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Luis Alberto Boh

  EL PARAGUAY COLONIAL - EFRAIM CARDOZO (Tapa de LUIS A. BOH)


EL PARAGUAY COLONIAL - EFRAIM CARDOZO (Tapa de LUIS A. BOH)

EL PARAGUAY COLONIAL

LAS RAÍCES DE LA NACIONALIDAD

EFRAIM CARDOZO

Profesor de Historia del Paraguay

en la Universidad de Asunción

Prólogo de

JUSTO PASTOR BENITEZ

© JOSÉ MARÍA CARDOZO

Tapa: LUIS A. BOH

Editorial EL LECTOR

www.ellector.com.py

Colección Histórica Nº 2

Asunción - Paraguay

1996 (245 páginas) 

 

INDICE

PRÓLOGO, POR EL DR. JUSTO PASTOR BENÍTEZ

CAPÍTULO I. LA RAÍZ GEOGRÁFICA.

1. LA PROVINCIA GIGANTE DE INDIAS. 

2. ASUNCIÓN, GERMEN NUTRICIO. 

3. EL BOSQUE. 

4. EL SOL. 

5. EL RÍO PADRE. 

6. EL CHACO. 

7. EL PAISAJE. 

8. LA MELANCOLÍA DEL MAR. 

9. HIJA DE SUS HIJOS.

CAPÍTULO II. LA RAÍZ HUMANA.

1. LA RAZA PARAGUAYA. 

2. EL ESPAÑOL. 

3. EL GUARANÍ. 

4. EL "PARAYSO DE MAHOMA". 

5. LOS "MANCEBOS DE LA TIERRA". 

6. LOS FUNDADORES. 

7. EL "CUÑADAZGO". 

8. LAS PUGNACIONES TREMENDAS.

CAPÍTULO III. LA RAÍZ ECONÓMICA.   

1. LA SIERRA DE LA PLATA. 

2. EL PAÍS SIN MINAS. 

3. EL "AGRO DEL MUNDO".

4. LA CLAUSURA DE BUENOS AIRES. 

5. LA YERBA. 

6. LA CARRERA DE LAS GABELAS.

7. EL PUERTO PRECISO.

8. EL ESTANCO DEL TABACO.

9. NI RICOS NI POBRES.

CAPÍTULO IV. LA RAÍZ CATÓLICA.

1. EL BUSCADOR DE DIOS. 

2. EL BUSCADOR DE LA TIERRA SIN MAL. 

3. PRIMERAS BATALLAS POR LA FE. 

4. LOS JESUITAS EN EL GUAIRÁ. 

5. EL MISIONERO PARAGUAYO. 

6. LA REPÚBLICA DE DIOS. 

7. LA RIVALIDAD ENTRE LAS DOS PROVINCIAS. 

8. LA RAZÓN DE LA GUERRA. 

9. LA EXPULSIÓN DE LOS JESUITAS. 

10. EL CATOLICISMO TRIUNFANTE.

CAPÍTULO V. LA RAÍZ LIBERTARIA.

1. LA IDEA DE LA LIBERTAD. 

2. LA REAL CÉDULA DE 1537. 

3. LA CEPA COMUNERA. 

4. LOS "SOBERBIOS E INQUIETOS MANCEBOS".

5. HERNANDARIAS. 

6. LA DIVISIÓN DE LA PROVINCIA.

7. LAS INSTITUCIONES POPULARES. 

8. LA REVOLUCIÓN DE LOS COMUNEROS. 

9. LA DOCTRINA COMUNERA. 

10. EL IGUALITARISMO. 

11. INDIVIDUALISMO Y COMUNITARISMO.

CAPÍTULO VI. LA RAÍZ HEROICA.         

1. EL "GLORIOSO TÍTULO DE MILITAR". 

2. LAS GUERRAS DEL CHACO. 

3. LAS OTRAS GUERRAS INTERNAS. 

4. LA VECINDAD PORTUGUESA. 

5. LOS "BANDEIRANTES". 

6. LOS TRATADOS DE 1750 Y 1777. 

7. LA DEFENSA DEL RÍO. 

8. "A SU COSTA Y MINSIÓN". 

9. PATRIOTISMO Y ORGULLO.

EPÍLOGO

 

PRÓLOGO

ORIGENES DE LA NACIÓN PARAGUAYA

 

Uno de los períodos menos estudiados de nuestra historia ha sido el colonial. Como si ella se hubiese detenido en la crónica de Ruy Díaz de Guzmán, para resurgir tres siglos después en la Descripción Histórica y Geográfica de Mariano Antonio Molas y otro más tarde en el Compendio de Blas Garay y el estudio del proceso de la Independencia de Fulgencio R. Moreno. Ahora bien, fuente copiosa de ese período se encuentra en las Actas Capitulares, todavía inéditas y en escritores españoles como Félix de Azara y Juan Francisco de Aguirre. Algo así como soterrado, para dar preeminencia a sucesos más resonantes, cuando en realidad constituye el cauce, el fermentario, la "intrahistoria" de la nacionalidad. La conquista con sus matices de epopeya, sedujo al estudioso que descuidó el examen de los factores que constituyen a la formación en un largo mestizaje y la transculturación; olvidó al conquistador que fue sustituido por el colono, que se ha fijado en la tierra de los carios desilusionado del espejismo de "La Noticia". Solamente Moreno estudió ese proceso, tomando como centro de indicación la capitalidad asunceña; llegó a fijar el perfil del mestizo en líneas indelebles, pero no pintó al criollo. Un estudio ecológico.

El doctor Efraím Cardozo se ha propuesto la interpretación de los fenómenos primigenios desde diversos puntos de vista. Copiosa es ya la labor histórica de Cardozo, que se inició en la investigación de los derechos al Chaco, para proyectarse después en un resumen del período de la vida independiente que ensambla perfectamente con el presente estudio y es su lógica continuación. El historiador se proyecta en ensayista de cuño social. A la búsqueda de la verdad de los acontecimientos sigue la tentativa de interpretación. Deja su tarea de enjuiciador del pasado para mirar de frente la realidad nacional y para pisar tierra firme se adentra en los orígenes de la nacionalidad.

Su temprana erudición le ha permitido seleccionar las fuentes y su talento, la enunciación de juicios acertados. La trama positiva es resistente, y enaltecedoras son sus conclusiones como para despertar fe en los destinos nacionales fraguados en trances duros y empeños tenaces. Ha penetrado en los meandros de nuestra historia; examina el medio físico y su repercusión sobre el hombre; tierra, clima, bosque, hidrografía y el desierto frontero que fué el Chaco; la combinación hispano-guaraní, su fruto el mestizo y su comportamiento social, algunos jalones del acontecer histórico y el panorama colonial, con el criterio del historiador que no se siente esclavo del documento. A mi juicio, exagera un tanto los factores tropicales adversos, pues, otras fundaciones han prosperado en zonas más ingratas que el Paraguay. Ha mirado de cerca al español y al guaraní, vertientes humanas de nuestra formación y se enfrenta a la realidad nacional con el espíritu objetivo que hizo de Moreno nuestro primer historiador ecológico con La Ciudad de Asunción. Cardozo se coloca en la línea de los modernos ensayistas que estudian esa realidad, y no los esquicios, entre los cuales descuellan el doctor Justo Prieto, con La Provincia Gigante y Luis J. González con El Paraguay Prisionero Geo-Político, aunque difiere de ellos en el criterio interpretativo. El libro del doctor Cardozo ya no es un esquema; en él se transita entre cosas paraguayas. En una carta dirigídame manifestó el deseo de reformar la obra, para darle otra contextura, quizás más acabamiento. Como amigo y compañero te aconsejo que lance al escenario tal como está en el borrador que acabo de leer y que me atrevo a espigar ligeramente por no privar al lector de la primicia jugosa. Un libro debe estar en perpetuo crecimiento, sobre todo tratándose de talentos jóvenes; y ha de ser un desafío, con el pequeño fragmento de verdad que hemos podido atisbar en el tumulto de los acontecimientos pretéritos; una contribución para conocernos, para comprender el pasado, un acercamiento al hombre paraguayo, que debe constituir el tema de nuestras actuales preocupaciones. El paraguayo, su biología, su hábitat, su alimentación, sus condiciones de vida y de trabajo, su psique, su alma, sus aspiraciones, sus taras, sus defectos. ¿Qué es el Paraguay? ¿De dónde viene? ¿Adónde va? ¿Cuál puede ser nuestra contribución a la suerte del mundo? ¿Qué hacemos en esta selva mediterránea?

Cardozo cree encontrar en el fenómeno paraguayo una bipolaridad, geográfica y humana; una especie dialéctica hegeliana; fuerzas contradictorias y permanentes. Allí radica para él ese drama nacional por excelencia, que explica los altibajos, los ritmos históricos, más allá del determinismo mediterráneo; y entiende que la solución no está en la uniformización sino en la subsistencia de ese paralelogramo de fuerzas. Se trata de la primera tentativa de filosofía de la historia nacional, si bien conviene advertir que por encima o en el sustrato de esa dialéctica tiene que encontrarse un factor unitivo, de continuidad que podríamos llamar paraguayidad, para explicar la subsistencia en medio de factores adversos. Pues bien, ese factor no puede ser otro que el espíritu nacional, que fué fijándose a través de tres siglos.

Irala dió sentido a su historia, que no es mero desenvolvimiento guaranítico, puesto que dicha cultura asentada en rudimentaria ocupación agraria y cigenética, carecía del instrumental y de animales auxiliares para ascender por sí sola a etapas más elevadas, no tenía escritura fonética ni medidas exactas del tiempo. Pero tampoco fue una simple réplica peninsular; es criolla y mestiza, en todas las dimensiones al punto de conservar la lengua autóctona.

El europeo tuvo que adaptarse, impregnarse del medio, adoptar estilos y alimentación indígenas y se transformó psicológicamente por influencia del nuevo espacio; su personalidad se expande, no en sentido europeo, sino americano. Soldados como Irala y Garay resultan grandes generales; crean nuevas tácticas de lucha en la jungla, abaten pero fundan.

El hijo de la pareja peninsular ya no pudo sentir nostalgia de la heredad paterna; es una nueva expresión cuya cifra es Hernandarias. Se produjo durante la colonia una ruptura psicológica de la historia, aunque siguieran rigiendo las Leyes de Indias. América va absorbiendo al conquistador. La conquista es el último capítulo de la epopeya hispánica, pero es también el inicio de nuevos países que se sienten orgullosos de ser ramas de conquistadores, como ocurre en el Paraguay, cuyo único título de nobleza y repartimientos radicaba en el descender de ellos.

Los diversos factores que contribuyeron a ir modelando el tipo paraguayo y el perfil de la nación, son examinados por el doctor Cardozo; cristianización, instituciones, familia, casa en lugar de oga, pueblo en lugar de tava, con criterio fundamentado pero con cierta euforia de su linaje. Entre los factores    políticos mencionarse en primer término la Cédula Real del 12 de septiembre de 1537, especie de Carta Magna de la Asunción naciente, que le autoriza a elegir gobernadores en caso de vacancia y que se desenvuelve en un espíritu de autonomía provincial, y genera ese espíritu de rebeldía que le permita deponerlos como ocurrió repetidas veces. El mismo espiritu anima la Revolución de los Comuneros, cúspide del periodo colonial, que Cardozo estudia con un cúmulo de datos e interpreta como un antagonismo de organizaciones y no como un mero choque político. Ese mismo criterio amplio rige su interpretación de las doctrinas jesuíticas, su organización y carácter, su antagonismo con la sociedad civil de la Provincia sobre la cual se iban proyectando amenazadoramente por la competencia comercial privilegiada, la mano de obra comunitaria; su colegio en Asunción; sus fundaciones aquende el Tebicuary como San Estanislao y Belén, sus amplias estancias e influencia política. Contra esa penetración se yergue el Cabildo seguido del vecindario, siempre con ese impulso de autonomía que se sublimará en el espíritu nacional. Cardozo proyecta mucha luz sobre aquel período y reconoce en esos acontecimientos uno de los manantiales del espíritu nacional, pues, si la revolución fué vencida y fueron sacrificados sus caudillos, la incineración de los papeles en un auto de fe liberticida no logró secarlo.

El historiador hace un acucioso estudio de las condiciones económicas de la provincia, de sus fuentes de producción, los instrumentos de cambio primitivísimos y de las gabelas fiscales; era pobre y siguió siéndolo, renunciando al sueño dorado del Paitití, para entregarse a arañar la tierra, a cuidar del ganado y derribar árboles para sus menesteres, inclusive para las embarcaciones con que siguió dominando el río que le comunica con el mar imposible. Asunción deja de ser entrepuerto para convertirse en centro, en ciudad expansiva. El español se ha fijado. Es un cambio histórico funcional de trascendencia. La Pobreza pone su impronta sobre la fisonomía provincial, le dará virtudes pero detendrá su progreso... La base económica era demasiado estrecha para un desenvolvimiento expansivo. La comunidad tiene más de franciscana que de jesuítica y su misma categoría ideal de vida será el Mboraijhúrybata, clase media paraguaya, digna de estudio como base de democracia social, como lo son el criollo y el mestizo.

La defensa de los dominios hispánicos, en este sector del continente, fué realizada por los paraguayos y a sus expensas; cuidar de 23 presidios, donar su caballo y su arma de fuego; pólvora, lanzas y espadas, algunas salidas de las fraguas asunceñas; ir él mismo o mandar al hijo a lejanas expediciones. Es un pueblo de perenne movilización. Este es un aspecto que Cardozo, analiza con método y penetración, como estudia el drama guaireño, los esfuerzos para conservar esa altiplanicie que conducía al puerto de San Francisco sobre el Atlántico; como lo aconsejaron Irala y Hernandarias. Entonces sí el Paraguay no hubiera quedado enclaustrado.

Pero donde el autor revela toda su emoción es el referente a dos mancebos de la tierra. Este núcleo es el genes del paraguayismo. Ha sido moldeado por un conjunto de factores señalados por Moreno y analizados con criterio científico por Cardozo. La rebeldía, la inquietud del mancebo tiene algo de masa primigenia, de substancia que busca forjarse un estilo que no estorbe su expansión. Es el cariay, el carai-ray, el cuimbaé, y no el abaeté guaraní; otra expresión humana; ni es tampoco el blanco puro conquistador, o colono que cristalizara en "godo" el "realista" en pytaguá. Es ya el criollo, el "europeo tropicalizado", término de auténtica americanidad."Paraguay" no será sólo el nombre del río, de la capital, del país, sino el marbete de las cosas: "rosa-Paraguay", sopa-paraguay; jazmín-Paraguay; como signo de calidad "Checo paraguay" es una expresión de hombría.

Hay una veta soterrada en nuestra historia, que señalan por intuición vernácula. Moreno, Cardozo y Juan B. Rivarola; pero no es un mero afán de libertad política, sino un vago deseo de constituir una nación de desprendimiento de autodeterminación social; de autenticidad, para lo cual no se puede negar la influencia del aislamiento temporal y espacial del coloniaje, e inclusive el enclaustramiento francista.

No vamos a insistir en la diferencia que se marca en el proceso histórico entre taba y pueblo, entre el abá, guaraní y el paraguayo, por haberla enunciado en otro trabajo; pero es oportuno reconocer que en el libro de Cardozo se encuentra una fundamentación del ethos paraguayo. Lo que interesa aparte del relato de la narración de los acontecimientos y de las crónicas gubernativas, es el enfoque de esa realidad provincial, del fermentario, del tumulto social que han ido configurando lo que hoy se llama República del Paraguay. Porque ese proceso no ha podido responder al puro patrón europeo, como ocurrió en ciudades en que se impusieron las oligarquías blancas, sin mezcla, en base a la explotación del trabajo servil, sin absorción del elemento indígena local; pero tampoco a una mera concentración de tribus diversas. A mi juicio, se trata de algo nuevo, de un mundo que va a nacer en un mundo subtropical, por el mestizaje, las hibridaciones, la transcultación espiritual y material. Es el aspecto que comienza a interesarnos y que nos conducirá al estudio del hombre paraguayo, de las constantes de su historia, de las causas de su atraso actual y de las virtudes que le han permitido dominar a la naturaleza y las contingencias históricas. Cardozo sostiene que el aislamiento, las dificultades de comunicación, los insignificantes aportes foráneos, obligaron al paraguayo a ingeniarse para subsistir, aprovechando el utensilio europeo como modelo y los factores ambientales; a hacer puertas, baúles y camas de cuero, a usar el porongo, a tejer el poncho, a usar sombrero pirí, a techar de paja la casa para defenderse de la luminosidad y de la lluvia en aleros, a hacer dulce con el azúcar y las frutas tropicales. Cree inclusive que como hombre de la selva ha inventado su táctica de guerra, cuyos ejemplares serían la maniobra de Tacuarí y el "corralito" del Chaco.

De ahí la impronta que ha puesto en la polka, en los encajes como el ñandutí, el aó-poí, en el poncho sesenta lista; en el anillo de ramales, en el tereré, en comidas como el locro, el sooyosopy, sopa paraguaya, en la miel con queso como postre, en usos y costumbres que hablan de una individualidad característica, diferenciada. El aislamiento quedó sellado con la cédula ideal de 1616, dictada con la deturpación del pensamiento inicial de Hernandarias que aconsejaba la creación de una nueva gobernación para el Guairá, en que se incluyó por ignorancia, la Asunción, como demuestra Cardozo. La expansión se transforma en concentración. Una especie de ritmo histórico.  El Paraguay comienza a adoptar una actitud defensiva, que se proyectará en su psicología como desconfianza. Para este fenómeno no son ájenos el aislamiento especial y la influencia de la selva. Faltó la ventana del mar para hacerlo más expansivo, pero en cambio le dio densidad espiritual.

Este aislamiento fué poco propicio a la expansión económica y al cultivo de la inteligencia. A pesar del elogio que ha merecido de algunos historiadores como Azara y de la apología de algunos gobernantes que fundaron nuevos núcleos, es forzoso reconocer que no tuvo la desenvoltura, el desembarazo necesario para su prosperidad económica y la cultura intelectual. No había más ciudad que la Asunción, ubre casi agotada, y cuatro o cinco villas, las escuelas que se mencionan eran rudimentarias, de mera a alfabetización; fuera de los colegios religiosos, el Paraguay pudo contar con un instituto que llamaríamos superior sólo a fines del 1700. La inteligencia paraguaya que se anunció promisora en Ruy Díaz, Hernando Trejo y Roque González no contó con las condiciones favorables. Ya en vísperas de la Independencia, se vio surgir una nueva generación de mancebos y fue precisamente ella la impulsora de la Revolución.

Reducida la provincia a una situación mediterránea, cambia su sentido histórico. Fuera de la guerra fronteriza y de la Revolución de los Comuneros, casi no hay acontecimientos de gran relieve histórico. Lo importante de ese aspecto no es la crónica política y de los gobernadores, sino la social, es decir el estudio de la formación de la nacionalidad y sus diversos factores. No vemos en ese panorama la lucha por libertades públicas, sino el empeño casi obscuro, pero profundo, para forjar una nación. Ella se va forjando a despecho de vicisitudes y cuando aflora en el escenario americano en 1811, tenía ya perfil propio según el doctor Cardozo. Pero le faltaba la fabrica política jurídica, el reconocimiento de esa forma cuya substancia se fué forjando en la era colonial. Lo más hermoso que hay en este libro escrito con elocuencia y apoyado en una vasta y sistematizada documentación es el espíritu de paraguayismo que le anima, que se descubre en el claro texto, en la frase brillante, en la argumentación maciza.

De aquí se puede pasar sin solución de continuidad al "Paraguay Independiente", y esperar para muy pronto otro volumen, de mayor proyección social, como desarrollo de una brillante tesis interpretativa de nuestra historia.

JUSTO PASTOR BENÍTEZ

Río de Janeiro,  mayo 28 de 1953.

 

 


DOCUMENTO (ENLACE) RELACIONADO:

 

EL PARAGUAY COLONIAL

LAS RAÍCES DE LA NACIONALIDAD

EFRAIM CARDOZO

Profesor de Historia del Paraguay

en la Universidad de Asunción

Prólogo de

JUSTO PASTOR BENITEZ

EDICIONES NIZZA

BUENOS AIRES - ASUNCION

1959 (231 páginas)

(Hacer click sobre la imagen)

 

 


IMÁGENES DE LA ASUNCIÓN COLONIAL:

 

 PALACIO DE BENIGNO LÓPEZ

CALLE PALMAS

En la esquina de 14 de Mayo sobresale el PALACIO de BENIGNO LÓPEZ.

Carretas y hombre a caballo transitan por el centro de Asunción.

Albúmina (ca. 1890), 20 x 29, Manuel San Martín

 

Una parte de la RECOVA, donde empieza la actual calle Colón.

Carretas, tranvías de mulitas, estibadoras y cargas

conforman el paisaje de la zona portuaria.

Albúmina (ca. 1885), atribuida a Manuel San Martín

 

Fuente: ASUNCIÓN SIGLO XX. ÁLBUM FOTOGRÁFICO

COLECCIÓN JAVIER YUBI

Editorial EL LECTOR,

Telf.: 595 21 491 966/ 610 639

www.ellector.com.py

Textos: JAVIER YUBI

Corrección: EMILIA PIRIS GALEANO

Diseño gráfico: CELESTE PRIETO

Asunción – Paraguay

Agosto 2010

 

 

 

 

 

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Asunción - Paraguay.

 

 

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