EL INFIERNO TAN TEMIDO

Por ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE

alcibiades@abc.com.py

Ramón González Daher y su hijo, Fernando, están presos por lavado de dinero y usura, según la acusación fiscal. Se quedaban con la casa hipotecada más el dinero que recibían, en varias cuotas, a cuenta del préstamo. No hace falta decir que el valor del inmueble es muy superior a la deuda. Con estos despojos –no son otra cosa– los González Daher alfombraron de casas “propias” la ciudad de Luque. Se hicieron inmensamente ricos a costa de hacer inmensamente pobres a sus víctimas.

La operación era muy sencilla: Ramón prestaba el dinero y su hermano, Óscar, titular del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, ordenaba a los fiscales acusar de estafa a los deudores. Ahora que la investigación judicial está en curso, habría que extenderla a los fiscales que atendían el caso y, si cabe, junto con la destitución que vayan igualmente presos.

La usura es una de las actividades humanas más censuradas de todos los tiempos. Se entiende. Quien la ejerce proyecta una imagen siniestra, aunque pretenda suavizarla con actos amables. Prestar dinero a quien lo necesita podría ser un gesto caritativo, pero hacerlo con afán especulativo, llevado al exceso, es inhumano.

En su Divina Comedia, Dante califica la usura como “ofensiva a Dios” y recalca: “ofende a la divina bondad”, “desprecia a la naturaleza en sí”. En el capítulo undécimo –el infierno– leemos: “Dañase al prójimo con la muerte y con heridas dolorosas, y a sus bienes con la ruina, el incendio y exacciones inmoderadas; y así los homicidas, los que hieren impíamente, los devastadores y los ladrones”. Por ello “en el círculo más pequeño (de tres) donde estriba el centro del Universo y sobre el que tiene su asiento Lucifer, todo el que ha obrado con maldad está consumiéndose eternamente”.

En la edad media la Iglesia Católica prohibió a sus fieles la práctica de la usura. Fue por ello, principalmente, que dicha actividad quedó en manos de los judíos. Ganaron dinero a cambio de perder la estima social.

En su célebre comedia, “El mercader de Venecia”, Shakespeare dibujó en Shylock el alma negra del usurero. Este personaje prestó dinero a un empresario naviero con la garantía de una libra de carne que le sería cortada “muy cerca del corazón” en caso de incumplimiento del contrato. Cuando llegó la noticia de que la nave había naufragado, hundiéndose la posibilidad de recuperar su dinero, Shylock celebró la tragedia del deudor: “¡Bendito sea Dios!”, ¡“Oh, qué felicidad!”. No le importaba recuperar el dinero sino quedarse con la libra de carne.

Ramón González Daher prefería también la libra de carne, o sea, las garantías del préstamo: costosas propiedades que pasaban a su nombre a un precio muy inferior al valor real.

Entre usura y usura, padre e hijo se dedicaban también al lavado de dinero. ABC Color, en su edición del miércoles 11 pasado, incluyó esta noticia: “Ramón González Daher y Fernando González Karjallo, tienen un patrimonio millonario de ganancias que no aparecen en los registros financieros y que fueron frutos de la usura y el lavado de dinero, según la imputación fiscal (…) movían hasta dos millones quinientos mil dólares por día en préstamos usurarios”.

La caída de Ramón y de su hijo fue la consecuencia de las investigaciones fiscales a su hermano Óscar, su esposa y su hijo, todos acusados por lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, declaración falsa. Aparecen como una familia unida por la delincuencia a igual que el diputado Miguel Cuevas, de acuerdo a documentadas investigaciones fiscales.

Ya en el siglo XIV Dante Alighieri había encontrado en el infierno, guiado por su amigo Virgilio, a los autores de los mismos delitos que “adornan” a muchos de nuestros políticos.

Fuente: ABC Color (Online)

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Sección: DEPORTES

Domingo, 22 de Diciembre de 2019

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