar con los afanes libertarios de sus pueblos.
Frente a esos hechos, ¿qué hacían los medios de propagación masiva? Una de dos: o se amoldaban y vivían felices, o pataleaban y perecían. Utilizo el término «amoldarse» no en la actitud de quien mira llover, sino de quien toma decidido partido por la dictadura. Con esta variante: llegada la democracia --que es la segunda etapa-- esos medios que cantaban loas a la dictadura, hoy cantan a la democracia con el mismo fervor de antes.
Nos encontramos, entonces, con la euforia democrática. Las dictaduras militares pasaron a ser --Dios sabe hasta cuándo-- un mal sueño de nuestros pueblos. Con la nueva situación política en nuestro subcontinente, y siguiendo el ejemplo exitoso de países del primer mundo, se trabaja esforzadamente por la integración regional. Se escuchan voces disonantes, pesimistas, apocalípticas. Nos dicen que el Mercosur va a traernos más pobreza aún, más complicación económica, porque no estamos preparados para competir con nadie. Plantas industriales obsoletas, carencia de clases dirigentes agresivas, falta de mano de obra calificada, etc., etc., nos conducirían al total fracaso, por lo que sería conveniente que nuestro país estuviera lejos del Mercosur.
No obstante este balance de nuestra situación --que posiblemente sea exacto-- intuyo que nos iría peor solos, si las naciones ricas se juntan para ser más ricas ¿por qué la integración de los países pobres sería para ser más pobres aún? Si a los ricos les da buen resultado, ¿por qué no a nosotros? Se nos dirá: «Es que ya son ricos». Sí, es cierto, pero aún así necesitan unirse. Y lo hacen sin el prejuicio, la desesperanza, el pesimismo de los pobres que deben encontrar el camino exacto para vivir un tiempo nuevo, sin acudir a la fórmula de «combata la pobreza, mate a un mendigo». Vemos, entonces, que hay necesidad de cambios en la región para enfrentar los enormes desafíos económicos, políticos, sociales, culturales. Pero ese cambio no será global en tanto, como es obvio, no comience en cada país la voluntad y el esfuerzo por cambiar. Pero no cambiar sólo las maquinarias, sino las ideas obsoletas. Necesitamos imaginación y valentía para ganar la apuesta.
Frente a las necesidades de cambio, ¿cuál es el rol de los medios de comunicación? Comencemos por señalar que tales medios sólo viven en libertad. Ni pensar que un país podrá ser democrático sin la libertad de prensa y de expresión. Un magistrado norteamericano, Félix Frankfurter, dijo que «Sin una prensa libre no puede haber sociedad libre. Con todo, la libertad de la prensa no es un fin en sí, sino un medio para alcanzar el fin de una sociedad libre.» La libertad de prensa es condición esencial para que los medios contribuyan a afianzar, no solamente los proceso democráticos, sino cualquier proyecto de integración entre los pueblos. Sin esa libertad no habrá sociedad libre. Y una sociedad que no es libre, tiene las manos atadas para estrecharse con otras.
Y junto con la libertad, la otra condición es la eficiencia. En un mundo asombrosamente competitivo, la prensa necesita de los mejores profesionales para nivelarse, o por lo menos acercarse, a las que activan en los países vecinos. Esta eficiencia está dada en sus dos vertientes: tecnológica y humana.
La capacitación del periodista hará que la libertad que se garantiza a la prensa, sea mejor aprovechada en beneficio de la comunidad.
En la Declaración de Independencia de Estados Unidos de América leemos este pensamiento: «Necesitamos un respeto decente por las opiniones del género humano.»
Sólo así el periodismo y el periodista serán enterafmente libres y eficaces para la integración de su propia comunidad, y ésta con las demás.
(Número de Exégesis dedicado a Paraguay)
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