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JUAN MANUEL MARCOS

  EL INVIERNO DE GUNTER. CAPÍTULO V, SEGUNDA PARTE - Novela de JUAN MANUEL MARCOS


EL INVIERNO DE GUNTER. CAPÍTULO V, SEGUNDA PARTE - Novela de JUAN MANUEL MARCOS
EL INVIERNO DE GUNTER
 
CAPÍTULO V, SEGUNDA PARTE
 
Novela de JUAN MANUEL MARCOS
 
 
 
EL INVIERNO DE GUNTER
(Capítulo V, segunda parte)

 
 
-Buenos días, señorita, ¿Está mi papá?

-Gracias.

-Hola, ¿papá? Disculpame que te llame a la oficina.

-Gracias, papá.

-Sí, quería consultarte algo.

-¡Ja! No te preocupes. Ya sabés que no soy como él.
-¡Claro, es que Alberto está en la edad, papá:

-No, ¿cómo dices?

-¿Malena? No, no la conozco.

-Bueno, yo sólo quería hablarte de mi amiga Soledad. Creo que ya te hablé de ella. Es pobre pero honrada.

-Sí. Desde que éramos chicas.

Decidí escribirte esta carta porque no me animo a decírtelo en persona. Yo sé que te vas a enojar mucho, Vero, y no quisiera que te disgustaras conmigo. Pero no puedo irme a vivir contigo. No puedo dejar a mamá sola en esta casa. Además, si la gente empieza a hablar de nosotras, me daría mucho miedo, Verónica, ¡En serio, te digo: ¡No sé qué hacer, Vero:

-Gracias, papá. Sólo quería consultarte antes de decírselo.

-Gracias.

-No, su padre murió. Vive sola con su mamá.

-... Creo que es empleada en alguna oficina pública, o en un tribunal, algo así. Siempre habla de su jubilación.

-Desde luego. Así es la gente.

-Casi no tienen. Solo un tío, mayor. Vive en el extranjero.

-No, nunca lo vi. Viene rara vez a visitarlas. Tiene una nena ciega. Soledad es la madrina.

-Claro.
 
-No, es alquilada. Son más bien pobres, pero honrados.
 
-¡Claro que me gustaría ayudarla:

-¡Ah, magnífico: ¡Así seguiremos estudiando juntas en la universidad!
-Arquitectura. Las dos, sí. Ella quería sociología, pero la convencí.

-Me alegro.

-Bueno, ¿no hay problema entonces de que venga?

-¿Cómo dices?

Ya sabés que a mi también me gusta mucho cuando estamos juntas. ¡Pero me da mucha vergüenza, Vero! ¡No sé qué me pasa! Seguramente me cuesta concentrarme. Me pasa lo mismo que cuando estudiamos la lección, y vos leés el libro en voz alta. Siempre me distraigo. Yo sé que vos sos muy buena conmigo, Verónica. Todos son muy buenos. ¡Y tu papá, que me va a pagar mis estudios! Yo quería estudiar sociología, pero si a él le gusta más arquitectura, está bien. No sé cómo agradecerte todo eso, Vero. Pero no puedo irme a vivir contigo.

-Y... supongo que se quedará a vivir sola.

-No, no tienen ama de llaves. No tienen ningún servicio, en realidad.

-Si, más bien pobres. Ya te lo dije.

-Bueno, yo pienso que es problema de ella.

-Claro.

-¡Seguro que tiene suerte!
-Y... se me ocurrió nomás.

-No, papá, vos me acompañas mucho. Pero Soledad es como una hermana, ¿comprendés?

-No, claro. La sangre, no.

-La caridad, sí.

-Cristiano. Exactamente.

-¿Cuándo te parece bien?

Mamá y yo siempre fuimos muy compañeras, Verónica, especialmente desde que murió Papá. Vos sabés que le ayudo a arreglar la casa, lavar la ropa, cocinar. ¿Quién va a hacer todo eso, si la dejo sola? No puede tomar una muchacha. Su sueldo apenas nos alcanza. Y algunas changuitas que yo consigo por ahí. Yo vivo con muy poquito. Pero no sé si el horario de clases de la Facultad me va a permitir trabajar. Dicen que en la universidad son muy exigentes. Todo el mundo quiere ser arquitecto o ingeniero, ahora. Vero, estoy muy preocupada. Necesito que me comprendas. ¿Sí, amor?

-Yo pensaba que hoy mismo.

-No. Es que vive cerca.

-Relativamente, sí. Puede venirse con un bolso, y luego traer lo que le vaya haciendo falta.

-¡Bah, mi placar es enorme!

-Seguro.

-En realidad, prefiero que venga esta misma noche. Sinceramente.

-Impaciente, sí.

-No sé por qué.

-Y... se me ocurrió, simplemente.
-Sí, siempre estoy en su casa.
-Pero hay diferencia.

-No sé..., creo que si dormimos juntas tendremos más intimidad.

-Sí, compañerismo. Eso quiero decir. Podemos estudiar hasta más tarde.

-Bueno, ¿qué decís?

-No, me gustaría que me lo dijeras ahora mismo.

-Si querés, voy a verte personalmente.

-Bueno, dame tu respuesta entonces.

-Ya sé, ¡pero yo quiero esta noche!

-¿Qué es lo que te extraña?

Nunca puedo olvidarme de tus besos, Vero. Me parece que los llevo pegados a mi boca, y que la gente me mira y... Me parece que mamá también se dio cuenta. Esta mañana, cuando desayunábamos, me miraba los labios de una manera muy rara. No deberías morderme tan fuerte, Verónica.

-¡Para qué quiero sacar buenas notas, si luego vos no me das ningún gusto!

-¡No! ¡No quiero llamarte más tarde!

-¿Copiar? ¿Quién te lo dijo?

-¡Está chiflado!

-Sí.

-La primera actriz.

-¿Qué tiene mi inglés?

-A fin de mes.

-Claro que me lo sé de memoria.

-¡Esta noche!

-Yo creo que tú eres el terco.

-No. No me disculpo.

-¡Terco!

-No me importa. Estoy por decir una mala palabra.

-Es que estoy muy triste...

-Bueno, ¡carajo! ¿Oís? ¡Carajo, carajo, carajo! ¡Quiero que Soledad venga a dormir conmigo esta noche!

-¡Mañana, no! ¡Hoy!

-¡Voy a ir a tu oficina a gritarte carajo delante de tu secretaria!

-Te escucho, sí...
Bueno, mi amor, eso es todo lo que quería decirte. Yo también me muero de ganas de mudarme de tu casa. Me enloquece estar contigo, Vero. Pero no puedo dejarla sola a mamá. Además, como te digo, ¡me da mucha vergüenza! Tengo miedo de que la gente se entere. Vos no te imaginás lo que me cuesta que la gente no se entere de mis cosas. Sobre todo, de que mamá no se entere. Ya está muy preocupada por los libros que leo, Marcuse, Mariátegui y todo eso. Hasta ese libro de Perón que te presté le asusta. No me va a decir nada, pero sé que se va a preocupar mucho. Ella sueña con que yo me case con un muchacho del Colegio Americano. Ya sabés que su ídolo es tío Pancho, que triunfó en Estados Unidos. ¡No sabés cómo se sacrifica para mantenerme en el colegio, desde que murió papá! Por eso yo empecé con algunas changuitas. Pero ella nunca se compra nada, Vero. Todo es para mí. Además, está mi tío, que es muy severo. Si no me caso, me mata. Y si la dejo a mamá, también me mata. Y si sabe... ¡Verónica! ¡Ahí si queme mata!

-¿A quién? ¡No me desvíes la conversación!

-Ah, Azuaga. Claro que lo conozco. El dirige la obra.
-El nos dijo que lo tuteáramos. A mí me da lo mismo.

-¿Qué sé yo?
-Bueno, todo eso no me interesa, papá.

-¡Nadie me ha enseñado ningún vocabulario!

-¿Ideas?

-¡Es una obra de teatro, eso es todo!

-No. Ni una palabra de español.

-El mismo dirige los ensayos.
-Toto.

-¡Lo llamaré como me dé la gana!

-No, no estoy nenita ni honey.

-¡No tengo ganas de verte!

-¡No! ¡No te esperaré para almorzar! ¡Voy a almorzar con Soledad, hasta que te decidas! ¡No voy a volver a casa, hasta que te decidas!
-Ya lo verás.

-No pienso irme a tu oficina. Quiero tu respuesta ahora.

-No esa respuesta.

-¿Insano?

Bueno, voy a terminar ya esta carta, Vero, porque quiero dejártela con Berta, en tu casa, antes de que vos me veas. Lo siento mucho, querida Vero, pero no puedo abandonar a mamá. No creas que es un pretexto. Es cierto que también me da mucha vergüenza lo que hacemos, y que también me gusta que seas tan cariñosa conmigo. Vero. Pero me da mucho miedo la gente. Si la gente se llega a enterar..., creo que yo..., me suicidaría. En serio, Verónica.

-Gracias, papi.

-Yo también te quiero mucho.

-Sí, ¡se va a poner muy contenta!

-Chau.

Por eso quiero acabar esta carta, mi amor. Porque ya son las seis, y te prometí estar con mi bolso en tu casa a las seis y media. Y todavía tengo que quemar esta carta, Vero, y no quiero que mamá huela a papel quemado. Yo sé que nunca vas a leer esta carta, y que nunca te voy a contar que te la escribo. Pero lo mismo te la firmo, aunque ya tengo la cajita de fósforos en mi mano derecha. Vero, te quiero. Soy muy feliz así, Vero.


 
Autora: MARIA ELENA VILLAGRA y GUIDO RODRÍGUEZ ALCALA.
 
EDITORIAL DON BOSCO,
 
PEN CLUB DEL PARAGUAY.
 
Asunción – Paraguay, 1992 (150 páginas).
 

 
 
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EL INVIERNO DE GUNTER (SEGUNDA EDICIÓN)

Novela de JUAN MANUEL MARCOS

© CRITERIO EDICIONES,

Asunción – Paraguay, 2009 (267 páginas)

 





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