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JOSEFINA PLÁ (+)

  POESÍAS DE JOSEFINA PLÁ (De www.los-poetas.com)


POESÍAS DE JOSEFINA PLÁ (De www.los-poetas.com)
POESÍAS DE
 
 



 
EL VIAJERO
 
...Y, de pronto, el viajero
 
surgió. Sobre el sendero
 
sus pies dejaban pálido,
 
fosforente reguero.

 
 
Vio mi mano en oferta,
 
y dijo: -¿Es para mí?-
 
(Yo no sé si despierta
 
o en ensueños le oí).

 
 
...Extasiado, mirándole
 
los ojos, se lo di...
 
¡Poder no pensar,
 
poderse abandonar,
 
como el pétalo al viento,
 
como al fuego el sarmiento,
 
como la astilla al mar! 

 
 
Caminito escondido
 
Caminito escondido
 
que te embozas en sombra
 
y con grama te alfombras,
 
y al silencio haces nido: 

 
 
Caminito escondido:
 
eres humilde y breve,
 
y tu surco es muy leve
 
entre el bosque tupido.

 
 
Medio sol de mañana,
 
un poquito de luna,
 
un hilo de fontana,
 
son toda tu fortuna... 

 
 
¡Poco tienes, sendero
 
enflecado de sauces,
 
mas tú sabes, camino,
 
que breve, pobre, austero,
 
en sombra, eres el cauce
 
de un designio divino.

 
 
También yo sé, camino
 
que, aunque corto y umbroso,
 
te vio el dolor celoso
 
y el amor adivino; 

 
 
que alguna vez, acaso,
 
pudo encontrarte al paso
 
el hada de la suerte,

 
 
y que, en noche sombría
 
o en el claror del día,
 
te sabrá hallar la muerte!

 
 
 
 
 
EL AMOR REALIZADO
 
XII
 
El amor realizado es un sorbo de muerte
 
que nos pasa los labios, que se filtra en las venas.
 
El alma que nos cambia es más ancha y vacía:
 
más triste y más sedienta, la boca que nos deja. 

 
 
Dentro del corazón, alárgase una sombra
 
cada vez que los labios su antiguo vaso llenan.
 
El amor realizado aguza en nuestros ojos
 
del imposible anhelo la trémula saeta,
 
y es paso que prolonga, en cruel hechizo mágico,
 
ante la planta laxa la cansadora meta... 

 
 
Amor: perfecto guía para ir al encuentro
 
del dolor apostado al fin de cada senda...

 
 
 
 
 
SUEÑO
 
XV
 
A María Delgado Rodas
 
...Sueño que fuiste impulso de mi latido,
 
y alas en mi anhelar:
 
Te mata la vida que nutriste,
 
como la flor el fruto nacido de sus galas. 

 
 
Afán que me hechizaste de tan triste,
 
pensamiento clavado
 
en mis frágiles pulsos; estilete sutil:
 
a esa punta que hincaste pereces, traspasado.
 
Loco sueño disuelto en mi sangre febril:
 
¡esa sangre te ahoga!
 
...Morir te miro, ensueño
 
que fue yo toda -como fue tronco toda hoguera,
 
y charco toda nube- en un trasvasamiento
 
imperceptible, blando, como un deshojamiento de rosa,
 
en un temblor de atravesada mariposa. 

 
 
Morir te miro, ensueño,
 
como el árbol mirara arder el vicio leño
 
cortado de su rama, o pudrirse la hoja 

 
 
de cuyo muerto libre saldrá la yema roja.
 
Morir te miro, ensueño,
 
y tu postrer tristeza es ya casi alegría,
 
¡y tu último suspiro es ya casi esperanza! 

 
 
...Hoja muerta, que vuelves a la tierra madura:
 
¿en qué capullo nuevo, húmedo de ternura,
 
renacerás mañana, ensueño en agonía...? 

 
 
Fuimos, en sueños compañeros
 
Fuimos, en sueños, compañeros:
 
la vigilia no nos unió.
 
¡Sólo en los sueños traicioneros
 
su pie a mi paso se ajustó!

 
 
Labios gemelos en el ansia:
 
¡no unisteis nunca vuestro ardor!
 
Pupilas, astros de constancia:
 
¡nunca rimasteis un fulgor! 

 
 
Jamás la diestras se estrecharon;
 
los labios sedientos no hablaron;
 
pero el juramento existió. 

 
 
Nunca las bocas se besaron;
 
¡de los besos que no quemaron,
 
brasa fue el doble corazón.
 
 
 
 
SOY
 
Carne transida, opaco ventanal de tristeza,
 
agua que huye del cielo en perpetuo temblor;
 
vaso que no ha sabido colmarse de pureza
 
ni abrirse ancho a los negros raudales del horror.

 
 
¡Ojos que no sirvieron para mirar la muerte,
 
boca que no ha rendido su gran beso de amor!
 
Manos como dos alas heridas: ¡diestra inerte
 
que no consigue alzarse a zona de fulgor!

 
 
Planta errátil e incierta, cobarde ante el abrojo,
 
reacia al duro viaje, esquiva al culto fiel;
 
¡rodillas que el placer no hincó ante su altar rojo,
 
mas que el remordimiento no ha logrado vencer!

 
 
Garganta temerosa del entrañable grito
 
que desnuda la carne del último dolor:
 
¡lengua que es como piedra al dulzor infinito
 
de la verdad postrera dormida en la pasión! 

 
 
Haz de inútiles rosas, agostándose en sombra,
 
pozo oculto que nunca abrevó una gran sed;
 
prado que no ha podido amansarse en alfombra,
 
¡pedazo de la muerte, que no se sabe ver!

 
 

AMANECER
 
A Gastón Figueira
 
La mañana irisada, como fino cristal
 
se curvó sobre el ancho campo reverdeciente.
 
A la abismal succión del azul transparente,
 
agriétase la carne de un ansia germinal. 

 
 
Y a la blondez purísima de su desnudez tierna,
 
la mísera corteza se nos cuartea en congoja,
 
y un sollozo nos sube desde la honda cisterna
 
en sombra donde el párpado su penitencia moja.

 
 
El dolor de las alas imposibles
 
nos curva más bajo el cansancio irredimible
que se adhiere a la carne dolorosa:
 
y en la punta de una hoja, radiante y temblorosa,
 
la
 
gota de rocío
 
nos finge aquella lágrima inefable
 
en que, por fin, pudiera el alma miserable
 
volcar la última gota amarga del hastío.

 
 
 
TUS MANOS
 
De las más hondas raíces se me alargan tus manos,
 
y ascienden por mis venas como cegadas lunas
 
a desangrar mis sienes hacia el blancor postrero
 
y tejer en mis ojos su ramazón desnuda.

 
 
En mi carne de estío, como en hamaca lenta,
 
ellas la adolescente de tu placer columpian.
 
-Tus manos, que no son. Mis años, que ya han sido.
 
Y un sueño de rodillas tras la palabra muda-.

 
 
...Dedos sabios de ritmo, unánimes de gracia.
 
Cantaban silenciosos la gloria de la curva:
 
cadera de mujer o contorno de vaso.

 
 
Diez espinas de beso que arañan mi garganta,
 
untadas de agonía las diez pálidas uñas,
 
yo los llevo en el pecho como ramos de llanto.
 
1939

 
 
 
IMPOSIBLE
 
Vaciarme de paisajes, olvidarme caminos,
 
reedificar el arco de tu desnudo día.
 
Borrar tus ojos, sendas de mi llagado sueño,
 
y engriar en mi sangre tus dos terribles manos.

 
 
(...La estatua que he vaciado en soledad, volverla
 
raíz y musgo en tierra, canto y ala en el aire).

 
 
...O, en la antípoda lluvia de mi aherrojada llanto,
 
hacer cantar el muerto pájaro de tu beso.
 
Tornar a las cenizas las flechas de la llama,
 
reenhebrar en las venas el hilo del suspiro.

 
 
Y del dolor crecido, monstruo y criatura mía,
 
hacer de nuevo aquella sonrisa que en tus labios
 
me bautizaba tuya, con el nombre más mío.
 
1939

 
 
CONCEPCIÓN
 
Me tendrás a tu lado. Me besarás. Y luego,
 
como al moreno cántaro que espera al fin del surco,
 
a mi sumiso cuerpo se alargarán tus brazos.
 
Se saciará tu sed: la exigua sed de un hombre. 

 
 
De mi lecho después, en largas madrugadas
 
hacer creerás el blanco camino del olvido.
 
Y sin embargo, ciego piloto de mi entraña,
 
conmigo habrás llegado por una noche sola,

 
 
a la encantada playa donde no está tu muerte.
 
Por el nocturno río caliente de mi sangre
 
irán tus ojos lejos, para jamás volverse,
 
tu voz prenderá en roca para perennes ecos.

 
 
Tú no lo sabes, hombre, tú no lo piensas, ciego.
 
Esta noche mi cuerpo será, ¡oh antiguo nauta!
 
el puerto de que zarpen las naves de otra aurora.
 
1939

 
 
 
CÓMO
 
Ay, cómo abrirte este dolor de llaves,
 
en soledad de pulso amurallado.
 
Lo que ya se llevaron, cómo darte,
 
sueño, renunciación, ausencia, olvido.

 
 
Cómo franquear a tu claror las puertas
 
tras las cuales murió crucificado
 
cada latido virgen de tu nombre,
 
desposado no obstante de tu imagen.

 
 
Cómo agotar la senda de la ausencia,
 
el rumbo del viaje jamás hecho,
 
las jornadas cautivas del suspiro.

 
 
Ay, cómo en ascua recobrar ceniza,
 
y de la piedra absorta hacer el nardo
 
que se encienda a la orilla de tu sangre...
 
1953

 
 
 
DESDE CUÁNDO
 
...¿Desde cuándo marchabas a mi lado,
 
desde cuándo...? Tus pasos
 
¿desde cuándo, en la noche, aproximándose,
 
ocultos tras de cada latido...? ¿Desde cuándo...?

 
 
¿Desde cuándo, en la noche, por los valles sin nombre,
 
rastreando mi angustia?
 
Y tras de cada puerta abriéndose, y de cada
 
recodo el camino, ¿desde cuándo?

 
 
¿Desde cuándo tus sienes en las salvias
 
del reposo tranquilo?
 
¿Desde cuándo tus brazos en los cálidos ramos
 
del viril eucalipto, bajo las siestas altas?

 
 
...¿Y desde cuándo el pedregal desnudo;
 
desde cuándo el desierto irredimible?
 
¿Desde cuándo la brasa los párpados;
 
esta sed, desde cuándo?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
 
 
. . . . . . . .
 
 
....¿Desde cuándo este siempre irrevocable;
 
esta muerte creciendo, desde cuándo...?
 
1953.
 
 
.
 
Registro: Julio 2010.
 

.

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