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HARRIS GAYLORD WARREN

  REVOLUCIÓN PARAGUAYA, 1936-1940 - SEGUNDA PARTE (Obra de HARRIS GAYLORD WARREN)


REVOLUCIÓN PARAGUAYA, 1936-1940 - SEGUNDA PARTE (Obra de HARRIS GAYLORD WARREN)

ASPECTOS POLÍTICOS DE LA REVOLUCIÓN PARAGUAYA, 1936-1940

SEGUNDA PARTE

Obra de HARRIS GAYLORD WARREN

 

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REVOLUCIÓN PARAGUAYA, 1936-1940 - PRIMERA PARTE

Obra de HARRIS GAYLORD WARREN

 

 

ASPECTOS POLÍTICOS DE LA REVOLUCIÓN PARAGUAYA, 1936-1940

SEGUNDA PARTE

Aquella concesión permitió el control internacional del camino mientras se buscaba el arreglo final de la disputa, (89) pero Franco esperó hasta junio para dar la orden de retirarse a los comandantes del Chaco,  (New York Times, 14 de junio de 1937)  y sin tener ninguna seguridad de que la obedecerían. Sus temores estaban bien fundados: irritado por las disputas febreristas; molesto por la orden de retroceder y alentado por una constante agitación liberal, el ejército se rebeló. Tropas del Chaco al mando del teniente coronel Ramón Paredes se unieron a la guarnición de Concepción para marchar sobre Asunción. La guarnición de Campo Grande se les unió el 13 de agosto de 1937,  (91) y el 15 de agosto el doctor Félix Paiva reemplazaba a Franco en calidad de presidente provisorio. (New York Times, 16 de agosto de 1937. El gabinete de Franco entonces se integraba con Juan Stefanich, Ministro de Relaciones Exteriores; Germán Soler, Ministro del Interior; Emilio Gardel, Ministro de Hacienda; Pedro Duarte Ortellado, Ministro de Salud; Arístides Rivas Ortellado, Ministro de Guerra y Marina y Guillermo Tell Bertoni, Ministro de Agricultura. Stefanich, Renovación y liberación, p. 291)

El régimen febrerista, que Stefanich se empeñaba el considerar el mejor desde 1870, (93) había terminado en lo que a primera vista parecía una restauración liberal. (Aquel golpe marcó la hegemonía del ejército en la política paraguaya, una situación que habría de prolongarse por varias décadas. Félix Paiva (1877-1965), presidente provisorio de 1937 a 1939, tuvo dificultades con los militares. (N. del T.))

Al verse dispensado de la carga de dirigir la política exterior paraguaya, Stefanich dio conferencias y escribió libros para explicar los diversos aspectos de la Revolución Febrerista y para exponer la filosofía política que llamó democracia solidarista. En su opinión, el febrerismo y la democracia solidarista eran idénticos: "En los campos de batalla se unificó el pensamiento político de la Revolución [...] Del Chaco venía madura la conciencia del Paraguay Nuevo, proclamado y pregonado durante todo el periodo encendido de la preguerra por los heraldos del pensamiento nuevo". (94)

La democracia solidarista supone que el liberalismo de los siglos dieciocho y diecinueve es inadecuado para satisfacer las necesidades modernas. (95) Una y otra vez, Stefanich expresa en sus escritos esta idea, que no es particularmente nueva, y propone como solución una filosofía política básica que trata de modernizar la democracia para liberarla de sus cadenas y limitaciones históricas, y para hacerla "ponerse a tono con el ritmo del mundo, con los problemas contemporáneos y con el acento inmortal y dominante del siglo en que vivimos". (96) En esa democracia, "deben ir unidos en un nexo orgánico común los extremos más altos del pensamiento americano: por un lado, el realismo sociológico fundamental de Alberdi y el idealismo político y estético de José Enrique Rodó; el universalismo principista y pacifista de Wilson y el ideario americano, democrático y popular de nuestros Libertadores, sin olvidar las duras experiencias de dolor y de sangre de nuestra formación republicana y el veredicto irrevocable de nuestras realidades políticas, sociales, regionales e históricas". (97)

El objetivo básico de la democracia solidarista pareciera ser la creación de un Gobierno en el cual convivan armoniosamente los individuos y los grupos naturalmente interdependientes. El hombre nace libre y solidario; es libre pero dependiente. (98) Es miembro de una familia, una municipalidad, una raza, una nación, una región, un continente, y de la humanidad. (99)  Cada una de esas entidades tiene sus derechos, (100)  y la democracia solidarista los reconocerá y protegerá a nivel nacional mediante el Gobierno y a nivel internacional mediante una organización mundial. (101) Los nuevos derechos del hombre comprenden la justicia social y económica; el trabajo remunerativo; las condiciones mínimas de vida; la paz interior e internacional; y la dirección del Estado en asuntos económicos, políticos, morales y espirituales. (102) Los nuevos derechos deben agregarse a los tradicionales derechos del hombre, proclamados por la democracia del siglo diecinueve. Las naciones, razas y continentes tienen tanto derecho a la "vida, libertad, igualdad, prosperidad, al bienestar y felicidad, como el individuo". (103) Una organización mundial debe tener una constitución democrática, "libertad para todos los hombres, naciones, razas y continentes; libre auto determinación para toda sociedad humana; soberanía inviolable para todas las naciones; [... ] igualdad de las naciones, razas y continentes; justicia igual para todas las naciones; justo equilibro de los poderes, privilegios e influencia en el concierto internacional". (104)

Lo que Stefanich propone no es la democracia liberal, porque su sistema propone demasiadas restricciones y deja demasiado poco espacio para el individualismo; pero el autor tiene el derecho a considerarlo una forma de democracia si lo prefiere. Los críticos del programa febrerista - una breve tentativa de imponer una democracia solidarista diluida en el Paraguay- lo tacharon de dictadura totalitaria. Tenían razones para ello, puesto que Stefanich proponía unir los mejores elementos del fascismo, comunismo, nacional socialismo y democracia en un nuevo sistema, aunque suprimiendo los peores aspectos, que consideraba excesos nazis, (105) y reafirmando la protección de la libertad individual (106) y la libertad para la sociedad. (107)

La democracia solidarista difiere del totalitarismo principalmente en su planteamiento. El totalitarismo coloca al Estado en primer lugar y somete al individuo .a un patrón que subordina sus libertades e incluso las niega; el solidarismo reconoce esas libertades, y trata de conciliarlas con los derechos colectivos o de los grupos. Naturalmente, al hacerlo se corre el peligro de que los derechos personales puedan ser ignorados hasta el punto de dejar de existir. Si tal cosa sucede, el Estado culpable será totalitario, no solidarista; en el mejor de los casos será autoritario, aunque la diferencia -si existe- es mínima.

Aunque los liberales paraguayos mostraron poca simpatía por Juan Stefanich, algunos de ellos han adoptado actitudes que se acercan mucho a la democracia solidarista, o al menos admiten la necesidad de cambios importantes. Justo Pastor Benítez, un destacado escritor liberal, distingue cuidadosamente las diferencias ente el liberalismo americano y el europeo, y rinde homenaje a los logros de ambos en América Latina: libertad de prensa, abolición de la esclavitud; reformas legales; registro civil; secularización de los cementerios; educación laica; reforma electoral, etc. Pero Benítez afirma que al liberalismo "le faltaba un contenido concreto económico y social" porque desconfiaba de la acción del Estado "necesaria para promover y para controlar la iniciativa individual", y llega a la conclusión de que se requiere una adaptación y no una renuncia al liberalismo. (108) Juan José Soler va aún más lejos en la aceptación de la democracia solidarista admitiendo que el control y regulación de las libertades han progresado desde que la "individualista libertad del pasado" ha cedido lugar a "la libertad social y solidarista de nuestro tiempo". (109) El mundo de posguerra, afirma,

debe elegir entre la democracia y el comunismo, pero la democracia de posguerra será muy diferente de la anterior a la Segunda Guerra Mundial, y se caracterizará por la mayor intervención del Estado en las cuestiones económicas y la mayor fuerza del Poder Ejecutivo. (110)  Aquellos hombres difícilmente hubieran podido escribir de otra manera en vista de la asombrosa vitalidad que mostró el febrerismo durante los gobiernos de Estigarribia y su sucesor, Higinio Morínigo.(111)

El Gobierno provisorio del doctor Félix Paiva no pudo ganarse el apoyo de ciertos grupos de veteranos, estudiantes y fuerzas armadas. Esos grupos, creyendo que los liberales maniobraban para restablecer su viejo sistema conservador, se rebelaron el 7 de septiembre de 1937 bajo la dirección del teniente Julio Jara y el coronel Federico W. Smith. La revuelta tuvo una orientación febrerista porque exigía la vuelta de Franco al poder. (112)

Franco tomó el avión en Buenos Aires, se enteró de que el golpe había fallado, y regresó al exilio. (New York Times, 9 de septiembre de 1937)  El siguiente cuartelazo tuvo lugar en Concepción el 2 de noviembre, pero se declaró el estado de sitio, las tropas del Chaco permanecieron leales, y la revuelta terminó con el control de la situación por Paiva. (New York Times, 3 de noviembre de 1937)

Mientras tenían lugar aquellos acontecimientos, el general Estigarribia estaba de gira por el Brasil, la Argentina y el Uruguay. (115)  Se lo invitó a regresar después de la exitosa contra revuelta del 13 de agosto, pero no fue antes del 9 de febrero de 1938 que desembarcó en Asunción para recibir una calurosa bienvenida. (116) El presidente Paiva lo mandó luego a Washington, una misión interrumpida por el viaje a Buenos Aires para firmar el tratado de paz del Chaco el 21 de julio de 1938. Estigarribia regresó a Washington y negoció exitosamente un préstamo norteamericano. (117)

Los liberales, conscientes de que necesitaban un héroe para unir su partido, decidieron incorporar a Estigarribia, sólo nominalmente liberal; como director de El Diario, Juan José Soler propuso su candidatura.(118)  La convención liberal del 4 de marzo de 1939 nombró candidatos a Estigarribia y Luis A. Riart.(119) Aparentemente, los colorados estaban listos para tomar parte en la elección pero -según un autor liberal-, sabiendo que un partido liberal unido podía ganar fácilmente, provocaron el incidente que llevó al arresto de unos pocos colorados. Usando el hecho como excusa, se abstuvieron de votar y los liberales no tuvieron competidor en la votación. (120)

La toma de posesión de Estigarribia del 15 de agosto de 1939 prometía otra nueva era para el Paraguay. Desafortunadamente, los elementos discordantes no se habían reconciliado, las pasiones políticas se avivaban de nuevo,(121) y las huelgas amenazaban con paralizar la economía nacional. Una corriente revolucionaria, herencia de la guerra, recorría el país. Las huelgas de estudiantes, la exaltada prensa de la oposición, las crisis de gabinete y el descontento militar presagiaban una anarquía inminente. (122)  Estigarribia controlaba la situación o era desplazado por una nueva revolución; decidió gobernar y el Congreso lo ayudó. Cuando los liberales los urgieron a aceptar una representación en el Gobierno, los colorados exigieron la renuncia del Congreso como primera condición. Los parlamentarios liberales presentaron su renuncia al directorio del Partido. Un comité bipartidario, nombrado para llegar a un acuerdo equitativo, recomendó un programa de cinco puntos: disolución del comité electoral y formación de uno nuevo con participación colorada; nueva inscripción de los votantes; renuncia del Congreso liberal; elecciones parlamentarias y una nueva ley electoral que dispusiera la representación proporcional. (123) También se llegó a una decisión reservada: Estigarribia debía asumir la totalidad del poder después de la renuncia del Congreso, aunque quizás los colorados no estuvieran enterados de ello. El Congreso renunció en bloque el 17 de febrero de 1940, el cuarto aniversario de la revuelta febrerista, y al día siguiente Estigarribia asumió poderes dictatoriales. En una proclama emitida el 18 de febrero, el presidente anunció:

Después de seis meses de ímprobos esfuerzos para hacer efectivo el ideal constitucional, tan caro a mi corazón de hombre del pueblo, debo confesar con honda pena que la perturbación política, en vez de aquietarse, ha llegado a un grado que amenaza con degenerar en anarquía social y que los arbitrios constitucionales son impotentes para salvar la paz de la Nación. [...] El país está al borde de una anarquía espantosa. [...] La democracia debe dejar de ser exclusivamente política para ser también económica y social. [...] Necesitamos nuevas formas jurídicas y nuevos vínculos de solidaridad para matar la anarquía y para realizar el progreso del país de acuerdo con el más puro nacionalismo dentro del marco de una nueva democracia reformadora y realista. [...] He resuelto proclamar la tregua política. [...] Proclamo la necesidad de perfeccionar nuestra democracia. (124)

El nuevo dictador actuó enérgicamente. Una comisión de juristas dirigida por el venerable doctor Cecilio Báez redactó una nueva constitución en consulta con Estigarribia y otros dirigentes. (125) Estigarribia reabrió la universidad, aumentó el capital del Banco de la República, impulsó las obras públicas, consolidó la deuda flotante, estabilizó el cambio de la moneda, comenzó una reforma municipal, equilibró el presupuesto (126)  y dio el apoyo necesario a un programa agrario. (127) También imitó a Franco al emitir en junio un decreto ley que restringía a la prensa y controlaba la propaganda; la libertad de prensa absoluta -decía el decreto- es un atributo de las mentes juveniles. (128)  Un biógrafo de Estigarribia afirma que "nadie fue perseguido por sus opiniones políticas", (129) pero existen pruebas de lo contrario. (130) La propaganda oficial, publicada gratuitamente por la prensa controlada, proponía un Nuevo Paraguay en términos que identificaban a Estigarribia con la democracia solidaria preconizada por los febreristas: las formas políticas deben cambiarse; el Estado debe intervenir para resolver los problemas políticos, sociales y económicos; los intereses nacionales deben tener precedencia sobre los intereses individuales. (131) También se podría decir, por otra parte, que la democracia solidarista y el Nuevo Paraguay de Estigarribia eran dos formas de Estado de bienestar y que ninguna de ellas se derivaba de la otra.

La nueva constitución, publicada el 10 de julio de 1940, fue ratificada por plebiscito el 4 de agosto y promulgada once días después. (132) En su explicación del documento, Estigarribia se valió de ideas expresadas en la proclama del 18 de febrero. El marco de Gobierno establecido por la Constitución de 1870 era demasiado inoperante para resolver problemas y enfrentar situaciones críticas. "La presente reforma", anunció el Presidente, "se refiere más a la organización que al contenido; seguiremos siendo una república democrática representativa en conformidad con nuestra auténtica tradición". (133)  El objetivo de la nueva ley fundamental no era instaurar un Estado totalitario sino un régimen democrático perfecto.

El Paraguay necesita una constitución más genuinamente suya, sin desmedro de los principios cardinales de la democracia americana consignados en la Constitución de Filadelfia y la ConstituciónArgentina de 1853, y adoptados por nuestro país en la Constitución de 1870 a causa de un gran desastre [... ] La nueva Carta dota al Poder Administrador de una mayor amplitud de funciones en homenaje al bien general y no en beneficio de personas, partidos o clase social alguna. Busca un Poder Ejecutivo fuerte pero no despótico; a mayor responsabilidad deben corresponder más amplias posibilidades para afrontarla. (134)

El Estado moderno no debe ser un simple gendarme, sino un medio para regular y defender a la sociedad. Los intereses económicos, conflictos de clase e ideologías diversas requieren un Ejecutivo fuerte, eficiente y respetado: "el Poder Ejecutivo asume en nuestra época la mayor responsabilidad en el Gobierno de un país. A veces no hay tiempo ni oportunidad de deliberar, cuando los problemas golpean en las puertas del Gobierno pidiendo soluciones". El Congreso, por lo tanto, debe ser un colaborador legislativo en vez de un foro político recalcitrante e inefectivo. El Poder judicial debe seguir desempeñando su rol histórico y es el poder del Estado que menos modificaciones necesita; los códigos civil y comercial requieren una readaptación; los tribunales deben ser una zona neutral en la cual se protejan los derechos individuales.(En la exposición de motivos de la Constitución de 1940 aquí comentada, se mencionan como innovaciones de la Constitución la creación del Tribunal de Cuentas y el principio de que los magistrados judiciales deben ser inamovibles, en vez de durar cuatro años en su funciones y ser confirmados (o no) con cada cambio de gobierno. (N. del T.))

 El viejo Congreso no era realista: el Senado era nada más que una segunda Cámara de Diputados reducida en número, no un cuerpo representativo de los estados o provincias, como en una república federal. Para ejercer un control sobre la Cámara, y para actuar como intermediario entre los poderes legislativo y ejecutivo, se creó el Consejo de Estado. En el viejo sistema había demasiadas elecciones, demasiada incitación a la anarquía que creó "una clase de políticos profesionales que no son precisamente los estadistas que necesita un país". El nuevo documento prescribe elecciones generales cada cinco años, y así desalienta el caudillismo. Protege las tradicionales libertades del hombre, pero sin ponerlas por encima de la sociedad; no las suprime como en un Estado absoluto sino que las mejora con salvaguardas contra la anarquía. La iniciativa privada debe controlarse en un país como el Paraguay. "A la organización política debe darse un nuevo curso. Es menester sustituir la teoría clásica del equilibrio absoluto de los poderes por la más moderna de la especialización de las funciones, sin perjuicio de los frenos y contrapesos, tan caros a los constitucionalistas del siglo pasado". (135)

Un breve examen de la Constitución de 1940 revela su carácter revolucionario en forma más detallada. (136) Los dieciocho artículos de la primera sección no contienen nada revolucionario, excepto las disposiciones de que a los ciudadanos se les puede exigir que desempeñen cargos públicos, los contratos y condiciones de trabajo están sujetas a control estatal, y los monopolios están prohibidos. (137) La sección siguiente, que trata de los "Derechos, Obligaciones y Garantías", limita ciertos derechos tradicionales. Los habitantes del país gozan de libertad de prensa "siempre que se refiera a asuntos de interés general" [artículo 19], una limitación que puede significar la pérdida de esa libertad. La propiedad privada de la tierra puede limitarse por ley [art. 21]. Todos los hogares paraguayos deben "asentarse en un pedazo de tierra propia", y todos los habitantes deben ganarse la vida con su "trabajo legítimo" [22]. Se prohiben las publicaciones anónimas [31] y el "Estado fiscalizará y reglamentará la organización, el funcionamiento y las actividades de las agrupaciones o entidades de carácter público" [32]. (138) En la sección "Nacionalidad y Ciudadanía", se niega el derecho al voto a todo "soldado, cabo de línea, sargento, guardia nacional o policía" [40]; el voto es obligatorio para todos los demás ciudadanos a partir de los dieciocho años, y puede perderse -entre otras razones- por "atentar directamente o participar en cualquier tentativa contra la independencia o seguridad de la República" [41]. (139)

La sección titulada "El Poder Ejecutivo" exige que el Presidente haya nacido en el Paraguay, tenga cuarenta años y sea católico. El periodo presidencial es de cinco años, y se autoriza la reelección por un segundo periodo. El Presidente ejerce el patronato religioso con el Consejo de Estado y la Cámara de Representantes. Puede declarar estado de sitio, durante el cual tiene poderes extraordinarios. Puede disolver la Cámara o el Consejo de Estado, y emitir decretos leyes cuando la Cámara esté en receso; sin embargo, esos actos deben someterse posteriormente a la aprobación del Congreso. Puede ordenar la reubicación de los pueblos. No hay vicepresidente. (140)

El Consejo de Estado un trust de cerebros oficial compuesto por los ministros del Poder Ejecutivo, el rector de la Universidad Nacional, el arzobispo del Paraguay, "un representante del comercio, dos representantes de las industrias agropecuarias, un representante de las industrias transformadoras, el Presidente del Banco de la República, y dos miembros de las Instituciones Armadas". Entre otros deberes, el Consejo constituye un tribunal para el enjuiciamiento de los miembros de la Corte Suprema de Justicia. (141) Un Congreso unicameral cumple la función legislativa. El Congreso se elige cada cinco años en una proporción de un diputado por cada 25.000 habitantes. Un detalle especial es la elección de suplentes, en número de un tercio de los titulares, en las votaciones regulares. El cuerpo se reúne todos los años.  (142) Los artículos referentes al Poder Judicial y sus enmiendas no son particularmente radicales. (143)

Aunque Juan Stefanich hubiera sido el primero en negarlo, la nueva constitución marcó la culminación de la revolución empezada el 17 de febrero de 1936. A los febreristas se les impidió llevar a cabo la reforma, pero el golpe de Estigarribia del 18 de febrero de 1940 permitió una realización parcial de sus objetivos; el triunfo de la democracia solidaria bajo el patrocinio liberal debió haberle dado a aquel filósofo una satisfacción especial.

Por oposición a lo aceptado generalmente en el extranjero, los paraguayos insisten en que la nueva Constitución no estableció el totalitarismo en el Paraguay porque, aunque hubiera dado al Ejecutivo más poderes que la Constitución de 1870, también estableció salvaguardas adecuadas para proteger al ciudadano. (144)  Incluso los liberales tradicionales reconocían la necesidad de una democracia económica y social para complementar la democracia puramente política vigente -al menos en la teoría- hasta aquel momento. "La intervención del Estado [.. . ] no es una teoría sino una necesidad en los países de poco desarrollo capitalista e industrial. (145)

Es materia de especulación el rumbo que hubiera tomado esa revolución nacionalista bajo la dirección de Estigarribia. Pero Estigarribia murió al caer el avión que lo llevaba a un sitio de recreo dominical el 7 de septiembre de 1940, (146)  y asumió la presidencia provisoria el general Higinio Morínigo.( Higinio Morínigo (1897-1983) fue algo más que presidente provisorio, pues estuvo en el poder desde septiembre de 1940 hasta junio de 1948, cuando altos jefes militares le exigieron que se retirara. Entre junio de 1948 y noviembre de 1949 pasaron por el Palacio de Gobierno Juan Manuel Frutos, Natalicio González, Raimundo Rolón, Felipe Molas López y Federico Chaves. (N. del T.)) A él le tocó demostrar en los ocho años de su Gobierno que ni el Paraguay había alcanzado la estabilidad política ni la revolución había alcanzado una etapa verdaderamente constructiva.

No debe descartarse apresuradamente la evaluación histórica del febrerismo de Stefanich, para quien hubo "tres grandes revoluciones" en la historia del Paraguay. La primera fue la Revolución de los Comuneros de la primera mitad del siglo diecisiete, una explosión de democracia "contra el absolutismo colonial y la primera manifestación vigorosa de una conciencia nacional paraguaya en formación". (147) La segunda fue la de la Independencia, la afirmación del Paraguay "como democracia republicana". La tercera fue la revolución febrerista por la "restauración moral y material de la nación; su emancipación mental, espiritual y económica, y su liberación integral”. (148) Aunque no se lo completó de ninguna manera, parece evidente que el programa febrerista está muy lejos de perimido. A causa de él, los liberales y colorados conservadores se vieron obligados a reflexionar sobre los problemas del latifundio, el bienestar social, los derechos del trabajador, el colonialismo económico, el transporte y la ampliación de las oportunidades para la educación. Es posible que ya se hayan planteado las soluciones para los males económicos y sociales, pero la superación real de los mismos no será una realidad hasta que no se ponga fin al faccionalismo salvaje y a las luchas partidarias que han aquejado la vida política paraguaya por medio siglo.

 

(89). Stefanich, Renovación y liberación, p. 220.

(91). Artaza, op. cit., p. 191.

(93). Stefanich, Renovación y liberación, p. 5.

(94). Stefanich, El Paraguay nuevo, p. 57.

(95). Stefanich, El mundo nuevo, p. 123 y El Paraguay nuevo, p. 65.

(96). Stefanich, El Paraguay nuevo, p. 13.

(97). Ibíd., idem

(98). Ibíd., pp. 71-72; El mundo nuevo, p. 75.

(99). Stefanich, El Paraguay nuevo, pp. 19-20.

(100). Stefanich, El mundo nuevo, pp. 2-27, 51-55.

(101). Ibíd., p. 11. Stefanich reconoce su deuda con muchos autores, incluyendo G. L. Duprat, Leon Burgeois, Paul Boncour, Gasten Richard y Leen Duguit (Ibíd., pp. 77-94).

(102). Ibíd., pp.140-41. Un extenso comentario de los "nuevos" derechos se ofrece en las páginas 163-91.

(103). Ibíd., pp. 44-45, 70; El Paraguay nuevo, pp. 73-74.

(104). Stefanich; El mundo nuevo, pp. 200-201.

(105). Stefanich, El Paraguay nuevo, pp. 103-104.

(106). Stefanich, El mundo nuevo, p. 22.

(107). Stefanich, El Paraguay nuevo, p. 103.

 (108). Benítez, El solar guaraní, pp. 95-99.

(109). Soler, Hacia la unión nacional, pp. 167-68.

(110). Ibíd., pp. 181-82.

(111). Sobre la administración de Morínigo, ver Harris Gaylord Warren, Paraguay, An Informal History (Norman, 1949), pp., 331-53.

(112). New York Times, 8 de septiembre de 1937; Azara, op. cit., p. 193.

(115). Benítez, Estigarribia, el soldado del Chaco, p. 137.

(116). Ibíd., pp. 141-43.

(117). Ibíd., pp. 146-49.

 (118). Soler, op. cit., pp. 69-71.

(119). Benítez, Estigarribia, el soldado del Chaco, p. 157.

(120). Artaza, Ayala, Estigarribia y el partido liberal, pp. 193-95. 121.      Ibíd., p. 193.

(122). Benítez, Estigarribia, el soldado del Chaco, pp. 162-63.

(123). Artaza, op. cit., pp. 195-96. El comité estaba integrado por dos colorados y cuatro liberales.

(124). Citado por Benítez, Estigarribia, el soldado del Chaco, pp. 164-7. Stefanich ha comentado los actos de Estigarribia breve y severamente: "Incapaz de comprender el fenómeno social y político de transformación de su país, trató de mantener el viejo régimen; y cuando notó que iba a precipitarse con él en una caída definitiva, tomó el camino de la dictadura, sumiendo al país en la aberración de un totalitarismo sui generis". (La diplomacia de la revolución, p. 35.)

(125). Benítez, Estigarribia, el soldado del Chaco, pp. 181-182.

(126). Ibíd., pp. 169-70.

(127). Bulletin of the Pan American Union, LXXXV (N° 2, febrero de 1941), p. 87.

(128). Carlos Borche, Campos de concentración en América (Montevideo, 1945), p. 108.

(129). Benítez, Estigarribia, el soldado del Chaco, p. 170.

(130). Borche, op. cit., p. 164.

(131). José Antonio Pérez Echeguren, Relieve y categoría de larevolución paraguaya (Asunción, 1940), pássim.

(132). Benítez, Estigarribia, el soldado del Chaco, pp. 183.

(133). Constitución de la República del Paraguay (Asunción, 1940), p. 5.

(134). Ibíd., pp. 6-7.

(135). Ibíd., pp. 6-11.

(136). El documento se divide en diez secciones de 94 artículos.

(137). Constitución, artículos 1-18.

(138). Ibíd., artículos 19-32. Los cinco artículos restantes de esta sección no son de particular interés.

(139). Ibíd., artículos 38-44.

(140). Ibíd., artículos 45-58.

(141). Ibíd., artículos 62-66.

(142). Ibíd., artículos 67-76. Los artículos 77-79 tratan de la "Formación y Sanción de las leyes".

(143). Ibíd., artículos 80-94.

(144). Soler, Hacia la unión nacional, p. 197.

(145). Benítez, El solar guaraní, p. 34.

(146). Benítez, Estigarribia, el soldado del Chaco, pp. 200-202.

(147). Stefanich, La restauración histórica del Paraguay, pp. 6-7. Ibíd., p. 7.

(148). Ibid., p. 7.

 

 
Fuente:

Edición e introducción de

THOMAS L. WHIGHAM y JERRY W COONEY 
Traducción: GUIDO RODRÍGUEZ ALCALÁ
Editorial Servilibro,
Dirección Editorial : VIDALIA SÁNCHEZ
Página web: www.servilibro.com.py
Asunción, Paraguay  - 2008 (394 páginas)





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