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FRANCISCO PÉREZ MARICEVICH (+)

  HÉRIB CAMPOS CERVERA, VIDA Y OBRAS. (Obra de Francisco Pérez-Maricevich)


HÉRIB CAMPOS CERVERA, VIDA Y OBRAS. (Obra de Francisco Pérez-Maricevich)

HÉRIB CAMPOS CERVERA. VIDA Y OBRAS

Ensayo de FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH


 

CAMPOS CERVERA, Hérib. - Poeta y prosista nacido en Asunción en 1908. Hijo del poeta del mismo nombre y sobrino del pintor y ceramista ANDRÉS CAMPOS CERVERA -JULIÁN DE LA HERRERÍA-. Realizó sus estudios en el Colegio de "San José" y en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Asunción. Dedicado a su profesión de agrimensor y al profesorado de matemáticas, filosofía y literatura, realizaba al mismo tiempo una vida de cenáculo tan intensa como el medio se lo permitía. Perteneciente a la promoción modernista a la que da nombre la revista JUVENTUD, llegó, sin embargo, a abandonar los supuestos estéticos del modernismo tan pronto como entró en contacto con la poesía de vanguardia, tan afín a su peculiar temple anímico.
 
Sufrió su primer destierro de 1930, radicándose en Montevideo, ciudad en donde conoció a FEDERICO GARCÍA LORCA. El deslumbramiento -estético y humano- que el impar granadino produjera en el joven desterrado fue determinante en el brusco giro que tomó la obra poética de éste. De retorno a su país, se une a JOSEFINA PLÁ e inician, ambos, la nueva poesía. Se forma paulatinamente el grupo de escritores que se conoce hoy por GENERACIÓN DEL 40 y nucleada en el cenáculo "VY’A RAITY": AUGUSTO ROA BASTOS, el cuentista argentino ROQUE MOLINARI LAURÍN, EZEQUIEL GONZÁLEZ ALSINA "GASTÓN CHEVALIER PARÍS"-, OSCAR FERREIRO, ELVIO ROMERO, y a quienes siguen, desde lejos, HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ y MANUEL VERÓN DE ASTRADA. La época de "ALFONSO MONTEVERDE" -seudónimo con que firmaba el poeta sus colaboraciones romántico-modernistas a ARIEL, IDEAL, ALAS y JUVENTUD ya ha quedado liquidada.. El grupo comienza su enfrentamiento con el ambiente y se sirve del suplemento literario de los sábados del diario "El País", de la "Revista del Ateneo Paraguayo" y de la revista "Cultura" para publicar poemas, cuentos y teoría programática. La escisión y el salto con respecto a la rutina desleída del modernismo es radical. Contra lo que pudiera sospecharse, HÉRIB CAMPOS CERVERA no se convierte en maestro del grupo nuevo, pero es indudable su gran potencia imantadora. Lector torrencial de Rilke, Malraux, Saint-Exupéry, y de cuanto autor contemporáneo tiene noticias. El estallido nerudiano de las "Alturas de Machu Pichu" deslumbra al poeta y provoca un giro en su actitud. Esta nueva perspectiva estética motiva una mayor clarificación de su concepción de la poesía, la que es expuesta en una conferencia dictada en la Escuela de Humanidades (hoy Facultad de Filosofía y Letras), en 1946.
 
Partidario de la ideología de extrema izquierda, su adhesión es, sin embargo, menos doctrinaria que temperamental. Inquieto, angustiado, inestable, de bruscas y contradictorias reacciones, imaginativo, con actitudes infantiles desconcertantes, desadaptado hasta, el extremo, no era, en verdad, Hérib Campos Cervera la persona más adecuada para las actividades políticas. Pero dominado tan intensamente por el sentimiento de la amistad ingresó, llevado sin resistencia por algunos de sus amigos, en los cuadros del Partido Comunista. Y en agosto de 1947 acabada la revolución, la diáspora paraguaya lo arrojó a Buenos Aires definitivamente, tan aturdido, tan desesperado y con tan profundo sentimiento premonitorio de la muerte próxima que lo hizo ambular alucinado por la gran ciudad fría e indiferente. Seis años corrió por la Argentina, perdido y absorbido en su angustia, mensurando tierras en la provincia de Córdoba en compañía de OSCAR FERREIRO o escribiendo en diarios artículos imposibles llevado por HUMBERTO PÉREZ CÁCERES. Abúlico ya, desorientado, con su psicosis terriblemente agravada, busca la paz espiritual en la filosofía, antropología, en la amistad con RAFAEL ALBERTI, con FRANCISCO ROMERO, con los desterrados paraguayos, con JUAN RAMÓN JIMÉNEZ. Pero su angustia existencial, difusa y como atmosférica anteriormente, prende nítida ahora en su lacerada condición de desterrado: "Todo aquello (el Paraguay) es puro recuerdo, sufrimiento, nostalgia atroz y sin remedio". La desesperación se le sale afuera sin velos, tan fría como enérgica y estremecedora: "Para mí lo es, lo viene siendo desde hace veinte años hasta hoy; durante todo el tiempo en que normalmente se construye un Destino, se descubre a sí mismo un ser y se levanta sobre su agonía alguna forma de vida. Nosotros somos la generación perdida que ha debido comenzar de nuevo su vida media docena de veces... Y ahora ya estamos cansados. Ya no queremos otra cosa que sentarnos a hacer, bien o mal, la caligrafía malograda de nuestro mensaje, para no morirnos del todo. Pobre voz y pobre palabra la nuestra.. De eso y de muchas cosas parecidas hemos conversado con Juan Ramón, con Alberti, con otros seres tan desterrados como nosotros. Y hemos llegado al acuerdo de que la mayor cobardía contemporánea, es esa de arrojar a los hijos naturales de una tierra hacia la niebla y la tierra pesada de otras patrias" (1).
 
Su dispersa obra poética es seleccionada -con ciertas lamentables exclusiones- por su primo JUAN SILVANO DÍAZ PÉREZ y editada en Buenos Aires con el título de CENIZA REDIMIDA, en 1950. Desesperanzado, rompe con los grupos políticos marxistas e ingresa, como miembro, en la redacción del diario "DEMOCRACIA". Se produce entonces en su ánimo un reavivarse de la voluntad creadora y una cierta paz del espíritu que descansa, complaciéndose, en el trabajo intelectual. Escribe una serie de ensayos acerca de temas diversos -en mayor proporción los dedicados a la cultura guaraní-y comienza los primeros capítulos de un estudio de fondo sobre el proceso histórico de las ideas en el Paraguay. Pero pronto su sentimiento de la vida y su peculiar cosmovisión existencialista quebrantan esa momentánea euforia. Su creación poética -índice revelador de la temperatura de su alma- toma ahora una borrosa, una tímida orientación metafísico-religiosa, y la palabra Dios estalla por primera vez entre los versos amargos y desnudos. Una crisis radical, en que la profunda soledad espiritual del poeta mueve aún sus frías raíces en la sombra, comienza, al parecer, en su intimidad a henchirle el horizonte del alma con la esencial ansia humana de Dios, con la apetencia devoradora de lo absoluto y, naturalmente, la angustia, el vacío del espíritu, se le vuelven intolerables. Es verdad que sólo es apenas una palabra, apenas un verso, apenas un hondo jadeo que le sube de las profundidades del espíritu aquello que sale a la superficie. Pero se le adivina el temblor, la íntima resquebrajadura en los adentros del alma. Es indudable que el gran elegíaco ha tomado contacto con una realidad hasta entonces desconocida. Pero es entonces cuando acaece el accidente absurdo. Entre los escombros de una casa en ruinas, un gato prisionero detiene al poeta quien, al liberarlo, recibe la mordedura del animal hidrófobo. El tratamiento antirrábico parece detener la enfermedad, pero el desolado trágico presiente lúcidamente el fin. Y un inesperado y rápido ataque al corazón, en la soledad del sanatorio, pone término a la vida del poeta hondo y dolorido. Desde entonces, la gran figura paraguaya del artista no hace sino crecer y purificarse. La desmesurada estatura de "EL DESIGNADO" -como se calificara a sí mismo- cubre, en la medida en que la perspectiva temporal lo peralta, el horizonte de la literatura nacional de la que es, sin disputa, el legítimo "DIVORTIUM AQUARUM". Más si su significación es grande, existe, sin embargo, un evidente peligro de alzarlo por encima de sus reales méritos estéticos manifiestos en los poemas que componen su libro único. Es imperiosa, por tanto, la edición de sus obras completas, de manera a contar con elementos exhaustivos para el juicio que lo sitúe críticamente, no sólo dentro de la literatura de su país -en la que ocupa un lugar, de todos modos, eminente-, sino de la literatura latinoamericana, dentro de la cual sus poemas éditos no le conceden, al parecer, otro nivel que el anclar y secundario. La presencia, en efecto, dentro de ésta, de poetas tan altos como CÉSAR VALLEJO y PABLO NERUDA -artistas de su índole-disminuye, fuera de duda, la altura poética que localmente tiene. Pero no obstante ello, Hérib Campos Cervera es un poeta considerable. Más si de veras deseamos hacer justicia al poeta -y, en su obra, a nuestra literatura- es esencial la pronta edición íntegra de sus obras inéditas, en las que la madurez de su espíritu y la destreza de sus personales medios expresivos alcanzan altas configuraciones estéticas. La desaparición prematura de este poeta -para mayor desgracia, cuando comenzaba a madurar plenamente- es una de las pérdidas más deplorables que puede lamentar nuestra literatura. De vivir hoy, acaso contaríamos con una muestra del planeado "ciclo de novelas que cerrará su arco de parábola con “LA CIUDAD PROHIBIDA", que hubiese sido, como suyo, un testimonio apreciable acerca de la historia última, vista en profundidad, de la vida de nuestro país. La ineditez del drama JUAN HACHERO es perniciosa para la visión legítima y entera de nuestra magra literatura dramática, y mutila en la misma medida la apreciación crítica integral, del poeta. En cambio, la edición de algunas de sus cartas realizada por el poeta JOSÉ CONCEPCIÓN ORTIZ por medio de las páginas de la revista "ALCOR", nos ha puesto delante la dimensión extraordinaria que, como escritor epistolar, vital y espontáneo, desbordante de generosidad intelectual y afectiva, tenía el gran poeta.
 
 
 
VALORACIÓN.
 
La poesía de Hérib Campos Cervera acusa dos planos netamente diferenciados: el subjetivo y el objetivista. En el primero, un obsesivo tema se polifurca en motivos significantes y simbólicos. En el segundo la creación poética elabora complejos temáticos proyectados a la sensibilidad del poeta por condiciones o situaciones humanas observadas -pero no vividas, a excepción de una-. Esta esencial distinción entre la vivencia o la no vivencialidad de ambos planos poéticos. Estos, empero, no se yuxtaponen como polos de acción contraria, sino, al complementarse orgánicamente, el segundo es más bien el crecimiento clarificado del primero. Un mismo sentimiento discurre por ambos planos y da forma a un sólo tema común que no tiene más variaciones que la de la intensidad espiritual con que se lo expresa. Este tema es el de la muerte -sin sentido y aniquiladoramente absoluta en el plano subjetivo, y con una fugaz, finalidad creadora de vida en el plano objetivista-, presentada, sin embargo, ésta no como mera idea o como simple conceptualización de la circunstancia última del hombre- en cuanto situación-límite desplazada al vértice de la perspectiva vital y más allá de la cual lo humano pierde sentido inteligible- sino, agónicamente, como ingrediente sustancial de la experiencia cotidiana de la existencia. Lo que Campos Cervera, propiamente, poetizó es más bien el morir, el personal, individual y concreto sentimiento de la muerte propia, del irse muriendo irrevocable e inexorablemente. De ningún modo, sin embargo, es sólo un sentimiento difuso: es una intuición nítida y lúcida de la condición radical del hombre. Este alucinado ver el hundirse del ser en los abismos de la muerte, se resuelve sentimentalmente en una angustia ciega y sorda a todo lo que no sea ella misma. Y unidas ambas -intuición del morir y angustia existencial- se funden vital y poéticamente en la unamunesca agonía configurando, al través de ciertos motivos -el del mar, el del amor, el de la soledad-, una oscura cosmovisión de acento y sentido trágicos. Ahora bien, esta cosmovisión borrosa y poco elaborada, surgida de experiencias provocadas por la guerra civil, le permite entrever un probable sentido paradójicamente creador al hecho de la muerte, y a la clarificación de ese sentido dirige el poeta, por un tiempo, sus potencias poético-intuitivas. En este modo de ver el mundo, la muerte se le aparece fertilizante y fecunda, y obtiene su sentido como elemento fundante de "una vida más alta" en cuanto se la acepta como un sacrificio asumido conscientemente en función de ese fin. Centro y culminación de esta cosmovisión poética es el hombre, pero un hombre todavía inexistente, hacia cuya manifestación perfecta; el mundo, desde su caos y su falta de plenitud, corre en sordo e inacabable flujo. Extraña concepción ésta, similar, pero de sentido enteramente contrario, a la paulina, del mundo como espera agónica de la manifestación de la libertad de los hijos, no de Dios, sino del hombre. Este curioso "'hegelianismo" poético humanista -para llamarlo de algún modo según el cual el mundo natural y el mundo humano elaboran juntos, con una consciencia oscura, el "HOMBRE VENIDERO" -como él lo llama, con mayúsculas ingenuas- motiva Y origina la poesía de servicio, y a través de ella se expresa con la claridad y densidad borrosas que les permite la irracionalidad mágica de las fórmulas poéticas. Pero después de esta fugaz fulguración ilusa de la esperanza, de este tembloroso y desesperado levantarse "sobre su agonía alguna forma de vida", la dolorosa, la trágica consciencia del fracaso sume al poeta, nuevamente, en la contemplación alucinada de su originario sentimiento de la muerte, pero intuida esta vez en un símbolo estremecedor: el puñado de tierra. Símbolo sintético y definitivo en el que cuajan, maravillosamente, las dos tendencias de su obra y su intuición y sentimiento básicos.
 
 
 
EL PLANO SUBJETIVO: Tres son los motivos centrales -y que, a su vez, son símbolos complejos- a través de los cuales el sentimiento y la intuición de la existencia toman configuración poética expresiva: el motivo del mar, el motivo del amor y el motivo de la soledad. Estos motivos no aparecen casi nunca totalmente aislados; las más veces se fusionan y mutuamente se potencian: así los de la soledad y el mar. El vehemente sesgo metafísico que el poeta somete a su materia poética, desvincula a estos motivos de su condición de tales y los desplaza a la función de meros símbolos expresivos o razonadores estéticamente eficaces de su intensa subjetividad. Esta condición inestable de los motivos genera esa aura irreal que caracteriza el estilo de este poeta. Y debe vérselos, pues, siempre como situaciones significativas antes bien que como rígidos moldes a través de los cuales se nos habla acerca del mar, o del amor, o de la soledad. Campos Cervera, con ellos, nos habla invariablemente de la muerte que hay, que está en él, y de sus modos de ir muriéndose. En este plano de su poesía el hombre es visto en cuanto sujeto de dolor, en cuanto sustancia de angustia, como "nostalgia atroz y sin remedio" de toda criatura bella, amorosa y viva. El mundo natural, vital y colorido, es mera apariencia fenoménica: no aparece nunca como realidad sustantiva en esta poesía obsedida y monocorde.
 
 
 
EL PLANO OBJETIVISTA: Una vehemente intencionalidad social concedida al arte y el ansia del poeta por acceder a una comunión liberadora con los demás hombres -más vivamente, con los desposeídos-, da nacimiento a este cauce, por momentos hondísimo, de su poesía. El contacto que tuviera con la realidad social y la visión inmediata de unos modos distintos de vida humana, despertaron en la finísima sensibilidad del artista una actitud de apertura hacia lo concreto individual de la existencia humana. Dos modulaciones tiene esta apertura: la primera, se manifiesta en una poesía que, por los motivos que trata, la intención social que la dirige y el tono que le da color y sonido, podría llamarse de presentación del hombre paraguayo en su vida; la segunda, es poesía de denuncia, canto de combate (de después del combate) y permite denominársela del pueblo paraguayo, o de la revolución. Los motivos por medio de los cuales se realiza la primera modulación son cuatro (o cinco): el HOMBRE-HACHERO, EL HOMBRE-AGRICULTOR, EL HOMBRE-MENSÚ Y el HOMBRE-INDIO. Cada uno de estos motivos no tiene sino un solo poema específico y, en su conjunto, forman un panóptico social admirable, en el que el hombre es visto y sentido a través de lo que hace. Pero eso que hace no es, por otra parte, sino su modo de morir, su modo de ser en la angustia. Estos distintos modos de ser y de morir, estas existencias humanas, tienen por ello nombre individual y entidad concreta: Marcelino Ruiz, Juan de Dios Talavera, etc., y se alzan a prototipos de las condiciones del hombre realmente dadas en el Paraguay. Cuando con la poesía de denuncia se una esta modulación y venga toda ella potenciada por su propia angustia personal, el quinto motivo, el del HOMBRE-DESTERRADO, tendrá asimismo un nombre concreto, aunque tácito: será el del propio poeta. Los poemas que componen esta modulación están entre las creaciones más perfectas técnicamente y poéticamente más valiosas de toda la obra del poeta. (El poema correspondiente al hombre-mensú – “RESPONSO"- no figura en "CENIZA REDIMIDA"). En cuanto a la segunda modulación o poesía de denuncia revolucionaria, es la menos consistente y válida de su poética. Su tema es la lucha del pueblo y las muertes anónimas por alcanzar "una vida más alta" que la presente, y su valor se reduce al hecho de ser el continente de la extraía cosmovisión a la que se ha hecho referencia. El carácter de epicidad esencial de este tema revolucionario era ajeno a la natural voz del poeta, el cual no alcanzó, por ello, a configurarlo válidamente. Los poemas nacidos bajo este impulso acusan deficiencias estructurales como conjunto, aún cuando, en determinados fragmentos, un lirismo profundo e intensísimo se exprese con admirable densidad estética y humana.
 
El clima poético de ambos planos es -salvo en el motivo del hombre-agricultor - trágico y agónico, y la índole de esta poesía es invariablemente elegíaca en todas sus fases temáticas. Los poemas en los cuales el poeta desnuda su conturbada alma tienen, casi siempre, alto valor poético. No así aquellos que hallan su motivación fuera de la subjetividad del poeta, excepto los de la primera modulación objetivista.
 
 
 
ESTILO:
 
El estilo en que viene escrita esta poesía es una personalísima aleación de elementos intelectuales con elementos oníricos de fuerte virtualidad expresiva. Los su puestos técnicos del surrealismo y del expresionismo, acatados fervorosamente por el poeta, no se manifiestan en estado puro, y la irracionalidad estilística tan densa, al parecer, en la sobrehaz verbal, está dirigida en su fondo por una conciencia poética extraordinariamente alerta y clara que no permite la eclosión indiscriminada o suelta de "las palabras en libertad". Estas, por el contrario, se sitúan invariablemente en versos bien medidos estructurados en estrofas - signos inequívocos de racionalidad - por cuyos cauces lúcidos discurren unidas en pequeñas y complejas constelaciones de metáforas e imágenes de índole onírica -subconsciente e ilógica-, o potenciadas por la función de símbolos a la que el poeta constantemente las eleva. El carácter esencial de este estilo es, pues la estructura o construcción poemática profunda y lúcidamente racional que vertebra una expresión de naturaleza irracional e ilógica. La indudable dificultad de comprensión fácil que presenta este estilo se debe a esa paradójica imbricación. El impulso sintético de simbolización afectivo-intelectual polisémica y la extraordinaria condensación de las metáforas e imágenes (de cuya técnica constructiva no es posible hablar aquí) son los responsables del aura o clima mágicos que caracteriza la poesía de este poeta. Rilke y Neruda -y el Rafael Alberti de "Sobre los ángeles", además de Federico García Lorca- aportaron a Campos Cervera no sólo algunos símbolos (como piedra, número, paloma, metal, guitarras azules, etc.) sino la técnica en cuya virtud se estructura su lenguaje metafórico.
Pero, no obstante, es necesario reprocharle a este lírico el afán de condensación excesiva a que, con demasiada frecuencia, somete la fluencia verbal. Ella lastra la comunicación inmediata y pone a la expresión poemática al borde de la retórica aparatosa, y vacía. Aún cuando este poeta no caiga casi nunca en esa retórica, su impulso intelectualizador es tan ostensible para no considerarlo como elemento fundamental de la índole estilística de su poesía. Empero, destacar estas notas negativas de su expresión no supone minimizar ni la coherencia ni la adecuación poético-lingüística con las que se manifiesta la mejor poesía de Campos Cervera. En ésta, el poeta ha logrado un estilo tan personal que lo sitúa al nivel de los poetas americanos de voz propia.
 
 
 
SIGNIFICACIÓN:
 
La significación de HÉRIB CAMPOS CERVERA dentro de la literatura paraguaya es extraordinaria. Es, sin disputa, el mayor de los poetas que ha dado nuestra poesía. En su obra se funden con gran intensidad dos de las tendencias que han configurado, desde su nacimiento con el poeta NATALICIO TALAVERA, la poesía nacional: la subjetivo-elegíaca y la objetivista-épica, y discurren, a partir de él, clarificadas y conscientes. Su famosa distinción entre estos dos tipos de poesía -que él denominara poesía del grito o de la máscara y poesía de servicio o de projimidad- ha, cuajado en dos corrientes en las promociones posteriores, pero que parecen actualmente superadas.
El vanguardismo que introduce Campos Cervera en nuestra literatura no puede ser identificado ni parcializado en ninguna de las escuelas o semi-escuelas de la literatura con temporánea universal. Su labor consistió en aprovecharse y utilizar lo valioso de todas ellas fundiéndolas en un cuerpo estilístico enteramente personal, sin que en él dominase ninguna veta específica. Por ello nos parece exagerada la atribución de surrealista que HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ -crítico generalmente certero- concede a este poeta, en quien se puede encontrar tanta porción de expresionismo como de surrealismo e, incluso, de un simbolismo rilkeano fuertemente pronunciado. Nos parece más exacta, aunque menos individualizada y específica, calificar genéricamente de vanguardista la poesía de este lírico hasta tanto un estudio exhaustivo y sistemático nos la presente al poeta clarificado en todos sus aspectos.
 
 
 
OBRAS:
 
CENIZA REDIMIDA, Editorial Tupá. Buenos Aires, 1950;
 
POEMAS DE SU ETAPA ROMÁNTICO-MODERNISTA en la rev. Juventud, en los suplementos dominicales del diario El Liberal (1925), en la rev, argentina Orientación (N° 1, 1929) en la rev. Noticias, N° 13; en La Tribuna, 1940/46; en El Orden, 1940/45 (poemas de la etapa vanguardista); Aún... en Diálogo, N° 4;
 
JULIO CORREA Y EL TEATRO GUARANÍ, en Carlos R. Centurión, op. cit.;
 
CRISIS DEL CONCEPTO DE CAUSALIDAD EN FÍSICA, en Revista del Ateneo Paraguayo, N° 1, 1940; episto-lario en Alcor, N° 29.
 
 
 
EN ANTOLOGÍAS: Sinforiano Buzó Gómez: Índice de la poesía paraguaya, la. ed., Buenos Aires, 1943, 2a. ed., 1951, 3a. ed., 1959; Willis Knapp Jones: Handbook of Spanich American Literature, New York, 1961; Pequeña antología paraguaya de la rev. Amistad, N° 14-15, Buenos Aires, 1961; Josefina Plá, Poesía Paraguaya, Lírica Hispana, Caracas, 1963; Poesía paraguaya, en Poesía amiga, La Rioja, 1963; Josefina Plá: Poesía paraguaya, rev. Cormorán y Delfín, N° 5, Buenos Aires.
 
 
 
BIBLIOGRAFIA: Efraím Cardozo, op. cit.; Luis G. Benítez-Jorge Báez (h), op. cit.; Carlos R. Centurión, op. cit.; S. Buzó Gómez, op. cit.; Rubén Bareiro Saguier, op. cit.; Idem, Tendencias en la literatura paraguaya, rev. Américas, Washington, 1961, y La poesía paraguaya contemporánea, en Ateneo Ecuatoriano, N° 9, 1953; Miguel Angel Fernández, Literatura paraguaya contemporánea, La Gaceta, México, 1961; José Antonio Bilbao, Lo telúrico en la poesía paraguaya, La Tribuna, 1963; Ramiro Domínguez, Tierra y hombre en tres poetas paraguayos, en Alcor, 1960; R. Montefilpo Carvallo, artículos en La Tribuna, 1960; José Luis Appleyard, Tierra y mar en la poesía de Campos Cervera, en La Tribuna, 1952; Josefina Plá: Hérib Campos Cervera, en La Tribuna, 1953; Hérib Campos Cervera, en Aquí Poesía, Montevideo, 1963; Esquema de la poesía paraguaya, en Amistad, N° 14-15, Aspectos de la cultura paraguaya, México, 1960, A literatura paraguaia, Río de Janeiro, 1961, Estado actual de la literatura paraguaya, Marcha, junio 1964; H. Sánchez Quell: Triángulo de la Poesía Rioplatense, Buenos Aires, 1953; Roque Vallejos, Testimonio de la poesía paraguaya, Montevideo, 1964; Walter Wey, op. cit.; Hugo Rodríguez Alcalá: Hérib Campos Cervera, poeta de la muerte y La poesía paraguaya de estos últimos veinte años, en Korn, Romero, Unamuno, Güiraldes .., Studium, México, 1959; Enrique Anderson Imbert: Historia de la literatura hispanoamericana, FEC, México, 1964.

 
 
 
Fuente:


de FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH.

Biblioteca Colorados Contemporáneos ( 7 ).

Editor: Instituto Colorado de Cultura,

Director: Dr. H. Sánchez Quell,

Asunción-Paraguay, 1983 (293 páginas).
 
 
 
 
 
 
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