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AUGUSTO ROA BASTOS (+)

  VIGILIA DEL ALMIRANTE - Novela de AUGUSTO ROA BASTOS


VIGILIA DEL ALMIRANTE - Novela de AUGUSTO ROA BASTOS

VIGILIA DEL ALMIRANTE

Novela de AUGUSTO ROA BASTOS

CAL y ARENA

Fuente: Internet

 

 

A Josefina Plá, maestra y amiga

 

Tierra deseada, igual al deseo…

El nuevo mundo,

LOPE DE VEGA

 

No desees, y serás el más rico

Hombre del mundo.

Persiles

CERVANTES

 

Voy perdiendo mi ser mientras me voy humanando

Guyravera

CHAMÁN GUARANÍ

 

Éste es un relato de ficción impura, o mixta, oscilante entre la realidad de la fábula y la fábula de la historia. Su visión y cosmovisión son las de un mestizo de «dos mundos», de dos historias que se contradicen y se niegan. Es por tanto una obra heterodoxa, ahistórica, acaso anti-histórica, anti-maniquea, lejos de la parodia y del pastiche, del anatema y de la hagiografía.

Quiere este texto recuperar la carnadura del hombre co-mún, oscuramente genial, que produjo sin saberlo, sin propo-nérselo, sin presentirlo siquiera, el mayor acontecimiento cos-mográfico y cultural registrado en dos milenios de historia de la humanidad. Este hombre enigmático, tozudo, desmemoriado para todo lo que no fuera su obsesión, nos dejó su ausencia, su olvido. La historia le robó su nombre. Necesitó quinientos años para nacer como mito.

Podemos contar en lengua de hoy su historia adivinada; una de las tantas de posible invención sobre el puñado de sombra vagamente humana que quedo' del Almirante; imaginar su presencia en presente; o mejor aún, en el no tiempo, libremente, con amor-odio filial, con humor, con ironía, con el desenfado cimarrón del criollo cuyo estigma virtual son la huella del parricidio y del incesto, su idolatría del poden su heredada vocación etnocida y colonial, su alma dúplice.

Tanto las coincidencias como las discordancias, los ana-cronismos, inexactitudes y trangresiones con relación a los tex-tos canónicos, son deliberados pero no arbitrarios ni capricho-sos. Para la ficción no hay textos establecidos.

Después de todo, un autor de historias fingidas escribe el libro que quiere leer y que no encuentra en ninguna parte; ese

libro que solo puede leer una vez en el momento en que lo escribe, ese libro que casi siempre no oculta sino un trasfondo secreto de su propia vida; el libro irrepetible que surge, cada vez, en el punto exacto de confluencia entre la experiencia in-dividual y la colectiva, en la piedra de toque de un personaje arquetípico.

Es su solo derecho. Su relativa justificación.

A. R. B

 

Reconocimientos

A Josefina Plá, el más alto valor de las letras hispánicas en la América actual; que ha sabido unir a lo largo de su vida austera y fecunda su amor y lealtad por su tierra española con su adopción del dolor paraguayo y convertirse en el vínculo ejemplar de la vida cultural de los dos pueblos.

A mis antiguos y queridos amigos Eva y Carlos Abente que conservaron por más de cuarenta años el bosquejo inicial y las notas de esta novela junto con algunos otros papeles y libros. En Buenos Aires, en 1947, cuando el gran éxodo paraguayo comenzaba, Carlos Federico, médico y benefactor de ese pueblo en peregrinación, me salvó la vida y salvó estos papeles, dones por los cuales no sé si se le debe agradecer o reprochar.

El largo destierro o trastierro forzoso —pese a los insignes ejemplos en contrario— no es fértil ni saludable para los ingenios menores; perder la lengua en el extranjero tiende más vale a distorsionar la vida de un ser humano corriente y común, su visión del mundo, su noción de la historia de una tierra, que —como lo dijo transidamente el poeta Luis Cernuda— «a su imagen lo hizo para de sí arrojarlo».

La polémica encendida en torno al V Centenario de la empresa descubridora, que a todos nos concierne, me animó a tomar parte en ella de la única manera en que puedo hacerlo: en mi condición y dentro de mis limitaciones de escritor, de hombre común y corriente, de latinoamericano de «dos mundos». Retomé los viejos apuntes, me sumergí en la vigilia ima-ginada del Almirante hacía más de cuarenta años, y traté de narrarla como mejor pude, desde mi punto de vista perso nal, en la «omnubilación en marcha que es la historia», como bien la califico' el escéptico Ciorán.

Torrencialmente la fuente seca fluyó y en menos de tres meses quedó' terminada la obra que aquí entrego despúes de diecisiete años de silencio novelístico.

Agradezco sincera y muy especialmente a los eminentes historiadores Francisco Morales Padrón, Consuelo Varela, Juan Gil y a Juan Manzano Manzano (cuyo libro Colón y su secreto me confirmo' lúcida y visionariamente la existencia real del predescubridor Alonso Sánchez, verdadero coprotagonista de esta Vigilia); expreso mi gratitud al profesor y

legislador italiano Paolo Emilio Taviani. Sin todos ellos y una larga lista de estudiosos de la historia colombina, que no cito (citar es omitir, decía Borges), esta historia fingida no hubiese podido ser imaginada ni escrita.

No deseo dejar de mencionar en este capítulo de mis gratitudes a mi talentosa amiga mexicana, la escritora y ensayista Margo Glantz, en cuyos textos, acaso los más perfectos que se escriben hoy en América, he encontrado simetrías e isotopías históricas de gran valor simbólico para mí; a Miguel Cereceda, por su lección de ajedrez sobre el enigma de la Rei-na alférez en tiempos de Alfonso el Sabio; a Mónica FernándezAceytuno, quien, en una conversación radial para la cadena SER, acerca de la tiniebla blanca del mediodía, la sombra, el calor y el amor, me obsequio' el bello mito del árbol cuyas raíces florecen subterráneamente y cuya copa inexistente brinda al caminante su perfumada sombra.

A. R. B.

Toulouse (Francia)

Mayo - julio, 1992

 

Vigilia del Almirante: la historia no oficial "Quiere este texto recuperar la carnadura del hombre común, oscuramente genial, que produjo sin saberlo, sin proponérselo, sin presentirlo siquiera, el mayor acontecimiento cosmográfico y cultural registrado en dos milenios de historia de la humanidad. Este hombre enigmático, tozudo, desmemoriado para todo lo que no fuera su obsesión, nos dejó su ausencia, su olvido. La historia le robó su nombre. Necesitóquinientos años para nacer como mito."

Escrita desde el lado del nuevo mundo descubierto por Colón, Vigilia del Almirante —obra en la que Augusto Roa Bastos mezcla de manera magistral el humor y la aventura con una honda reflexión sobre la vida del Almirante— plantea una reivindicación del universo indígena que, en esta apasionante novela, el propio navegante reclama para los habitantes primitivos.

Repleta de sorpresas literarias e históricas, Vigilia del Almirante supone una contribución polémica y audaz a la mejor literatura de nuestro tiempo.,

 

 

 

 

 

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