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VICTORIO VILLALBA SUÁREZ

  OFICIO DEL CAMINANTE, 2010 - Poemas de VICTORIO SUÁREZ


OFICIO DEL CAMINANTE, 2010 - Poemas de VICTORIO SUÁREZ
“OFICIO DEL CAMINANTE”
 
EVOLUCIÓN ESTILÍSTICA Y VOCABULARIO PRECISO
 
Poemas de VICTORIO SUÁREZ

Ilustración de Tapa:

Alejandro Xul Solar (Argentina 1887-1963).

“La sombra del caminante”

© Editorial Arandurã

Asunción-Paraguay

Agosto 2010 (164 páginas)


 

El jueves 26 de agosto, a las 19.30, en la Biblioteca Augusto Roa Bastos, de la Manzana de la Rivera, se presentará el libro de poemas “OFICIO DEL CAMINANTE” de Victorio V. Suárez, la publicación lleva el sello editorial Arandurã.

La presentación estará a cargo del poeta JACOBO RAUSKIN y está auspiciada por la Sociedad de Escritores del Paraguay y el Taller de Literatura de la Universidad Iberoamericana.
 
El poemario contiene dos prólogos de presentación firmados por la poeta uruguaya SILVIA PRIDA y el crítico español e investigador literario VICENTE PEIRÓ BARCO.
 
Al referirse a los poemas de Suárez, la poeta SILVIA PRIDA señala:
 
El título de una obra literaria es siempre un inductor de lectura, y “OFICIO DEL CAMINANTE”, define  la actitud esencial del yo o hablante lírico de este nuevo poemario.
 
El sustantivo “oficio”, puede interpretarse en su doble acepción: como ocupación habitual o función que alguien desempeña o como rezo diario del sacerdote en la función religiosa, lo que le daría al conjunto de poemas y a la actividad de crearlos, condición de sagrados.
 
Pero se trata aquí de un oficio de caminante, y por ello a su vez, el libro se sitúa en la tradición occidental y cristiana que desde la “Divina Comedia”, pasando por las “Coplas” de Manrique y más cerca nuestro la poesía de Antonio Machado, concibe la existencia humana como un viaje, que nos lleva a distintos lugares según la cosmovisión de cada poeta”.
 
VICENTE PEIRÓ BARCO por su parte apunta:
 
No es necesario presentar a Victorio Suárez. Su consolidada trayectoria literaria, unida a la de crítico e impulsor de la revista Arte y Cultura, no precisa de muchos comentarios laudatorios. Desde aquellos tiempos en que dirigía el magnífico suplemento literario del diario Noticias, no ha dejado de figurar en el primer plano de las letras paraguayas. Ya en su primer trabajo publicado Los fuegos del alba (1985), no dejó de deleitarnos con un oficio literario ejemplar y un conocimiento profundo del lenguaje poético, que como alguien dijo, “es un oficio más viejo que el oficio más viejo del mundo”. Su nuevo trabajo lírico, Oficio del caminante, es un diálogo entre los sentimientos humanos y un entorno casi siempre de la naturaleza. Ese diálogo suele traslucirse en indagación espiritual, dibujo de efectos interiores. Bajo una aparente frialdad  y una sencillez formal provista de un vocabulario preciso, Suárez nos transporta al impacto físico y moral de las situaciones. La oscuridad o el silencio tienen una explicación conceptual si se le aplica la razón sin perder la emotividad”.
 
El autor de “OFICIO DEL CAMINANTE” se destaca como Poeta, ensayista y periodista cultural. Forma parte de la llamada “GENERACIÓN DEL 80” y dio a conocer los siguientes libros: “FANTASMAS PEREGRINOS” (relatos, 2009); “EL CRISTAL Y LA ROSA” (poemario, 2008); “LA NIÑA DE SEPIA” (relatos, 2007); “PROCESO DE LA LITERATURA PARAGUAYA” (ensayo, 2006); “CRISTAL INTERIOR” (poemario, 2005); “LA LITERATURA PARAGUAYA 1900-2000” (ensayo, 2001); “LOS FUEGOS DEL ALBA” (poemario, 1985).
 
Es fundador y director de la revista “ARTE Y CULTURA”. En la actualidad dirige el Taller de Literatura de la Universidad Iberoamericana. Sobre las obras de Suárez hay reconocimientos que provienen de prestigiosos autores como: RAÚL AMARAL, JOSEFINA PLÁ, HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ, VICENTE PEIRÓ y ROQUE VALLEJOS.
 
Ejerció por dos periodos la  Vicepresidencia de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP).
 
 
 
 
 

BREVEDAD CONCENTRADA Y EVOLUCIÓN ESTILÍSTICA

 

El título de una obra literaria es siempre un inductor de lectura, y “Oficio del caminante” define la actitud esencial del yo o hablante lírico de este nuevo poemario de Victorio Suárez.

El sustantivo “oficio” puede interpretarse en su doble acepción: como ocupación habitual o función que alguien desempeña o como rezo diario del sacerdote en la función religiosa, lo que le daría al conjunto de poemas y a la actividad de crearlos, condición de sagrados.

Pero se trata aquí de un oficio de caminante, y por ello a su vez, el libro se sitúa en la tradición occidental y cristiana que desde la “Divina Comedia”, pasando por las “Coplas” de Manrique y más cerca nuestro la poesía de Antonio Machado, concibe la existencia humana como un viaje, que nos lleva a distintos lugares según la cosmovisión de cada poeta.

En uno de los poemas del libro, titulado “Almas”, hay una recreación de la imagen manriqueña de los ríos, en la tercera copla por la muerte de su padre:

“Todo va llegando al mar

Para morir…”

pero la visión del mundo y la vida del más allá que se desprende de sus obras difieren en ambos autores sustancialmente:

“se tuerce la impotencia

de un espacio sin luz” .

Porque el sentimiento que predomina en el conjunto de poemas de Suárez es el desencanto por el tiempo que pasa sin dejarnos nada ni ofrecernos nada después de la muerte, mientras que en el pensamiento de Manrique existe la fe en la vida eterna y la seguridad del premio o el castigo.

La cosmovisión que se desprende de los textos en “Oficio del caminante”, se acerca más a la visión del mundo de la poesía machadiana:

“Caminante son tus huellas

El camino y nada más.

…………………………

Caminante, no hay camino

Sino estelas en la mar” .

Los famosos versos de Machado hablan de lo efímero de la existencia humana y del mínimo rastro que esa existencia deja en el mundo. Los de Suárez encierran un nihilismo extremo en el tono general del libro y en especial en versos como los del poema “Vigilia”, ya que hay seres que entrecruzan sus miradas sin verse:

“ignorando lo que queda

a un costado de la vida” ”

Se habla de la imposibilidad del encuentro con el otro, y de no poder conservar siquiera una imagen vívida de nuestra propia existencia, de todo lo que fue nuestra vida. Estos gestos vacíos suman su sentido a la imagen titular del caminante, que define al yo lírico como alguien que no descansa, que no tiene morada donde llegar, y por tanto su vida es un viaje permanente, sin descanso, cuyo único final es la muerte.

Otros versos del poema “Vigilia” pueden enlazarse una vez más con los de Machado:

“No se pueden conocer los rastros

de las manos en el agua…”

Se transmite una vez más la imposibilidad de perdurar o dejar rastros, pero como el agua es además símbolo del inconsciente, esos dos versos pueden sugerir también la imposibilidad de bucear en nuestro mundo interior, de acceder al conocimiento de nosotros mismos.

En estos textos todo muere o conduce a la muerte y en los títulos de varios poemas del libro la muerte está presente. Se percibe una sensación de cansancio, de agotamiento, de hombres que se mueven sin rumbo en un paisaje gris, con hospitales, baldíos y desechos: ni el mundo de la naturaleza, que fue refugio para los románticos, ni el placer del sexo exaltado por algunos modernistas, pueden colmar la sed o calmar la ansiedad del caminante.

Hay seres encerrados entre cubos ahumados, que no dejan pasar la luz, metáfora de las construcciones de las grandes ciudades, donde millones de hombres trabajan como autómatas en prisiones de vidrio, sólo para sobrevivir.

”Todo está herrumbrado” dice el yo lírico en el poema

“Visiones”.

Es cierto que a momentos, el encuentro erótico del que se habla en varios poemas, parece dar una tregua al dolor y a la soledad, pero las almas se muestran entonces como desconectadas de los cuerpos, no se entabla una comunicación plena.

Las imágenes más logradas son imágenes que expresan

nostalgia de cosas perdidas, o que tienen una belleza amenazante:

“Un siniestro tulipán exhala su perfume

En el azul templado del aire…”

“Los días vacíos

no tienen tiempo de borrarse”

Un excelente ejemplo de lo que nos da el encuentro de la pareja humana aparece en el poema “Presagios”, en donde lo erótico no se limita simplemente al placer, pero el sentimiento es demasiado frágil:

“La afable ternura se desvanece

como una lágrima gigante…”

Y en el poema “Peregrino”:

“las piedras taponan la garganta

magullando las almas divididas…”

En “Matiz”, el hablante lírico afirma:

“Todo está listo

el último concierto

ha comenzado”

Hay en el libro y en especial en estos versos, una conciencia del acabamiento, de una vida ya vivida, que no tiene esperanzas ni expectativas.

El poema “Construir” se caracteriza por una brevedad concentrada que muestra una evolución estilística en la obra de Suárez, ya que en sus libros anteriores predominaban los poemas largos. El título funciona casi como un oxímoron con respecto al significado de los versos:

“Apretar la voz hasta el silencio

ver de qué manera se apaga

el cuerpo y la historia.

Hundir el clavo ardiente

en el centro mismo del corazón

y construir la calzada

hacia lo ignoto”.

La poética del desencanto se profundiza en este texto, la voz busca el no decir, para que el yo lírico sea un espectador silencioso de su propio dolor, y marca el punto culminante de la negación. Como en el final de la primera parte del “Martín Fierro” de Hernández, el cantor rompe su guitarra porque renuncia a la comunicación con los otros, el hablante atenúa su voz hasta el silencio.

Pero hay más; hemos transcripto completo el breve poema que condensa, creemos, el significado total del libro, y también sugiere algo nuevo: hay una intención de autodestrucción, de regodeo en el sufrir, “de hundir el clavo ardiente…”, como manera de dar el salto hacia lo que está más allá de los límites de la vida humana, pero que no se sabe qué es y a su vez, es lo único que queda por afrontar. Es como si el yo construyera su propia muerte en un solo gesto.

Si bien el sinsentido y la angustia existenciales son temas obsesivos del libro, “Oficio del caminante” no se agota en ellos. El yo lírico trasciende su circunstancia individual y en la sección del libro titulada “Límite” su mirada se vuelca hacia el mundo exterior y los horrores de las grandes ciudades que en la primera década del siglo XXI no han resuelto problemas como de la miseria y la marginalidad de una gran parte de sus habitantes.

Podemos decir que textos como “Letrina”, “Purgatorio” y varios que les siguen, implican una clara denuncia de la injusticia social que reina aún en el mundo.

La última sección de textos, titulada “Voz”, presenta en el poema “Caverna” el tema de la búsqueda metafísica de la verdad; hay en otros alguna alusión a temas mitológicos y autores antiguos que revelan la formación filosófica del autor, pero esos nuevos elementos de la serie final no encierran un cambio en los ejes que vertebran la totalidad de la obra, ni dejan entrever una cosmovisión más esperanzada.

El poema “Muerte” dice que:

“no valen la pena el recuerdo ni el olvido”

y los versos de “Sombras” presentan una de las imágenes más terribles y hermosas del libro, para mostrar el destino implacable del hombre:

“El ojo de la muerte es una gota de agua

que cae tozudamente pronosticando la noche”.

Silvia Prida

Montevideo, 19/ 7/ 10

 

 

SENCILLEZ FORMAL PROVISTA

DE UN VOCABULARIO PRECISO

 

No es necesario presentar a Victorio Suárez. Su consolidada trayectoria literaria, unida a la de crítico e impulsor de la revista Arte y Cultura, no precisa de muchos comentarios laudatorios. Desde aquellos tiempos en que dirigía el magnífico suplemento literario del diario Noticias, no ha dejado de figurar en el primer plano de las letras paraguayas. Ya en su primer trabajo publicado, Los fuegos del alba (1985), no dejó de deleitarnos con un oficio literario ejemplar y un conocimiento profundo del lenguaje poético, que como alguien dijo, “es un oficio más viejo que el oficio más viejo del mundo”.

Su nuevo trabajo lírico, Oficio del caminante, es un diálogo entre los sentimientos humanos y un entorno, casi siempre de la naturaleza. Ese diálogo suele traslucirse en indagación espiritual, dibujo de efectos interiores.

Bajo una aparente frialdad y una sencillez formal provista de un vocabulario preciso, Suárez nos transporta al impacto físico y moral de las situaciones. La oscuridad o el silencio tienen una explicación conceptual si se le aplica la razón sin perder la emotividad.

Si algo cabe decir sobre la poesía de Victorio Suárez es su afán por el riesgo. En ocasiones, hemos hallado en sus poemarios un fuerte rasgo de opacidad expresiva, donde ha sido necesario el esfuerzo del lector para su comprensión. La irracionalidad ha presidido su concepto creador, hasta el punto de generar un compendio de metáforas próximas al surrealismo y, en ocasiones, al absurdo, para mostrar las interioridades del universo imperceptible. Pero Oficio del caminante es un giro consciente en su trayectoria lírica. La expresión y la extensión se han simplificado. La metáfora, aun sin perder el riesgo, ha ganado en limpieza y en profundidad.

Nuestro autor ya no se conforma con esbozar su pensamiento: pretende comunicarse con el lector y establecer un diálogo fluido entre la palabra y su pensamiento.

De esta forma, nos transmite un desasosiego vital que es preocupación permanente en su poesía. Un vacío existencial movido por la banalidad de nuestra vida.

Versos como “Nadie intentó mirarse/ después de colgar sus sueños/ en el duro silencio de las estatuas” revelan la carencia de ilusiones provocada por la despersonalización.

Somos carne, pero ¿somos espíritu? Incluso el erotismo plantea dilemas de incertidumbre.

Las tres partes del poemario sugieren su contenido: “Presagios”, “Límite” y “Voz”. Lo mágico, lo tangible y la expresión. Pero, como expresa en “Interrogantes”, ¿por qué se agitan las voces en el viento? Si el lector desea saberlo, debe aprender el oficio del caminante después de leer y entender este poemario donde Victorio Suárez se muestra feliz entre las palabras.

José Vicente Peiró Barco

Valencia, España. 5 de julio 2010

 

Después de enterrar el

lenguaje de mis fantasmas

peregrinos, saltan del

pedernal aquellos fuegos

que aprendieron a sosegarse

ante la infinitud de las

oscuridades.

 

CONFIGURACIÓN

 

ENVOLTURA

Restauró su simplicidad de arena

y trató de entender los presagios

que anunciaron la vigilia.

Había inflamado los poros de la carne

pero las moléculas de existencia

resguardaron sus plataformas.

Latidos de furia voltearon el aire,

las estatuas cortaron su envoltura

hasta llenar de talco la mañana.

Las crónicas registraron el incendio

y en las calles arriadas de almas prisioneras

ninguno volvió a caminar como debía.

 

VIGILIA

No se pueden conocer los rastros

de las manos en el agua,

tampoco la lividez del vacío

cuando apenas queda

un soplo intencional

en la robustez perpendicular

de la tarde.

Presencias aclimatadas

cada fin de semana,

resplandor de ansiedades

y luego la vigilia.

Las miradas se entrecruzan

ignorando lo que queda

a un costado de la vida.

 

 

PORTEZUELAS

Las jornadas filtran sensaciones

que golpean las portezuelas.

Se ahogan los fogones

y el poniente no serena el alma.

Ya nadie responde.

La soledad llena los sitios

de inexorable vejez en los espejos.

 

 

INMOVILIDAD

No entendió el movimiento telúrico

y llegó a destiempo.

Había surgido en la cicatriz de un sueño

con pletóricos emblemas

que luego sellaron sus formas.

El clima ríspido del atardecer

no reanimó su pulso después del naufragio

y repitió sus pasos en las huellas

cuajadas del diluvio.

Tuvo que desatar el silencio

y cuando abrió los ojos recrudecieron

los principios fundamentales del aire

en la vieja inmovilidad del espejo.

 

AGUAS

Una apacible conjetura

arrugó su orgasmo negligente

en la clandestina humedad

de regresiones impenitentes.

Colmó el abandono

y fue espinoso rescatar

las fantasías que cayeron

de bruces en el alba.

Enladrillaron los orificios

de aquellas que desgajaron

los cauces de la memoria

y el silencio reabrió su espectro

en el vacío de las aguas.

 

CONFIGURACIÓN

La embriaguez del sueño

perfora el corazón

y una configuración de almas

desabrocha su rebaño de signos caídos.

El jugo vaginal

no alivianó el deseo en los recodos

entristecidos del silencio.

 

POROS

Las viejas historias tienen vida en un calendario

que se cuelga de la pared amarillenta de mi casa.

Son los días de antaño

que recorren como fantasmas

los poros vacíos de la carne.

 

 

VERTICAL

La voz flota en penitencias interminables

y se desdobla el rostro bamboleándose

en la perspectiva desamparada de las calles.

Con la agonía de los fantasmas

se deshojan los días

taladrando el humo indigente de la tarde.

Nada más que una caricia se espera

para redimir el mapa perpendicular

que se esfuma en bocanadas de eternidad.

 

 

MÉDULAS

En algún sitio lejano

se enturbia la mirada

como rosa de plomo.

Pero el vocablo sigue allí

anunciando que la vida

se derrumbó en la pasión.

Se añora la convulsión de la calle

donde siempre se regresa

a pesar del tufo introvertido

y las médulas desparejas de los días.

 

 

ROSA

Desembarca una rosa

en la portuaria tristeza de Buenos Aires

donde los carteles de ruta tienen lenguaje

de multitudes desvanecidas.

Partirá hacia algún sitio del viento

y grabará su color sobre cáscaras

de ciudades desprovistas.

La nube descolgará sus horas

y es posible que una mirada desentierre

la luz de su regreso.

 

 

CAMINANTE

El fuego lastima las alas

y enciende el viento.

Las ilusiones relucen su diamante

pero el silencio empalidece la ternura.

Es la infinita hipóstasis

que diseca la desembocadura.

Aún así

sospecho que alguien vendrá

para cambiar

el cuerpo equivocado

que aparece a mi lado.

 

 

ALMAS

Todo va llegando al mar

para morir.

Las almas quedaron vacías

y sobre la retirada del viento

se tuerce la impotencia

de un espacio sin luz.

 

 

PRESAGIOS

 

CARNALES

Enredado

entre cópulas carnales.

Cabalgando

sobre seres ausentes

se inflama el alma

en extraño ritual.

La historia se reitera

sin decirnos que estamos muriendo.

 

 

SOMBRAS

Mientras la claridad duerme

como un suspiro

dos sombras amasan

el sencillo ritual que plasma

su orgasmo de luz.

 

 

 

FANTASÍAS

 

He decidido dejar

el ritmo de una vida

con olor a vaginas.

He decidido ser

sólo un hombre

que vive en libertad

para llenar de fantasías

el elixir de la existencia.

 

 

PERDERSE

Perforar los huesos,

sentir el placer de los dioses,

bañar el corazón

y perderse

en las nubes eternas de una orgía

rezagada en un disfraz tradicional.

 

 

AUSENCIA

La sublime eyaculación del vértigo

derrama su caldo de hogueras

en el vértice de las almas amordazadas.

Un siniestro tulipán exhala su perfume

en el azul templado del aire

pero en los contornos perdidos

sólo responden

etéreas palomas de trigo.

 

 

INVISIBLE

Jamás lograron brotar los girasoles del alba

ni los perdigones desasieron sus alas

en el secreto añil de las costumbres.

Todo cambió en el meridiano

que advierte su ebullición de luz

en los disfraces que guarda el viento.

Tal vez se intuya la inhalación profunda

en las laderas del paisaje urbano

donde aparca una mirada distante.

Aunque muy cerca,

una ventana desprevenida

atrapa de manera imaginaria

la inmediación del arribo.

 

 

SIMPLEZA

Tal vez no valga la pena

dejar un beso antes de partir.

No es posible invadir un terrón

que acaba en agonía eterna.

Ecos de devoción muerta,

girasoles chamuscados,

una mano para el adiós

que comienza y acaba

en la simpleza de un pañuelo

bañado de desconsuelo.

 

 

DIOSAS

La complicidad resistió el silencio

y los retratos amarraron en la piel

su color de verano crujiente.

La casa había partido

desgarrando el viento.

Flores amarillas flotaron en la habitación

con un soneto conjetural de Borges.

Sin cellisca en la mejilla

él aparcó los miedos clandestinos.

Las fogatas peregrinas relucieron

y en los poros festivos del tiempo

las diosas volvieron para no morir.

 

 

 

VIRUS

 

Habita en el secreto del alma

como la noche que se cierra.

Su profundidad calcinada

intenta agrietarse en el fango rojizo

que destella sus luces de neón.

La multiplicidad vaginal de su envoltura

se parece al madrigal caído en cada orgasmo.

El crepúsculo matutino

cobija su silueta sobre las paredes.

Siempre golpean la puerta

y el viento que pasa con urgencia

rompe su cuerpo de estructural armonía.

Ella también sueña una boca perdurable,

lejos de la clientela heterogénea

que supura el riesgo

y la posibilidad cierta de retar

al virus de la muerte.

 

 

LÍMITE

 

FUEGO

La ternura es un sello de niñez

y atesora territorios taciturnos

de ardor emigrante.

Las aguas reflejan

las borrascas del infinito.

¿Quién expiró en el límite de un relato?

¿O es que ella regresará

para exhumar los besos

con filtración de fuego

en el éxtasis conjetural de la memoria?

 

PUERTAS

La contemplación desvaneció

confusos amagues peregrinos

y el amor produjo

sediciosas inflamaciones

en la onírica red del caminante.

Las puertas ya confiaron su futuro

al eventual predominio del óxido

que envuelve

los latidos estrechos del amanecer.

 

 

PEREGRINO

Esperan laminar los espacios

pero los orificios animaron

la vigilia abstracta del beso.

La mañana desploma su resplandor

y las piedras taponan la garganta

magullando las almas divididas.

Es posible que alguna vez

un gemido de placer

rescate el fuego peregrino

de la existencia.

 

 

LÍMITE

Uno no sabe en qué lugar queda

la pasión del beso que muere

entre lazos de fulguración y ternura.

Todos ignoran el límite

sólo Dios determina

las pulpas del misterio

que nos cubrirá con otros signos

en el crepúsculo incandescente.

 

 

DESTRUCCIÓN

La muerte es gloria.

Llena de júbilo el espíritu

se incrusta a la sonrisa

de coloraciones ocultas.

La expiación se traslada

hacia la irradiación

su influencia sosegada

aplasta la vida.

La muerte es eterna,

rellena de fulgor

las estaciones ignotas,

cubre de silencio

las contemplaciones humanas.

 

 

MORIR

Estoy viviendo mi destrucción.

Uno puede hablar de esto

sólo con uno mismo.

El vacío interior es quemadura

de nada.

Sólo espero olvidar todo

y refugiarme en algún sitio

para morir.

 

 

PURGATORIO

Bajo la luz cambiante del semáforo

la noche refleja el tono verde

el amarillo enfermo

y el rojo despiadado.

Los sitios de colores extraños empujan

la miseria arrinconada

en los brazos de una madre joven

que sostiene un niño

cargado de somnífero en el purgatorio urbano.

 

 

 

MARGINALIDAD

 

La tarde de verano despide fragancia

a empleaditas de tiendas que evaporizan ausencias.

Cada convulsión ensancha su silencio caluroso

y el humo de los colectivos traga los sueños

de los habitantes sin memoria.

Los mismos rostros desfilan bajo el cielo difuso.

Transitan y ceden el escenario a los cartoneros

de pestilencia madrugadora.

La oscuridad se llena de rufianes,

travestis y putas que asechan entre borracheras,

armas de fuego, droga barata, cuchillos y garrotes.

Es la marginalidad emblemática

que sacude los nudos noctámbulos de la ciudad.

 

 

INÚTILMENTE

Un incendio ahoga las retinas

y las palabras se mutilan esparciendo

sus esquirlas en las cavidades del alma.

La gente llora ante la inminencia de algo

que sacude inútilmente

aunque de golpe, como fajo de luz,

la voz de Dios abre todas las arterias

para decirnos que nada muere,

que todo continúa.

 

 

 

CÍRCULO

 

A veces hay sueños

que se desmoronan,

que se despedazan

hasta hacernos oler

el mismo círculo.

Entonces uno no sabe

si termina o empieza la vida.

A veces la sangre

tiene fulgor de luz

pero la desesperanza

camina en la carne que muere

cada día.

A veces los sueños

no son sueños

sino cristales itinerantes

en la larga agonía

de la espera.

 

 

 

INMINENCIA

 

No sé si he gimoteado

en la desazón de mis venas tumbadas.

De alguna forma morí con los ojos abiertos

ante el resplandor de la ciudad

y la tristeza de las calles.

Las estrellas alumbraron a lo lejos

el color de la ausencia

y me sentí solo en un territorio desconocido.

El aire se fue,

se me borró la cara

y lloré tanto cuando supe

la inminencia del diluvio.

 

 

BESTIA

Bestia deforme

succionada por los años.

Olor a nostalgias y baúles.

Manos arrugadas, pupilas muertas

ante la vida que fluye con pasión solariega.

Ojos con lágrimas tan antiguas,

sexo húmedo como una caverna

del paleolítico.

Senos hundidos en el moho.

Voz que apenas pronuncia alguna palabra.

Ya no eres de este tiempo

de vitalidad juvenil.

Perteneces a la muerte

que pasea sus sábanas negras

y su desprecio.

Ya no eres nada cuerpo viejo

que ahuyenta el beso y las caricias.

 

 

EXCREMENTO

Tanta baba viscosa en los ascensores

cargados de bostezos amargos.

Las momias escapan entre los dedos

como víboras magulladas a garrotazos.

Los cadáveres pasean sus pesados cuerpos

en los pasillos.

En ese lugar de petróleo y mierda

los huesos se espabilan

y huelen a gas licuado.

Quedaron allí cremados en gasoil.

Nunca sintieron el sol ni la lluvia

aunque se disfrazan detrás del arco iris

que cruza el río.

Son montañas de excremento

sobre perros hediondos y muertos.

 

 

MUERTOS

Desde el punto marginal se puede ver la calle

y la miserable turbulencia de la gente

rompiendo el silencio de la siesta.

Se estaciona en un sitio la ansiedad,

la boca copula en el viento y se burla

de la pequeñez que reina desde el primer piso

hasta el catorce.

Todo el edificio es una asfixia de simulaciones

de habitantes gordos que duermen sobre sus escritorios.

Engullen el presupuesto cada mes

y congelan sus sueños de terquedad animal.

Van y vienen los despreciables,

cada uno con su séquito de vampiros

que crujen vacíos y extraños

como si no hubiera pasado el tiempo.

Todos quedan empaquetados

en el mismo cajón se llavean,

no ven el sol ni les importa la lluvia

porque saben que ya están muertos.

 

 

INDEFINIDO

Los pulgares rebasan el meridiano

indagando las rancias

furias del alma.

Hay sueños

de irradiaciones indefinidas

antes del entusiasmo que resbala

sin deducir

cuánto duró el retorno.

Las bocas permanecieron vacías

y la intemperie exhaló su acidez

sobre el devastado dialecto del alba.

 

 

SUICIDIO

El irreversible viaje en un día claro.

El bote rompe las correntadas,

el cielo azul y el río arrastrado

hacia el mar.

Las manos se enredan

en la cuerda o en la piedra

que servirá de bálsamo.

La embarcación circunda.

El primer pie toca el agua,

ulteriormente el cuerpo

se hunde en la cresta espumosa.

Un disparo en la boca estimula la asfixia.

La sangre renuncia

y el alma yace en el vacío del muelle.

La carne fermentará para los peces

y los huesos se volverán polvo de agua.

 

 

VOZ

 

CAVERNA

Después de nacer

y entender

que somos parte

del mito de la caverna,

un buen día se palpa la luz

para sentir la urgencia

de meter las manos

más allá de la materia,

del oropel furtivo

y de la placenta

que rebota en el espejo

al miramos.

 

 

INVISIBLE

El viento inflama su esencia

en el sosiego de la tarde

y una piel instala el misterio

en las borrascas interiores.

Crepita la levedad del horizonte,

los pulmones cegados

fulminan los huesos

advirtiendo la vigilia del fuego.

 

 

INTERROGANTES

Recordando a Kleist, Zweig, Wherter,

Hemingway, Quiroga.

¿Por qué se agitan las voces en el viento?

Cada palabra es la imagen de uno

en los peldaños de la eternidad.

¿Por qué ahora circunda la misma película

con lágrimas de alpiste en la arena?

Enrique Von con su garganta quemada

por un tiro de revólver.

Stefan recostado en el Oriente

después de reventar su cabeza.

Goethe sosteniendo el cáliz de hierro

que usó Werther para beber la muerte.

Ernest y su escopeta

partiéndole dientes y glándulas.

Horacio tan lejos del amor

despedazando su vida para no volver.

Nadie entendió la luz doliente

de aquellos ojos suicidas

que acomodaron sueños y pañuelos de adiós

en el aire.

 

CASTIGO

En la tarde sin horizonte

la hiena emergió entre los libros para tragar el aire.

No le conmovió la luz de los fantasmas peregrinos

tampoco aquellos juglares de arena

en los espacios de sal.

Dejó una sonrisa hueca

y transitó hacia las laderas del crepúsculo.

Después de veinticuatro horas

la última semana de agosto

las azoteas exhibieron sus brillos

y el cielo recuperó su prolongada lucidez.

Miré desde arriba, los huesos de la hiena

se derritieron en la tierra.

Siempre supe que así terminaría

después de castigar a los espectros

que deambularon equivocadamente su territorio.

 

 

DESEO

Remozaron las manos

sobre una ventilación de pieles ausentes.

El sábado es una distensión que agrieta

sus estribos de malva y sueño.

Hay una expresión en el talón del aire.

Cinco amantes vestidos de amapola

se bambolean en la tarde

y unos muslos albinos exhalan su fragancia

desamarrando el desbocado deseo de la carne.

 

 

AMPARO

Para qué seguir viviendo

si la vida ya se me fue,

lo que queda después de tanto tiempo

es el firmamento que no es eterno,

el sol que no redime

y aventuras pasadas en el reino

de las anécdotas.

Qué importa si termina todo,

no amerita postergar el vuelo

y estirar los días con ansiedad cobarde.

Más allá del talco de fuego

llamea la libertad rotunda,

el aluvión que nutre las almas eternas

que peregrinan en el espacio.

Por algún motivo ya nadie quiso volver,

calzó mejor la transparencia que nunca acaba.

Queda mejor encubarse en la nada

y terminar bajo el eterno amparo de Dios.

 

 

ESPEJOS

Su cuerpo quebradizo, de cera purificado,

compacta su luz de bruñida ternura

y alumbra el abismo donde la piel cuelga su cansancio.

Los enjambres de sombras paralizan su pulso en el

mirador,

porque ella retrasa la hora del dolor,

empuja hacia la fiebre corporal,

comprime las bandadas de silencios,

electrifica la estructura animal de las extremidades,

niega un beso a la muerte,

enciende un fósforo ante la borrasca que retrocede,

rescata con su apariencia al moribundo.

Deja un sueño en el aire,

una señal extraña que arranca los pabilos del fango.

Despierta un deseo incurable en la envoltura de miel

que esconde sus baldíos.

Tiene nombre, pero se hizo fuego

que perdura en las latitudes rehaciendo los espejos.

 

 

ÍNDICE

PRÓLOGO

SENCILLEZ FORMAL PROVISTA

DE UN VOCABULARIO PRECISO

CONFIGURACIÓN

ENVOLTURA

VIGILIA

PORTEZUELAS

INMOVILIDAD

AGUAS

CONFIGURACIÓN

COSTILLAS

ESPÍRITUS

CUBOS

VISIONES

REDES

CRISTAL

HORIZONTE

SILENCIO

POROS

VERTICAL

COLMENA

MÉDULAS

COLUMNAS

TEMPLANZA

ROSA

ESPUMAS

CAMINANTE

ALQUITRÁN

RECORRIDO

CONGELADOS

EVAPORAR

INDEFINIDOS

ALMAS

ENTRELAZADOS

. PRESAGIOS

CARNALES

SOMBRAS

ASFIXIA

FANTASÍAS

INTACTAS

ENCUENTRO

PERDERSE

IRROMPIBLES

AUSENCIA

MIGRACIÓN

PLACIDEZ

DÍAS

MOTIVO

INVISIBLE

IMPREDECIBLE

RECODOS

PRESAGIOS

SIMPLEZA

DESASOSIEGO

ESTAR

DIOSAS

RETINAS

SONRISA

CALLE

ESTATUAS

VIRUS

INTEMPERIE

TRIÁNGULO

. LÍMITE

SIGNOS

FUEGO

CÓNCAVOS

PUERTAS

VOZ

PEREGRINO

ESPACIOS

ANÓNIMOS

LÍMITE

DESTRUCCIÓN

ESCENA

MORIR

ARROGANCIA

MATIZ

CONSTRUIR

AZUFRE

ARRUGADOS

LETRINA

PURGATORIO

ENMOHECIDAS

HOJA

GAZA

CENIZAS

TIERRA

MARGINALIDAD

INTOXICANTE

NATURAL

ENNEGRECIDOS

INÚTILMENTE

CÍRCULO

MIGRACIÓN

CARACOLA

OMBLIGO

INMINENCIA

BESTIA

EXCREMENTO

MUERTOS

LLEGAR

FERMENTO

LÁMINA

AZUFRE

CONCIERTO

ESTRÍA

INDEFINIDO

CASCARONES

SUICIDIO

. VOZ

CAVERNA

REMOS

HORUS

INVISIBLE

 
 
 

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