Edición digital basada en la de Asunción (Paraguay),
Arandurã Editorial, [s.a.].
En la vida diaria nos ocurre con frecuencia algo
que solemos elogiar en la epopeya como artificio del poeta.
Precisemos: cuando las figuras principales se alejan,
se ocultan, se entregan a la falta de acción,
unos personajes secundarios que hasta ese momento apenas habían
sido observados, llenan de pronto el hueco y, mostrando toda
su actividad, nos parecen igualmente dignos de atención,
de interés y aun de alabanza y...
GOETHE.
Las afinidades electivas.
PÁJAROS
Después de tanto cielo,
sólo vuelven a un árbol
LA CANDIDATA
Señora todavía joven
y con amplia cultura general,
con dominio de idiomas,
con dinero al instante sobre joyas.
Se necesita.
O no se necesita, pero se pide
para fábrica líder
en cercano suburbio basural.
¿Líder dije? No importa si no lo es.
Todo compacto, muy combustible.
Algodón en rama y en fibra,
etiquetas para jabón y margarina,
hilo de lino, hebras de lana.
Olvidemos el inventario,
entra la candidata.
Señora cuyo apellido suena.
Cuyo segundo nombre es José.
María es el primero, desde luego.
Nadie duda de su condición,
viene recomendada.
Y por algo ha de ser.
PALABRAS EB LA RUTA DE LOS PÁJAROS
Estas pocas palabras
a volar juntas aprendieron:
aroma, sombra, susurro, susto
y alejamiento y viento.
LA GENTE
El Ministro de Salud fumigó hasta el último florero.
Sin embargo, el dengue no desaparece.
La gente ya no le hace caso al ministro ni al mosquito, sigue nomás.
Semiocupada, sin patente, casi clandestina,
sigue con el recuerdo de sus días felices
y con el balbuceo de su esperanza,
con las heridas que le va curando la música
al callejero azar de una fiesta de otros.
Y no hay con quién hablar del asunto.
Y no hay país para emigrar.
¡QUÉ TRAGO!
Caña dulce y barata
con jugo de apepú,
con óxido de lata.
Cóctel de Belcebú.
MENDIGOS
El humo, por la tarde, descansa en un baldío.
Así conoce a dos, a tres, a cuatro mendigos.
Los aleja el invierno, porque más puede el frío
que el humo que ha nacido de un fuego de ramitas,
de cáscaras, de yuyos, de siesta y de baldío.
AQUÍ EL SAPO SOY YO
Ce crapaud-là, c'est moi
Tristan Corbiére
El patio es una nave,
el sueño es un destino,
la paz, quizá alcanzable.
Se ha quedado dormido
por un rato el cantor.
Entre vino y parrilla,
donde crepita el fuego
y revientan salchichas,
canta el viento, seguro
de su ritmo y su estrella,
de su luna y su rumbo.
El repertorio es claro,
sencillo, es el del viento
a dúo con un sapo
de charco y chapoteo.
Buenas noches, señora,
aquí el sapo soy yo.
Si me escuchan algunos,
hoy me basta y me sobra.
Clientela masiva,
electoral, política,
sentimental o crítica,
bueno es tenerla lejos.
No perdona un desliz,
un falsete, un sinónimo,
un acento, una coma.
Y no entiende de vientos.
Y no sabe de sapos.
Y no le gusta nada.
LOS ELEMENTOS DE LA EXPRESIÓN
Ahí va una servilleta
con un retrato a punta de bolígrafo.
El cabello enrulado, la sien hundida,
un pómulo pomelo machucado,
la nariz derrotada.
En fin, un rostro barbidesahuciado
que dibujo mientras espero que deje de llover.
Yo espero en un café,
en un aguantadero de la lluvia.
El hombre está en la calle,
cerca de la ventana
donde puedes leer el nombre del café.
FELIZ AÑO NUEVO
Ya viene la comida cara,
la comida basura cara.
Habrá que contratar más bocas,
las del mercado son muy pocas.
BRINDIS
Brindemos por el año nuevo,
el nuevo siglo, el nuevo milenio,
la nueva era
de la que todavía nada sabemos.
O bien, sigamos como si tal cosa en medio del estruendo, porque
como quiera que sea,
el año viejo no da más,
no da sino para decirle adiós con un trago.
1999 ¡Ay, qué año!
Sobre todo, en el Paraguay.
Por ejemplo, las huelgas.
Por ejemplo, las ocupaciones de tierra.
Por ejemplo, las trabajadoras del sexo
y los trabajadores de lo mismo.
Agosto se llevó a los suyos,
a los que había perdonado julio.
Junio duró un suspiro.
Mayo fue apenas más festivo
que su obligada fiesta patria.
Abril no abrió los ojos a la lluvia
y marzo fue una fosa
llorada en una plaza pública.
En octubre, los fieles a la tradición
recordaron que ya no se recuerda
el Día de la Raza.
Sigue noviembre en la subasta,
después empalma con diciembre.
Y esto sucedió antes de la Navidad:
bandis, no polis puros, multipolibandis
se autoarrestaron por
más de veinticuatro horas.
¿Fue un error judicial?
Hábeas corpus mediante,
todo el mundo quedó en libertad.
FOTOGRAFÍA TOMADA EN UN JARDÍN
Y las hojas al viento eran hermosas
o menos numerosas, siendo hermosas.
La tarde se acercó, solitaria,
apagando el arrullo del viento,
y un enigma dio paso a una sonrisa
y un secreto se aligeró en un chisme.
Eran dos hermanas gemelas,
pecosamente pelirrojas
y pelirrojamente idénticas.
INTERMINABLEMENTE
Cruza un hombre la calle
y pone el pie en un mar de hojas caídas
y mira al cielo como a un baldío
y saluda después a un caminante.
No deja la ciudad de ser aldea,
chatarra de taller, yuyal de pío-pío
y un salón de belleza y un zaguán de tristeza,
un bar, una ferretería con telarañas.
El hombre vive de cortar leña,
vive de un hacha, de una sierra.
Entra, de cuando en cuando, en el bar,
y se entretiene con un trago,
con tacos y con tiza de billar.
Por otra parte, no comete adulterio
y no habla mucho con nadie,
no lee los periódicos,
no vota en los comicios nacionales.
En su casa, son todos atávicos.
Del padre aprende el hijo a cortar leña.
Al mismo tiempo, mira el nieto al abuelo.
Llega un día la muerte
y el humo es otro huérfano del fuego.
PROMESA
El caudillo desciende
de la cesárea
tarima improvisada.
Para todos y cada
uno de los presentes
tiene una palabrita.
Y un apretón de manos
entonces le recuerda
su promesa, una cuarta,
un jeme,
una uña siquiera
de tierra electoral.
SUELEN APARECER
Dejaron a la selva sin árboles
y a la llanura la incendiaron.
Ahora llaman a cualquier puerta,
suelen aparecer por la tarde.
Se ofrecen como jardineros,
limpiapétalos, lavatallos,
cuidapimpollos, frotalirios
y besamargaritas, pero también
protectores de un árbol
que quedó en medio de la calle.
Alguien abre la puerta, mira
y les dice: «No, gracias».
Ahí lo marcan, lo señalan
y, mentalmente, lo degüellan.
REUNIÓN
Esopo y las hormigas
y la cigarra y yo,
juntos, al mediodía,
reunidos por el sol.
Gentil, desde una rama,
nos canta la cigarra.
Su fábula, si aún vive,
a nadie ya molesta;
recuerdo que era simple
e infiel a mi pereza.
NO HAY CULPABLE
Al alba, casi siempre en la niebla,
o en el atardecer, cuando el sol encendía
las últimas guirnaldas del día,
la oíamos de paso, con canoeros,
boteros y lancheros,
con miramástiles y grumetes.
Era la melodía de costumbre.
Y el río de la niebla y de las flores,
el Paraná de las canciones
suelta al pasar un débil gemido
que ahora, con demora,
alcanzamos a oír en la ribera.
No busquemos materia de culpa
aguas abajo, aguas arriba,
en tal o cual represa,
en ese muro, en otra historia,
en Heráclito, griego hiperacuático.
No hay culpable, hay sirena.
Es ella quien convierte al río
en un lento, renuente afluente del olvido.
UN LUGAR
Ese café de artistas
frente al cine cerrado.
Café y materia prima de espera,
de dibujo, de poema.
QUE ME PERDONE EL INVIERNO
El silencio se adueña de la calle
con un perro aburrido, con un galpón a oscuras
y la luna en la esquina de nadie.
Todo va bien, sin novedad.
De acuerdo, aunque no tanto.
Lo digo porque las apariencias
son la cáscara de la mentira.
Lo digo porque entonces era igual
con las estrellas, con la ceniza,
con las últimas brasas de San Juan.
De pronto, tropas.
La escena es conocida.
Pasan, se alejan los soldados
y aparece y da vueltas
un lento, insistente automóvil
definitivamente parapolicial.
Sale una joven de su casa, nunca regresa.
Muchos años después, una noche fría y hermosa,
encuentro al cielo en mi camino
y el cielo está incompleto.
A pesar de millones,
millones y millones de estrellas,
no veo un resplandor que bien conocen mis ojos.
Sólo atino a seguir
y a pedirle al invierno que no se enoje,
que me perdone por un fuego, un fueguito que yo enciendo