TAMBIÉN UN LUNES 13
Por ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE
alcibiades@abc.com.py
Fue también un lunes 13 de enero. Ese día, de 1947, el general Higinio Morínigo entregó el poder de la República al Partido Colorado. Fue la culminación de los enredos políticos en el “Gobierno de Coalición” integrado por militares, febreristas y colorados. Este experimento, pronto conocido como de “colisión”, fue el resultado de un golpe desde la Caballería en junio de 1946 contra cuatro jefes militares tildados de “nazifascistas”. Al ser irradiados, nació la famosa “Primavera Democrática”.
Pese al dictador Morínigo –que daba su conformidad a todo con tal de que lo dejen en su amado sillón presidencial–, el país tuvo una amplia libertad de expresión, de reunión, de asociación. Los exiliados regresaron para incorporarse a la vida nacional. Morínigo se sentía muy incómodo porque en las masivas manifestaciones callejeras lo mencionaban con duras críticas y nada podía hacer más que aguantarlas. Es fácil suponer que habría estado esperando la ocasión para vengarse. Por esos días a un presidente boliviano lo colgaron de un farol en la plaza. Aquí se pidió que el ejemplo se diese con Morínigo. Se puso más furioso aún en la soledad de su despacho.
La ansiada ocasión le llegó cuando se desbarató la “coalición”. También un sábado 11 de enero –día de su cumpleaños– reunió en Mburuvicha Róga a los altos mandos militares para pedirles su opinión acerca de lo que debía hacerse sin colorados ni febreristas. El parecer mayoritario fue que se instale un gobierno militar cuya tarea principal sería la convocatoria para una nueva Constitución Nacional, tan esperada por la opinión pública.
Se brindaron con champaña por el acuerdo y el cumpleaños. Quedaron en que el lunes 13 regresarían los militares para inaugurar el nuevo gobierno. Volvieron y, en efecto, se encontraron con un nuevo gobierno: el de los colorados. Morínigo era conocido por su capacidad asombrosa para contar chistes. Le servían para aliviar tensiones y salir de apuros. Pero su chiste del 13 de enero le salió muy caro el país: Ocasionó la devastadora revolución conocida como la del 47 que tuvo su epílogo cinco meses después con una masacre inverosímil en Villeta. En rigor, no fue el final, más bien el comienzo de otra contienda por un camino distinto: la persecución despiadada a los perdedores. Si estos hubieran sido los victoriosos, habría la misma persecución contra los otros. El odio hacia el enemigo político es una cuestión nacional.
La revolución del 47, que estalló el 8 de marzo, se dio apenas 12 años después de terminada la guerra con Bolivia. O sea, cuando el país estaba saliendo de su enorme pérdida humana y económica. También cuando los excombatientes retomaron su vida cotidiana amparados por la paz. Pero muchos de esos excombatientes, que enfrentaron victoriosos la tenacidad boliviana, conocieron en la revolución un sufrimiento mayor en manos de sus compatriotas. Después de la Guerra del Chaco volvieron a sus hogares. Después de la revolución, los perdedores salieron obligados del país. Nunca más regresó gran parte de ellos.
El dictador Higinio Morínigo, sin posibilidades de reaccionar, y para continuar en el Palacio de Gobierno, cedió a las exigencias de un grupo de militares –conocidos luego como “institucionalistas”– de cambiar el rumbo autoritario del gobierno.
El drama del 47 nació de un malentendido. El atropello al cuartel central de Policía, el 7 de marzo, se tomó como la señal para levantar los cuarteles en Concepción. Otro ejemplo de que nuestro país salta de la tragedia a la comedia; del drama a la farsa.
Fuente: ABC Color (Online)
www.abc.com.py
Sección: OPINIÓN
Domingo, 19 de Enero de 2020
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