Portal Guaraní - LA HISTORIA REPETIDA - Por ALCIBIADES GONZÁLEZ DELVALLE

En la mitología griega, Sísifo fue condenado a empujar eternamente una roca enorme hasta lo alto de una pendiente. Apenas la roca llegaba a la cumbre, volvía a caer, impulsada por su propio peso, y Sísifo tenía que empezar de nuevo a alzarla. Algo de esto nos pasa.

Cuando el país se quitó de encima la desgracia del estronismo, se creyó que la roca llegaría finalmente a su sitio para quedarse; que lo que se comenzase llegaría hasta donde había sido proyectado. Y lo proyectado fue encaminarnos hacia la democracia, llegar a ella y afianzarla para el disfrute de sus beneficios.

En estos días de escándalos político-judiciales -que son una repetición de repeticiones- algunos líderes del oficialismo dijeron que son propios de la democracia.

Son propios de la democracia el debate, la polémica, la competición, el desacuerdo, etc., pero de ningún modo la actitud mafiosa de torcer con dinero la voluntad de la gente; o con presiones intolerables como la amenaza de la pérdida del empleo si no se votase en la dirección indicada. O la promesa de cargos públicos en caso de...

¿De qué victoria puede jactarse quien la obtuvo con fraudes, amenazas y promesas falsas?

Vemos, sin sorpresas, que en las instituciones públicas se reiniciaron las reuniones partidarias con la orden de apoyar al candidato del oficialismo para la presidencia de la República. Se dirá que los funcionarios, finalmente, votarán libremente; que con las opciones a mano se decidirán frente a la urna por los candidatos de su preferencia. No será así. El miedo a perder el empleo es insuperable. Hace un par de semanas el presidente de la República, en su intensa campaña proselitista, dijo que sabrá puntualmente por quién ha votado un colorado. “Los voy a controlar“, expresó amenazador. Ignoro cómo lo haría. A primera vista me parece imposible. O se trata de una advertencia real con la posibilidad del uso de alguna tecnología, o una de sus usuales incontinencias verbales.

A propósito, en estos días cometió un papelón ortográfico y sintáctico justo en una escuela, San Francisco, donde fue a dar el inicio oficial de las clases. Puede no caer en el ridículo con un seguro expediente: que un asesor -no los que están a su lado porque son como él- le escriba correctamente con la mayor sencillez como para que pueda copiar después sin inconvenientes.

Es para preocuparse por esta situación que arrastran muchos de los políticos en sus actividades como tales o en la función pública. La mediocridad se expande con fuerza. Para peor, no se salvan de ella ni siquiera los que saben leer y escribir. Aquellos por ignorantes, estos por desvergonzados. Y si la ignorancia y la picardía se juntan en una sola persona, la desgracia es infinita. Y si esa persona tiene poder, ya podemos hablar de catástrofe.

Pasada la tormenta -o sea las elecciones generales-, vamos a comenzar todo de nuevo por el camino de siempre: líderes políticos sin escrúpulos que prometen un futuro de bienaventuranza, sin renunciar a los viejos instrumentos del atraso.

¿Puede haber más atraso cuando delincuentes comunes, y no tan comunes, acceden a una banca en el Congreso?

Así ha sido, así es y por lo visto así será siempre. El mito de Sísifo se hizo carne entre nosotros.

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