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MARGARITA DURÁN ESTRAGÓ

  DECADENCIA DEL ABSOLUTISMO ESPAÑOL - Por MARGARITA DURÁN ESTRAGÓ


DECADENCIA DEL ABSOLUTISMO ESPAÑOL - Por MARGARITA DURÁN ESTRAGÓ

DECADENCIA DEL ABSOLUTISMO ESPAÑOL

Por MARGARITA DURÁN ESTRAGÓ

LA HISTORIA DEL PARAGUAY - ABC COLOR

FASCÍCULO Nº 12 - CAPÍTULO Nº 9

Asunción – Paraguay

2012

 

 

            Las nuevas ideas políticas y económicas que surgieron en el siglo XVIII tuvieron sus raíces en los cambios culturales del Renacimiento, en la pugna religiosa de la Reforma y Contrarreforma, en los cambios institucionales que naturalmente se fueron dando en la monarquía absoluta y en una mayor posibilidad para la difusión cultural.

 

            LAS IDEAS DEL SIGLO XVIII

 

            En casi todos los estados de Occidente la influencia política de la nobleza fue perdiendo fuerza con la concentración de poder en manos de los reyes y el surgimiento de una burocracia proveniente de la clase media y de los cuadros profesionales del ejército.

            Pensadores políticos y moralistas fueron buscando soluciones más equitativas y eficaces a los problemas propios de un sistema absolutista y decadente que conservaba los privilegios para una nobleza cada vez más ineficiente y parásita. La difusión de las nuevas ideas pudo llegar a un gran número de personas gracias a los adelantos de los medios de comunicación escritos y al aumento del nivel cultural de la clase media.

            El replanteamiento de los problemas políticos, económicos, sociales e incluso morales se dio precisamente en dicho siglo y se inició en la corte francesa, desde donde se divulgó el principio de la libertad económica. El movimiento conocido como de "la ilustración" fue tomando forma de la mano de la filosofía y de los pensadores políticos. Las ideas de Locke contenidas en su obra "Ensayo sobre el gobierno civil" llegaron a América al mismo tiempo que las de Montesquieu, autor de "El espíritu de las leyes" y las de Voltaire, con sus "Cartas de Inglaterra". Pero la obra que mayor influencia tuvo en el desarrollo de las nuevas ideas fue "El contrato social", de Juan Jacobo Rousseau, editada en 1762.

            Todas esas especulaciones y debates académicos tuvieron como resultado el principio de la soberanía popular y la representación democrática, en sustitución de la soberanía de los reyes y de la doctrina de la monarquía absoluta. Fruto de esas concepciones fue la Constitución de los Estados Unidos, de 1787.

           

            SU DIFUSIÓN EN ESPAÑA Y AMÉRICA

 

            Notables cambios se produjeron entre la clase intelectual de España a partir en 1700; año en que llegaron los Borbones al poder, y especialmente tras su consolidación con la Paz de Utrech, en 1713. Dos reyes, Felipe V (1701-1746) y Carlos III (1759-1788) representan al siglo y se esfuerzan por elevar las artes y la cultura españolas al nivel de las corrientes intelectuales del resto de Europa. Tanto que el apogeo de las nuevas ideas surgidas en Francia, se consolidaron en España durante el reinado de Carlos III.

            Los responsables de la política española aceptaron los planteamientos del liberalismo económico y sustentados en los principios de la Ilustración, se adecuaron a los tiempos con la creación de más virreinatos y la instauración del régimen de las intendencias.

            A esto habría que añadir la apertura de los puertos de América al comercio internacional y la aplicación de medidas económicas tendientes a un mayor crecimiento comercial.

            En el campo cultural, las universidades reformaron sus planes de estudios y se incentivó el fomento de instituciones científicas y culturales. Aunque en forma tardía, también a América llegaron las ideas renovadas de aquel siglo. Los autores franceses comenzaron a ser conocidos a través de sus obras originales y de traducciones hechas al castellano. Uno de los libros más leídos fue "Declaración de los derechos del hombre", de gran repercusión en las mentalidades jóvenes del continente.

            Esto causó preocupación y alarma en las autoridades coloniales del Río de la Plata, por lo que se pretendió evitar toda comunicación con los barcos franceses. No obstante, las teorías revolucionarias se infiltraron en el Paraguay precisamente en el Real Colegio Seminario de San Carlos, lo que motivó sanciones y reformas educativas.

            El descontento paraguayo iba creciendo conforme el régimen colonial decaía. Excesivos impuestos pesaban sobre la  yerba y el tabaco. El importe de los gravámenes se destinaba a sufragar los gastos de las tropas y fortificaciones de Santa Fe, Chile y hasta la guerra contra los corsarios del Pacífico. Entre tanto, los paraguayos debían costearse sus caballos y víveres en la prestación del servicio obligatorio y gratuito para las incursiones contra los indígenas del Chaco y en las fortificaciones ribereñas.

            En contrapartida, los paraguayos no podían acceder a cargos relevantes pues, aunque de padres españoles, perdían la confianza del Rey. Estos motivos, sumados a tantos otros, contribuyeron a que el Paraguay se hastiara del régimen colonial.

 

 

            TRANSFORMACIONES DEL PERÍODO BORBÓNICO

 

            La dinastía borbónica implantó en España los principios y prácticas de la administración francesa que ya llevaba más de un siglo de aplicación en la misma Francia. En consecuencia, fue desapareciendo la venta de cargos públicos, tan común en tiempos de la casa de Austria. Se fue atenuando igualmente la práctica del sistema de encomiendas y se impulsaron el comercio y la navegación con miras a darle un tratamiento más expeditivo a la administración.

            En América, las reformas también llegaron a las autoridades coloniales. Se trató de que los cargos públicos fuesen ocupados por funcionarios capaces y confiables. Creció el número de virreinatos al crearse los de Santa Fe de Bogotá y Buenos Aires.

            Se implantó el régimen de intendencias y Carlos III abrió los puertos al comercio y la navegación; con esto creció el número de inmigrantes españoles a América, pero ya no soldados y navegantes como al comienzo de la conquista, sino comerciantes, agricultores y artesanos, gente útil para un mayor desarrollo económico.

            Todo esto coincidió con la Revolución Industrial iniciada en Inglaterra y extendida luego al resto del mundo "civilizado". Este fenómeno socioeconómico propició que se cambiaran los métodos de producción, los usos y costumbres, las relaciones laborales, y se dejaran al margen las corporaciones o gremios de artesanos para dar paso a los productos manufacturados.

 

 

 

            EL CATECISMO POLÍTICO DE SAN ALBERTO

 

            El levantamiento de Tupac-Amaru contra el poder colonial en el Alto Perú (Bolivia) y su descuartizamiento por las tropas españolas en 1781 indujeron al obispo de Tucumán, más tarde arzobispo de Charcas, el carmelita fray José Antonio de San Alberto, a redactar un documento conocido como el Catecismo de San Alberto. El mismo se editó en 1784 y perseguía por objetivo inculcar a los niños y jóvenes las obligaciones de los vasallos hacia su Rey y señor. Esos deberes se fundaban en la idea de que un rey dentro de su reino no reconoce otra autoridad que la de Dios y, en consecuencia, no está sujeto a su pueblo.

            Por otra parte, la difusión de la doctrina de la soberanía popular que se iba propagando en el Río de la Plata constituía un atentado contra el poder absoluto de los reyes. Había que apuntalar el absolutismo decadente y nada mejor que un catecismo para lograr dicho fin.

            Mediante preguntas y respuestas que los alumnos debían aprender de memoria, el Catecismo de San Alberto enseñaba que el trono del Rey es el mismo trono de Dios, y el origen de los reyes, la misma divinidad:

P ¿Quién, pues, es el origen de los reyes?

R. Dios mismo, de quien se deriva toda potestad.

P ¿Quién es superior al Rey?

R. Solo Dios en lo civil y temporal de su reino.

P ¿Qué pecado es juzgar y sentir bajamente del soberano?

R. Grave o leve, según fuere el juicio o la materia.

P ¿Y, si el soberano fuese malo?

R. También, porque su dignidad es siempre buena y digna de honor.

P ¿El Rey está sujeto al pueblo?

R. No, que esto sería estar sujeta la cabeza a los pies.

 

            Sobre el respeto que los súbditos deben a su soberano, el mismo catecismo advierte que quien desprecia al Rey o a su ministro, desprecia a Dios, que dice: "Quien a vosotros desprecia, a mí me desprecia. Es preciso obedecer a Dios en los reyes y a los reyes por Dios". A propósito, el Catecismo de San Alberto, inculcaba:

P. ¿Puede el Rey imponer leyes que obliguen la conciencia?

R. Sí, según aquello del apóstol: Estad sujetos no solo por temor a la ira, sino también por obligación de la conciencia.

P. Para que obliguen las leyes reales, ¿es menester que el pueblo las acepte?

R. No, porque esto más sería gobernarse por su voluntad que por la del soberano.

P ¿Está obligado el vasallo a aceptar y cumplir las penas?

R. Sí, para manifestar que acepta y sufre con paciencia.

P. ¿Y aun a éstas debe concurrir indirectamente?

R. Sí, como no sean las más graves y capitales.

P ¿Qué es concurrir indirectamente?

R. Subir la escalera si lo ahorcan o aplicar la garganta si lo degüellan por sus delitos.

 

            Este catecismo, de más de 80 páginas, lo reeditó la Imprenta Nacional en 1863, por orden del presidente de la República Francisco Solano López. El prólogo lleva la firma del obispo Gregorio Urbieta y su contenido iba dirigido a los párrocos, maestros de escuela, padres de familia y ciudadanos del obispado. López pretendía lograr con este catecismo que el pueblo paraguayo aprendiera que los gobernantes eran como Dios en la Tierra y participaban en cierta forma de la independencia divina.

            En aquellas páginas del catecismo se habían inspirado los acusadores, torturadores y jueces inquisitoriales de la matanza de San Fernando e Itá Yvaté. En el catecismo se nutrieron los delatores que con sus calumnias condujeron a la muerte a tantas víctimas inocentes. Esto enseñaba el catecismo en uno de sus párrafos:

            "La cárcel, el destierro, los azotes o la confiscación, el fuego, el cadalso, el cuchillo y la muerte son penas justamente establecidas contra el vasallo (léase ciudadano o ciudadana) innobediente, díscolo, tumultuario, sedicioso, infiel y traidor a su soberano (léase presidente), que no en vano, como dice el apóstol, lleva espada".

 

 

            PLAN DE ENSEÑANZA DEL GOBERNADOR LÁZARO DE RIBERA

 

            Al Catecismo de San Alberto se sumó la "Breve Cartilla Real", de Lázaro de Ribera, gobernador del Paraguay desde 1796 a 1806. Su catecismo político para uso de los escolares, al igual que el anterior, defendió la monarquía absoluta y el origen divino de la misma. Dicha "Cartilla" fue publicada con motivo de las censuras que había impuesto la Corona española a las conclusiones públicas o defensas de tesis de los seminaristas americanos para impedir que se expresaran "ideas contrarias a las leyes del reino, como ya había ocurrido en el Paraguay en 1797".

            Lázaro de Ribera fue uno de los gobernadores españoles que más empeño pusieron en erradicar la doctrina de la soberanía popular que, aunque condenada y desarticulada con la Revolución de los Comuneros, seguía bullendo en el espíritu de los jóvenes estudiantes del Real Colegio Seminario de San Carlos.

            La falta de control en la enseñanza escolar, según Ribera, era la causa de la persistencia de las ideas libertarias y del espíritu de subversión de los estudiantes. Para el efecto, propuso al Rey la supresión de todas las escuelas a fin de formar una sola, que funcionaría en Asunción bajo su control y dirección, donde un número seleccionado de niños del campo aprendería "los preceptos de nuestra santa religión, el amor al orden y la sumisión a las leyes". Estos niños, una vez instruidos, volverían a sus pueblos para enseñar lo que habían recibido.

            Las enseñanzas de Ribera se hallaban comprendidas en la "Breve Cartilla Real" y sus primeras preguntas y respuestas eran estas:

P. ¿Quién sois vos?

R. Yo soy un fiel vasallo del Rey de España.

P. ¿Quién es el Rey de España?

R. Es un señor tan absoluto que no reconoce superior en la Tierra.

P. ¿Y de dónde deriva su potestad real?

R. Del mismo Dios.

P. ¿Qué representa la persona del Rey?

R. Representa a la Divina Majestad.

 

            Rivera no pudo imponer su plan de enseñanza ni su "Cartilla Real". En 1804, una conspiración popular puso en peligro su gobierno absolutista, pero pudo librarse de la conjura mediante la intervención del doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, que no toleraba las revoluciones.

 

Sello real del Marques de Loreto, Virrey del Río de la Plata, 1789

 

Sello de la Real Audiencia de Buenos Aires, 1792

 

Sello del obispo del Paraguay don fray Luis de Velasco y Maeda, 1790

 

 

 

 

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Fuente digital: www.abc.com.py

Registro: Setiembre del 2012

 

 

 

 

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