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ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE

  EL GOBIERNO DE JUAN CARLOS WASMOSY - Por ALCIBIADES GONZÁLEZ DELVALLE


EL GOBIERNO DE JUAN CARLOS WASMOSY - Por ALCIBIADES GONZÁLEZ DELVALLE

EL GOBIERNO DE JUAN CARLOS WASMOSY

EL DIFÍCIL CAMINO HACIA LA TRANSICIÓN

Por ALCIBIADES GONZÁLEZ DELVALLE

LA HISTORIA DEL PARAGUAY - ABC COLOR

FASCÍCULO Nº 38 - CAPÍTULO 20

Asunción – Paraguay

2013

 

 

El Ingeniero Juan Carlos Wasmosy lee su discurso al hacerse cargo

de la Presidencia de la República el 15 de agosto de 1993.

 

            El 15 de agosto de 1993 el empresario Juan Carlos Wasmosy juró como presidente de la República del Paraguay. Llegó al Palacio de Gobierno sin antecedentes políticos pero todavía envuelto con el ruido de las internas partidarias. Fue el primer civil en ocupar el sillón presidencial desde 1954, año en que fue derrocado el Dr. Federico Chaves por un golpe encabezado por el general Alfredo Stroessner.

 

            En su discurso de posesión de mando, el nuevo presidente de la República hizo un llamado al diálogo, la concertación y la unión de todos los sectores de la sociedad paraguaya.

            El presidente saliente, general Andrés Rodríguez, expresó: "Todavía estamos a tiempo de reparar las injusticias sociales, de asegurar la vigencia real de un estado de derecho pleno, de garantizar a cada paraguayo la posibilidad de una vida más digna". Finalizó su discurso con estas palabras: "Andrés Rodríguez, general de Ejército que hoy pasa a situación de retiro, tiene el honor y la satisfacción de dar, al fin de una inolvidable jornada, su último parte militar: Misión cumplida"...

            Después de la sesión en el Congreso, donde tuvo lugar el juramento del jefe de Estado, en el salón Independencia del Palacio de Gobierno juraron los nuevos integrantes del gabinete:

            Ministro del Interior, Carlos Podestá

            Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Diógenes Martínez

            Ministro de Hacienda, Dr. Crispiniano Sandoval

            Ministro de Educación y Culto, Dr. Nicanor Duarte Frutos

            Ministro de Agricultura y Ganadería, Ing. Raúl Torres

            Ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, Ing. Carlos Facetti

            Ministro de Defensa Nacional, Dr. Hugo Estigarribia

            Ministro de Salud Pública y Bienestar Social, Dr. Cándido Núñez

            Ministro de Justicia y Trabajo, Dr. Juan Manuel Morales

            Ministro de Industria y Comercio, Dr. Ubaldo Scavone

 

            El Gobierno de Wasmosy estuvo marcado por la crisis financiera que se venía gestando desde hacía tiempo; la intervención del general Lino Oviedo en los asuntos de exclusiva competencia del presidente de la República: sorteó con éxito un claro intento de golpe de Estado, la confrontación entre la Caballería y la Infantería, la ira de los ahorristas, el asesinato del general Ramón Rosa Rodríguez. También en su Gobierno se implementaron algunas instituciones creadas por la Constitución de 1992 y se afianzó la libertad de prensa iniciada con la caída de la dictadura.

 

 

            PACTO DE GOBERNABILIDAD

 

            El resultado de las elecciones generales del 9 de marzo de 1993 fue el siguiente:

            Wasmosy-Seifart (ANR), 468.213 votos, el 39.91%; Laíno-Benítez Florentín (PLRA), 376.868 votos, el 32.13%; Caballero Vargas-Brusquetti (PEN), 202.672 votos. El 23.14%.

            Estas cifras se reflejaron después en el Congreso donde el Gobierno se encontró con número de parlamentarios insuficiente para hacer aprobar, sin muchas dificultades, los proyectos de leyes que le permitan gobernar de acuerdo con su programa. En la Cámara Alta contaba con 21 senadores, de 45; en Diputados, con 34 de un total de 80. Los colorados "argañistas" habían pasado a la oposición como resultado de las internas partidarias.

            Frente a esta situación, el Gobierno firmó un Pacto de Gobernabilidad, el 14 de octubre de 1993, con los representantes de los partidos Colorado, Liberal Radical Auténtico, Revolucionario Febrerista y Demócrata Cristiano. Los legisladores argañistas se negaron a participar.

 

            PACTO DE GOBERNABILIDAD: SUS OBJETIVOS

 

            1) Fortalecer las instituciones democráticas establecidas en la Constitución Nacional;

            2) Combatir la corrupción en todas sus formas morales y materiales, para devolver a la sociedad paraguaya la credibilidad en los valores espirituales y éticos, la confianza en el trabajo, la capacidad y la honestidad, y como rechazo de una perversión cultural que ha adulterado en gran medida la nobleza intrínseca del paraguayo;

            3) Concertar y profundizar campañas coordinadas para superar los desafíos que plantean los actuales niveles de pobreza, desempleo y falta de oportunidades para la juventud. Promover un programa masivo de recuperación educativa y ampliar los alcances efectivos de los servicios de salud en beneficio de la población;

            4) Forjar la plenitud del Estado de Derecho basado en un Poder Judicial independiente sustentado en la probidad de sus Magistrados, una Justicia Electoral que garantice la igualdad y la transparencia de todo proceso eleccionario, y Fuerzas Armadas estrictamente limitadas al papel institucional que les asigna la Constitución Nacional;

            5) Coadyuvar en la formulación de un modelo racional de reformas de las funciones y recursos asignados al Estado con el objeto de que se sirva a la sociedad con mayor eficiencia;

            6) Respetar el funcionamiento del equilibrio y la interdependencia de los Poderes del Estado, sin aspirar a sustituir la competencia de ninguno de ellos, y derivar hacia los mismos por los canales que correspondan las coincidencias emanadas del diálogo.

            Con vista a asegurar la continuidad del diálogo y el tratamiento exhaustivo de los objetivos coincidentes se acuerda confirmar el funcionamiento de la Mesa Interpartidaria de Diálogo, abierta a la participación de todas las organizaciones del país, y a establecer los mecanismos más conducentes para su mejor desenvolvimiento.

            La confianza en estos altos ideales no soslaya las dificultades ni las discrepancias que puedan presentarse en el desarrollo.

            Este Pacto permitió alcanzar los siguientes compromisos políticos:

            a) Consejo de la Magistratura.

            b) Integración de ternas y el nombramiento de los ministros de la Corte Suprema de justicia.

            c) Fiscalía General del Estado.

            d) Reforma del sistema judicial.

            e) Tribunal Superior de Justicia Electoral.

            f) Código Penal.

            g) Código Procesal Penal.

 

            La Corte Suprema de Justicia se integró con los doctores: Enrique Sosa, Raúl Sapena Brugada, Elixeno Ayala, Carlos Fernández Gadea, Wildo Rienzi, Felipe Santiago Paredes, Jerónimo Irala Burgos, Luis Lezcano Claude y Oscar Paciello.

            La terna para la Fiscalía General del Estado, presentada por el Consejo de la Magistratura, estuvo compuesta por Jorge Bogarín, Guillermo Elías Céspedes y Aníbal Cabrera Verón, quien fue designado en el cargo por el Poder Ejecutivo con el Acuerdo de la Cámara de Senadores.

            El Código Penal se promulgó el 26 de noviembre de 1997, luego de que el Congreso retrasara su tratamiento en varias ocasiones por las críticas que suscitaba. Asesorado por el consultor alemán, Wolfgang Schöne, un grupo de profesionales del ministerio Público elaboró el documento que se puso en vigencia en 1998.

            El Código Procesal Penal se promulgó el 8 de julio de 1998, vigente un año después.

 

Edificio de Bancopar, uno de los bancos que cayeron en la crisis

que estalló en 1995

 

            LA CRISIS FINANCIERA

 

            A partir de 1995 se liquidaron 41 entidades financieras de las que 22 fueron administradas por la Sindicatura de Quiebras; 13 en forma extrajudicial y seis se disolvieron voluntariamente, supervisadas por el Banco Central. Unas 350 mil familias fueron afectadas, muchas de las cuales perdieron todos sus ahorros, otras quedaron con algo. Algunos ahorristas fallecieron a causa de esta dramática situación. Según estimaciones, lo perdido en bancos y financieras, se eleva a unos 800 millones de dólares.

            Sobre el caso, Henry Ceuppens, en su libro "Paraguay: ¿un paraíso perdido?", dice:

            La causa principal de este desastre fue indudablemente la corrupción. Banqueros inescrupulosos ofrecían tasas de interés por "depósitos en negro" de hasta 40 por ciento al año. El dinero era utilizado para inversiones especulativas. Estas operaciones ilegales se realizaban con el pleno conocimiento de las autoridades gubernamentales; estas cerraban los ojos. Se enfrentaban con una mafia organizada, que tenía sus "padrinos" en las altas esferas del Gobierno y los Partidos Políticos. Todos eran pecadores, razón por la cual hasta la fecha (año 2003) nadie fue a la cárcel. Ni siquiera se salvaron los obreros. Les tocó el turno al quebrar el Banco Nacional de Trabajadores cuando se perdió gran parte de los fondos de reserva para Jubilaciones y Pensiones del Instituto de Previsión Social.

            Acerca de este caso, el Dr. Miguel Ángel Pangrazio dice en su "Historia Política del Paraguay", tomo II: La desesperación cunde en la ciudadanía; los rumores desconciertan a la plaza; la credibilidad se había perdido.

            Bancopar y Banco General cayeron en la insolvencia. La situación podía resolverse con una inteligente negociación, así como ocurriera en el año 1970 con el Banco de Asunción, que pignoró sus acciones a favor del Banco Central del Paraguay y otras garantías inmobiliarias.

            Es de conocimiento que estas entidades bancarias, estuvieron muy ligadas durante los procesos eleccionarios con el partido oficialista y algún apoyo de la oposición. El mal manejo de los créditos que iban destinados a las empresas vinculadas de los dueños de esos bancos, precipitó los estados de insolvencia de Bancopar y General.

            El crédito por interpósitas personas al oficialismo sumaba a trece millones de dólares americanos. El no retornar ese recurso a Bancopar, descalabró su patrimonio. Algo parecido también ocurrió con el Banco General.

            La crisis había dañado gravemente a la economía paraguaya.

            En efecto, los ahorristas, sobre todo aquellos que tenían en los bancos todo su capital, su única posibilidad para sentirse respaldados ante situaciones económicas adversas, fueron también víctimas de la desesperación al tener la certeza de que nada, o muy poco, habrían de recuperar.

            El drama de estas personas se acentuó cuando se supo que algunos clientes de los bancos y las financieras con problemas recibieron la noticia de lo que estaba por acontecer y pudieron así salvar a tiempo su patrimonio.

            El Gobierno de Wasmosy fue duramente criticado por los medios que se hacían eco de la angustia impotente de las personas que habían confiado en el sistema financiero.

            En su libro "Contra viento y marea -Se saneó el sistema financiero"; Wasmosy, escribe:

            Las causas reales subyacentes a la crisis financiera -no obstante, se hallan fuertemente documentadas en informes técnicos nacionales e internacionales- fueron, soslayadas en la comunicación interesada y contraria a mi Gobierno. Se ha creado en consecuencia, a partir de manipuladas informaciones, una imagen distorsionada en la apreciación de la gente sobre las verdaderas causas de la crisis. La simplificación de problemas tan complejos en el sistema financiero y la economía en general, generó la imagen de que los problemas se iniciaron en 1995 y que eran atribuibles al Gobierno de ese período, cuando lo que este hizo fue abordar problemas preexistentes, adoptar -proactivamente- las medidas sugeridas por el FMI y el BID conducentes al restablecimiento patrimonial de las entidades y aliviar los impactos sistémicos de las intervenciones, además de sentar las bases normativas e institucionales para reformar el sistema, conduciéndolo hacia un estadio de solvencia y estabilidad. El sistema fue saneado y goza de solidez y confianza. En la actualidad (2011) los resultados pueden ser verificados en indicadores recientes, así como CAULA, hoy denominada CADEF (Calificación de entidades financieras) que da un panorama de mayor confianza.

            (...) En mayo de 1995, con la intervención de dos importantes bancos, irrumpe la crisis financiera. Las causas se hallaban en factores o circunstancias anteriores a esa fecha. La situación macroeconómica y las políticas públicas anteriores a la crisis revelan en parte su gestación y desarrollo. Liberalización financiera sin adecuada reglamentación y supervisión bancaria, sistema financiero subcapitalizado, sector financiero informal expandido, habilidades bancarias débiles para la apropiada evaluación del crédito y el riesgo, concentración de préstamos y créditos vinculados y prácticas fraudulentas, fueron algunas de las causas.

 

Senador Basilio Nikiphoroff

 

Diputado Francisco José De Vargas

 

 

            LA DEMOCRACIA SOBRE EL FILO DE LA NAVAJA

 

            La incesante interferencia de Lino Oviedo en las decisiones del Gobierno y su intromisión sin pausas en la política partidaria

 

            El 27 de diciembre se realizaron las internas del Partido Colorado de donde saldría el candidato para las generales de mayo de 1993. Con la decisiva -y delictiva- intervención del general Lino Oviedo, comandante del Primer Cuerpo de Ejército con asiento en la Caballería, se dio el triunfo a Wasmosy frente a su competidor, el Dr. Luis María Argaña.

            Wasmosy ganó las generales sin cuestionamientos para las que también Lino Oviedo desplegó una campaña a fondo, pese a la prohibición de hacerlo por su condición de militar en servicio activo.

            El ya presidente de la República y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Juan Carlos Wasmosy, nombró el 18 de agosto de 1993 comandante del Ejército al general de división, Lino César Oviedo. Fue una acabada expresión de gratitud por los favores recibidos.

            Pronto las relaciones Wasmosy-Oviedo se enturbiaron por la excesiva incursión del militar en los asuntos privativos del presidente de la República de quien ya había obtenido algunos nombramientos en cargos importantes. Entre ellos, el del comandante de la Policía Nacional, comisario general Germán Franco Vargas.

 

 

            UNA TURBA ATROPELLA EL CONGRESO

 

            El jueves 7 de octubre de 1993 unos 300 colorados del Departamento de San Pedro llegaron a la capital para manifestarse en contra de algunos parlamentarios de la oposición. Fueron portadores de una nota en la que pedían que no se aprobara el proyecto de ley que disponía la desafiliación de los partidos políticos a los militares y a los policías. En rigor, iba dirigido contra los colorados porque ni militares ni policías podían ser de otro signo político.

            Los manifestantes actuaron en todo momento con extraña violencia. Le agredieron al presidente de Diputados; Francisco José de Vargas, del Partido Liberal Radical Auténtico, cuando intentaba ganar el edificio. También el senador del Encuentro Nacional, Basilio Nikiphoroff, fue golpeado por la turba.

 

 

            Muy temprano del amanecer del jueves decenas de camiones de pasajeros descargaban en las inmediaciones del Congreso a las personas que fueron traídas para causar desmanes, lideradas, entre otros, por Felino Monges, presidente de la seccional colorada de Santaní y presidente del consejo de seccionales del segundo Departamento; Emiliano García, miembro de la Junta Municipal y de la seccional de Choré; Salomón Ríos, presidente de la seccional de General Aquino.

            El presidente de Diputados habló por teléfono con el presidente de la República para informarle de lo que estaba sucediendo. Wasmosy ordenó al comandante de la Policía -que permanecía sospechosamente de brazos cruzados- para que desaloje a los manifestantes y dé garantía a los parlamentarios. Mientras tanto, algunos diputados y senadores pedían la destitución del comandante de la Policía por "la ineptitud demostrada para resguardar la seguridad de los congresistas".

            Cuando por fin volvió la calma -la Policía apareció una hora después de que se iniciaran los actos violentos- el presidente de la República se hizo presente en el Parlamento y pidió disculpas por lo acontecido. Este gesto lo acompañó con la inmediata destitución del comandante de la Policía Nacional.

            Algunos medios de prensa, tomando como fuente a los políticos, atribuyeron al general Lino Oviedo la paternidad del atropello.

            Sobre este caso, el general Segovia Ríos, en su citado libro, dice:

            En el Estado Mayor del Ejército (a cargo del general Segovia) nunca tuvimos el indicio de que el general Oviedo haya podido estar involucrado en el bochornoso suceso. Hasta ese momento, si algún activismo político realizaba el Comandante del Ejército, se cuidaba muy bien de que ello no llegara a los cuarteles. Solamente pudimos percatarnos de su gran contrariedad por la destitución del Comandante de la Policía Nacional. Decididamente el comisario general Franco era un amigo de Oviedo, más que nada porque se había prestado al cierre de las fronteras nacionales el 9 de mayo, en ocasión de las elecciones generales para impedir el ingreso de los paraguayos residentes en ciudades fronterizas de Argentina, legalmente habilitados para votar y simpatizantes en su mayoría del Partido Liberal Radical. Por otra parte, Franco había secundado activamente la campaña proselitista del general Oviedo a favor de Wasmosy. Así las cosas, el comisario Franco era el primer hombre de Oviedo defenestrado por Wasmosy. Ya le seguirían poco tiempo después los ministros y altos funcionarios estatales que debían sus cargos al Comandante del Ejército, en función del cupo político convenido por este con Wasmosy y como retribución por haberlo llevado a la Primera Magistratura de la nación.

            La destitución del comandante de la Policía molestó sobremanera a Oviedo quien procuró con insistencia que el presidente reviese su decisión, sin conseguirlo.

            Pronto se presentaría otro motivo para el acelerado distanciamiento entre ambos: la ley de desafiliación de militares y policías de 1994. El general Oviedo expresó su contrariedad y se dio en la tarea de hacer firmar a los oficiales y suboficiales el recurso de inconstitucionalidad, luego retirado por él mismo de la Corte Suprema. Fue otro acto de indisciplina, pues el presidente de la República había promulgado la ley.

            El general Segovia Ríos agrega al respecto, en referencia a Oviedo:

            Su ofensiva contra la ley de desafiliación tuvo críticas y repercusiones negativas incluso en los cuarteles. El viernes 10 de junio, en una conferencia pronunciada en la Escuela de Comando y Estado Mayor de la Fuerza Aérea, el ministro de Educación, Nicanor Duarte Frutos, se despachó con fuertes críticas contra el Comandante del Ejército. Los medios informativos dieron amplio destaque a las palabras del ministro, más que nada por haber sido pronunciadas en pleno recinto militar. La señal era inequívocamente política: el general Oviedo no gozaba ya de simpatía ni dentro de las Fuerzas Armadas...

            La otra cuestión de intromisión indebida del comandante del Ejército, está dada en su intento de conformar un Consejo de la Magistratura a su medida. No le interesaba el Consejo en sí mismo sino la atribución que tiene de conformar la terna para ministros de la Corte Suprema de Justicia. Según el general Segovia Ríos, "El general Oviedo se lanzó a la estéril y desgastante lucha con el único propósito de forzar de alguna manera al presidente Wasmosy para que lo incluyera al doctor José Francisco Appleyard como candidato para la Corte Suprema de justicia, a sabiendas de que Wasmosy detestaba a su candidato. Increíblemente, el general Oviedo movió cielo y tierra para que su íntimo amigo pudiera ocupar un sitial en la Casa de Astrea. Obviamente, fracasó en el empeño, sufriendo una vez más acervas críticas por su intromisión en asuntos políticos y deteriorando considerablemente su imagen ante la ciudadanía e inclusive ante la opinión pública internacional".         

 

Antes de su inauguración oficial, el "linódromo" ya presentaba mucha actividad.

Fue muy cuestionada esta iniciativa del entonces comandante del Ejército,

General Lino César Oviedo

 

            UN CHISME QUE TERMINA EN SUSTO

 

            A diferencia del Gobierno de Rodríguez, en el de Wasmosy la población vivía en constante sobresaltos por motivos -reales o ficticios- que trascendían desde los cuarteles. El ambiente de inseguridad presagiaba hechos graves e inminentes que parecían a punto de acabar con la naciente democracia. En los pocos años que se tenía transcurrido, la ciudadanía ya se había acostumbrado por lo menos en el ejercicio de sus derechos básicos como la libertad de prensa, de reunión, de asociación, de presentar sus reclamos a las autoridades, etc.

            En esta atmósfera de incertidumbres, llega a oídos del comandante del Ejército, general Lino Oviedo, que el comandante de la Primera División de Infantería, general Carlos Alberto Ayala González, dijo por ahí que... nadie sabe lo que dijo, pero no le gustó a Oviedo lo que le dijeron que dijo y le solicitó a Wasmosy que trasladase a Ayala González a Lagerenza, en el fondo del Chaco, asiento de la Quinta División de Infantería. Wasmosy cedió a este pedido y firmó, el 15 de diciembre de 1994, la orden de traslado. Al día siguiente, luego de una entrevista con el general Ayala González, Wasmosy dejó sin efecto el traslado. Esta situación inesperada hizo que los generales del Ejército, en una reunión de urgencia, rodeasen al comandante del Ejército en actitud solidaria, por lo que consideraban una humillación al jefe militar y al resto del Ejército. Oviedo les agradeció el gesto y dispuso la presencia de todos los generales del Comando del Ejército que prestaban servicios en el interior del país.

            Wasmosy les hizo saber que se mantenía en su decisión de no permitir el traslado del general Ayala y que no estaba de acuerdo con la actitud solidaria de los generales del Ejército, que se trataba de una sedición merecedora de sanción disciplinaria. Era el domingo 18 de diciembre. Les ordenó que al día siguiente, a primera hora, con Oviedo a la cabeza, estuviesen en su despacho del Comando en Jefe. La respuesta fue que ningún general del Ejército cumplirá dicha la orden.

            Luego de unas intensas negociaciones, a eso de las 22, del mismo día domingo, llega hasta los generales la noticia de que "el presidente Wasmosy se había avenido a un arreglo de la situación".

            Cuenta el general Segovia: "Todos los presentes celebramos la noticia con un cerrado aplauso, aun cuando desconocíamos los términos del arreglo (...) Rato después llegó el comandante del Ejército, visiblemente relajado, aunque con aire de quien analiza la situación más como espectador que como actor. En vez de reconocernos la lealtad y determinación con que lo apoyamos en su confrontación con el presidente y analizar las implicancias institucionales de la crisis, se despachó con una larga perorata acerca de generalidades que nada tenían que ver con el momento ni con la grave cuestión institucional que nos tenía en vilo desde hacía más de 24 horas (...) Tras casi una hora de insípido monólogo, nos dio los detalles del acuerdo al que había llegado con el presidente".

            El acuerdo era, en lo esencial, que el comandante del II Cuerpo de Ejército, general Federico M. Candia, asuma el comando de la 1ra. División de Infantería, y el general Carlos Ayala va de vacaciones.

            El general Segovia agrega: "El presidente salió con la suya y el general Oviedo no tuvo la delicadeza de tirarle a la cara su cargo de comandante del Ejército. Nos sentimos profundamente traicionados por nuestro comandante, porque nos dimos cuenta de que nos utilizó, no por el bien institucional, sino para sus propios propósitos personales egoístas. Sin darse cuenta, su falta de dignidad y su ambición personal acababan de marcar el principio de su fin, que sobrevino un año y cuatro meses después. Aquí quedó sellada la suerte del general Oviedo..."

 

Acto en el "Linódromo", un colorido carnaval a cargo de militares y familiares.

 

            UN PLEITO DE NUNCA ACABAR

 

            En abril de 1995 Lino Oviedo decide la construcción de un gran escenario en Ñu Guazú. Fue un proyecto complejo por las instituciones públicas que debían intervenir en la obra como la Antelco (hoy Copaco) la Ande, Corposana (hoy Essap), etc. Además se fijó una fecha muy breve para su culminación, dos meses y un poco, de modo a realizarse en el nuevo sitio -conocido como Linódromo- los festejos por el Día del Ejército, el 24 de julio.

            Por unas declaraciones imprudentes que llegaron a la opinión pública, cayeron sobre Oviedo las críticas que se extendieron a la construcción del escenario, airadamente rechazada por los políticos y público en general.

            Frente a esta situación, el presidente le ordena a Oviedo que paralice la obra. El comandante del Ejército le hace decir a su comandante en jefe que va a concluir la obra como sea, y siguió adelante hasta su inauguración.

            También la iglesia católica se involucró en el cuestionado "Linódromo". Sucedió que la esposa de Oviedo había conseguido, como parte de los actos de inauguración de la obra, que se hiciese en el sitio una misa de sanación a cargo del Padre Tardiff, como ya lo había hecho el año anterior en el RC4.

            El entonces obispo auxiliar de Asunción, monseñor Pastor Cuquejo, prohibió la realización del acto religioso en el flamante "Linódromo".

 

Ingeniero Raúl Cubas Grau

 

Doctor Víctor Galeano Perrone

 

            Y SIGUE LA INTROMISIÓN

 

            El general Segovia Ríos, en su bien documentado libro citado, escrito con plausible objetividad sobre los acontecimientos que le tocó vivir, nos relata otro caso: El viernes 11 de agosto (de 1995) el general Oviedo tuvo una reunión con el presidente Wasmosy. En la oportunidad le insistió en la remoción de los ministros que eran manifiestamente desafectos a su persona. Propuso a sus amigos José Francisco Appleyard y Oscar Rodríguez Kennedy para integrar el gabinete. El presidente Wasmosy los rechazó absolutamente. El general Oviedo dijo al presidente que en tales condiciones él no estaba dispuesto a apoyar al presidente pasando a retiro y candidatándose para presidente de la Junta de Gobierno de la ANR, al tiempo de ocupar la cartera de Defensa. Le ratificó su decisión de recluirse en el comando del Ejército, dedicándose exclusivamente a sus funciones castrenses. No le cayó bien al presidente la determinación del general de continuar en su cargo. Removerlo era el objetivo básico del presidente con las falsas promesas de hacerlo ministro de Defensa una vez pasado a retiro, de modificar el gabinete y otros cuentos chinos en los que finalmente Oviedo había dejado de creer. La reunión terminó ásperamente, con el presidente determinado a destituirlo en cualquier momento. Esto podría haber sucedido de no mediar los buenos oficios del mejor amigo común que tuvieron Wasmosy y Oviedo, el doctor Víctor Galeano Perrone. Este convenció una vez más al presidente para que desistiera de su determinación de relevar al comandante del Ejército..."

            En otro capítulo de los entretelones de la áspera relación Wasmosy-Oviedo, el general Segovia Ríos cuenta que Oviedo había acudido a la esposa del presidente, Teresa Carrasco, para que intentara convencer al marido de que tenía que remover a los ministros a quienes no apreciaba. Ellos fueron: de Educación, Nicanor Duarte Frutos; de Justicia, Juan Manuel Morales, de Interior, Carlos Podestá.

            "Dos días después de esta reunión -cuenta el general Segovia- Oviedo me contó con visible entusiasmo que las tratativas para ganarle la partida a Seifart estaban por muy buen camino merced al apoyo de la primera dama".

            Más adelante agrega:

            "Cuando le insistí en que el presidente podría destituirlo en cualquier momento, me replicó: Yo mismo le he dicho a él que no puede echarme, porque si lo hace, vamos a caer juntos (...) Usted, por qué no le tira el cargo al presidente y se lanza al ruedo político; al final, el uniforme ya le es un impedimento. No Segovia, yo le hice presidente a este tilingo y no le voy a dar el gusto de mandarme mudar por propia iniciativa"

            Estos y otros casos no conformaban el ambiente propicio para la inmensa tarea de conducir el país hacia la solución de sus problemas, por lo menos de aquellos más urgentes.

            Las autoridades nacionales, civiles y militares, estaban enredadas en cuestiones, aunque serias, totalmente superables o que no deberían, incluso, haber existido.

            Demasiado tiempo se ha perdido en la atención de problemas que no hacían a lo fundamental de un país que esperaba vigorizar su democracia, siempre caminando sobre el filo de una navaja.

 

El Ingeniero Wasmosy lee su discurso de despedida como Presidente de la República.

Los símbolos del poder pasan a manos de su sucedor, Ingeniero Raúl Cubas Grau

 

            TRASPASO PRESIDENCIAL

 

            El sábado 15 de agosto de 1998, el ingeniero Wasmosy entregó la banda presidencial y el bastón de mando al titular del congreso, Luis González Machi, quien tuvo a su cargo investir del poder al nuevo jefe del Ejecutivo, ingeniero Raúl Cubas Grau.

            El acto se realizó en la sala de convenciones del Banco Central del Paraguay, con la presencia de los presidentes Alberto Fujimori, Perú; Hugo Banzer, Bolivia; Julio María Sanguinetti, Uruguay; Eduardo Frei, Chile; Fernando Enrique Cardozo, Brasil; Jamil Mahuad, Ecuador; Carlos Saúl Menem, Argentina; príncipe Felipe de Borbón, España; César Gaviria, secretario general de la OEA.

            En último discurso como mandatario, Wasmosy dijo haber cumplido, dentro de las posibilidades, mantener el proceso democrático e institucional. Citó como ejemplo la reforma de la ley electoral; la reforma de la justicia, las limpias elecciones municipales, los comicios generales, etc.

            Se quejó de la clase política por no haber comprendido la coyuntura nacional. Lamentó que no pudo desarrollar su plan de gobierno. Reconoció que el hecho más trascendente fue el traspaso presidencial de un civil a otro, dentro de la norma constitucional.

 

Una multitud, compuesta mayoritariamente de jóvenes,

se agolpó frente al Palacio del Palacio de Gobierno para protestar

por el intento de nombrar Ministro de Defensa a Lino Oviedo

que finalmente no ocurrió.

 

            UNA SUBLEVACIÓN DRAMÁTICA CON FINAL DE COMEDIA

 

            Aproximadamente a las ocho de la mañana del 22 de abril de 1996, el comandante del Ejército, general Lino Oviedo, accedió al despacho presidencial del Palacio de Gobierno en cumplimiento de la orden recibida. Luego de los saludos de rigor, Wasmosy inicia el diálogo expresando su reconocimiento por los méritos profesionales de Oviedo quien ya sabía, o sospechaba, que luego probaría el trago amargo. En efecto, el presidente le comunica que había resuelto relevarlo del cargo de comandante del Ejército. Le dio el nombre del sustituto: general Oscar Díaz Delmás. Oviedo le respondió que tenía aún mucho que dar a las Fuerzas Armadas. Por sus gestos al abandonar el despacho, Wasmosy supo que Oviedo no estaba dispuesto a cumplir sus órdenes. Fue el inicio de algunos de los momentos más difíciles para la democracia.

            Desde hacía tiempo que las relaciones de Wasmosy y Oviedo se habían deteriorado. Por su decisiva ayuda para que Wasmosy ganara las internas partidarias, Oviedo se creía con el derecho de gobernar el país.

            El general Víctor Segovia Ríos, amigo de Oviedo, cuenta en su libro "De Morínigo a Cubas" lo siguiente: A propósito, al pueblo paraguayo le consta que de no haber sido por el general Oviedo, Wasmosy hubiera perdido las elecciones presidenciales el 9 de mayo de 1993. Lamentablemente, tras la victoria, el general Oviedo sobrestimó sus posibilidades en el gobierno de Wasmosy. En función de simple Comandante Militar de primer nivel, se creyó destinado a jugar un rol político preponderante en el gobierno. Sin conocer el alma maquiavélica de Wasmosy, pretendió compartir con él el poder presidencial. Ingenuamente le propuso al presidente que dejara en sus manos la conducción de los asuntos políticos y de seguridad, encargándose él (el presidente) de las cuestiones económicas y de las relaciones exteriores. Me consta que durante los primeros meses del gobierno de Wasmosy, el general Oviedo creyó realmente en la posibilidad de compartir con el presidente su poder constitucional. Para cualquiera, esta pretensión tenía que aparecer como tremendamente ingenua. Aunque indudablemente Wasmosy accedió al poder mediante Oviedo, pero una vez con las riendas del mismo en sus manos, el favor del general ya no tenía el mismo valor que antes. Esto fue lo que Oviedo no percibió".

            Esta incapacidad de Oviedo de medir sus posibilidades -siempre sobrevaloradas- tuvo nefastas consecuencias para el país mucho más allá del gobierno de Wasmosy.

 

Lino César Oviedo rodeado de sus adherentes se presenta

como candidato para la presidencia de la ANR

 

            LA GOTA QUE COLMÓ EL VASO

 

            Lino Oviedo, en plena vigencia de la ley que prohíbe a los militares activar en política, seguía haciéndolo con disgusto del presidente Wasmosy y de los uniformados que encuadraban su conducta a la ley. Frente a esta situación, el presidente de la República le pidió a Oviedo que se hiciese cargo del ministerio de Defensa. Oviedo se opuso tenazmente.

            Cuando Wasmosy viajó a Chile, presenció desfiles militares en el Parque O'Higgins y le prendió la idea de utilizar para los mismos fines el amplio espacio de Campo Grande, con lo que las calles céntricas de la capital se verían libres de los desfiles militares o estudiantiles. Comentó la idea con Lino Oviedo, quien se ofreció a construir un "marchódromo" con graderías desarmables. Wasmosy ordenó que se construyera en torno al comando de la Aeronáutica, en el sitio donde el Papa Juan Pablo II había recibido el multitudinario cariño del pueblo paraguayo.

            Oviedo hizo caso omiso a la orden presidencial y construyó apresuradamente en un sitio cercano a la Caballería.

            Sobre este caso, Wasmosy recuerda: "Enterado del inicio de las obras, fui a verlas y encontré que no solo se estaba construyendo en un lugar distinto al que había previsto, sino que además las bases de hormigón armado y el movimiento de suelos se habían realizado sin la prolijidad necesaria. Ya era tarde y volví a tolerar esta cuestión, por tratarse de algo interno"

            Wasmosy justifica su tolerancia con las indisciplinas de Oviedo en la necesidad de preservar la democracia tan trabajosamente construida milímetro a milímetro. Era consciente de que Oviedo no tendría el mismo escrúpulo como se demostró poco tiempo después.

            Agrega Wasmosy que la ciudadanía "no podía comprender por qué se demoraba una sanción ejemplarizadora de las inconductas -a menudo públicas, otras veces disfrazadas, pero siempre cínicas - del Comandante del Ejército.

            "Obligado a esperar la condiciones político-militares más oportunas para la toma de una decisión final, acepté pagar ante mis conciudadanos el alto costo de actuar con cautela. Pero tenía la certeza que el resultado compensaría sobradamente este desgaste al que me sometía la determinación irrevocable de consolidar la institucionalización de las Fuerzas Armadas".

 

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Fuente digital: www.abc.com.py

Registro: Febrero 2.013

 

 

 

 

 

EL GOBIERNO DE WASMOSY

EL DIFÍCIL CAMINO HACIA LA TRANSICIÓN

ALCIBIADES GONZÁLEZ DELVALLE

(continuación)

Por ALCIBIADES GONZÁLEZ DELVALLE

LA HISTORIA DEL PARAGUAY - ABC COLOR

FASCÍCULO Nº 39 - CAPÍTULO 20

Asunción – Paraguay

2013


 

 

         EL PUENTE DE LA DISCORDIA

 

         El 8 de mayo de 1995, a pedido del presidente del Brasil, Fernando Enrique Cardozo, se envió al Congreso la nota reversal número 11 del 2 de junio de 1994 acerca del proyecto de construcción de otro puente sobre el Paraná entre Paraguay y Brasil, por el sistema de riesgo compartido. Se llamaría a licitación pública internacional con financiamiento privado y el sistema de concesión de peaje sin aval de los Estados.

         Este puente era, y sigue siendo, una necesidad para ambos países. Posterior a esta nota reversal, aprobado por el Congreso, el Brasil envió otra que vinculaba la construcción del segundo puente con la reparación del primer puente, resultado de un acuerdo entre ambos países.

         Acerca de este caso, Wasmosy cuenta. "Días antes del tratamiento de ese proyecto en la Cámara de Senadores, en el cumpleaños del Dr. Diógenes Martínez, luego de retirarme yo, llegó Oviedo a incitar a los senadores a votar en contra del mismo. Esta campaña respondía -como de costumbre- a su interés personal, ya que "Alto Hondo", la empresa de su amigo y socio Gerardo Doll, se había quedado sin la oferta financiera. Esta provenía del banquero Beneyto, fugado poco antes del país con motivo del saneamiento financiero que llevamos adelante para dar fin al libertinaje existente por falta de normas y controles apropiados en medio de tasas de interés y tipos de cambio liberados, empresas vinculadas e intermediarios financieros descapitalizados"

         En la sesión del 11 de abril de 1996, la Cámara de Senadores rechazó el proyecto de ley "que aprueba la nota reversal número 11, del 2 de junio de 1994; con la República Federativa del Brasil".

         Las consecuencias inmediatas de este rechazo, según Wasmosy, fueron:

         1. En el marcado de las relaciones internacionales el rechazo causó malestar al Gobierno del Brasil, dado que el pedido para la construcción de este nuevo puente había surgido de ellos.

         2. El Paraguay perdió la posibilidad de contar a corto plazo con otra vía de comunicación para transportar sus productos hasta los puertos libres de alta mar por el Brasil.

         3. El transporte de la soja, uno de nuestros principales productos de exportación, pasó a depender casi exclusivamente de barcazas. Este medio tiene la ventaja de su bajo costo, pero en aquel momento no había barcazas en cantidades suficientes.

         4. El efecto negativo se sintió también en la ciudad de Foz de Yguazú, que siguió sufriendo el desorden del tránsito automotor ocasionado por los camiones graneleros...

 

General Silvio Rafael Noguera


Contralmirante Guillermo López Moreira


General de Aviación César Cramer


General Oscar Díaz Delmás 

 

         SE PONE EN MARCHA EL RELEVO

 

         El miércoles 17 de abril de 1996, día habitual de las reuniones en el Comando en Jefe, Wasmosy dejó de asistir para quedarse a evaluar la decisión de relevar a Lino Oviedo del cargo de Comandante del Ejército y ponerlo a disposición del Comandante en jefe, para luego tratar su pase a retiro de las Fuerzas Armadas. Esa misma noche, en Mburuvichá Roga, Wasmosy le comunicó al vicepresidente de la República, Ángel Roberto Seifart, de la decisión que había tomado. Seifart "se mostró muy complacido, pues era uno de los que había solicitado con mayor insistencia que se tomara esta medida".

         Igualmente Wasmosy se puso en comunicación con los representantes de los países del Mercosur y miembros del cuerpo diplomático acreditados ante nuestro Gobierno.

         El relevo, que era inminente, se postergó a pedido del embajador del Brasil, Marcio de Oliveira, hasta después de la condecoración a Oviedo con la Medalla del Ejército del Brasil, programada para el 19 de abril. Tres días después, el 22, se llevó a cabo la reunión de Wasmosy con Oviedo en el Palacio de Gobierno donde el Comandante del Ejército recibió la noticia de su relevo. En la ocasión, cuenta Wasmosy, Oviedo "trató de persuadirme de que dejara sin efecto su relevo, alegando entre otros puntos su deseo y buena voluntad de seguir colaborando con mi Gobierno con absoluta lealtad y subordinación. Me solicitó, además, la participación del expresidente de la República, Gral. Andrés Rodríguez, quien en ese momento se encontraba en Buenos Aires por motivos de salud"

         Wasmosy accedió al pedido. Le pidió al expresidente que viniera a Asunción, como lo hizo. Mientras tanto, a través del general Silvio Rafael Noguera, convocó a los comandantes de las tres Fuerzas para el mediodía. El tema era poner a conocimientos de los comandantes la decisión que había tomado. También ordenó que se preparara la Orden General por la que se lo relevaba a Oviedo y nombraba en su reemplazo al general Oscar Díaz Delmás.

         En la citada reunión, que tuvo lugar en el Comando en Jefe, y con la asistencia de los generales Silvio Rafael Noguera, Lino Oviedo, Guillermo López Moreira (de la Marina) y César Cramer (de la Aviación) le entrega a Oviedo la Orden general Nº 91. A continuación, Wasmosy se retira a Mburuvicha Roga.

         "Finalizada la reunión -cuenta Wasmosy- en la sede del Comando en jefe, el Gral. Noguera me informó que Oviedo, en presencia de los otros comandantes de Fuerzas, había manifestado no aceptar la decisión de su relevo, agregando que la sometería a consideración de sus comandados. (...) Pidió luego permiso para retirarse y fue a la Caballería, afirmando en tono amenazante que si en febrero del 89 hubo derramamiento de sangre, en esta oportunidad correrían ríos de sangre".

         Llegado que hubo el general Rodríguez de Buenos Aires, y luego de reunirse con Wasmosy con quien compartió la decisión del relevo, se trasladó hasta la Villa Militar para dialogar con Oviedo. Éste le expresó que no acataba la orden y propuso como única solución que el presidente "rompiera el papel"; en referencia a la Orden General.

         A esas horas -pasado el mediodía- la opinión pública estaba enterada de los acontecimientos de manera fragmentaria, colmados de rumores inquietantes. Los parlamentarios acudieron a sus oficinas, intercambiaban noticias y opiniones, mientras que en las calles se improvisaban reuniones de personas que exteriorizaban su apoyo a la decisión presidencial.

         Un artículo publicado en ABC Color en su edición del martes 23 de abril de 1966, pintó el panorama de la víspera:

         Masivas manifestaciones de apoyo de todos los sectores de la ciudadanía hubo ayer, a poco de saberse del relevo del Gral. Lino César Oviedo como comandante del Ejército. Varios grupos espontáneamente fueron formándose para después confluir en una gran manifestación frente al Congreso donde, desde tempranas horas, los legisladores estaban reunidos.

         Como en el levantamiento del 2 y 3 de febrero del 89, la ciudadanía festejó ayer el relevo del Gral. Lino César Oviedo de la Comandancia del Ejército.

         Los ciudadanos de distintos sectores tomaron con placer la decisión del presidente Juan Carlos Wasmosy. Inclusive, más de uno destacó la valentía del titular del Ejecutivo, que "por fin" tomó la decisión.

         El primer grupo de manifestantes se dio cita frente al Panteón Nacional de los Héroes. El mismo estaba integrado por unos 150 estudiantes de la Facultad de Derecho que, abiertamente, alabaron la decisión del titular del Ejecutivo.

         Posteriormente, otro contingente comenzó a reunirse frente al Congreso para apoyar la actuación de los legisladores. Esta reunión empezó cerca de las 20:00, después de conocerse la decisión de Wasmosy.

         En tanto, un tercer y último grupo se integró frente a Mburuvichá Roga, en donde los transeúntes también, en forma espontánea, se quedaban a dar su apoyo al mandatario.

         Paralelamente a estas grandes reuniones, en la junta de Gobierno del Partido Colorado, en la residencia de Domingo Laíno, líder del PLRA, y de Guillermo Caballero Vargas, líder del PEN (Partido Encuentro Nacional), pequeños grupos se reunían para dar su apoyo a la civilidad.

         Posteriormente, todos los contingentes confluyeron frente a la sede del Congreso. En esta reunión, los manifestantes, al coro de "Y llora, y llora, y llora Oviedo llora", repudiaron toda la actuación del general.

         Sin embargo el presidente Wasmosy -por medio de los dirigentes políticos- pidió a los legisladores no magnificar la situación y tomar el caso lo más normalmente posible, sin crear disturbios. Inclusive, pidió a las cámaras que sesionaran normalmente en la fecha.

         No obstante, los manifestantes seguían con el coro, levantando el tono. Los más eufóricos, sin empacho alguno y al unísono, exclamaban: "Lino bandido, que pase a retiro", dejando en claro que un gran sector de la ciudadanía estaba disconforme con la actuación del uniformado.

         En tanto, Alan Flores y Eduardo Ojeda, dirigentes de la CUT y de la CNT, respectivamente, anunciaron que si era necesario, la huelga general convocada para mayo sería adelantada.

         El lunes 22 aproximadamente a las 18 horas, preocupados por la persistencia de la rebeldía de Oviedo a una orden del Comandante en jefe de las FF.AA., los embajadores de Estados Unidos de América, Robert Service; de Argentina, Néstor Auad, y del Brasil, Marcio Oliveira, intentaron sin éxito dialogar con Lino Oviedo. La idea que llevaron los diplomáticos era convencer al uniformado de la necesidad de deponer su rebeldía y ajustar su conducta a los principios constitucionales.

         Al no ser recibidos por Oviedo, los embajadores llegaron junto a Wasmosy en Mburuvichá Roga para expresarle el apoyo de sus respectivos Gobiernos.

 


 

 

         APOYO DE LOS MANDATARIOS DEL MERCOSUR Y LA OEA

 

         Apenas enterados de la negativa de Lino Oviedo de acatar la orden de Wasmosy, los presidentes de Argentina, Carlos Saúl Menem; del Brasil, Fernando Enrique Cardozo; del Uruguay, Julio María Sanguinetti, y de Chile, Eduardo Frei, expresaron su respaldo al colega paraguayo en la coincidencia de que cualquier intento de quebrantar el proceso democrático paraguayo sería rechazado enérgicamente por los gobiernos de los países del Mercosur y el resto de la comunidad internacional.

         En el mismo instante, desde la Paz, la Organización de Estados Americanos (OEA), y el Grupo de Río, dieron su "total" respaldo al presidente paraguayo. El secretario general de la OEA, César Gaviria -que se encontraba en La Paz- dijo: "Tengo la seguridad de que la totalidad de las democracias de este hemisferio se van a movilizar en la defensa de la democracia del Paraguay" y agregó: "Cualquier país que salga de su régimen constitucional y en particular en este caso la joven democracia paraguaya, puede tener la seguridad de que nosotros usaremos todos los medios que nos permite nuestra Carta (de la OEA) hasta conseguir el restablecimiento de la democracia en Paraguay si en algún momento esta fuera restringida".

 


         REUNIÓN DE GENERALES Y EL PEDIDO DE RENUNCIA

 

         Mientras la clase política nacional y los gobiernos vecinos y de otras democracias expresaban su preocupación, en la Caballería el general Oviedo se encontraba reunido en su despacho con algunos generales. Hasta ahí llegaron los amigos personales de Wasmosy, Arq. Hugo Aranda, el Ing. Ramón "Rubio" Giménez Gaona y el ministro del Interior, Diógenes Martínez, acompañados por el amigo de Oviedo, Dr. Víctor Galeano Perrone, quien invitó a Diógenes Martínez a pasar a una sala contigua. Mientras tanto, Galeano Perrone le dijo a Giménez Gaona y Aranda que "hagan todo lo posible para que nuestro amigo retire su Orden, ya que no cumple con las formalidades legales y tiene el argumento de que debe ser mejor redactada. En ese ínterin, se puede negociar una salida que no perjudique tanto a ambos. Esta fue una medida apresurada que necesita de mayor análisis. A pesar de todo hay tiempo, no mucho, para arreglar las cosas. Nuestro amigo Juan Carlos parece que no consultó con la cúpula militar. Él está muy equivocado al pensar que con Noguera, López Moreira, Crámer y compañía va a estar bien respaldado. Escuchen bien: el verdadero poder está aquí, en la pieza de al lado. Esos otros generales no sirven para nada.

         Poco después regresa Diógenes Martínez acompasado de Lino Oviedo quien pidió al ministro que explicara "en forma resumida, pues nos está ganando la hora, lo que escuchaste al lado. Les reitero que a las 12 (de la noche) voy a salir a buscar la renuncia de Wasmosy y la de Seifart". Eran las 23:35.

         El Dr. Diógenes Martínez se dirige a quienes le acompañaron a la Caballería con estas palabras:

         Señores, encontré a 14 generales que constituyen casi la totalidad de los Comandantes con poder de fuego dentro del Ejército y me expresaron, en primer lugar, que la Orden de destitución del Gral. Oviedo constituye una afrenta a la dignidad para todo el Ejército paraguayo y no solo para Lino Oviedo, por lo que no están dispuestos a aceptar tal Orden. Hablan de que el presidente tomó una determinación sobre un oficial muy importante dentro del cuadro superior de las Fuerzas Armadas sin que medie un análisis del tema. Piensan que si aceptan la Orden así como está, entonces de aquí en adelante ya no serán respetados. Por lo tanto, si bien hablaron algunos de ellos, y permítanme que no mencione ningún nombre, manifestaron claramente que están decididos a resistir el cumplimiento del relevo del Gral. Oviedo, aun por la fuerza. Terminado que hubo de hablar el ministro del Interior, interviene Lino Oviedo dirigiéndose a Hugo Aranda y a Giménez Gaona: "Como escucharon, así están las cosas. Ahora les pido a ustedes dos que regresen de inmediato a Mburuvichá Roga y pídanle la renuncia indeclinable y tráiganme aquí a más tardar para las 12". Pero ahora solo faltan 10 minutos para las doce, contesta Giménez Gaona. "Bueno, responde Oviedo, entonces para las doce y media. Miren, no tenemos más tiempo que perder. Quiero la renuncia de Juan Carlos Wasmosy aquí y a cambio pueden asegurarle que, si así lo hiciese, yo le daré todas las garantías para él y su familia. Vos, Rubio (Giménez Gaona) por ejemplo, podés ir a preparar ya el avión de ustedes y llevarlo a Punta del Este para que se tome una temporada de descanso. Después, cuando él quiera, puede regresar tranquilamente a su casa y nadie lo va a molestar. Yo lo voy a proteger hasta de Argaña, que si llega al poder, al primero que va a apresar es a él. Vos, Hugo (Aranda) andá con Víctor (Galeano Perrone) a traerme la renuncia y estaremos en contacto telefónico permanente. Todos pueden estar absolutamente tranquilos si traen la renuncia (...) Pero no perdamos tiempo. Mirá Hugo, que si te demorás yo estoy listo para salir. Mi gente está lista y no voy esperar más de las doce y media para ir yo mismo a buscar la renuncia. Avisame ni bien tengas en la mano la renuncia y entonces yo me ocuparé de Seifart (...) Bueno -dijo abriendo la puerta- estaremos en contacto cada 10 minutos".

 


         SOLICITUD DE PERMISO EN VEZ DE RENUNCIA

 

         Oviedo ya contaba con el triunfo de su "causa". Ya tenía previstos los pasos que iba a dar a partir de la renuncia del presidente de la República y del vicepresidente. No escuchaba las consecuencias que pudieran acarrear sus actos. El apuro de Oviedo por tener en sus manos la renuncia del presidente tenía su lógica pues el amanecer podría desbaratar sus planes los cuales ya los tenía perfectamente estudiados.

         Pondría como presidente de la República al titular del Congreso, escribano Rafael Casabianca.

         Para ganar tiempo, y aplacar la ansiedad del general, Wasmosy convocó a sus amigos Hugo Aranda y Ramón Giménez Gaona. Les pidió que se fueran a la Caballería para entregar un documento a Lino Oviedo y que esperaran la respuesta. Nada más. No estaban autorizados a mantener ninguna tratativa. Era un poco más de las dos de la madrugada del 23 de abril. Cuando entró Aranda, Oviedo lo ubicó a su derecha y le preguntó: "¿Tenés la renuncia, verdad?" "Hizo el gesto de tomar la carta y con ella en la mano -cuenta Wasmosy según le comentaron- empezó a dirigirse a Casabianca que estaba en la cabecera opuesta a él. "Estaba apurado pero no terminaba de abrir el sobre. De tanto en tanto lo miraba. Se dirigía principalmente al escribano Casabianca dándole ciertas explicaciones, algunas ya repetidas. No paraba. El monólogo seguía y la hora avanzaba. Por fin, sin parar de hablar, extrajo la nota del sobre abierto. Ya con ella en la mano, continuó usándola como batuta, sin leerla, pero con un nuevo entusiasmo. Senador -continuaba- vamos a hacer las cosas en forma constitucional. Mañana en el Palacio a las 10 hs. Vamos a hacer la transmisión de mando. Usted será el nuevo presidente de la República ante la renuncia del actual y la del vice. Eso reza la Constitución (...) Lo único que solicitamos es que nos permita nombrar a tres personas para los cargos de ministro del Interior, ministro de Defensa Nacional y Comandante de la Policía. Todos los demás cargos los nombrarán ustedes de común acuerdo con el Congreso.

         "Hablaba y con el rabillo del ojo leía la carta. De pronto se detuvo y comenzó a leerla en voz alta. Al terminar quedó desconcertado y dijo: Pero aquí no aparece la palabra renuncia".

         Después de leer el documento, a pedido de Oviedo, Casabianca dijo:

         - General, esta no es una renuncia. Es un pedido de permiso temporal semejante a los que nos envía cuando viaja al exterior. En el Congreso se le dará el mismo trámite.

         - ¿Pero con esto igual podemos proceder a la sucesión? -preguntó Oviedo.

         - No -respondió Casabianca- de ninguna manera general, esto es solo un pedido de permiso y nada más.

         - Bueno -intervino Oviedo- entonces podemos cambiar antes de mañana y proceder igual, luego cambiamos esta nota. Escribano ¿estaría dispuesto a asumir la presidencia de la República mañana a las 10?

         - Estaría dispuesto si se produjeran las renuncias voluntarias del presidente y del vicepresidente. Mire general, es mejor para todos que le diga la verdad. Con esta nota no podemos hacer nada. El Congreso la interpretará como pedido de permiso y no como renuncia.

         Oviedo se volvió hacia Galeano Perrone y le dijo:

         - Víctor, lee la carta y dame tu opinión.

         - General el senador tiene razón. No es una renuncia. Oviedo se encara con Hugo Aranda.

         - Hugo ¿qué fue lo que le pediste a Juan Carlos Wasmosy?

         - Eso es lo que él me dio -responde Aranda.

         - Víctor -ordena Oviedo- decile al Dr. Appleyard que venga. Está aquí al lado.

El Dr. Appleyard se presenta y recibe la misma pregunta de Oviedo

         - General -le responde Appleyard- Este es un vulgar pedido de permiso y no sirve para realizar ningún cambio como es su objetivo. Una renuncia no tiene por qué ser tan larga. Basta que diga que renuncia.

         - Baby -dice Oviedo- aquí tenemos la copia de la renuncia del general Stroessner. Andá traé la carpeta y vamos a redactar nosotros copiando esa misma.

          Appleyard regresa con la redacción.

         - Bueno, Hugo -dijo Oviedo- andá llevale esto a tu amigo y que firme sin dudar. Si tiene alguna duda, entonces yo mismo me iré a convencerle. Víctor, acompañalos y quiero un parte en 10 minutos.

        


         "EL PRESIDENTE QUIERE TIRAR LA TOALLA"

 

         Otro testigo de estos acontecimientos, el general Víctor A. Segovia Ríos, cuenta en su señalado libro: Poco antes de la medianoche, tras despedir al senador Casabianca, el general Oviedo entró a la sala anunciando. "El presidente quiere tirar la toalla. Si renuncia, Seifart no va a asumir la presidencia. Quien va a asumir es el presidente del Congreso, el escribano Casabianca quien en estos momentos se dirige a Mburuvichá Roga para convencer al presidente de que debe rever su decisión de relevarme del cargo o renunciar, como lo ha insinuado ya esta mañana. Hay que ir pensando en conformar el gabinete con qué asumirá Casabianca: Tiene que ser un gabinete de unidad nacional.

         Vayan pensado en quién podría ser un buen ministro del Interior ¿qué les parece el doctor César Benítez Bogado?

         La mayoría de los generales quedamos perplejos con el anuncio hecho por el comandante del Ejército. Nos parecía muy extraño que el presidente, así nomás, fuera a renunciar después del alboroto que ya había armado interna e internacionalmente (...) "Quiere tirar la toalla", se le escuchó comentar en más de una ocasión esa madrugada. Por lo visto, deliberadamente o no, el senador Casabianca le pintó al general un panorama demasiado alentador en tal sentido y él se lo creyó a pie juntillas. Se lo veía eufórico, como si la dimisión fuera ya un hecho.

         (...) Inmediatamente después de cortar la comunicación con López Moreira (comandante de la Armada) el general Oviedo llamó por teléfono al comandante de la Policía Nacional. A igual que a López Moreira, le informó que de un momento a otro le iba a llegar la renuncia del presidente Wasmosy. Le requirió su número de fax para enviársela tan pronto la tuviera a mano. Seguidamente le preguntó por el paradero del vicepresidente Seifart. Le pidió que la seguridad policial del vicepresidente no opusiera resistencia en el caso de que efectivos del Ejército se apersonaran donde se encontraba el vicepresidente.    

         (...) Serían alrededor de la 1:30 cuando llegaron a la residencia del comandante del Ejército los emisarios que traían la anunciada y esperada renuncia del presidente de la República (...) menos de 10 minutos después el general Oviedo entró a la sala enseñándonos un papel que tenía en sus manos. "Esta no es una renuncia, apenas un pedido de permiso" dijo en tono desabrido. En su rostro se notaban frustración y desencanto. "Baby, tenemos que redactar una renuncia en forma y remitirla de vuelta para que la firme el presidente. Tenés que redactarla en los términos de aquella que le hicimos firmar a Stroessner aquí mismo, dijo el general en tono absolutamente serio. Creo que todos los generales quedamos perplejos ante la obstinada ingenuidad de un hombre tan curtido de experiencia en los tejes y manejes del poder. Resultaba en verdad desconcertante que con ese mamotreto entre manos no se percatara aún de que el presidente estaba jugando pérfidamente con él (...), decididamente esa noche el general Oviedo había perdido el sentido de lo esencial y no controlaba la realidad.

         Su insistencia en remitir de vuelta al presidente una renuncia "bien redactada" era a todas luces una ingenuidad ridícula. Tenía que darse cuenta de que el presidente se estaba burlando de él, por lo que la posibilidad de su renuncia era evidentemente absurda, fruto de una fantasía inducida por la malicia, o por la estupidez. A pesar de ello, se redactó a máquina la renuncia y fue entregada a los emisarios para que se la llevaran al presidente sin pérdida de tiempo y la trajeron de vuelta debidamente firmada.

         (...) Era evidente a esas horas que se había extralimitado en los alcances de su poder, creyendo ingenuamente que, como en otras ocasiones, el presidente terminaría por ceder. Parecía que el general se resistía a la idea de que su estrategia de presión político-militar había fallado esta vez, esperando que se produjera el milagro de la renuncia del presidente que, de golpe, resolvería todos los problemas.


Robert Service, embajador de los Estados Unidos


Néstor Auad, embajador de la República Argentina


Marcio Oliveira, embajador de la República Federativa del Brasil


César Gaviria, secretario General de la OEA


 

         EL PRESIDENTE NO RENUNCIÓ PERO...

 

         Al día siguiente, como si nada, en la Caballería Lino Oviedo preside los tradicionales actos en homenaje a San Jorge, patrono del arma. En el transcurso de los mismos, y sin que todavía obedeciese la orden del comandante en jefe de entregar su cargo, recibe esta inesperada oferta de Wasmosy: su nombramiento como ministro de Defensa. Para asumir el cargo, debe pasar a retiro.

         Esta decisión causó una generalizada indignación entre las miles de personas que se habían agolpado en los jardines del Palacio de Gobierno para expresar su apoyo al presidente. También causó desánimo entre los militares que se plantaron en defensa de la Constitución. Los ministros anunciaron su renuncia apenas Oviedo recibiese el decreto respectivo. Sobre este punto, cuenta Wasmosy: "Entretanto, la juventud y el pueblo en general concurrían frente al Palacio a manifestarse en contra del nombramiento de Oviedo como ministro de Defensa, luego de escuchar el anuncio radial del militar dando día y hora de su próximo juramento, de modo a hacerlo irreversible. Todo el apoyo que horas antes había despertado se volvía en contra mía, a raíz del ofrecimiento".

         No sólo eso, la prensa de varias partes del mundo -las que siguieron con preocupación la amenaza a nuestra naciente democracia- destacaban la información como un hecho insólito, risible, digno de figurar en la galería de los disparates. Fue difícil entender un final tan inesperado luego de una noche de zozobras. Pero había más, el drama -convertido ya en sainete- habría de tener otro final igualmente sorpresivo.     Wasmosy, presionado por la manifestación popular y por sus colaboradores, a las 9:30 del día 23 le envía a Oviedo el decreto de su nombramiento como ministro de Defensa pero sin número ni fecha, para darle a entender que en esos momentos, por la reacción ciudadana, no podría aún dejarlo efectivo en el cargo. Oviedo, que ya sabía que el presidente lo nombraría ministro, solo con la renuncia al cargo de comandante del Ejército y su pedido de pase a retiro, al recibir el decreto se avino a las exigencias del Ejecutivo con una nota, dirigida al comandante en Jefe de las FF.AA., digna de la comedia que se había iniciado como drama.

         Dice la nota de renuncia y el pedido de retiro:

         En mi larga vida militar he tenido oportunidad de ejercer inúmeras funciones, coronando mi carrera con el actual honroso cargo de Comandante del Ejército Paraguayo, resaltando mi participación en la gesta libertadora del 2 y 3 de febrero de 1989, como soldado de la Democracia.

         Como ciudadano, en esta magnífica oportunidad reitero mi invariable lealtad y apoyo a las Instituciones Democráticas, y acatamiento absoluto al ordenamiento jurídico y constitucional de la República, especialmente a las autoridades legítimamente constituidas. Habiendo cumplido con todos los requisitos exigidos para el efecto, solicito respetuosamente su autorización para acogerme a los beneficios del retiro de las Fuerzas Armadas.

         Agradezco al Señor Comandante en Jefe en forma muy especial todas las deferentes atenciones y amistad con que me ha honrado, lo que me permitió Comandar con suma satisfacción y acierto, resaltando la feliz experiencia de haber sido Ud. mi primer Comandante en Jefe Civil, función que desempeña en forma ejemplar, con su extraordinario dinamismo y alta moral haciendo que todos sus subordinados le sirvamos con lealtad y admiración.

         El miércoles 24 el presidente firmó en Mburuvichá Roga el decreto por el que dispuso el pase a retiro de Oviedo. Mientras tanto, una multitud mayoritariamente de jóvenes se estaba manifestando frente al Congreso -luego pasaría al Palacio de Gobierno- para protestar por el nombramiento como ministro de Defensa del ya exjefe del Ejército.

         Firmado que hubo el decreto, Wasmosy viajó a su estancia en el Chaco para "evaluar la situación política y tomar decisiones para resolver la crisis".

         El jueves 25 se concentraron frente al Palacio de Gobierno los que venían oponiéndose al nombramiento y los simpatizantes de Oviedo que pedían por él. Entre ambos grupos se ubicaron los "cascos azules" ante la posibilidad, siempre inminente, de un choque violento.


En el "LINÓDROMO", Lino Oviedo, ya en situación de retiro, anuncia su incursión a la política.

Sin los límites legales, se presenta como candidato del Partido Colorado.


 

         EL GOLPE DEFINITIVO O "LA TRAICIÓN CONSUMADA"

 

         Poco después de las 10:30 del jueves 24, Wasmosy llega al Palacio de Gobierno, convoca a sus colaboradores inmediatos y deja entrar a los periodistas de distintos medios. De inmediato, lee un extenso mensaje del que extraemos estos párrafos:

         Los acontecimientos que a los paraguayos nos tocó vivir en estos días fueron una dura prueba para todos nosotros, por nuestra decisión de vivir en libertad y en democracia, para la solidez de las instituciones que hemos creado...

         (...) Los compromisos que asumimos en la hora más difícil nos enfrentaron con otro dilema que tenemos que resolver, despojados de sentimientos subalternos. La cuestión es: ¿Debe el presidente de la República mantener su palabra, oyendo la voz del pueblo y, sobre todo, la de esos jóvenes que soportaron la vigilancia y la lluvia para mantener sus anhelos e inquietudes?

         (...) hubo una voz que nunca me abandonó, que machacaba insistentemente en mi espíritu: la voz del pueblo que me eligió como su mandatario y, en especial, la de esos jóvenes que supieron expresarse sin violencias y sin otro interés que el que estaban defendiendo a la democracia.

         (...) Es por eso que he resuelto sacrificar mi compromiso personal, con todas las consecuencias que ello implica y, asumiendo mi responsabilidad de estadista y mandatario del pueblo, no designar al general Oviedo como ministro de Defensa.

         En la sala de espera, cerca del despacho presidencial, se encontraba Lino Oviedo, su esposa, y algunos de sus amigos que le acompañaron para asistir al juramento. A través de un aparato televisor Oviedo escucho el mensaje presidencial. Alguien de su entorno le dijo: "Mi General, la traición ya está consumada. Su pueblo lo quiere escuchar, súbase al balcón del Palacio y diríjase a su pueblo". Así intentó hacer el frustrado ministro, pero el jefe de la Casa Militar le recordó que "el balcón es privativo del presidente de la República y sin su autorización nadie podrá subir a él para dirigir la palabra".

         Oviedo, muy ofuscado, abandona el Palacio de Gobierno y va a su casa en la Caballería. De inmediato, con la gente que le había seguido, más otros simpatizantes que se fueron juntando por el camino, improvisa una tribuna en el "linódromo" desde donde anuncia su inmediata incursión en la política como candidato a la presidencia de la República por el Partido Colorado.

 


         ORDEN DE ARRESTO CONTRA OVIEDO

 

         El 3 de octubre de 1997, el presidente de la República y comandante en jefe de las FF.AA., Juan Carlos Wasmosy, firmó la orden particular número 59 por la que dispone el arresto disciplinario de 30 días del general de división (SR) Lino César Oviedo "por las expresiones agraviantes vertidas" por el nombrado militar contra Wasmosy. La orden dispuso también que el arresto se cumpla en el comando del Ejército (Primera División de infantería).

         Al cabo de 26 días sin que Oviedo se presentara a cumplir la orden, Wasmosy ordenó su detención en la tarde del 29 de octubre a través de un aparatoso operativo. Unos 15 efectivos militares y policiales rodearon la residencia de Oviedo, en Villa Morra, aislada por armamentos pesados y vehículos que clausuraban las calles transversales.

         Pronto en el lugar acudió un grupo de simpatizantes del militar retirado cuya esposa, Raquel Marín, les pidió que abandonaran el lugar - "para evitar incidentes"- y se fueran al puesto comando del movimiento, en Eusebio Ayala y Choferes del Chaco. Agregó que su marido se encontraba en el Departamento de Canindeyú.

         El presidente de la República esa misma noche dijo a ABC Color que no aflojará con el general retirado hasta lograr su detención para que cumpliese los 30 días de arresto que había ordenado en su carácter de comandante en jefe de las FF.AA.

         Acerca del procedimiento aparatoso dijo que "no hay tal aparatosidad. Mientras el juez no da la orden de allanamiento no podemos hacer nada, pero la vigilancia se mantendrá y apenas salga de su casa lo detendrán. Mañana pediremos la orden de allanamiento".

         Recordó -en la misma entrevista con el diario- que el ex comandante del Ejército tiene tres procesos pendientes: uno con el argañismo por temas electorales, la orden de arresto por injurias contra el presidente de la República y comandante en jefe y, el tercero está relacionado con los hechos acontecidos en abril del año pasado".

         Más adelante dijo: "Si no se presenta a cumplir con el arresto, se está hundiendo más y no voy a aflojar porque no le tengo miedo y estoy actuando con la ley en la mano".

        



         IRRUPCIÓN EN LA RESIDENCIA DE OVIEDO

 

         Con la orden de allanamiento del juez del crimen de turno, Jorge Bogarín, un grupo de asalto de las Fuerzas Armadas, en la tarde del jueves 30 de octubre, ingresó al domicilio de Lino Oviedo. Previamente, hubo tres disparos intimidatorios seguidos de la orden de "cuerpo a tierra" a las personas que se encontraban en el interior de la residencia. El teniente coronel (SR) Wladimiro Woroniecki, de la seguridad de Oviedo, intentó resistirse pero recibió un golpe de culata en la frente.

         Este diario informó de la siguiente manera: (...) "Una buena cantidad de personal militar, algunos con pasamontañas, casco de combate y metralletas tomaron por completo el control de la residencia. Estuvieron en el lugar aproximadamente 20 minutos, y luego se retiraron, no sin antes de revisar parte de la casa y realizar un recorrido general por el interior y el patio.

         "La acción de los militares tomó por sorpresa a un grupo de reducidos adherentes de Oviedo, quienes estaban en ese momento frente a la casa. También hombres de prensa fueron testigos del proceder de las Fuerzas Armadas. La Policía Nacional únicamente tuvo participación en el esfuerzo por intentar poner orden, más aún cuando comenzaron a llegar más curiosos hasta el lugar para conocer detalles de lo ocurrido.

         "Cerca de 100 personas se agolparon inmediatamente sobre la calle Campos Cervera y comenzaron a gritar estribillos a favor de Oviedo y lanzar duras críticas contra la orden emanada por el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.

         "Un grupo de fanáticos, principalmente señoras, comenzó a rezar por la integridad de Oviedo, y el resto de los presentes a hacer más de una conjetura de lo que estaba sucediendo.

         "Los militares posteriormente se retiraron del lugar recibiendo el repudio de los oviedistas, en buena parte integrado también por oficiales y suboficiales retirados de las Fuerzas Armadas, entre quienes resaltaron el general (SR) José Felicísimo Segovia Boltes y el coronel (SR) Carlos Medina Monjagata, entre otros".


 


         ÓRDENES JUDICIALES CONTRADICTORIAS

 

         El juez Bogarín había ordenado el allanamiento de la casa de Oviedo para comprobar la existencia de armas y requisarlas. Otro juez, en lo laboral, Antonio Roux Vargas, concedió un segundo habeas corpus preventivo que prohibía el arresto del ex comandante del Ejército. El primer habeas corpus fue otorgado por la jueza en lo correccional del menor, Blanca Florentín. Los efectos de este habeas corpus fueron suspendidos por la Corte Suprema de Justicia por lo que ya no regía al momento en que intervino el juez, Bogarín. No obstante, el juez en lo laboral dio curso favorable a otro pedido en contra de la orden de arresto. Oviedo fundamentó su presentación porque se vio "amenazado en su libertad individual (...) y que su vivienda particular fue asediada por efectivos militares y policiales en vehículos de las Fuerzas Armadas, poniendo en zozobra a su familia, al vecindario y a toda la población".

 

         OVIEDO: "NO ME ENTREGARÉ"

 

         Mientras tanto, Lino Oviedo llamó a Radio Ñandutí - "desde una zona fronteriza"- para decir que no se presentará a cumplir la orden de arresto "mientras que sus abogados no lo digan" No podía entregarse "mientras la justicia no emita una resolución clara, diciendo que la orden de arresto dictada por el comandante en jefe debe cumplirse".

         El líder de UNACE cuestionó "el proceder de los uniformados y sin dar nombres de los posibles responsables dijo que nadie se puede tomar poderes que no le corresponden".

 

Antonio Roux Vargas, juez en lo Laboral


Federico Callizo, presidente del Consejo de la Magistratura



         "ERROR COMETIDO POR EL PRESIDENTE"

 

         El general (SR) Regis Romero atribuyó la orden de arresto emanada del comando en jefe "a una falta total de asesoramiento del presidente Wasmosy.

         Y agregó. "Infelizmente todo el país tendrá que sufrir las negativas consecuencias de esta desacertada como bochornosa actuación de la Guardia Presidencial. Lo único que se ganó es la pérdida de credibilidad y confiabilidad a nivel internacional. Wasmosy está muy solo y nadie viste, ni mucho menos moja, la camiseta para distinguir, preservar y hacer respetar la investidura presidencial".

         Finalmente -en declaraciones a la prensa- solicitó a Oviedo "que se entregue y cumpla la orden del comandante en jefe como demostración de que las estrellas, el sillón presidencial o cualquier otro cargo están muy por debajo de la sangre de un pueblo que ya pasó muchos sacrificio".

 

         LA CORTE SUSPENDE AL JUEZ ROUX VARGAS

 

         Con la firma del presidente, y de todos los miembros de la Corte Suprema de Justicia, una resolución suspendió al juez en lo laboral, Antonio Roux Vargas, quien "se ha conducido con manifiesto marginamiento o desconocimiento de la Constitución y las leyes que regulan el tratamiento de este procedimiento".

         Por su parte, el presidente del Consejo de la Magistratura, Federico Callizo, expresó que el juez Roux debió primero informarse bien y enterarse de que había todo un proceso en marcha antes de otorgar el hábeas corpus al general (SR) Lino Oviedo.

         Agregó que "los juzgados de ninguna manera en un cuerpo orgánico pueden funcionar como islas independientes y sin ninguna relación (...) el magistrado debió justificar plenamente en su sentencia porqué daba otra vez una medida de este tipo ya que una disposición inició todo el juicio (...) además debió tener en cuenta que la cuestión estaba siendo discutida en la máxima instancia judicial, que es la Corte Suprema de Justicia".

 

Raquel Marín, esposa de Lino Oviedo


Ingeniero Raúl Cubas Grau


Senador Julio Rolando Elizeche


Diputada Mirian Alfonso


 

         WASMOSY ES DENUNCIADO ANTE LA FISCALÍA

 

         Por atropello de domicilio, abuso de autoridad, daño intencional, lesión corporal y disparo intencional de arma de fuego, fue denunciado el presidente de la República ante la fiscalía general del Estado. La denuncia llevaba la firma de Raquel Marín, Raúl Cubas Grau, el senador Julio Rolando Elizeche, la diputada Mirian Alfonso, entre otras personas.

         También fueron denunciados, por las mismas causas, el coronel José Key Kanasawa, teniente coronel Víctor Manuel Groselle, capitán Fredy Amarilla, entre otros militares.

         Uno de los firmantes de la denuncia, Raúl Cubas Grau, sería presidente de la República nueve meses después.

 

 

Teniente Coronel Víctor Manuel Groselle 


General José Key Kanasawa




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Fuente digital: www.abc.com.py

Registro: Febrero 2.013


 

 

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