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ARMANDO RUBIN

  CITA CON EL TERROR, 2013 - Cuentos de ARMANDO RUBIN


CITA CON EL TERROR, 2013 - Cuentos de ARMANDO RUBIN

CITA CON EL TERROR, 2013

Cuentos de ARMANDO RUBIN

Editorial SERVILIBRO

Dirección editorial: VIDALIA SÁNCHEZ

Diseño de tapa: CELESTE PRIETO

Asunción – Paraguay

2013 (144 páginas)


ARMANDO RUBIN

Nació en Asunción, de padres argentinos.

Es periodista, crítico de arte, conductor de televisión y radio.

Es una figura muy popular y respetada en el Paraguay y en el mundo, ya que también dirige un programa de radio escuchado por sus seguidores en diferentes países, vía internet.

Trabaja en los medios de comunicación desde los dieciséis años.

Presidente de la Asociación de Periodistas y Críticos de Arte y Espectáculos del Paraguay.

Ha publicado el libro "Lujuria criminal" y otros cuentos, demostrando que es en la escritura donde halla los nexos más perdurables para conectarse con su gran público.



PRÓLOGO

ARMANDO RUBIN tiene esta “Cita con el terror” y contigo, lector que entrarás en un mundo sórdido y macabro en el que descubrirás el dolor, la tristeza, el duelo, la muerte, la venganza, el odio, la locura total, página a página de las que no podrás salir hasta acabar la lectura, que será vertiginosa como son estos cuentos, breves, alucinantes, donde las personas son prestadas las unas a las otras para convivir con lo más rastrero de la condición humana.

Aquí hay un tono nuevo, la conciencia infeliz que se revela en la descripción de los personajes: las enajenaciones más aberrantes propias del género de la novela negra, la opresión, la violencia.

El autor se entrega al misterio, saca a flote los perfiles de la gente convertida en bestia, los gemidos de un mundo donde la traición es moneda cotidiana.

Todas las narraciones se destacan por su estilo cruel y fascinan porque en ellas se confirma que “La vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes”.

Combinadas con textos de ficción sobre biografías de grandes artistas del cine, igual que en su libro “Lujuria criminal”, estas historias nos sorprenden y nos hacen pensar profundamente en lo que sucede en las “noticias” de una sociedad cada vez más fría, cínica, hipócrita, sin amor.

Los cuentos se ubican en sitios geográficos del Paraguay, lo que despierta aún más el interés por hurgar en la forma en que el autor aborda temas criminológicos, con un rigor literario excepcional en cada frase, y en los textos de las sentencias finales que las acompañan.

En ningún momento del recorrido de las historias podemos imaginar unos finales que sorprenden por su relación con lo absurdo, y ya los títulos señalan la diversidad de las pasiones humanas más sangrientas: relaciones peligrosas y crimen en la calle Palma, naufragio y estigma del asesinato, el cuervo y amor, sublime amor, las cicatrices del alma, lo más trágico, la malicia, el éxtasis y la sed de venganza, las cenizas del sexo, la agonía, el secuestro, el cautiverio del deseo en una jungla de vínculos que horadan la conciencia del que lee por el trasfondo ético de alto valor documental, en relación a lo que sucede realmente en la existencia colectiva actual.

He aquí, en esta nueva entrega bibliográfica de Armando, su sabidura y la mano firme con que se adentra en hechos que nos trastornan: la soledad y la muerte, por ejemplo, temas tratados en una Tierra dividida, con agresiones constantes, con la impulsividad para eliminar a personas inocentes, acorralados todos por la injusticia y la ausencia de sueños y esperanzas.

Armando se anticipa a lo que será la literatura de los próximos siglos, con imágenes vivas en cada palabra, todo muy sintético, claro, directo, rápido.

¡Confirmo que Armando Rubín escribe cada día mejor!



CITA CON EL TERROR

 

- Hablo con los muertos. Me escuchan. Son mis amigos, confesaba Octavio al doctor Aguirre.

- Me siento solo.

- ¿No siente temor?

- ¿Tendría que tenerlo? No pueden hacerme daño.

Octavio y Rubén eran muy amigos.

Se encontraron minutos después de la medianoche en el cementerio.

- ¿Entramos? Hace mucho frío y está lloviznando.

- Yo te protegeré, tontuelo.

Había poquísima luz. Linternas de por medio, Octavio iba leyendo las lápidas, con voz gruesa e impostada.

- Te presento a Antonio Zárate. Vivió muy poco el pobrecito.

- ¿El muerto te contó?

- ¡No te burles! Para mí sigue vivo.

De pronto, Rubén sintió un temblor.

- ¡Octavio! ¡Es un terremoto!

- Aterrorizado, al tratar de huir, tropezó golpeándose la cabeza.

Octavio corrió para auxiliarlo. Su amigo estaba muerto.

TRES DÍAS DESPUÉS

Las páginas policiales dieron poca importancia sobre la noticia: el hallazgo de un hombre joven, sin vida, en el cementerio local.

La investigación no arrojó ningún saldo positivo, cerrándose el caso.

La noche del 24 de junio de 1935, Octavio regresó al cementerio. Empezó a llover.

Buscó refugió, arrojándose a una tumba.

Doña Carmen esperó despierta a su hijo. El amanecer la encontró llorando y angustiada.

Octavio regresó empapado, con el rostro desencajado.

Su madre lo abrazó cariñosamente.

-Te prepararé un café bien caliente.

Al traerlo, Octavio había desaparecido.

Los primeros rayos del sol iluminaron el cuerpo sin vida de doña Carmen, con un cuchillo clavado en el corazón.

A los tres meses, falleció su esposo, estrangulado.

La lujosa mansión se puso en venta. En una cruda noche de invierno, Octavio trató de ingresar a su casa.

- ¡Abran, hijos de puta!

Llegó la policía. Tras un breve interrogatorio, fue derivado a una clínica psiquiátrica.

Logró fugarse. Corriendo desesperadamente, llegó al cementerio: oscuro y tenebroso como siempre. Octavio sintió terror. Empezó a temblar. Las tumbas se iban abriendo. Un olor nauseabundo inundó el lugar.

Emergían cientos de cadáveres. A medida que caminaban, se les iban desprendiendo brazos, rostros, piernas.

Intentó huir, buscando la salida. Desesperado se arrojó a una cripta. Dentro de ella, ratas y víboras se preparaban para devorarlo.

CINCO AÑOS DESPUES

La mansión fue deteriorándose. Finalmente, la adquirió un arqueólogo. Una noche se levantó sobresaltado. Le pareció escuchar gemidos, alaridos. Provenían del sótano. Bajó lentamente. Se sintió observado. Miró a su alrededor. La oscuridad era total.

Sintió un fuerte golpe en la nuca. Cayó desvanecido. Seres espectrales, fantasmagóricos, reían a carcajadas, mientras jugaban con la cabeza del arqueólogo.

Octavio no podia dormir.

La puerta del dormitorio se abrió lentamente. Era su madre.

- ¿Te preparo el desayuno, mi amor?

En ese instante entró su padre, preguntándole:

- ¿Vos también estás muerto?

Nunca te burles de la muerte, que ella siempre te observa por detrás sintiendo el frío de su aliento en tu oído.



 

ALMAS EN SOMBRA

 

ESTOCOLMO, ENERO 1982

Los paisajes nevados de Suecia eran bellos.

Entrevisté a Ingrid Bergman en su elegante departamento.

La noté demacrada, pálida. De hecho, se venía comentando sobre su salud.

El diálogo fue cordial.

Me confesó que extrañaba mucho a Pía (hija mayor de su primer matrimonio con Peter Lindstrom).

LOVESTORY

La actriz conmocionó al mundo con una decisión inesperada. Abandonó a su familia por Roberto Rossellini, el gran director italiano. A través de una carta le confesaba su amor. Hollywood no le perdonó.

Viajó a Roma. Vivieron juntos y tuvieron gemelas: Ingrid e Isabella, quien eligió la carrera de su madre.

El discreto éxito de las películas que protagonizó influyó en la separación de la pareja.

AÑOS CUARENTA: FAMA INTERNACIONAL

Obtuvo el Oscar a la mejor actriz por “Luz que agoniza”. Inmortalizó títulos como “Casablanca”, “Por quien doblan las campanas”, “Juana de Arco”, entre otros.

Ya separada de Rossellini, retomó a Hollywood.

En 1956 logró su segunda estatuilla dorada por “Anastasia, la princesa vagabunda”.

El público la adoraba. Su carrera estaba en pleno apogeo, tanto que ganó su tercer Oscar, como mejor actriz de reparto, por “Crimen en el Expreso de Oriente” (1974).

Volvió a rescindir en el matrimonio, esta vez con el productor Lars Schmith.

THE END

Su entierro fue desgarrador. Víctima de cáncer, falleció en Londres, el 29 de agosto de 1982 (el mismo día de su cumpleaños).

Su última película fue “Sonata otoñal”, dirigida por Ingmar Bergman, en 1978, al lado de Liv Ullman.

Con su desaparición, se fue lisa, aquella hermosa mujer que sedujo a Rick en “Casablanca”.

El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos.


 


CICATRICES DEL ALMA

 

HOLLYWOOD, 1939

Mientras cenábamos en un lujoso restaurant, todos los allí presentes quedamos atónitos. Ingresaba “el rey”, el galán número uno del cine: Clark Gable, acompañado de Carole Lombard.

El protagonista de “Lo que sucedió aquella noche” (1934) estaba impecablemente vestido: traje azul oscuro, camisa color cielo, corbata al tono y zapatos negros. Ella, de verde esmeralda.

Nicole, mi novia, no pudo contenerse. En segundos me mostró los autógrafos:

- ¡¡Harold, los conseguí!!

En menos de 5 minutos, estábamos juntos.

Con el tiempo nos hicimos muy amigos. Incluso, nos invitaron al estreno de “Lo que el viento se llevó” (15 de diciembre de 1939, en Atlanta).

Ese mismo año, Carole y Clark se casaron.

TRECE AÑOS ATRÁS

Una jovencísima Norma Jean Mortenson escribía en su diario: “Uno de mis sueños sería hacer una película con Clark Gable”.

El “milagro” se produjo en 1960, cuando aquella hermosa adolescente, convertida ya en Marilyn Monroe, protagonizó “Los inadaptados”, con Gable y Montgomery Clift. Arthur Miller (esposo aún de la diva) escribió el guión.

HOLLYWOOD: FÁBRICA DE CHIMENTOS

Los Ángeles, 1942

- Clark, necesito hablar contigo. Su voz denotaba preocupación.

- ¡No me asustes!

Sentados en el living, Harold le puso al tanto de lo que se comentaba en Hollywood.

- ¿Bisexual? ¿Quién lo dice?

Súbitamente se incorporó. Tenía el rostro pálido y desencajado.

- Circulan rumores muy fuertes acerca de tu sexualidad. ¿Tuviste relaciones en los inicios de tu carrera, con productores?

Sin responderle, subió las escaleras de la imponente mansión, tropezándose con Carole.

LA TRAGEDIA

El 16 de enero de 1942, cerca de Las Vegas, en un accidente aéreo, fallecía Carole Lombard.

Su prematura muerte sesgó no solo su carrera, sino también su vida.

“El rey” quedó destrozado.

1960: “LOS INADAPTADOS”

Tres de las máximas estrellas de Hollywood: Marilyn Monroe, Clark Gable y Montgomery Clift, rodaban un ambicioso film, dirigido por John Houston: “Los inadaptados”.

En un descanso, Clift y Gable fueron testigos de una agria y desagradable discusión entre Marilyn y Miller.

- ¡Me pones nerviosa! -exclamó la famosa rubia, propinándole una fuerte bofetada.

- ¿Por qué la torturas?, preguntó un furibundo Montgomery Clift.

- ¡No te metas, gay de mierda!

Continuaron trabajando, pero notaron que Gable no se sentía bien.

- Monty, ¿qué le ocurre a Clark?

- Te ama.

¿UNA PELÍCULA MALDITA?

CLARK GABLE

El complicado rodaje llegó a su fin el 4 de noviembre de 1960.

Sorpresivamente, el “rey” de Hollywood, víctima de un ataque al corazón, moría doce días después, a los 59 años.

El destino quiso que no pudiera asistir al estreno de “Los inadaptados”. Tampoco conocer a su único hijo, que nació semanas después.

MARILYN MONROE

“Algo tiene que ceder” (1962) significaría el principio del fin. La diva no pudo finalizar la que sería su última película. El 5 de agosto de ese mismo año la noticia conmocionó al mundo: el fallecimiento de la diva. ¿Suicidio o asesinato?

MONTGOMERY CLIFT

Cuatro años después, Montgomery Clift, a los 45 años, moría el 23 de julio de 1966, víctima de su adicción al alcohol y las drogas.

A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, corazones en un mismo ataúd.



 

EL CUERVO

 

Juan dormía plácidamente, cuando escuchó golpes en la ventana.

Encendió una vela y se acercó. Un pájaro luchaba por entrar. Negro y feo.

Abrió la ventana. Era un pequeño cuervo, herido en el cuello.

Le hizo curaciones caseras. Tras unos días, Arsenio (así lo bautizó su protector) decidió vivir con su nueva familia.

UN AÑO DESPUÉS

Con la primavera todo cambió. El sol sonreía feliz, y las rosas perfumaban, orgullosas, el ambiente austero y sencillo del rancho.

Arsenio, temido por los vecinos, se había encariñado con su amo, en cuyo hombro derecho se posaba, cada vez que el anciano hombre araba.

Esa tarde, Juan y su único hijo, Mariano, tomaban tereré en el patio trasero, cuando sintieron que alguien golpeaba las manos.

Arsenio, asustado, acostumbrado a la tranquilidad, voló para estar al lado de su benefactor.

Era Edelmira, la única y ajada prostituta de Carapeguá.

- ¿Qué es esa cosa horrible que tenés en el hombro? ¡Es asqueroso!

Como si la hubiera escuchado, el ahora enorme cuervo se le avanzó, atacándole el rostro.

La obesa mujer cayó al suelo, gritando de dolor.

Arsenio le había devorado uno de los ojos.

Juan la llevó a un centro de salud. Edelmira estaba desmayada. Cuando despertó, el médico de guardia explicó a la pareja.

- Señora... usted perdió uno de sus ojos definitivamente. En cuanto a moretones y heridas, no son graves. Pueden volver a su casa.

SEMANAS DESPUÉS

- ¡Cuervo de mierda! ¡Me odia! ¡Mátenlo de una vez! Si no se animan, lo haré yo.

Llegó la noche. Y con ella, el temor de Edelmira.

- ¿Qué haremos, Mariano?

- Tratar de impedir que entre a la casa.

El cuervo había desaparecido. Aparentemente todo se había normalizado.

Edelmira hacía compras en el almacén mientras Juan araba.

De pronto, Mariano entró llorando. Traía en sus brazos a un Arsenio ensangrentado.

Al regresar, Edelmira sintió un olor muy desagradable.

Provenía de la pequeña cocina.

- ¿Qué están haciendo?

- Hirviendo al pobre Arsenio, contestó Juan.

- ¡Yo no lo maté! -gritaba, la mujer.

- ¿Y quién habla de eso, mamá?

- Lo hicimos nosotros -respondió Juan, sonriendo maliciosamente.

- Queríamos conocer el sabor de la carne de cuervo. También la tuya, mamá.

Asustadísima, Edelmira intentó huir, mientras Juan, con machete en mano, cercenaba el cuello de aquella infeliz mujer.

Los dos hombres sonreían satisfechos.

Mariano, con un sucio repasador, colocó la cabeza de su madre en la misma olla.

DOS AÑOS MAS TARDE

Un inesperado ataque cardíaco terminó con la vida de Juan.

Mariano, por su parte, sumido en una gran depresión, no lograba superar la ausencia de su padre.

Esa noche hacía mucho frío. Se acostó temprano. No podía dormir. La soledad del rancho lo torturaba. El silencio era desgarrador.

Sintió golpes en la ventana.

Con la ayuda de una vela, notó, asombrado, que un pequeño pájaro, herido, negro y feo, intentaba entrar.

Era un pequeño cuervo.

Enterramos nuestros pecados, lavamos nuestras conciencias.



 

MALICIA

 

Eulogia vivía humildemente en Yuty, con sus padres y único hermano, Bonifacio.

Cuando leyó el anuncio no dudó.

- Mañana me voy a Asunción. Quiero trabajar, estudiar. No me importa empezar como empleada.

Doña Presentación denotó preocupación.

- ¡Mamá por favor! Es un matrimonio sin hijos y pagan bien.

Eulogia llegó a Asunción.

A Lidia le causó buena impresión.

- Somos dos personas. Saldrás cada 15 días.

En ese momento, apareció Marco Antonio.

- Es mi esposo. Querido, acompañála a su cuarto, por favor.

Ese sábado, Lidia jugaba al bridge con sus mejores amigas.

- Querido, no demoraré. Y no te preocupes, llegaré a tiempo para la cena programada.

Marco Antonio, alto, corpulento, atlético, le contestó desde la piscina:

- Ok, amor.

Hacía un calor sofocante, pero Eulogia debía planchar. Aquel viejo ventilador hacía más ruido que otra cosa.

El lugar para su tarea era un pequeño cuarto.

De pronto, de atrás, unas manos cubrían sus ojos. Las palpó. Eran enormes y sudorosas.

- Hola, linda.

Era Marco Antonio.

- ¡Señor, qué sorpresa!

Su vestido dejaba entrever unos senos enormes.

No perdió tiempo.

La tendió sobre el piso. La muchacha gritaba en vano.

La violó. Para su sorpresa, era virgen.

Con mucho esfuerzo, la joven se levantó. Corrió hacia la plancha y se la estampó, ardiente como estaba, en el rostro, para luego hacer lo mismo en sus genitales.

Agarró sus pocas pertenencias, huyendo despavorida.

Tras varias horas, regresó su mujer.

Subió las escaleras. Marco Antonio yacía en la cama, vendado.

- Por Dios, ¿qué te pasó?

El hábil relato que escuchó Lidia la convenció:

- Ladrones confabulados con Eulogia hicieron de las suyas.

- ¿Llamaste a la policía? ¿Y la chica?

- Robaron y escaparon.

Se inició la pesquisa. Fueron a la casa de los padres de Eulogia. No estaba.

Vigilada día y noche, no aparecía.

El caso se cerró.

Lidia y Marco Antonio dormían plácidamente. Un ruido proveniente de abajo le despertó. Se levantó silenciosamente sin despertar a su mujer para no asustarla.

Bajó las escaleras. Todo estaba a oscuras y en silencio.

Lidia, al notar su ausencia, sobresaltada, tomó un revólver de la mesita de luz.

Asustada, descendió sigilosamente.

El arma temblaba en sus manos.

Vio a un hombre de espaldas. No se animó a prender luz alguna.

- ¡Alto o disparo!

Aquel hombre giró demasiado tarde. El disparo de Lidia terminó con la vida de su esposo.

Cuando la policía llegó, encontró a una mujer llorando desconsoladamente.

Lidia narró lo sucedido.

Tras meses de investigación, fue sobreseída. El crimen fue en defensa propia.

UN MES DESPUES

- Señora, pulsan el timbre. ¿Atiendo?

Era la empleada nueva, una señora mayor llamada Olga.

- Sí, por favor. Debe ser mi prima.

Lidia no se sorprendió al verla.

- Pasa, por favor. Te felicito por tu trabajo. Lo hiciste muy bien.

- Señora, ¿tiene lo prometido?

- Este cheque te estaba esperando.

Eulogia leyó atentamente el monto: tres millones de guaraníes.

- Correcto. Si me vuelve a necesitar, estoy a sus órdenes.

UN AÑO DESPUÉS

Riviera francesa. Una hermosa mujer disfrutaba de un magnífico día de sol.

- ¿Te gustaría tomar algo, mi amor?

Era el nuevo marido de Lidia, un millonario petrolero norteamericano.

Mientras dudaba entre una copa de champagne y una copa de vino tinto, preparaba su próximo plan.

La satisfacción es la muerte.



 

SED DE VENGANZA

 

- Te lo advertí más de una vez. Te mataré y haré lo mismo con nuestro hijo.

Era su exesposo, internado en un hospital psiquiátrico, del cual se había fugado.

Al terminar su tarea como directora de una escuela, en el parabrisas de su auto encontró una nota: “No me creés, ¿verdad? Hoy es lunes. El día D es el viernes”.

Hizo la denuncia

- ¿Reconoció su letra en la amenaza escrita?

- Eran recortes de diarios.

Resolvió marcharse con los niños, de 9 y 11 años, a la casa de su madre, en Encamación.

En el ómnibus, sonó el celular. “¿Me crees tan tonto?”.

Desesperada, regresó a Asunción. Llamó a su hermana Aurora y le explicó que Miguel estaba dispuesto a todo.

La volvió a llamar pero la voz era distinta.

- ¿Hablo con María Cristina? Quería recordarle la cita del viernes.

Decidió enfrentarlo.

DOS AÑOS ANTES

El hombre la miraba con insistencia..

- Disculpe. Soy Miguel Arrióla.

A los tres meses se casaron. Al poco tiempo, quedó embarazada. La violencia no se hizo esperar. Lo hacía cuando bebía.

El hecho de convertirse en padre, algo cambió en Miguel.

- ¡Por suerte, mamá! Te aseguro que es otra persona.

Esa tarde tenían reunión en la escuela.

- ¿Podrías encargarte de Luisito, por favor?

- Por supuesto, mi amor.

Cuando regresó, el cuadro era aterrador. Miguel estaba abusando sexualmente de su hijo.

- ¡Sos un monstruo!

Lo detuvieron. Sus perturbaciones iban en aumento.

María Cristina alquiló una casita en San Lorenzo.

Empezaron los llamados. Miguel se había fugado.

Se volvieron a encontrar.

Implorando, trató de persuadir a su esposo.

- Ok. Te costará cincuenta millones de guaraníes.

La policía urdió un plan. Lo capturarían en el momento de la entrega.

Un maletín, cargado de papel diario, portaba María Cristina, en la medianoche del día escogido: Independencia Nacional esquina Tte. Fariña.

Bajó de un automóvil un hombre que no era Miguel. En ese preciso instante apareció la policía.

Interrogado, confesó no conocer a la persona que lo había contratado.

Miguel planeaba su sed de venganza.

Al día siguiente, sabiendo que su esposa no estaba, fue a su casa. Golpeó varias veces la puerta. La empleada le preguntó:

- ¿Necesita algo, señor?

Al verlo, su pequeño hijo, se escondió.

El disparo impactó directamente en la cabeza de la pobre chica.

No demoró mucho en hallar al pequeño: el mismo final.

Esperó pacientemente la aparición de su mujer.

Esta, al ver el sangriento espectáculo, se desmayó.

Abrió sus ojos verdes en Emergencias Médicas.

Entraron dos médicos. Uno de ellos era Miguel.

Entre el amor y la violencia, siempre acaba triunfando la muerte.

 

 

 

 

 

 

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