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LUIS VERÓN

  UN RARA AVIS EN ASUNCIÓN (MARCEL PAILLETE) - Por LUIS VERÓN, ABC COLOR - Domingo, 18 de Noviembre del 2012


UN RARA AVIS EN ASUNCIÓN (MARCEL PAILLETE) - Por LUIS VERÓN, ABC COLOR - Domingo, 18 de Noviembre del 2012

UN RARA AVIS EN ASUNCIÓN

MARCEL PAILLETE

 

Por LUIS VERÓN, ABC COLOR.

 

El domingo 24 de noviembre se cumplirán 100 años del primer vuelo a motor registrado en nuestro país y que estuvo a cargo del aviador francés Marcel Paillette. Poco después, un paraguayo tomaba la posta y hacía historia, Pettirossi. Desde entonces, una rica historia se desarrolló en los cielos de nuestro país, inclusive con su cuota de heroísmo.

 

El Farman de Paillette en plena preparación para realizar su primer vuelo en Asunción./ ABC Color

 

Marcel Paillete, el aviador francés que llevó como primer pasajero a don Carlos Sosa.

El presidente Eduardo Schaerer fue el primer jefe de Estado

suramericano en remontar vuelo en un avión, hace un siglo./ ABC Color

 

Siglo XX fue una centuria de grandes e impactantes cambios tecnológicos y de actitudes y mentalidades en todo el mundo. En nuestro país, un hecho sin precedentes tuvo lugar a poco de iniciarse la segunda década de dicho siglo: se realizó el primer vuelo de aviación en territorio nacional.

Para conmemorar el 42.º aniversario de la jura de la Constitución Nacional y dentro de las celebraciones del Centenario de la República –que no pudo realizarse el año anterior por la conmoción política imperante–, fue contratado por el Gobierno el aviador francés Marcel Paillette.

 

 

El avioncito -más parecido a una pandorga- utilizado por Paillette en sus vuelos

fue traído al Paraguay en el vapor Berna, en noviembre de 1912./ ABC Color

 

En el vapor Berna, en noviembre de 1912./ ABC Color

 

 

Paillette había llegado a la Argentina en diciembre de 1910 y tuvo importante actuación en formación de la incipiente aeronáutica argentina. Las noticias de sus vuelos trascendieron las fronteras, por lo que fue contratado para realizar novedosos vuelos como parte de los festejos patrios de 1912.

La prensa, desde días antes del arribo del piloto francés, se hacía eco de tan llamativa noticia, como puede leerse en un artículo firmado por Carlos Peña, del 19 de noviembre de 1912, bajo el título de “La aviación en el Paraguay”:

“Como ya es del dominio público, nuestras próximas fiestas patrias (se refería al aniversario de la Jura de la Constitución de 1870) se verán brillantemente coronadas con el concurso del más hermoso, genial y atrevido invento de la humanidad: el aeroplano.

“Sin duda alguna, tan hermoso número de estas fiestas será al mismo tiempo que de gran novedad, un exponente de cultura, hasta hoy desconocido entre nosotros, como que el encierra la más alta concepción de la evolución humana.

“El pájaro mecánico con sus enormes alas, esclavo de la mano del hombre que lo dirige y domina para arrebatar a las águilas y los cóndores sus dominios, para lanzarse al espacio, ansioso de mayores horizontes y surcando voluntariamente en todas direcciones, ya remontándose hasta perderse de vista de la Tierra, ya bajando hasta tocarla y posarse suavemente en ella, ha dado la prueba más grandiosa de la justicia y de los merecimientos del título que orgullosamente lleva de rey de la creación.

“Para tan poderoso monarca, con tan dilatados feudos, faltaba esta vía procelosa y llena de veleidades,  creada hasta no hace muchos años imposible de dominar y a la cual su pensamiento había dirigido siempre sus pasos, sacrificando en aras de tan voraz y ansioso mito innumerables de sus exploraciones del menos pesado. Icaro fantástico, víctima de su audacia, nos da la revelación primera del hoy real y dominador aeroplano, como también nos hace concebir la idea de que los hombres desde los tiempos remotos han pensado a la conquista aérea.

“Y verdaderamente, esto es efectivo, pues siempre, en todos los tiempos y en diferentes países, ha habido tentativas de ello, fracasados todos, hasta el momento de que hace seis o siete años, solamente se daba el primer modesto vuelo mecánico, registrándose oficialmente en Francia, a la vez que justamente puede llamarse la madre de la aviación, en cuyo regazo este invento, ayer nomás en pañales, ha hecho los más portentosos adelantos, desde el momento en que se le ha tomado como un factor poderoso del progreso del mundo.

“El problema aéreo es hoy un hecho indiscutiblemente resuelto, prueba de ello son sus grandes progresos y los raids asombrosos que hoy se ejecutan.

“Tendremos pues la satisfacción de rendir los honores que debemos a tan hermoso producto del trabajo y la inteligencia humana y debemos sacar de ello el mayor provecho que este invento está destinado a traer consigo un cambio radical en todos los órdenes de las cosas”.

El 21 de noviembre de 1912, a bordo del vapor Berna, llegó el aviador francés Marcel Paillette trayendo su avión Farman, con que, días después, surcaría orondamente los cielos asunceños. Marcel Paillete había nacido en El Havre, en el seno de una familia de fabricantes de cerveza. Estudió pilotaje, recibiéndose en el Aero Club de Francia. Había venido a Suramérica, realizando exhibiciones en el Brasil, la Argentina, Chile y Uruguay. En la Argentina y el Uruguay instruyó a los primeros pilotos de esos países.

El avión que Paillette trajo al Paraguay fue una versión similar al Farman, pero modificado según sus indicaciones y con base en su experiencia. Acompañado del constructor del aeroplano, Edmundo Marischal, el 23 de noviembre empezó a armar el aparato en los bajos del edificio del Cabildo, desde donde remontaría vuelo el 25 de noviembre de 1912, en adhesión de la fiesta patria de la Jura de la Constitución.

Durante toda la mañana del domingo y bien entrada la tarde, Paillette, el constructor Marischal y sus mecánicos se afanaron por poner en condiciones de vuelo el “pájaro verde”. Nos imaginamos la cantidad de curiosos que habrán seguido esos trabajos.

 

Quien durante sus vuelos habrá contemplado un paisaje similar al de la foto/ ABC Color

 

 

EL PRIMER VUELO

“Debía experimentarse la marcha del motor, que aún no había sido probado”. A eso de las 17 del 24 de noviembre, el zumbido estrepitoso e interminable del motor y su hélice llegó hasta el público expectante. Una vez revisado prolijamente el motor y el resto del aeroplano, el piloto ocupó su asiento y –según publicaciones de la época– “empuñando la palanca de dirección de su máquina hacía marchar su motor, y una vez que este alcanzó la fuerza necesaria, dio la voz de ¡lachez tout!”. “El público en estos momentos, en un estado de nerviosidad especial, prorrumpió en aplausos y gritos de ¡Hurra! al aviador”.

En realidad, el vuelo del domingo 24 de noviembre fue un vuelo preparatorio. El espectáculo principal debía realizarse el lunes 25. Dice la crónica periodística, siguiendo paso a paso aquellos momentos históricos e iniciales de la aviación en el Paraguay: “De las cercanías del ‘hangar’ o galpón donde se halla el aparato salió el piloto, primero en dirección al puerto, pues a los 40 metros en tierra hizo un viraje, dirigió rectamente al río elevándose majestuoso antes de llegar a él. La larga espera de ver ese aparato desconocido hendir los aires y la admiración lógica despertada al ver al hombre–pájaro venciendo al menos pesado trajo consigo un verdadero delirio del público que no cesaba de aplaudir y manifestar su admiración.

“En este momento, el mágico aparato con su intrépido tripulante parecía un símbolo de nuestra patria que emprende también la carrera del progreso y toma impulso pata levantarse a la altura de sus ensueños”, decía entusiasta el cronista.

Según la crónica, “el aviador se dirigió hacia el centro del río y después hizo un viraje hacia el Este yendo a virar al terminar la bahía para volver nuevamente al hangar después de un corto vuelo de 4 o 5 minutos”, en medio de la ovación general.

Así, aquel breve viaje preparatorio se convirtió en el primer vuelo tripulado a motor en cielos paraguayos. El aviador francés quiso comprobar personalmente el funcionamiento de su aparato para el acto principal del día siguiente. Paillette no estuvo muy contento con el comportamiento del motor, por lo que se tuvo que hacer una exhaustiva revisión. Hizo un segundo vuelo, recorriendo la bahía, pasando a la orilla opuesta y realizando numerosos vuelos sobre la ciudad, incluyendo un “vol piqué” sobre la Plaza de Armas, ante los asombrados espectadores, que prorrumpían en frenéticos aplausos y exclamaciones de admiración.

El día 25, lunes, se inició con una salva de 21 cañonazos y un multitudinario acto frente al monumento de la Libertad. Posteriormente, en las últimas horas de la mañana se llevó a cabo un solemne Te Deum en la Catedral, al que siguió un lunch en la sede del Congreso Nacional. Desde el día antes, una abigarrada multitud se llegaba a la ciudad por todos los medios: carruajes, carretas, a pie… Los vagones del ferrocarril descaraban su anhelante carga humana, que venía a sumarse a la festividad patria y azuzada por la posibilidad de ver al pájaro mecánico surcar el cielo capitalino.

A eso de las 16:30, Paillete sacó su avión del hangar y, ante la expectativa general de un multitudinario público, empezó sus vuelos, alcanzado grandes alturas: durante 15 minutos, se elevó a unos entre 500 y 600 m, para luego bajar a unos 300 m sobre la ciudad, haciendo un “vol piqué” frente al Congreso, que causó verdadera sensación: “Paillette, audaz e intrépido, absoluto conquistador del aire, ha venido a recoger aquí la salutación que el pueblo paraguayo debía rendir a la manifestación más hermosa del genio humano”.

El martes 26, Paillette realizó varios vuelos, llevando consigo a temerarios y audaces pasajeros. El primero de ellos fue el doctor Carlos Sosa, subsecretario de Relaciones Exteriores, quien de esa manera se convirtió en el primer ciudadano paraguayo en experimentar un vuelo en avión. Otro dignatario que se decidió a volar fue el mismísimo presidente de la República don Eduardo Schaerer, pero una imprevista tormenta obligó a Paillette suspender el vuelo y postergarlo para otro día.

 

Presidente Eduardo Schaerer Vera y Aragón

 

 

PRESIDENTE VOLADOR

El señor Schaerer estaba decidido a convertirse en el primer presidente paraguayo (y de Suramérica) en volar en avión. De esa manera también se convertiría en el primer gobernante suramericano en hacerlo y uno de los primeros del mundo. Para el efecto, en la tarde del miércoles 27, Paillette puso a prueba su avión, realizó un vuelo preparatorio de 10 minutos, tras lo cual se posó su aeroplano en la improvisada pista y recogió al presidente, con quien remontó vuelo, dirigiéndose hacia la quinta Caballero, voló sobre la bahía, pasó frente al Palacio de Gobierno, al Palacio del Congreso, sobrevoló la casa del ilustre viajero (Palma y Ayolas) y, después de 14 minutos de viaje, aterrizó nuevamente, cuando ya empezaba a oscurecer.

De esa manera, la aviación, a través de aquel “rara avis”, inauguró su presencia en cielos paraguayos hace 100 años. Poco después, un compatriota –el paraguayo Silvio Pettirossi– asombraría a sus coetáneos con sus destrezas (Marcel Paillette falleció en la Argentina, donde se radicó, a principios de la década de 1960).

 

En la fotografía se lo ve -derecha- en compañía de Bartolomé Cattaneo -izquierda-,

piloto italiano, cuando este visitó Buenos Aires./ ABC Color

 

El avión de Paillette sobrevolando los tejados del Palacio de Gobierno./ ABC Color

 

LA AVIACIÓN EN EL PARAGUAY

Luego del vuelo inaugural de Marcel Paillette en noviembre de 1912, la historia de la aviación en el Paraguay continuó con la toma de posta a cargo del paraguayo Silvio Pettirossi, quien obtuvo su brevet de piloto en Francia, en febrero de 1913. Al año siguiente vino al país, donde realizó numerosas acrobacias y fue bautizado por la prensa como el “Rey del Aire”. Después de las hazañas de estos pioneros, empezó a soñarse con dotar al país con una fuerza aérea propia y, así, en 1915 fue creado el Aéreo Club Paraguayo, presidido por el propio Pettirossi, con el propósito de secundar la acción del Estado y estimular la iniciativa privada a favor de la aviación.

Pero no fue sino hasta principio de la década del 20 que la aviación paraguaya fue tomando cuerpo. En 1921, el Ministerio de Guerra y Marina creó una Escuela de Aviación Militar y, en esos años, durante la revolución chirifista tuvieron lugar las primeras escaramuzas aéreas en territorio paraguayo y americano.

A fines de la década del 20 fue consolidándose la aviación en nuestro país, especialmente con los vuelos de la Compañía Aeroposta Argentina, filial de la Compañía General Aeropostal Francesa.

La aviación nacional tuvo importante papel en los días de preguerra y durante el conflicto bélico chaqueño. Durante dicha guerra, se creó la Dirección General de Aeronáutica.

En 1937, el Gobierno paraguayo concesionó el servicio de transporte de pasajeros, correspondencia y carga a una empresa aérea norteamericana, la que, a cambio, construyó un aeropuerto comercial en un terreno cedido por el Gobierno e inauguró un servicio de vuelos semanales con aviones DC-3 uniendo Asunción-Buenos Aires, Foz-Curitiba-São Paulo y Río de Janeiro con conexiones a Miami. En la década de 1940, con la construcción de la primera pista de superficie dura pudieron operar los DC-4 e inclusive se realizaron operaciones nocturnas.

Posteriormente, el aeropuerto fue incorporado al patrimonio del Estado con el nombre de Aeropuerto Internacional de Asunción y en 1952 se creó la Administración Nacional de Aeropuertos Civiles. El aeropuerto asunceño fue abierto al tráfico aéreo internacional.

En la década del 60 fueron creados Lloyd Aéreo Paraguayo S.A. y Líneas Aéreas Paraguayas (empresa estatal) para realizar servicios de transporte aéreo internacional. En 1980 se inauguró una nueva y moderna terminal aérea al norte de la antigua, a la que hace unos años se denominó “Silvio Pettirossi”. En 1996 fue habilitado el Aeropuerto Internacional “Guaraní” en Ciudad del Este.

 

 

 

 Fuente: REVISTA DOMINICAL DEL DIARIO ABC COLOR

Domingo, 18 de Noviembre del 2012

Fuente digital: www.abc.com.py

 

 

 

 

 

 

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