Portal Guaraní - NUEVA EMBESTIDA - Por ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE

Los parlamentarios cartistas aprovecharon la presencia del presidente de la República en el Congreso para pedir el juramento de Horacio Cartes como senador activo. Fue el lunes. Ese mismo día se dio a conocer que dos abogados habían enviado una nota al titular de Diputados, Pedro Alliana, en la que solicitan que Mario Abdo fuese sometido a juicio político.

Los solicitantes dicen representar, uno a la “Asociación de Protección de usuarios de servicios públicos, derivados y afines”; el otro, al “Gremio de Auténticos Abogados del Paraguay”. ¿Cómo? ¿Hay un gremio de abogados que no son auténticos? Hay que denunciarlos. Por el momento, preocupa la movida cartista por violar la Constitución Nacional.

En este sentido, el diputado Basilio Núñez reclamó que se cumpla la Constitución a favor de Cartes, en contra de la Constitución. Habló de que “la voluntad popular fue traicionada”. En este mismo sentido se pronunció el titular de Diputados. No, la traición contra la institucionalidad de la República fue cometida por seis ministros de la Corte, de 9, y por los tres que encabezan el Tribunal Superior de Justicia Electoral. Estos señores no tuvieron en cuenta –no quisieron tenerlo– que Horacio Cartes hizo proselitismo, se presentó a las elecciones sin renunciar a la presidencia de la República. Fueron actos enteramente arbitrarios. Este fue el primer paso; el segundo, el intento –como ahora– de exigir que se le tome juramento como senador activo, que no le corresponde de acuerdo con el artículo 189 de la Constitución que manda: “Los expresidentes de la República, electos democráticamente, serán senadores vitalicios de la Nación, salvo que hubiesen sido sometidos a juicio político y hallados culpables. No integrarán el quórum. Tendrán voz pero no voto”. Salvo otras intenciones, este artículo tiene una sola interpretación: a un expresidente de la República solo le cabe la senaduría vitalicia.

Si los convencionales constituyentes hubieran querido que un expresidente fuese también senador activo, podían haberlo hecho agregando dos palabras: “podrá optar…”. Pero no dejaron ninguna opción. El artículo 189 quiere que un exmandatario continúe su vida política y ayude con su experiencia. Para eso se le concede la palabra desde el recinto parlamentario.

En defensa de esta disposición, el convencional Bernardino Cano Radil expresó: “Un expresidente, elegido democráticamente, tiene, para mi modo ver, no solamente el derecho, sino el deber de seguir colaborando en el rumbo y la orientación de la gestión nacional…”, desde la senaduría vitalicia. Esta argumentación es la que votaron los convencionales y no la torcida interpretación que seis ministros de la Corte y tres de la Junta Electoral impusieron.

Hace poco Horacio Cartes confesó, a un periódico extranjero, haberse equivocado cuando intentó, alentado por 25 senadores, conseguir su candidatura para la reelección presidencial. Fue un claro esfuerzo por violar otro artículo, el 229, de la Constitución Nacional. Ahora regresamos a la misma situación y de seguir adelante el objetivo seguramente se tendrá el mismo efecto que había enlutado al país. ¿Volverá Cartes a pedir disculpas?

Cuesta entender que los políticos no perciban que nuestra sociedad ha cambiado. Ya no es la ciudadanía sumisa, miedosa, cobarde, de otros tiempos. Hoy dice lo que tiene que decir. Y si debe gritar para que se la escuche, grita.

El nuevo presidente del Congreso dijo que no convocará a Cartes para el juramento a fin de evitar nuevos disturbios. Tiene razón. Es el consejo certero de la prudencia y la legalidad. El problema es que tales palabras fueron dichas por Blas Llano.

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