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ROBERTO PAREDES RODRÍGUEZ

  LOS COLORADOS Y LA TRANSICIÓN (Obra de ROBERTO PAREDES)


LOS COLORADOS Y LA TRANSICIÓN (Obra de ROBERTO PAREDES)

LOS COLORADOS Y LA TRANSICIÓN

Obra de ROBERTO PAREDES

Diseño de tapa

arte final: Cayo Amarilla

Queda hecho el depósito que marca la ley.

Asunción – Paraguay

Febrero de 2001 (203 páginas)

 

 

PRÓLOGO

El libro "LOS COLORADOS Y LA TRANSICIÓN" es una obra de mérito por el rescate de hechos no siempre conocidos y que influyeron sobre el futuro de nuestra atribulada nación.

El autor con toda objetividad señala las causas fundamentales que dieron motivo a la formación de los sectores en disputa.

La sucesión en la casa de López separó a los republicanos. Con la caída de Federico Chávez, el 4 de mayo de 1954, surgían dos corrientes en el partido: por un lado, Epifanio Méndez Fleitas, líder natural, por prestancia, elocuencia y talento, mas cuyo protagonismo personal, sin un estado mayor civil, se malogró. Sus ideas renovadoras del agrarismo alertaron a los prósperos ganaderos alistados en los registros partidarios.

El sector conservador del ala democrática, por otro lado, liderado por el arquitecto Tomás Romero Pereira, Rigoberto Caballero, Raúl Peña, Jorge Bernardino Gorostiaga comenzó a inquietarse por el acercamiento de Epifanio Méndez Fleitas a la cúpula militar, comandada por el general Stroessner El artillero, conocedor de la estrategia, fue preparando su consolidación con los jefes tradicionales del partido. El error de Epifanio sería la falta de un estado mayor civil que lo secundara.

El 21 de diciembre de 1955 la incógnita fue despejada. Los amigos militares del sensitivo escritor, fueron desplazados de las principales unidades castrenses. Quedaba Stroessner sin competencia, y pronto monopolizaría el poder

El autor nos recuerda que desde 1959 Stroessner tuvo que soportar otra división, el MOPOCO, cuyo jefe visible, el Dr. José Zararías Arza, llamó a hacer oposición al no tolerar la dictadura que estaba imponiendo Alfredo Stroessner Así, el estratega de Itapúa barrió del escenario político al influyente Méndez Fleitas, después le siguieron Mallorquín, Lovera, San Martín, el talentoso Osvaldo Chaves y otros jóvenes. La represión fue violenta. Los jefes de la tercera edad, Zacarías Arza y Florentín Peña fueron al exilio.

En 1959, al desarticular a sus opositores, el criollo alemán-vasco impone su mando y afirma su autoridad en el ejército, en el partido y en el Poder Ejecutivo. La conjunción de gobierno, partido y Fuerzas Aunadas constituyeron la base de su dictadura por 35 años. Refiriéndose a esta integración, el autor lo define como un pacto cívico-militar que sustentó un régimen de signo inequívocamente autoritario y represivo, en el contexto de la "guerra fría" = disputa entre el bloque socialista del Este europeo y el mundo "occidental y cristiano".

La guerrilla de 1960 importada de la Argentina sacrificó a valiosos jóvenes paraguayos que pretendían reeditar los éxitos de la Sierra Maestra. El ejército, el partido y el gobierno estaban con un sólo objetivo: defender la estabilidad del régimen de Stroessner y reprimir vio-lentamente a los opositores revoltosos. Chororó, hoy general Eugenio Alejandrino Garay, sepultó a centenares a de revolucionarios con la inhumana represión del ejército y la policía.

En 1977 se convocó a una Convención Nacional Constituyente para modificar un artículo de la Constitución del 67 y posibilitarla reelección de Stroessner sin limitación; se imponía el vitaliciado del general presidente. El hecho de violentar la opinión de algunos jefes políticos republicanos comenzó a promover una tenue reacción.

Los fieles a Stroessner formaron el movimiento liderado por el "cuatrinomio de oro", a cargo de los ministros Sabino Augusto Montanaro, Adán Godoy Giménez, J. Eugenio Jacquet y el secretario privado de Stroessner, Mario Abdo Benítez.

"La división dio lugar a una feroz lucha, cuyo desenlace tuvo lugar el 1° de agosto de 1987, cuando en convención ordinaria, los "tradicionalistas" "fueron literal mente despojados de todo poder en el seno del partido". La pugna alentó la aparición de varios movimientos internos:

1. El Tradicionalismo, con la jefatura del Pro f: Dr. Juan Ramón Chávez y el Prof. Dr. Luis María Argaña, y el apoyo militar del general Andrés Rodríguez, comandante de las Fuerzas Militares.

2. El movimiento militante, leal al presidente Stroessner; con el famoso "cuatrinomio de oro".

3. El Movimiento de Integración Colorada, con la dirección del Dr. Edgar L. Ynsfrán.

4. El Movimiento Ético y Doctrinario, a cuyo frente aparecía el Ing. Carlos Romero Pereira, hijo del desaparecido Arq. Tomás Romero Pereira.

5. El Movimiento Nacional Patriótico, a cargo del Dr. Leandro Prieto Yegros; que seguía leal a Stroessner pero distanciado de los "militantes "' y

6. Los contestatarios, la mayoría exiliados, con la conducción del Dr Waldino Ramón Lovera, quien había recogido la bandera del incorruptible Dr. José Zacarías Arza.

La reelección de Stroessner no fue tolerada por la mayoría del partido. La dictadura estaba cuestionada dentro y fuera del país. Los días de Stroessner en el escenario político, estaban contados.

La opinión pública y la crítica internacional prepararon el ambiente psicológico para tal derrocamiento. La noche del 2 de febrero y la madrugada del 3 decidieron el cambio esperado. Triunfante el golpe de Estado surgían dos candidatos para asumir el Poder Ejecutivo: el cuestionado general Andrés Rodríguez y el ex presidente de la Corte Suprema de Justicia, Prof. Dr Luis María Argaña.

El ejército impuso su candidato y el 3 de febrero de 1989, a la tarde, cruzaba la banda presidencial el acusado jefe militar. Desde ese momento se vuelve a impulsar otra división. Argaña, con el gran sector tradicionalista y los adictos a las otras corrientes.

Años después, la división se ahonda con la convocatoria a elecciones generales para designar al Presidente de la República y a parlamentarios. En la convención previa habían pugnado Luis María Argaña y Juan Carlos Wasmosy, cuya candidatura fue forzada por la cúpula empresarial. Triunfó el Dr. Argaña por 27 mil  votos, más los intereses creados del entonces presidente Rodríguez y su entorno desconoció la victoria electoral del Dr. Argaña y renovó arbitrariamente el Tribunal Electoral del Partido. Finalmente, como se esperaba, le dieron el triunfo al ingeniero Wasmosy.

Las elecciones del 10 de Mayo de 1993 concedieron al Ingeniero el derecho a ocupar la silla presidencial.

Los tradicionalistas reaccionaron. El Movimiento de Reconciliación Colorada fue visible opositor de Juan Carlos Wasmosy. El protagonismo del general Lino César Oviedo, el militar político, era la cuña que aparecía entre Wasmosy y Argaña.

¿Quién sucedería a Wasmosy?. Aparecen dos visibles candidatos, el profesor doctor Luis María Argaña y el general Lino César Oviedo. Increíblemente Oviedo ganó espacio ante la inoperancia de los dirigentes tradicionales. En las internas esta vez gana según el Tribunal Electoral el general Oviedo. El polémico militar ya distanciado de Wasmosy, fue sentenciado. Un Tribunal Militar incompetente juzga al jefe en situación de retiro y lo condena a 10 años de penitenciaría.

La dupla presidencial Cubas-Argaña fue una alianza del momento. Al asumir la presidencia el ingeniero Cubas se produce el distanciamiento.

La muerte del Dr. Argaña y los sucesos luctuosos del marzo paraguayo forzaron la renuncia del presidente Cubas. Lo reemplaza el presidente del Senado Luis Angel González Macchi, con un gabinete integrado por liberales y encuentristas.

La investigación y los aportes históricos que dan valor a esta obra de indudable mérito constituyen una contribución valiosa en el quehacer político nacional.

La objetividad de los Juicios del autor consagran al libro intitulado LOS COLORADOS EN LA TRANSICIÓN.

En una bien lograda síntesis, Roberto Paredes presenta la realidad de la Asociación Nacional Republicana con sus sectores radicalizados.

La falta de plan de gobierno y la tradición secular del caudillismo siguen golpeando fuertemente la estructura de los movimientos en el Paraguay.

Congratulo al autor de este libro por la información seria, la investigación que profundiza la causa de esas divisiones y el mensaje que transmite.

El presente volumen es un rescate fiel de una parte de nuestra historia política. Ya integra la bibliografía de obras paraguayas consagradas por su enjundia y fidelidad.

MIGUEL ANGEL PANGRAZIO

 

CAPÍTULO 1

LA SUCESIÓN DE STROESSNER Y LA DIVISIÓN DE LOS COLORADOS

La pieza fundamental para comprender la división del Partido Colorado durante los últimos años del gobierno del general Alfredo Stroessner (4 de mayo de 1954 - 2/3 de febrero de 1989) fue el tema de la sucesión presidencial.

Durante el proceso de consolidación del stronismo, en la década del 50, primero se había reducido a polvo toda oposición eventual del sector autoproclamado "democrático" o "chavista", liderado por el depuesto presidente Federico Chaves. Para el efecto, colaboraron los referentes de las más diversas corrientes, quienes actuaron bajo la dirección de Tomás Romero Pereira, Epifanio Méndez Fleitas y Juan Ramón Chávez, entre otros.

En la segunda mitad de los años 50, sin embargo, se dio la amplia purga en el seno del coloradismo. Primero fue barrido del escenario el influyente Epifanio Méndez Fleitas; luego le siguieron Mario Mallorquín, Waldino Ramón Lovera, Eduardo San Martín,..., jóvenes dirigentes que por entonces eran miembros del Congreso Nacional.

Así, desde 1959, Stroessner tuvo que soportar la división del partido, pero empleando mano dura con sus adversarios, logró literalmente domesticar al coloradismo, cuyos dirigentes se acomodaron a la situación, poniéndose a trabajar por la construcción de una amplia y sólida base de sustentación política.

Durante los años 60 y 70, de hecho, Stroessner se jactaba de contar con el apoyo total del Partido Colorado, cuya "unidad granítica" constituía la más sólida garantía para la tan publicitada estabilidad.

El sistema de dominación política conocido como stronismo se coincide en definir como un modelo cuyo rasgo esencial fue la estable articulación entre las Fuerzas Armadas, el Partido Colorado y el Gobierno. Se trató, hablando mal y pronto, de un pacto cívico-militar que sustentó un régimen de signo inequívocamente autoritario y represivo, que contó con el más amplio e irrestricto apoyo internacional, en el contexto de la "Guerra Fría" = disputa entre el bloque socialista del Este europeo y el mundo "occidental y cristiano".

En un comienzo, después del golpe del 4 de mayo de 1954, algunos líderes colorados pensaban que las pretensiones de Stroessner se limitarían a ejercer la Presidencia por uno o dos mandatos; no más. Pero el desarrollo histórico concreto dio un mentís definitivo a todos los que entonces (y después) pensaron que el general se distanciaría del poder por propia iniciativa. Y fue el Partido Colorado el que propició su reelección en 1958 y en 1963; el que promovió la aprobación de una nueva Constitución en el 67, para, entre otras cosas, viabilizar nuevas reelecciones a partir de 1968; y el que en una nueva Constituyente (1977), de la que  participó solo el Partido Colorado, abrió las puertas para reelecciones ilimitadas de Stroessner.

Y, precisamente, cuando en 1977 se modificó un artículo de la Constitución del 67 para permitir la quinta reelección de Stroessner, es que se instaló como asunto clave de discusión el tema de la sucesión presidencial.

Tanto en círculos gubernamentales como opositores se hablaba del tema con preocupación, pues (1) el modelo soportaba pesados síntomas de desgaste, (2) soplaban nuevos vientos en el exterior y (3) el propio presidente presentaba signos de agotamiento, a consecuencia de la avanzada edad y de problemas de salud.

O sea: mientras el presidente proyectó la imagen de un hombre inconmovible y vigoroso, y mientras el modelo tuvo amplio consenso, el Partido Colorado se presentó ante propios y extraños como una organización política sólidamente unida y disciplinada. Existieron "contestatarios" colorados de la primera hora (Movimiento Popular Colorado, MOPOCO y Asociación Nacional Republicana en el Exilio y la Resistencia, ANRER), pero los mismos operaron fundamentalmente desde el exterior, con baja expresividad en el país.

Los contestatarios que emergieron en el seno del propio partido stronista, apostando a sacar provecho de los nuevos escenarios que se insinuaban, fueron, en rigor, los responsables de que el partido presentase signos de fisura y fragmentación.

Los partidarios de un sistema político cerrado hablaban de un stronismo sin Stroessner, o sea, de la continuidad del pacto cívico-militar como base de sustentación de un régimen político autoritario y represivo; los que eran favorables de cortes más profundos se proponían favorecer el desmontaje de la trilogía FFAA-Partido-Gobierno, e impulsar cambios democratizantes más firmes, pero siempre bajo la hegemonía del Partido Colorado; mientras sectores más abiertos (y menos expresivos y representativos, por cierto) hablaban de una apertura mayor y de la inclusión de actores no colorados con mayor protagonismo.

Así, cuando las potencias centrales (Estados Unidos y Oeste Europeo) conciben y promueven cambios en los esquemas de dominación política en la región; proceso conocido como de "re-democratización", en el Paraguay las nuevas orientaciones comienzan a ganar simpatía y adhesión no sólo en los círculos opositores, sino también en el seno del partido de gobierno.

Y este cuadro, combinado con el problema puntual de la sucesión, permeó visceralmente el internismo colorado; lo que se expresó en el surgimiento de movimientos internos que con mayor o menor vigor cuestionaban la continuidad del stronismo.

(Comentario al margen: dictaduras como las de Somoza, Pinochet o Stroessner, requirieron mayores esfuerzos para ser removidas; no así las de Uruguay, Argentina o Brasil, donde las mismas no se identificaron nunca con una sola persona. También resultaron más complicadas las transiciones en los países que soportaron dictaduras personalizadas; fueron procesos más inestables y más vulnerables.)

Puesto en discusión el tema de la sucesión presidencial se insinuaron varios escenarios posibles:

Escenario 1: Podría el Paraguay continuar bajo el control hegemónico de la familia Stroessner. El sucesor sería Gustavo Stroessner y el régimen continuaría esencialmente idéntico o sería sometido a un maquillaje democrático más completo (variante).

Escenario 2: Podría darse lo que dio en llamarse "stronismo sin Stroessner", es decir, la continuidad del pacto cívico-militar y un régimen cerrado, pero bajo liderazgos distintos a los de la familia Stroessner.

Escenario 3: Podría darse un cuadro "post-stronista", o sea, la introducción de cambios más generalizados en el sistema de dominación política, que implicasen, entre otras cosas, cierta institucionalización y cambios en las reglas de juego: mayor incidencia de sectores no colorados en el proceso de toma de decisiones.

Dos sectores se disputaron inicialmente el control del partido: el llamado "tradicionalista", que aglutinaba al grueso de la dirigencia colorada histórica - la dirigencia de los oligarcas, de los grandes apellidos -, que promovía desde un "stronismo sin Stroessner" (la mayoría) hasta un "post stronismo" más aperturista; y el autodenominado "militante stronista y combatiente hasta las últimas consecuencias", que propiciaba la continuidad del control del país por la familia Stroessner, y convocaba sobre todo a nuevos dirigentes de origen humilde, que se habían formado profesionalmente durante las décadas del 60 y del 70, a cuya cabeza estaban los miembros del entonces conocido como "Cuatrinomio de Oro", que eran el ministro del Interior, Sabino Augusto Montanaro; el secretario privado de Stroessner, Mario Abdo Benítez; el ministro de Salud Pública, Adán Godoy Giménez; y el ministro de Justicia y Trabajo, J. Eugenio Jacquet.

La división dio lugar a una feroz lucha, cuyo desenlace apenas tuvo lugar el 1° de agosto de 1987, cuando en Convención ordinaria, los "tradicionalistas" fueron literalmente despojados de todo poder en el seno del partido.

El ex ministro del Interior, Edgar L. Ynsfrán, se lanzó a la arena con el Movimiento de Integración Colorada, MIC, con el claro propósito de mantener el pacto cívico militar como elemento vertebral del control del poder, pero sin Stroessner; mientras que bajo el liderazgo de Carlos Romero Pereira -hijo del principal propulsor del stronismo: Tomás Romero Pereira- emerge el llamado Movimiento Ético y Doctrinario, MED, cuya plataforma (que fuera elaborada por Ricardo Canese, entre otros) proponía cambios más radicales. Otra corriente interna menos expresiva, el Movimiento Nacional Patriótico, MNP, estaba bajo el liderazgo de Leandro Prieto Yegros, con lo que se completaba el cuadro interno del Partido Colorado del período final del stronismo.

En concreto, se tenía el siguiente mapa: Militancia combatiente stronista Tradicionalismo "duro"// "blando "

Movimiento de Integración Colorada

Movimiento Ético Doctrinario

Movimiento Nacional Patriótico

Neo - Contestatarios independientes

La "unidad granítica" había quedado para la historia, dando lugar a una lucha sin cuartel por ocupar espacios; puja de la que participaron abiertamente por lo menos cinco corrientes organizadas. Factores locales y externos, como ya se señaló, motivaron la división. Y cuando en la Convención de 1987 se oficializó la fragmentación, prácticamente la suerte del stronismo ya se había sellado.

¿QUÉ IMPACTO TUVO EL NUEVO CUADRO SOBRE LA ADMINISTRACIÓN?

El triunfo de los "militantes combatientes stronistas" se expresó en el seno de la administración gubernamental con mucha fuerza. Los cargos claves comenzaron a ser copados por sus adherentes, dándose paralelamente un proceso de abierto desplazamiento de los "tradicionalistas" de los espacios de decisión.

¿QUÉ IMPACTO TUVO SOBRE LAS FUERZAS ARMADAS?

La perspectiva de la implantación de la "Dinastía Stroessner", que concretamente se iría a efectivizar por la vía de la sucesión del general Alfredo Stroessner por su hijo mayor: Gustavo Stroessner, resultó una propuesta sumamente conflictiva para los jerarcas de las Fuerzas Armadas, así como para la mayor parte de los oficiales de mayor graduación: generales y coroneles.

La cuestión estaba dada de la siguiente manera: Gustavo Stroessner era teniente coronel de la Fuerza Aérea, lo cual implicaba que su ascenso y promoción necesariamente iría a conllevar el desplazamiento de toda la cúpula militar del momento. Obviamente, la perspectiva no resultaba nada tranquilizadora para los jerarcas que aún se sentían fuertes como para seguir por años siendo partes del círculo del poder.

Los "militantes combatientes" se comenzaron a mover con dinamismo, buscando promover a sus hombres de confianza, pasando a retiro a quienes ya "sobraban". Esta interferencia de actores civiles en la determinación de los cambios (ascensos y pases a retiro) provocó fundado descontento en el seno de las Fuerzas Armadas.

Paralelamente, Gustavo Stroessner comenzó a moverse como candidato a la sucesión del padre, existiendo testimonios fidedignos sobre su participación protagónica en actos militares en el Chaco y en otras regiones del país.

Los "tradicionalistas", por su parte, intensificaron sus contactos con algunos jerarcas militares del stronismo, con el claro y decidido propósito de promover el fin del dominio de Stroessner. Más adelante irán a "cercar" al general Andrés Rodríguez, uno de los jefes militares de mayor ascendencia sobre las Fuerzas Armadas, quien terminaría liderando el golpe que iría a derrocar al general Alfredo Stroessner.

¿QUÉ IMPACTO TUVO SOBRE LAS BASES?

En el ámbito de las seccionales y sub seccionales - organizaciones de base del Partido Colorado - se dio una feroz lucha por mantener o ganar el control hegemónico. Cuando los "militantes combatientes" organizaban actos en el interior, los miembros de las demás corrientes contestatarias realizaban nada encubiertas actividades de boicot.

Una de las regiones claves donde la puja se desarrolló con mucha reciedumbre fue Alto Paraná. Ahí, sobre todo entre los trabajadores de la entidad binacional Itaipú, los "tradicionalistas" hacían campañas de sabotaje a las actividades de los "militantes", con bastante éxito, por cierto, pues alcanzaban resultados notorios, pese a que en la zona dos de los referentes más fuertes de la "Militancia" eran Justo Eris Almada y Juan Eudes Pereira, políticos de origen humilde que hicieron una meteórica carrera, política y "empresarial".

DERROCAMIENTO DE STROESSNER

Las incompatibilidades entre los proyectos colorados en torno a la sucesión presidencial y en cuanto al tema continental de la "redemocratización" se fueron incrementando, lo que se expresó de manera clara en el enfrentamiento público entre "tradicionalistas" y "militantes".

En ese contexto y ya durante la segunda mitad del 88, Luis María Argaña - uno de los principales referentes del "tradicionalismo" - se retiró de la Corte Suprema de Justicia y fustigó abiertamente a los "militantes" en masivas concentraciones públicas y en declaraciones a la prensa.

Una de las frases que acuñó se tornó famosa, por su alcance y significación: "Siempre habrá un 13 de enero". Argaña aludía al 13 de enero de 1947, oportunidad en que un acuerdo entre colorados y militares había hecho posible - vía golpe - la toma del poder por los colorados.

La "Militancia Combatiente Stronista" entendió el mensaje y reaccionó en consecuencia. Hablaron del papel de Stroessner en el 13 de enero del 47, distorsionando el relevante hecho histórico, y organizaron, por primera vez, un acto recordatorio para el 13 de enero de 1989. Lo que no sabían los "militantes" es que quienes ya habían decidido dar un golpe para derrocarlo a Stroessner llegaron a planear concretamente, detenerlos a todos, jerarcas civiles y militares, durante la realización del propio acto; plan del que se desistió por que se pensó que podría resultar con muchas víctimas.

De todas maneras, la suerte de Stroessner ya estaba sellada: poderosos sectores internos - militares y colorados -, así como las potencias centrales - Estados Unidos y países del Oeste europeo - ya habían dado la luz verde para proceder a su desplazamiento.

El desenlace definitivo fue el golpe de Estado del 2 y 3 de febrero de 1989, ocasión en que amplios sectores de las Fuerzas Armadas, bajo el liderazgo del general Andrés Rodríguez, derrocaron al general Alfredo Stroessner del gobierno. Dos de los cinco puntos de la proclama del alzamiento militar resultaron altamente significativas: la recuperación de la dignidad de las Fuerzas Armadas y la Unidad en el Gobierno de TODOS los colorados.

Todas las corrientes coloradas - con la única excepción de la "militancia" - apoyaron la salida golpista. De hecho, en el inmediato mapa político del Partido Colorado todos tuvieron representación y participación, poniéndose fin a la hegemonía del "Cuatrinomio de Oro", tres de los cuales fueron detenidos (Benítez, Jacquet y Godoy Giménez), mientras que uno huyó (Montanaro). Otros jerarcas de la "Militancia" también fueron detenidos.

Para tener una idea clara acerca de la poderosa maquinaria política que había dejado el stronismo, basta referir que el Partido contaba con:

- un diario, "Patria", que se imprimía en su propia editorial, que funcionaba en un edificio anexo al de la Junta de Gobierno, y que era de circulación obligatoria entre los mandos medios y altos, tanto de la administración pública como de las Fuerzas Armadas,

- más de tres centenares de seccionales y subseccionales, con locales propios, por lo general de gran extensión, en los que además de actos políticos, se realizaban actividades sociales y deportivas,

- varios centros gremiales (de economistas colorados, ingenieros colorados,...) también con sedes propias,

- un sistema de financiamiento que consistía simplemente en el descuento compulsivo de una cuota partidaria, del que eran víctimas mensualmente todos los 150.000 funcionarios públicos.

Controlar esa poderosa maquinaria otorgaría ventajas políticas evidentemente privilegiadas para cualquiera; derrocado Stroessner y separado del círculo del poder la "Militancia Combatiente Stronista" quedaba abierta la pugna de las diversas corrientes internas por la hegemonía.

 

CAPÍTULO II

TREGUA IMPUESTA

Desplazada la "Militancia Combatiente Stronista", el Partido reconstituyó su Junta de Gobierno con la incorporación de los representantes de todas las demás corrientes. El arreglo contempló pero no contentó a todos.

La llamada Junta de Gobierno Restauradora del Partido Colorado, montada en el marco de negociaciones que         sobre todo beneficiaron al "Tradicionalismo" y al Movimiento de Integración Colorada, MIC, otorgó a ambos movimientos nada menos que el 98 por ciento de representación, siendo integrados de los demás movimientos apenas algunos de los referentes más relevantes.

La conformación de la Junta de Gobierno Restauradora reflejó el nivel de compromiso directo de las corrientes internas coloradas con el golpe de Estado que derrocó a Alfredo Stroessner: "Tradicionalistas" y miembros del Movimiento de Integración Colorada estaban directamente involucrados.

Los jefes del "Tradicionalismo", Juan Ramón Chávez y Luis María Argaña, así como el líder del Movimiento de Integración Colorada, Edgar L. Ynsfrán, habían buscado refugios seguros durante el desarrollo de las operaciones militares del 2 y 3 de febrero, por disposición de Rodríguez. El premio llegó después.

Así, por ejemplo, Edgar L. Ynsfrán, cabeza del Movimiento de Integración Colorada, MIC, quien hasta 1967 había sido ministro del Interior del gobierno de Alfredo Stroessner, fue favorecido nada menos que con la Vicepresidencia Segunda de la Junta de Gobierno del Partido Colorado.

La Presidencia, y las Vicepresidencias Primera y Tercera fueron ocupadas por Juan Ramón Chávez, Luis María Argaña y Blas N. Riquelme, respectivamente, todos del "Tradicionalismo".

Otros sectores neo-contestatarios, como los del Movimiento Ético y Doctrinario y el liderado por Angel Roberto Seifart, también tuvieron su cuota.

Dirigentes del Movimiento Popular Colorado, MOPOCO, del Movimiento Popular Colorado por la Convergencia y la Unidad, MOPOCONA, y de la Asociación Nacional Republicana en el Exilio y la Resistencia, ANRER ("mendezfleitistas) también presionaron por espacios en la Junta de Gobierno, pero se favoreció deliberadamente a los de extracción más puramente stronista.

No obstante, representantes de los movimientos internos contestatarios al stronismo se hicieron escuchar por los dirigentes de la Junta Restauradora, llegándose a un acuerdo en cuanto a la integración de los mismos en las otras instancias del Partido.

El paso previo dado por los colorados anti-stronistas fue el de llevar su total solidaridad y apoyo al nuevo gobierno del general Andrés Rodríguez; encuentros en los que Rodríguez les recordó que era de su interés la "unificación total del coloradismo en el Gobierno", tal como lo había expresado en la proclama del levantamiento militar.

Los contestatarios se quejaron por la continuidad en la conducción del Partido de algunos prominentes políticos estrechamente ligados al stronismo, en el pasado reciente, a lo que Rodríguez respondió: - Todos tenernos que olvidar un poco los resquemores, los arañazos  actitudes propias que se dan en el seno de una familia ... y disponemos a trabajar unidos -.

Estos encuentros, que se dieron en los días inmediatos que siguieron al golpe, abrieron las puertas para un entendimiento, y es con esa intención, precisamente, que en la mañana del 9 de febrero se realizó una reunión en la Casa de los Colorados.

De la misma participaron los exponentes de todas las corrientes: por la Junta Restauradora estuvieron Juan Ramón Chávez (presidente), Luis María Argaña, Edgar L. Ynsfrán y Blas N. Riquelme (vicepresidentes); Waldino Ramón Lovera y Miguel A. González Casabianca representaron al MOPOCO; por la Junta Unificada de la Asociación Nacional Republicana en el Exilio y la Resistencia, ANRER, estuvieron Leopoldo Ostertag y Martín Valiente; y en representación del Movimiento Popular Colorado por la Convergencia y la Unidad, MOPOCONA, Mario Mallorquín y Enrique Riera.

La reunión - calificada como histórica por todos los participantes - arrojó como punto de entendimiento fundamental la necesidad de unir a todas las corrientes coloradas. Un problema puntual era el de la participación del MOPOCO en el Acuerdo Nacional = espacio político compartido con sectores no colorados. Chávez y Argaña fueron terminantes sobre el tema: para que el MOPOCO se integrara al Partido debía abandonar el Acuerdo Nacional.

Sin embargo, las negociaciones que se realizaron durante la primera quincena de marzo de 1989 para la integración de los miembros de las corrientes contestatarios a la Junta no arrojaron resultados positivos, lo cual forzó la directa intervención del general Andrés Rodríguez, quien insistió sobre la necesidad de arribar a un acuerdo que contemplase los intereses de todos los sectores.

Se volvió a negociar, llegándose a la siguiente base de entendimiento: los "Tradicionalistas" y el MIC quedarían con 66 por ciento de los cargos, mientras que a los demás movimientos se les cedería el 34 por ciento. Sobre esta base se cerró el primer acuerdo unitario, pero el carácter transitorio y endeble de tal entendimiento muy pronto se iría a manifestar. La premura fue dada por la necesidad de preparar la lista de candidatos a parlamentarios, que debería ajustarse a los porcentajes fijados.

De hecho, la prisa por llegar a entendimientos, aunque sean transitorios, estaba perfectamente fundada, pues el nuevo gobierno, por Decreto N° 3, del 6 de febrero, había convocado a elecciones generales para el lunes 1° de mayo de 1989.

Jurídicamente, la convocatoria a elecciones generales se basó en el artículo 182 de la Constitución Nacional de 1967, en formal vigencia, que entre otras cosas decía que "el Poder Ejecutivo podrá decretar la disolución del Congreso por hechos graves que le sean imputables y que pongan en peligro el equilibrio de los poderes del Estado... ".

El Decreto del presidente provisional estaba refrendado por Orlando Machuca Vargas, ministro del Interior; Luis María Argaña, ministro de Relaciones Exteriores; y Juan Ramón Chávez, ministro Sin Cartera.

Ninguna corriente colorada, con argumento alguno, osó desafiar la determinación; se ajustaron al hecho consumado, seguros de que irían a triunfar por amplia mayoría.

Las reglas electorales bajo las que se realizarían las elecciones constituyeron un factor más de seducción: la simple mayoría daba derecho a ocupar dos tercios de las bancas de ambas cámaras, quedando un tercio para la distribución por medios proporcionales para los perdedores. Se trataba, en concreto, de la elección de 72 diputados y 36 senadores.

El primer desafío que enfrentó la nueva Junta de Gobierno fue el de definir quién sería el candidato a presidente de la República para las elecciones que el gobierno de facto había convocado para el 1° de mayo de 1989, o sea, a 3 meses del golpe.

Dos figuras "disputaron" la postulación: el general Andrés Rodríguez, líder del golpe que derrocó a Stroessner, y Luis María Argaña, ex presidente de la Corte Suprema de Justicia, y figura a la que apostaba la cúpula "tradicionalista".

"Disputaron" (entre comillas) pues la candidatura de Rodríguez fue una determinación ya tomada inclusive antes de la realización del golpe de Estado, en ocasión en que los coroneles manifestaron de manera abierta, clara y terminante que no irían a aceptar la Presidencia de Argaña.

Un episodio, que los testimonios ubican en la mañana del 2 de febrero, ilustra sobradamente acerca de la cuestión. El entonces comandante del Tercer Regimiento de Caballería, Lino César Oviedo, pregunta a Rodríguez: - ¿Es verdad que usted piensa poner en la Presidencia al doctor Argaña? -.

- Efectivamente - responde Rodríguez.

- En ese caso, considéreme fuera de éste proyecto - le dice Oviedo.

El altercado se superó con la promesa de que Rodríguez y no Argaña iría a presidir el país.

Abundan testimonios que confirman de manera fehaciente que esa era la postura compartida por los demás coroneles de Caballería que acompañaron el golpe.

Por otra parte, existen testimonios sobre que el propio Argaña pensaba que la Presidencia de la República debía ser ocupada por Rodríguez, atribuyéndosele la siguiente reflexión, en los días inmediatamente anteriores al golpe: - Mire Rodríguez, en el Partido habrán problemas muy serios que resolver Ocúpese usted de la Presidencia, y yo me encargo del partido -.

De todos modos, los partidarios de la candidatura presidencial de Argaña se hicieron sentir con fuerza durante los primeros días que se siguieron al golpe. En un acto político de los "tradicionalistas", realizado en Nueva Italia a pocos días del golpe, Juan Esteche Fanego lanzó la candidatura de Argaña, asegurando que sería el candidato único del Partido.

En sesión de la Junta de Gobierno del 6 de febrero, referentes relevantes del "Tradicionalismo", tanto de cúpula como de bases, volvieron a proponer la candidatura, des tacando el importante papel que desempeñara Argaña como diputado, primero, y después como presidente de la Corte Suprema de Justicia; todo esto en tiempos de Stroessner, obviamente.

Los medios de comunicación también contribuyeron a alimentar la propuesta. Así, encuestas radiales, realizadas entre el 5 y el 6 de febrero, apuntaban que de hacerse las elecciones en ese momento, Argaña sería el seguro ganador. Inmediatamente, sin embargo, Argaña desmintió que sería candidato; y más, aseguró que su candidato a la Presidencia por el Partido Colorado sería el general Andrés Rodríguez. Para despejar cualquier duda sobre el polémico tema, el 10 de febrero, Juan Ramón Chávez y Luis María Argaña llevaron a Rodríguez la propuesta concreta de representar a los colorados en las elecciones programadas para mayo.

Desde el Palacio de Gobierno, el entonces Secretario General de la Presidencia, Conrado "Teruco" Pappalardo, confirmaba que Rodríguez había aceptado el ofrecimiento, si bien estaría esperando que la candidatura fuera respaldada oficialmente por la convención colorada, convocada para el 1° de abril, a apenas un mes de la realización de las elecciones.

¿PORQUÉ ARGAÑA NO FUE CANDIDATO?

- En primer lugar, porque tenía el veto de los militares que protagonizaron el golpe, cuyas aspiraciones y proyectos no resultaban compatibles con las del líder colorado.

- En segundo lugar, porque no tenía consenso ni entre los propios colorados. Los contestatarios lo resistían por su estrecha colaboración con Stroessner en el pasado reciente. Otras corrientes tenían sus propios proyectos, incompatibles con una hipotética Presidencia de Argaña. En rigor, ni en el seno de los "tradicionalistas" había consenso sobre el tema. - En tercer lugar, porque no tenía el acuerdo internacional necesario: ni de las potencias centrales, ni de los gobiernos de la región.

En resumen: no existió condiciones locales ni externas favorables para que sea presidente, por lo menos en esas circunstancias.

La convención de abril respaldó por unanimidad la candidatura de Rodríguez, y si bien los "tradicionalistas" consiguieron que se le designara a Julio César Frutos como titular de la Comisión de Prensa y Propaganda, el MOPOCO dio un importante salto, pues ubicó a Juan Carlos Galaverna en el centro del escenario, quien de hecho fue el que motorizó la campaña del "compañero Andrés Rodríguez". La campaña electoral realizada por el Partido Colorado resultó brillante, en términos prácticos: fue muy bien planificada, obteniéndose con holgura los resultados buscados.

Rodríguez - quien ya había recibido a comienzos de febrero la visita del monseñor Ismael Rolón - inició su campaña en Caacupé, "capital espiritual de la República", donde pidiendo que sus pasos y acciones sean iluminadas por la virgencita, puso punto final a un conflicto agudo que el gobierno venía sosteniendo con la Iglesia.

Cumpliendo rigurosamente las indicaciones de los que dirigieron la campaña, Rodríguez tuvo un excelente desempeño. Se diseñó un discurso (simple y directo, casi de diálogo con los electores) y se proyecto una imagen (básicamente patriarcal) perfectamente adaptada a las características del candidato.

Además de lo impactante que resultaba la presentación del "compañero" por Galaverna, dos hechos anecdóticos ilustran acabadamente sobre lo que fue la campaña:

- En una ocasión, en Villarrica, Rodríguez apareció con un traje azul. Hizo referencia al calor que incomodaba, así como al excesivo formalismo del traje. Al sacarse el saco dijo: - que extraño: llevo un pañuelo colorado al cuello, una camisa blanca y un pantalón azul, los colores de la bandera de nuestra patria...-. El público aplaudió con entusiasmo. - En otra ocasión, en el mercado 4, demostró de manera radicalmente diferente a otro político que estuvo en el mismo lugar, su sentido de ubicación. El opositor, en oportunidad de su visita había centrado su discurso en "terminar con el contrabando"; los trabajadores del mercado, gran parte de los cuales dedicados al "contrabando hormiga" o a la comercialización de productos introducidos de contrabando estuvieron a punto de abuchearlo. Rodríguez dijo, en guaraní:-Podrán traer de afuera algunas cosas, pero van a tener que pagar una pequeña suma, la "pacotilla"-. El público explotó en "vivas" y aplausos.

Todas y cada una de sus declaraciones, medidas y promesas habían sido detenidamente pensadas y elaboradas. Tenía un discurso para cada público; una promesa para cada sector. Decía exactamente, por decirlo en pocas palabras, lo que la gente quería escuchar.

El resultado de las elecciones de mayo fue categórico: Rodríguez, candidato del Partido Colorado, obtuvo 74,4 por ciento de los votos, con lo que se aseguraba un amplio respaldo popular. No solamente fue el premio por haber liderado el golpe de Estado que derrocó a Stroessner; fue también la respuesta del electorado a una campaña muy bien planteada y ejecutada.

Otro elemento más que se debe tener en cuenta para medir el excelente desempeño electoral de Rodríguez es el hecho de que fue candidato por un partido que hasta apenas tres meses atrás había sido mayoritariamente controlado por la "Militancia"; sector que al verse afectado por el golpe, podía haberse tomado la revancha.

Rodríguez, con el abrumador respaldo del electorado, ganó peso para incidir sobre la composición de las autoridades del Congreso.

Para los cargos principales del Poder Legislativo, el Partido Colorado se ajustó a las orientaciones aperturistas y renovadoras del primer mandatario. Resultaron electos:

- Presidente de Senadores: Alberto Nogués - "Tradicionalista"

- Vicepresidente Primero: Eduardo San Martín - MOPOCO

- Vicepresidente Segundo: Domingo Laíno - PLRA

- Presidente de Diputados: Miguel A. Aquino - ANRER

- Vicepresidente Primero: Persio Da Silva - "Tradicionalista"

- Vicepresidente Segundo: José F. Estigarribia - PLRA

Todo indicaba que el Partido Colorado, bajo esa orientación, iría a privilegiar las caras limpias, en detrimento de las figuras que estuvieron muy estrechamente vinculadas con el stronismo.

 

TESIS SOBRE LOS COLORADOS Y LA TRANSICIÓN

EL MITO MAYOR

LA UNIDAD DE TODOS LOS COLORADOS EN EL GOBIERNO

En ningún momento se buscó la unidad de Todos los colorados.

1. Se comenzó excluyendo a los "militantes combatientes stronistas", primero, e inmediatamente después se apostó a vaciar al "Tradicionalismo ", con la deliberada intención de ejercer un hegemónico control sobre la poderosa maquinaria política que había sido drásticamente mejorada durante la dictadura. Esto fue impulsado, básicamente, por Rodríguez, la cúpula militar y gran parte de la nueva clase dominante ("barones de Itaipú, "empresarios de fronteras", “lavadores de dinero", contratistas, industriales, terratenientes y agro-exportadores).

2. Argaña, con el apoyo de la mayoría de los dirigentes intermedios y de bases, resistió al proyecto, convocando desde meses después del golpe a la reconciliación con los stronistas menos comprometidos, primero, los "recuperables", y después hasta con los irrecuperables. Reconciliación significa, en rigor, arreglo entre partes que se habían distanciado por A o B motivos. Y con el movimiento "Reconciliación Colorada" destrozó en las urnas a quienes inclusive ya se habían alzado con la conducción partidaria, en setiembre de 1992; oportunidad en que el "bloque socio-económico dominante ", le robó la candidatura e intentó aislarlo. Argaña no fue candidato para las elecciones de 1993, por dos motivos: (1) porque pretendió la autonomía del partido frente a los grupos económicos hegemónicos y a los poderes fácticos, y (2) porque el "bloque dominante" tuvo como aliado de hecho a la oposición, que veía sus posibilidades de triunfo ante una candidatura política débil.

3. La imposibilidad de unir a los colorados en el gobierno quedó evidenciado bajo la desastrosa gestión de Wasmosy, pues contra todos los poderes en contra (económico, gubernamental, militar y el "cuarto"), Argaña, cabeza de la política opositora del coloradismo al gobierno de Wasmosy, reconquistó el aparato partidario (abril de 1996), poniéndose a tiro para viabilizar su proyecto. Prisionero de unir compleja situación: (1) presidente del partido de gobierno, su papel de opositor experimentó urca drástica reducción, pues (2) necesidades económicas apremiantes lo llevaron a hacer concesiones al gobierno, a cambio de recursos, y (3) concesiones, también, a los dirigentes intermedios y de bases, que peleaban por puestos públicos, y exigían, por tanto, una política menos dura con relación al gobierno.

4. Cuando en abril de 1996, Oviedo - quien pretendía implantarse políticamente por la vía oficialista y mientras así lo intentó tuvo escasa credibilidad -fue desplazado del liderazgo militar formal, arrebató el discurso a Argaña, pasando a capitalizar el descontento social, en el marco de un proceso complicado en que el polémico y dinámico militar empleó hábilmente varios elementos para alcanzar un rápido despegue y una rápida expansión: (1) discurso de radical oposición al gobierno, acompañado de propuestas de soluciones mágicas a los problemas más acuciantes; (2) el funcionamiento de un aparato proselitista compuesto por más de 200 militares, acostumbrados a una férrea disciplina, a no deliberar y a cumplir disciplinadamente las instrucciones; y (3) el apoyo centralizado de parte importante del "bloque socio-económico dominante", que posibilitaba obtener hartos recursos para una campaña rápida y de envergadura. Derrotó al aparato gubernamental y al aparato partidario en 1997, abriendo camino parar llegar a la Presidencia de la República. Poderosos adversarios, sin embargo, obstruyeron el camino. Una sentencia impuesta por el gobierno, con la bendición de la Justicia, fue el argumento formal para sacarlo de la carrera.

(Un paréntesis sobre el "Oviedismo": Se trató sin el menor rigor analítico de caracterizar al "oviedismo como unir expresión política de corte fascista. El "oviedismo", al margen de las especulaciones académicas, se trató de una copia tardía, y deformada del peronismo argentino, hecho de manera deliberada.

Julio César Vasconcellos, quien tuvo activa participación en el diseño del proyecto, montó la biblioteca más completa sobre el peronismo, y se diseñó para Oviedo un perfil similar a la del caudillo militar argentino, que durante varias décadas marcó el paso al proceso político del vecino país. Copia tardía, por los tiempos que imperan en la región y en el mundo; copia deformada, por la conformación social radicalmente distinta en que se radicó el proyecto.

Apelando a un discurso demagógico, se trató de focalizar como responsable de todos los males del país a la "oligarquía", se prometió " silla eléctrica para los ladrones"; propalando promesas de soluciones "mágicas", acompañadas de ejemplos concretos - entrega de tractores, motocicletas, herramientas de trabajo -, se constituyó una masa creciente de fanáticos; poniendo en movimiento una estructura política jerarquizada y disciplinada, con objetivos claros y, precisos, se alcanzaron metas con 100% de eficacia.

Oviedo hizo cosas que ninguno de los demás políticos hicieron, y se ganó a parte importante del electorado nacional: (1) se mezcló con la gente, sin hacerle sentir la diferencia social existente: desayunó y comió de la misma forma, conversó; (2) explotó los prejuicios considerados más bajos por las clases alta y media: "hay que tener más de una mujer"; (3) prometió y cumplió: luz para algunos, tractores para otros, motocicletas para los activistas, bicicletas para los hijos de los caudillos locales,...

Para todo lo que hizo para alcanzar la posición política que conquistó, Oviedo se valió de todos los recursos a su alcance: hizo proselitismo desde las Fuerzas Armadas; utilizó la colaboración directa de algunos de sus hombres colocados en posiciones gubernamentales claves: Fulgencio Rodríguez, por ejemplo, en el caso de la ANDE, para los tendidos de energía eléctrica; tuvo el apoyo de poderosos capitales...

El "oviedismo" es, en definitiva, una suerte de reacción social ante la desesperanza, una suerte de refugio social ante el acoso del hambre y la enfermedad. Pegó fuerte, precisamente, entre los sectores excluidos y marginalizados de la sociedad. Causas de fondo: situación de indigencia y de pobreza, acompañada de un intento desesperado por alcanzar soluciones efectivas a sus problemas. Surgió y se expandió corno las sectas religiosas, por las mismas causas, entre la misma gente, de la misma manera. De ahí que para derrotarlo, la persecución no sirve, ni el palabrerío insulso e inútil de presuntos “formadores de opinión". Al "oviedismo" se lo derrotará con pan, no con garrote; con hechos, no con promesas; con trabajo, no con palabras.)

5. Aún fuera de carrera, el apoyo de Oviedo fue esencial para que el Partido Colorado se imponga por mayoría absoluta en las elecciones generales de mayo de 1998: "Tu voto vale doble ". Cuando Cubas Grau lo puso en libertad, al asumir el gobierno, instaló un foco de conflicto de difícil resolución. Se colocó a los colorados ante la disyuntiva de respetar ciertas formalidades (Disposiciones de la Corte Suprema de Justicia) o continuar con el "vale todo". Con más precisión: había sectores interesados en que Oviedo siga excluido (Reconciliación Colorada y Acción Democrática Republicana), enfrentado a UNACE, que apostaba al avance de Oviedo: primero, la Junta de Gobierno, en el 2003, el gobierno. Cada sector avanzó negociaciones, pero un episodio que estaba fuera de los libretos, precipitó una salida que sí estaba en uno de los libretos.

6. El asesinato de Luis María Argaña constituyó un doble homicidio: se atentó contra una institución, la Vicepresidencia, por un lado, y se liquidó, por otro, un proyecto político, ya descripto más arriba. La consecuencia fue terrible: (1) el partido quedó sin liderazgos fuertes, lo que dio pie a la emergencia de muchos movimientos, generalmente creados en función de tener medios de negociación; (2) lo que, a su vez, otorgó al Partido Colorado los dos rasgos dominantes que hoy proyecta: atomización creciente y falta de proyecto de país.

 

LA DEUDA MAYOR - LA TRANSICIÓN INCONCLUSA

La proclama de Rodríguez, además de "la unidad de TODOS   los colorados en el gobierno", planteaba "la defensa de la dignidad de las Fuerzas Armadas ", "la democratización", "el respeto a los Derechos Humanos" y "la defensa de la religión Católica Apostólica Romana".

Dignidad de las Fuerzas Armadas: un poco antes del derrocamiento del general Alfredo Stroessner, en el seno de las Fuerzas Armadas circulaba una suerte de panfleto, conteniendo el organigrama de las mismas.

De acuerdo con el documento mencionado, en la cúspide de las mismas estaba el general Alfredo Stroessner; le seguían "Ñata" Legal - la mujer del presidente-, Gustavo Stroessner - el hijo mayor - Mario Abdo Benítez - el secretario privado -, y después los demás jerarcas militares.

El panfleto reflejaba una de las distorsiones que existían en el manejo militar; pues a la injerencia de civiles en la determinación de los cambios: pases a retiros, ascensos y traslados, habría que agregar la más grave, que básicamente consistía en la eternización de algunos generales en sus cargos, lo que obligaba al retiro forzoso de centenares de coroneles, que veían frustradas sus aspiraciones de concluir su carrera.

Tras el golpe de Estado, fueron inmediatamente pasados a retiro 32 generales, de los 46 que estaban en actividad. Ascendieron en el 89 unos 41 coroneles - el premio que se pagó -, con lo que se tuvo una plana mayor excesivamente amplia para el tamaño de las Fuerzas Armadas. Aún bajo el gobierno de Rodríguez, los cambios se siguieron dando, sucediendo al virtual estancamiento, una situación inversa, de excesivo dinamismo en la rotación.

Bajo la administración de Wasmosy, las Fuerzas Armadas experimentaron repetidos cambios, pudiendo distinguirse claramente dos etapas: la primera, hasta abril de 1996, en que el hombre fuerte del Ejército, Lino César Oviedo, determinaba los cambios: traslados, ascensos y pases a retiro. La segunda, después de la caída de Lino Oviedo de la Comandancia del Ejército, en que la nueva cúpula, con el acuerdo de Wasmosy, siguió realizando cambios hasta agosto de 1998.

Cuando Cubas Grau asumió el gobierno (Agosto de 1998/Marzo de 1999), de nuevo se dio una purga en las di-versas, fuerzas militares, siendo pasados a retiro los "adversarios" y reincorporados los "amigos". Oviedo retomó, en lo esencial, el control sobre las Fuerzas Armadas.

Pero el peso hegemónico de Oviedo duró poco, pues tras la renuncia de Cubas y con la asunción de González Macchi, se abrió el camino para la realización de una purga general, conocida con el nombre de "desoviedización". Centenares de oficiales de diversas jerarquías pasaron a retiro. Lejos de institucionalizarse, las Fuerzas Armadas han sido objeto de permanentes manoseos desde 1989; formándose al interior de las mismas verdaderos "clanes ", de los que participan en condiciones privilegiadas los que mantienen relaciones privilegiadas con los civiles que gobiernan, ya sea por parentesco, amistad o afinidad política.

Pero además de la distorsión estructural a la que aludimos, las Fuerzas Armadas arrastran otros problemas que más lo deterioran que mejoran: fabrican presupuestos para apropiarse indebidamente de inmensos recursos y participan de hechos de corrupción sumamente graves, ya sea en zonas fronterizas o en actividades irregulares como las que se dan en el terreno hospitalar.

DEMOCRATIZACIÓN: en el campo político se han dado algunos pocos avances: hay vigencia restringida de las libertades públicas (de opinión, de expresión, de organización, de prensa), pero en el proceso ele construcción concreta ele la democracia, se han engendrado verdaderos adefesios, gire anís brea constituyen amenazas que oportunidades.

Así, bajo el gobierno de Rodríguez, dos hechos relevantes se dieron, en sentido positivo: (1) la elección directa de los intendentes municipales y (2) la elaboración de una nueva Constitución Nacional. Pero también es del período de Rodríguez la instalación de un mecanismo presuntamente participativo, el "voto directo", con lo que, en realidad, se abrió el camino para que lleguen al poder de cualquier organización gremial o política los que más recursos tienen para costear las costosas campañas.

Bajo la administración de Juan Carlos Wasmosy, y en el marco de lo que fue la iniciativa conocida corno "Pacto de gobernabilidad", se procedió de manera tramposa y peligrosa a la renovación del Poder Judicial. El mecanismo adoptado consistió en el loteamiento de la Justicia, pasando a corresponder a sectores políticos o grupos empresariales, A% o B%. Los que fueron beneficiados, en concreto, fueron el sector colorado de Wasmosy, el sector liberal de Laíno y el sector encuentrista de Caballero Vargas.

LA MANIOBRA FUE GROTESCA: se sabía de antemano quiénes integrarían las ternas y quiénes serían electos: desde los miembros del Consejo de la Magistratura hasta los ministros de la Corte Suprema de Justicia. La selección de jueces y fiscales pasó a ser aún más grotesca.

No sólo se loteó el Poder Judicial, sino que - lo más grave - se sentó las bases para el funcionamiento corrupto e ineficiente de la Justicia, en un país en el que la inseguridad jurídica era precisamente uno de sus puntos débiles más sensibles.

Se procedió de igual manera con el Tribunal Superior de Justicia Electoral y con la Fiscalía General del Estado.

Un organismo clave de control: la Contraloría General de la República, tuvo la misma suerte. Sus extrañas operaciones terminaron agudizando la corrupción, pues se negociaban investigaciones abiertas, que se cerraban por millones de razones.

Algo parecido pasó con la Comisión Bicameral de Ilícitos, CBI, donde a coimazos se liquidaban los pleitos.

Es decir, en vez de avanzar hacia el establecimiento de reglas de juego claras y transparentes que garanticen la participación ciudadana, organizada o espontánea, se establecieron reglas que entorpecen tal participación, creando un cinturón de reaseguro para delinquir impunemente. No hay Justicia imparcial, pronta, y barata; no hay  mecanismos de control confiables; ni hay mecanismos de defensa de la ciudadanía.

Lo peor de todo es que las instituciones ya están funcionando, y se exige el respeto a lo que disponen, independientemente de que frieron creados en el marco de pactos nada santos.

DERECHOS HUMANOS: después del golpe se procedió a castigar a los personajes del stronismo que en la fase final estuvieron involucrados en casos de torturas o de crímenes contra opositores al gobierno de Stroessner

No ocurrió lo mismo con personajes involucrados en los mismos hechos durante tiempos pasados. Así, ni Edgar L. Ynsfrán, ni Ramón Duarte Vera, por citar a los más conocidos, fueron castigados.

Pero lo más grave de todo es que la tortura - de acuerdo con denuncias responsables - se siguió y se, sigue practicando. Últimamente se han sumado casos de fusilamientos, con lo que la conclusión en cuanto al tema de los Derechos Humanos es que los avances han sido exageradamente discretos. Por otra parte, tanto en los casos de huelgas generales, huelgas puntuales, y sobre todo movilizaciones campesinas, se ha recurrido y recurre a los apaleamientos y otros mecanismos de represión.

DEFENSA DE LA RELIGIÓN CATÓLICA APOSTÓLICA ROMANA: inmediatamente después del golpe, los más prominentes miembros de la Iglesia manifestaron su apoyo al nuevo gobierno, indicando todo que se caminaba en dirección a la superación de las confrontaciones que solía mantener la Iglesia con el gobierno.

No obstante, ya desde el tiempo de Rodríguez, se pasó a atribuir a miembros de la Iglesia el apoyo a los campesinos sin tierra, por tanto, a las ocupaciones. Este fue un primer motivo de conflicto, que en el transcurso de estos 12 años no se solucionó satisfactoriamente. La cuestión se fue llevando, intercalando pedidos de disculpas con hostigamientos.

De todos modos, el enfrentamiento más grave se ha dado en los últimos tiempos, sobre todo bajo la administración de González Macchi, pues de acuerdo con algunos conocidos y prominentes representantes de la Iglesia Católica Apostólica Romana, "el país está en manos de bandas mafiosas". Y cuando el monseñor Melanio Medina dijo eso, al gobierno no se le ocurrió mejor idea que exigir que el prelado diera los nombres, como si fuese un secreto para alguien la circulación impune de los prominentes "empresarios" y "administradores" que han llevado al país a una situación de virtual bancarrota.

Ninguno de los cinco puntos de la proclama de Rodríguez se cumplió:

- no hubo unidad de todos los colorados, sino atomización,

- no se institucionalizaron las Fuerzas Armadas, se deterioraron,

- no se democratizó el país, sino que se flexibilizó el régimen político,

- no se respetan los Derechos Humanos, pues se preservan prácticas de represión y torturas, y

- no se arregló sostenidamente la relación con la Iglesia, que con el peso de ser la institución con mayor credibilidad, ahora le sale al paso a la corrupción generalizada y a la impunidad.

Pero, en rigor, el programa de transición para el Paraguay, de acuerdo a las condiciones en que Stroessner dejó al país, básicamente debía contemplar tres puntos:

1. Democratización, en lo político,

2. Superación del atraso y la obsolescencia del aparato productivo, en lo económico, y

3. Reducción drástica de los niveles de pobreza, en lo social. La deuda mayor con el país reside en que no se avanzó un solo paso en esas direcciones: soportamos un sistema político vulnerable e inestable; estamos más atrasados; y cada paraguayo es más pobre con relación a lo que era en 1988, antes del golpe.

El Partido Colorado, fue la agrupación política hegemónica en este proceso; y en el incumplimiento de los cambios históricos que el país requería, es que reside su mayor deuda.

 

POST SRIPTUM

Al concluir este recuento de lo que fue la trayectoria del Partido Colorado durante estos 12 años de transición, inevitablemente vienen a la memoria una catarata de imágenes que no se puede dejar de referir:

La imagen de Argaña, cuando Oviedo le ganó en las internas del 97, y dijo que como colorado iría a apoyar al candidato legítimo del partido, sea el Pato Donald o Añangapiré (Jamás imaginaría que al hijo se lo iría después a conocer corno el "Pato Félix"). De cuando dijo que a Rodríguez le sobraba estrógeno; de cuando decía que a "Teruco" desde chico le lo llamaba sorete; de cuando dijo que Riquelme había consumido poco Yodo cuando chico; ... O imágenes más antiguas, del tiempo de Stroessner; como cuando le dio una patada a Levy Ruffinelli en plena sesión de la Cámara de Diputados; o como cuando hubo una reacción mayoritariamente positiva cuando lo nombraron presidente de la Corte Suprema de Justicia.

La imagen de Riquelme al tratar de “perros" a sus adversarios colorados; o de cuando decía a los cuatro vientos que las Fuerzas Armadas son coloradas, o de cuando decía que al partido le sobraban botas y cañones, o de cuando sugería que se debía tomar por asalto las elecciones, o de cuando aparecía en las convenciones o en el Congreso con los bolsillos cargados de billetes para comprar votos de convencionales o de parlamentarios.

La imagen de Oviedo cuando decía que no había nacido paraguayo capaz de hacer callar a un militar, o de cuando se despedía en varios idiomas, incluido el maká, o de cuando dijo que al embajador americano Service le faltaba un service, o de cuando amenazaba con ríos de sangre sí no se respetaba la voluntad popular, o de cuando instaba a cada paraguayo a no conformarse con una mujer:

La imagen de Wasmosy cuando aseguró que el país avanzaría 50 años en 5, bajo su gobierno, o de cuando decía que era timonero en tempestades, o de cuando fue a hablar con oficiales de Caballería, tratando de corruptos e inútiles a los parlamentarios, días después de "la crisis de abril".

La imagen de "Teruco" cuando dijo que personalmente se encargaría de hacer que Argaña no llegue a la Presidencia.

"Tu voto vale doble", "somos todos colorados", "soy colorado ¿y qué,?", "1954-1989: un país en serio", "trabajo en primer lugar"...

En fin, se trata de una infinidad de imágenes asociadas a la centenaria organización política sobre cuya historia reciente se trata en este libro.

Me contaron - y doy plena fe de ello, por la firmeza de mi fuente -, que Bernardino Caballero, desde un sillón de mimbre, donde está sentado en una de las puertas del Purgatorio, observa y gesticula ante el paso de cada uno de los colorados que van. Y todos, indefectiblemente todos, pasan por allá, porque me aseguraron que el sueño de todo colorado es no ir hasta las profundidades del rojo infierno, sino subir hacía el profundo azul del cielo.

En definitiva, los vio y los verá pasar a todos...

Me contaron que al entrar Edgar L. Insfrán al Purgatorio,

Bernardino escupió y lo encomendó a San Gregorio;

Al entrar Luis María Argaña, se sacó el sombrero,

Al entrar otros - asegura - imitará al pombero.

 

ÍNDICE

CAPÍTULO I : LA SUCESIÓN Y LA DIVISIÓN DE LOS COLORADOS

CAPÍTULO II : TREGUA IMPUESTA   

CAPÍTULO III : EL FIN DE LA PAZ FORZADA      

CAPÍTULO IV : CRUZANDO LANZAS

CAPÍTULO V : EL GRAN SUSTO

CAPÍTULO VI : UNIDAD TRANSITORIA Y LUZ ROJA PARA LA REELECCIÓN      

CAPÍTULO VII : LA CAPTURA DE LA JUNTA

CAPÍTULO VIII : ARGAÑA GAÑÓ       

CAPÍTULO IX : UN TRIUNFÓ DUDOSO

CAPÍTULO X : INGOBERNABILIDAD

CAPÍTULO XI : CRISIS MILITAR

CAPÍTULO XII : HORA DE DEFINICIONES

CAPÍTULO XIII : LA CRISIS DE ABRIL

CAPÍTULO XIV : ARGAÑA GANA, OTRA VEZ.

CAPÍTULO XV : ARGAÑA PIERDE              

CAPÍTULO XVI : ARGAÑA PIERDE, OTRA VEZ  

CAPÍTULO XVII : LA DUPLA ARGAÑA-CUBAS ( CAPÍTULO XVIII : EL VOTO VALE DOBLE - CAPÍTULO XIX : LEÑA PARA EL FUEGO - CAPÍTULO XX : MARZO SANGRIENTO - CAPÍTULO XXI : FRUSTRADA UNIDAD )

CAPÍTULO XXII : DESCONTENTO E INTENTO DE GOLPE

CAPÍTULO XXIII : EL GRAN ÁRBITRO

CAPÍTULO XXIV : EL FUTURO COLORADO       

TESIS SOBRE LOS COLORADOS Y LA TRANSICIÓN

POST SCRIPTUM.






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