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NILA LÓPEZ (+)

  ENCUENTRO CON LA BRISA, EL BOSQUE SAGRADO y otros cuentos de NILA LÓPEZ


ENCUENTRO CON LA BRISA, EL BOSQUE SAGRADO y otros cuentos de NILA LÓPEZ

ENCUENTRO CON LA BRISA , LA ENERGÍA CINÉTICA ,

LAS PESADILLAS , EL FÚTBOL MUEVE EL MUNDO Y LOS BOLSILLOS

y EL BOSQUE SAGRADO

Cuentos de NILA LÓPEZ

 

 

ENCUENTRO CON LA BRISA

 

Cuando llegamos a la estancia de San Pedro, los chicos estaban cansados y, a la vez, alborotados. Traían, entre las cosas que no se veían en sus mochilas, las mismas ilusiones de todos los años y algunos inven­tos craneados, como nuevos juegos, truculentos, algunos, y otros perver­sillos, de esos que asustan y te hacen recordar a duendes maléficos de cuentos antiguos y a otros seres oscuros de la naturaleza, no sólo al más famoso del lugar, que es el pombero, sino a bichos y árboles que se convierten en cualquier cosa y te enredan con su encanto macabro, hasta conseguir que te extravíes sin posibilidad de retorno a un sitio conocido.

La primera acción era descargar el equipaje y ubicarlo en cada habi­tación con discusiones seguras porque a uno le faltaba una cosa, y a los demás, otras.

Padres y tíos parecían inmunes a los fenómenos mágicos que muy astutamente empezaban a manifestarse con una brisa que no era suave ni intranquila y había decidido ser una moradora más, una compañera del grupo, emitiendo efluvios que para los niños de doce años, por ejemplo, eran evidentes portadores de un signo codificado, ultraterreno.

Para no exagerar, sólo les confirmo que todos los chicos y jóvenes ven y sienten la brisa con más potencia que los adultos. Se les pone la piel de gallina y se miran tratando de que uno de ellos tenga la pista que aclare el hecho.

Mía Sol se acercó sigilosa y comentó que justo, justito al tercer día, cuando se dirigieran a buscar las hojas de los bananos para colocar las chipas sobre ellas, antes de introducirlas en el tatakua (horno), en vez de expandirse sin ton ni son por los alrededores, la brisa formaría un conjun­to que llegaría serenamente al lugar que ellos estaban usando, y crearía un halo fosforescente sobre toda espesura visible. Y tendrían una sensación de tibieza, de gran paz.

Sorpresivamente una risa que parecía haber estado prisionera en alguna cárcel lóbrega durante muchos siglos, confirió a los perfiles de la brisa un espacio brillante.

Con un sonido nunca antes percibido por los oídos de los jóvenes, fue penetrando en sus organismos.

Después, muy despacio, despacio, despacio, se manifestó con un susurro, en un lenguaje propicio para ser descifrado.

Mucho verso el mensaje contenía:

¿Por qué durante inviernos pasajeros

vanamente

os detuvo la ignorancia?

¡Nunca notasteis que existimos!

¿Cómo entender que

tal visión

negara el aire en movimiento

y sólo en un tornado se fijara?

¿Habrá que comprender

la indiferencia,

tanta mordacidad

engaño y disimulo,

tal vez corno vacío,

como aplastante vulgaridad?

¿Por qué nuestros arrullos no sentisteis?

En vuestras tiernas frentes

hubo llamados ciertos,

paseamos por las gargantas

y también por vuestras piernas,

sin excluir los pies

donde es frecuente que anidemos.

¿Cómo contar- verazmente

la ausencia de algún vínculo,

mientras la bella forma

de tocaron los cabellos

era para informaros que en cada poro,

llenos de luz,

mil secretos se agolpaban?

¿Y que con otras brisas

más distantes

teníamos poderes

para imprimir en cada piel

vastos murmullos, ruidos, silencios

que pasarían muy lentamente

al fondo mismo de cada espíritu,

para ampliarse

con fuerza ardiente

en otra esfera,

ya protegidos

por el imperio de la brisa?

Tendremos la ocasión de oír vuestras respuestas. Buenas o malas, allí estaremos, en esa cita tan postergada cuya fecha y lugar vosotros escogeréis.

Y del modo apacible en que apareció... la brisa se disipó.
Nadie volvió a verla ni a sentirla, y empezó una disputa horrorosa sobre la agenda: qué día escogerían para escuchar y sentir una vez más la brisa y qué interpretaciones expondrían que de verdad fueran verdaderas.

Y no es repetición: la verdad verdadera es difícil de encontrar, por­que aún si estuvieses mudo, de manera exacta y precisa los delicados músculos faciales cantan su canción, cuyo contenido no se puede des­mentir, pues habla por sí mismo, y la boca cerrada puede expresar todas las cosas con gestos que son irreprimibles. De la mirada, ni hablemos. La mirada sí que es una cuentera consumada.

Lo que ocurrió en el encuentro entre la brisa y los muchachos fue determinado como oculto hasta cierta ocasión en que se hallaran seres humanos que merecieran saber lo que clandestinamente crece a nuestro alrededor.

 

***

 

LOS TRES DÍAS ANTERIORES

 

Amanecía y las ramas de los árboles eran dueñas de los primeros rayos de sol, azules, amarillos y rojos. Todo estaba en silencio, pero los chicos se despertaban furtivamente para ir a ordeñar las vacas en el corra­lón, y tomar allí mismo la leche nueva, atentando contra su salud. ¡Ah, la canela jamás faltaba, ni el azúcar! Se sentían en el paraíso bebiendo la leche fresca, y había uno más arriesgado, Juanjo, que lo hacía desde la propia ubre de la vaca.

Y luego sentenciaba:
-¡Es un néctar cósmico!
A los demás les parecía repugnante. Y se burlaban:
-¡Es un néctar cómico!

-¡Cónico!
-¡Cólico!

Juanjo, muy ufano y corno gran mamífero, decidió defenderse expli­cando en su favor:

De un mismo sitio venimos:
somos especies contiguas.
Nadie puede desmentir
que nos une algo recóndito
y que hay magnéticos reinos
que muy pocos estudiamos.
Así es fácil deducir

que hacemos ganar dinero
a quienes sólo comercian
con leche pasteurizada

o engordan con falsedad
a unos pollos que comemos
a sabiendas bien sabidas

de hormonales consecuencias.
 ¿Qué más os puedo decir?

De todo mm poco hay que saber.
Así ocurre en muchas cosas

y tendremos que adiestrarnos
para dejar de engañarnos
por los rufianes.

El agua de manantial
es clarísima y más limpia
que la que avanza por tubos.
Usos y modas

vendrán y se irán.
Por eso es tan importante
entender

exactamente
que nuestra actividad  nace
aquí mismo, en la energía,
y que la nuestra procede
de alimentos necesarios:
así, químicos compuestos
desde el estómago inician
un paseo peculiar

que nos obsequia gentil
cómo entender; y la fuerza.
También concurre feliz
la energía en movimiento
cuyo nombre, bien ,sabemos,
se denomina cinética.

-Podernos ponerla en práctica con mi hermanito Matías. Él será el comandante general.

Todos se miran atónitos, ya que Juanjo se dedica mucho al fútbol, siempre se muestra muy calladito y lo consideran tímido.

Luego de examinar la propuesta durante escasos minutos, los chicos y las chicas exclaman grupalmente:

-¡Sííí! Hecho está y aceptamos la idea de Juanjo.

 

***

 

LA ENERGÍA CINÉTICA

 

Matías pidió carraspeando que se acomodaran  bajo la sombra de un antiquísimo árbol donde no tendrían calor ni les molestarían los mosqui­tos y otros insectos muy allegados a la zona, ubicada en el departamento de San Pedro, con un arroyo allí nomás, enfrente, tan grande que parecía un río y estaba habitado por patos silvestres, garzas e inmensos yacarés con sus crías, además de peces de tantas variedades, que sería cansador nombrarlos en esta oportunidad.

Todos corrieron hacia el árbol y adoptando posturas de yoga deci­dieron ser parte de la función, que era dominar las especificidades de la energía cinética.

Matías, con una seriedad espeluznante y cara de maestro sabio, ini­ció de esta manera su exposición:

-Buenos días, queridos participantes, a este ciclo sobre la energía cinética. Veamos: si las partículas de los objetos tienen más energía, es porque se encuentran  a más temperatura. El calor es la energía cinética total de las partículas en movimiento de los objetos. Calor y temperatura, entonces, son dos elementos que debemos tener muy presentes cuando nos referimos a la energía cinética, que luego podremos explorar, por ejemplo, en nuestro arroyo Mbutu'y. Pero vayamos a temas anteriores:

-¡Que no sea muy largo, excelentísimo señor profesor! -pide Giu­liano, que no sabe quedarse quieto más de diez minutos, aunque el tema le interese.

-Seré breve -contesta Matías-, si dejáis de interrumpirme.
-¡De acuerdo! -dicen todos.

Y de esta manera prosigue Matías:
-No podemos ver la fuerza, pero sí sentir sus efectos. Empujan, tiran, estiran, hacen girar un objeto. Algunos tipos de fuerza son los que utilizando la flexión doblan los objetos. La fuerza centrípeta mantiene los objetos en un círculo y los esparce en sus alrededores, como, por ejemplo,  los vientos huracanados.
-¿,Cómo podemos saber si lo que explicas es cierto? Seguro que lo viste en la televisión -dice Giuliano.

Todos se ríen a carcajadas.
El profesor hace caso omiso al comentario desagradable y a las burlas. Prosigue tranquilamente:

-A la fricción se opone el movimiento. El empuje hacia arriba actúa sobre los objetos sumergidos. La fuerza de la gravedad  nos mantiene firmemente sujetados al suelo. Un ejemplo de movimiento que va supe­rando la inercia es que cuesta más pedalear al principio, porque se nece­sita vencer la inercia de la bicicleta, más la nuestra. Una vez que estamos en marcha, la inercia nos ayuda a mantenernos en movimiento.

Exactamente en ese momento llega la abuela Carmen, y con tres palmadas da por concluida la función y los obliga a acompañarla a reco­ger las verduras de su huerta ecológica para luego dirigirse hacia el huerto de frutas.

-¿Quién es esta bruja maleducada? -pregunta al oído de Felicia un recién llegado a la estancia.

-Ni la cites. Aquí todos la reverencian.
-Adelante. Arriba. Agacharse, levantarse, bien erguidos, como yo, hasta que todas las canastas rebocen.

-Pasa que tú infaliblemente quieres tantas cosas. Nunca te das por satisfecha-arguye Berta con voz muy fina y bajita.

Carmen la mira de esa forma indiscutiblemente indiscutible que la define y da su opinión sobre el asunto:

-Porque una parte lo consumiremos aquí y lo que sobra lo llevare­mos a casa, en Asunción, como ya es tradicional en nuestra familia y en nuestra casa de puertas abiertas. Nosotros compramos eligiendo las semillas en distintos países y también en el nuestro. Nosotros escogemos los climas y los terrenos propicios. Compartir es el lema. Y debe practicarse concretamente. La generosidad no puede ser una palabra sin firma, sin acepción bien determinada por cada gesto en acción.

-Abuela, ya estoy cansado -dice Leonardo, que es el más pequeño entre todos, y el más gracioso.

-Pues creo que después te cansarás mucho más, porque la recolec­ción apenas está comenzando. Imagínate si tú mismo hubieses tenido la obligación de sembrar y regar y darles los cuidados culturales, todos los días y todas las nochecitas a cada plantita, así, planta por planta. ¡Cómo harías para andar por el jardín con sus estanques en laberinto, sus variadas especies, los vegetales frágiles o rozagantes en oasis umbríos donde hay grutas y pérgolas, terrazas, parques y glorietas. Pero mi jardín es muy sutil, lo dejo para mañana.

-No me importa, no me importa. Quiero mi teté. No me importa lo que tú quieras. Yo quiero lo que quiero por-que soy in-de-pen-dien-te.

-Pues no y no. Y no. Estamos en el tiempo más hermoso: el de la cosecha. Aguanta.

-Quiero hacer pipí-grita de nuevo Leonardo.

Impertérrita, la abuela le ordena:

-Bájate el cierre y entre esos yuyales lo harás reposadamente.

-Bueno, está bien, abuelita. ¿No me picará ningún bicho?

-Nada, nada. Te sentirás hermanado con los yuyos.

Muy pronto terminan de recogerlo todo, pero como las canastas son muy pesadas la abuela llama a unos operarios para que se hagan cargo de esta parte del entretenimiento.

Los hombres contestan al unísono:

-Con mucho gusto, señora Carmen. A su servicio para lo que desee. Al alejarse del lugar el grupo va encontrando aguadas maravillosas, cientosde peces chicos y grandes, exóticas plantas, y piedras de colores en las que no pueden fijar los ojos sino por brevísimos segundos, pues los enceguecen y alucinan transportándolos a un mundo increíble que hasta hoy nadieconoce con certeza.

Sí, sí. Ellos llegaron de este modo fantástico al fondo del mar.

 

***

 

LAS PESADILLAS

 

Esa noche todos se hallan indispuestos, sin lograr conciliar el sueño. En uno de ellos, Alberto ve cómo un volcán en erupción se desparrama sobre él. Pide socorro al quedar enterrado bajo rocas ígneas de antiguas montañas y una inmensa formación de cristales que si los vieran en el cine les parecerían magníficos, pero en esta situación son horripilantes.

También lo aprietan contra el mundo minerales de aguas termales, y aparecen más y más cráteres. Él se envuelve en azufre y magma y cristales con extrañísimas gemas. ¡Como para hacerse millonario si al­guien fuera joyero!

Lo más irracional es que Alberto no puede distinguir entre la ficción y la realidad, y como él habla ruidosamente describiendo su tragedia, todos los demás lo escuchan y se quedan en un estado tembloroso, acom­pañando al durmiente soñador de la manera más simple, que siempre es la imitación: convierten lo que ocurre en un delirio colectivo.

Por otro lado, Berta, que nunca descansa ni se desprende de su com­putadora portátil, cae de súbito en un sitio del ciberespacio desde donde le dicen: "Lo que importa no son los años de la vida sino la vida de los años". Este concepto tan común, por lo menos en apariencia, la deja completamente turulata y ya no quiere conectarse ni revisar nada. ¡Pobre! A veces lo más sencillo nos complica en vano, como le ocurre a ella ahora mismo, que está dándole vueltas reiterativas a la oración: "Lo que importa no son las vidas de los años sino los años de las vidas o viceversa". Y sigue, conflictiva y pensadora, borroneando y volviendo a empezar.

Nadie puede entender por qué ella permanece tranquila mientras la lava de los volcanes está a punto de invadir su habitación. Pero se pone bien horrorizada y patética cuando los sucesos dejan de manifestarse como mentiras de un soñador, pues la quema el intenso calor y ya siente magma deslizándose por sus piernas. Su hija Alison se despierta repenti­namente sudando y abrazando su peluche predilecto.

Raquel, por su parte, sale al gran corredor yeré (corredor que rodea la casa) y dice fervorosa:

-¡Las pesadillas se pueden anular! Me han contado que la verdad es transferible y tiene ideas núcleo. El éxito está basado en las relacio­nes de uno con uno y de uno con otro o con otros. Hay que saber apoyar el valor que está en los demás. Tenéis que inventaros regularmente.

Y prosigue:

-Por ejemplo, Churchill dijo: "Hay un momento especial en la vida de todo el mundo, un momento en que el ser humano encuentra su propó­sito. Y allí nace".

-¡Cállate ya Raquel y déjanos dormir luego del terrible sueño de Alberto, que por fin se ha calmado!

-Es justamente en ese estado en que estáis, que es de meditación natural y cósmica, de encuentro con el Ser Superior, que hablo para vo­sotros. Hay cincuenta y dos tipos de personas que nunca llegan a ser gran cosa en su vida.

-¿Cuáles son las razones? -inquiere Sandra y otros la acompañan con ojos bien abiertos en la interrogación.

-Por varias razones. La primera envuelve a la persona que no hace lo que se le dice. Y la segunda es la que no hace más que lo que se le dice. ¡Que tengan buenos sueños!

-¿Alguien tiene chocolates?-pregunta Mía Sol.

Como respuesta sólo recibe un larguísimo ¡chiiissssssss!

No tienen ganas de hacer nada al amanecer, pues están rendidos después de una noche tan asombrosa que enriqueció la vida de todos. Y Raquel en Internet ya inicia su exploración de todos los temas sobre volcanes, en todos los buscadores. Después todos la atienden, pues su relato sobre los tres volcanes de Antigua Guatemala, es impresionante.

 

***

 

EL FÚTBOL MUEVE EL MUNDO Y LOS BOLSILLOS

¿Qué hacer?, piensa la abuela. Lo único que detesta con furia es el fútbol, con esos hombres que corren y se lastiman detrás de una pelota y al llegar a una edad determinada tienen que retirarse con gloria o sin ella. Y se los compra como si fueran animales o cosas utilitarias. El propósito concluyente es sólo y por último juntar dinero sobre dinero.

-¡Hurra! llegó el día del fútbol-gritan todos, inclusive las mujeres. Mía Sol se defiende y defiende a los otros:

Es que en la Tierra
poco se sabe de historia
mientras las nuevas mujeres
somos todas deportistas.
¡Tú no puedes entenderlo!
¡Tú no lo puedes saber!
Tanto olor y ese sudor
 logran que seres humanos
en millones se acompañen
y así se atrevan también

a gritar su propia voz.
¡Es que tú no sabes,

no lo puedes entender!

Entiendo y sé más de la cuenta. Pero si ya lo pusisteis en el programa entre las proezas, os respeto y me quedo leyendo a Marguerite Yourcenar.
 -¿Qué es eso?

-Un folletín clásico para gente analfabeta por puro gusto, que te da cordura en vez de tomarte pastillitas de todos los colores que recetan los psiquiatras.

-¡Algún día ganaremos la COPA del Mundo!
La abuela Carmen replica:

-La cuestión es ganar. Qué ego tan exagerado. El fanático de un club, si su equipo obtiene una victoria, una de esas grandes y difíciles victorias, no siente sólo placer. Es todo. Es algo más grande que cualquier cosa maravillosa que la vida le pueda ofrecer.

-Ay, abuela, déjate de monsergas y deja de llamarme mi nieta ale­mana. ¡Soy paraguaya también, y más paraguaya que nunca si se trata de fútbol!

-Qué malcriada te pones, chiquita mía. -Abuela, la malcriada eres tú.

Juanjo, el gran jugador de fútbol entre todos los presentes, exclama: -¡El fútbol provoca un éxtasis comunitario!

La abuela Carmen prosigue:
-Nick Homby, un estudioso del tema, afirma con respecto al fenó­meno de este deporte, que "La vida real es más tenue, más apagada, y contiene un potencial menor para entrar en un delirio inesperado".

-Eso lo entendemos-afirma Juanjo-. El fútbol crea adictos y satis­face muchas necesidades emocionales de la gente.

-A la cancha-dice la abuela- y después discutiremos en serio.
Se estructuran los equipos. Cada uno está vestido como si fuera profesional de este deporte.

Juegan largamente. Se escuchan gritos y hasta groserías dirigidas al árbitro, pero la abuela ni se inmuta. Sigue leyendo por undécima vez "Memorias de Adriano". Y luego los ve regresar de la cancha, agota­dos y contradictoriamente plenos de alegría, capaces de comerse el universo completo de un solo bocado. Efectivamente, tal como expre­só Mía Sol un rato antes, traen consigo un olor y un sudor incomparables.

 

***

 

EL BOSQUE SAGRADO

 

Agradecer en el bosque con toda el alma, es un ritual ya establecido. Es el ritual de la despedida. Es cuando con más intensidad tienen la capa­cidad de discernir. Por lo tanto, saben que todo lo vivido fue parte del bosque sagrado.

Cada uno de los chicos y chicas toma en sus manos un elemento significativo, y una vela blanca. Se friccionan los cuerpos con un aceite especial, natural, orgánico, contra los mosquitos grandes y pequeños, e inician la caminata espiritual bordeando el arroyo y buscando algún hueco que les permita entrar al interior del bosque.

El cielo azul los despoja de toda ansiedad. Se sienten frescos con el aire embalsamado de perfumes afrodisíacos.

La abuela Carmen los precede y es el instante en que descubren que los pasatiempos vanos les han robado la aptitud innata para la aventura, que crece en todo ser dispuesto a amarse y a amar a los demás y amar lo que le rodea, incluyendo a las cucarachas.

-A partir de ahora repetiréis lo que el bosque dice a través de mi presencia y de su alquimia inagotable. Llegará un tiempo, dentro de poco, en que cada paso que demos será celebratorio. Y seréis vosotros los que espontáneamente diréis las palabras bienaventuradas, los cánticos de to­dos los dioses que con Dios han sido y serán -aconseja la abuela.

De pronto ven una luz muy fuerte, y más luces como flechas, como antorchas. Hacia allí caminan, enfilados.

Encuentran en el sitio una bocaza que da amplio acceso al interior húmedo y tramposo del bosque más misterioso del que nunca se haya hablado.

Bajo los altísimos árboles hay capas de tres o cuatro tipos de especies vegetales. En la que ahora pisan, hay piedritas y helechos de entramados muy finos. No se divisa trecho alguno: sólo resalta el concierto de pájaros e insectos y de varios picadores que parecen darles la bienvenida, ubicán­dolos en el tiempo supremo que transcurre. Las cáscaras de añosos tron­cos de árboles tienen a seres enmascarados como habitantes de sus cientos de intersticios y sus movimientos aparentemente innecesarios.
-¡Ábrenos todos los caminos, mariposa del cielo! -dice la abuela
-¡Ábrenos todos los caminos, mariposa del cielo! -repiten sus acompañantes.

-¡Que la luz brille desde nosotros y acompañe al bosque!

-Que la luz brille desde nosotros y acompañe al bosque!

-¡Venimos a dejarte nuestra ofrenda sigilosa!

Los chicos repiten cantando:
-¡Venimos a dejarte nuestra ofrenda sigilosa!
-También hay oro tino en cada uno de nosotros.
-También hay oro fino en cada uno de nosotros.
-¡Ábrete, oh, divino bosque!

-¡Ábrete, oh, divino bosque!

De súbito aparece ante ellos un arroyito con un tronco para cruzarlo. Posteriormente cientos de tronquillos forman puentes sobre fugaces y delgadas corrientes de agua. Muchos se van quedando atrás por temor a cruzarlos. Berta está desesperada pues en cada lugar se alza el resplandor de una vela encendida, y ella siente miedo de que se incendie el bosque. En un gran espejo de agua los pajarillos se dan picotazos pues al verse a sí mismos en el fondo, creen estar jugando con otro pajarito.

-¡Síganme los buenos! -grita Mía Sol, firme al lado de su abuela. -Oh, duendes del bosque, gnomos, diosas, venid a encender con nosotros la pira que todo lo avive para que brote otra vez cada ramita en su forma.

-Oh, Delfos, oh gente Guaraní de nuestro bello Paraguay, oh cha­manes y chamaras, oh besos que os disteis, enamorados de los árboles y de su verdor, venid a compartir nuestra tarde de gloria. ¡Son sólo ocho rosas las que pedimos como entrada! Y que recuerden todo. Todo lo que han amado.

Así, llegan a oírse las voces queridas: Los
-Los Delfos os damos nuestra bendición.

-¡Los gnomos y druidas del bosque os damos nuestra gratitud! Siem­pre acompañaremos a los ángeles y arcángeles que cuidan vuestros pasos. Así bendecidos por cada flor y sin ningún rugido malintencionado, el grupo va saliendo lentamente del bosque que en silencio ha depositado en sus vidas el dulce aliento de sabiduría que es refugio y auxilio de quienes los buscan.

Olga manifiesta su gratitud y dice:
-Esperamos con ansias el regreso a esta selva mágica que tiene el sentido de territorialidad, de espiritualidad de nuestros ancestros indíge­nas.

Maluli expresa juntando las manos como si se preparara para orar a los santos y santas y dioses de todas las religiones del mundo:
-Queremos volver una y otra vez a este reino mágico, a este bosque sacratísimo que se conservará siempre así, gracias a la abuela Carmen: salvaje y místico, maravilloso como un día de sol tibio que nos da fuerza y alegría.

La interrumpe Cherea, que nunca dijo nada, y ahora sí quiere dejar su testimonio. ¿Quién la impulsa? ¿Será un geniecillo que sabe muy bien que ella es poeta'?

Queremos volver y volver

como una noche de luna

sobre la Tierra nuestra

infinita en su ronda gentil,

perfecta era el éxtasis

que como un cascabel

danza en cada corazón.

Y es celestial el cariño.

Los nombres, los nombres

de todos los seres y cosas

resuenan ahora con su melodía,

cual gotas pequeñas

de nueva imaginación

que juntos estrenarnos.

La abuela Carmen alza sus brazos abiertos en círculo y luego los cierra sobre su plexo solar, y clama:

-En este bosque sagrado que en todo minuto cuidan  los elementa­les, querida Epona, diosa de la abundancia agrícola, ni que pervives en las tradiciones de los antiguos celtas, yo te pido y te ruego que mi país florezca: que Paraguay exista para el mundo, y que sea ahora, desde el bosque sagrado.

 

DE: El bosque sagrado (Asunción: Editorial Servilibro, 2007)

 

 

NILA LOPEZ (Concepción, 1954): Periodista, actriz, poeta y narradora. Diplomada en Psicopedagogía por la Uni­versidad Católica de Asunción, Nila López fue columnista y entrevistadora en ABC Color, jefa del área de Artes y Espectáculos del diario La Tribuna y directora de la revista dominical de El Diario Noticias. Durante mucho tiempo presentadora de televisión y conductora de diversos programas culturales en el Canal 9 (SNT), dirigió además dos colecciones de libros para niños: "LIBROS PARA COMERLOS" y "GUSANITOS DE BIBLIOTECA". Actualmente se dedica a escribir y ordenar sus textos aún inéditos. Su obra publicada incluye los poemarios EL BROCAL AMARILLO (1985), ARTIFICIOS NATURALES (1987) y LA CONDICIÓN AMOROSA (2001). En teatro, es autora de ¿QUIÉN DEJÓ PASAR EL TREN? (1987), pieza infanto­juvenil galardonada con el Primer Premio de Radio Cáritas en 1977. También ese mismo año (1977) obtuvo el Segundo Premio de la Municipalidad de Asun­ción por "CIUDADALMA", texto ecológico escrito en co-autoría con RAQUEL CHA­VES. En 1995 apareció SEÑALES - UNA INTRAHISTORIA (relatos; 1995), su primera incursión en el campo narrativo, y en 1998 dio a luz su primera novela: MADRE, HIJA Y ESPÍRITU SANTO (Premio Municipal de Literatura 1998), collage textual en prosa y verso donde confluyen a un mismo tiempo poesía, mito y realidad, teoría y práctica, lo vivido y lo soñado, lo personal y lo universal, desde una perspectiva inconfundiblemente femenina. De posterior publicación son TÁNTALO EN EL TRÓPICO (2000), su segunda novela, y EL BOSQUE SAGRADO (2007; narra­tiva).

 

 

 Fuente: LITERATURA INFANTO-JUVENIL PARAGUAYA DE AYER Y HOY. TOMO II (K – Z). TERESA MÉNDEZ-FAITH, INTERCONTINENTAL EDITORA S.A. Pág. web: www.libreriaintercontinental.com.py. Asunción – Paraguay, 2011.

 

 

 

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