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JESÚS RUIZ NESTOSA

  LA GUERRA DE LOS GUARANÍES (XVIII) - Si tumultaren, los sosegaremos - Domingo, 06 de Agosto de 2017


LA GUERRA DE LOS GUARANÍES (XVIII) - Si tumultaren, los sosegaremos - Domingo, 06 de Agosto de 2017

LA GUERRA DE LOS GUARANÍES (XVIII)

«Si tumultaren, los sosegaremos»


Por JESÚS RUIZ NESTOSA

 

 

jesus.ruiznestosa@gmail.com

La forma en que los jesuitas encaraban el trato de los indígenas en los pueblos reduccionales fue motivo de continua discordia con las autoridades civiles españolas, que no estaban de acuerdo. Generalmente las reacciones contrarias obedecían, más que a un pensamiento político determinado, al deseo de ejercer sobre los nativos un poder despótico y abusivo. En artículos anteriores («La Guerra de los Guaraníes, XV: La lucha por el poder», Suplemento Cultural de Abc Color, domingo 16 de julio del 2017), ya se vio de qué manera el padre Aguilar, en su informe del año 1731 a la Corona de España, denunciaba esos malos tratos: «Quisiera el informante y otros muchos que los indios profesasen vasallaje, servicio y acatamiento, no sólo a V. M. sino a cada uno de ellos como particular; y aun a sus criados, y esclavos: de suerte que aunque sea un medio español, o mestizo o tenga tres cuartos de indio, si un indio neto de estos no se le humilla, y hace lo que al otro se le antoja, luego recarga sobre el pobre indio que es un bárbaro, mal criado, que no respeta al español, que no es vasallo del rey, ni reconoce más que a su cura» (1).

El gobernador interino de la Provincia del Paraguay, don Martín de Barúa, proponía al rey, como una manera de facilitar el sometimiento de los indígenas a las autoridades civiles, que la Corona nombrara regidores, es decir, una autoridad civil en los diferentes pueblos que respondiera directamente a las directrices de España pasando por alto la autoridad de los jesuitas. Como es fácil comprender, estos se oponían tenazmente a ello pues podría significar la destrucción de todo un orden que ellos habían introducido en la administración de los diferentes pueblos.

Dice el provincial jesuita, Jaime Aguilar, en su respuesta a los conceptos de Barúa, que él consideraba ofensivos: «Prosigue el informante que de cualquiera movimiento o novedad que V. M. [Vuestra Majestad] quisiese hacer en el gobierno presente de estos indios, poniéndoles corregidores españoles, se amontarán o dispondrán se amonten [amontar: hacerse al monte (2)]. El que estos indios, a lo menos en grandísima parte se amontarían, o perderían de sus pueblos, poniéndoles tales corregidores, es más que probable; no por los fundamentos del malicioso informante, sino porque esta es generalmente la experiencia, que tales corregidores son los que han acabado muchos pueblos, por las razones, o sinrazones que todos saben, y estos indios no ignoran» (3).

El peligro de que los indígenas decidieran regresar a sus antiguos caseríos, a los lugares en los que vivían antes de ser reducidos por los misioneros, estaba siempre latente. Aunque más peligro había de que, descontentos con las medidas que se tomaran con ellos, terminaran protagonizando un levantamiento de consecuencias impredecibles.

«También ayudaría a su levantamiento o perdición la suma facilidad de ellos, que dice el informante; y el haber estado siempre, y estar con los misioneros de la Compañía, que los ganaron y los defendieron, los mantienen, defienden y tratan como verdaderos y amorosos padres, se les hiciera durísimo e intolerable el estar a otro trato todo el rigor. Y caso que por su facilidad, y para experimentar bajaran el cuello de este yugo de corregidores, sin duda que su aspereza y experimentado peso, los exasperaría y obligaría a sacudirlo con irremediables daños de todas estas provincias» (4).

El gobernador Barúa incluye expresiones de disculpa en algunos momentos en su informe. El padre Aguilar lo pone de manifiesto: «En el resto de su informe [Barúa] recomienda su independencia constante, y su integridad y desinterés de que quizá, y sin duda, serán otros más independientes y enteros testigos. Significa a V. M. su sumo deseo de llegar a los reales pies para desmenuzar su dicho, e informe, especialmente contra los indios. Vaya enhorabuena, y desmenuce, que ni a los indios ni a sus doctrineros, ni a los demás que el informante falsa e injustamente acusa, les ha de faltar Dios ni V. M. mientras retuvieren su verdad e inocencia que hasta ahora, que son el poder, las máximas ideas, dictámenes, inteligencias, intercesiones e intervenciones en que confían. Y más que cuando este mismo año de 1735, en que el informante le está deleitando en sus quimeras contra los indios, están ellos fuera de sus casas y en vuestro real servicio contra portugueses en número de cuatro mil por orden de vuestro gobernador de Buenos Aires; Dios les dé felicidad y el buen suceso, que se sirvió dar a otros seis mil, que en este mismo año han vuelto a sus casas de las fronteras del Paraguay, donde armados fueron a auxiliar e introducir a vuestro teniente general, gobernador y electo presidente de Chile, gobernador también, para la pacificación de la dicha provincia del Paraguay, donde se halla al presente dando órdenes en las cosas de aquel gobierno, quien conseguida su empresa, cuya consecución creyeron muchos imposible, no dudó decir muchas veces y aun lo dio por rescrito, que a los indios, más que a nadie, le debía el feliz éxito» (5).

Pero para que no haya dudas sobre la fidelidad de los misioneros a lo que disponga el rey de España, el padre Aguilar dice: «Volviendo a los corregidores españoles, si V.M. oídas y altamente comprendidas las razones que por ambas partes se trae, aun juzgare y determinare que se pongan, puede V. M. estar seguro que los misioneros nada dispondrán, y con todas sus fuerzas procurarán que V. M. sea enteramente obedecido. Y si sucediere (lo que nunca Dios permita) que dichos indios tumultaren, los misioneros los procurarán sosegar en cuando les fuere posible; y si sus razones y autoridad nada consiguieren, y algunos de vuestros vasallos hubieren de morir, los misioneros morirán los primeros en servicio de V. M.» (6).

Notas 

1. Legajo 1203, 16, Archivo de España de la Compañía de Jesús en Alcalá de Henares.

2. Tesoro de la lengua castellana o española, Sebastián Covarrubias, Madrid, 1611.

3. Legajo 1203, 16, Archivo de España de la Compañía de Jesús en Alcalá de Henares.

4. Ibdm.

5. Ibdm.

6. Ibdm.

 

 

Fuente: Suplemento Cultural de ABC Color - Página 2

Domingo,  06 de Agosto de 2017

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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