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CARMELO MÓDICA

  ROTARY CLUB ASUNCIÓN - OCHENTA AÑOS, 2007 - Por CARMELO MÓDICA


ROTARY CLUB ASUNCIÓN - OCHENTA AÑOS, 2007 - Por CARMELO MÓDICA

LOS OCHENTA AÑOS DEL ROTARY CLUB ASUNCIÓN

Por CARMELO MÓDICA

Arandurã Editorial,

Asunción-Paraguay, 2007


 

PRÓLOGO

Ha transcurrido mucho tiempo a partir de aquel 28 de noviembre de 1.927 cuando nacía el Rotary Club Asunción, cuyo primer presidente fue el honorable ciudadano Zoilo Díaz Escobar.

En un país como el nuestro tan castigado por luchas intestinas y hasta entonces por una guerra internacional que dejaron sus secuelas, caracterizadas por una profunda desigualdad social, surgió una institución inspirada en el espíritu altruista y solidario de sus fundadores, que cumpliría un rol importante en la construcción de un país mejor en lo social, aliviando muchas necesidades y apuntalando a personas idóneas que buscaran aportar conocimientos en procura del bien común.

Sería imposible citar a todos los eminentes rotarios que han actuado en nuestra institución, sin caer en la injusticia de omisiones. Pero como ejemplo podemos citar a dos notables exponentes que supieron enarbolar los ideales rotarios. En primer lugar el Dr. Eusebio Ayala, el Presidente de la Victoria de la contienda chaqueña, cuya visión de estadista fue determinante para el triunfo patrio. Otro de ellos el Dr. Raúl Sapena Pastor, ex canciller de la República, versado jurista reconocido internacionalmente, cuyo nombre figura en la página web del Rotary Internacional, conjuntamente con Eusebio Ayala, entre los cien rotarios más destacados del mundo, lo que nos enorgullece.

En la etapa preliminar a la firma del tratado definitivo de paz del Chaco, la capacidad y el aporte de brillantes rotarios como Zoilo Díaz Escobar y Efraín Cardozo se constituyó en instrumento decisivo para clarificar ideas conducentes al bien de la nación y a la paz entre los pueblos.

Debe destacarse que durante el desarrollo de la guerra del Chaco, los prisioneros de guerra paraguayos y bolivianos recibieron apoyos y cobraban de sus respectivos países, de parte del Rotary, con los buenos oficios del Rotary club Argentino, que actuaba de intermediario. A lo largo de estos ochenta años de historia son innumerables las iniciativas ciudadanas que han recibido el apoyo institucional para su concreción, todo ello realizado con patriotismo, desinterés y sensibilidad en tarea silenciosa. Así, sin estridencias se ha venido contribuyendo a edificar una sociedad mejor.

Podemos citar algunos logros importantes obtenidos: el mantenimiento del hogar Don Bosco Roga, participación activa de la campaña de Polio Plus, la Fundación Esperanza, la Biblioteca Santa Ana del Bañado Sur, en plena ejecución el proyecto de las bibliotecas de Pedro Juan Caballero y San Bernardino, cooperación para instalación de pozos artesianos en el Chaco y una gran biblioteca en San Juan Bautista Misiones, dotación de letrinas para la localidad de San Pedro. Debo citar algo realmente trascendental, la creación de un premio para trabajos científicos, habiendo sido otorgados los correspondientes a Medicina y al de Ciencias Físicas y Matemáticas.

Finalmente quiero destacar que en una sociedad en donde a veces nos invade el negativismo y la cultura de la descalificación, surgió el Rotary Club, para mostrarnos el camino de que es posible construir en forma positiva.

Es para mí un orgullo presidir esta institución en un momento tan importante de su historia como lo es su octogésimo aniversario. Quisiera ser digno representante de los ideales del ex rotario Luis Alberto Vierci, mi padre.

Ignacio Vierci

Presidente del Rotary Club Asunción 2007-2008



CAPÍTULO I

EL COMIENZO DE UNA GRAN HISTORIA

Aunque parezca exagerado decirlo, puede afirmarse que el Rotary Club de Asunción nació con una misión concreta. No fueron ajenos a sus fundadores los objetivos de todo club rotario, pero por referencias que se tienen hubo ya en su creación el criterio de que la entidad estaba llamada a desarrollar esfuerzos por la paz entre dos naciones que cada vez se iban distanciando más en una situación que presagiaba la eclosión de un serio conflicto bélico.

En efecto, algunos destacados miembros del club recuerdan una tradición en la institución en cuanto a los antecedentes de su creación, que les fue transmitida por socios de los primeros tiempos. Se refiere a que los propios dirigentes del Rotary International, dentro de sus planes de expansión en América del Sur, habiendo respaldado la creación de clubs en Montevideo y Buenos Aires, buscaron afanosamente que se hiciera lo propio en Asunción y La Paz, acicateados por las graves desinteligencias entre Paraguay y Bolivia que se venían arrastrando desde varios años antes y que presagiaban un enfrentamiento armado. Algunos hombres de la entidad madre, probablemente por informaciones que se les proporcionaban desde la capital argentina, eran conscientes del peligro existente y tenían mucha confianza en la organización rotaría para influir en que se evitara la guerra.

Esa tradición, en consecuencia, explica la fundación del Rotary Club de Asunción, el primero de Paraguay, como una apuesta por la paz. Obviamente no hay documentos al respecto —fundamentalmente por la prudencia con que se actúa en cuestiones muy sensibles y delicadas—, por lo que no puede probarse en forma absoluta esta motivación inicial, cuyo fundamento firme es la transmisión oral de la información, aunque han quedado también algunos rastros y presunciones ciertas basadas en hechos incontrovertibles, lo que permite ir atando cabos y encontrar una explicación verosímil y razonable. Al respecto, puede mencionarse el editorial de la edición especial de la revista del club publicada en 1985 con motivo del cincuentenario de la Paz del Chaco, en que se expresó: “El origen mismo del Club de Asunción está íntimamente relacionado al conflicto del Chaco. La necesidad de crear una fuerza viva, que estableciera un ambiente de buena voluntad entre los hombres, movió a nuestros fundadores a impulsar la rueda dentada a una carrera increíble por su aciertos y su búsqueda de humanidad”. Atendiendo esta tradición tiene validez la afirmación de que el club nació con una misión histórica que tendría que cumplir, sin dejar de considerar ese aspecto del servicio, una tarea que también desarrollaría en forma intensa.

Una presunción importante de lo afirmado surge del informe presentado el 1º de diciembre de 1927 por James H Roth, comisionado especial de Rotary International que había estado presente en Paraguay en la formación del club de Asunción, a la entidad madre de Chicago. Haciendo una descripción física del territorio paraguayo, indicó que el río Paraguay dividía el país en dos regiones, la Oriental y la Occidental o Chaco. Con respecto a esta última expresó: “Este es el territorio reclamado por Bolivia”. Fue una manifestación directa, sin mencionar que había un litigio entre los dos países y cuál era la zona de litigio. La forma en que se lo mencionó demostraba que sobre el tema del conflicto ya se había hablado y era un hecho conocido por los dirigentes de RI.

Más allá de la iniciativa que se atribuye al Rotary International, el prestigio de esta institución era ya muy grande en todo el mundo, cuando a fines de la década del 20 se fundó el club asunceno. Personas destacadas de la sociedad paraguaya, incluyendo algunos extranjeros, por sus frecuentes viajes al exterior, particularmente a Buenos Aires, tenían acceso a la gran prensa que informaba sobre lo que era el Rotary, lo que hacía y cómo se iba extendiendo. La gente culta de la época, los profesionales, los empresarios, los estadistas, eran conscientes de la gran tarea de la institución que un par de décadas antes habían creado cuatro hombres de negocio en Chicago. Por eso, ya existía un terreno fértil en nuestro medio para sumarse a la gran obra que se había iniciado en 1905. La confluencia de los propósitos de unos y los deseos de otros habían de llevar al feliz momento en que se fundaría el Rotary Club Asunción.

 

Una campaña de prensa

El ya mencionado Roth, en su carácter de comisionado especial de Rotary International, viajaba por toda América Latina visitando ciudades donde había personas interesadas en fundar un club rotario. Se ponía en contacto con ellas, estudiaba sus antecedentes de honorabilidad y liderazgo, hacía una descripción de la ciudad y sus potencialidades y luego informaba a la organización, aconsejando o no la incorporación del nuevo club.

En una carta, fechada el 1 de julio de 1927, dirigida a Rotary International por Roth desde la ciudad peruana de Trujillo, expresó haber recibido una correspondencia de una persona de nombre Dr. F.L. Soper, presumiblemente diplomático norteamericano en Asunción, quien le había informado que había sido transferido a Río de Janeiro y que previamente había entregado literatura rotaría al Sr. Eliseo Da Rosa, editor de El Diario de Asunción. Había agregado el Dr. Soper que Da Rosa, a quien consideraba una buena persona, había iniciado una campaña de prensa no autorizada para la formación de un club rotario. Roth agregó haber escrito a Da Rosa para informarle que se proponía visitar Asunción a fin de organizar un club en esta ciudad.

 

Una reunión previa

El Sr. Roth llegó al país a principios de noviembre de 1927 en su carácter de comisionado especial del Rotary International, con facultades para reunir a potenciales rotarios, instruirles acerca de la organización y asesorar con respecto a la fundación del club de Asunción, con el padrinazgo del Rotary de Buenos Aires, atendiendo la cercanía geográfica de éste.

El comisionado especial se mostró muy activo. Se interiorizó de la situación paraguaya y fue presentado a personas representativas de distintos sectores de la vida nacional, a quienes puso al tanto de su propósito. En el mismo mes de noviembre organizó una reunión en la Legación de los Estados Unidos, a la que asistió el ministro de la legación norteamericana en Asunción, Sr. George L. Kreeck. Roth expuso a los asistentes —invitados por su condición de hombres de reconocida solvencia moral y demostrado liderazgo en las actividades sociales, económicas o políticas— qué era Rotary, cuáles eran sus objetivos y cuáles los modos de actuar, así como los requisitos formales para la constitución de un nuevo club dentro de la organización mundial.

Los presentes mostraron mucho interés en la exposición y expresaron su entusiasmo ante la proyectada creación de un club en la capital paraguaya. Con una buena predisposición general como marco de fondo, se puso fecha a la fundación: 28 de noviembre.

 

La fundación

El día indicado se reunieron en el Unión Club, centro de las actividades sociales de la capital paraguaya, quienes habían sido contertulios de la Legación de Estados Unidos, mas algunos otros invitados, acompañados del Sr. Roth. Éste fue el principal orador de la noche para instruir a los asistentes sobre las disposiciones que regían la vida de la organización y la metodología para la formación de un nuevo club.

Quedó constituido el club con los siguientes socios fundadores: Dr. Víctor Abente Haedo, Ing. Alejandro Bibolini, Reinaldo Bibolini, Quinto Censi, Máximo Croskey, Dr. Elíseo da Rosa, Dr. Zoilo Díaz Escobar, Manuel Ferreira, Marcial González, Dr. Rodolfo González, Rogelio S. Livieres, Teodoro Malbranc, Miguel Mujica Gómez, Ing. Juan B. Nacimiento, Dr. Tomás Osuna, Pascual Pecci, Atilio Peña, Eduardo Peña, Guillermo Peroni, Segundo Reyes, José Rodríguez Alcalá, Hipólito Sánchez, Manfredo C. Russo, Dr. Antonio Sosa y Dr. Justo P. Vera. En su mayor parte, los fundadores eran socios del Unión Club y mantenían una relación de amistad.

La primera junta directiva del club quedó integrada de la siguiente forma: Presidente, Dr. Zoilo Díaz Escobar; vicepresidente, Quinto Censi; tesorero, Manfredo C. Russo; censor, Teodoro Malbranc; secretario, Rogelio S. Livieres; vocales: Elíseo Da Rosa y Manuel Ferreira.

 

El informe de Roth

El comisionado especial pasó en Asunción más del tiempo previsto, pues enfermó de paperas y, por prescripción médica, debió pasar 14 días en cama. Con fecha 1 de diciembre de 1927 desde la capital paraguaya envió a RI su informe. Antes de que dicha correspondencia llegara a Chicago, el 7 de diciembre se adelantó a ella e informó por telegrama la fundación del club.

Con respecto al informe sobre lo actuado, visto y registrado por él durante el mes y días pasados aquí, Roth lo tituló “Ciudad visitada para la organización de un club rotario”. En el documento, luego de referirse someramente la situación general del Paraguay, la de Asunción y la de los principales dirigentes del nuevo club, el comisionado especial aconsejó la aprobación de la entidad recientemente creada. Vale la pena leer algunos párrafos de ese informe.

Tras mencionar que Paraguay era un país de unas 176 mil millas cuadradas con una población de 800 mil personas y que Asunción tenía 90.000, se refirió así a la Capital: “Dado que Asunción es el centro comercial del país, todas las exportaciones son embarcadas por medio de su puerto las principales industrias del país son la cría del ganado y la agricultura. La industria está limitada actualmente a la madera de quebracho y su extracto, harina (elaborada con granos importados), jabón, aceites y esencias, extracto de carne y alcohol, aunque también cigarros y cigarrillos, zapatos muebles y artículos de cuero son manufacturados en pequeñas cantidades para el consumo local. El número aproximado de

comerciantes minoristas es de 500, médicos 61, abogados 99, procuradores 168, dentistas 17,iglesias 8,hoteles 15, escuelas (privadas, primarias y secundarias) 21, universidad 1, diarios 6, fabricas 53, comercios mayoristas 30, corredores 30, bancos 7, compañías de seguros o agentes generales 4, empresas de servicios públicos 3”. Agregó que había una Cámara de Comercio con un secretario rentado que había sido traído de Buenos Aires.

Informaba Roth que los frecuentes viajes de personas a Buenos Aires y Montevideo y la venida de gente de negocios de estas capitales, facilitarían el apoyo al nuevo club. Mencionaba que el jefe de la misión diplomática norteamericana, George L. Kreeck, era un ex rotario de Lawrence, Arkansas, y que asistiría en la medida de sus posibilidades a las reuniones de la nueva entidad.

Sobre las reuniones semanales, el comisionado manifestó: “Dado que no hay un hotel en la ciudad que tenga un comedor privado, las cenas rotarías tendrán lugar en el Unión Club, que está ubicado en el centro de la ciudad y socialmente está integrado por la elite. Todos los miembros del Rotary Club son socios del Unión Club”.

Es interesante conocer la opinión de Roth con respecto a los principales dirigentes de la nueva entidad rotaría. Así, manifestó que “el Dr. Zoilo Díaz Escobar, presidente del club, es considerado uno de los más destacados abogados y representa a las mayores empresas que hacen negocios en el país Su reputación social, moral y profesional es de las más elevadas y ayer cuando fui recibido en audiencia por el Presidente de la República, él me felicitó por haber conseguido que una persona como el Dr. Díaz Escobar fuera el presidente del nuevo club. Él es también un prominente miembro del Senado paraguayo”.

Con respecto a otro dirigente del club, Eliseo Da Rosa, el comisionado dijo: “Es el propietario y editor de El Diario el más antiguo y mejor diario del país. Es miembro del Senado paraguayo y en la actualidad, ministro de Guerra y Marina. La reputación del Sr. Da Rosa es de las mejores y no es del todo improbable que el año próximo sea candidato a la Presidencia de la República”.

En cuanto a otros integrantes de la directiva de la novel institución, Roth manifestó: “Los doctores Antonio Sosa, Víctor Abente Haedo, Reinaldo Bibolini, Atilio Peña y Rodolfo González son todos miembros del Senado del Paraguay y el Sr. Eduardo Peña, editor y propietario de El Liberal, es miembro de la Cámara de Diputados. El Dr. Rodolfo González ha estado involucrado siempre en negocios financieros y en la actualidad es ministro de Hacienda”.

Un último comentario del informe: “El río Paraguay permite un excelente transporte entre Asunción y Buenos Aires y Montevideo donde toda la mercadería destinada a ultramar debe ser reembarcada. El Ferrocarril Central del Paraguay, que partiendo de Asunción se dirige a la frontera sudeste que se conecta en Posadas, Argentina, con la línea que va a Buenos Aires. El viaje de Buenos Aires a Asunción toma 57 horas. En el país no hay caminos, excepto para carretas estiradas por mulas o bueyes, pero ahora está en marcha un programa para la construcción de carreteras".

 

La aceptación

En su solicitud de ingreso, el Rotary asunceno informó a la organización madre que contaba con 25 socios, que se reunían semanalmente en los salones del Unión Club. Se había establecido como día de sesión plenaria los lunes, desde 20:30 de noviembre a abril y desde las 19:30 de mayo a octubre inclusive, así como fecha de asamblea anual el cuarto lunes del mes de mayo. Se mencionó que se había fijado una cuota de ingreso de 500 pesos, moneda paraguaya, y un pago anual de 600 pesos de la misma moneda. Avaló la solicitud el comisionado Roth.

A sólo tres meses de la fundación, en febrero de 1928, el club ya obtuvo la carta patente de parte del Rotary International, lo que constituyó un tiempo récord, teniendo en cuenta las malas comunicaciones de la época. A criterio de un destacado ex presidente de la entidad, esta rapidez demuestra la gran importancia que en el Rotary International se dio a la fundación de este club por la razón ya señalada.

En cuanto al acta constitutiva del Rotary asunceno y los Estatutos, enviados por el presidente Díaz Escobar y el secretario Livieres, fueron aprobados por RI en junio de 1928.

 

Tiempos difíciles

Fueron muy duros los primeros tiempos del Rotary de Asunción. Probablemente por la falta de ejemplos cercanos en cuanto a la forma de desarrollar las actividades de servicio, resultaba difícil llevar adelante programas atractivos y esto incidía en la asistencia a las reuniones. Además, de acuerdo con las actas de las reuniones plenarias de entonces no se registró la presencia del ministro norteamericano Sr. Kreeck tal como el comisionado Roth había asegurado a RI. El entusiasmo con que los socios fundadores habían iniciado sus actividades pareció declinar y, pese a logros muy importantes, como el patrocinio para fundar a mediados de 1929 el segundo club rotario del país, el de Villarrica, las repetidas ausencias de los socios a las cenas semanales, soporte de todo el andamiaje de la vida rotaría, impedían un desarrollo normal de las actividades.

El presidente en los cuatro primeros años del club, el Dr. Zoilo Díaz Escobar, desconsolado ante las ausencias, expresaba semana tras semana su preocupación, según consta en las actas de la época, tanto de las sesiones de la junta directiva como de las reuniones plenarias. Lamentaba las ausencias y, más aún, la pasividad con que los socios encaraban su condición de rotarios.

Sin embargo, las ausencias no impedían que se encararan proyectos a favor de distintos sectores necesitados de la comunidad, a una escala reducida, por cierto, atendiendo que las actividades eran desarrolladas por unos pocos, ante la poca colaboración de los demás. Llamativamente, hubo una activa participación en reuniones internacionales, a pesar de los inconvenientes que planteaban las dificultades de comunicación en la época (Basta con recordar las mencionadas 57 horas que llevaba un viaje en tren de Asunción a Buenos Aires). Por ejemplo, a fines de marzo de 1931 los señores Malbranc y Nacimiento asistieron a la

Conferencia de Puente del Inca, Mendoza, ocasión en que se eligió el nuevo gobernador de los distritos 63 y 64, con participación de rotarios de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay. El Rotary asunceno ya tenía un lugar ganado en la región. Asimismo, los contactos internacionales ejercían una positiva influencia en el futuro del club, pues servirían de elemento motivador y permitirían rescatar modelos y experiencias exitosas en la vida rotaría.

A nivel interno surgieron algunas iniciativas que, si bien no eran espectaculares, resultaban valiosas, aunque lamentablemente no tuvieron el final feliz que se merecían. Por ejemplo, el 1º de noviembre de 1930 el presidente del club informó en la reunión semanal que el domingo anterior una delegación del Rotary había ido a San Bernardino a sembrar en el lago Ypacaraí crías de pejerreyes donadas por Manfredo C. Russo, quien las producía en su criadero de Recoleta. Es fácil imaginar lo que hubiese sido el lago Ypacaraí como destino turístico si los pejerreyes lo hubiesen tomado como hábitat. La iniciativa pudo haber cambiado la historia del lago, impidiendo que llegara a la situación de degradación en que se encuentra actualmente. No hemos encontrado rastros de lo que impidió el éxito de la iniciativa.

 

Nace el club de Villarrica

Aun con sus debilidades, el club comenzaba a ganar predicamento, fundamentalmente por el prestigio de sus socios Así, destacadas personas de la sociedad guaireña, que tenían relaciones comerciales y hasta de amistad con los hombres del Rotary de Asunción, mostraron interés en crear un club similar en la capital departamental. Con el padrinazgo del decano de los clubes paraguayos, el 28 de setiembre de 1929 se fundó el Rotary Club de Villarrica. El club asunceno no había cumplido todavía dos años de existencia y ya actuaba como padrino para la creación de otro.

El 16 de junio de 1930 el club de Villarrica comunicó al decano del rotarismo paraguayo su nueva comisión directiva, que reemplazaba al grupo que inicialmente había conducido a la entidad, con lo que se regularizaba la renovación de autoridades de acuerdo con la práctica del año rotario.

Comenzó así una serie de padrinazgos que enorgullecen al Rotary asunceno. En estos ochenta años varios serían los clubes rotarios, tanto en el interior como en la capital del país, que recibirían su espaldarazo para su formación y su integración a la organización internacional. El padrinazgo sería una constante del Rotary asunceno a lo largo de su existencia.

 

Una dramática propuesta

El presidente del club llamaba la atención de los socios por la poca asistencia a las reuniones plenarias y, en general el desinterés en el cumplimiento de los postulados del rotarismo, así como de las obligaciones correspondientes. Esto llevó a que el 15 de noviembre de 1930 convocara a reunión extraordinaria.

Nadie esperaba lo que se escucharía en la oportunidad. Los socios estaban acostumbrados a reuniones cálidas, amables, fraternales, optimistas. El Dr. Díaz Escobar llamó la atención de sus compañeros por el tono solemne que daba a sus palabras. Y de inmediato los sorprendió, al decirles con firmeza y decisión que había hecho la convocatoria para plantear la disolución del Rotary Club Asunción, pues era imposible prolongar la existencia nominal del mismo. Expresó, según consta en libro de actas del club, que la falta de asistencia de la mayoría continuaba, a pesar de todas las exhortaciones y que había muchos miembros retrasados en el pago de sus cuotas en términos que ya no era posible tolerar. “El club falta a sus obligaciones más elementales —dijo—y en esta situación no estoy dispuesto a afrontar la responsabilidad ante el Rotary International”. Era un planteamiento duro y tajante, pero adecuado a la realidad que vivía la institución, a tan sólo tres años de haberse fundado con los mejores auspicios.

Superada la sorpresa inicial, el Sr. Teodoro Malbranc buscó con palabras conciliadoras una salida que convenciera al presidente acerca de la conveniencia de seguir adelante pero con la promesa general de que cambiarían las cosas. Reconoció que eran justas las observaciones del Dr. Díaz Escobar, quien soportaba casi en soledad los esfuerzos de que el club siguiera vigente, pero pese a ello opinó que era necesario hacer un nuevo esfuerzo para dar vida activa y digna a la entidad. Propuso que se luciera un llamamiento más a los miembros, que se borrara de la nómina social a los morosos y que con el número de socios que quisieran continuar, se mantuviera el Rotary, “a fin de evitar la vergüenza de su disolución”.

Las palabras del Sr. Malbranc tuvieron el apoyo de los miembros de la junta directiva. La desazón del Dr. Díaz Escobar no era una estratagema para buscar apoyo, pues, si hubiese sido así, al recibirlo hubiera desistido de su propósito. Sin embargo, se mantuvo en su postura y formuló consideraciones referidas a su situación personal. Los socios no cejaron en su empeño de salvar al Rotary asunceno e hicieron acto de contrición prometiendo que regularizarían su asistencia, así como los aportes necesarios para que se pudiera seguir adelante. Finalmente, el Dr. Díaz Escobar, alentado por la decisión de sus compañeros de junta directiva, fue convencido de que retirara su propuesta y aceptó el criterio de la mayoría, aunque supeditándolo al efectivo e inmediato cumplimiento de la promesa general.

Ninguno de los presentes podía imaginarse que el club había dado un paso trascendental en su momento más crítico para dirigirse hacia la que sería, pocos años después, su hora más gloriosa.

 

Cómo llegar a Asunción

Vale la pena reproducir párrafos de la carta que el 4 de abril de 1932 el Ing. Francisco Marseillan, gobernador del Distrito 63, envió desde Buenos Aires al presidente del Rotary de Asunción, Dr. Víctor Abente Haedo En ella se refería a próxima visita a la capital paraguaya en sus funciones de gobernador. La carta es ilustrativa de cómo se hacia el viaje en aquella dorada época del ferrocarril, empleando mucho más tiempo que ahora, pero realizando contactos más estrechos con las distintas ciudades unidas en un mismo distrito rotario.

“Pongo a conocimiento que el día martes 12 del corriente tomaré el tren en Buenos Aires a las 16.20 horas para llegar el jueves a las 5.30 de la mañana a Posadas. Allí realizaré la visita oficial, siguiendo a Asunción en la combinación internacional que sale de Posadas el sábado a la mañana y llega a Asunción el sábado por la noche”, expresa la carta.

Agrega el Ing. Marseillan: “En caso de que ustedes hubiesen podido conseguir la posibilidad de que algún vehículo especial de vía me pudiese transportar desde Posadas hasta Villarrica, yo desearía salir de Posadas el viernes a la mañana temprano antes de aclarar, tratando de llegar al mediodía a Villarrica. Entonces tomaría la combinación del Internacional del sábado a Villarrica en vez de hacerlo en Posadas”.

Y añade a continuación: “Como forzosamente tengo que tomar el vapor de vuelta para Buenos Aires el domingo, ustedes se imaginan entones cuán poco tiempo tendré para quedar en Asunción, lo que será solamente el sábado a la noche y el domingo a la mañana. Por esta circunstancia, agradeceré a Uds. que tengan a bien citar a los socios de su club a una reunión para el sábado a la noche, postergando o anticipando una de las reuniones semanales”.

 

En busca del crecimiento

El club tenía problemas en su crecimiento. Tras su visita a asunción el gobernador del distrito informó de la situación al Rotary Internacional. El 21 de mayo de 1932, Russell Williams, de la oficina central de Chicago, escribió al presidente del Rotary asunceno.

“Según parece —se lee en la carta—, la única dificultad de su club en la actualidad es el número de socios, que realmente es muy reducido por la importancia de la ciudad de Asunción. Quizá sería bueno, si no lo han hecho todavía, hacer un examen de la ciudad y formular una lista de las clasificaciones tomadas y vacantes. A fin de ayudarle en lograr este fin tenemos el gusto de remitirle adjunta una muestra de una lista de clasificaciones tomadas y vacantes, así como todas las instrucciones necesarias”. Es la primera noticia que se encuentra en el archivo del club del manejo de las clasificaciones como un mecanismo eficaz no sólo para ordenar a los socios, sino para utilizar como herramienta eficaz en la captación de otros nuevos.

“La experiencia ha demostrado —expresó igualmente la misiva— que la lista de clasificaciones tomadas y vacan les de un club es la guía más eficaz para el crecimiento y desarrollo del mismo. Ayuda a mantener el personal de socios bien balanceado y a llegar hasta las distintas clases de servicios comerciales y profesionales de la comunidad”.

 

Eusebio Ayala, hombre del Rotary

Mientras tanto, en la búsqueda de la excelencia, nada menos que el Dr. Eusebio Ayala fue incorporado al club. Hay sin embargo, algunas cuestiones borrosas en cuanto a los aspectos de su vinculación con la institución. Las dudas se refieren tanto a la fecha de su ingreso, como al carácter en que lo hizo. Designado presidente honorario del club, se encuentra en los archivos del Rotary asunceno la carta de aceptación del Jefe de Estado, fechada 29 de setiembre de 1932.

Analicemos lo de la fecha. Entre los documentos del club se halla una hoja con el membrete de la Municipalidad de Asunción (en ese tiempo el Ing. Pedro Bruno Guggiari, intendente capitalino, era el presidente de la institución), pero que no lleva firma, con un discurso de recepción a Eusebio Ayala como socio del club con la categoría de estadista. Ese documento está ubicado entre dos cartas, una del 28 de marzo y la otra del 29, por lo que cabe presumir que corresponde a una de esas dos fechas. Hay un documento que parece confirmar marzo como mes de ingreso del Dr. Ayala. Se trata de un telegrama del Rotary de Santa Fe, fechado el 18 de agosto de 1932, que se encuentra en los archivos de la entidad asunceña. Expresa los sinceros votos por la asunción de Eusebio Ayala, “miembro de ese club”. Esto deja en claro que la carta de aceptación del Presidente de la República fue remitida con posterioridad a su incorporación.

En cuanto a la otra duda, la calidad de su condición de socio, la carta del Dr. Ayala parecería indicar en principio que su vinculación al Rotary de Asunción fuera como presidente honorario, ya que el texto resulta inequívoco en ese sentido. Es cierto, no puede ocultarse que fue designado presidente honorario. Sin embargo, hay otros elementos de juicio que, sin desconocer ese nombramiento, abonan la tesis de que el Dr. Ayala fue miembro pleno de la entidad. Si bien la condición de socio activo y la de presidente honorario no son compatibles entre sí, hay una explicación plausible que concilia los dos tipos de vinculación con el club. Al asumir la Presidencia de la República, el estadista ya no podría seguir siendo socio activo del Rotary Asunción, por lo que la institución decidió hacerle la designación honoraria.

En ese sentido, un documento de peso es el telegrama de los rotarios santafesinos que daban como un hecho que el estadista era socio del club antes de que él asumiera la Primera Magistratura. El mencionado telegrama puede ser considerado una evidencia de que Ayala se incorporó al Rotary Asunción como socio pleno. Además, la expresión empleada por el Presidente en su carta en que agradeció “otra prueba más de la benevolencia de los colegas rotarios” resulta elocuente. El tratamiento de colega es revelador y el hecho de que haya dicho que se trataba de “otra prueba más” indica la existencia de vínculos previos con la entidad. Todo parece llevar a la conclusión de que dichos vínculo estaban dados por su condición de socio.

A esto se agrega el discurso de bienvenida guardado en los archivos. Cabe presumir que ese texto no hubiese sido conservado si no se lo hubiera utilizado, aunque no exista constancia de que se lo haya leído en una plenaria, como correspondía.

Lo cierto es que, tanto como socio activo o como en su condición de presidente honorario, Eusebio Ayala estuvo fuertemente ligado al Rotary Asunción y, más aún, al espíritu del rotarismo. Encargó a los hombres del club tareas que en su momento por algún motivo no desarrollaba una entidad como la Cruz Roja, a la que naturalmente correspondía hacerlo, y posteriormente les confió gestiones que, cuando se iniciaron, no podían desarrollar los canales diplomáticos normales.

El Dr. Ayala era un auténtico rotario, pues sus virtudes personales lo hacían compartir la filosofía de la organización. Por eso dio a sus compañeros del club asunceno la misión histórica que desarrollarían para hacer más humana una guerra y para desbrozar las malezas que impedían encontrar el camino de la paz.



CAPÍTULO IV

El aporte para la paz

La labor que le cupo al Rotary Club de Asunción, conjuntamente con los clubes de La Paz y Buenos Aires, en los diversos aspectos de la asistencia a los prisioneros de guerra es internacionalmente reconocida y existen documentos de diversas fuentes relativos a esa actividad. Pero, paralelamente a ella, hubo otra tarea conjunta, de la que no se ha hablado mucho pese a su gran valor, y de la que sólo se tienen noticias y documentos aislados, pero de la cual no cabe duda alguna. Es la participación que los mismos clubes rotarios tuvieron en la elaboración de las bases sobre las cuales se hizo posible la Paz del Chaco.

La discreción se explica por el hecho de que se trata de un tema que fue sensible en la época en que se desarrollaron los acontecimientos, dado que Paraguay y Bolivia disponían

de sus propios canales oficiales para tratar la cuestión, por lo que presumimos que los actores rotarios protagonistas de la gestión pacificadora prefirieron en su momento quedar en un segundo plano y con el correr de los años ya resultó difícil establecer el grado de participación de aquellos negociadores oficiosos, pues nadie se preocupó por escribir esta historia. Para saber lo que ocurrió es preciso reunir algunos pocos textos de los rotarios protagonistas, tomar en cuenta referencias de terceros, evaluar situaciones concretas de las negociaciones de entonces y con todo ello armar un razonamiento coherente, ceñido a una estricta lógica, sin dejarse llevar por pistas falsas o entusiasmos exagerados.

Estuvieron involucrados representantes de los clubes de los dos países beligerantes, así como rotarios argentinos y el vicepresidente del Rotary Internacional, de nacionalidad uruguaya, Ing. Donato Gaminara, que prestaron su mediación para que se pusiera fin al conflicto. La intervención del club asunceno en la que puede llamarse “arquitectura de la paz” es evidente y surge de elementos que iremos exponiendo a lo largo de este capítulo. Puestos todos ellos sobre la mesa de análisis, no cabrá duda alguna de que los rotarios tuvieron su participación activa en la obtención del fin de las hostilidades y en el establecimiento de las bases para una paz permanente. Incluso hasta podría decirse que ellos establecieron oficiosamente las bases de la paz.

 

Hombres con manejo del tema

El Rotary asunceno estaba integrado por hombres ilustrados, en su mayor parte del entorno del presidente Eusebio Ayala —legisladores, ex ministros, hombres de la Cancillería—, a quienes no les eran ajenas las cuestiones de Derecho Internacional y quienes encontraban interlocutores igualmente ilustrados entre sus pares bolivianos y argentinos. Figura en los archivos del club el borrador de una caria dirigida al Ing. Gaminara, entonces gobernador del Distrito 63, presumiblemente redactada por el entonces presidente de la entidad asuncena, Dr. Víctor Abente Haedo. Si bien el borrador no lleva fecha, por su ubicación en el archivo del club, ha de ser del mes de mayo de 1932.

Vale la pena destacar un párrafo de dicha carta: “Es probable que a la desmilitarización total del Chaco —no la neutralización, que de algún modo podría ser una legitimación de las pretensiones de las fuerzas que lo han invadido- , es probable que a esto una el Gobierno de mi país la exigencia de una investigación imparcial sobe las causas y las responsabilidades de la guerra, además de las seguridades necesarias para que el diferendo de límites sea, luego pacíficamente solucionado”.

Puede notarse en la misiva, de probable fecha temprana atendiendo el curso de los acontecimientos, indica una percepción de los alcances del conflicto y el manejo de una terminología técnica referida a la cuestión, más allá de que el arreglo final no siguiera exactamente los lineamientos previstos en el texto. El uso de dicha terminología solo implicaba su conocimiento, sino familiaridad con ella, lo que significaba formar parte de círculos que discutían el tema. Esos círculos sólo podían existir a nivel de sectores relacionados con ámbitos de decisión en el Gobierno. De ahí que quepa hablar de gestión oficiosa.

 

Una carpeta de asuntos reservados

En la sesión de la junta directiva del Rotary asunceno del 29 de setiembre de 1934 se mencionó la partida del presidente, Dr. Lorenzo Livieres, a la capital argentina, respondiendo a una invitación del Ing. Donato Gaminara y el Sr. Alejandro Ceballos, presidente del club bonaerense, para una entrevista en la capital argentina entre rotarios de Paraguay y Bolivia, con la mediación de aquéllos. Según consta en el acta correspondiente el objetivo de la reunión era “tratar los asuntos relacionados con la vida de los prisioneros y, secundariamente, ver la manera si no es posible pasar al plano de la mediación pacificadora”. En realidad, este último propósito no lo fue “secundariamente”.

En efecto, en la oportunidad el ex presidente del club, Dr. Zoilo Díaz Escobar, explicó a los antecedentes de la proyectada conferencia y, de acuerdo con el acta de la sesión, "se refirió a una carpeta de asuntos reservados que conoce el Poder Ejecutivo y motivó su elogio del Presidente de la República”. Es otro signo que indica que los hombres del Rotary de Asunción ya habían asumido la función mediadora como canal privado que suplía las dificultades que se encontraban a nivel oficial, ya que las negociaciones entre gobiernos eran tortuosas.

La reunión estaba programada en principio para el 18 de setiembre y había fracasado. Estaban designados para participar en representación del club el Dr. Livieres y el Dr. Abente Haedo. Informó el Dr. Díaz Escobar que el Dr. Livieres estaba dispuesto a viajar tan pronto se recibiera la confirmación de la nueva fecha. Ésta había sido establecida para el 8 de octubre siguiente, según un telegrama que había enviado el Dr. Ceballos, quien había comunicado que los delegados bolivianos se disponían a estar en Buenos Aires en esa fecha, lo cual fue ratificado posteriormente por un telegrama del Dr. Rosendo Michaus. En vista de ello, el Dr. Livieres se había apurado por viajar.

El Dr. Abente Haedo, a su vez, se refirió a los preparativos de la delegación. Informó de la visita hecha al ministro de Relaciones Exteriores, a fin de interiorizarle de los temas que se tratarían en la conferencia rotaría.


Un viaje con peregrinantes

El Dr. Livieres había partido rumbo a Buenos Aires con el vapor de la carrera el 28 de setiembre, es decir el día anterior de la última sesión de la junta directiva del club. El tesorero de la institución, Sr. Prous, quien había estado ausente en esa sesión, informó sobre dicho viaje en la reunión de junta del 2 de octubre.

El Sr. Prous comentó que había ido al puerto a despedir al Dr. Livieres, con quien había pasado unos minutos a bordo, mientras el presidente del club se instalaba en su camarote.

Comento que el barco estaba lleno de peregrinantes que iban a la capital argentina para participar en el Congreso Eucaristico Mundial. Cabe agregar al respecto que este

Congreso sería presidido por el cardenal Eugenio Pacelli, quien unos años después se convertiría en el Papa Pío XII.

Manifestó el Sr. Prous que el Dr. Livieres le había dicho que la anticipación de su viaje respondía al deseo de verse con los rotarios de Buenos Aires días antes del encuentro con los rotarios bolivianos. Obviamente se trataba de prestarse a un “sondeo” sobre la posición paraguaya de parte de los mediadores.


Los objetivos oficiales de la conferencia

El Dr. Abente Haedo esbozó en la reunión de junta los temas puntuales que se tratarían en la conferencia bonaerense, los que, sin embargo, no fueron mencionados en el acta de la sesión. Es de suponer que se trataba de cuestiones tan delicadas que no se consideraba prudente trascribirlas al acta.

Llamativamente, se decidió dejar constancia de dos cuestiones: “1º) Que todas las actividades del Rotary de Asunción son conocidas del Gobierno Nacional y autorizadas por éste para cooperar al mejor trato de los prisioneros en colaboración con la función de la Oficina de Informes sobre Prisioneros de Guerra, organizada por los Decretos Nºs. 45 195 y 45.862. 2º) Que la misión del Rotary Club en esta actividad de protección a los prisioneros se halla indicada en la Convención de la Haya, año 1907, Art. 15, sobre leyes y costumbres de la guerra terrestre”.

Establecidas las dos premisas mencionadas, el club acepto oficialmente la invitación para la conferencia de los rotarios de Paraguay y Bolivia en Buenos Aires, partida del Ing. Donato Gaminara, copresidente 1º del Rotary Internacional, y del Dr. Alejandro Ceballos, presidente del Rotary Club de Buenos Aires.

La junta directiva estableció las siguientes instrucciones para los delegados: “La delegación nuestra lleva la misión de escuchar las sugestiones relacionadas con la suerte de los prisioneros en beneficio recíproco de los prisioneros de ambos países, debiendo nuestros delegados exaltar la labor realizada por el Rotary Club de Asunción, en vista a obtener un igual tratamiento para los prisioneros paraguayos. Además, nuestra delegación debe recalcar que las actuales condiciones en que se desempeña la Oficina de Prisioneros, creada por el Rotary Club local, no puede seguir sin que al menos se nos preste una eficaz cooperación del exterior por el Rotary Internacional. Se resuelve especialmente implantar o establecer que se aceptan las remesas en curso legal paraguayo que se hagan para los prisioneros bolivianos”.

 

La pacificación

Constó asimismo en acta: “En cuanto a las gestiones relativas a la pacificación, objeto implícito de la Conferencia, se declara con carácter de resolución que la delegación no lleva facultad alguna para considerar los asuntos pertinentes a ella”.

El párrafo anterior es muy importante. Se trata de una declaración de que la conferencia de Buenos Aires se haría con el objetivo de gestionar la paz entre los contendientes, aunque se privó, por lo menos formalmente, a los delegados del Rotary asunceno de mandato del club para el tratamiento de un tema tan delicado.

Sin embargo, tiene significativo valor considerar los miembros de la delegación: los doctores Lorenzo Livieres, Zoilo Díaz Escobar, Federico C. Chaves y Efraín Cardozo. El Dr. Chaves ya había participado en representación del Gobierno en negociaciones con Bolivia y, en cuanto a Efraín Cardozo, estaba llamado a jugar un papel destacado en las negociaciones oficiales de paz. A ello cabe agregar que Díaz Escobar era senador de gestión influyente en las altas esferas del Gobierno.

Ante elementos tan fuertes como el documento confidencial expuesto al Presidente de la República, la discusión de temas de la conferencia con el canciller, el viaje anticipado del Dr. Livieres, la afirmación de que el objetivo implícito de la conferencia era la pacificación y el nivel de la delegación del Rotary, digna de una representación oficial de Paraguay, todo demostraba —más allá de la prudente constancia en el acta de la reunión de la junta directiva del club del 2 de octubre— que en la reunión de rotarios Buenos Aires se discutirían fórmulas de paz.

 

Un acuerdo sujeto a referéndum

Concluida la conferencia, en la sesión del 25 de octubre de 1934 el Dr. Díaz Escobar presentó un informe sobre lo actuado en Buenos Aires, incluyendo un acuerdo suscrito con el club de La Paz, con la mediación de los señores Gaminara, Ceballos y Michaus.

No figura en acta el contenido del informe ni el texto del acuerdo. Se indicaba, sin embargo, que éste era ad- referéndum, primero del Superior Gobierno, segundo del Clero y tercero de la Cruz Roja Internacional. Se resolvió hacer las consultas correspondientes antes de llamar a asamblea extraordinaria del club para tratar su contenido. Esa asamblea aparentemente nunca fue convocada, pues no se encuentra acta alguna de ella en los archivos del Rotary Asunción.

El Dr. Díaz Escobar mencionó que había debido viajar a Buenos Aires pese al permiso que el club le había concedido como consecuencia de la fatiga que le había producido su trabajo voluntario al frente de la Oficina de Prisioneros. Aquí cabe presumir que el viaje obedeció a algún encargo del Gobierno ante la inminencia de un acuerdo efectivo. Díaz Escobar mencionó elogiosamente a los delegados del Rotary de La Paz, su presidente, Ing Juan Muñoz Reyes, y el ex presidente, Sr. Abel Solís, así como al Sr, Carlos Arteaga, quien había participado accidentalmente en una reunión.

 

Las memorias del Dr. Díaz Escobar

El Dr. Zoilo Díaz Escobar escribió sus memorias sobre la participación de la delegación del Rotary asunceno en Buenos Aires. Copias de las mismas fueron entregadas durante la presidencia del Dr. Martín Heisecke Rivarola en el club (1990-1991) a representantes del Gobierno y de Rotary Internacional, en un acto realizado en la Casa de la Cultura.

En una disertación sobre la Paz del Chaco, pronunciado el 27 de abril de 2002 en la Conferencia del Distrito 4890, en Buenos Aires, el Dr. Daniel Elicetche, del Rotary de Asunción, transcribió párrafos extraídos del manuscrito de dichas memorias. Su contenido es muy revelador.

“Presidí la delegación integrada por el Dr. Efraín Cadozo, director de límites de la Cancillería Nacional, y el Dr. Lorenzo Livieres —expresó el Dr. Díaz Escobar—. Las primeras reuniones se llevaron a cabo en la residencia particular del Dr. Alejandro Ceballos, presidente el Rotary Club de Buenos Aires, con el propósito inmediato de discutir un plan para mejorar la terrible situación en que se hallaban los prisioneros de guerra y con las intenciones de largo alcance de ir avanzando con las sugestiones de paz”.

“El incansable Donato Gaminara, quien participaba de las reuniones —continuó—, se esforzó por conocer la opinión de cada uno de los delegados rotarios para planificar la acción a seguir. Los integrantes de las delegaciones rotarías expusieron sus criterios predominantes en sus respectivos países con cautela y sagacidad. Paraguay sostenía la ponencia de la cesación previa de hostilidades para posteriormente apelar a un sometimiento arbitral. En contraposición a esta tesis, Bolivia sostenía la simultaneidad de ambos actos, es decir cesación de hostilidades y arbitraje”.

Cabe agregar que el requisito de la cesación previa de las hostilidades para emprender cualquier negociación fue siempre la posición oficial paraguaya, en contraposición con la boliviana, que propugnaba un acuerdo que implicara al mismo tiempo la cesación de las hostilidades y el arreglo fronterizo. Puede notarse que el Rotary de Asunción partió de la misma base.

“Las reuniones —prosiguió Díaz Escobar en sus memorias— se tornaron dramáticas y muchas veces ardorosas. Para mayor eficiencia se resolvió de común acuerdo que los asuntos propuestos específicamente fueran discutidos por parejas de contendores, para luego elevar planes concretos. Se convino que cada uno actuaría con libertad de acuerdo a los dictados de su ciencia y conciencia. La dilucidación del temario exigía absoluta reserva y nadie exteriorizaba su punto de vista en las conversaciones extra dialogantes para lograr una solución adecuada a los intrincados problemas propuestos. No obstante las reservas tomadas, sólo el vicepresidente Donato Gaminara era depositario fiel de todos los secretos de las conversaciones merced a su agudo sentido observador y vigilante desempeño. Las conversaciones se sucedían en forma polémica y vibrante, donde cada uno de los contendores mantenía su celo patriótico y medía la responsabilidad histórica que exigía su acción”.

Este párrafo es particularmente ilustrativo de lo que estaba en juego en las conversaciones entre los rotarios paraguayos y los bolivianos: “Al finalizar una de las conversaciones de rutina sin llegar a un acuerdo definitivo, Donato Gaminara dirigió una pregunta intencionada: ¿Qué es lo que Paraguay exige para la garantía de la cesación de hostilidades?” A lo que respondimos prestamente: La adopción de un acuerdo diplomático de los neutrales, un protocolo de paz y tal vez la creación de una policía de seguridad”.

Y ya no caben dudas en cuanto a la función que cumplía la conferencia, cuando Díaz Escobar expresa: “Gaminara, en esa memorable reunión donde se debatía la suerte de los hermanos, se dirigió a todos nosotros y nos espetó la pregunta hábilmente preparada: “Estimados compañeros, ¿estarían conformes Paraguay y Bolivia en que los encargados de policía de seguridad fueran nominados por la Argentina? Todos contestamos afirmativamente, agregando que cualquier país neutral, además de Argentina, podría encargarse del asunto de policía de seguridad, obrando con buena fe y responsabilidad”.

El camino ya había sido abierto. Después vendrían las negociaciones oficiales que culminarían con la firma del Protocolo de Paz del Chaco, suscrito en Buenos Aires el 12 de junio de 1935. Y, finalmente, el Tratado de Paz, Amistad y Límites, que pondría punto final a las diferencias, firmado el 21 de julio de 1938.

 

Impulso a las negociaciones oficiales

El Dr. Arturo Lavigne en el artículo ya citado menciona que los rotarios argentinos Alejandro Ceballos y Roberto Michaus le refirieron que el Rotary de Buenos Aires había pedido al rotario Dr. Casto Rojas, embajador de Bolivia en Buenos Aires, que el Rotary de La Paz explorara cuáles serían las condiciones mínimas aceptables por el gobierno de su país para concretar negociaciones de paz. El Rotary de la capital boliviana se convirtió en el conducto por el cual, sin exponerse políticamente, el Gobierno del Altiplano hizo saber su postura.

“Parecía que las negociaciones se hallaban entonces estancadas —expresó el Dr. Lavigne— y los nombrados Dr. Ceballos y señor Michaus se apresuraron a hacer llegar al Dr. Carlos Saavedra Lamas, confidencialmente, dichas condiciones. El Dr. Saavedra Lamas las tomó para sí convocó a la Conferencia e hizo conocer esos puntos que contenían las condiciones mínimas de la paz, como si fuese iniciativa suya. Tales fueron las bases de la discusión, camino por el cual se llegó a la firma del Tratado de Paz" Cabe aclarar que Saavedra Lamas era el canciller argentino y se encontraba al frente de las negociaciones oficiales.

Ya producido el Protocolo de Paz, la revista “El Rotariano Argentino” comentó en su edición de junio de 1935, refiriéndose a las reuniones realizadas en octubre de 1934 en Buenos Aires: “En el transcurso de las conversaciones entre ambas delegaciones reunidas en un ambiente de camaradería se traslucieron las posibilidades de promover un entendimiento directo entre ambos países en lucha, concretándose consultas y fórmulas que, lamentablemente, no prosperaron, pero que permitieron a través de la entrevista sondear recíprocamente opiniones que, llevadas a los respectivos países, informaron directamente acerca del estado de ánimo de los contendores y de su buena voluntad, para llegar a una feliz solución”.

 

La firma de la paz

Al firmar en Buenos Aires el Protocolo de Paz, el canciller boliviano, Tomás Elío, pronunció palabras que han quedado grabadas en la historia: “Suscribo este acuerdo sin vacilaciones, como hombre bueno, patriota y rotario”.

La entonces secretaria del Rotary Club de Buenos Aires, Alcira Dupuy de Lome, recordaría medio siglo después, en la edición de mayo-junio de 1985 de la Revista Rotaría: “Rotarios militantes como el general Agustín P. Justo, a la sazón presidente de la República, que tenía en su club la clasificación de “Militar”, y rotarios de espíritu, como el entonces canciller Dr. Carlos Saavedra Lamas, estrechamente vinculado a los hombres del Rotary y a quien había de concedérsele por su participación en aquella conquista el Premio Nobel de la Paz, intervinieron activa y decisivamente en la superación del conflicto que enfrentó a dos pueblos hermanos”.

En un artículo firmado por Alfonso Rubiano-Groot, en la mencionada edición de Revista Rotaría, el autor expresó que el trágico conflicto del Chaco Boreal había sido, “no obstante, escenario donde tuvieron activa y conmovedora aplicación los ideales de Rotary gracias a la actividad, tenacidad y espíritu de servicio de sus exponentes, tanto en los países beligerantes como en la Argentina, que jugara un papel definitivo en la conclusión de la lucha armada”.


Los hombres de bien del Rotary

Ya, en plena paz, a la reunión de la junta directiva del Rotary de Asunción del 29 de julio de 1935 asistieron como invitados el canciller nacional, Luis A. Riart, así como los representantes diplomáticos acreditados ante el Gobierno nacional de los países que habían hecho de mediadores para la firma del Protocolo de Paz: Walter Thurston (Estados Unidos), Francisco Sánchez (Chile), José Ortiz de Ceballos (Perú), Laffayette de Carvalho e Silva (Brasil), Rodolfo Freyre (Argentina) y Ricardo Areco (Uruguay).

En la oportunidad, el ministro Riart, dirigiéndose al entonces presidente del club, Ing. Gustavo Crovatto, elogio la actuación del Rotary durante el conflicto concluido hacía poco tiempo. Dijo que el resultado obtenido en la conferencia de paz realizada la capital argentina, había sido la resultante del espíritu jurídico de América, “del que no habían sido ajenos hombres de bien que militan en su club”. Se trataba de palabras elocuentes que no ofrecían duda alguna sobre su significado. Constituían un reconocimiento oficial y público de parte del Gobierno Paraguayo de la participación que el Rotary de Asunción había obtenido en la elaboración del acuerdo para la firma del Protocolo de Paz.

En un artículo publicado en la Revista del Rotary Club de Asunción en mayo de 1966, el Dr. Juan Arturo Lavigne sintetizó en pocas palabras la labor desplegada por los rotarios en el conflicto bélico: “Rotary no se limitó a llorar la calamidad de la guerra en el muro de los lamentos. Salió a la palestra, mitigó dolores y luchó por la paz”.

 

La participación rotaría

Creemos haber demostrado la participación rotaría en el logro de la paz —en una proporción que probablemente nunca se sepa exactamente—, aunque cabe suponer que el escepticismo no se disipará mientras no haya una documentación clara al respecto.

Sin embargo, entendemos que aleja toda ducha que algunos de los hombres que negociaron la paz primero como rotarios —entre ellos Efraín Cardozo— lo hicieron luego en nombre del Gobierno paraguayo. ¿Acaso puede pensarse que su primera tarea no tenga relación alguna con la que desarrollaron después a nivel oficial?



INDICE

Prólogo

Capítulo I:

El comienzo de una gran historia

Capítulo II:

Llega la hora más gloriosa

Capítulo III:

Una verdadera proeza administrativa      

Capítulo IV:

El aporte para la paz   

Capítulo V:

Ñandutí para Paul Harris

Capítulo VI:

Una década conflictiva

Capítulo VII:

Los frutos del esfuerzo

Capítulo VIII:

Los problemas del crecimiento

Capítulo IX:

La humanidad es una   

Capítulo X:

Dos gotitas para Paraguay y el mundo

Capítulo XI:

Cincuenta años después

Capítulo XII:

Don Bosco Roga

Capítulo XIII:

Día Mundial de la Solidaridad

Capítulo XIV:

Los hombres del Asunción

 

 

 

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