EL PRECIO DE LA DEMOCRACIA
Por ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE
alcibiades@abc.com.py
Con motivo de memorarse los 30 años del derrumbe de la dictadura, mucho se habló de los beneficios de la democracia, pero nada de su altísimo costo. Hemos enumerado las penalidades de un modelo político autoritario, con olvido del precio que paga el país por las libertades básicas recuperadas.
El año de 1992 fue de suma importancia para la vida cívica nacional, la que se pretendía construir casi de la nada: Se promulgó la Constitución Nacional que contiene, en gran medida, las aspiraciones de un pueblo que lo pasó muy mal por más de tres décadas. Durante el debate, hubo voces estridentes que venían de afuera en procura de debilitar, incluso de ridiculizar, el afán de la colectividad política y social que cumplía el mandato de dar al país un instrumento que lo elevara a un nuevo tiempo.
Todas las calamidades que vinieron después ya no son por culpa de la Constitución sino de quienes, desde el inicio mismo, se negaron a cumplirla de dos maneras: ignorándola o dándole interpretaciones torcidas. Pasa igual con las leyes, decretos, ordenanzas, reglamentos.
Si no adecuamos nuestra conducta a las normativas legales es muy difícil, si no imposible, mantener la democracia en pie por mucho tiempo. Sí, es cierto, muchas de esas normativas se dictaron para conveniencia de un grupo político, social o empresarial; para echar a andar la corrupción en todas sus formas. En estos casos nuestro deber es denunciarlas y pelear por su derogación.
Cuando las autoridades nacionales son las que encabezan el incumplimiento de la Constitución Nacional acomodándola a sus intereses, o ignorándola, rápidamente esa situación anormal se reproduce en otros sectores. Los malos ejemplos tienen siempre el terreno abonado para su propagación.
Tenemos el caso, para no irnos demasiado lejos, de los senadores que se reunieron a escondidas, en un sitio que no era el apropiado, para dar vía libre a la reelección de Horacio Cartes. Fue un acto enteramente ilegal, enteramente delictivo. ¿Qué pasó con esos senadores? Nada. Todos ellos están como los héroes de la patria sin importarles que ocasionaron el asesinato de un inocente y decenas de heridos.
El ejemplo se reprodujo hace pocos días en Ciudad del Este. Unos concejales que obedecen a los Zacarías Irún también se reunieron en un sitio inadecuado para elegir un intendente municipal contra toda lógica jurídica, y para peor, el jefe comunal así designado se creyó que era tal y comenzó a tomar medidas, y anunciar otras, todas disparatadas conforme a su “inteligencia”. Para empeorar más aún, con el aplauso de quienes le pusieron en el cargo que de ningún modo le correspondía. Diputados remedió la situación y no se llegó a mayores como prometía la caótica situación.
El precio que pagamos por nuestra democracia es altísimo. Comienza por el amparo a la delincuencia. Invocándose el derecho a la manifestación, hace pocos días un numeroso grupo de contrabandistas de cigarrillos salió a la calle de Salto del Guairá a protestar por la intervención judicial y policial. Fue una réplica de lo que habían hecho los marihuaneros por los mismos motivos: la intervención de las autoridades.
El elevado costo tenemos también, y sobre todo, en el Poder Judicial, origen de los padecimientos del país. De vez en vez, como para disimular, hace algunas intervenciones que resultan ser la excepción que confirma la regla.
Que la alegría de habernos desprendido de una dictadura feroz no vaya a vendar nuestros ojos ni taponar los oídos ante los problemas políticos y morales que nos acosan cada día.
Fuente: ABC Color (Online)
www.abc.com.py
Sección: OPINIÓN
Domingo, 17 de Febrero de 2019
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