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FLORENTÍN GIMÉNEZ (+)

  JUEGOS TRADICIONALES DEL PARAGUAY - Por FLORENTÍN GIMÉNEZ


JUEGOS TRADICIONALES DEL PARAGUAY - Por FLORENTÍN GIMÉNEZ

JUEGOS TRADICIONALES PARAGUAYOS

 

Por FLORENTÍN GIMÉNEZ

 

 

EL MBOKAVICHO

Es una ingeniosa elaboración de la pirotecnia casera que para su fabricación reunía abundante pólvora y azufre, que una vez mezclados, con mucho cuidado, en pequeñas porciones, se procedía a envolverlos con telas o algunos trapos y luego, bien atados con y vira de fibra de karaguata, se le iban agregando otras telas engrasadas con cebo y, luego de anudarlos y ensartarlos dejándole una colita siempre con abundante grasa, se le prende fuego y se tira hacia arriba.

Estas variedades creadas dentro de las motivaciones festivas se generan en la diversidad de las ocurrencias de la gente de los pueblos del interior, que siempre vive supeditado a la pauta que fija el pa’i (sacerdote) de cada pueblo para los feligreses, son las que luego se practican, ya como parte de las costumbres y como derivación de las mismas en otras partes y otras actividades para dar mayor alegría a los festejos como los cumpleaños, kermesses, San Juan ára, etc.

Este producto del ingenio popular que los lugareños fabrican con mucha antelación a la fecha de la fiesta fijada generalmente ocasiona gran alboroto cuando al prenderlo con el fósforo produce una impulsión que lo despide hacia cualquier lado hasta ocasionar una gran explosión, que luego como consecuencia causará entre los asistentes una descomunal corrida entre alaridos y sustos. En los casos muy especiales, de mayor travesura, el artefacto casero se coloca atado a la cola de un burro y al prenderle fuego el pobre animal sale corriendo despavorido como el más veloz de los cuadrúpedos.

 

 

LA CARRERA VOSA

Es un juego más habitual para los niños, aunque a veces también es practicado por los mayores. Es muy sencillo y se trata de una carrera donde los participantes se meten en una bolsa vacía hasta la altura de la cintura y agarrados del borde de la misma, una vez colocado el premio a cierta distancia, se da la señal y los contendientes empiezan a saltar dificultosamente protagonizando para la distracción del público una verdadera lucha ente todos los participantes; la gente que está espectante, al oír la orden de salida, empieza a azuzar a los participantes amigos, armándose una gran algarabía con los aplausos y gritos, y en medio de brincar, con desesperación, cada uno procura llegar lo más rápido posible a la meta final.

Las bolsas que los organizadores ya tienen preparadas se van entregando a los que vienen dispuestos para este simpático juego. Era muy común que la gente, ya acostumbrada a los diversos entretenimientos que se practicaban en estas fiestas del pueblo, ya tenga preparados con mucha anticipación todos los elementos para los distintos pasatiempos, los que una vez llegada la fecha los revisan para completarlos y si hace falta renovarlos para adecuarlos mejor para sus pretensiones sobre los diversos juegos, que de acuerdo a su intrepidez logrará reputación durante el tiempo posterior a la función patronal.

 

 

PAILA JEHERÉI

También este juego es más para los niños o niñas y es muy original. Para ello se utilizan varias pailas de hierros que previamente serán recubiertas de hollín, aceite y grasa y entre este mejunju se le adhieren una cuantas monedas, las que, una vez colgadas las pailas en hilera, los chicos, parados sobre un apyka puku (banco largo), tratarán en una encarnizada lucha de ir sacándolas con la lengua y labios. A los concursantes no les está permitido tocar con las manos las pailas, embadurnándose la cara hasta quedar desconocidos entre los participantes y el público.

Este juego por su característica es lo más novedoso de los entretenimientos ya que los padres de los niños son los que ocasionan mayor desquicio en el momento de la disputa y, a veces al distraerse, ellos mismos no llegan a reconocer a sus chicos embadurnados hasta las orejas y de allí la diversión es mayor para los que observan a los participantes que salen de la prueba convertidos en roñosos cochinos.

 

 

EL YVYRA SỸI

Es un tronco largo y recto bien cepillado, de aproximadamente siete metros de largo, que primero es engrasado con kure kyra (grasa de cerdo) para fijarlo luego, como si fuera un poste, en un lugar espacioso y una vez colocado firmemente alguien sube por una escalera y coloca en la cúspide del tronco los premios que serán arrancados por los contendientes con mucha dificultad. Esos premios consisten en chipa argolla, chícharo trenzado, chipa kandoi, butifarra y otros comestibles. En la actualidad se le agrega, para ser más atractivo, cierta suma de dinero.

Para llegar a semejante altura y obtener esos premios primeramente hay con contar con la karavosa cargada de arena bien seca, de tal forma que de allí, a medida que va subiendo, irá sacando con una de las manos el polvo para restregar el tronco y así poder encaramarse por él con mayor facilidad. Procurará llegar a lo más alto, una verdadera proeza, y, una vez lograda la hazaña, arrancar los premios y luego descender rápidamente ya con el contenido a cuesta; desde entonces, entre gritos y aplausos de quienes le observan desde abajo, todos están dispuestos para disfrutar entre amigos los comestibles ganados.

 

 

SORTIJA JEKUTU O LA CARRERA DE LA SORTIJA

Entre todos los premios que otorgan los organizadores para dar realce a la función guasu, para esta carrera de la sortija ya se tienen preparados los pañuelos de cuello que, como la corbata de hoy, usaban los campesinos de antaño. Aparte de querer ganar esos premios, los caballeros estaban para demostrar orgullosamente su destreza y la arrogancia de un buen jinete, que al galope y al son de la bandita hyekue con el ritmo de una alegre polca, recorrerán la distancia exigida hasta lograr la hazaña de ensortijar en el primer asalto el objetivo, ya que para participar en estos juegos es necesario, antes que nada, ser un buen jinete. Para adjudicarse los aplausos de aprobación, cada uno da el grito para partir el caballo y al galope pasará por debajo de un arco adornado de hojas y flores, y en el centro, bien visible, estará colocada la sortija, que al pasar cada jinete deberá embocarla y luego triunfalmente llevarla con el brazo en alto. La sortija es una argolla adornada y atada levemente como para ser arrancada con facilidad, luego para que cada contendiente participe se irá reemplazando la sortija hasta que se acaben los pañuelos. Este enredo para los jinetes que acuden a las funciones patronales es considerado como uno de los más atractivos, como también lo son el toro ñarõ y el kambuchi jeroky.

 

 

CARRERA DE LAS CARRETAS, BURRERAS Y MERCADERAS

Para dar realce a la fiesta que de acuerdo al éxito congregará a la mayor cantidad de gente, cada año los organizadores buscan, de acuerdo a las posibilidades, dar participación a todos los que llegan con sus cargas de mercaderías, comestibles, cocinas, juegos de azar, calesitas, los músicos con sus instrumentos y altoparlantes, las carpas y las carretas cargadas de piezas para el armado de las pistas y ruedos para el kambuchi jeroky y el toro ñarõ, etc. Para todo esto las autoridades del pueblo, el intendente, el comisario y el cura, organizan los preparativos para los tres días que durará la función. Del éxito depende la recaudación que se revertirá para la mejora del pueblo.

El acontecimiento tiene un carácter colectivo, ya que en él participan todos los parroquianos y los organizadores que en conjunto tratan de dar protagonismo a todos los asistentes de alguna manera, y qué mejor ocasión era organizar las carreras de las carretas, las burreras y las mercaderas, estas últimas con sus canastas cargadas de mercadería, que en esas competiciones trataban de ganar notoriedad entre los «marchantes» y amigos y dar así a la «función guasu» la pervivencia necesaria para el entusiasmo de todos y para el resguardo de aquellos rasgos tradicionales. Estas carreras eran fiel demostración de aquellas atracciones donde participaba masivamente la gente, se realizaban dentro de un ambiente de mucha algarabía y placer colectivo, aunque a veces se transformaban inesperadamente en una gran trifulca, cuando el veredicto no conformaba a los participantes.

 

 

EL TORO CANDIL

Uno de los más grotescos juegos en los festejos patronales es aquel que protagoniza el toro candil; un ficticio toro que de antemano se prepara con un animal carneado a propósito, que incluyendo la cabeza, cuernos y cola se le saca el cuero de tal forma que sirva, una vez resecado, para armar con varillas de madera el mismo tamaño del cuadrúpedo estando vivo. Así, una vez hecho el supuesto animal, se le introducen unas luces en los dos cuernos, y a veces hasta en las patas y la cola. Estas luces se preparan con mazos de kapi’i pytã (paja) mojada de grasa y a veces se ingenian y logran introducir hasta una maquinilla que produce humo que desde adentro lanzará para ser más aterrador ante los toreadores. Una vez construido el armatoste se meten adentro los kambara’anga (hombres con la cara pintada de negro) que agarrándose de las varillas de adentro harán las corridas atrás de los que se animan a enfrentar al «espantoso animal». Los que surgen en el camino del supuesto toro, que va lanzando luces y humo desde adentro, son perseguidos, creando pavor entre los asistentes. Los chicos, que se divierten con este juego, suelen producir una corrida general con sus alaridos y gritos, y así se va creando una verdadera sicosis o confusión entre los asistentes a esa mascarada.

 

 

KAMBARA’ANGA

En los bailes populares que se organizan, aparte de la fiesta oficial, se realizan unas fiestas para regodearse los asistentes a la función patronal. Esta diversión empieza congregando a los enmascarados que utilizan las máscaras similares a las construidas por una de las parcialidades indígenas o también pintándose la cara usando colores naturales de frutas silvestres. Esta distracción se realiza de noche, cuando las luces eran de lámparas caseras, y en ese ambiente propicio se congregaban los hombres y mujeres que al son de la música ejecutadas por kambara’anga músicos, todos cambian de voz para confundirse entre amigos y amigas, quienes hablan de los hechos conocidos entre ambos pero tratando de confundir la voz cambiada, creando el sarcasmo y el jolgorio general de los kamba ra’anga. También de esta fiesta surgen a veces algunas camorras y muerte que más tarde los músicos creadores lo relatan cantando y de allí salen los temas que hasta hoy nos llegan como «Compuesto», o sea el arte relatorio de los compuesteros.

 

 

JUDA KAI

En el contorno de las fiestas patronales, en un lugar amplio y apropiado se preparan los espacios con las indicaciones del lugar para cada juego. Allí se aglomera la gente desde antes del inicio de la fiesta que, con la música ejecutada por la banda folklórica con sus interpretaciones tan originales, pone el marco necesario para la algarabía habitual. En ese momento se inicia la fiesta con abundantes mbokavichos y luces artificiales, creando entre los peregrinantes y los lugareños la atmósfera real de la tradicional función patronal.

Es ya costumbre que los organizadores anticipadamente tengan los elementos necesarios para todos los juegos, que al preparar esa fiesta guasu (grande) la Junta Administrativa determina con mucho cuidado quiénes deberán ser los personajes execrados en el ambiente, sean ellos algunos políticos, algún depravado o ladrón, y en presencia de todos los espectadores los exhiben convertidos en grandes muñecos que luego para ridiculización, en presencia de todos, son quemados uno a uno. Este hecho, que sirve para colmar de delirio, aplausos y gritos a ese sector de la fiesta, logra provocar la repulsa espontánea de los personajes quemados, y con sus aplausos y gritos convierten el ambiente en un clima muy singular.

 

 

KAMBUCHI JEJOKA

Este juego, creado para la alegría de los niños, se prepara cargando confites y caramelos en una olla de barro cocido y resistente, que una vez colgado a cierta altura por la rama de un árbol, ya todos están dispuestos con sus palos para golpearlo, se mueve la cuerda que lo cuelga y se da el aviso para que los chicos, ya con los ojos vendados, busquen darle el golpe preciso para romperlo. A veces los golpes se dan con tanta fuerza y al no ver a los que están cerca de él, ofuscados por no dar en el objetivo, desafortunadamente llegan a golpear a los que están más cerca, pues eso basta para degenerarse todo y producir una batalla campal con los palos en manos. Sin embargo, cuando todo transcurre sin problemas, normalmente, todos tratan de acertar y romper la «piñata» que, al caer al suelo, desparrama su contenido y de esa forma, con los gritos de alegría, todos se arrojan en busca de las golosinas caídas, creando un ambiente de gran alegría y a veces de zozobra.

 

 

GUARÍ ÑEMUÑA (CAÑA ÑEMUÑA)

Otro entretenimiento muy simpático es la disputa de los jinetes por tomar un trago de caña paraguaya del original botellón, que, una vez adornado con una cinta tricolor por el cuello y con el contenido espirituoso, la reina elegida durante la fiesta entrega a uno de los montados elegido por ella y éste se aleja al galope por el campo, seguido por todos los que tratarán de arrebatarle el anhelado presente.

El público observa la pertinaz disputa de los montados por alcanzar y arrancar la botella al que gritando va esquivando a todos por el campo, a todos los que están a caballo a campo abierto, en una verdadera batalla de caballería, en la que uno, el de mejor suerte, logra arrebatarle la botella y lograda la hazaña, ya con el premio, todos festejan, y desde ese momento todos tendrán el derecho de ser invitados con el trago hasta que se agote el contenido.

Este juego también practican aquellos que asisten al casamiento del amigo o amiga. Esta diversión se realiza desde la salida de la iglesia del pueblo hasta la llegada a la casa de la nueva esposa, en donde se realizarán un gran baile y una cena de casamiento. La actuación musical queda a cargo de los mejores músicos y cantantes de acuerdo a la predilección de la novia.

 

 

PELOTA TATA

Este es otro juego preparado especialmente con una pelota de trapo gigante bañada con aceite o grasa, expresamente elaborada para crear con ella una motivación más dentro de los variados entretenimientos. Una vez que todo esté dispuesto, desde un lugar que no permite ser observado por la concurrencia, sorpresivamente es largada entre el público presente una vez prendida con un fósforo. Cuando la concurrencia se da cuenta de la sorpresa, todos tratan de eludirla o bien darle un puntapié para rodarla entre los más distraídos. Aquellos que reciben la bola de fuego apresuradamente tratan de esquivarla, creándose así una verdadera batahola cuando con sus gambetas procuran evitar ser alcanzados por la llamarada del balón. Entre los gritos y corridas, se crea una verdadera locura en el ambiente, donde una vez apagado el fuego del balón recién entonces volverá la calma.

 

 

TATAPỸI ARI JEHASA

Entre los actos de carácter ritual, donde la gente se mezcla entre los diversos entretenimientos, se distingue como el más comentado, antes y después de la fiesta, el tatapyi ari jehasa (caminar sobre la brasa). Para analizar la particularidad y popularidad de este hecho folklórico que tiene analogía en otros países que también lo practican, se debe penetrar en lo más recóndito de la religiosidad popular, ya que su origen viene de muy lejos, quizá desde la época de los jesuítas, que posiblemente, para inducir con mayor facilidad a los indígenas, lo utilizaron para demostrar lo sobrenatural o el milagro en los actos de fe, como ocurre en este entretenimiento. Para enfrentar el desafío al pánico, con la espontaneidad de un valiente, muchos se enfrentan al fuego, el que en un espacio de dos por tres metros es esparcido en forma de carbones incandescentes, que con el viento reinante generalmente refulgen con mayor brillo y crea entre los presentes una gran obsesión de experimentar semejante prueba, una vez posesionados y recomendándose a San Juan, a Dios y a todos los Santos de su devoción. Allí, uno a uno, se sacan los zapatos y luego de santiguarse fervorosamente, tras un suspenso, dan los primeros pasos, y decididamente ya con los pies descalzos avanzan sobre la brasa hasta el final, y al otro lado, una vez producido el milagro, lanzan el grito de triunfo como el que ha vencido en una de las más penosas disputas. Es notable que hasta hoy y quizás con más asiduidad se viene practicando este fenómeno. Un rito que los creyentes desde la conquista hasta nuestros días han difundido durante estas manifestaciones. Hoy se ha prolongado esa práctica, ya como un hábito en todas las fiestas como el de San Juan, en algunos cumpleaños o en el marco de otras fiestas populares.

 

 

 

 

 

 

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RASGOS TRADICIONALES DEL FOLKLORE PARAGUAYO

Por FLORENTÍN GIMENEZ

Editorial TAVAROGA

Asunción – Paraguay

 

 

 

 

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