LA CALLE HABLA, ABDO NO ESCUCHA

Por ALFREDO BOCCIA PAZ

  galiboc@tigo.com.py

La calle ya venía emitiendo señales de malhumor e insatisfacción. Sin dinero en el bolsillo y sin expectativas optimistas, la gente se deparó de golpe con que la soberanía nacional era negociada con tufo antipatriótico. Mario Abdo pudo zafar de ese escándalo, aunque sin quedar indemne. Le debía un gran favor a su principal adversario político. En realidad, quedaba a su merced.

Frágil como un cristal, su Gobierno salió de la crisis acuciado por la necesidad de demostrar que habría un cambio de rumbo para recuperar la credibilidad. Estos son los momentos en los que se imponen sustituciones de ministros y colaboradores, como símbolos tranquilizadores del inicio de un nuevo tiempo. Pero seis semanas después, Marito no hizo nada relevante. Su falta de respuesta enérgica dejaba la impresión que no calibraba muy bien el nivel de descontento callejero. Debería saber que los termostatos del Palacio de López y de Mburuvicha Róga están ajustados para marcar varios grados menos que los que se sienten rejas afuera.

Y entonces el Comando Vermelho consuma el operativo rescate de Samura, un narco menos mediático que Jarvis Pavão, pero probablemente el jefe más importante que teníamos preso. A las sensaciones precedentes se agregó el dolor por la muerte de un joven comisario. Y el miedo. Todos estamos indefensos ante la sobrecogedora evidencia de la asimétrica relación de estructura y planificación entre los delincuentes y la Policía. Atentados de esta magnitud generan turbulencias para cualquier Gobierno. Pero llama la atención que el presidente y su ministro del Interior hayan recibido tantas manifestaciones de rabia.

Aquí hay un primer punto de análisis. Todos los mandatarios anteriores sufrieron episodios parecidos en los que quedaba al desnudo la vulnerabilidad de un Estado agrietado por la corrupción y la impunidad. Durante el mandato de Cartes, por ejemplo, ocurrieron episodios de violencia superlativa propiciados tanto por el EPP como por el crimen organizado. La diferencia está en que muy pocos creían que un juicio político al presidente fuera la solución. Y ahora hay muchas voces reclamando que se vaya Marito. Esto es un signo elocuente de la debilidad con la que gobierna.

Un segundo aspecto tiene que ver, una vez más, con la reacción de Mario Abdo. Ante un problema de inseguridad, cambia a su ministro de Agricultura. La noticia cayó pésimamente en los gremios vinculados a la vida agrícola que le harán la vida imposible a un ministro que no conoce nada del tema.

En aras de la supervivencia, Marito envía un patético mensaje de sumisión a Horacio Cartes. Solo que, mientras ellos dirimen sus pujas partidarias internas, el futuro de este país agroganadero queda a la deriva. Su otro anuncio fue la utilización de fuerzas militares en tareas policiales. Pocos temas generan tan escaso consenso como este. Lo rechazan militares y policías, lo objetan juristas y políticos, requiere una enmienda constitucional y la discusión llevará una eternidad. En suma, una tontería.

¿Resistirá Marito hasta el final? La calle se hace esa pregunta. Aunque todos saben que, por ahora, sí. Por lo menos mientras esté un liberal en la línea de sucesión.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

www.ultimahora.com

Sección OPINIÓN

Sábado, 14 de Septiembre de 2019

ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA

(Hacer click sobre la imagen)