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LUCÍA SCOSCERIA DE CAÑELLAS

  PARA CONTAR EN DÍAS DE LLUVIA ... - Por LUCÍA SCOSCERÍA DE CAÑELLAS - Año 1996


PARA CONTAR EN DÍAS DE LLUVIA ... - Por LUCÍA SCOSCERÍA DE CAÑELLAS - Año 1996

PARA CONTAR EN DÍAS DE LLUVIA…

 

Por LUCÍA SCOSCERÍA DE CAÑELLAS

 

** Editorial El Mercurio, Asunción-Paraguay 1996

** Prólogo MARIO HALLEY MORA

 

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PRÓLOGO:

“La autora de este volumen de cuentos nos ha honrado con la solicitud de prologar los coloridos relatos de su firma. Hemos leído cada uno de ellos y en el curso de la complacida lectura, advertimos la virtud que se considera esencial en este género literario, la sencillez, que no es lo simple, sino es la trascendencia de la rica imaginación. A este respecto, mi antiguo profesor de castellano, don Gustavo Lezcano, solía decir que la lectura placentera es aquella contenida en los libros que se leen sin necesidad de recurrir al diccionario, y procuré siempre ajustarme a la norma. La agradable sorpresa que recibiera al leer los originales de la señora de Cañellas, es que son relatos fluidos, que no hacen de la lectura un esfuerzo, sino un placer, tanto por el manejo esquemáticamente agradable, del relato, como por la logicidad del argumento de cada cuento-aunque rocen con lo sobrenatural- y la maestría de los diálogos. Curiosamente, tanto en la creación teatral como en los cuentos breves, existe una regla por la cual el diálogo debe tener la fuerza suficiente como para que a través de las palabras, se perciba el perfil del personaje. No son buenos cuentos, aquellos que se pierden en descripciones largas y fatigosas. Basta que el autor, en este caso la autora, haga "hablar" a su personaje para que se perciba su humanidad. Y así lo hace la autora de este volumen.

** Otra virtud que puedo apuntar en esta colección de cuentos, es la penetración sicológica de la autora. Se adivina enseguida que es una aguda observadora de su paisaje material y de su paisaje humano, y como bien se sabe, de la observación se pasa a la imaginación, y la imaginación, aliada a la memoria, elabora personajes creíbles, y hechos más creíbles aún. Tanto es así, que varios de los cuentos tan penetrantemente elaborados, con prosa concisa y breve en todos los casos, más parecen anécdotas de hechos reales recogidas por un periodista avispado, que escritos por una gimnasta de la imaginación.

** En los cuentos de la señora de Cañellas, se cumplimenta también, por vía de la originalidad y de la espontaneidad, el compromiso de todo autor de "comunicarse" con el lector, o ver perdido en la indiferencia el libro que es resultado de su esfuerzo. En el lenguaje común-lenguaje de lectores más que de críticos- se suele escuchar que tal libro "atrapa". Significa simplemente que el autor logró comunicarse con tanta claridad con el lector, que a éste le es difícil cortar la comunicación, es decir, abandonar el libro, apagar la luz y dormirse. "Un buen libro es el que no permite al lector dejar de leerlo, hasta la última línea" decía Germán Arciniegas, y esta colección de cuentos tiene todos los elementos para provocar esa deseada captura del lector.

** Paisajes conocidos, personajes de carne y hueso, pasiones que no pierden su medida humana. Vidas transitadas y episodios vividos sobre el carril de lo cotidiano, ayudan a hacer de la lectura de este libro, un amable discurrir sobre memorias ajenas y experiencias propias, por aquello de que otro logro literario de la autora, es que personajes y vivencias son tan reales, que nos parece haberlos visto y vivido en la propia experiencia existencial y permanecieron escondidos en los pliegues de nuestra propia memoria.

MARIO HALLEY MORA


 

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ÍNDICE DE CUENTOS

1.- La solterona/ 2.- El cuadro/ 3.- Fiesta trágica/ 4.- El teniente coronel/ 5.- Supersticiones/ 6.- La pesadilla/ 7.- El payé de ña Asunción/ 8.- La rifa/ 9.- Soledad en flor/  10.- El arroyo "Pacú Cuá"/  11.- Nadie por quien preocuparse/ 12.- El recluta/ 13.- El seguro/ 14.- La casa de campo/ 15.- El accidente

 

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LA SOLTERONA

** Juana tenía 43 años. Toda una solterona. A veces se detenía a pensar si lo que tuvo por correcto, durante toda su infancia y juventud, era realmente así.

** ¿Estuvo equivocada todos esos años?

** Una sensación de soledad, leve, pero no por ello desapercibida, se materializaba en todo su ser, haciéndole sentir que algo le faltaba, como si estuviera de más.

** ¿Qué le había pasado? Bueno, ese era su problema. Nunca le había ocurrido nada.

** Cerraba los ojos y le venían a la mente las enseñanzas de su tía, que la había criado desde los dos años.

** -No dejes que ningún hombre te toque.-Y con mirada penetrante, que la llenaba de vergüenza, como si adivinara sus deseos más recónditos, que la hacían bajar la vista al suelo, añadía:

** -Ni siquiera las manos. Pues le concedes una pequeña libertad al hombre- y el sustantivo lo pronunciaba con un tono embriagado de despecho- y seguirán abusando hasta conseguir lo que quieren.-Y con voz de trueno- Y eso, mi querida niña, sólo con el casamiento.

** -No mires a los que te silban por la calle o a los que te dicen piropos. Nunca, oye bien, nunca, debes salir sola con un hombre. Eso no es de mujeres de su casa- Y con sus ojillos hundidos, que la intimidaban hasta el paroxismo, agregaba:

** -Debes ser pura y casta hasta el día de tu boda. Eres una joven de familia.-Y su voz daba a entender que eso era muy importante.

** La naturaleza no suele ser justa. A algunas personas le regala belleza en abundancia y a otras le escatima todo tipo de gracia y encantos. Con Juana se había prodigado, tal vez compadecida por ser ella huérfana desde pequeña. En su adolescencia era un bello pimpollo que hacía despertar vigores olvidados en los vecinos y amigos de su tía, todos transitando por la quinta década. Ya en su juventud, dueña de una seducción innata, enamoraba perdidamente a varios jóvenes y otros no tanto, con un contacto visual o un saludo acompañado de una sonrisa.

** Recordó con un mohín de disgusto los esfuerzos que debía hacer para ser "buena chica", especialmente cuando el admirador que debía mantener en su lugar, era de su agrado y no pasaba "el examen" al que era sometido por su tía. Ella, en varias oportunidades, sentía "cosas" en su cuerpo. Consultada Cándida, había respondido:

** -Es el demonio. Aléjalo. Báñate con agua fría y reza.

** Los años pasaron. Diez, veinte, veinticinco...

** Las expresiones admirativas se fueron apagando en la mirada de los hombres al verla pasar. Ahora nadie la piropeaba.

** Pero...por qué? Si ella era inteligente, pura, simpática, culta, elegante, bonita ... para su edad, se entiende. ¿Se habría equivocado la tía Cándida, al decirle que esos atributos eran los más importantes para conquistar un marido?

** ¿O la equivocada había sido ella al seguir sus consejos?

** Entornó los ojos y un profundo suspiro se escapó de sus labios.

** ¡Ah! Si no hubiera hecho caso de su formación tan rígida, habría llegado a más con Fermín. ¡Ay, Fermín!. La evocación de sus ojos negros, clavados en los suyos, como queriéndola taladrar para hacerse su dueño aún la hacían estremecer. Pero ... la tía había sido inflexible. Con él, según Cándida, hubiera sido una muerta de hambre toda su vida. Y entonces, lo único que quedó guardado en su corazón y en el recuerdo, fue un beso robado. ¡Qué agradable sensación, Dios mío!

** ¿Y Pablo? ¡Oh, Pablo, Pablo, Pablo!. Con sus grandes ruanos, siempre en movimiento, tratando de atraparla, de tocarla, de besarla. Y ella esquivándose, ruborizándose, sintiendo tantas cosas. Pero tampoco fue del agrado de la tía Cándida.

** Javier era gordo, petiso y feo. La miraba sin romanticismo, mientras jadeaba y sudaba. Siempre le extraño que su tía no pusiera reparos en que este hombre la visitara. Decía que era el sobrino de su comadre, gente de bien. ¡Por supuesto que tenía mucho dinero! Pero eso no era tan importante, claro. ¿O sí?

** Pero Juana, siempre sumisa, dio muestra de una firmeza desconocida incluso para ella misma hasta ese momento, al decidir que no le gustaba el hombre como marido y lo rechazó. Y siguió esperando a su príncipe azul.

** ¿Y Emilio? Le escribía unos poemas de fuego que la derretían por dentro y la hacían vivir en un éxtasis parecido a un abismo lleno de locura.. Se los tiraba por la ventana del dormitorio envueltos en una piedra, porque la tía había condenado al noviazgo de entrada.

** ¡Emilio era tan romántico! ¡Tan encendido en sus versos! Casi la había convencido de fugarse con él. Pero el cornato fue evitado por la celosa guardiana. Como un disco rayado no cesaba de repetir, en el colmo de la indignación.

** -¡Un poeta! La peor especie de hombre.

** Pero Juana todavía guardaba en el fondo del cajón de su cómoda un manojo de poesías, escritas en hojas que ahora se veían amarillentas, con algunas manchas oscuras. Eran las huellas dejadas por las lágrimas de la destinataria, veinticinco años atrás. En ellas Emilio le decía lo mucho que la amaba y lo doloroso que sería vivir sin su amor. El dolor no duró por mucho tiempo para él ya que murió al año de separarse. Algunos decían que de una extraña enfermedad. Otros, que había muerto de amor.

** Abelardo. Si, era el más atrevido de todos. Incluso violento, ya que en una ocasión le dio una bofetada que le dio vuelta la cara, porque se había opuesto a que le tocara los senos mientras la besaba. La palabra "mojigata" se la había escupido al rostro con más furia que excitación. ¡Cómo no entendió que era una chica bien! El no podía comprender que ella se negase a ciertas caricias, tampoco podía esperar plazo alguno para sus urgencias. Pensó que era cierto que lo amaba, por lo que se decidió a complacerlo. Se entregaría como una ofrenda de amor.

** Pero ... su decisión llegó tarde. Abelardo se había ido. Y nunca más volvió.

** ¿Y Marcelo? Siempre lo veía en sueños. Ni siquiera se animaba a evocar las caricias que se dieron en la víspera de su muerte. ¡Pobre! Justo la noche en que ella accedería a sus reclamos se desató un incendio en la fábrica donde trabajaba el joven. Fue uno de los fallecidos.

** A Inocencio lo recordaba con desagrado. Era obeso y con una voz de falsete. Su tía lo había traído a la casa y le había hablado de todas las virtudes del hombre, entre las que resaltaba la inmensa fortuna que tenía en bienes inmuebles y en el Banco.

** Ante sus dudas y negativas, la tía Cándida esgrimió tantos argumentos que por fin Juana accedió. Hacía tiempo que había dejado atrás los treinta años. No obstante, su belleza madura atraía a más de un hombre. Ella hacía todo lo posible por aplazar la boda. Inesperadamente, faltando un mes para el casamiento, murió la tía Cándida.

** Después de la novena, Inocencio vio morir sus ilusiones con respecto a Juana. Ella, con decisión le hizo saber que no se casaría con él.

** Una sensación de euforia la embargaba. Se sentía ligera, alegre, con ganas de amar.

** Pero no supo qué hacer con su libertad. Ahora podía elegir, pero los hombres que le habían gustado ya no estaban y los que quedaron en el lugar, se habían casado. Pero con otras. Y sus días se convirtieron en una sucesión de esperas.

** -Che, Lorena. ¿Así que te falló el periodo este mes? ¿Ya se lo dijiste a José?

** -¿Para qué? No quiero responsabilizarle a él.

** -Pero ... por qué no?

** -Y bueno ... si voy a serte sincera, podría ser Marcos, Ninón o Pepe..-Después de permanecer en silencio unos instantes, continuó:

** -A Pedro- haciendo cuenta con los dedos - no, no. A él no. Decididamente no. Hace más de dos meses que fue becado a los Estados Unidos. No puede entrar en la lista

** -Su rostro no aparentaba los catorce años que había cumplido el mes pasado.

** - ¡Ay! Yo no sé qué decirte ni qué hacer - Y la expresión desorientada en su cara de quinceañera dio paso a la de reproche para agregar:

** -. ¡Pero cómo olvidaste tus píldoras!

** Se hizo un pesado silencio entre las dos amigas.

** -Pero Gisel...qué tonta soy! -Sus ojos azules se inundaron de alegría..Se abrieron como dos soles ante la idea que  le había enviado su cerebro.

** -Ya sé quién me ayudará!. Es alguien con mucha experiencia sobre los hombres y por lo tanto, sabrá mucho sobre este "problemita" inoportuno que se me presenta. Es una mujer que tuvo muchísimos pretendientes. -Y con una carcajada.-

** -¡Y nunca se embarazó!. Ella sabrá qué aconsejarme.       

** Y tomando del brazo a su amiga, la llevó decidida hacia la casa de la tía Juana.

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