PortalGuarani.com
Inicio El Portal El Paraguay Contáctos Seguinos: Facebook - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani
FRANCISCO PÉREZ MARICEVICH (+)

  LOS PECADORES DEL VATICANO (PRÓLOGO) - Por FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH


LOS PECADORES DEL VATICANO (PRÓLOGO) - Por FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH

LOS PECADORES DEL VATICANO (PRÓLOGO)

Por FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH

 

Una repetida observación es la que afirma que detrás de todo periodista hay un escritor solapado. Hay muchos casos de esto y nombres ilustres pueden saltar a la menor provocación: así, por ejemplo, en la tradición británica G. K. Chesterton y, en Hispanoamérica, el inmediato Gabriel García Márquez o Mario Benedetti... Hay muchos más, pues los periodistas-escritores o viceversa forman legión, como los diablos.

En nuestro país, el fenómeno se ha dado (y se da) con intensidad que no tiene visos de disminuir o apaciguarse. Entre la cátedra y las incursiones burocráticas, el escritor se ha visto obligado a disimularse (o travestirse, como dijo un agudo francés) en el cronista fatigosamente asalariado que busca arrebatar al tiempo algo de reposo, para emplearlo en la construcción de mundos imaginarios.

Gran parte de los narradores paraguayos han sido (y siguen siéndolo) periodistas. Las páginas de los periódicos siempre fueron hospitalarios para los escritores. Y esto en tal medida que hubo quien se sintió inclinado a calificar a la literatura paraguaya, con ironía casi volteriana, como episódica o semanal (como los suplementos). Ciertamente, estos últimos (junto con los concursos y premios que, por suerte, ahora menudean) han prestado un señalado servicio para que nuestra literatura tuviera un canal de difusión algo más prometedor que los escasos cientos de ejemplares que iban a ocupar por años los anaqueles de las librerías.

BERNARDO NERI FARINA es uno de estos periodistas que, una vez las circunstancias le fueron favorables, liberó al narrador que llevaba escondido. Como el personaje de Cortázar fue sacando sus conejitos y en esta tarea ha mostrado cualidades evidentemente buenas para la creación narrativa. Estas cualidades ya fueron ostensibles en su notable EL ÚLTIMO SUPREMO (2003, varias ediciones), un apasionante reportaje sobre la persona y el tiempo de Alfredo Stroessner. La prosa clara, ágil, rápida de Farina muestra allí sus poderes capaces de evocar con vigor escenarios, sucesos, perfiles, atmósfera moral, obsecuencias y corruptelas propios de ese mundo cerrado sobre sí mismo, autista y excluyente.

Un clima moral semejante, invadido de pasiones al mismo tiempo bestiales y refinadas, ocupa las páginas de este libro, LOS PECADORES DEL VATICANO. En él se contienen cuentos construidos con destreza y desarrollados con intensidad. Situados en espacios sociales urbanos ocupados por personas que hacen de la actividad política su proyecto de vida, se describen episodios que repercutieron en la realidad histórica de manera crucial. La ficción en estas narraciones cumple el papel de animar los fríos hechos reales llenándolos de un aura trágica.

Figuras históricas como Roberto L. Petit, Edgar L. Ynsfrán, Alfredo Stroessner y otros, están en el centro de las narraciones de este libro descritos con vivacidad, realismo y justeza. Es de admirar el tino con que el autor retrata con breves trazos a estos personajes complejos, cuya inmediatez temporal arriesgaría dañar -como dañó en otros intentos- la imagen fijada en el texto.

Los cuentos de BERNARDO NERI FARINA están construidos con fluidez siguiendo un discurso temporal ceñido que se resuelve en una conclusión imprevista, tal como es de esperar del cuento bien hecho. Los ambientes y escenarios en los que las anécdotas se sitúan, están presentados y descritos adecuadamente, de modo que con la acción que desarrolla el protagonista se confunden para crear una unidad de sentido y significación bien explícitos. Se trata en estos cuentos de recrear la vida tal como se la vivía en los tiempos de Stroessner, con su violencia, su rigor irracional, su corrupción.

Muy bien escritos, los cuentos que componen este libro son una contribución valiosa a la narrativa paraguaya. En muchos casos son excelentes ejemplos de la manera como la experiencia histórica colectiva puede integrarse con provecho a la textura imaginativa. Cobijados por el realismo bien entendido y mejor tratado, los cuentos de LOS PECADORES DEL VATICANO ya tienen un lugar muy propio en el proceso de nuestra narrativa crítica más valiosa.

FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH -

Noviembre del 2006
 

 

SEMBLANZA DEL AUTOR

Conozco a Bernardo Neri Farina desde que éramos pequeños y correteábamos por las calles arenosas del asuncenísimo barrio San Antonio, allá en Sajonia.

Él nació el 21 de agosto de 1951, durante el gobierno todavía de facto de Federico Chaves. Formábamos parte de lo que se llamaría "la clase media de la pobreza". Éramos pobres pero no tanto. Es así que hicimos la secundaria en el Colegio Monseñor Lasagna, donde aprendimos con grandes maestros (Félix de la Fuente, Carlos Heyn, Alejo Ovelar, Adolfo Moleón, Zacarías Ortiz, Juan Livieres Argaña, Mazzarino, Villagra y otros tantos). A. comienzos de los años 60 estudiamos dactilografía en Columbia (lo que nos valió que los amigotes del barrio dudaran seriamente de nuestra virilidad) y luego aprendimos inglés en el CCPA cuando nuestros compinches de correrías apenas farfullaban el castellano.

Luego de rebotar por dos años consecutivos en la Facultad de Medicina, fuimos a parar, ambos, a la de Filosofía de la UNA, donde estudiamos periodismo invitados por dos eminencias: Oscar Paciello y Víctor Simón. Antes, Bernardo se había metido a cantante de rock y le fue bastante bien. Actuaba en televisión y era ídolo. Cantó con grupos famosos como La Fórmula Quinta, Los Bravos, Chicago.

No llegó a ser licenciado en Periodismo (menos mal) porque se peleó con un profesor (no voy a revelar su nombre) y se fue cuando sólo le faltaban tres materias para recibirse. ¡Qué bruto! ¿no? Pero aunque no terminó la carrera, fue el único de la promoción que llegó a ser un periodista en serio.

En 1976, Rubén Céspedes lo llevó a practicar en ABC Color. Estuvo durante tres meses (sin sueldo, claro) e hizo notas importantes. No se quedó porque le exigieron exclusividad laboral (él entonces todavía cantaba con su grupo y con la música ganaba mucho más de lo que ganaría como periodista).

Al año siguiente, Oscar Paciello le invitó a formar parte del plantel del diario HOY, que se estaba por abrir (y no le hizo problemas para que siguiera cantando profesionalmente). Lo que aprendió en ABC Color le sirvió de mucho y en el diario de Humberto Domínguez Dibb hizo carrera, aunque tuvo un interregno de dos años cuando pasó a La Tribuna por un sueldo entonces fabuloso. En 1982 retornó a HOY y escalando año tras año, llegó a ser director del diario, hasta que en 1992 lo echaron. El grupo Wasmosy había comprado el diario y él no comulgaba con la visión y el estilo de esa gente (o esa gente no comulgaba con el estilo y la visión de Bernardo). Fue despedido muy caballerescamente, tanto, que luego Wasmosy, ya presidente de la República, le contrató para algunos trabajos en el Poder Ejecutivo.

Siguiendo en el periodismo pasó por varios medios. Cuando le echaron de HOY, Humberto Rubín y Alberto Peralta le dieron refugio en el semanario Tiempo 14. Después dirigió el semanario La Opinión, de otro amigo entrañable, Reinaldo Domínguez Dibb. Fundó, con Chiqui Ávalos, la revista Zeta,-a la que le puso el nombre. Después la propietaria, su amiga del alma Zuni Castiñeira, le despidió porque no estaba de acuerdo con su manera de pensar (¡otra vez!). Pero ese despido hizo posible que se conservara la amistad, aunque Zuni ya no le invita a su fiesta de cumpleaños.

Una gran experiencia para Bernardo, según me comentó, fue su trabajo durante once años como guionista de los programas periodísticos de Bruno Masi quien, según él, es el mejor realizador de la televisión paraguaya. "Es tan bueno que hoy no está en ningún canal", me dijo.

La última experiencia periodística fallida de Bernardo fue como director de Radio Chaco Boreal. Fallida porque las vicisitudes técnicas y económicas impidieron que alcanzara proyección el buen periodismo que se hacía en esa emisora.

Aunque ya no lo ejerza activamente, él ama el oficio, como diría García Márquez. Viajó por todo el mundo (aclara que le falta conocer un solo continente: Oceanía); vivió durante un mes con Juan Pablo II viajando en su propio vuelo, cuando el entonces pontífice vino al Paraguay. Gracias a su trabajo de escriba compartió con reyes, presidentes, artistas, científicos e incluso con lumpenes (¿se dirá así?) de toda clase.

Bernardo siempre escribió bien, me consta. Es así que en el 2003, de la mano de otro amigo formidable, Pablo León Burián, director general de El Lector, publicó su best seller EL ÚLTIMO SUPREMO LA CRÓNICA DE ALFREDO STROESSNER, que ese año le valió la distinción de Revelación cultural. Antes había escrito otros libros por encargo (fue autor de varios best sellers firmados por otros).

Y bueno, aquí está con su primer libro de cuentos, su primera incursión en la narrativa pura: LOS PECADORES DEL VATICANO, un cuentiario político que lleva el nombre del relato que ganó el segundo premio del concurso del Club Centenario en el 2006.

Tengo muchas discrepancias con Bernardo, pero sin dudas es un tipo que puede aportar lo suyo a la literatura paraguaya. Ojalá lo haga, ahora que está decidido a recuperar el tiempo perdido y a dedicarse a narrar en forma de ficción.

De todos estos cuentos (más bien relatos) incluidos en el libro, les pido que presten atención a aquellos que conjugan la historia real con la fantasía (aunque así son casi todos), especialmente la crónica de la muerte de Roberto L. Petit, en PETIT, y LA MUERTE SE LLAMA ROGELIO, un texto que tiene mucho asiento en un hecho real.

Le deseo éxitos a mi alter ego Bernardo: periodista de raza y oficio; escritor por vocación y laburante en cualquier cosa, por necesidad.

EL OTRO (según Borges)

 

 

 

ENLACE INTERNO AL DOCUMENTO FUENTE


(Hacer click sobre la imagen)

 

 

 

LOS PECADORES DEL VATICANO - CUENTOS POLÍTICOS
 
Por  BERNARDO NERI FARINA
 
Prólogo: FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH
 
Director Editorial: Pablo León Burian
 
Colección “Narradores Paraguayos”
 
Tapa: Marcos Condoretty
 
Ilustración de tapa: Cuadro del pintor italiano Pompeo Batoni
 
Editorial El Lector, Asunción-Paraguay,
 
2006 (143 páginas),
 
 
 
 
 
 

ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA


(Hacer click sobre la imagen)






Bibliotecas Virtuales donde se incluyó el Documento:
LIBROS,
LIBROS, ENSAYOS y ANTOLOGÍAS DE LITERATURA PA



Leyenda:
Solo en exposición en museos y galerías
Solo en exposición en la web
Colección privada o del Artista
Catalogado en artes visuales o exposiciones realizadas
Venta directa
Obra Robada




Buscador PortalGuarani.com de Artistas y Autores Paraguayos

 

 

Portal Guarani © 2024
Todos los derechos reservados, Asunción - Paraguay
CEO Eduardo Pratt, Desarollador Ing. Gustavo Lezcano, Contenidos Lic.Rosanna López Vera

Logros y Reconocimientos del Portal
- Declarado de Interés Cultural Nacional
- Declarado de Interés Cultural Municipal
- Doble Ganador del WSA