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LUIS MARÍA MARTÍNEZ (+)

  FERVOR DISPERSO y LA LUCHA ESTÁ EN EL CENTRO - Poemarios de LUIS MARÍA MARTÍNEZ


FERVOR DISPERSO y LA LUCHA ESTÁ EN EL CENTRO - Poemarios de LUIS MARÍA MARTÍNEZ

FERVOR DISPERSO y LA LUCHA ESTÁ EN EL CENTRO

Poemarios de LUIS MARÍA MARTÍNEZ

Ediciones INTENTO

Texto de AUGUSTO CASOLA

 

            Editadas en 1994 Y 1995, respectivamente, me mueven a una serie de reflexiones que plantean interrogantes que, aunque yo no las pueda responder, es posible que sí lo haga Luis María Martínez, a quien tengo decidido conceder el prólogo de este trabajo, acaso movido por la curiosidad, que me acompañó siempre, de ver las cosas desde diferentes ángulos, dado que a esta altura de mi vida, soy consciente de que

ellas son como se las ve y "dependen del cristal con que se las mire" y hasta me siento capaz de aceptar las objeciones que pudieran provenir de alguien a quien admiro y respeto como es Luis María Martínez, no de cualquiera -salvedad sea hecha-, pues las opiniones ajenas carecen de valor por ser tendenciosas o porque buscan llevar agua a su molino o ambas cosas a la vez, por lo que en general, me tienen sin cuidado.

 

 

            Lo conmovedor de estas dos obras, en las cuales es indiscutible la calidad poética y el fervor que las alimenta, es el enfrentamiento del autor a la situación, nada cómoda, de obligarse a comparar su opinión de entonces con las circunstancias presentes. Que nos diga, si no, El pordiosero (25), contenido en el primero de los libros mencionados.

 

Este ser desdichado,

que camina o se arrastra

sobre un triste camino de miserias,

casi desviscerado o desangrado,

con ojeras de pozos,

desfigurado por tantos siglos

de desamor, persecución, desdichas,

anemia y calabozo,

captura y policía,

al que atribuyen

todas las fealdades y defectos;

haragán y homicida,

dipsómano y ladrón,

astroso vagabundo,

mal músico y arriero,

hoy se ha vuelto en pulgoso,

maloliente y llagado pordiosero.

 

"Por Dios, señor"

(razón para nombrarlo "por-Dios-sero")

"una limosna por Ud. y por todos",

"que estoy llevando ya

la mitad de un milenio

de vida miserable y arrastrada",

nos dice el pordiosero,

removedor de feos basureros,

sentinas y desagües,

de aquí, de allá, de más allá,

de la que mal le dicen que es su casa,

su patria, en yerta iniquidad,

parálisis y hospicio,

asilo aniquilado por la idiotez,

la baba y los gusanos,

el alienado, el extraviado, el loco...

 

Este ser desdichado,

desfigurado, roto,

vestido con harapos,

anémico y descalzo,

que va de puerta en puerta,

pidiendo qué comer, una limosna,

un pedazo de hueso como un perro,

agua y pan por si acaso,

un resto de vianda

no importa el verdoso o corrompido,

lo que la vida despreció o no quiere,

un pantalón gastado, un saco roto,

un pedazo de trapo

con que cubrir apenas sus vergüenzas,

cualquier cosa nomás.

"Por Dios", "Por mí", "Por ellos",

aquello que se tira o se desprecia,

este ser desgraciado, el Pordiosero,

en este que está aquí,

aquí nomás, nomás aquí,

¡el Pueblo!

 

 

            Fervor disperso está dividido en dos partes: Poemas sociales, la primera y más breve y Hombre y hombre la segunda.

            En los poemas sociales, pareciera que el autor pretende elaborar una suerte de compilación de aquellos versos que, en su momento, no pudieron ver la luz por el peligro encerrado en su enunciado. Del primer grupo destaco El silencio (7), escrito en 1954: Patria:/ Cerca de ti el silencio,/el silencio que largamente exudan/ tus paredes que sufren de martirios [...] y Regreso (11) escrito en 1956:

 

¡Pueblo! Regreso a ti

y soy;

¡espejo y explosivos,

torrente y llamarada,

paisano con fusil,

pájaro y grito!

 

            En ellos se anuncian los que siguen y no fueron publicados en las diferentes obras anteriores del autor, quien identifica el lugar que les correspondía; así, La miseria (1957 15), No basta (1957, 16), Andar (196o, 17), corresponden al libro Arder es la palabra; Jefe (sin fecha, 22), debería haber ido en Desde abajo es el viento; los siete poemas que ocupan las páginas 24 a 33 pertenecen a Ya no demora el fuego. Ellos son: El verdugo, El pordiosero, El sepulturero, El vigía, El leprosario, España y nuestra casa, La odisea y Dueños.

            Un poema de gran belleza es Autorretrato (35). No está fechado y por eso satisface mejor la condición de atemporalidad que tantas veces se apodera y transmite el autor y pareciera, sin querer, compartir mi punto de vista y la pregunta que me hago hasta el hartazgo: cómo es que el pueblo, tan amado y digno de protección, llega siempre tarde a la repartija del banquete y se le obliga a esperar afuera, en tanto sus protectores terminen de escarbarse los dientes para luego prestar fingida atención a la fila de hambrientos y desposeídos que esperan, humillados como están, para aplaudirlos al salir de los banquetes, porque tuvieron la gentileza de arrojarles, en lugar de a sus mascotas, alguna triste sobra, un triste mendrugo de pan.

            De inmediato lo transcribo:

 

Yo sé que soy un hombre errante y apagado,

un hombre que va herido por todos los costados

- y en un costado el alma que admira lo más bueno-;

que soy como un gran árbol con las raíces fuera,

el tronco desollado, las ramas como hogueras.

 

Yo sé que tengo a veces esa mirada triste,

esa perdida y rota mirada que me acuerda

el ver que la poesía se pierde a cada instante

igual que un pobre infante extraviado en la calle.

 

Yo sé que soy un hombre amante de alegrías,

que aspira a ver la vida igual que firme aurora,

donde los hombres floten lo mismo que banderas,

que el corazón los tengan de espuma y abandono,

y el día acune horarios de pájaros y fuegos.

 

Yo sé que tengo a veces esa mirada triste,

esa perdida y triste mirada de un buen hombre,

que siente oscuramente no poder transmutarse

en un temible esfuerzo de pétrea llamarada...

 

Yo sé que soy un simple poeta estremecido

por todas las urgencias que al pueblo lo avasallan,

que fueran olas recias de cárdenos fulgores

o parcas resonancias de yunques sin reposos,

que suenan como suena el mundo en el jadeo.

 

Yo sé que soy el pueblo: oscuro, lastimado,

viviente y demorado; de imagen: prisionero,

con fe y con optimismo en cosas de un mañana

popular y evidente, encendido y radiante,

donde el pueblo emergente, humano y liberado,

se sienta siendo el alba, hermosa, esperanzada.

Igual que la esperada:

¡Un pueblo todo aurora, ya en materia y poesía!

 

 

            En él, el autor, como en otros poemas, se investiga a sí mismo, ya como poeta, ya como hombre, ya como parte de un país sometido a la dura dictadura militar, con un idealismo a veces hasta conmovedor por la energía con que sostiene y levanta la bandera del comunismo, como hace en este libro, que en su segunda parte Hombre y hombre, eleva una canción a aquellas personas que admira y respeta, como Lenin (42), de quienes dice: Lenin ¡padre de un nuevo sol,/de un sol inusitado!; o Manuel Ortiz Guerrero (43):

 

            I

Con traje vegetal y entre las manos

un alado jazmín y una violeta

- quizás de alguna estrella transparente-

cantó con armonía sus angustias

de amores, esperanzas y recuerdos.

Su acento vesperal-semilla de oro-

llevaba en su región de bosques y alas

la flor de las guitarras campesinas.

 

 

            Extiende la dedicatoria a Pablo Neruda, Guevara, Alberti, Verón de Astrada y varios otros más o menos conocidos.

            De todos ellos, llama especialmente la atención, por su contenido y en especial por su estructura, el capítulo denominado Con Romain Rolland, porque inicia en forma de versos para concluir en prosa, lisa y llana, la dura crítica que hace a los dirigentes de la URSS:

 

            Después siguió otra pena que era grande:/ la URSS, su bancarrota, [...] ¿Los errores, cuáles fueron, cuáles fueron/ los que arruinaron a este Estado nuevo? Hablamos de la crueldad de Stalin y su cohorte/ de adulones, de espías y de verdugos [...]/ que llevó al sacrificio a grandes hombres,/ a transformar en cárcel la gran Rusia,/ enviando a los Gulag a los rebeldes.

            [...] La educación en el seno del capitalismo es sectaria y adormecedora. No ayuda a pensar ni a generar interés por la cultura de la humanidad. Forma especialistas incoloros. Repetidores sumidos de fórmulas o de conocimientos encapsulados como píldoras. Genera a individualistas que sólo saben mostrar los colmillos y que cuentan y cuentan las monedas que han sabido reunir con inaudita ferocidad.

            [...] La prensa es bizca pues sólo hace ver aspectos distorsionados de la realidad. Tantas veces esquiva el cuerpo a la verdad y se compromete en mayor medida con la gente que nada tiene que decir o que ha agotado su carrera, y que es acosada por el tedio.

            Sólo una tenue franja de la prensa expresa la realidad y se contagia de sabiduría y de verdad. La prensa internacional está manejada por poderosos monopolios. Expresa la "verdad" de los monopolios y dirige la andanada de sus noticias hacia la gente que escasamente piensa y que no conoce o no ha tenido tiempo en adiestrarse en la dialéctica. La gran prensa es cínica y falaz. Es arbitraria y dominada por preconceptos hábilmente dosificados.

            Calumnia a destacados patriotas y luchadores por la libertad de sus pueblos y erige en héroes a mediocridades adocenadas y superficiales, de personalidades aguanosas.

            Este notable trabajo, me trae a la memoria las consideraciones hechas por Djilas en su libro La nueva clase. Análisis del régimen comunista (65):

 

            Trotsky [...] deseaba revivificar a un partido revolucionario que se estaba transformando en algo completamente distinto, en una clase nueva a la que no le interesaban los grandes ideales, sino únicamente los placeres cotidianos de la vida [...] Stalin [...] se había colocado al frente de un nuevo poder que nacía en aquel momento, de la clase nueva, de una burocracia política, y se convirtió en su dirigente y su organizador. No predicaba; tomaba decisiones.

 

            El mismo Luis María Martínez destaca, en las palabras introductorias de Poesía social del Paraguay (67), que:

 

            La caída del socialismo real en Europa constituye algo desconcertante. La pulverización del bloque sorprende. Osificado tras el largo predominio stalinista, había venido enarbolando una falsa bandera. No servía ni dignificaba al proletariado. Una máquina feroz, aplastando a millones, había vaciado de contenido el socialismo y pulverizó con la mano de hierro que venía empleando todo el romanticismo creado por los viejos revolucionarios. La experiencia histórica induce a pensar que deben modificarse, si no la teoría, el rigor del método, el clima de su imperio, y arrojar bien lejos la asfixiante atmósfera sin libertad.

 

            La lucha está en el centro, me enfrenta a un interrogante pues desconozco la opinión que pueda tener hoy su autor, en el año 2012 y transcurridos tres años del advenimiento del gobierno que juega a ser izquierdista y de cambio, pero recurre a los viejos trucos, a las falacias y artilugios de siempre, los lugares comunes de la "voluntad popular", del "pueblo" y las maravillas realizadas se parecen como gotas de agua a los señalados por los sucesivos gobiernos de la "transición democrática", sin atreverse a proveer datos precisos acerca de lo que se abonó para la actuación de un conjunto pop al cierre del Bicentenario que al final acabó en un escandalete que se busca esconder bajo la alfombra. Más de lo mismo para justificar tropelías.

            Nos dice el poeta en Campesino (5), poema que inicia la colección y que fue escrito en 1954.

 

Vendrá el alba... tras esta turbia noche:

la tierra será tuya y el filo del arado.

Para entonces... tus cantos sin cadenas

y el pan sobre tu mesa de trigos serenados.

 

            ¿Será que cree llegado el alba? ¿Será que vivimos ahora, hoy La patria venidera propuesta por él en 1954? (6, 7).

 

            LA PATRIA VENIDERA

 

            I

Voy a decir lo que vendrá mañana.

Voy a decir primero:

un tajo en horizonte,

rubia luz victoriosa vedada de lo negro,

ululantes proclamas de vuelos verticales.

¡Qué ardorosa alegría para todas las frentes!

 

            II

No vendrá de repente sino después de mucho

andar por los caminos.

 

Veremos a los obreros levantando talleres,

fábricas que aún no habíamos soñado,

sanatorios y casas de reposo,

escuelas, colegios, modernas facultades.

Cantidad incontable de casas para obreros,

sanas y confortables y de hermosos colores!

esto también tendrán todos los labradores.

 

Por todas partes grúas, potentes camiones,

un vuelo de progreso allá donde lleguemos.

(Tanto por destruir, tanto por construir).

Trabajará la tierra hasta ayer sin trabajo,

nos dará lo que tuvo guardado desde siglos:

pan antiguo, callado.

Los cuerpos de los campos con miles de tractores

y máquinas agrícolas.

Y en estos campos todos su señor verdadero:

el que ayer, el que siempre, ha vertido sudores.

 

Dueños por fin de las máquinas todos nuestros obreros.

Mejores sus salarios, mejoradas sus vidas.

Ellos a la cabeza del pelotón de choques

(¡Qué hermosa palabra será: trabajadores!).

Nada de hacer las tareas solas con estas manos,

para eso tendrán como esclavas: las máquinas.

No dudes, compañero, habrán cantos, canciones

tan altos como el cielo que nos cobija ahora.

Todos a perforar lo negro, lo ensuciado.

 

Estudiaremos...

Tú serás estudiante, y en todos los pronombres

podremos conjugarlo.

Eso que no sabemos, para entonces sabremos.

Y nuestras compañeras, abnegadas y buenas

ocuparán su sitio, del que estaban desterradas.

Preocupadas también de los problemas y de sus soluciones

al lado de los hombres impulsarán la historia.

 

Los férreos militares, de botas y estampidos,

no sacarán sus armas, innecesariamente.

Pondrán en movimientos su vendaval de plomo

cuando la patria exija.

 

           

            III

Yo no sé, compañero, no sé lo que diría.

Siempre he visto este cielo cubierto de humaredas,

nunca he visto la luz, días sin lágrimas,

pan contento en la mesa, alegrías en furias.

Nos cuesta dibujarnos de sonrisas,

cantar con el pulmón en vilo.

Sin embargo hay que ser, estar en pleno aire,

decir con primaveras nuestro sano optimismo,

por la lluvia venidera, de cosas verdaderas.

 

Alzados como velas o brisa marinera

iremos construyendo los puros edificios,

con coplas campesinas y albañiles de andamios

se orquestarán las manos que derramen labores.

 

Los jóvenes que ahora mantienen energías

intactas, sin empleos,

en la Patria futura, grandiosa Patria Nueva,

tendrán donde emplearlas.

Ellos que son altivos como mástiles claros

infundirán de savias, de férvidos arrestos

al singlado navío.

 

Pelotones de choques de labriegos y obreros

con bellas herramientas

cantarán a la Patria, de esperanza y de sueños,

por fin, la Patria Nueva.

 

 

            Los sueños, sueños son, ya lo dijo Calderón de la Barca.

            De todos modos, no se dejó un solo momento durante la dictadura, ni en la transición, ni ahora, de extender la mano para recibir los dólares americanos que fluyen del yanqui colonizador y no son "manos labradoras", precisamente (10) ni son sólo los yanquis los que miran la selva, el tajamar..., ni son rechazados aquí o en Cuba, sus dólares sangrientos (11), porque bueno, estamos en 1960 y recién cayó el gobierno de Batista, pero no estoy seguro de que: Ha terminado el tiempo del verdugo./Ha muerto la policía de hazañas criminales,/ triturados entre dientes de filos populares (13).

            En Cantar (15), nos dice:

 

Cuando se ve que al pueblo lo han perdido en la noche,

sellándole los ojos con vendas y con gasas

y lo silencian tanto que su rumor no se oye,

entonces, sólo queda decir lo que es preciso,

cantar con voz de pueblo para ese mismo pueblo,

usar el tono que usa cuando su voz nos llega

a través de las rejas levantadas en torno

o dando algún rodeo que el prisionero sabe.

 

 

Cuando se ve que el pueblo no tiene un rostro alegre

porque lo han puesto serio los terribles azotes

del hambre que es más hambre cuando las rejas

suenan como un reloj siniestro de muerte y abandono,

porque muchas cadenas detienen sus gargantas,

- ¡triste destino es éste, el no poder ser ave!-

entonces es imposible cerrar los ojos como

el ciego que no quiere conocer lo que en torno

se mueve con el ritmo del mundo y de la vida.

 

Y es que el poeta tiene la obligación suprema

de saber cómo el pueblo promueve su destino

o si sus opresores temporales y errantes

torturan sus costados con crímenes y asaltos,

con cárceles y tantas cadenas y cenizas.

 

¡Cantar con voz de pueblo

como si el mismo pueblo

cantara para todos!

 

 

            ¿Tiene ahora el pueblo el rostro alegre?

 

            Veo en las esquinas con semáforos a los niños mendigos, molestos e insidiosos, que exigen el pago de servicios que nadie les pidió y centenares de vendedores de cualquier cosa o los limosneros puros y simples que reclaman una moneda, por no tener nada que vender; me pregunto entonces y pregunto a los nuevos orondos señorones, a los cínicos lobos disfrazados de corderos, hipócritas y traidores a ese pueblo al que tanto se refieren en sus discursos insulsos y baladíes: ¿tiene el pueblo hoy un rostro alegre?

            Hay muertos y muchos muertos (20); La paz (26); Pequeño burgués (27); El pueblo (36); Arriba y abajo (29).

 

Arriba están los de arriba

y abajo están los de abajo.

 

Los de arriba son los hombres

que nunca, nunca movieron

un dedo sobre el arado

y que jamás se pusieron

el mono azul del obrero.

 

Sin embargo, se apoderan

con un fervor de usureros

y una avidez de señores

del sudor de los obreros...

 

Arriba están los de arriba

y abajo están los de abajo.

 

 

Los de arriba son señores

y los de abajo: obreros.

En este abajo el puestero

el canillita, el obrero,

el campesino, el leñero,

y el tenaz picapedrero.

¡El mañana pertenece a este ejército futuro

de campesinos y obreros,

que permanece en lo oscuro!

 

 

            Bueno y ¿cuál es la diferencia con hoy?

            Otros poemas de muy buena catadura son Cualquier día (50); Cómo es posible (55); ¿Aquí hay libertad, hay democracia? (59), los que, si se tuviera voluntad, podrían mover a una meditación profunda para extraer resultados positivos y objetivos ante la única realidad constantemente repetida y que nunca quieren reconocer quienes manejan el poder: vivimos ahogados en la mentira.

            Transcribo, sin comentarios, Mentiras y verdades (61):

 

Mentira es que a este pueblo se lo escucha.

Mentira es que el progreso es de los pobres.

Mentiras son los caminos que le asignan.

Mentira es la esperanza de este día.

Mentira es que se pueda darse al vuelo.

Mentira es que se viva en democracia.

Mentira es que no hay presos.

Mentiras: la libertad, los días tranquilos.

¡Mentira es la poesía de su vida!

 

Verdad es que está en un campamento.

Verdad es que se vive encarcelado.

Verdad es que no se oyen gritos ni clamores.

Verdad es que está en un pozo oscuro.

Verdad es que este pueblo está esposado.

Verdad es que la verdad es despreciada.

Verdad es que la mentira es la regente.

 

Mentira es que este pueblo esté acabado.

Mentira es que no pueda emanciparse.

Mentira es que no aprende.

Mentira es que no escucha.

 

Verdad es que este pueblo está en levante.

Verdad es que ya no hay nada que lo ataje.

Verdad es que está avanzando a toda marcha.

Verdad es que ya está como en la puerta.

Que está como ya presto en la trinchera.

Que está aprendiendo a ser el comandante.

Verdad, pura verdad: ¡que está a la vera misma de la aurora!

 

Fuente: LUIS MARÍA MARTÍNEZ - OBRERO DE LA PALABRA. Por AUGUSTO CASOLA. Editorial ARANDURÃ, Asunción – Paraguay. Agosto del 2012 (244 páginas).

 

 

Para compra del libro debe contactar:

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Telefax: 595 - 21 - 214.295

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