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ALEJANDRO GUANES (+)
18 de Noviembre de 1872 - 28 de Mayo de 1925
 
ALEJANDRO GUANES (+)


Datos biográficos:

ALEJANDRO GUANES

Nació en Asunción en 1872 y falleció en 1925.

Poeta, prosista y periodista. Iniciador de la poesía posromántica y modernista en su país, integra la promoción de 1900 cuyos miembros -Cecilio Báez, Manuel Domínguez, Eloy Fariña Núñez, Manuel Gondra, Juan E. O'Leary, etc.- son los verdaderos fundadores de la cultura paraguaya moderna.

Como los demás integrantes de su grupo, escribe cuando todavía está muy vivo el recuerdo de la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870) y en su poesía -e.g., en "LAS LEYENDAS" y "OCASO Y AURORA", sus poemas más conocidos trata de afirmar los valores espirituales de una nación que renacía de la catástrofe.

Fue traductor de Edgar A. Poe, quien ejerció gran influencia en sus obras, recogidas y publicadas póstumamente en tres volúmenes: DEL VIEJO SABER OLVIDADO (prosa poética, 1926), DE PASO POR LA VIDA (poemario, 1936) y ANTOLOGÍA POÉTICA (1984).

Fuente: DE PASO POR LA VIDA. Poesías de ALEJANDRO GUANES. COLECCIÓN POESÍA, 13 © De esta edición: 1997, Editorial El Lector, Asunción-Paraguay 1997 (pp. 124)

 

 

ALEJANDRO GUANES

Nació en Asunción en 1872; fueron sus padres Francisco Guanes y Matilde Recalde. Adolescente aún fue a Buenos Aires para seguir sus estudios secundarios, y allá dio a conocer sus primeras producciones poéticas, entre ellas PRIMAVERA, dedicada a la patria ausente, que obtuvo el primer premio. Regresó al país y colaboró en numerosos periódicos y revistas, así la REVISTA DEL INSTITUTO PARAGUAYO que incluyó sistemáticamente una sección poética con las producciones de poetas jóvenes paraguayos, así Alejandro Guanes, IA Pane, JE O'Leary, y extranjeros que residen en el país como Victorino Abente y M. Goicoechea Menéndez. Guanes fue redactor de EL DIARIO, LA TRIBUNA y EL ORDEN; y enseñó preceptiva literaria en el Colegio Nacional. La producción poética de definida filiación modernista no fue mucha pero sí calificada; realizó también algunas traducciones del inglés, el francés y el portugués. De, ellas, fue muy celebrada la traducción de ULALUME de EA Poe.

"La versión que corría  -escribió M. Domínguez- era la de Carlos Arturo Torres, bardo colombiano, y comienza... Los cielos cenicientos y sombríos,/ crespas las hojas lívidas y mustias./ Y era una noche del doliente octubre/ del tiempo inmemorial entre las brumas. Y dice Soto Hall que "nadie ha conseguido ni conseguirá disputarle a Torres el éxito de esta versión". Soto Hall no tenía noticia de esta bella traducción de Guanes, infinitamente más melodiosa que la de Torres: Era un lóbrego paisaje: cielos tristes, cenicientos,/ Y hojas secas y crispadas por el soplo de los vientos;/ Una noche del Otoño, destemplada y solitaria,/ De un Otoño inmemorial... Y al símil, toda la composición. En cada estrofa, en cada ritmo, nuestro poeta vence al colombiano y trasunta los sollozos de la noche moribunda sobre el sepulcro de Ulalume, la llorada...

... Pero las notas propias de Guanes no eran las de Poe. Como nuestras selvas rumorosas, en la penumbra lejana, desleía sus tristezas en cadencias suaves, sonidos de su alma. No escribió que sepamos, un solo verso altisonante, de esos que suplen la emoción ausente con el tono declamatorio. En casi todas sus composiciones se siente "la frescura del rocío matinal". En LAS LEYENDAS oímos la salmodia del viento que va jugando: Con el tul de la llovizna,/ con las ramas que deshoja,/ con la estola de una cruz./ Y allí habla del hogar que ya no existe: Caserón de añejos tiempos... Viejo techo ennegrecido, qué de amores y alegrías, y tristezas vio pasar".

LAS LEYENDAS es una de las páginas de mayor categoría de nuestra poemática. Casado con Serviliana Molinas, Guanes falleció en 1925; de la unión de su descendencia con otro patronímico histórico, son por ej., los Guanes-Serrano, con calificados exponentes.

Fuente: BREVE HISTORIA DE GRANDES HOMBRES. Obra de LUIS G. BENÍTEZ. Ilustraciones de LUIS MENDOZA, RAÚL BECKELMANN, MIRIAM LEZCANO, SATURNINO SOTELO, PEDRO ARMOA. Industrial Gráfica Comuneros, Asunción – Paraguay. 1986 (390 páginas)

 

ALEJANDRO GUANES: Alejandro Guanes fue el vate paraguayo representativo de su época. Había nacido en Asunción a fines de 1872. Después de cumplir sus estudios primarios en la ciudad que se reponía lenta y dolorosamente de los estragos de la guerra, marchó a la capital argentina a proseguir su bachillerato en el Colegio San José. De retorno a la Asunción, ocupó diversos cargos en la administración pública. Pero su ocupación principal fue, durante toda su vida, el periodismo. Por largo tiempo se desempeñó en El Diario como redactor jefe y, entre 1920 y 1922, pasó a La Tribuna, donde escribía sus crónicas y comentarios bajo el seudónimo de "El tío Camándulas".

Alejandro Guanes puede ser clarificado aún como un romántico, aunque en su poesía se advierte ya la influencia del modernismo. Debido quizás a la labor absorbente del periodismo, no produjo todo lo que cabía esperar de su elevada inspiración. Toda su producción poética fue recogida en un volumen póstumo titulado De paso por la vida, que el Ministerio de Instrucción Pública editó en homenaje al ilustre poeta, por iniciativa de la Unión de Intelectuales y Artistas. También es autor de La cámara oscura, una de las primeras comedias en verso de autor paraguayo. Además de su obra poética, Guanes tradujo varios trabajos de autores norteamericanos, franceses y brasileños. Su versión del inglés de Ulalume, de Edgar Poe, está considerada como joya literaria.

"Tenía el pudor de su arte -dice de él Justo Pastor Benítez-, revelado hasta en sus preferencias, como lo prueban las admirables traducciones de Poe, Olavo Bilac y Catulle Mendés. Su poesía era de ultratiempo, porque no se afilió a las modas, y era múltiple sin ser irregular. Manejaba con fina habilidad de artífice todas las combinaciones de la métrica castellana".

En la segunda mitad de su vida el poeta frecuentó el campo de la Teosofía, "lo cual fue motivo para que su obra se impregnara de un acentuado espiritualismo". Sus ensayos en prosa están reunidos en un volumen titulado Del viejo saber olvidado. Alejandro Guanes falleció en su ciudad natal el año 1925.

BIBLIOGRAFÍA

Carlos R. Centurión: Historia de las letras paraguayas.

Justo Pastor Benítez: Páginas libres y El solar guaraní.

Sinforiano Buzó Gómez: Índice de la poesía paraguaya.

Fuente: CIEN VIDAS PARAGUAYAS Por CARLOS ZUBIZARRETA. Prólogo a esta edición CARLOS VILLAGRA MARSAL. Prólogo a la 2ª edición de 1985 ALFREDO M. SEIFERHELD. Comisión Nacional de Conmemoración del Bicentenario de la Independencia del Paraguay. Biblioteca Bicentenario Nº 6. EDITORIAL SERVILIBRO. Asunción – Paraguay. 2011 (240 páginas)

 

 

 

GUANES, ALEJANDRO: Ciudad de Asunción, 1872 - 1925. Poeta, prosista y periodista. Iniciador de la poesía posromántica y modernista en su país,  Guanes integra la promoción de 1900 cuyos miembros - Manuel Domínguez, Manuel Gondra, Juan E. O'Leary y algunos otros - son los verdaderos fundadores de la cultura paraguaya moderna.-

Como los demás integrantes de su grupo, escribe cuando todavía está muy vivo el recuerdo de la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870) y en su poesía - exempli gratia, en “Las leyendas” y “Ocaso y aurora”, sus poemas más conocidos - trata de afirmar los valores espirituales de una nación que renacía de la catástrofe.-

Fue traductor de Edgar Allan Poe, quien ejerció gran influencia en sus obras, recogidas y publicadas póstumamente en tres volúmenes: “Del viejo saber olvidado” (prosa poética, 1926), “De paso por la vida” (poemario, 1936) y “Antología poética” (1984).-

Fuente: "BREVE DICCIONARIO DE LA LITERATURA PARAGUAYA"/ 2da. Edición – AUTORA: TERESA MENDEZ-FAITH  , Editorial EL LECTOR, Asunción-Paraguay 1998.

 

 

 

 

ALEJANDRO GUANES. Nació en Asunción en 1872 y murió en 1925. En 1887 ingresó al colegio San José de Buenos Aires.

Entre 1900 y 1925 colaboró como periodista en casi todos los diarios y revistas. Redactó en El Cívico, El Diario, El Orden y La Tribuna. Enseñó literatura en el Colegio Nacional.

Era teósofo. José R. Alcalá decía de Guanes: "Es el poeta". Hicieron adivinar el bardo destinado a cantar en altas estrofas las epopeyas y los ideales de la humanidad.

Su fuerte era la poesía modernista y la más memorable de todas fue "LAS LEYENDAS", cuyos primeros versos demuestran una genial maestría.

Fuente: LA GENERACIÓN DEL 900 - UN SIGLO MÁS TARDE. EJEMPLO: OBRAS Y LEGADO - Del libro: PERIODISMO ESCRITO PARAGUAYO 1845-2001 - DE LA AFICIÓN A LA PROFESIÓN por BEATRIZ GONZÁLEZ DE BOSIO Intercontinental Editora, Asunción-Paraguay 2008. (2da. Edición. 276 páginas).

 

 

ALEJANDRO GUANES (1872-1925) nació en Asunción, en el seno de una familia patricia. Por su padre, descendía de uno de los milicianos paraguayos enviados a Buenos Aires para defenderlo contra los ingleses en tiempos del virreinato. Por su madre, entroncaba con uno de los próceres de la independencia.

Hizo sus estudios primarios en Asunción y a los dieciocho años fue enviado a Buenos Aires para cursar los secundarios en el Colegio de San José. Allí se distinguió como hábil rimador y obtuvo un premio en el certamen estudiantil de 1890 por la poesía titulada "Primavera". El poeta vivía en Buenos Aires nostálgico de su patria. Esto explica la melancolía de la composición premiada que, lejos de ser un canto a la primavera, es un lamento romántico en que suenan ecos de Musset:

Ensayo, patria mía, lejos de tu albo cielo,

notas de un pobre canto que tiembla en mi laúd,

el canto melancólico que en hondo desconsuelo

me arranca la nostalgia mientras tu augusto suelo

despliega de sus galas la nueva juventud...

El final recuerda el

Mes chers amis, quand je mourrai

Plantez un saule au cimetiere:

 

¡Oh patria! Cuando pase la nieve de mi invierno,

cuando mis huesos cubra la losa sepulcral,

tus primaveras viertan sobre mi sueño eterno

sus perfumadas flores y con arrullo eterno

entónenme tus brisas perpetuo funeral...

El joven Guanes lee en aquel tiempo a los románticos españoles y franceses -Espronceda, Zorilla, Lamartine y Musset- y es él mismo un romántico no sólo en los versos que comienza a escribir sino en su propia vida. Está enamorado de una joven viuda que vive en Asunción no lejos de la casa paterna. Su vida en el colegio de Buenos Aires le parece un destierro. Se decide entonces a sacrificar sus estudios al amor. Cae enfermo o finge enfermedad gracias a la cual consigue que le permitan regresar a Asunción y así poder casarse, a escondidas, contra la voluntad de su familia, con la dama viuda, la hermosa Servillana Molina. La historia de su matrimonio es un verdadero complot secreto en que hay una fuga -la del poeta que escapa de la casa paterna de Asunción hacia Caapucú para reunirse con su amada-; hay una intervención policial para evitar que el menor llegue a Caapucú, intervención pedida por el padre del adolescente (Alejandro conquista la simpatía de la policía y consigue que lo suelten); hay finalmente un desenfrenado galope desde Paraguarí hasta la casa-estancia de Servillana donde ésta lo espera, listos ya los preparativos para la ceremonia nupcial. El poema "Recuerdos", escrito dieciocho años después de aquellas bodas prohibidas, evoca la juvenil escapada romántica que burla la vigilancia paterna y tras largo galope por la pradera termina frente a un altar.

A Guanes dio celebridad nacional un número muy reducido de poemas compuestos todos- antes de 1910: "Las Leyendas", "El Domingo de Pascua", "Glosa de las siete palabras" y una traducción de "Ulalume", encomiada memorablemente por Manuel Domínguez. Pero en rigor Guanes es el poeta de "Las leyendas". Acaso hoy ya no suscite este poema, en el Paraguay, la emoción que transmitía a los contemporáneos del autor. A ellos debió de parecerles una poesía perfecta, una obra maestra insuperable.

Y esto es explicable porque Guanes, en versos de melodía novedosa entonces, cantó en "Las leyendas" al caserón de sus antepasados y evocó momentos de la tragedia nacional aún reciente: la guerra de la Triple Alianza que dejó desolado al país y enlutados todos sus hogares. Cantar, pues, al "caserón de añejos tiempos" era como cantar a la patria vieja misma, a la que había sucumbido en Cerro Corá para luego renacer poco a poco entre las ruinas de la catástrofe más atroz que habían conocido los pueblos de América:

Caserón de añejos tiempos, el de sólidos sillares,

con enormes hamaqueros en paredes y pilares,

el de arcaicas alacenas esculpidas, ¡qué de amores,

qué de amores vio este hogar!

el que sabe de dolores y venturas de otros días,

estructura singular,

viejo techo ennegrecido, ¡qué de amores y alegrías

y tristezas vio pasar!

Sí, este caserón no era sólo la morada de la familia del poeta, Era la patria toda, con todo lo que la nostalgia y el luto presentes podían hermosearla en el tiempo pasado, el cual tiempo, ahora, más que nunca parecía -¡y con cuánta razón!- mejor.

"A mis ojos admirados" -dice el poeta meditando, insomne, en el viejo caserón-,

cobran forma las escenas,

cobran forma y colorido las venturas y las penas

de la edad de mis abuelos, y oigo besos y suspiros

en las sombras palpitar;

y en callados, tenues giros, por los ángulos desiertos

los escucho revolar:

¡Son los besos y suspiros que arrullaron a los muertos

de un amor y de un hogar!

El tono del poema es solemne y triste. Los versos largos, reiterativos. Su patetismo no consiste en nada marcial o retumbante; su tema no es el del indio bravo o el de la amada ingrata o el del héroe que desafía estentóreamente al enemigo. Guanes trae acentos nuevos a la poesía paraguaya. Estos versos hieren la sensibilidad colectiva sin los clamores ya ineficaces de un romanticismo extemporáneo.

El lector sabe que esos muertos que sé nombran en la estrofa quinta son los muertos por la patria, los que cayeron desde Riachuelo hasta el Aquidaban, no tan sólo los antepasados de Guanes. Y esto se debe a que el poema, aunque inspirado por la tradición de una familia, es también un poema nacional, por la comunidad de infortunios en él evocados. Y así también esa mujer que va a aparecer en la estrofa sexta, es la Mujer Paraguaya, el símbolo de todas las viudas, de todas las madres de la patria muerta y entonces apenas resucitada. 

Donairosa, blanca dama de peinetas y mantilla,

¡qué bien luce sus fulgores en tus hombros la espumilla!

¿Fuiste dueña de esta casa, despediste a un caballero

y le esperas aun quizás?

A un impávido guerrero que al partir besó tu frente,

y que el rostro volvió atrás,

al través, acaso, ansioso, de una lágrima luciente

por mirarte una vez más?

Y ahora, por la estrofa siguiente, pasa la sombra dolorida de un guerrero inválido, que arrastra la muleta, tocada la cabeza del morrión de tosco cuero de los soldados de la Guerra Grande y vistiendo el uniforme desteñido -imaginamos-, el glorioso uniforme de bayeta de Curupayty y de Acayuazá.

¡Y qué honda impresión debió de hacer en los contemporáneos de Guanes el final de "Las leyendas"! La retórica de la poesía al uso era muy sencilla en cuanto a imaginería y hasta en cuanto a vocabulario. Las cosas se llamaban por su nombre; las comparaciones no tenían nada de sorprendente: eran en general lugares comunes heredados de una tradición literaria desvitalizada. El poeta al uso no trataba de sugerir. Su decir era un directo nombrar de realidades de todos conocidas en su perspectiva más trivial, sin equívocos sugeridores: el cañón "tronaba", la "gloria" rimaba siempre con "historia" o con "victoria", los ojos "bellos" tenían sus congruos "destellos".

Y de pronto, el lector habituado a estos lugares comunes, a estas rimas trilladas, a aquellas comparaciones que ya no potenciaban ninguna cualidad especial de las realidades aludidas, se enfrenta con esta última estrofa: 

¡Son los muertos! En las sombras alocado el viento brega;

ya blasfema, ya baladra, ora silba y ora juega

con el tul de la llovizna, con las ramas que deshoja,

con la estola de una cruz;

ya sus ímpetus afloja, ya retorna, ora dibuja,

del relámpago a la luz,

un fantástico esqueleto que aterido se arrebuja

del sudario en el capuz.

¿Qué significa ese esqueleto? ¿Dónde está la estrofa de esa cruz? ¿Sucede esto dentro del caserón? No resulta muy claro... Sin embargo el esqueleto debe ser el "pora", y esta palabra "pora" ha dado al poema de ritmos nuevos, misteriosos, una adscripción al mundo mitológico guaraní. Y ese viento que blasfema, que baladra, no es sólo un viento "físico": es un viento que ya viene desde la primera estrofa trayendo no se sabe qué mensajes extraterrenos. (Porque el poema comienza así:

En el báratro de sombras alocado el viento brega. .. ). Y ahora, en la última estrofa, ese misterioso hálito del báratro nos dibuja un esqueleto a la lívida luz del relámpago...

Hacia 1909 -fecha de la composición del poema- "Las leyendas", insistamos, debieron de suscitar un escalofrío, estremecidas como estaban de un frisson nouveau. Ya había en el poema el misterio, o algo del misterio de Poe, a quien Guanes conocía bien y había traducido con acierto.

¿Por qué a "Las leyendas" llama el poeta "Las leyendas"? En la cuarta estrofa parece estar la explicación: los hijos del poeta, dice éste, adormecidos por las "épicas leyendas" que les cuenta, quedan finalmente dormidos. Sólo el poeta permanece en vela, absorto en sus evocaciones. Y es entonces cuando, atento a los rumores del antiguo caserón, recibe la inspiración de esta suerte de "Nocturno" en que su poema consiste.

En 1909 esta poesía, entonces más que nunca, habrá conjurado el recuerdo vívido, en la conciencia colectiva, de las gestas de la guerra de 1864 a 1870. Esto es, lo que era obsesión de la renaciente nacionalidad, y, a la par, habrá tocado los corazones con el sentimiento de un fiero orgullo patrio que empezaba a afirmarse con la reivindicación nacionalista de los O'Leary, los Domínguez y los Pane.

En suma: en la época de la composición de "Las leyendas", el clima de opinión y, sobre todo, el clima de sentimiento, digamos, podía ser más propicio para el éxito poético de Guanes. Canto a la patria vieja, como se ha dicho, exaltaba también con acentos nuevos los valores de una "leyenda", o mejor, de la historia de los vencidos, historia a que los vencedores habían querido convertir en "Leyenda negra".

Guanes, pues, al evocar a la Dama Donairosa y al Caballero Impávido, está glorificando el pasado colectivo. ¡No, no era bárbaro el pueblo destruido por la Triple Alianza, tal como lo proclamaran los vencedores!

Ahora bien: Guanes no asume la actitud agresiva de los nacionalistas coetáneos. Se limita a hacer surgir entre la penumbra de sus graves estrofas a la Dama, al Caballero y al Inválido de morrión de tosco cuero. Con estas tres visiones de personajes nobles, melancólicos, magnánimos, ya basta para elevar simbólicamente a alta jerarquía espiritual al pueblo acusado de barbarie por sus enemigos de ayer.

Acaso los contemporáneos del poeta no tuvieron clara conciencia de las complejas razones que hicieron ver en "Las leyendas" a una obra del extraordinario valor poético. Cabe agregar que todavía y es posible que aquellas razones -no las de carácter literario, sino las de sentido "nacional"- actúen en la conciencia paraguaya para considerar "Las leyendas" una composición de primer rango en la lírica del país.

La obra poética de Guanes es breve: sólo treinta y siete poesías entre las que figuran algunas traducciones del inglés, del francés y del portugués. Una de estas traducciones -la ya mencionada de "Ulalume"-iba a contribuir a su fama nacional más que muchas de sus poesías originales. En Poe halló un maestro cuya influencia se transparenta y confiesa en "El Domingo de Pascua", uno de los poemas más logrados de Guanes: 

Suene alegre la campana

la armoniosa, la que ufana

nos recuerda la ventura de la infancia que pasó;

la que alegre resucita nuestras muertas esperanzas,

la campana de recuerdos, la campana de añoranzas

la campana de Edgar Poe...

En cuanto a la traducción de "Ulalume", Manuel Domínguez afirmó ser "infinitamente más melodiosa" que la de Carlos Arturo Torres: 

Era un lóbrego paisaje: cielos tristes, cenicientos,

y hojas secas y crispadas por el soplo de los vientos...

Más adaptación que traducción, la "Ulalume" de Guanes deslumbró a sus contemporáneos.

"Aun cuando no ha ceñido corona todavía" -escribía José Rodríguez Alcalá en 1910- "de Guanes puede decirse que es el poeta laureado del Paraguay. Domínguez le llama sencillamente `el poeta'; Báez lo ha colocado en primera fila entre los portaliras nacionales; O'Leary ha dicho que sus `Leyendas' es lo mejor que se ha producido aquí..."

Se esperaba que Alejandro Guanes llegase a ser uno de los grandes poetas de América, pero esta esperanza se defraudó. A partir de 1910 ya no cultiva la poesía. Aun antes de esa fecha -la de la primera Antología Paraguaya- no la cultivó con asiduidad. Las pocas composiciones que ha dejado fueron escritas entre 1890 y 1909. No publicó jamás un libro de verso o de prosa. Del viejo saber olvidado, colección de ensayos muy breves de inspiración religiosa, apareció en 1926, póstumamente. Y De paso por la vida -sus poesías completas- las publicó su yerno, Facundo Recalde, en 1936. Guanes ni siquiera puso el título a estos dos volúmenes.

El poeta falleció el 28 de mayo de 1925.

LECTURAS: De paso por la vida, Asunción, 1936. José Rodríguez Alcalá, Antología paraguaya, Asunción, 1910, pp. 26-56 y 153-162. Sinforiano Buzó Gómez, Índice de la poesía paraguaya, Asunción-Buenos Aires, 1959, pp. 59-67.

BIBLIOGRAFÍA: José Rodríguez Alcalá, "La intelectualidad paraguaya" en El Paraguay en marcha, Asunción, 1906; Ignacio A. Pane. "La intelectualidad paraguaya", en Álbum Gráfico del Paraguay, Asunción 1911; Justo Pastor Benítez, El solar Guaraní, Buenos Aires, 1947, pp. 149-152; Carlos R. Centurión, Historia de las letras paraguayas, Tomo II, Buenos Aires, 1948, pp. 172-181; Hugo Rodríguez-Alcalá, "Alejandro Guanes, Vida y Obra", Revista Hispánica Moderna, Columbia University, Nueva York, año XIV Núm. 1 y 2, enero y abril, 1948, pp. 1-50 y 173-184. Del mismo autor, "Los Recuerdos de Alejandro Guanes", Revista Hispánica Moderna, año XIII, N° 3 y 4, julio y octubre, 1947, pp. 249-262; Walter Wey, La poesía paraguaya. Historia de una incógnita. Montevideo, 1951, pp. 51-54; Max Henríquez-Ureña, Breve historia del Modernismo, México, 1954, pág. 378.

Fuente: HISTORIA DE LA LITERATURA PARAGUAYA. Por HUGO RODRÍGUEZ – ALCALÁ. Universidad de California, RIVERSIDE - Colección Studium-63 - México 1970 © HUGO RODRÍGUEZ – ALCALÁ/ DIRMA PARDO CARUGATTI. Editorial El Lector, Diseño de tapa: Ca´avo-Goiriz. Asunción – Paraguay. 1999 (434 páginas)

 

 
ALEJANDRO GUANES (1872-1925): Poeta antes que nada. Verso: "De paso por la vida". Prosa: "Del viejo saber olvidado".
 
LAS LEYENDAS
 
En el báratro de sombras alocado el viento brega,
ya blasfema, ya baladra, ora silba y ora juega
con el tul de la llovizna, con las ramas que deshoja,
.      con la estola de una cruz;
ya sus ímpetus afloja, ya retorna, ora dibuja
.      del relámpago a la luz,
un fantástico esqueleto que aterido se arrebuja
.      del sudario en el capuz.

Caserón de añejos tiempos, el de sólidos sillares,
con enormes hamaqueros en paredes y pilares, 
el de arcaicas alacenas esculpidas, ¡qué de amores,
.      qué de amores vio este hogar!,
el que sabe de dolores y venturas de otros días,
.      estructura singular,
viejo techo ennegrecido, ¡qué de amores y alegrías 
.      y tristezas vio pasar!

Por los ángulos oscuros de sus cuartos vaga el pora.
Es quizás un alma en pena que la vida rememora,
vida acaso de grandeza, tal vez mísera existencia,
.      ¡vida de héroe tal vez!
En pesada somnolencia la tertulia se sumerge
.      en confusa placidez;
es la hora en que sus formas toma el pora y en que emerge
.      de la triste lobreguez.

Por las épicas leyendas que les cuento, adormecidos,
ya mis hijos, uno a uno, van quedándose dormidos
-las leyendas de portentos, de grandezas admirables 
.      de aquel tiempo que pasó-;
con sus labios impalpables como un hálito ligero
.      dulce el sueño los besó,
como besa a las traviesas golondrinas del alero;
.      sólo insomne velo yo.

Y a mis ojos admirados cobran forma las escenas,
cobran forma y colorido las venturas y las penas
de la edad de mis abuelos, y oigo besos y suspiros
.      en las sombras palpitar;
y en callados, tenues giros, por los ángulos desiertos
.      los escucho revolar;
¡son los besos y suspiros que arrullaron a los muertos
.      de un amor y de un hogar!

Donairosa, blanca dama de peinetas y mantilla,
¡qué bien luce sus fulgores en tus hombros la espumilla!
¿Fuiste dueña de esta casa, despediste a un caballero,
.      y le esperas aún quizás,
a un impávido guerrero que al partir besó tu frente, 
.      y que el rostro volvió atrás,
al través, acaso, ansioso de una lágrima luciente,
.      por mirarte una vez más?

Y el mancebo, tú que arrastras en la sombra la muleta,
de morrión de tosco cuero y uniforme de bayeta,
¿te amputaron esa pierna tras de bélicos horrores,
.      y hoy retornas al hogar,
al que sabe de dolores y venturas de otros días,
.      estructura singular,
viejo techo ennegrecido, que de amores y alegrías
.      todo un mundo vio pasar?

¡Son los muertos!... En la sombra alocado el viento brega,
ya blasfema, ya baladra; ora silba y ora juega
con el tul de la llovizna, con las ramas que deshoja,
.      con la estola de una cruz;
ya sus ímpetus afloja, ya retorna, ora dibuja
.      del relámpago a la luz,
un fantástico esqueleto que aterido se arrebuja
.      del sudario en el capuz.
(De: DE PASO POR LA VIDA)
 
Fuente: EL TRINO SOTERRADO – TOMO I - PARAGUAY: APROXIMACIÓN AL ITINERARIO DE SU POESÍA SOCIAL. Por LUIS MARÍA MARTÍNEZ - Ediciones INTENTO, Asunción-Paraguay 1985 (427 páginas). Diseño de tapa: FERNANDO GRILLÓN - Versión digital: BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES
 
 
 
 
 
 


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