Portal Guaraní - CHACRA EN EL CABILDO - Por JESÚS RUIZ NESTOSA

SALAMANCA, España. Estuve buscando en el diccionario una palabra que signifique “fobia o desprecio hacia la ciudad”. Pero no tuve éxito. Creo, sin embargo, que tendría que inventarse un término con tal significación para que podamos aplicarlo a un amplio sector de los habitantes de esta querida ciudad apodada “madre de ciudades” como una manera de reivindicar el valor de su pasado histórico.

Así como existen fobias (rechazo o repugnancia frente a alguien o algo) para una enorme variedad de situaciones: al agua (hidrofobia), al extranjero (xenofobia), a los espacios cerrados (claustrofobia), a los espacios abiertos (agorafobia), etcétera, he llegado a la conclusión que también existe una fobia: rechazo o repugnancia a lo que constituye una ciudad. Es el que se da entre nosotros y no conozco que también se dé en alguna otra parte del mundo.

Acabo de leer y ver fotografías, que en la plaza (por darle un nombre decente, pues bien correspondería chiquero) que está frente al Cabildo, se ha puesto una chacra que hasta tiene nombre y todo: “Plantío Rafael Barret”. No sé qué relación puede haber entre el político y escritor y una chacra. Se informa que ella pertenece a la muestra: “Asunciones! Posiciones sobre mujer y sociedad”. Es una exposición feminista que estará abierta hasta marzo. Toman parte veintiséis artistas nacionales y extranjeras. Allí se han plantado mandioca, maíz, zapallo y poroto. Mientras que las plantaciones en dos canteros ubicados enfrente mismo del Cabildo representan el “kokue” campesino.

No voy a mencionar la significación histórica y cultural que tiene todo ese enorme espacio que va desde la Catedral al antiguo Colegio Militar hoy transformado en Congreso. El mismo espacio que fue metódicamente destruido, centímetro por centímetro al ser ocupado por los pobladores de la Chacarita cuando sobrevinieron las últimas inundaciones. Con el consentimiento de las autoridades municipales no sólo se produjeron las ocupaciones, sino hasta hubo un intento de eternizarse.

Me gustaría preguntarles a las artistas argentinas que están participando en esta “propuesta artística” –en realidad es una destrucción del espacio público– si ellas podrían plantar repollos, zanahorias, maíz y alcachofas en los espacios verdes que rodean al emblemático Obelisco, en la plaza de Recoleta o en la taciturna plaza Dorrego. No, absolutamente no.

Sin lugar a dudas en nuestro país se sufre de un profundo rechazo a los espacios abiertos. No se puede ver una plaza, un parque, un boulevard sin que inmediatamente se vaya allí y se instale algo, cualquier cosa, con tal que el sitio, que muy bien podría ser disfrutado por la ciudadanía, desaparezca. El intendente de Asunción, Mario Ferreiro, ha dado muestras claras de sufrir este mal. Sus famosas casillas en la Avenida Quinta quedarán como un monumento al desprecio que se siente por la ciudadanía.

El utilizar un espacio público, paseando, sentándose en sus bancos, simplemente transitando, es también una forma de expresarse, quizá la más espontánea, la más rica, la más expresiva sin necesidad de ir a plantar en sus canteros repollos, zanahorias, maíz, y muy pronto, sembrar soja. El curador de la exposición del Cabildo ha dicho que el “kokue” está desapareciendo. Algún motivo habrá y sería aconsejable investigar el porqué. Pero no es motivo suficiente para que vengan a colocárnoslo debajo de las narices.

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