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ALFREDO BOCCIA ROMAÑACH

  LA INCORPORACIÓN DEL GANADO Y LAS ESTANCIAS - Por ALFREDO BOCCIA - FASCÍCULO Nº 3 - Año 2012


LA INCORPORACIÓN DEL GANADO Y LAS ESTANCIAS - Por ALFREDO BOCCIA - FASCÍCULO Nº 3 - Año 2012

LA INCORPORACIÓN DEL GANADO Y LAS ESTANCIAS

 

Por ALFREDO BOCCIA

 

LA HISTORIA DEL PARAGUAY - ABC COLOR

FASCÍCULO Nº 3

Investigación Especial Nº 2

Asunción – Paraguay

2012

 

 

            La economía de los aborígenes, antes de la llegada de los españoles a América, estaba sustentada en la agricultura migratoria, en la caza y recolección de frutos. A esto debieron atenerse los primeros conquistadores para subsistir, al menos durante los primeros años de siglo XVI. Pronto comprendieron que era necesaria y posible la incorporación de especies animales domesticadas para mejorar la calidad de vida de la incipiente sociedad hispanoamericana.

 

 

            Las primeras noticias que se tienen de la incorporación del ganado vacuno en el Paraguay datan de mediados del siglo XVI y se deben a Ruiz Díaz de Guzmán, a quien muchos consideran el primer historiador paraguayo. Esta partida llegó, al parecer, desde el Brasil según leemos en el Libro II, Cap. XV, de la obra "La Argentina" del mencionado autor: "...llegaron por el río Paraná abajo cierta gente de la que estaba en el Brasil y con ella el Capitán Salazar y Ruy Díaz de Melgarejo, marido de doña Elvira de Contreras, hija del Capitán Becerra, como queda referido, y otros hidalgos portugueses y españoles, como Scipión de Goess, Vicente Goess, hijos de un caballero de aquel reino llamado Luís Goess: éstos fueron los primeros que trajeron vacas a esta provincia, haciéndolas caminar muchas leguas por tierra y después por el río en balsas; eran siete vacas y un toro a cargo de un fulano Gaete, que llegó con ellas a Asunción con grande trabajo y dificultad sólo por el interés de una vaca, de donde quedó en aquella tierra un proverbio que dice: son más caras que las vacas de Gaete...".

            Se supone que esta partida de ganado vacuno entró de contrabando al Paraguay, ya que "...hallaron que las vacas no se pueden sacar sin licencia del Rey", siendo que la licencia del Rey de Portugal, era necesaria para el traslado. Con referencia a esta operación, en carta del 30 de junio de 1553 a la Casa de Contratación de Sevilla, el capitán Juan de Salazar decía: "Sabrá Vuestra Alteza que también vinieron de Asunción vasallos de vuestra Alteza, castellanos de los de mi tiempo, a comprar aquí -Salazar se encontraba entonces en Todos los Santos, en la costa del Brasil- vacas y hierro. Sin embargo, se ha confirmado que la operación se realizó sin el correspondiente permiso real, según se infiere de una carta del padre Martín González al gobernador Ortiz de Vergara en 1559: "... está mandado por el dicho Rey de Portugal que no se saquen vacas ni otro ganado ninguno de sus tierras para otras partes, so pena de vida, y así los españoles que vinieron de San Vicente las trajeron contra su voluntad".

            Es pues cierto y seguro que el primero en introducir vacas a la provincia del Paraguay fue el citado Gaete. La operación debió realizarse empleando las pocas piezas de oro y plata traídas del Perú.

            Fue el origen del ganado pecuario en el Paraguay. En poco tiempo y debido a las excelentes condiciones naturales de la provincia, la cantidad de vacas aumentó considerablemente.

            El gobernador Juan Ortiz de Zarate poseía en el Alto Perú gran número de vacas que las hizo traer a Asunción por su teniente Felipe de Cáceres, en 1568. La traslación se efectuó por Santa Cruz de la Sierra y el Alto Paraguay; pero aunque no se conoce con precisión la cantidad de animales llegados a Asunción, se sabe, sin embargo, que una gran cantidad pereció o desapareció durante el largo y accidentado viaje.

            Con el aumento del ganado vacuno, "...porque van en crecimiento Dios mediante", según Martín de Orué, se hizo necesaria la creación de campos de pastoreo de uso común. El Cabildo de Asunción dispuso uno en las cercanías de Tapuá y otro frente a Asunción en el Chaco. Es sabido, asimismo, que al finalizar el siglo XVI había ya en los alrededores de Asunción varios campos particulares para la cría de animales, que adoptaron el nombre de estancias.

            Los particulares que carecían de estancias criaban sus animales en campos de uso comunal o ejidos. Se puede atribuir a Felipe de Cáceres la conformación de la primera estancia en el Paraguay, de acuerdo a una merced real que decía: "Felipe de Cáceres, Teniente General y Capitán General en estas provincias del Río de la Plata y con aprobación real de S.M., por la presente, por virtud de sus poderes reales, que tengo en nombre de S.M. y de dicho señor Gobernador en su real nombre, reparto y adjudico y pongo en mí, para mi labranza y crianza y otros aprovechamientos, las islas que llaman de Ybytimirí, que es donde tuvieron su asiento y casas los indios que fueron encomendados a Diego Tovalina, difunto, que Dios haya, con más de una legua de frente de campo en latitud, medida de una banda a otra de dichas islas y con longitud hasta llegar al río Paraguay, con más cualquier isla o islas y ceja de bosques que dentro de dicha longitud cayeren; las cuales dichas islas de bosques y campos en la manera que dicho es, tomo en mí conforme y de la manera como S.M. hace merced de tierras a los antiguos conquistadores y pobladores de estas provincias, para mí y para mis herederos y sucesores, para agora y para siempre jamás. Asunción, 22 de febrero del año del Señor de mil quinientos setenta y uno años.

            Felipe de Cáceres. Luis Marques, escribano de la Gobernación".

           

            A partir de 1573, el Cabildo dispuso, junto con la creación de campos comunales, que el ganado pastase en corrales, debido a la gran cantidad que había de él. Con el advenimiento de Hernando Arias de Saavedra a la Gobernación del Paraguay, el ganado vacuno paraguayo se multiplicó notoriamente. Incluso con los sucesivos viajes que el mencionado gobernador emprendió por toda la Provincia del Río de la Plata, llevó vacas y caballos desde Asunción para el sustento de los expedicionarios y el poblamiento de las regiones a las que llegaba.

            Tanto creció el ganado vacuno en poco tiempo, que pronto fue imposible controlar y administrar adecuadamente la cantidad de animales, que estos se volvían silvestres o chúcaros. Se iniciaron entonces las "vaquerías", que eran operaciones de captura de animales salvajes dispersos en los campos y bosques, con autorizaciones de los dueños de las estancias. Cuando los animales carecían de marcas o era imposible identificar a sus dueños, se los llamaba como hasta hoy, cimarrones, y para cuya captura era necesario un permiso del Gobernador o del Cabildo.

            A pedido de Hernandarias llegaron los padres de la Compañía de Jesús al Paraguay e iniciaron la cría de ganado vacuno en sus reducciones con gran éxito, debido a las condiciones administrativas que implantaron en las mismas, y cada reducción tenía su propia estancia, de propiedad colectiva.

            La más importante situada en el territorio del Paraguay fue la de Paraguarí, con más de treinta leguas de latitud y según cálculos aproximados, alrededor de treinta mil animales con sus correspondientes toros para cría y multiplicación. Hasta la expulsión de la Orden de Jesús en 1767, la estancia de Paraguarí fue la principal proveedora de carne y cuero del Paraguay.

            Producida la emancipación de España en 1811, la nueva administración del país dispuso la colonización del vasto territorio del Chaco, entonces despoblado, con la concesión de parcelas a particulares para la cría de ganado. El primer beneficiado fue José Gregorio Flecha, quien fundó la primera estancia en dicho territorio.

            A partir de 1814, cuando asume la Dictadura el Dr. Francia, este dio nuevo impulso a la ganadería nacional con la creación de las Estancias de la Patria, las que se constituyeron con tierras públicas y las antiguas estancias de los jesuitas.

 

 

            El gráfico representa el nivel de consumo de carne en la población asuncena a fines del siglo XIX. Se aprecia claramente la diferencia entre el consumo de carne de buey y de vaca; esto es debido a que en 1870, finalizada la Guerra contra la Triple Alianza, había desaparecido gran parte de la existencia del ganado vacuno del país, y los ganaderos y propietarios preferían sacrificar sus animales poco productivos y mantener las vacas como reproductoras y vientres para aumentar su ganado con la cría.

 

            Al respecto dice Pastore: "Antes de la guerra, la población ganadera era estimada en 2.000.000 de cabezas, de los cuales quedaron en 1870 apenas 15.000. A esta cantidad se sumaron las importaciones de ganado de Corrientes, Entre Ríos y Mato Grosso que en 1881 fue de 30.000 cabezas, 55.877 en 1885 y 64.966 en 1886.

            En este último año el consumo de ganado en el país fue de 62.299 reses. Fueron habilitados para el pasaje de ganado procedente de Corrientes los puertos de Cerrito y Yabebyry sobre el río Paraná y también se importó ganado de Entre Ríos y Mato Grosso por el puerto de Encarnación.

            El censo ganadero de 1877 anotó 200.525 cabezas de ganado vacuno. En el censo siguiente del año 1886, las cifras alcanzaban 729.796 cabezas de ganado vacuno. En menos de 10 años la población ganadera del país se había triplicado".

 

 

            En esas estancias, Francia hizo criar millares de caballos y vacas para el sustento del Ejército y los gastos del Estado.

            En 1824, con la Ley de Reforma de Regulares, los campos y haciendas de las comunidades religiosas, principalmente de los franciscanos, pasaron a propiedad del Estado, con lo cual aumentó el número de las Estancias de la Patria, para beneficio del mismo.

            Tal es el origen y la evolución del ganado vacuno en el Paraguay, con vacas castellanas, de raza ibero-andaluza, cabeza y cuerpo corpulentos, de buena alzada, buen esqueleto, largos y fuertes cuernos, de colores colorado, tostado y oscuro.

            El siguiente texto fue extraído de un anuncio de venta de tierras en "La Reforma" en setiembre de 1883:

 

 

            "En resumen, este es un negocio del cual no se puede salir mal aunque uno no haya aprendido el sistema decimal. El mejor tenedor de libro en América y entre moros para un estanciero rico yo creo que son los toros".

 

            Francisco Abelenda

 

 

 

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Fuente digital: www.abc.com.py

Registro: Agosto del 2012

 

 

 

 

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