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LUIS VERÓN

  FORJADORAS DE CIUDADANOS - Artículo de LUIS VERON - Domingo, 26 de Junio de 2011


FORJADORAS DE CIUDADANOS - Artículo de LUIS VERON - Domingo, 26 de Junio de 2011

FORJADORAS DE CIUDADANOS

Artículo de LUIS VERON

Revista Dominical de ABC COLOR

Domingo, 26 de Junio de 2011

 

Indudablemente, las maestras más célebres de nuestro país fueron las hermanas Celsa y Adela Speratti. Pero como una de las características de los paraguayos es la injusticia, de muchas otras meritorias personalidades del magisterio nacional, sencillamente nos olvidamos, aunque sean igualmente merecedoras del reconocimiento de sus compatriotas.

Cronológicamente, la primera maestra paraguaya de la posguerra fue doña Asunción Escalada de Sosa. Fue la continuadora de la labor iniciada por su abuelo, el gran maestro de mediados del siglo XIX, Pedro Juan Escalada. De amplia versación, enseñó diversas disciplinas. La Guerra contra la Triple Alianza no fue óbice para seguir con su actividad docente. Siguió enseñando en una escuelita instalada en Atyrá. En la posguerra fundó la Escuela Central de Niñas, creada por la Municipalidad de la Capital. También participó de las manifestaciones ciudadanas de posguerra, tocándole importantes funciones en la reconstrucción nacional.

 



PIONERAS

Una gran maestra extranjera que inició sus labores poco antes de la Guerra de la Triple Alianza fue doña Dorotea Duprat de Lasserre, de nacionalidad francesa. Trabajó en Asunción, donde tenía una escuela denominada Academia de Niñas, en la que enseñaba primeras letras, labores y costura. Durante la Guerra de la Triple Alianza, fue una de las Residentas. Cayó prisionera de los brasileños en Espadín.

Destacada maestra fue, sin dudas, doña Rosa Peña de González. Asunceña, nacida el 30 de agosto de 1843. Estudió en Buenos Aires en el Colegio de Huérfanos de la Merced, donde obtuvo su título de profesora normal. Fue discípula del maestro Domingo Faustino Sarmiento y ejerció el magisterio en la Argentina. Al finalizar la Guerra de la Triple Alianza, pese a interesantes propuestas laborales, regresó al Paraguay a sumarse a la reconstrucción nacional. Se casó con Juan G. González, quien luego ejerciera la primera magistratura por el periodo 1890/94. Mediante su esfuerzo se crearon numerosas escuelas y el asilo nacional. Con don Atanasio Riera, fue la propiciadora —inclusive pagó los pasajes—, para que las hermanas Adela y Celsa Speratti se reintegraran al magisterio nacional.

La lista sigue con doña Rafaela Machaín de Guanes. Tenía apenas tres años cuando quedó huérfana de padre; este había sucumbido en la batalla de Tuyutí, el 24 de mayo de 1866, dejando una viuda con nueve hijos. Al finalizar la guerra, con su hermana Joaquina Machaín se afanaron en estudiar para poder solventar los gastos de su numerosa familia. Fue con su hermana una de las primeras maestras recibidas en el Paraguay. Años después, cuando nuevamente se cernían sobre la nación paraguaya las sombras de una nueva guerra, doña Rafaela se entregó al desafío de la hora. Con la experiencia acumulada de haber participado en numerosas comisiones benéficas, no escatimó esfuerzos cuando, por sus condiciones personales, fue electa presidenta de la Comisión Pro Patria María Auxiliadora, entidad en la que estuvo acompañada de expectables damas de la sociedad paraguaya y cuya sede era el Colegio María Auxiliadora, de Asunción. Para recaudar fondos, la comisión presidida por doña Rafaela organizaba conciertos musicales, puestas escénicas, etc.; así también propició la constitución de las madrinas de guerra. Ella misma fue madrina de dos Regimientos combatientes. Falleció en Asunción, el 1 de octubre de 1944 y se le rindieron honores oficiales.

De aquella época también fue doña Concepción Silva de Airaldi. Educacionista y declamadora asunceña. Estudió en la Escuela Normal de Maestras. Se graduó en 1898 y se dedicó al magisterio. Ejerció la dirección de la casa de estudios donde hizo su formación docente. Fue una activa animadora cultural.

 



LAS CONTINUADORAS

Recordada maestra, fallecida hace unas tres décadas, fue la paraguariense María Felicidad González, nacida en marzo de 1880. Siendo todavía niña, su familia se radicó en Asunción, donde realizó sus estudios en el Colegio Las Mercedes, teniendo como maestras, entre otras, a las hermanas Speratti. Agraciada con una beca del Gobierno, fue a estudiar en la Escuela Normal de Profesores de Paraná (R.A.), donde se recibió de maestra normal, en 1905, y de profesora normal, en 1907. Regresó al país en 1908 y ocupó la dirección de la Escuela Graduada de Encarnación. Fue, con el profesor Julio Frontanilla, fundadora de la Escuela Normal de Profesores de nuestro país. Publicó Misceláneas pedagógicas y artículos en revistas extranjeras. Durante la Guerra del Chaco actuó como enfermera. En 1943 fue inspectora de Escuelas Normales de la República, y en 1952, asesora técnica del Ministerio de Educación. Falleció en Asunción, el 17 de octubre de 1980.

Otra gran educadora y gastrónoma fue doña Raquel Livieres de Artecona. Asunceña, nacida el 9 de julio de 1881. Fue maestra normal y fundadora de la escuela asunceña de San Roque, donde enseñaba castellano y guaraní, en tiempos en que esto era casi un delito. También se dedicó a enseñar economía doméstica y primeros auxilios en colegios y academias. Durante la Guerra del Chaco, fue enfermera jefe de varios hospitales de sangre y miembro de varias entidades de servicio social. Se dedicó, además, a dictar conferencias, y sus amplios conocimientos culinarios de nuestro país, la llevaron a dedicarse a publicar el libro La cocinera paraguaya, obra que fue adoptada por el Consejo Nacional de Educación como texto oficial de las escuelas públicas del país, además de otros importantes libros de economía doméstica y de salud. Falleció en Asunción, el 23 de noviembre de 1951.

Otra Escalada en el magisterio nacional fue Emiliana Escalada, quien, además de docente fue farmacéutica e importante dirigente gremial de principios del siglo XX. Nació en Coronel Oviedo, en 1884, donde estudió y, desde muy joven ejerció la docencia. De esa época data su inquietud por defender a los desposeídos y oprimidos. De su pueblo natal pasó a la capital de país, donde prosiguió sus estudios en la Escuela Normal. Enseñó en varias instituciones educativas y dirigió la escuela General Díaz, de la que hizo una institución modelo. Escribió varios ensayos, publicados (Juicio sobre la educación, Educación de sexos, La mujer paraguaya, necesidad de su educación integral; Reseña histórica del movimiento feminista paraguayo, etc.), pero en los duros momentos de la dictadura stroessnerista, fueron destruidos. Fue una gran luchadora por la dignificación del maestro y representó al magisterio nacional en varios congresos internacionales. También tuvo una intensa participación en actividades políticas y conoció el exilio. Representó al Paraguay en el primer congreso internacional de maestros, realizado en Montevideo. Falleció el 29 de marzo de 1962.

De importante actuación en diversos escenarios fue doña Lidia Frutos Alderete de González. Quien, como doña Rosa Peña, además de maestra fue primera dama. Nació en San José de los Arroyos. Egresó de la Escuela Normal de Profesores N° 1 y usufructuó una beca de perfeccionamiento en Buenos Aires. Fue docente en el Colegio Internacional y en otras instituciones educativas de la capital. En un segundo viaje a Buenos Aires, realizó estudios universitarios y egresó como doctora en Filosofía. Casada con J. Natalicio González, fue primera dama de la nación. Un grave accidente le desfiguró la cara y, años después, acompañó a su marido en misión diplomática. Estudió Sociología y se doctoró en la Universidad de California. A la muerte de su marido, se suicidó en la ciudad de México, el 6 de diciembre de 1966.

En San Lorenzo, una gran educadora, como muchas de su generación, fue doña Clotilde Paredes. Se destacó en la docencia por su capacidad, profesionalismo y abnegación. Egresada de la Escuela Normal de Maestras, ocupó la dirección de la escuela que años más tarde se denominó España, en su ciudad natal. Desde 1916, año de su designación en su cargo, se hicieron sentir los efectos de su competencia y eficacia en el magisterio. Durante su dirección, la Escuela España adquirió la jerarquía de un verdadero Centro Cultural. En su pequeño teatro se llevaron a cabo veladas de verdadera calidad artística y cultural, como charlas, conferencias y recitales musicales. Con su temprana muerte, acaecida en 1931, la Escuela España cerró una etapa que con estricta justicia puede ser calificada como “la época de oro de la institución”.

Maestra y escritora fue Luisa Ríos Velasco de Caldi, nacida en Humaitá, el 10 de noviembre de 1902. Se recibió de maestra normal en la Argentina y ejerció la docencia durante muchos años en la capital del país, especialmente en escuelas nocturnas, cárcel de mujeres, correccional de menores y la escuela de ciegos. Durante la Guerra del Chaco fue enfermera. Fue autora de comedias escolares y escribió poesías y compuso canciones.

Maestra de alma fue Elida Ayala de Collados, quien además de educacionista, estudió Medicina, luego Derecho e Historia, además estudió Musicología, profesorado de Danzas clásicas y modernas, Artes plásticas y Canto. Colaboró con varios periódicos locales y extranjeros, e integró un plantel de maestros voluntarios que daban clases de alfabetización de adultos en plazas y talleres y barrios humildes.

Otras destacadas maestras, entre muchas otras, son: Edelmira González de Almeida, luqueña, directora durante más de tres décadas del Colegio Nacional de Niñas (1946-1981), y Celia Arias Correa, encarnacena, quien fue catedrática en las escuelas normales y de comercio. Secretaria interina del Ministerio de Educación, realizó cursos de especialización en la Universidad de Columbia, EE.UU., además de visitar centros educativos de varios países europeos. Fue supervisora General de Escuelas y directora técnica de Educación en el Servicio Cooperativo Interamericano de Educación.

 



MÁS QUE MAESTRAS

También se dedicaron a estos menesteres, maestras como Inés Enciso Velloso, nacida en Ypané, quien además fue prestigiosa abogada, una de las primeras mujeres en esa profesión. Además de catedrática en varios centros educativos, fue asesora jurídica del Ministerio de Industria y Comercio, de la Administración Nacional de Electricidad y promotora de los derechos de la mujer. Fue la primera mujer en ocupar un escaño en la Cámara de diputados.

Destacada actuación tuvo doña Beatriz Mernes de Prieto, formada, además del Colegio de la Providencia, en Inglaterra. Durante la Guerra del Chaco fue fundadora de hospitales de sangre, directora de la primera Escuela de Enfermería y continuadora de la obra de don Manuel Riquelme, como directora del Secretariado Paraguayo de Niñas. En 1943 fundó y presidió la Institución Cultural Amparo a la Mujer.

Una maestra muy especial fue doña Angela Artigo de Hornug, quien se preocupó por los alumnos excepcionales, dedicándose a la enseñanza de sordomudos. Maestra multifacética fue doña Azucena Zelaya, declamadora, actriz y poetisa. Fundó la Escuela de Arte Julio Correa y los clubes de arte de escuelas de Asunción y de varias ciudades del país. En su ancianidad, fundó una escuelita en San Lorenzo, donde ejerció su actividad hasta el fin de sus días, el 29 de junio de 2000. También desaparecida hace unos años, fue la profesora Vitalina Páez Ibarra. De reconocida trayectoria, trabajó en numerosas instituciones educativas del país. Fue decana de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad Católica y tuvo ocasión de dirigir la institución en los años bravos de la dictadura stroessnerista. Como vicerrectora de la UCA, impulsó la renovación curricular de las facultades de la universidad, la actualización permanente del cuerpo docente y la renovación de los estatutos y la orientación de las unidades pedagógicas de dicha casa de altos estudios.

Importante papel le cupo desarrollar no solo en el país, sino en la Argentina a la profesora Isabel Llamosas de Alvarenga. Enseñó, desde su fundación en la Escuela Artigas y, en una ocasión salvó del fusilamiento a dos alumnos suyos, obteniendo el indulto presidencial. Representó al Paraguay en la Convención del Magisterio Internacional Americano. Fue fundadora de la primera escuela de la Cárcel Pública. En 1938 fundó el patronato de menores “Paula Albarracín de Sarmiento”, de Posadas. Falleció el 6 de marzo de 1983.



 

No son las únicas,

pero en ellas representamos a las centenares de forjadoras

de ciudadanos paraguayos

en los dos siglos que lleva de existencia el Paraguay.  

 



 

En San Lorenzo, una gran educadora,

como muchas de su generación,

fue doña Clotilde Paredes.

Se destacó por su abnegación, profesionalismo y capacidad.

 

 

 

26 de Junio de 2011 - www.abc.com.py

 

 

 

 

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