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MARY MONTE DE LÓPEZ MOREIRA

  LA DÉCADA DE LA POSGUERRA 1870 - 1880 - MARÍA G. MONTE DE LÓPEZ MOREIRA


LA DÉCADA DE LA POSGUERRA 1870 - 1880 - MARÍA G. MONTE DE LÓPEZ MOREIRA

LA DÉCADA DE LA POSGUERRA 1870 - 1880

MARÍA G. MONTE DE LÓPEZ MOREIRA

 

 

 

         PANORAMA GENERAL DE LA POSGUERRA

 

         El 1° de marzo de 1870, con la muerte del Mariscal Francisco Solano López, concluyó el dilatado lustro del calvario nacional. Era el epílogo de una gran tragedia, de una guerra desigual y sangrienta. Fue quizás el primer caso de "guerra total", registrado en la historia contemporánea mundial. No hubo retaguardia. Todo el Paraguay se convirtió en trinchera de un extremo a otro. No sólo hombres, sino mujeres, no sólo adultos sino también niños empuñaron las armas. Con todo, la contienda no hizo mellas en la estructura económica, pues se produjo en el país todo cuanto se necesitaba. En los dos primeros años de contienda, mientras los hombres luchaban en el frente, las mujeres se convirtieron en las abastecedoras de alimentos y vestimentas. Más tarde combatieron a la par que los varones y como residentas o destinadas de esta hazaña, escribieron páginas de gloria.

         Sin embargo, a pesar de tan magna epopeya se podía observar una desolación total. De la pujante y floreciente nación del período de los López, el Paraguay se redujo a un país en ruinas con escasos sobrevivientes. Se destruyó la riqueza pública y privada. Desaparecieron los organismos jurídicos, educativos y culturales y su población fue íntegramente disminuida. Todo debía iniciarse de nuevo.

         El pueblo paraguayo solo, con sus propias y menguadas fuerzas principió la reconstrucción nacional, inclusive con el peso de la abrumadora deuda de guerra impuesta por los vencedores. La parte más difícil de la vasta empresa de resucitar al Paraguay, recayó sobre las mujeres. Ellas se hicieron agricultoras, comerciantes, industriales, y crearon un género de sociedad poligámica, permitiendo restaurar prontamente sus mermas demográficas. En esta nueva etapa, la ocupación primordial del sector masculino fue la política, tarea que absorbió gran parte de sus actividades, aunque algunos grupos también emplearon sus vitalidades en la reconstrucción económica y en la restauración educativa. El proceso de recuperación y desarrollo de la nación paraguaya es conocido por algunos historiadores como el período de la Patria Nueva12, denominación otorgada a la etapa posterior a 1870. Todo lo acontecido anteriormente hasta el gobierno de Francisco Solano López, quedaba atrás. La consigna nacional era el de comenzar un nuevo Paraguay en todos los órdenes y es en este lapso -el de la posguerra- en que nacen los hombres y mujeres que a través de la literatura, filosofía, educación, arte, historia, política y economía transformaron con sus aportes la sociedad paraguaya. Esta prodigiosa fecundación cultural, nunca antes producida en el país, es conocida como la "Generación del novecientos". Empero, no debe olvidarse que también la participación foránea coadyuvó de manera importante en la realización de las obras paraguayas.

         La presencia extranjera se registra desde un tiempo antes de la finalización de la guerra. A partir del l ° de enero de 1869, las fuerzas enemigas hicieron su entrada en la capital paraguaya. En ese tiempo, Asunción fue presa del pillaje y despojo. Los efectos, menajes, mobiliarios, utensilios y demás pertenencias de las familias de la sociedad paraguaya eran llevados al puerto para ser embarcados con destino a Buenos Aires y Río de Janeiro. Tanto de día como de noche se realizaba la conducción de dichos enseres. Las legaciones extranjeras, el Club Nacional y las residencias asuncenas fueron desvalijadas.

         Pese a todo, Asunción fue repoblándose paulatinamente por personas de diversos orígenes y procedencias. Un gran porcentaje de mujeres y niños recorrían las arenosas calles en busca de sustento y alojamiento.

         Además, un importante número de varones arribó al país, Entre ellos, paraguayos y varios extranjeros de distintas nacionalidades, a más de muchos comerciantes y especuladores que acompañaran a las fuerzas invasoras o que atraídos por la curiosidad llegaron para observar al Paraguay en ruinas. Del primer conjunto de hombres, citamos a varios paraguayos calificados que regresaban del exterior. Los ex becarios, los diplomáticos del gobierno de Solano López, ausentes durante el conflicto. Otros fueron los prisioneros liberados o los fugitivos del ejército paraguayo y también los jefes y oficiales de la Legión Paraguaya, pero todos infundidos por una intensa preocupación: reorganizar la nación como Estado soberano y tratar de solucionar las cuestiones de límites con los representantes de la alianza tripartita14.

         La tarea de reconstrucción nacional presentó una serie de dificultades, no sólo porque aun estaba vivo el recuerdo vivido durante los cinco años de tragedia, sino también por las inmensas pérdidas en todos los órdenes ocasionadas por la guerra. La primera de ellas fue la demográfica. En 1862, el Paraguay registraba una población aproximada de unos 450.000 habitantes. En 1872 se realizó un censo que arrojó la cifra de 230.000 personas, de las cuales 30.000 eran extranjeros, casi todos integrantes del ejército de ocupación. Gran parte de los sobrevivientes eran mujeres, niños y ancianos. Sólo unos 28.000 varones contaban más de 14 años. Sin embargo, en los años posteriores este desequilibrio demográfico no tuvo efectos negativos, pues muy pronto, por la escasez varonil proliferaron las descendencias ilegítimas y las familias matriarcales, motivo de un progresivo repoblamiento del país.

         En cuanto al desarrollo económico, debemos acotar que el sistema de comunicaciones establecido durante el gobierno de los López, los arsenales y los astilleros instalados en la ribera del río Paraguay, la fundición de hierro en Ybycuí, la construcción del ferrocarril, el telégrafo, y otros adelantos técnicos fueron bruscamente interrumpidos por la guerra. Además, todos los técnicos fallecieron durante la contienda, de tal forma que los sobrevivientes desconocían los oficios en los cuales sus antecesores se habían desempeñado de manera competente e idónea.

         Casi toda la reconstrucción económica del país recayó en la población femenina. Fueron las mujeres de todas las condiciones sociales, quienes se dedicaron a las tareas agropecuarias, al comercio y a la industria.

         Estas mujeres comercializaban sus productos en los mercados. Viajaban de una localidad a otra comprando y vendiendo, estibando sus productos en los puertos del país y abasteciendo a casi toda la población. Igualmente, se volvieron a incentivar las industrias caseras, muy corrientes, durante la dictadura francista. Entre ellas el tabaco, miel, dulces, tejidos, etc.

         Con relación a las vías de comunicaciones, los caminos reales existentes desde el período colonial, las picadas y puentes fueron destruidos durante la guerra. Gran parte de las vías ferrocarrileras fueron arruinadas por las tropas paraguayas en su retirada. Algunos vagones del tren fueron llevados a la Argentina. La marina mercante, tan próspera durante el gobierno de don Carlos A. López, había desaparecido después de la batalla de Riachuelo, dejando al país sin marina mercante propia. A la pérdida de los transportes se sumó la ruina física de las industrias tan florecientes antes de la guerra, como la Fundición de Ybycuí, destruida por las tropas imperiales a mediados de 1869, y gran parte de las maquinarias y herramientas de los Arsenales y Astilleros fue trasladada al Brasil.

         La explotación agropecuaria también había sufrido cuantiosas pérdidas. Antes de la contienda, el Paraguay contaba con una existencia de más de dos millones de animales vacunos criados en las estancias de la Patria y en haciendas particulares. En 1870, bajó a sólo 15.000 cabezas. De las 205.000 has. cultivadas en todo el territorio nacional, en el primer lustro de la posguerra se redujeron a 64.000 has.

         La situación socio-económica del Paraguay en esta etapa había retrocedido más de un siglo, y en estas condiciones el país haría su entrada al concierto internacional, en condiciones excesivamente inferiores frente a los dos estados vecinos y victoriosos.

         Antes de finalizar la contienda y durante los primeros meses de la ocupación aliada, la educación mereció una interesante prioridad. Se abrieron varias escuelas municipales a partir del segundo semestre de 1869. Asunción Escalada, nieta del ilustre educador Juan Pedro Escalada, fundó el primer colegio de niñas en la capital. Posteriormente, notables educadores, tanto nacionales como extranjeros, llegaron al país y en breve tiempo fundaron institutos de primera y segunda enseñanza. En la última década del siglo, abrió sus puertas la Universidad Nacional de Asunción.

         En cuanto al aspecto político, el período de la posguerra está caracterizado por una serie de guerras civiles, asonadas y magnicidios15.

         Con el propósito de instituir un gobierno provisorio, varios ciudadanos, influenciados por los representantes de las fuerzas aliadas, entre los que se citan al canciller imperial José María Da Silva Paranhos y al representante argentino, José Roque Pérez, intercambiaron opiniones acerca de la mejor manera de establecer una autoridad que asumiese la representación del Estado paraguayo. Se convocó a diversas reuniones en donde desde los inicios, se advirtieron dos tendencias antagónicas que posteriormente se concretarían en la fundación de los partidos políticos. Como resultado de las reuniones, el 25 de agosto de 1869 fueron nominados para representar al gobierno del Paraguay: Carlos Loizaga, Cirilo Antonio Rivarola y José Díaz de Bedoya16.

         Una de las primeras medidas del Triunvirato consistió en declarar a Francisco Solano López "fuera de la ley y para siempre arrojado del suelo paraguayo, como asesino de su patria y enemigo del género humano"17. No obstante la brevedad de su mandato, el gobierno provisorio se esforzó por defender el patrimonio territorial de la nación, salvando el derecho de discutir los límites definitivos con el vencedor, pese a los términos del Tratado Secreto signado por los aliados. De este modo, protestó por la ocupación argentina de la Villa Occidental, actual Villa Hayes, y luego obtuvo que se permitiera al Paraguay la negociación de los límites. También se esforzó por atender a los huérfanos de guerra, para quienes se fundó en Trinidad, un instituto de enseñanza profesional. Otras medidas de orden educativo y cultural fueron la reorganización de la Biblioteca Nacional y el establecimiento de escuelas de las primeras letras en todos los departamentos del país. Aunque el gobierno del Triunvirato intentó iniciar la reconstrucción nacional, su tarea más encomiable fue la de llamar a una Convención Nacional Constituyente para otorgar al Paraguay una Carta Magna18.

 

         EL NUEVO MARCO JURÍDICO

 

         Si bien no se había declarado la caducidad de la Ley de Administración Política promulgada por don Carlos A. López en 1844, era evidente que el régimen político instituido con dicho estatuto había desaparecido con la guerra. El deseo de establecer un sistema de gobierno que estuviese de acuerdo con las ideas liberales que predominaban en los demás Estados americanos, motivó a los ciudadanos la convocatoria a elecciones de convencionales que integrarían la Convención Nacional Constituyente, la cual sancionaría una Carta Magna. En consecuencia el gobierno del Triunvirato, decretó el l° de abril de 1870 un Estatuto Electoral Provisorio, mediante el cual se realizaron en la capital y en los principales pueblos del país los comicios de elección de diputados que irían a conformar la citada asamblea. Fueron electos 41 diputados, quienes iniciaron sus deliberaciones el 15 de agosto de 1870. La Convención Nacional Constituyente se hallaba integrada por algunos exponentes de la Legión Paraguaya, como José Segundo Decoud, Jaime Sosa Escalada, Salvador Jovellanos. Por algunos excombatientes, como José del Rosario Miranda, el padre José Ignacio Acosta, Francisco Campos, Cirilo Solalinde, entre otros. También, la lista de convencionales fue completada por varios jóvenes estudiantes, quienes regresaron del exterior al término de la contienda, como Facundo Machaín, Cayo Miltos, Juan Silvano Godoy, Miguel Palacios, todos imbuidos de ideas liberales.

         La Convención, presidida por José del Rosario Miranda, inició sus gestiones con la redacción del proyecto constitucional. La comisión redactora, integrada por Juan José Decoud, Facundo Machaín, Juan Silvano Godoy, Salvador Jovellanos y Miguel Palacios, trabajó durante tres meses y presentó sus trabajos a la plenaria en los primeros días de noviembre de 187019.

         El 25 de noviembre de 1870 se procedió a la jura de la Constitución de la República del Paraguay. Esta Ley Fundamental, estuvo inspirada principalmente en el pensamiento liberal de la Declaración de Virginia de 1776 y la Constitución Argentina de 1853. Reconocía en sus 118 artículos, el principio de la soberanía popular con la organización del gobierno de acuerdo al sistema de separación de poderes del Estado. Por primera vez, en la historia cívica del Paraguay aparecía la figura jurídica del ciudadano con derechos y obligaciones, con la institución de un sufragio -aunque no universal, pues las mujeres ni los indígenas tenían derecho al voto- y con la incorporación de las libertades civiles.

         En lo relativo a los Poderes del Estado, se estableció la proporcionalidad y equilibrio entre los tres, sin embargo, se otorgó más autonomía a favor del Legislativo, representado éste por las Cámaras de Senadores y de Diputados. Los integrantes de este Parlamento eran elegidos proporcionalmente en elecciones parciales y por sufragio directo. Duraban en sus funciones cuatro años, pero la Sala se renovaba por mitad cada bienio.

         Se concedía a este cuerpo el derecho de veto, la facultad de la interpelación parlamentaria, la jurisdicción de controlar y limitar a los otros dos poderes y el juicio político al Primer Mandatario.

         El Poder Ejecutivo lo desempeñaba un Presidente, ciudadano natural, cristiano, mayor de 30 años, elegido por sufragio indirecto, que duraba cuatro años en sus funciones y "no podía ser reelegido en ningún caso, sino con dos períodos de intervalo". Cinco Ministros - Interior; Relaciones Exteriores; Hacienda; Justicia, Culto e Instrucción Pública; Guerra y Marina- lo acompañaban en sus tareas, elegidos o relevados según su arbitrio, los cuales refrendaban y legalizaban su firma en los decretos y demás actos de gobierno. Otra figura concerniente al Poder Ejecutivo fue la del Vicepresidente, sustituto legal del Primer Mandatario, quien debía reunir idénticas condiciones que éste, tanto personales como electivas, además presidía el Senado.

         El Poder Judicial se hallaba ejercido por un Superior Tribunal de Justicia de tres miembros nombrados por el Ejecutivo, a más de los Juzgados inferiores.

         La Constitución de 1870 consagraba igualmente las libertades de trabajo, de culto, de reunión, de libre tránsito por el territorio de la República, de prensa sin censura previa, los derechos de asociación, de enseñanza y de aprendizaje. Ratificaba la abolición de la esclavitud y concedía la ciudadanía a todo hombre con dieciocho años cumplidos.

         La Constitución de 1870 rigió al país por espacio de siete décadas y fue considerada por varios sectores de opinión, como la más liberal en la historia del Paraguay.

         Las elecciones de ciudadanos para representar al gobierno de la nación o de la comuna, consideradas como elementos fundamentales para determinar la voluntad ciudadana, debían estar amparadas y protegidas por esta Carta Magna, por la Ley Electoral de 1870, pero lamentablemente en la práctica, a veces estas legislaciones fueron violadas por ambiciones personales o gubernamentales, motivo de constantes guerras civiles en el transcurso de su vigencia. En 1870 el gobierno del Triunvirato concluyó su mandato, dando lugar a los gobiernos establecidos de acuerdo a la nueva Constitución20.

         Con la promulgación de la novel Carta Magna, el Paraguay ingresó en un nuevo período de su historia. Se produjo un cambio substancial en el marco de las instituciones que condicionan la organización y el desenvolvimiento de las actividades socio-económicas, políticas y culturales21.

 

         LA PRIMERA DÉCADA (1870-1880)

 

         El gobierno del Triunvirato tuvo una existencia breve. En el mes de mayo de 1870 había renunciado uno de los triunviros, José Díaz de Bedoya, en tanto que el 31 de agosto de 1870 hacia lo mismo Carlos Loizaga. Por este motivo, el tercero, Cirilo Antonio Rivarola, fue cesado por la Asamblea Nacional Constituyente.

         La remoción de Rivarola dejó al país sin gobierno y en efecto, el 31 de agosto, la Asamblea Nacional Constituyente, en uso de sus atribuciones, procedió al nombramiento del Dr. Facundo Machaín como Presidente de la República.

         Doce horas más tarde, Cirilo Antonio Rivarola con el apoyo de las fuerzas aliadas, derrocó a Machaín y esa misma noche, obtuvo su reposición en el cargo, acto posteriormente legitimado por la Asamblea Nacional. De esta manera, se consumaba el primer golpe de Estado en el Paraguay de la pos-guerra22.

         Cirilo Antonio Rivarola ocupó el cargo el 25 de noviembre de 1870, acompañado por Cayo Miltos, como Vicepresidente, quien falleció el 7 de enero de 1871, siendo reemplazado por Salvador Jovellanos.

         El momento socio-político-económico-cultural que vivió el Paraguay después de la guerra no fue nada fácil. El país se hallaba totalmente devastado en todos los órdenes y por lo tanto carecía de recursos hasta para su propio funcionamiento. Su situación financiera era una de las más precarias de Sudamérica y sus gobernantes tuvieron que hacer grandes esfuerzos para organizar la administración pública.

         En diciembre de 1870 se lanzó la primera emisión de billetes por 100 mil pesos y en julio del año siguiente otra por 300 mil pesos con la garantía de las propiedades fiscales y del ferrocarril. Sin embargo, estas emisiones resultaron insuficientes y las deudas del Estado fueron en aumento, situación que motivó al presidente Cirilo A. Rivarola recurrir, en 1871, al crédito externo, para lo cual se buscó primeramente el aval del Imperio del Brasil. Como esto no tuvo un buen resultado, se realizó un estudio sobre el valor de las tierras estatales, para ofrecerlas como garantía al empréstito. La tarea fue encomendada a Francisco Wisner de Morgenstern, quien determinó que el Estado poseía 18.000 leguas cuadradas, lo que representaba por lo menos 19.380.000 libras. A pesar del desastre de la guerra, en cuanto a la posesión de tierras públicas se refiere, la solvencia del Estado paraguayo era inmensa, siendo el mayor propietario de América. Con esa garantía se consiguió el primer préstamo de Londres, consistente en un millón de libras esterlinas, suma que luego de restar comisiones y otros gastos llegó al Paraguay menos de la mitad de lo estipulado, 403.0000 libras esterlinas23.

         Al mismo tiempo, el ministro de Hacienda, Juan Bautista Gill, fue acusado por malversación de fondos ante el Congreso. De inmediato, se procedió a su enjuiciamiento y se lo halló culpable de los cargos, en consecuencia fue destituido. El presidente trató de sostener a su ministro, pero como el Poder Legislativo se negara a modificar la resolución promulgada, el 15 de octubre de 1871, Rivarola disolvió el Parlamento Nacional.

         José Segundo Decoud, ministro de Relaciones Exteriores, y Bernardino Caballero, ministro de Guerra y Mariana, renunciaron a sus cargos por el decreto presidencial, no contemplado en la novel Carta Magna.

         La disolución de las Cámaras hizo estallar una violenta guerra civil, cuya principal base se hallaba en el pueblo de Tacuaral24. La misma fue duramente reprimida.

         Ante las presiones políticas, el presidente convocó a elecciones tendientes a restaurar ambas Cámaras del Parlamento. Una vez conformado el Poder Legislativo, Rivarola presentó su renuncia, confiado en que la misma no sería admitida. Sin embargo, el Congreso la aceptó y por consiguiente, el 18 de diciembre de 1871 nombró en su reemplazo al vicepresidente, Salvador Jovellanos, como presidente provisional25.

         La aceptación de la renuncia de Rivarola fue tramada por el Barón de Cotegipe, ministro del Brasil, quien consideraba que con el nuevo presidente tendría allanado el camino para resolver favorablemente a los intereses expansionistas del Brasil la cuestión de límites aún no resuelta en ese tiempo26.

         Durante el gobierno de Salvador Jovellanos se inició el proceso de negociaciones de límites con los países vencedores de la Tríplice. El 9 de enero de 1872, Carlos Loizaga en representación del Paraguay, firmó con el Barón de Cotegipe, delegado del Imperio del Brasil, el Tratado de Paz-Comercio-Navegación-Límites. En ellos, estaban consagradas nec variantur las estipulaciones del Tratado de Triple Alianza, perdiendo el Paraguay definitivamente el vasto territorio, asiento de ricos yerbales, ubicado entre los ríos Apa y Blanco, El Brasil se obligaba a respetar perpetuamente la Independencia del Paraguay y garantizarla por el término de cinco años. Al mismo tiempo, el barón de Cotegipe firmó con el gobierno paraguayo, otro tratado de extradición de criminales y desertores de guerra27. Un año más tarde, el Uruguay autorizó al plenipotenciario José Sienra Carranza a suscribir los ajustes definitivos de la paz con el Paraguay, De esta manera, el 13 de diciembre de 1873, el representante nacional, José del Rosario Miranda firmó el tratado de Paz y Comercio con el delegado uruguayo, reconociendo al mismo tiempo, el Paraguay su deuda de guerra con ese país28.

         El primer préstamo contraído en el exterior durante el gobierno de Rivarola, fue rápidamente dilapidado y a principios de 1872, el presidente Jovellanos gestionó una segunda prestación, cuyo valor ascendió a dos millones de libras esterlinas de los cuales, otra vez por maniobras dolosas del agente, Máximo Terrero, quien había tramitado tanto ésta como la anterior pignoración, sólo se remitieron 124.000 libras, cifra que ni siquiera ingresó a las arcas del Estado. Los empréstitos londinenses se convierten en el primer escándalo financiero del gobierno paraguayo; la deuda impidió al país obtener nuevos préstamos del exterior.

         Por otra parte, Jovellanos buscó reorganizar la administración pública y procedió a la construcción de varias obras públicas, entre ellas se concedió a una compañía inglesa la instalación de la primera línea de tranvías a mulas y la pavimentación de algunas calles. En materia educativa, en 1872 se fundó un Colegio Nacional de Segunda Enseñanza, con sede en Asunción, era de carácter municipal29.

         No obstante, la sombra de la anarquía se proyectaba nuevamente sobre el país. En marzo y en junio de 1873 estallaron dos guerras civiles dirigidas por los generales Caballero y Serrano, con la estrecha colaboración de Cándido Bareiro. Disturbios que fueron controlados por el ministro de Guerra, el general Benigno Ferreira. En el mes de abril de 1874 estalló otra asonada, con los mismos dirigentes de las dos anteriores, a más de Cirilo A. Rivarola. Esta vez se realizó con el propósito de destituir al general Ferreira, quien se negaba a ceder a la Argentina el territorio del Chaco. La sublevación fue financiada por Juan Bautista Gill y apoyada por los brasileños que aún se hallaban en el país. La misma duró casi una hora y terminó con la victoria revolucionaria30.

         Salvador Jovellanos finalizó su mandato provisional y entregó el mando el 25 de noviembre de 1874.

         En esa fecha se inició el segundo período constitucional con la presidencia de Juan Bautista Gill. Hombre ágil y enérgico con pujos dictatoriales y quien sabía imponer su autoridad. Le correspondió la dirección del país en un período de luchas apasionadas, de dramáticos altibajos, tanto en el orden interno como en el externo.         Acontecimientos de gran trascendencia para el país sucedieron durante su administración, entre ellos, la firma del tratado de paz con la Argentina. El canciller argentino, Bernardo de Irigoyen, asumió personalmente la representación de su país y el 3 de febrero de 1876 firmó con el delegado paraguayo, Facundo Machaín, el Tratado de Paz, Límites, Amistad, Comercio y Navegación. Gracias a este convenio, la Argentina recibió la región comprendida entre los ríos Bermejo y Pilcomayo; las Misiones Orientales -que ya habían sido anexadas antes de la guerra- y renunciaba definitivamente a la zona situada entre el río Verde y la Bahía Negra. Asimismo, el Paraguay reconoció los daños de la guerra y se comprometió al pago de las deudas. En consecuencia, el 22 de abril de ese mismo año, las fuerzas militares brasileñas se aprestaron a realizar la desocupación del territorio paraguayo tras siete años de ocupación31.

         Con el propósito de estabilizar la economía nacional, mediante la ley del 22 de abril de 1875, Gill estableció el estanco del tabaco.         El gobierno se adjudicaba la exclusividad de la explotación de este producto por 5 años, prohibiéndose la exportación o importación por cuenta de particulares. Esta ley se aplicó más tarde sobre el jabón y la sal por tres años. Igualmente, se emitió el papel moneda y los impuestos existentes aumentaron considerablemente.

         En lo referente al campo educativo-cultural es justo señalar que el presidente Gill se preocupó muy decididamente de la instrucción pública. En 1874, figuraban en el Presupuesto de Gastos de la Nación las siguientes instituciones educacionales: Colegio Nacional - el fundado en 1872 y posteriormente desaparecido-, Colegio Nacional de Señoritas en la capital. Ochenta escuelas primarias para "niños de la campaña" y veinticinco escuelas para "niñas de la campaña". También funcionaban en la capital algunas escuelas particulares para estudiantes de ambos sexos y una Biblioteca fundada por la Municipalidad de Asunción. Sin embargo, por falta de experiencia de los miembros del Consejo de Instrucción no existía una verdadera organización escolar, ni grados en las enseñanzas de los dos niveles. Los materiales didácticos y los textos eran escasos y el personal docente era reducido.

         En 1875 se fundó el Museo Nacional, la Biblioteca Nacional, el Instituto Hispano Americano y por la misma época se reanudó la actividad teatral33.

         Gill cometió algunos errores políticos y administrativos, pero a pesar de ello se le recuerda por dos grandes obras: la firma del tratado con la Argentina y la fundación del Colegio Nacional de la Capital, origen de gran parte del desarrollo intelectual del Paraguay.

         El 4 de enero de 1877, a iniciativa del entonces ministro de Instrucción Pública, doctor Benjamín Aceval, se fundó el Colegio Nacional de Enseñanza Superior, subsistente hasta la actualidad. No obstante, las tareas para concebir un adecuado plan de estudios demoraron su apertura por más de un año. La redacción del citado plan estuvo a cargo de los profesores Próspero Pereira Gamba y Leonardo Gómez de Terán, ambos extranjeros de destacada actuación en el quehacer educativo de nivel medio. Se estipuló la enseñanza gratuita y obligatoria y el otorgamiento de becas a cincuenta y dos estudiantes de escasos recursos provenientes del interior del país, para los cuales se fundó un internado con derecho a alimentación y vestuario34.

         Al igual que sus antecesores, el gobierno de Gill no estuvo ajeno a los movimientos revolucionarios. En diciembre de 1875, estalló una asonada en Caacupé, la cual estuvo liderada por su ex ministro del Interior, el general Serrano, apoyado por las fuerzas brasileñas. Esta revolución fue controlada cuando Serrano y otros insurrectos fueron asesinados. Se sucedieron otras sublevaciones con la intención de derrocar al presidente, pero todas fracasaron. Sin embargo, la conspiración preparada por Juan Silvano Godoy, José D. Molas, Cirilo A. Rivarola y otros conjurados, alcanzó mayores proyecciones. A plena luz del día, el 12 de abril de 1877, el presidente acompañado de sus dos edecanes fue asesinado en la calle Villarrica -actual Presidente Franco-. Los complotados huyeron a la Argentina35.

         La muerte inesperada de Gill permitió al vicepresidente, Higinio Uriarte, ocupar la curul vacante. El nuevo mandatario reprimió duramente las intentonas rebeldes. La cárcel se colmó de presos, entre quienes figuraba el ex canciller, Dr. Facundo Machaín, abogado defensor de Molas y los demás complotados. Para finalizar con las intentonas subversivas, la propia policía organizó una supuesta fuga y en la madrugada del 29 de octubre de 1877, fueron asesinados casi todos los presos en sus respectivas celdas36.

         Uno de los acontecimientos trascendentales de esta administración fue la apertura del histórico Colegio Nacional de la Capital en mayo de 1878, obra iniciada -como ya lo señaláramos- durante la magistratura de Gill y concretada bajo el gobierno de Uriarte. Por ley del 28 de enero de ese año se dispuso la contratación del primer director de esa institución, el profesor mexicano doctor José Agustín Escudero37.

         Cumplido el período establecido, Uriarte entregó el mando de la República a Cándido Bareiro, quien asumió la presidencia el 25 de noviembre de 1878.

         Es necesario señalar que uno de los elementos que caracterizó a los gobiernos de la primera década de la posguerra fue la constante inestabilidad política. Durante el gobierno de Bareiro continuaron las asonadas y los magnicidios. En la noche del 31 de diciembre, entre bombas y petardos, "puñales de emponchados acabaron con la vida del ex presidente, Cirilo Antonio Rivarola"38, incidente que hizo estallar una sangrienta guerra civil, la cual fue sofocada por las fuerzas leales al gobierno. Fueron apresados algunos ex combatientes de la guerra de la Triple Alianza, entre ellos, el Jefe de Policía, general Genes, posteriormente envenenado en la cárcel.

         En el orden internacional, el 15 de octubre de 1879, el ministro de Relaciones Exteriores, José S. Decoud, firmó con el ministro plenipotenciario boliviano, Antonio Quijarro, dos tratados, uno de límites y otro de amistad, comercio y navegación. Por medio del primer acuerdo, el Paraguay y Bolivia buscaban solucionar el conflicto limítrofe entre ambos países, por la región chaqueña. Este tratado no fue ratificado por el Congreso de la Nación39.

         En el ámbito religioso es menester mencionar que la Iglesia paraguaya fue reorganizada. Esta institución había perdido jerarquía en 1865 al ser sufragánea de la de Buenos Aires. Al terminar la guerra se le designó al capellán de las fuerzas brasileñas como encargado de la Iglesia nacional. Este hecho motivó la protesta del gobierno paraguayo y de los miembros del Clero. En consecuencia, varios sacerdotes paraguayos ocuparon la regencia de la Iglesia Católica del país, entre ellos el muy mentado padre Fidel Maíz. En 1879, el Papa León XIII nominó a Pedro Aponte como el primer obispo de la pos guerra. Gracias a su gestión, el 4 de abril de 1880 se dio apertura al Seminario Conciliar, institución creada en 1878 y en donde los jóvenes con vocación sacerdotal podían seguir sus estudios eclesiásticos. Su primer rector fue el padre Julio Carlos Montagne.

         Las clases se iniciaron con veintiocho seminaristas, de 17 a 21 años de edad, de los cuales ocho llegaron a completar sus estudios sacerdotales. En la nómina de los primeros egresados figuran varios prelados quienes ulteriormente tuvieron una ilustre trayectoria, como Bernabé Colmán, Miguel Maldonado, Hermenegildo Roa, Narciso Palacios y Juan Sinforiano Bogarín, más tarde, primer arzobispo del Paraguay40.

         En lo relativo a otras obras de gobierno del presidente Bareiro, cabe mencionar la instalación de la primera fábrica de hielo en el Paraguay y la adopción del Código Penal Argentino por ley del 21 de julio de 1880.

         Tras una breve enfermedad, Cándido Bareiro falleció sorpresivamente el 4 de setiembre de 1880, sin haber delineado su personalidad política ni su rumbo presidencial41. El vicepresidente, Adolfo Saguier, antes de jurar como el nuevo gobernante, fue sutilmente invitado a uno de los cuarteles, donde fue obligado a renunciar al cargo porque en su "pasado registraba una actuación que en nada favorecía eventuales derechos a la sucesión presidencial"42. En consecuencia, una sesión extraordinaria del Congreso por mayoría de votos designó presidente provisional al general Bernardino Caballero43.

 

 

NOTAS:

 

12CARDOZO, Efraím. Apuntes de Historia Cultural del Paraguay. 2da. Ed. Biblioteca de Estudios Paraguayos. Vol. XI. Asunción, p. 291.

13DECOUD, Héctor Francisco. 1925. Sobre los escombros de la guerra. Una década de vida Nacional. 1869-1880. Talleres Nacionales H. Kraus. Buenos Aires, p. 18/21.

14GODOY, Juan Silvano. 1906. El Triunvirato. Documento original manuscrito, Asunción, p. 6.

15RIVAROLA, Milda. 1998. La República Liberal. Crónica Ilustrada del Paraguay. Vol. II. 2da. Ed. Distribuidora Quevedo de Ediciones. Buenos Aires, p. 562/563.

16GODOY, Juan Silvano. El Triunvirato. Opus cit., p. 8.

17Art. 1 del Decreto del Gobierno Provisorio. 19 de agosto de 1869. Año I de la Libertad de la República.

18FREIRE ESTEVES, Gomes. 1921. Historia Contemporánea de la República del Paraguay. En El Paraguay Constitucional. Empresa Gráfica del Paraguay. Buenos Aires, p. 9/13.

19Ibídem, p. 15/21.

20MONTE, Mary y Ofelia MARTÍNEZ. 1999. Dios Proteja Destino Patria. Las concepcioneras de 1901. CDE. Asunción, p. 61/62.

21ASHWELL, Washington. 1989. Historia Económica del Paraguay. Tomo I. Carlos Schauman Editor. Asunción, p. 11.

22FREIRE ESTEVES, Gomes. Historia Contemporánea. Opus cit., p. 21.

23ASHWELL, Washington. Historia Económica. Opus cit., p. 60/61.

24Tacuaral actualmente es la ciudad de Ypacaraí.

25RIVAROLA, Milda. La República Liberal. Opus cit. p. 571.

26FREIRE ESTEVES, Gomes. Historia Contemporánea. Opus cit. p. 25.

27CARDOZO, Efraím. 1949. Paraguay Independiente. Salvat Editores. Barcelona, Madrid, Buenos Aires, p. 272.

28Ibídem, p. 275.

29CENTURIÓN, Carlos R. 1961. Historia de la Cultura paraguaya. Biblioteca "Ortiz Guerrero". Asunción, p. 377.

30FREIRE ESTEVES, Gomes. Historia Contemporánea. Opus cit., p. 29/31.

31CARDOZO, Efraím. Paraguay Independiente. Opus cit., p. 279.

32ASHWELL, Washington. Historia Económica. Opus cit., p. 164/165.

33CENTURIÓN, Carlos R. Historia de la Cultura. Opus cit., p. 390.

34Ibídem, p. 382/383.

35AMARAL, Raúl. 1994. Los Presidentes del Paraguay. Biblioteca de Estudios Paraguayos. Vol. 50. Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos. Asunción, p. 42.

36Ver "Tragedia de la Cárcel Pública-29 de octubre de 1877", de Héctor Francisco Decoud. En Cuadernos Históricos. Archivo del Liberalismo. Año I, N° 2. Marzo-Abril de 1988.

37 AMARAL, Raúl. 1998. Perfiles. Crónica Ilustrada del Paraguay. Vol. II. 2da. Ed. Distribuidora Quevedo de Ediciones. Buenos Aires, p. 585.

38Ibídem, p. 570.

39CARDOZO, Efraím. 1967. Efemérides de la Historia del Paraguay. Ediciones Nizza, Buenos Aires, p.391.

40Ibídem, p. 1341135.

41AMARAL, Raúl. Perfiles. Crónica Ilustrada. Opus cit., p. 567.

42PODESTÁ, Carlos. 1982. Bernardino Caballero. Soldado, caudillo y estadista. Ediciones Cuadernos Republicanos. Asunción, p. 14.

43La Democracia. Asunción, 5 de setiembre de 1880, p.1.

 

 

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EL RÉGIMEN LIBERAL 1870-1930

SOCIEDAD, ECONOMÍA Y CULTURA

JUAN M. CARRÓN ;

MARÍA G. MONTE DE LÓPEZ MOREIRA ;

ANSELMO AYALA y SALVADORA GIMENEZ

 

 

ACLARACIÓN:

El trabajo de investigación que sirvió de base para la siguiente publicación, fue financiado por el Rectorado de la Universidad Nacional de Asunción. Los resultados que se derivan del mismo son propiedad de la Universidad Nacional de Asunción, Paraguay. Las opiniones que se encuentran vertidas en la publicación son de exclusiva responsabilidad de los autores, y no necesariamente reflejan la posición de la Universidad Nacional de Asunción.

Unidad de investigación de la facultad de filosofía de la UNA.

Con financiación del Rectorado de la Universidad Nacional de Asunción durante el año 2004

Investigador principal:

Dr. JUAN M. CARRÓN

Co-investigadores:

Prof. MARÍA G. MONTE DE LÓPEZ MOREIRA

Prof. ANSELMO AYALA

Prof. SALVADORA GIMÉNEZ

A cargo de la Prof. María Monte de López Moreira estuvo el estudio del contexto histórico de la época estudiada. A cargo de Anselmo Ayala las ideas filosóficas, así como las ideologías dominantes. Las ideas pedagógicas estuvieron a cargo de la Prof. Salvadora Giménez. El Dr. Camón se ocupó de la coordinación general, de analizar el contexto socioeconómico y de elaborar las conclusiones. El Prof. Miguel Ángel Fernández participó en la etapa inicial de preparación del protocolo de investigación y en la discusión de los primeros avances de la misma; no así en la redacción última de los capítulos que conforman la obra.

 

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Octubre de 2005 (220 páginas)

 

 

 

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