LAS ARENILLAS DEL TIEMPO - TOMARSE, DESASIRSE
MEMORIAL - POEMA
Poesías de FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH
LAS ARENILLAS DEL TIEMPO
Las arenillas del tiempo
cayendo,
deslizándose…
Los días
–fríos peces
voraces–
y el dolor como un río inacabable.
Y este hombre
–silencio, podredumbre,
con sus ojos,
sus piernas,
sus pobres trajes,
sus zapatos sucios…–,
buscando
–no sabe qué– entre la sombra fría.
(Como un gato a la noche
lleno de filos va
pasando Dios entre los huesos…)
TOMARSE, DESASIRSE
Tomarse, desasirse,
hundirse, despeñarse, descorrerse,
echar el ancla, verse
en múltiples espejos, repartirse.
Asir el núcleo, irse
llenando de penumbras, absorberse
en el llanto, dejarse, resolverse
en ruta innumerable, transcurrirse.
Extenderse, arrollarse, ennegrecerse,
agitarse de espanto, andar, caerse
a cada paso, arder y consumirse.
Buscar la puerta, herirse
la frente, las rodillas…, avisarse
que viene el miedo, darse
las manos con la muerte, desvestirse,
llegar desnudo a Dios, y clarearse.
(De: Paso de hombre, 1963)
MEMORIAL
Porque los días fueron
como copas
rebosantes de vino;
porque la luz
se hizo para darte
caminos en la noche;
porque en el alto
cielo, las estrellas
(ecos de Dios
temblando)
cantaron tu hermosura;
porque la voz del día fue elevándose
desde la misma
tierra
de tu muerte;
porque aquel viento fue
con sus semillas
sembrándome el amor
bajo la sangre;
porque fue como ola mi alegría
(y mi dolor, de pronto, mar de mármol);
porque todo fue triste
(y entonces tan alegre);
porque todo
fue dicho antes de tiempo,
antes de madurar la maravilla,
antes de la vendimia verdadera:
por eso estas palabras
(oh tristes prendas por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería),
estas oscuras hijas del exilio,
esta dulce antiquísima agonía…
POEMA
Después de todo hay que vivir lo mismo.
Vivir con la palabra a medianoche,
a mediaencarnación,
a mediamuerte.
Después de todo,
hay que entregarse entero,
tan desnudo y total,
tan mansamente.
Después de todo, sí,
después de todo:
tu dulce mano arriba
como una luz
(sangrante,
llameante,
subiendo desde las raíces).
Después de todo, el mundo
huido de los pies,
de la cadena,
huido, al fin, terreno, deslucido,
errante, transeúnte
(como un niño)
haciéndose palabra breve, honda,
palabra solamente apenas dicha
–ven herida invisible
desde siempre–.
Después de todo, oh Tú,
irrespondiente, altísimo,
sigue la voz temblando,
sigue y sigue
–silencio incorporado, encorpecido–
del alma transviviéndose a sí misma.
(De: Los muros fugitivos, 1983)
(De: "ANTOLOGÍA DE LA LITERATURA PARAGUAYA"
3ra. Edición – Autora: TERESA MENDEZ-FAITH
Editorial EL LECTOR, Asunción-Paraguay 2004
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