Portal Guaraní - ¿FELIZ AÑO NUEVO? - Por ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE

¿Qué tal le fue a nuestro país el 2019? Exactamente como los años anteriores. En estas dos décadas del siglo XXI se construyeron algunas obras viales, siempre insuficientes. La capital cuenta con nuevos y lujosos edificios, pero no son la expresión de una pujante economía. Donde nos hemos estancado totalmente es en el orden moral, este gran agujero negro que todo lo traga, que nada se le resiste.

Suele decirse que tenemos una democracia débil; sin embargo, es de una fortaleza tal que aguanta, todavía, los brutales ataques diarios de la corrupción sin misericordia. Corrupción a la que ayuda crecer una justicia hecha del mismo material y partidos políticos que tienen un extraño apego a sus delincuentes.

Es bueno recordar –en estos 140 años de su natalicio– las palabras del Dr. Eligio Ayala: “En el Paraguay no se respeta el mérito, no se desprecia el vicio, nadie se indigna sinceramente contra la injusticia; nadie es justo. Los culpables pierden la conciencia de sus faltas; los hombres virtuosos, el pudor; y los partidos, su nobleza. Los partidos tradicionales en vez de ser útiles a la patria, utilizan la patria; en vez de servir santos intereses nacionales en el gobierno, hacen que el gobierno le sirvan a ellos”. Esta es la radiografía de nuestra vida cotidiana. Desde siempre.

El otro gran cronista de nuestra realidad social y política fue el Dr. Teodosio González (1871 – 1932). Dejó un gran libro, “Infortunios del Paraguay”. Uno de esos infortunios fue –sigue siendo– los malos políticos. Escribe el Dr. González: “El político, que dentro de su partido, trata de atraer prosélitos haciendo a sus electores promesas de puestos públicos u otras recompensas o dádivas, sin la menor idea de cumplirlas, u obligándose con ellos, para actos contrarios a la moral o a la ley, v.gr. la impunidad para el delito, los medios de perjudicar a un enemigo o vengarse de él, la participación en negocios ilícitos, etc. es una política repugnante, perjudicial a la nación y a su propio partido, porque pervierte y crapuliza al ciudadano elector”.

En donde fallan los analistas, a mi modo de ver, es cuando afirman que los partidos políticos dañan su imagen con la inconducta de sus afiliados. Nada de eso. Si así fuese, no habría un solo partido que mirase con benevolencia infinita los actos indebidos de sus miembros.

Estamos en vísperas de elecciones municipales. Este acontecimiento, que debería de servirnos, como electores, para ejercer nuestro derecho a tener autoridades dignas, lo usamos para lo de siempre: votar por quienes sabemos, por sus antecedentes, que serán otra gran frustración. O quedarnos callados cuando resultaron ser unos pillos quienes nos parecían la solución para nuestra comunidad.

Asusta la cantidad de intendentes municipales con problemas judiciales. Una cantidad que aumenta día a día por una sola causa: la corrupción. Y se irá multiplicando porque a los parlamentarios, con fuertes intereses en sus regiones, se les ocurre aumentar el número de municipios con la mirada puesta en los recursos económicos de afuera –royalties y Fonacide– porque adentro no hay ni un centavo.

No hay razones para esperar que el año entrante sea mejor. Seguiremos como siempre si los partidos políticos no procuran reinventarse y dar unos pasos hacia adelante con el pensamiento puesto en la patria. Si no intentan siquiera limpiar sus manchas, de las que parecen estar prendados, no habrá ni siquiera esperanza de días mejores.

No sabemos hasta cuándo el país será capaz de soportar tanta agresión a sus instituciones, ya casi vacías de toda expresión ética.

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