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ALFREDO BOCCIA PAZ

  UNA KAMIKAZE CON PARACAÍDAS - Por ALFREDO BOCCIA PAZ - Sábado, 12 de Marzo de 2022


UNA KAMIKAZE CON PARACAÍDAS - Por ALFREDO BOCCIA PAZ - Sábado, 12 de Marzo de 2022

UNA KAMIKAZE CON PARACAÍDAS

 

Por ALFREDO BOCCIA PAZ

 

@mengoboccia

Hasta hace unos días era poco conocida. Se llama Élida Favole y es la jefa de prensa del Ministerio Público.

Sus tuiteos fueron noticia pues, sin nombrar a nadie en particular, acusó a legisladores de tratar de someter a juicio político a la fiscala general, Sandra Quiñónez, para evitar la difusión de fotos, audios y videos que evidenciarían su conexión con el narcotráfico.

El tenor de sus afirmaciones tiene un estilo entre desordenado y chismoso: “Y circula un audio sobre otro ministro. Si la relación narco nos dejó perplejos... este a mí me dejó tumbada, porque hay personas que uno dice… no, él nunca haría algo deshonesto. Y así nos va. La ciudadanía desprotegida ante una clase política dispuesta a destruir el Estado”.

Élida escribe con la desaprensiva soberbia de quien conoce datos que son inaccesibles al resto de la población y que, advierte, estarían a punto de ser divulgados. Son cosas que se leen todos los días en las redes sociales, donde el ñe'êrei es habitual. El problema es que cuando esas amenazas provienen de nada menos que la directora de Comunicación de la Fiscalía General del Estado su significado es diferente.

Se trata de alguien que, por las características de sus funciones, efectivamente tiene acceso a información sensible, confidencial, que debería ser manejada con las reservas institucionales de la investigación y con la seguridad del respeto a las garantías constitucionales. Por eso –y solo por eso– sus dichos generaron tanto escándalo.

Cuando la reacción estalló, Élida intentó justificarse de un modo infantil: Sostuvo que sus publicaciones son independientes de la institución y fueron hechas a título personal, en su rol de periodista. Porque, pequeño detalle, Élida también trabaja en uno de los medios de prensa del cartismo. Aquí surgen algunos problemas. Élida parece muy poco profesional, pues desconoce el deber inherente al cargo que ocupa en el Ministerio Público, un órgano con autonomía funcional y administrativa, que representa a la sociedad ante los órganos jurisdiccionales.

Si ella posee audios que involucran a parlamentarios y ministros, tiene la obligación de hacer una denuncia formal. Un chisme amenazante en redes sociales demuestra un alto nivel de irresponsabilidad.

Peor aún: Ella no debería ocupar ese cargo por incompatibilidades éticas y jurídicas. El Código de Ética del Sindicato de Periodistas del Paraguay señala expresamente que “es incompatible el ejercicio simultáneo de la labor de periodista con relaciones públicas, portavoces o asesoría de prensa en el mismo sector donde se realiza la cobertura”. Puede que la ética le importe poco a Élida, pero también la Ley de la Función Pública y la Ley Orgánica del Ministerio Público le prohíben realizar otro trabajo, a excepción de la docencia.

Es ilógico pensar que Élida haya actuado con notable torpeza, desconociendo los límites propios del cargo que ostentaba. Hace demasiado tiempo que trabaja allí, tiene experiencia y conocimiento. No, Élida sabía lo que hacía. Si decidió atropellar de modo tan temerario, si se jugó a fondo, arriesgando consecuencias pesadas para defender a su jefa, fue porque le habían encomendado una misión aparentemente suicida.

Estaba cumpliendo órdenes. Fue leal a la amiga, a la correligionaria que pasaba por momentos difíciles, acechada por un juicio político en ciernes. Sabría lo que vendría: Una “desautorización” de la fiscala general y un “sumario administrativo” que terminará en el oparei. Élida no será castigada, será recompensada por su audacia, pero lo que a ella le suceda es poco relevante. Es un personaje menor en esta historia.

La cuestión de fondo es que queda la sensación de que, en una acción desesperada, ella fue utilizada para coaccionar un poder del Estado. El método elegido fue de principiantes, pero la acción fue bárbara. Es de Sandra Quiñónez de quien hay que hablar, no de la irrelevante Élida. Ella parece muy valiente, casi un kamikaze. Pero con la seguridad de que el sumario no le hará daño. Un kamikaze con paracaídas. Así, cualquiera.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

www.ultimahora.com

Sección OPINIÓN

Sábado, 12 de Marzo de 2022

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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